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Cacería por Seiken

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-¡Vamos Albachan siéntate con nosotros! 

En una mesa, en una de las tabernas de Rodorio varios de los santos dorados, vestidos como civiles, conversaban medio borrachos, ajenos a los entrenamientos, a la guerra que se acercaba, a cualquier clase de pena o dolor, riendo como unos bufones, otros avergonzandose por lo que estaban tratando. 

-Te hacemos un lugar… sabemos que no muerdes, si no te lo piden. 

Ese era Manigoldo, que palmeaba una silla a su lado y aunque no siempre Albafica acudía a esas reuniones clandestinas de las que todos sabían, aun los ancianos, en esta ocasión, tomó el asiento que se le era ofrecido, notando el sonrojo de Aspros, que era un alfa demasiado recatado y la risa algo sádica de Kardia, que también era un alfa. 

-Solo porque tu me lo pides… 

Manigoldo era un omega, pero no conocía nada del pudor, así que solo se rió más fuerte, sosteniéndose del escorpión, que había relatado cómo según sus palabra se seducía a un omega, pero, la mayoría de ellos estaban de acuerdo, de que más bien lo harían huir despavorido. 

-A mi me gustan altos y siniestros Albachan, no eres de mi tipo, aunque seas muy hermoso. 

Albachan asintió, ya lo sabía, pero no dijo que Manigoldo tampoco era de su tipo, en realidad, solo un omega era de su tipo y ni siquiera pudo verlo, apenas apreciar su aroma, uno que reconocería en cualquier lugar, en cualquier momento. 

-Estamos conversando sobre nuestros ideales de belleza.

Pronunció Kardia, recargado en su mano derecha, escuchando como Degel carraspeaba un poco, ya que le parecía de mala educación hablar de omegas o de alfas durante la comida, pensaba que él era un beta, así que aunque se trataba de su mejor amigo, nunca comprendería esa necesidad por encontrar a su igual o lo divertido que sería seguirlo. 

-Y nos preguntabamos, cuál era tu ideal de belleza, si existe un omega que haya llamado tu atención, la niña de las flores es muy linda. 

 En ese momento cada uno de ellos tenía su mirada fija en el santo de piscis, quien era conocido por su belleza, una que sobrepasaba la de Afrodita según muchos, pero era tan solitario, que tal vez, podría sufrir la enfermedad de Narciso, aunque Manigoldo aseguraba que ese no era el caso. 

-¿Mi tipo de omega dices? 

Albafica pensó un poco acerca de esa pregunta, bebiendo un poco más, creando un poco de expectativa en esa mesa repleta de borrachos y santos dorados actuando como chiquillos. 

-No tengo un tipo en específico… 

Fue sincero, porque no lo tenía, sin embargo, aún recordaba un aroma que percibió en una de sus primeras misiones, una que realizó en Noruega, un aroma que inundó sus sentidos, al que casi persigue, pero, no pudo dar con él, como si se lo hubiera tragado la tierra. 

-Pero si un aroma, que podría reconocer en cualquier parte, era el aroma de la muerte joven, no de la muerte, pero si su guadaña tuviera un aroma, si el acto de morir tuviera un aroma, sería ese, algo cobrizo, pero me daba paz, ese omega.. olía como me imagino que huele la eternidad en los campos elíseos… 

Todos guardaron silencio, tanto alfas como omegas, algunos intercambiaron una mirada nerviosa, especialmente al ver esa expresión de deseo en el hermoso alfa, pensando que tal vez, llegado el momento, el seria peor de lo que se dijo Kardia, un alfa salvaje, que no aceptaría un no como respuesta. 

-Diablos Albafica, tu suenas por mucho peor que yo… 

Pronunció Kardia, elevando una pinta de cerveza, especialmente divertido por esa respuesta, por la mirada de todos los presentes, especialmente, la mirada sonrojada de los omegas presentes, aun el mismo Manigoldo. 

-Yo solo dije que me gustaría un amante que haga que mi corazón se incendie, aunque mi vida se fuera con ello… en ese último acto de pasión. 

Albafica brindo con Kardia, encontrando extrañas sus palabras, porque él esperaba vivir con ese omega noruego que llamó su atención esa única vez, aunque bien sabía que era venenoso y que no podría resistir mucho tiempo a su lado, así que lo mejor, era apartarse, si es que lo encontraba alguna vez. 

-Lo que es triste, porque yo moriría de tenerlo en mis brazos y tu lo matarías. 

Eso no era tan divertido y antes de que esa reunión se arruinara, Manigoldo bebiendo un poco más, se animó a dar su explicación, de lo que le gustaría sentir al conocer a su alfa, porque estaba seguro de que alguien lo buscaba, alguien estaba afuera, esperando por el. 

-Yo quiero alguien alto, fuerte… con mucha fuerza de voluntad, serio, formal… con un aire seductor… 

Kardia recordaba que había dicho que deseaba a alguien con un aura siniestra, pero antes de que Manigoldo lo dijera, otro más se sentó con ellos, el guerrero proveniente de china, que tomando un trago a su cerveza, vio que los había interrumpido. 

-A mi me gustan altos, más altos que yo… piel clara, salvajes… desobedientes… la clase de omega que tienes que seducir lentamente o pierdes un brazo o una mano en el proceso… 

Manigoldo al imaginarse a la pareja de Dohko como un omega de dos metros o más, sonrió con burla, pensando que se veía como uno de esos perros miniatura que algunos nobles llevaban consigo, recordando que una ocasión, vio como uno de esos animales, trataba de montar a un dogo alemán. 

-Pero tu no les gustas a ellos. 

Pronunció de pronto, algo ofendido porque Dohko no le dejó terminar de explicar su tipo ideal en un alfa, riendose cuando Dohko le hizo una señal obscena, riendo mucho más fuerte, cuando Aspros cubrió su rostro, pensando que era la última vez que los acompañaba. 

-¿Y cual es tu tipo? 

Quiso saberlo, Manigoldo, pero de pronto Kardia recargándose en su mano derecha, lo señaló con cierta diversión, recordando lo que había visto hacía varios días, cuando buscaba a Yato, por ende, terminó encontrando a Tenma. 

-A el le gustan menores, de esos que tienen armaduras de pegaso y lo miran como si fuera el salvador del universo. 

Aspros que estaba tomando un poco de cerveza, de pronto la escupió, se suponía que nadie sabía de sus encuentros, mucho menos el maestro de Tenma, que de pronto se puso muy serio. 

-Espera… ¿Estás corrompiendo a mi alumno? 

Estaba escandalizado, al menos, así actuaba, antes de encogerse de hombros, Tenma era mayor, ya tenía dieciséis, ya sabia que hacia, además, no era como si una relación como esa estuviera prohibida. 

-Quiero más cerveza, antes de que defienda la virtud de mi alumno. 

Se quejó Dohko, que también sabía que se veían en secreto, escuchando como Shion tomaba un asiento a su lado, él era demasiado hermético para que supieran que era, si alfa, beta u omega, pero siempre se unía a la diversión. 

-¿Y cual es tu tipo?

Shion negó esa pregunta, no les iba a decir a un montón de santos dorados borrachos, que eran mucho más chismosos que las ancianas que iban a la iglesia del pueblo todos los domingos, sin embargo, siempre participa de esas reuniones, compartiendo alguno que otro secreto que su maestro le confiaba. 

-Acabo de ver a mi maestro Hakurei, por eso acabo de llegar de Jamir, y no me creerán lo que me dijo mi maestro… 

Todos de pronto se observaron unos instantes, para posar sus ojos en los del santo dorado, que actuaba como si conociera algo importante, que ellos no y fuera tan magnánimo, como para compartir esa información. 

-Mi maestro me dijo que todos y cada uno de los jueces del Inframundo son omegas, al igual que el cuerpo de Hades, su envase, será un omega… no se porque me lo dijo, pero fue después de beber un poco de su licor, también fumamos un poco… 

No sabia porque importaba eso, pero sí sabía que la mayoría de sus soldados eran alfas, los omegas estaban contados con los dedos de una mano, aunque no los discriminaban, y las santias y amazonas, usaban las máscaras, porque eran la guardia personal de la diosa Athena. 

-¿Pueden creerlo? 

Eso era bastante sorprendente, porque hasta donde entendio, la mayoria de los espectros de élite eran omegas, hermosos, según las palabras de su maestro, que se quedó dormido poco después, hablando de una belleza rubia, que estaba fuera de sus manos. 

-El ejército de Hades, la élite de Hades, y Hades, son omegas… 

Shion esperaba por lo que sus aliados tuvieran que decirle, observando una expresión que cada uno de ellos compartía, como si les dijeran que había postres, especialmente deliciosos, para cada uno de ellos. 

-Cada uno de nosotros puede tener un omega… 

Susurro, pensando en compañía, pensando que en ese mundo, después de varias generaciones en las cuales, los humanos, las personas, favorecen el nacimiento de los alfas, los omegas eran escasos, tan escasos que nadie creía que en algún momento de su vida, podrían conocer a su omega. 

-Eso que dicen suena completamente horrible. 

Se quejó Manigoldo, que era uno de los omegas que conocían, los que estaban contados por los dedos de una sola mano, sin embargo, ninguno siguió charlando, ni conversando, pensando que el ejército de Hades podía darles lo que el santuario no, un compañero. 

-Es cierto, lo que dicen es horrible, ademas, de que somos soldados, pelearemos una guerra, ellos no sobrevivirán. 

Ese era Cid, que tomaba un asiento junto a Manigoldo, haciendo que sus aliados regresaran en si, avergonzandose de momento, al pensar mucho mejor lo que acababan de decir. 

-Y las cacerias están prohibidas por Athena. 

*****

Hol@ chic@s, que les parece el prólogo de la nueva historia, que tendra algunas de las parejas que me mencionaron, a ver si adivinan cuales. Muchas gracias por sus lecturas, estrellas y posibles comentarios. SeikenNJ. 




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