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Un Papá Para Kiki por AMMU TEIKOKU YUDAINA

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Notas del capitulo:

Chicos y chicas, me di cuenta que hay mas de 900 visitas en mi fic y nadie me comnetan. Vamos demen sus opinions, cosas buenas, cosas buenas.

Mis terrones de azucar, tengan mucho cuidado con todo lo que esta ocurriendo en el mundo, mantenganse a salvo en sus casas y solo salgan si es estrictamente necesario. 

Un peli celeste, entro por la entrada principal de Leo, hasta quedar de frente al chico rubio. Estaba realmente enojado contra este, pues que alguien se atreviera a cuestionar su ostentoso título como el más bello del santuario, le estaba hirviendo la sangre.

-Así que Shaka, está enamorado- Hizo una mueca de burla, un hombre de cabellos violetas cortos, con una ridícula sonrisa y barba  escaza.

El rubio, no contesto ante la interrogante, ni mucho menos a la burla, estaba pidiendo en su interior a Buda, que de todos, estos dos no hubieran escuchado el nombre de su amado.

-¡¡¡¿Y BIEN SHAKA?!!! ¡¡¡RESPÓNDEME!!! ¡¡¡¿A QUIÉN CONSIDERAS A ALGUIEN MÁS HERMOSO QUE YO?!!!- Al ver que el caballero de la sexta casa, lo estaba ignorando se enfadó mucho más- ¡¡¡¿QUÉ ME DIGAS SHAKA?!!!-

-Creo que debería volver después Aioria, veo que estas algo ocupado- Comenzó a caminar en dirección hacia la entrada principal para salir de allí.

Sonrió algo apenado por su amigo –Si está bien Shaka, luego hablamos- No quiso decirle nada más, sabía que debía ser discreto.

E caballero de la cuarta casa, se encontraba riendo por la escena que estaba montando Piscis, y que el virgo estuviera  enamorado de alguien, le causaba más gracia que no para de reír a carcajada cada que podía y mucho más fuerte inundando la casa de Leo.

-De todos jajajaja, nunca me pensé ver llegar el día que esto ocurriera jajajajajaja- Se agarraba el estómago de la risa.

-Ya cálmense- Decía el dueño del templo, que estaba preocupado por su amigo que se acaba de ir y más sin terminar el concejo que le estaba dando.

-¡¡¡DIME, CONDENADA RUBIA DE PUEBLO!!!- El peli celeste estaba realmente enojado, pero el rubio lo dejo con la palabra en la boca.

Bajo las escaleras de una manera lenta y pausada, deseaba alejarse de esos dos tipos lo máximo posible, no tenía ninguna gana de estar discutiendo con ellos y más al tener una mayor preocupación.

Paso Cáncer, no pidió permiso el guardián estaba en Leo riéndose de él. Como quería quitarle sus cinco sentidos, para que no se volviera a mofar de él, por un buen tiempo.

¿Quién era el para reírse? Si todos sabían que tenía algún tipo de relación con el Sueco, pero no decían nada.

-Par de idiotas- Apretó sus labios, por el enfado.

Llegando a Géminis, pudo escuchar algunos gritos y ruidos de cosas siendo aventadas. Sabia de que se trataba, otra pelea matutina de ambos gemelos.

Pidió el permiso como era una costumbre entre todos y por respeto. Se escuchó como el dueño del templo se lo concedió, pero nunca supo de qué habitación venia, pues parecía haber algún tipo de guerra campal, que el perdedor seria el que dejara el lugar. Pero poco le importaba y salió.

Al llegar a Turo, estaba en completo silencio, advirtió su entrada, mas no hubo respuesta cruzo y salió, sin más, estando sumido en sus pensamientos, sobre las preguntas que Aioria le había hecho.

---Pensamiento de Shaka---         

-¿Qué me gusta de Mu?- Suspira, para seguir con su propia conversación interna.

Sonríe un poco -¿Qué es lo que no me gusta de el?, esa sería la pregunta correcta-

Imágenes del pelilila inundaron su mente, desde cuando era un pequeño, como se hicieron amigos, las veces que entrenaron juntos, cuando compartieron palabras, golosinas que el patriarca le daba a cada uno.

Las tardes juntos en que meditaban, aunque algunas veces Mu caía dormido después de un largo día y siempre terminaba en el hombro del ubio, mientras este si hacia su labor. Ese momento en su corta infancia era uno de plena felicidad, no se movía aunque quisiera por tener la calidez del Lemuriano y la fragancia de su cabello.

Fue ahí que se dio cuenta de lo que sentía por él.

Después poco eran los momentos en que ambos se apartaban del otro.

Shaka parecía que siguiera al pelilila y a este nunca le molestaba su presencia, al contrario invitaciones a Aries nunca faltaron, paseos después de entrenamientos en que nadaron juntos en un pequeño lago.

Mu era más descuidado en su niñez, que podía nadar si ropa y no le daba pena, en cambio al rubio verse el mismo no le presentaba dificultad, pero si el cuerpo ajeno y más al momento de comenzar los cambios.

Pero esos hermosos momentos duraron tan poco, puesto que los acontecimientos a sus siete años, los hizo separarse no por quererlo, pero todo lo que pasaba distancio a ambos amigos.

Al volverse a ver, Shaka mantuvo ese recuerdo, volverlo a ver junto a sus compañeros de armas de templos más debajo de él. Su apariencia había cambio, pero tenía la misma esencia noble y amable de siempre. Pudo notar un sonrisa en sus labios, solo para el por volver a ver a su viejo amigo, caminaron juntos a la verdadera Diosa.

Sin embargo allí fue cuando el budista se hizo consiente de sus sentimientos y no se sentía capaz de amar, apartándose de nueva cuenta, en contra de que fuera su deseo.

Pero una nueva vida se les otorgo, lo vivo anteriormente quedaba en el pasado, como dicen el pasado pisado. Mas sus inseguridades y miedos existían de perderlo, una nueva persona que se lo arrebataba existía ese peligro.

¿Estaría dispuesto a verlo con alguien más?

¿Poder soportar el hecho de que lo hagan feliz?

Su Diosa les dijo, que sabe que serán siempre fieles a ella, pero que debían vivir, aunque sea tratara de hacerlo aún bajo sus obligaciones de caballero, que eso no se los podía impedir, que lograran alcanzar la felicidad que deseaba sus corazón.

Fue el momento en que varias parejas se formalizaron, se unieron y entablaron.

¿Qué le podía impedir, si ella se los concedía?

La respuesta el mismo era su peor enemigo.

---Realidad---

-Soy un cobarde- Puesta su vista al frente, vio algo que lo dejo atónito.

Había llegado al final de las casas, ni siquiera había pedido permiso en Aries de cruzar, estaba tan distraído que falto a aquello que hacían siempre.

Pero no era lo que lo dejo impresionado, si no que un poco a la distancia de salir del primer templo, vio como Mu se encontraba caminando junto a Aldebarán, parecían sumergidos en una conversación muy amena.

Él sabía que desde la infancia el guardián del segundo templo, era el otro buen amigo de su corderito, que le decía de esa forma en la niñez, pero solo para el mismo.

-¿De que estarán hablando?- Estaba algo preocupado por saber que estaban conversando, pero no podía llegara interrumpirlos.

Siguió caminando, tratando de ocultarse un poco entre los arbustos y árboles que se hallaban a las orillas de los caminos, para no ser visto a veces en piedras.

Se sintió algo ridículo por hacer esto, pero si alguien le preguntaba, podría inventarse cualquier excusa, solo no los quería perder de vista. Trato de agudizar un poco su oído, así que cerro sus ojos. En algún punto de su camino los abrió.

-Gracias por acompañarme a Rodorio- Le decía el taurino a su acompañante.

-No hay de que Alde, lo que sea por ti- Le dedicaba una encantadora sonrisa. –Creo que lo has planeado bastante bien, te has esforzado-.

-Creo que es necesario, si quiero que todo salga bien- Se rasca la nuca, un poco nervioso y sonrojado.

-Todo irá bien, ya lo veras. Una rica comida, un hermoso paseo, y al final…- Siente una mano en el hombro.

Haciendo una seña de que guarde silencio –Shhh, quiero que sea sorpresa-.

-No creo que nadie nos escuche, no te preocupes tanto Alde- Se ríe de manera suave, poniendo su mano en su boca.

-Tienes razón, estoy muy nervioso, por todo esto que ya ni sé que digo- Se sonrojo aún más, que hasta las orejas estaban de ese color.

Al ver esta cercanía, el caballero espía, apretó con su mano la roca en la que se apoyaba, provocándole grietas que amenazaban con desquebrajarse por completo.

Los perdió de vista, por ese gran enojo que sentía, tan solo pensar que pudieran estar yendo a una cita o a que sabe qué lugar, le estaba hirviendo la sangre a todo lo que podía.

Pero su semblante se volvió el de alguien desolado, suspirando con dificultad, tocando su pecho.

-Perdí mi oportunidad… Él ya está con Aldebarán…- Apretó sus labios, pero antes de siquiera voltearse sintió un cosmos pequeño detrás de él, lo cual lo hizo voltearse, para ver de quien se trataba.

-¿Por qué esta espiando a mi maestro?- Pregunto un pequeño de cabellos rojizos, que lo miraba con una cara de pocos amigos.

 

Notas finales:

Nos vemos. Ammu se va


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