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Un Papá Para Kiki por AMMU TEIKOKU YUDAINA

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Notas del capitulo:

Hola mis terrones de azucar,

¿Como se la estan pasando?

¿Hicieron sus deberes? 

¿Les esta gustando?

 

Se había imaginado una vida con él, como ambos se profesaban su amor en cada instante, se sonrojaban, se dedicaban sonrisas, miradas, entrenaban juntos, comían juntos, salían un poco, meditaban y sobretodo se imaginaba como Shaka podría convivir con el pequeño Lemuriano.

Se ilusiono observando a ambas personas importantes para él, estando juntas, apreciando como un padre e hijo, conviviendo, entrenando, tal vez jugando. Si se había imaginando a ese rubio serio haciendo todas esas cosas divertidas.

Sonrió, sonrojándose un poco, el solo se había puesto en un papel maternal, sin darse cuenta pero lejos de lo que cualquiera pensara y que fuera un hombre, no le molestaba ser la madre de Kiki, había fungido como ambos roles toda la vida del menor.

Sintió un pequeño movimientos en su regazo, giro su vista hacia el pequeño que se estaba acomodando para dormir mejor.

Pensando que de seguro no podría irse tan rápido de allí, pues no quería interrumpir su sueño.

-Papá…- Se aferró de sus ropas con sus pequeñas manitas.

El pelilila se sorprendió, abriendo sus ojos a más no poder… Había escuchado esas palabras mucho tiempo atrás, cuando era un pequeño de apenas dos años que las decía y tal vez no entendía el concepto, tiempo después “Maestro” era como lo llamaba, pensó que solo se debía ver así, maestro-alumno, pero en el fondo era su hijo.

Y que él le volviera a llamar así aunque fuera en los sueños, lo hizo ponerse sensible, enternecido y algunas lágrimas brotaron de sus orbes verdes esmeralda, sonriendo apretando sus labios, para contenerse de hacer algún ruido que lo despertara. Lo abrazo suavemente más hacia él y decidió que el también pro esta noche dormiría con su pequeño.

---Templo de Virgo---

Había un chico de cabellos rubios y largos, los ojos cerrados, con ropas como una túnica blanca de tela delgada y fresca, posicionado en flor de loto, el cual meditaba o más bien trata de hacerlo desde pasado el mediodía, pero el éxito había sido nulo en todos sus intentos.

Se estaba molestando cada que intentaba hacerlo y no podía despegar su cuerpo del suelo más que unos centímetros y volvía a caer, se sentía frustrado, pero el mal que lo aquejaba tenía un nombre y una cara que al parecer de muchos era muy angelical a su vista.

Al concentrarse y hacer su labor de meditación, la imagen de ese pelilila se apoderaba de su mente.

Ese hermoso cabello sedoso, esos ojos verdes y grandes que aprecian contener la galaxia entera, esos labios tan apetecibles y rosas que deseaba probar, su cuerpo bien trabajado, pero solo el notaba la fragilidad que poseía  la dulce piel blanca, que también deseaba probar. Esos pensamientos del primer guardián de las doce casas, lo sacaba de quicio.

Pues por su condición de hombre más cercano a Dios, el creía que no podía tener esos sentimientos por nadie, mucho menos esos pensamientos indecorosos, y sobre todo la codicia de que fuera solo suyo.

Por esa razón siempre lo tragaba de alejar, ya que no se sentía tan seguro de tener sus deseos bajo control por mucho tiempo.

¿Desde cuándo esto pasaba?

Era la pregunta que se hacía desde hace tanto, la cuestión que había resolvido en su adolescencia, pero que el mismo sabía que debía sellar para toda la vida, mas cada instante se le hacía imposible.

¿Cuántas platicas con Buda, sostuvo para tener la respuesta de como deshacerse de lo que sentía? Pero nada funcionaba, ya que el mismo maestro de él, no se lo concedía.

Siempre lo mismo “Tú tienes que encontrar esa respuesta en ti”.

No sentía que fuera lo mejor, era una revoltura de pensamientos y emociones, que solo una persona de su misma edad estaba provocando.

Pero ahora existía algo que le provoco mucho enojo intensifico su egoísmo.

-Mu, ¿Estás buscando una pareja?- Dijo esto poniéndose de pie y caminando a la entrada de su templo, para poder “Observar” el primer templo.

Aun poseyendo los ojos cerrados, podía ver lo que pasaba, gracias a su cosmos y lo que podía percibir con este.

-¿Por qué su discípulo dijo tal cosa?- trago saliva, medio molesto –Y sobre todo referirse a Mu, como su madre… ¿Por qué ese atrevimiento?-

Suspiro un poco, se estaba agotando mentalmente por aquellos pensamientos. Todo el día lo invirtió en ello y solo se lograba sacar imágenes de ese joven Lemuriano, ignorándolo, ya no yendo con él a verlo cada que se podía, ni tratando de sacarle algún tipo de platica, y estando con alguna otra persona que lo alejaba más de él.

Se estaba dando cuenta que podría perderlo. Era un hombre muy hermoso, incluso se podría atrever a decírselo en la cara a Afrodita. Cualquiera se fijaría en él.

-Soy tan patético- Dijo esto, con un gesto de molestia, pero esta vez contra sí mismo.

Ya era tarde, de eso sin duda se podría explicar por la posición de la luna, en los demás templos las luces se habían apagado y la de Aries no era la excepción, debía retirarse a tratar de dormir aunque fuera un poco.

Y así este día en donde tantos pensamientos, pedidos, preguntas y revelaciones se acabó, para darle pasó a unos llenos de emociones que esperaban a todos.

 

Notas finales:

Buenos dias, tardes, noches, mis terrones de azucar me alegra que muchos lo esten leyendo, pero pofis dejen algun comentario para saber su opinion. Gracias Ammu se va. 


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