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ORFANDAD (Lésbico, Época Victoriana) por Bessekai

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Notas del capitulo:

¡Esta historia está también disponible en WATTPAD!
Si te interesa leerla desde ahí, ¡adelante! Agradecería mucho tu apoyo también en esa plataforma.
También agradezco las críticas constructivas, muchas gracias.

https://www.wattpad.com/868724374-orfandad-cap%C3%ADtulo-2-las-aventuras-que-comienzan-en

 

¡Lo hicimos Glory, lo hicimos! —bailó de alegría mientras iba dando brincos de aquí para allá en aquella noche solitaria la pelirroja feliz. —¡Adiós Grace of God, adiós! —festejó.

Sí… Y es todo gracias a tu plan, Belle… ¡no puedo creerlo! —sonrió y vociferó de vuelta mientras alineaba enérgicamente el equipaje improvisado en su pecho y seguía a la vivaz Mirabelle—Pero… ¿y ahora qué haremos, Belle? —preguntó algo nerviosa.

Las dos se detuvieron y miraron a su alrededor. Niebla, oscuridad, humedad, hostilidad y quizás algunos borrachos a la lejanía. El silencio regía y a lo remotamente se escuchaba el sonar de bares nocturnos. No era un sitio idóneo para dos muchachas extraviadas y endebles.

Estar lejos de los hombres, Glory. Eso tenemos que hacer. —contestó con seriedad y algo de tristeza, aquella imagen de Glory abatida por el lamentable abuso se le regresaba a la mente, se le acercó y le acomodó el abrigo —¿Tienes frío? —se aproximó a la enrojecida oreja de la ruborizada Glory y le regaló un cálido suspiro para temperárselas.

Tengo frío, Belle… pero no importa —sonrió, tragó saliva y suspiró—Déjame darte un abrazo.

Ahora no es el momento Glory. Debemos alejarnos un poco más o nos alcanzarán. —La separó de forma delicada y seguidamente la tomó de una mano—Bien. Recuerda esto—Comenzaron a caminar, ya más aliviadas, a paso normal—NO cerca de los hombres. Ni siquiera si son de nuestra edad. NO cerca de borrachos. SÍ cerca de gente adinerada, SÍ cerca de señoras piadosas. ¿Es claro? —Se volteó y observó firmemente los ojos de Glory, quien la miraba con admiración y cierta sumisión, la rubia asintió, Belle prosiguió—NO alejarse de mí. NO ir con extraños. NO HABLAR con los extraños a menos que sea necesario y menos hablar sobre quiénes somos, ni de nuestros orígenes ni de nuestra condición y… por nada del mundo enamorarte de alguien más. Jamás de los jamases nos debemos separar. —retornó su rostro al de Glory quien la seguía atendiendo cumplidamente y asentía en cada oración de Mirabelle. —¿Entonces? —interrogó.

Sí a todo, querida Belle. Te adoro mucho y no quiero separarme de ti. Seré obediente. Es por nuestro bien. —sonrió y se le apegó al brazo llena de dulzura como una niña mimada, Mirabelle hizo una mueca.

Glory te dije que no es el momento… —La apartó una vez más y la tomó de la mano. —Caminemos.

No estoy haciendo nada malo…

­­Debemos concentrarnos; buscar un lugar donde dormir.

No sé a dónde podríamos ir… —pensó—¿Qué tal un bosque?

¿Bosque?

—Sí. Piénsalo Belle, no hay personas en los bosques, estaremos seguras.

­Glory, piensa en la nieve. —Ambas echaron un vistazo a su alrededor. Había cierta cantidad de nieve amontonada en algunas zonas de la calle y mucha humedad.

Oh, es verdad, la nieve… lo había olvidado… en Londres hace mucho que no nevaba...

Encontraremos un lugar, tranquila. —dijo regalándole un tierno beso en la mejilla.  

­Entendido, Belle. —sonrió. Su corazón se había puesto cálido de amor.

Ambas sujetadas de la mano comenzaron a transitar y mientras lo hacían prestaban atención con suma alerta a su alrededor, veían; moradas con gente en su interior quienes disfrutaban de calor, lugares a los que ellas no podían acceder y parecían lejanos, la sensación de abandono y desamparo tan familiar para ellas que ya ni incomoda y, de hecho, les resultaba natural. Pero bien en sus mentes sabían que el desamparo llevaba tarde o temprano a la muerte y claro, se tenían mutuamente, pero en un mundo hostil como ese, aquellas cosas como la unión, no bastaban. Necesitaban de algo que las pudiese proteger y de algo que les permitiese vivir. Mientras caminaban en sus cabezas iban ideando qué podrían hacer y a dónde podrían ir. Tenían poco dinero en sus bolsillos, unas cuántas ropas entre esos “bolsos” sencillos de tela, y, sobre todo, el hecho de que eran vulnerables a los peligros. Eso era lo que más presente tenían.

Doblaron en una calle un poco más iluminada y se encontraron con la figura de un oficial de policía de bigote que, por suerte, no alcanzó a verlas. El hombre estaba concentrado en sus zapatos distrayéndose del frio. Mirabelle en una reacción ágil tomó rápidamente a Glory del brazo y la tironeó hacia un angosto callejón que se encontraba a la proximidad de ellas entre dos viejas casas, se escondieron allí, quedaron bastante apretadas una contra la otra, frente a frente y ni se molestaron en acomodarse. La proximidad de sus cuerpos no era algo que les molestaba. Les agradaba de hecho, muchas veces habían tenido curiosidad la una por la otra y por sus cuerpos también… pero jamás habían intimado. No conocían en sus mentes el placer ni cómo obtenerlo. El impulso tampoco había surgido y menos ahora, en la situación desfavorable que les cubría.

Glory observó con confusión a Mirabelle, no se había percatado de la presencia del hombre.

¿Qué pasa?, ¿a quién has visto?

­­Baja la voz Glory—susurró—Al final de esta calle se encuentra un policía cuidando la zona, si nos ve, sospechará. Y podrían enviarnos de vuelta a Grace of God.

Entiendo, pero… ¿Acaso no es normal en Londres ver a jóvenes solos en las calles?, ¿por qué dudas tanto? —frunció el ceño sin entender.

Glory parecía un ángel de la vida, inocente y hasta torpe, le costaba hasta reconocer la maldad. Por eso necesitaba de Mirabelle y Mirabelle necesitaba de ella, eran compañeras de vida, se conocían hasta la punta de los pies a detalle.

Glory, somos mujeres. Y eso lo hará sospechar. —Se acomodó los cabellos nerviosa.

—Pero… este callejón no huele bien… —ariscó la nariz y apegó su angelical cabecita al pronunciado pecho de Mirabelle para librarse del fuerte y nauseabundo olor de orina de ahí. Todo Londres olía mal. La pobreza y la miseria era algo corriente a los ojos de estas jóvenes quienes habían nacido entre ella. Al menos en el Grace of God habían tenido una vida más digna y recta que el resto de desafortunados, pero… vivir en un entorno así hace acostumbrarse a muchas cosas.

—Lo sé. Pero debemos de esperar a que se aleje.

—Además, es apretado.

—Glory, tienes que ser fuerte, ve el buen lado, es como si fuera… un abrazo. —sonrió.

A Glory le cambió la expresión del rostro y procedió a abrazar de manera enérgica a Mirabelle. Ésta le correspondió.

No podemos rendirnos tan fácilmente. —le besó la frente.

—Eres la mejor. ¿Qué haremos entonces? —levantó su cabeza curiosa y se encontró con los profundos ojos de Mirabelle, Glory estaba algo más alta y ahora sus rostros estaban desnivelados sólo por unos cuantos centímetros. Glory no podía evitar sentirse extraña cuando observaba tan de cerca a Mirabelle, pero no sabía cómo describirlo.

Mirabelle estaba distraída en sus pensamientos mientras Glory la miraba con admiración y de pronto, a su cabeza, vino una idea.

—Una vez, cuando éramos niñas, ¿recuerdas cuando la señorita Brown nos compró unas bellas muñecas a las dos?

—¡Cómo olvidarlo! La rompí… se estampó contra el suelo en cuanto me la dieron.

—Sí, y comenzaste a llorar como un bebé. Te regalé la mía. La señorita Brown no tenía más dinero para otra nueva.

—Aún eso enternece mi corazón, Belle…

—No podía dejarte llorando así…. el asunto es, ¿recuerdas a una señora regordeta que se nos acercó y nos dijo cosas preciosas?

—¿Una señora regordeta…? Oh, es verdad.

—Sí, tomó tus cabellos y dijo lo bella que eras. Que podrías ser actriz. Luego me miró a mí y me dijo que yo tenía una belleza cautivadora… algo de eso.

—Estuve de acuerdo con esa señora, eres hermosa. —levantó sus delgadas y pálidas manos y tocó ligeramente el rostro de Mirabelle mientras sonreía.

—Y tú también. —Acarició las manos de Glory —La cosa es, ¿no recuerdas a las jóvenes que andaban con aquella mujer?

—Oh. Claro. Algunas tenían un aspecto extraño. La señorita Brown se puso nerviosa y nos intentó alejar rápidamente de la señora y las jóvenes que estaban con ella.

—Sí. ¿Por qué crees eso?

—Escuché algo de… prosti… —Glory comenzó a pensar sin poder recordar bien.

—¿Prosti…? —Mirabelle tampoco hallaba el vocablo.

—No recuerdo bien esa palabra.

—Ah, sí. Esa palabra… Creo que se refiere a las mujeres que prestan servicios sexuales.

—¿Servicios sexuales…? —Glory no pudo evitar asociarlo con algo desagradable.

—En Londres eso se ve mucho...—continuó Mirabelle.

—¡Es horrible! —chilló.

—No alces la voz… —dijo Mirabelle irritada mientras le tapaba la boca con sus frías manos.               

—Lo shiemtoh. —Respondió arrepentida. Ésta le retiró la mano de la boca.

—Tal vez… podríamos buscarla y pedirle ayuda…

—Belle, eso no suena seguro. Prefiero dormir con las ratas.

—¡Qué asco! No digas cosas como esas Glory.

—Disculpa. Pero ahora tú estás elevando la voz…

—Ah, es verdad, lo siento… entonces… vayamos a preguntarle si conoce un lugar a dónde podamos ir.

—Eso suena mejor. ¿Sabes dónde vive esa mujer?

—No… pero quizás la podamos encontrar. ¡Esa será nuestra misión, Glory! ¿Estás de acuerdo?

—Claro, pero… ¿crees que aún viva?

—Deberemos averiguarlo. Es la única persona de todo Londres que conocimos y lucía amable. Bien. Cuando el Sol haya regresado haremos lo que tenemos que hacer.

—Entendido.

—Revisaré si el policía se ha ido.

—Bien.

Mirabelle se asomó y notó la ausencia del hombre, tomó la mano de Glory y a pasos sigilosos se dirigieron al final de la calle, pasaron rápido a la próxima vía y siguieron marchando, ¿dónde podrían dormir? Al menos ya las jóvenes tenían una idea útil para comenzar con el intento de su aventura en el viejo Londres.


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