---Noveno mes---
-¡¡¡WOW!!! Estas, realmente enorme- La voz de asombro que proyecto Afrodita se notaba a distancia.
-Jajajajajaja si, un poco- Mu sentía anta vergüenza del asombro de su amigo.
-Luces realmente adorable, ¿Por qué no quisiste saber el sexo de tu bebe?- La curiosidad lo estaba carcomiendo.
-Bueno, la verdad- Baja su mirada esmeralda enternecida en su vientre –Quero que sea una sorpresa, que me asombre cuando lo vea por primera vez- Mostraba una bella sonrisa de oreja a oreja.
-Qué raro- Mostro una mueca de desagrado.
-Si yo estuviera esperando, quisiera saber que seria, para imaginármelo y comprar cositas tan lindas y adorables- Comenzaba a estar en su mundo.
Aquello le daba mucha risa al Lemuriano, que su amigo ya estuviera pensando en el momento que estuviera en su situación.
-Eso está bien- Le daba gracia las muecas que Afrodita ponía.
Pero rápidamente salió de su ensoñamiento.
-¡¡¡ES VERDAD!!! Death Mask me dijo que me tenía una sorpresa, así que me voy- Se encamina hacia la ascendencia de los templos –Nos vemos pronto- Se despidió sin más.
Sonriendo, despedía a su compañero de armas –Si de acuerdo, hasta después-
Nueve meses, recién cumplidos apenas ayer, ya era el tiempo de dar a luz.
No lo negaría, sentía nervios, aunque no fuera un parto natural, si le atemorizaba el hecho de entrar ene se procesó. Pero por su futuro bebe lo valía todo.
Ya se imaginaba a su criatura en brazos, cuidándolo, alimentándolo, haciéndole muchos cariños. Recordó por un instante a su primer hijo, cuando pasó todo eso, en aquella época fue todo un inexperto aprendiendo conforme la marcha, pero lo hizo bien, Kiki creció muy sano y fuerte, era su más grande orgullo.
-Hola, mamá- El pequeño llego abrazando al pelilila.
-Ya volvimos amor- Shaka saludándolo tranquilamente, mientras deportivo un beso en la mejilla de Aries.
-¿Cómo les fue en le entrenamiento?-
-Bastante bien, he mejorado muchísimo- Girándose al rubio -¿Verdad Papá?
-Así es, en un tiempo se volverla sin duda un digno heredero de tu armadura-
-¡¡¡ESO ES MARAVILLOSO!!!- No cabía de su felicidad, que su aprendiz pronto se volviera el nuevo santo dorado de Aries le ponía tan contento, que su corazón palpitaba mucho.
Al volver a ingresar al templo, algo estaba por suceder.
Mientras iba caminando, Mu se detuvo rápidamente, con una cara de susto que no podía ocultar. Sintió como un líquido baja por sus piernas, sintiendo una calidez muy aterradora.
-Mu… ¿Estas bien?- Lo miraba, por lo pálido que estaba.
-Sha…Shaka… Creo… Que…- No pudo terminar de decir aquello, cuando una contracción fuerte sintió recorrerle el cuerpo, provocando que se doblara un poco.
-¡¡¡MAMÁ!!!- El pequeño se acercó asustado.
-¡¡¡MU!!!- Virgo lo sostuvo firmemente en sus brazos, lo miraba con suma preocupación, como tenía una respiración muy agitada.
-Ya… Viene… Apretaba sus labios pata no soltar aquel dolor que aumentaba en su espalda, cadera y cintura.
Shaka, entendió de inmediato el mensaje, rápidamente lo cargo con cuidado, sin impórtale quedar manchado por aquel líquido, y lo llevo con cuidado al área que estaba designada para esa labor tan hermosa y dolosa.
El cosmos irregular de Aries empezó a sentirse por el santuario, al igual que en el momento de Saga.
Aquello alerto a sus padres, camaradas, y a la misma Diosa.
La cual sabía que no tardaría Ilitia en hacer acto de presencia.
Aries, estaba tratando de dar su mejor cara para no seguir asustando al pequeño. Aunque las lágrimas de dolor se le escapaban, estaba aguantando bastante bien el dolor.
Kiki, estaba angustiado ver al pelilila así, era algo que jamás creyó ver… Estaba asustado, ver sufrir a quien más quieres y siempre que te demostró la fuerza, impactaba a muchos.
-No te asuste Kiki… Estoy bien…- Apretó con fuerza la mano de Shaka, que lo sostenía… El autocontrol que ejercía en sí, era muy grande, preocupándose por todos.
-Amor, respira… Todo estará bien- El rubio hacia su mejor esfuerzo para manejar esta situación, pero se sentía tan inútil por no poder hacer nada para que el dolor de su amado Aries desapareciera.
En ese momento por la puerta apareció la Diosa de los partos.
La cual rápidamente se dirigió al pelilila y su familia.
-¿Hace cuánto entro en labor?- Su cara mostraba preocupación absoluta, ni siquiera una sonrisa como acostumbraba.
-Hace unos momentos… Creo como diez minutos- Explicaba Virgo.
-¿Cómo es posible…?- No siguió explicando, pues el niño estaba allí y podría hacer que se impresionara. –Pequeño será mejor que salgas-
-Pero… Yo no me quiero apartar de mi mamá- El niño trataba de replicar que los acaran.
-Kiki, por favor obedece ¿Si?- La voz de Shaka, rápidamente hizo llamar la atención del niño
El cual, sabía que debía hacer caso, si él o Mu le pedían algo. Aun dudaba si irse, le aterraba que pudiera pasar algo malo.
-Yo… Estaré bien… Puedes estar tranquilo, mi pequeño- La sonrisa débil de Aries, lograba reconfortar algo al menor.
Solo asintió con la cabeza de manera tímida y preocupada, se giró a ver a la Diosa, que preparaba lo que necesitaría para su trabajo –Por favor… Cuide de mi mamá-
Ella lo miro y le dio una sonrisa –No te preocupes, él es muy fuerte, esto será rápido-
Sin más el niño salió, llegando a la puerta y mirándolos a los dos seres que quería tanto, en esa situación… Debía confiar al final todo estaría muy bien y habría una personita más con ellos.
Cuando se sucucho que la puerta se cerró. Mu se dirigió a la joven Diosa.
-Por favor… Dígame… ¿Algo está mal?- Lo había notado en la cara de Ilitia.
Suspiro, bajando la mirada al vientre del Lemuriano –Seré sincera… Cuando rompiste fuente se alertaron mis sentidos, más… Al notar que estabas entrando en el parto activo en tan solo síes minutos de eso, me alarme demasiado, pensaba que algo estaba mal-
-Eso ¿Qué quiere decir?- El rubio, estaba realmente preocupado, el dolor solo aumentaba en Aries y él no lo expresaba en un grito ni nada, solo se aguantaba apretándole la mano y los labios, cerrando sus ojos y echando la cabeza para atrás.
-Que el propio bebe, se está abriendo paso dentro de él, de una manera mucho más rápido de lo que debería ser normal- Se acercó al pelilila
-Escucha Mu, deberé trabajar lo más rápido posible, así que debo inducirte al sueño de una vez, no podemos dejar que esto se salga de las manos, si no ambos morirán- Explico así de simple, su semblante era muy serio.
El pelilila, no podía decir nada, el dolor lo invadía tan rápido, que solo asintió con la cabeza, respirado muy agitado. Confiaba en esa joven, ya había recibido a los hijos de Saga, podría ayudarlo.
Sin más Ilitia, provoco el sueño en Aries, haciendo que el durmiera, su cuerpo de esa manera se comenzó a relajar, provocando que la rapidez del parto se viera disminuida, pero no por ello se bajaba la guardia.
El rubio, aun sostenía la mano de su amado, con firmeza, observaba cada detalle que hacia la mujer presente.
-Debes trasmitirle todo tu amor- Eso fue lo que ella dijo, antes de posicionarse en su lugar.
Como lo hizo la primera vez, poso sus manos en el vientre desnudo del joven hombre, se notaba que estaba más debajo de lo que era normal.
La luz blanquecina rodeo las manos y vientre, empezó abriendo la piel, controlando la sangre, el musculo, los tejidos, poco a poco busca donde se encontraba el cosmos del bebe que no podía esperar.
Por extraño que pareciera, el rubio se sentía aterrado por esa imagen, aunque no hubiera sangre, le recodo aquella maldita ilusión que tuvo que presencia en el bosque “De Los Ángeles Caídos”. Aquellos recuerdos lo invadían.
Pero debía ser fuerte, antes ya había tenido una conversación con la Diosa, sobre por qué eran importante los sentimientos positivos y energías de esa índole.
Ella le había dicho que es sumamente importante que exista un vínculo muy fuerte de amor, al momento de un parto así de complicado, pues… Ayudaba a la concentración del cosmos del bebe al encontrar el camino y ella lo usaba como un conducto para lo mismo.
-Shaka… Olvida esos pensamientos- La joven lo saco de sus miedos –Ayúdame, a ayudar a los que amas- Ella aun con sus ojos en el vientre del Lemuriano, le ordena aquello.
-Si- Asintió, solo negó con la cabeza –Vamos amor… Tu puedes- Dirigió su mirada a Mu, el cual dormido aun lucía una leve preocupación en su rostro.
-Te encontré- Sintió ese débil cosmos dentro del Lemuriano.
Rápidamente, atrajo al bebe a ella. Haciendo uso de esas energías del propio padre que la criatura usaba para llegar a este mundo.
Estaba apoyando a Mu en su hombro, sosteniendo su mano derecha con fuerza, observaba a su amado, pero cuando la joven logro sacar a la criatura, aun estando en el saco amniótico, el quedo impresionado, no paraba de ver a ese pequeño ser.
Sostuvo a ese ser tan indefenso y corto el saco que lo levaba adentro, al hacer aquello. Empezó a llorar desesperado, pues lo habían extraído del primer lugar seguro que conocía.
Sonrió aliviada, todo había salido bien, aun con los contra tiempos.
Cargando a ese pequeño ser, entregando al padre en sus brazos.
-felicidades Shaka, han tenido una hermosa niña- Sin más la Diosa entrego las tijeras divinas que ella utilizaba para cortar el vínculo que unía con la madre, para volverlo un nuevo ser individual oficialmente.
El rubio, estaba mirándola con sumo detalle, era el fruto de su amor con Mu, aquella primera vez, creo a ese ser tan hermoso, las lágrimas brotaron de sus ojos azules, mostrando una sonrisa sincera en sus labios.
Se había tardado en reaccionar, para tomar esas tijeras, pero sabía el procedimiento, conversar con ella fue fundamental, quería entender todo lo que ocurría en esos momentos.
Corto el cordón umbilical, no hubo sangre de nueva cuenta y regreso las tijeras a la dueña.
Ella seguía su labor de cerrar la piel. Sonrió al ver a una familia con su bebe.
Virgo, estaba realmente fascinado, con la niña, la cual lloraba, pero poco a poco se iba relajando, al ser acunada en esos brazos que la protegerían siempre.
Su piel, aun no tenía el color designado, era normal que fuera una tonalidad morada, en un ricen nacido, se denotaba unas leves marcas en su frente, era Lemuriana después de todo, de un color que podría ser rojizo, una pelusa leve de cabellos dorados como los de su padre. Abría de repente sus ojitos muy apenas, algo posicionado como normal en los recién llegados a este mundo, pero podía verse que tenía un tono verde oscuro, aún era temprano para saber.
-Hola… Mi pequeña- Shaka, estaba enternecido, no tenía palabras para expresarse, la acababa de conocer y ya la amaba, con todas las fuerzas de su corazón.
Era tiempo de despertar al pelilila, debía conocer a su nena.
Ilitia, comenzó a dejar que su cosmos, despertara al Lemuriano poco a poco, ya había terminado de limpiar lo necesario y solo el tiempo ya terminara de cicatrizar su labor.
Aries, abría pesadamente sus ojos, todo aquello le había cobrado factura, aun dormido y que la Diosa lo asistirá sentiría las consecuencias de todo.
-¿Cómo esta… Mi bebe?- Esa fue su primer pregunta, demostrando su mayor preocupación.
Mientras su vista se aclaraba… Escucho a su esposo decirle algo.
-Está muy bien… Es realmente perfecta, como tú- Un beso fue lo que recibió de Shaka, en sus labios -Lo hiciste realmente bien, mi amor-
Aries, observó a la criatura que sostenía Shaka, la emoción en su vos no se hizo de rogar, y sus lágrimas cayeron, ver a la pequeña que había llevado en su vientre todo este tiempo, le hizo experimentar una inmensa alegría.
El extendió sus brazos, aunque se sentía cansado, quería sostenerla, cuidara de ella.
Virgo con sumo cuidado deposito a la bebe, que estaba tan tranquila, en los brazos de su madre, el cual la recibió, con todo el cuidado del mundo.
La miraba inspeccionándola cada detalle de su diminuto ser. Aunque Shaka, ya la había cubierto por una delicada mantita que habían preparado con anticipación en el lugar, para que no tuviera frio, pero con el calor corporal de Mu, eso no pasaría.
Shaka, abrazaba con cuidado y tanto amor a Mu y este a su vez a la pequeña en sus brazos.
-Eres tan preciosos mi dulce niña- Como amaba a su hija, acunarla era una verdadera fascinación.
-Gracias Mu, por darme este hermoso regalo- El rubio dijo aquello en un susurro para su esposo.
-Lo hicimos juntos… Es nuestro bello regalo- Se sentía tan feliz. Ya no había mas palabras, solo mirarla le traía tanta alegría. –Cuando Kiki, la vea… Se pondrá muy feliz- Aunque tuviera a una hija de su misma sangre y carne, nunca olvidaría a su pequeño.
El rubio asintió -Tienes razón- Observo con cuidado, y dejó escapar una risita –Creo que nuestra hija, tiene hambre-
Mu, comenzó a sentir pena, pues la pequeña estaba buscando la comida que necesitaba de él.
Ilitia, solo sonreía ante esa escena tan dulce, no necesitaba dar más indicaciones, a partí de allí ellos ese encargarían de todo, salió con cuidado de no hacer ruido, ella no pertenecía a ese encuadra familiar.
Al Salir, se topó con toda la orden de los dorados, su amiga Atena y a cinco de bronce que ella solo había tenido oportunidad de conocer a cuatro de ellos.
Pero primero busco con la mirada al pelirrojo, que se encontraba pegado a la puerta.
Sonriéndole, abrió la puerta un poco –Puedes pasar- Le susurro, para que lo chiera rápido.
El niño capto y entro sin más.
Y ahora sí, ser bombardeada por las preguntas de todos.
-¿Cómo está mi hijo?- Un peliverde angustiado se paro enfrente de ella.
-¿Qué es él bebe?- Ahora un castaño la interrogaba.
-¿Cómo está?- otra pregunta rápida del patriarca.
Sonrió, dejando escapara un suspiro –Bien, niña, bien- Así de nuevo en orden y rápida.
-¡¡¡¿ES UNA NIÑA?!!!- El Lemuriano sonrió son más, imaginándose como seria su nieta.
-¡¡¡QUÉ BONITO!!!, ¿Podemos verla?- Pregunto el castaño.
Ilitia, se giró hacia Atena, para que les informara lo que debía
-Por el momento debemos dejarlos descansar- Así la peli morada menciono, aunque fuera una Diosa, era solo invitada, no podía dar órdenes en si fuera de los partos y respetaba la autoridad de su amiga.
Todos los allí presentes, estaban felices, de que sus amigos algo lentos para declararse su amor y que requirieron la ayuda de todos ellos, por fin tenían esa hermosa criatura con ellos, formando así una bella familia, aunque obvio cada uno creía tener la mejor de todas. Pues nada lejos de la realidad, así es en verdad.
-Tendrán una amiga para jugar- Cargando al menor de sus hijos, Aioros menciono aquello.
-Así es- Solo asintió el peli azul, con el mayor en sus retoños en brazos.
-¿Te encuentras bien Camusito? Te noto pálido- Lo miraba Milo.
Suspira resignado –Solo me imagino mi momento en esas circunstancias- Hablo sin más, mostrando una sonrisa de angustia.
-Ya quiero tener un bebe- Se gira a ver a su novio.
-Sí que estás loco pececito, ¿Acaso no te da miedo?- Pregunto sin más, no entendía como era posible que estuviera fascinando por esa idea.
Pero a veces las cosas son así, todos los que te rodean, desean tu felicidad si son de verdad amigos, y de igual forma ellos desean la propia, sin importar los miedos u obstáculos que deben enfrentar.
Dentro de esa habitación, especial para el alumbramiento, el pequeño Lemuriano de cabellos rojizo, entro con algo de pena, no sabía cómo reaccionar, quedándose de pie al frente de la puerta.
Sus padres lo notaron, y le regalaron una sonrisa.
-Hijo, ven- Aries, le sonrió, teniendo a la bebe en brazos, que acaba de alimentarse.
El pequeño dudaba, estaba con esos miedos de la última vez, no sabía cómo reacción.
-Ven pequeño, debes conocer a tu hermanita- Sin más así lo menciono Shaka, estando con una sonrisa que nada se la podía arrebatar.
Camino temeroso, hasta llegar a la cama donde estaban. Parado del lado derecho, pudo sentir el cosmos de esa criatura, se acercó para poder verla, le estaba intrigando. Cuando la vio, se sorprendió lo pequeñito que podían a llegar a ser los bebes.
Sus ojitos estaban muy abiertos, incluso su boca estaba en asombro total.
-Es muy pequeña- Sonrió, enternecido por la niña.
-Así eras tú de bebe- Mu menciono, con una gentil sonrisa.
Miro a sus padres -¿Puedo cargarla?- Estaba el también emocionado por sostenerla, por alguna razón… Sus miedos estaban desapareciendo, no se podría decir por completo, pero… Algo en su corazón le decía que debería también proteger a esa niña, de su misma raza. A ella que de ahora en adelante seria su hermana menor.
Ambos hombres de miraron entre sí, y sonrieron encantados por la pregunta del mayor de sus hijos.
-Claro que si- Virgo le hizo un leve cariño al niño, una caricia de cabellos era la costumbre con él.
El pelirrojo, extendió sus brazos sobre la cama, y con mucho cuidado Mu deposito a la bebe entre ellos. Este la pego a su pecho, también estaba cuidando de no ser demasiado brusco y no sujetarla con demasiada fuerza.
Ella estaba tan tranquila con él. Así como con sus padres, pareciera como si reconociera a su propia familia con sentirlos. Abría de repente sus ojitos, poco a poco y luego los cerraba, un gesto en los recién nacidos.
-Hola Anshin, yo soy tu hermano mayor… Y te voy a cuidar mucho, como mamá y papá lo han hecho conmigo- Sonrió con esa gentileza e inocencia que proyectaba su infancia.
El nombre que habían escogido los tres juntos, el pequeño fue el primero en decírselo, tanto Virgo como Aries, ver a sus dos hijos juntos, los hacía sentirse tan feliz, esa alegría tan grande que nunca se podría comprender, solo sentir.
Era eso lo que sus corazones anhelaron tanto y al final lo lograron, una hermosa familia al fin de cuenta lo que se formó aquí, jamás se podría destruir, solo lograría crecer cada día, en cada vida un ciclo sin fin que se repetirá por la eternidad.
Del deseo infantil de un niño, por formar una familia, en la búsqueda de un novio para su maestro, se encontraron varios obstáculos, confesiones, recuerdos de la infancia, tantos miedos superados, alegrías comprendidas, entrega mutua, formación de una nueva vida y un pacto de amor verdadero.
Todo ello confería lo que es ser y formar una familia, aunque los lazos sanguinos en ocasiones importa, aquí existen los dos tipos los del corazón y los de sangre.
Debo decir que ambos son tan fuertes por el amor.
Y el amor fue, lo que nos trajo al final de esta bella historia.
Fin.