Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Corazones entrelazados. por Playbooks

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Muchas gracias por leer y disculpen alguna mata ortografía.

Es aquel fruto prohibido mojadito por la frutilla posada desinteresadamente sobre sus labios, que me incita tomar el horrible candelabro de plata que trajo la abuela para mi madre en su cumpleaños sobre la isla de la cocina y golpearme con ella hasta abrir un tajo en mi frente, y que sangre, sangre, y sangre hasta desmayarme y no acordarme de aquellos sentimientos, ¿pero es posible olvidarse de los sentimientos? ¿De las emociones? Ignorarlas es una tortura, pero olvidarlas, sería como olvidar a dormir, un placer tan dichoso que cuando se disfruta, se disfruta poco, pero se goza, se goza hasta el estómago y uno despierta vigoroso por aquel reposo, es… imposible, y eso me vuelve loco. Es la demencia lo último que llega el hombre, la perdida de cordura, cuando ya las personas son tan vulnerable a tal grado que llora al ver una simple gota caer desde el cielo, la locura, me da miedo volverme loco, loco, loco, loco, loco, loco por él, ese sentimiento lacerante que se entierra hasta al fondo de mi pecho podrido de estos males, estos sentimientos son un repudio que galopea a la angustia, de la angustia a la rabia, de la rabia a pena, de la pena a incertidumbre, de la incertidumbre al miedo, del miedo… la locura, pero no, no llega ahí porque vuelve, vuelvo montado de las ansias de volver a sentir esa pasión, ese sentimiento prohibido que se enciende desde las uñas de los dedos de mis pies, hasta el último cabello de mi cabeza descansada en la almohada, luego de imaginarme besando esos labios, soy  un cerdo, un puerco. A pesar de los dolores internos que llevan acumulando desde el inicio de año, es el amor que derrota a cada uno de ellos y me hace volverme ajeno a ellos unos segundos para volverá ellos. El problema está en que hace tiempo que vengo llevando un sentimiento de angustia en mi pecho que se ha ido ni durmiendo.

-Cayetano, papá quiere que bajes para cantar feliz cumpleaños. Anda, rápido.

La voz pequeña de Alicia era una campanada que transmitía alegría a excepción de ahora, que estando acostado, solo quería que se callara y dejara de tirar mi polera.

-Dile que estoy cansado por la fiesta de ayer.

Gruñí soltándome de su agarre tomando sus pequeñas manos que me han agarrado desde hace siete años sin verla y cerrando más fuertes mis ojos, como si eso me ayudara a aislarme de lo que ocurría abajo.

-Anda, vamos, sabes que me mandaran de nuevo aquí, por favor.

-Que no, lárgate.

-Te acusare con papá.

-Has lo que quieras.

Musite para que no me oyera. Esboce una sonrisa inconsciente al oír la queja de papá de mi estupidez inmadura al oírla quejarse, y sus pisadas firme que me causaban entre risa y nerviosismo de un niño que cometió una travesura.

-¿Por qué no le hiciste caso a tu hermana? Ya baja, tu mamá te está esperando.

-Estoy cansado.

Me queje al sentarme, lo mire, angosto, casi gordo, calvo de arriba, canoso, su rostro redondo y tosco, él era el tipo de persona que te miraba con esas canicas de viejo sabio como tratando de aparentar rudeza, cuando en realidad, el ni llegaba a eso.

-Oye, Tano, eres mi hijo,-Señalándome como si eso fuera un descubrimiento nuevo para mí, casi me reí, porque sabía lo que venía, mis nervios siempre me juegan en contra con mi boca loca.- pero entre todos, eres el que menos me caes…

-Ya somos dos.

Le sonreí, tratando de alivianar el ambiente ya pesándose de a poco.

-No me interrumpas, como me caes más o menos mal, no te aguantare como a los demás.

-Te salió rima.

Le confirme lo confirmado, es un tipo de tic que tengo, cuando alguien dice un especie de rima y yo inconscientemente le digo lo que hizo, pensando quizás que no se dio cuenta. Era chistoso cuando niño, ahora es estúpido siendo adulto, todo lo que era chisto a los siete se vuelve tan estúpido y superficial a la edad adulta que da pena recordar cuando era más pequeño, casi con sentimiento de vergüenza ajena.

-¡Cayetano! Baja ya. Por la cresta, tiene dieciocho años, te tomaste unas buenas vacaciones sabáticas y aun ni eso te veo con ánimos de estudiar. Si sigues así te iras a trabajar, compadre, así que anda despidiéndote no más de tu flojera, que ya te tengo los días contado. Ya baja a cantarle a tu mamá, hazlo por ella por ultimo.

El suspiro inevitable salido de mi seca boca que evidentemente enervo a papá solo genero el ambiente más denso entre los dos. Ya éramos algo distantes antes de graduarme de la media, pero ahora con el tema de que no quise estudiar nada, que tome un año sabático, entero, sin si quiera estudiar en el pre universitario, siendo que mis padres me ofrecieron mil veces que lo hiciera, solo causo un distanciamiento filoso que de a poco se iba abriendo como una trinchera lista para que empezáramos a atacarnos. Pero no estudie porque en verdad no me apetecía hacerlo, y solo por el hecho de que el deseo pudo más que la decencia, pudo más que la cordura, pudo más que todo lo que lleva a las normas sociales de ser un hermano normal, fue el deseo que se interpuso entre las ganas de estudiar he ir a la universidad, estaba ahí, en esa ranura delgada de la moral y lo ético, ahí estaba, ahí podía verlo, caminar por el pasillo del segundo piso donde pasaba yo mirándole desde frente, aquel fruto prohibido que se deleitaba con la frutilla que comía desde la mañana, mojándola, ya con tonalidades rojizas, volviéndola más apetecible esa boquita, en su diamante rostro acaramelado llena de pureza, sin darse cuenta que la bestia frente suyo estaba. Trotando en el aire un ser etéreo, con sus chalas cafés de playa, en sus grandes pies con uñas cortadas, de sus piernas largas trigueñas de tanto sol, dejando sin vista esos bellos finos que se acumulaba entre su entre piernas cubierta por ese short azulado de tela delgada que no dejaba paso a la imaginación, ni menos de esa polera amarilla sin mangas con un sol anaranjado ya gastado de exponerse ante la verdadera estrella, aquellas simples prendas sin decoro dejaban mostrar sus pezones rosados endurecidos, ¿Por qué me pone aprueba todo el día de todos los días? De solo pensar que mi abuelo Ernesto me está viendo, o está viendo lo que pienso, me horrorizo y toda sensación de fuego se opaca al imaginarme atrás de mi hermano cuyos ojos cafés ardiente como la que tenía en mi taza de mi habitación ya enfriada me miraban fijamente.

-Tano.

-Hola.

-Oye, oye, -Casi gritando me obstaculizo la bajada de la escalera, casi rosando su nariz con la mía que aleje de inmediato, mirándolo desde arriba, tan pequeño, tan puro se veía.- ¿mañana quieres ir a la playa? Hace tiempo…

-No, no quiero.-Solté rápidamente la respuesta ya preparada, tengo muchas durante mucho tiempo.-Saldré con los chiquillos a una fiesta.

-Ah, ya, pero podríamos ir en la mañana…

-Iré con la Vale acompañar a su mama al hospital para ver cómo va y de ahí nos iremos a la casa del burro.

Por suerte eso era cierto, o si no me hubiese sentido muy culpable utilizar la enfermedad de la mamá de mi mejor amiga como excusa.

-Ah, ya, está bien.

Lo vi, vi esos ojos brillosos opacarse por mi culpa, pero prefiero eso ante de que me odie por completo, no podría vivir con su odio. Este sentimiento, no sé qué era, pero se incrementaba al verlo.

-¡Oigan, par de tortugas, ya bajen!

El griterío que había abajo era inmenso. Había quizás treinta o más personas en el gran patio con piscina, con mesas llena de cosas saladas, dulces, ponche, alcohol, y una piscina lista para mojar al primer ebrio que se hiciera presente.

-Mis seis amores ya están acá.

-Tan dramática.

Le critique en broma mientras la abrazaba y recibía ese cálido beso en mi mejilla acogida por sus grandes manos suaves y calientes.

-Ya, no seas pesado con la mamá. –Empujándome hacia atrás, papá me regaño, para luego el entorno lleno de gente, amigos, familia, todos invitados por el cumpleaños de mi amada madre.- ¿Están todos? Ya, listo, ahora, uno, dos, tres…

Cantamos feliz cumpleaños, mire a cada uno de mis hermanos inmersos en concentrarse en no cantar tan alto para no sobresalir a excepción de Alicia que bailaba ese baile que preparo con Barba durante la semana, a Martin con ya independencia arrebatada por un niño de dos años y una mujer de pozo negro sin fondo de económico que vi robarle algo de dinero a mi papá, lo malo era que no tenía prueba contra ella como si quisiera, a Bárbara girando sus ojos hacia atrás cada vez que oía a alguien quejarse de que no alcanzaba a grabar bien, a Cristina que parecía nada feliz al tener al tener a su ex esposo teniendo a su novia a su lado toda tiesa viendo al imponente tipo con cerebro de maní como aquella persona misteriosa que lo invito, y por último, pero no menos importante, jamás es menos importante el último, el ultimo es el mejor porque uno se explaya más, uno se deleita más, y yo siempre me deleito viendo a Andrés, o a pajarillo como le decía antes, solo yo tenía el derecho de llamarlo así, siempre se molestaba cuando otra persona lo hacía, ‘’Solo Tano puede decirme así, nadie más’’, parecía tan tajante en decirle, tan tierno, tan ignorante ante sus palabras que me daba un remezón en mi cuerpo cuando decía eso, me daba cierto poder que no tenía en él. Creía, en un tiempo que tenía cierto control en él, que solo era esa sensación de hermandad, pero los hermanos no se excitan al saber que tienen ese dominio en su hermano pequeño, no se imaginan controlándolo por su sobrenombre para luego derretirlo en besos, cuando me di cuenta que ya esos pensamiento se estaba volviendo insanos, decidí alejarme de él, justo cuando ya había decidido quedarme para despedirme un año más de su esencia, pero no pude, el deseo se incrementó a tal grado de convertirse en pasión al solo oírlo, ya nada puro había en ese niño que miraba con ternura a su hermano menor en cuclillas al lado de su padre que le enseñaba el nombre la flor, clavel rojo, el rojo de la sangre que brotaba por mis venas y solo circulaba ardientemente al verlo desnudo en la tina, ya, eso, no era normal.

-¿Cayetano? ¿Qué pasa? Te quedas pegado después del canto.

Al oír la suave voz de Bárbara me desperté de mi pesadilla de recuerdos, para mirar alrededor y ya todos estaban en distintas partes de la casa.

-Lo siento…

-¿Estas bien? durante el año te he visto muy raro.

Masticaba y masticaba los dulces salados en sus labios negros que resaltaba de su rosada piel curtida, cubierta por su denso cabello de sauce como le decía de pequeño por lo largo que era, y seguía haciéndolo.

-No, estoy bien, quizás necesite salir…

-¿Otra vez?-Abruptamente me interrumpió abriendo sus ojos miel exageradamente  tal como lo hacía mamá ante un chisme.- ¿De verdad? Ya es mucho, ¿no crees? Ponte los pantalones, que al papá lo veo con muchos ánimos de mandarte a los milicos.

-¿Cómo?

No me dio a entender eso, imposible.

-Sí, ¿Qué creías que iba hacer? ¿Mojarte en la mañana para que te levantes? ¿Chicotearte para que hagas algo? No, es estudiar o el servicio militar, tú decides.

-No pueden hacerlo, aparte él dijo que quizás querría que fuera a trabajar…

-Si pueden, estas adentro de la lista todavía, y solo no has ido porque el papá tiene contacto por haber sido el medico de una de las esposa en el parto de unos de los generales, y lo del trabajo, solo es una trampilla para que vayas a estudiar.

-¿Y porque no me saco de ahí de inmediato?

-Pues, uno, tienes que ir tú, creo, no sé nada de esas leyes, segundo porque él está preparado para mandarte ahí en un dos por tres. Yo solo digo, que mejor anda pensando que hacer, estudiar, o irte al ejército militar.

Tras esta conversación que pudo pasar desapercibida como una advertencia fue el clímax para un desenlace desafortunado de acontecimientos tras otro.

-¡¿Te iras al ejercito militar?!

Andrés nos oyó, mirándonos con grandes ojos dejando caer su bebida.

-¡¿Por qué mierda lo invito, mamá?!

-¡Porque él te dará hijos, ella no!

Resulto que el otro cerebro de maní era mamá, que aun, al parecer, se empeñaba en que Cristina volviera con el ególatra de mi ex cuñado riéndose estaba en un rincón.

-¡¿Me estas poniendo los cuernos con tu jefe?! ¡Linda la cuestión, yo pagándote el seguro del auto, y resulta que te estaba pagando al puto de tu amante!

Y eso no lo vi venir, pensé que Martin descubriría las malas mañas de su señora, no sus pecados que salieron a la luz por un mensaje que al parecer vio mi hermano iracundo tirando saliva para todos lados, haciendo que unas de mis primas se llevaran a mi sobrino con un llanterío que desato entre los brazos, de mi tal posible ex cuñada.

-Ay no.

Susurro Bárbara que tras susurrarlo se llevó a Alicia adentro, y mi padre despidió a casi todos que no eran de la familia. Todo se volvió un caos un jueves, el dieciséis de enero de dos mil quince, un gran inicio de años luego de estar flojeando, pero yo hui de todo eso, principalmente de esa aguja que me siguió hasta a mi habitación.

-¿Tano? ¿Te iras? Dijiste que quizás estudiaras acá…

-Puedo estudiar acá, o en cualquier lugar, Andrés.

-Pajarillo, así me decías, ¿Qué te pasa, Tano?- El ademan de acercarse quedo en el aire al alejarme.-Eres tan raro conmigo.

-No me pasa nada. Solo que tú eres un pendejo, y yo un chico que ya está a la edad para entrar a la universidad, tú tienes quince, yo voy a cumplir diecinueve, ¿Qué tengo que estar paseando en la playa con un pendejo de quince?

-Pero, eres mi hermano…

-Ahí está el problema.

Fue un impulso estúpido mío decirlo en voz alta, se me salió de alma, era tanto la rabia que tenia de que el fuera mi hermano, que necesitaba desahogarme con quien sea.

-¿Cuál? ¿No te gusta ser mi hermano?

-No, no quise….

-Puedo aprender a fumar, a tomar, si eso quieres…

-¡NO, NUNCA! No fumes nunca, no tomes nunca, prométemelo.

-Te lo prometo si me vuelves hablar. No sé qué hice para que me trates así. O sea, sé que no soy como los otros cabros que van en fiesta en fiesta, ni se muchos de chicas, ni esa onda pero no significa que sea aburrido. Me acuerdo que te gustaba estar conmigo en la playa, o estar aquí leyendo libros los dos, no sé qué hice para te pongas así.

No sabía cómo decirle que estaba enfermo, porque eso estoy, no es normal que este en un ambiente familiar para luego tener una imagen abrupta de el con todo el torso desnudo expuesto ante mi acostado en mi cama gimiendo para mí, sé que no es normal, sé que estoy enfermo. Quiero ir a un sicólogo o a un siquiatra para saber si esto tiene cura o no, porque he investigado algo sobre esto y todo están implicado en abuso sexual, en violación, en ilegal, que no es ético, ni moral, independiente de que seamos hombres o no, no es normal desintegrar una familia más siendo sanguínea, también supe que el Tutankamòn era frágil físicamente por ser hijo de hermanos, también que el incesto que se llega a concretar en realidad se llama endogamia y que fue un desastre en la dinastía de  Habsburgo, donde crearon diversos hijos deformes con una fragilidad física de igual magnitud, también que hay algo llamado atracción sexual genética, cuando un pariente encuentra atractivo físicamente a otro cosa que no es normal y es un tema muy tabú pero existe entre muchas familias, supe que hay algo llamado síndrome incesto emocional que va más para los padres o madres con sus hijos, todo eso, en conjunto, es un resumen de mal presagio, nada bueno sale del incesto.

-Iré a tomar algo ahora…

-Pero…

-¡Voy y vuelvo!

Mentira fue mi grito en vano entre ese griterío en el patio, no volvería, pero a nadie le importo con el caos que había. Todo se descontrolo, no pensé que fuera tan rápido todo el caos que habría en un día como el cumpleaños de mamá, justo ahora cuando me quiero ir de Acutun. No sabía a donde iría, pero me quería ir, a un pueblo llamado cerca de aquí; ‘’Cierra bella’’ donde vivía la abuela de Valentina, que decía que era el pueblo perfecto para alegarse de las penurias, había una universidad, escuela, trabajo, si bien es cierto que es algo pequeño con dos mil quinientos tres habitantes, la nada misma, pero… si ahí hay un rincón para un enfermo como yo, donde podría haber una posibilidad de alejarme de él y evitar el daño, pues me iría a ciegas ahora mismo.

-¡¿Vale?! ¡Valentina!

Fui a la casa de segundo piso de mi mejor amiga en un vecindario amigable al decir verdad, todos lo eran, menos ella que salió verme como Julieta a Romeo, solo que a Romeo no le tiraron un lápiz para que se callara.

-Por la mierda, Tano, ¿Qué quieres?

-Nada, quedo la tremenda en mi casa.

-¿Y a mí qué? Son las dos de la mañana.

-Por favor, déjame entrar.

-Que no…

-Por favor….

-¿Valentina? ¿Qué pasa?

Esa voz angelical que siempre me rescataba de la poca empatía de mi adorable amiga.

-¡Nada malo, mamá, es el Tano, quiere entrar!

-¿Y que estas esperando, mi amor? Déjalo entrar al pobre. Hace tanto frio afuera.

-¡Gracias señora Flores, es una flor vendita usted!

Grite con tanta alegría y titiritando más de la cuenta para verme más empobrecido ante ella.

-Ya cállate y entra.

Valentina era la hermana que jamás tuve, siempre al lado mío en las travesuras, en los secretos, en los susurros entre risas en la iglesia o en la misa de la escuela católica en que estudiamos, apoyándola como más podía desde que se enteró que su mamá tenía cáncer de mama, de a poco se va recuperando, ya casi le sale cabello, pudo haberlo hecho de antes, pero desgraciadamente el padre de Valentina no fue suficientemente valiente como para enfrentar la enfermedad de su esposa y se fue dejándolas solas, fue devastador verlas tan decaídas, mi familia, como la familia del Burro estuvimos siempre presente apoyándolas en todo lo posible, a pesar de que Valentina se hace la fuerte, era tan frágil como una burbuja de cristal.

-¿Y qué le paso?

La señora Flores me recibió en bata con su gran altura y cara de cabello que poseía, que nada le hacía justicia a su amabilidad de abuela que tenía con todos.

-Nada, peleas en la casa.

-¿Peleas? Pero si ustedes se ven tan unidos.

-Es que quedo la tremenda. Mi mamá se le ocurrió invitar al ex de Cristina con la novia ahí, la mujer de Martin le pone los cuernos con el jefe y parece que mi viejo quiere enviarme al ejército militar.

Le dije sin tapujo por el simple hecho de que nos conocemos tantos años, que ocultarle las peleas de mi familia es como si quisiera vestirme de tela blanca.

-¿Y eso? ¿Usted quiere?

-No…

-Mamá, ¿Por qué no se va a costar, mejor? Hace frio y debe tener sueño, ande arriba.

Recién ahí me di cuenta que Valentina tenía la cara hasta el suelo mirándome fijamente, estaba enojada de haber despertado a su madre enferma. A veces soy tan egoísta que no mido la situación de otros hasta que lo refriegan en la cara, haciéndome sentir más miserable de que ya era.

-Oh, disculpe por despertarla, después hablamos.

-Mejor. Dale tu cama y tú duerme en el sofá cama de aquí. –Señalo la señora Flores a mi amiga, que claramente le asintió falsamente.-Que duerman bien.

Se fue suavemente hacia arriba, casi como un fantasma trotando en el aire, para luego mirar de reojo a Valentina cruzada de brazos, con su lengua contra la mejilla derecha, estaba molesta de verdad.

-Ni se te ocurra ir a mi pieza.

-No seas mala, mira que estoy mal, estoy cansado…

Quejándome fui al sofá cama, sabía que era en vano quejarme, pero me encantaba molestarla.

-¿Cansado de qué? Que mentiroso.-Confirmo sentándose a mi lado, acostados los dos mirando el techo.-Oye, -Me llamo mirándome con sus verdes ojos marinos.-¿me vas acompañar mañana al hospital?

-Claro que sí, te lo prometí, y después vamos donde el Burro.

-Ay no.

Se sento rápidamente, causando que su rojizo cabello le tapara el rostro. Yo con delicadeza puse un gran mechón atrás de su oreja viéndola de perfil, ese rostro de chica estoica que ponía cuando no quería llorar.

-¿Y ahora qué?

-No le digas a mi mamá o te mato, pero parece que quiere terminar conmigo para salir con la Pancha.

-No, pero si son novios desde hace dos años, nos conocemos desde chico ¿Por qué te cambiaría por una cabra recién en la universidad?

-Porque la cabra tiene el tiempo que yo no. Siento que lo estoy alejando con el tema de mi mamá…

-No pienses en tonteras. Si él te es infiel, es porque él quiso, ni la chica lo obligo, ni tampoco es una planta para que lo estés cuidando, así que no pienses en tonteras. Seguramente está concentrando en su segundo año de universidad…

-Pero que esta mas frio, no me habla, me trata como si fuera una conocida de por ahí, ni me abraza, ni besito me da, ni si quiera me da me gusta en las fotos que subo a mis redes, y a la otra le dice que se ve genial, le escribe a ella, en su foto, en su página, no a mí que soy su novia.

Nunca he entendido eso, si les das ‘’me gusta’’ algo, es porque le gustas, si no, es porque no le atraes, es solo un ‘’me gusta’’, no es la gran declaración de amor, creo yo.

-Ay, Vale, quizás solo está cansado. Hablen mejor…

-No, si yo sé, tonta no soy. Este me está poniendo los cuernos con su compañerita, lo sé, lo tengo entre ceja y ceja, se rie cuando habla de ella, se le ilumina los ojito cuando la ve, lo he visto cuando lo voy a buscar, ay que rabia.

-Ya, ya, ya, ¿entonces qué hacemos? ¿No vamos para su casa?

-Claro que sí,  hace tiempo que no voy y tengo la sospecha que la chica lo va a ver, porque cuando lo llamo se pone nervioso, ay si lo tengo cachado, pero ya vera, si me está poniendo los cuernos con esa, unos buenos zamarreos le voy a dar para que se le quite la tontería de burro que tiene.

-La violencia no, Vale, ¿para qué llegar a eso?

-Es que me da rabia. Yo estoy mal  con lo de mi mamá y no está a mi lado para apoyarme, estoy pésima, estoy cansada, estoy…

Y rompió en llanto en mi hombro como viene haciéndolo desde hace seis meses. Si el Nicolás, más bien conocido como el Burro, le está poniendo los cuernos, le llegara unos buenos golpes por parte mía por imbécil. Pero se, que en el fondo solo tiene una calentura con esa chica, espero.

-Oye, ¿y a ti  qué?

Ya después de unos minutos de llantos que siempre duran poco, se sonó con su polera para echar atrás su gran melena, mirándome con la misma mirada que viene dándome desde el año pasado que tome año sabático.

-¿Qué de qué?

-¿Por qué viniste? ¿Qué te paso? Porque eso de que te viniste por las peleas en tu casa no me la compro. Siempre peleas con tu papá y nunca vienes, ¿Qué pasa? Te noto raro desde el año pasado, pero con todo esto que ha pasado se me olvida preguntarte.

-¿Raro cómo?

-Raro, raro, o sea onda distraído, te emborrachas más de la cuenta, vas a fiesta casi todos los días como antes de ayer, y…

Silencio fue la pregunta que quedo en el aire y me la sabía por libro, sabía que muchos se preguntaban, y nadie se atrevía a decírmelo a la cara, no sé si era porque les incomodaba, por simple chisme, o porque sospechaban, la sola idea de eso me aterraba.

-¿Y qué?

-Como que te estas alejando de tu hermano chico. Tienes algo raro que no quieres contarme…

-Nada, no tengo nada, solo… no tengo rumbo, estoy perdido eso es todo.

Exclame tirándome hacia atrás de nuevo llevándomela conmigo entre risas.

-Que dramático, ya ven,-Me invito a levantarme forzadamente.- voy a darte unas frazadas para que duermas acá…

-Pero tu mamá me ofreció tú….

-No, no, no, no, no, no, -Su dedo índice bailoteo entre la insistencia de la negación, causándome risa al ver mi objetivo realizado, molestarla.- yo duermo en MI cama, y tu aquí, o sea ubícate, son las dos de la mañana y quieres que te de privilegios, o sea mira donde estas. Ya muévete porque yo no soy tu nana para andar trayéndote cosa, anda, rápido.

-Que simpática. La amiga del año.

-Ya, ya, ya.

Me correteo hacia arriba para buscar unas frazadas, cojines y dormí en su sofá cama que tiene en la sala el resto de la noche para que en la mañana siguiente fuéramos al hospital por lo de su mamá quien llego toda cansada a la casa tras recibir la buena noticia de que se estaba mejorando. Tras unas buenas horas donde mi mamá me llamo preguntando si llegaría y de lo cual le respondí que no, llego la vecina de al lado para ver a la señora Flores mientras nosotros solo saldríamos unos minutos a donde el Burro.

-¿Estas nerviosa? Hace rato que escucho que se te corta la respiración.

-Es que tengo una presión en el pecho. Aparte su casa está casi en los cerros, cualquiera se ahoga.

Es cierto. Es hijo de un gran abogado, de un linaje familiar de apellidos importantes, con una gran hacienda alargada, con un campo impresionante, se nota que es rico, solo que el Burro no lo demuestra por su humildad y sencillez que enamoro a Valentina.

-Tranquila, solo son los nervios.

-No, es algo más, no sé qué es, tengo un mal presentimiento…

-Ya, para con tu sexto sentido femenino…

-No te estoy bromeando. Es una angustia que tengo… no se me pasa desde que me levante.

Solo negué agotado de sus presentimientos, que lamentablemente a veces se cumplen, como aquel día cuando me caí de la escalera y me hice un tajo en la espalda dejándome una pequeña cicatriz, o cuando su madre fue al hospital luego de sentirse mal, sus presentimientos lamentablemente a veces son reales, por suerte, solo a veces. Llegamos donde la haciendo con el enorme portón, dejando a la vista la gran haciendo alargada, pasto fuerte, flores y arbustos a cada lado bien podadas por el jardinero. La nana del Burro nos recibió algo nerviosa al vernos tras la reja, miraba para un lugar en concreto cuando entramos a la agradable sala, que era un pasillo a la izquierda donde estaba la cocina, y ahí fue Valentina trotando con la Catalina que así se llamaba la nana atrás de ella. Al entrar, todo fue horrible, Valentina no dijo nada, nadie lo hizo solo porque el burro del Nicolás no se dio cuenta que estábamos ahí con tantos besos que le daba a esa tal Pancha que sonría entre ellos, y lo peor vino después.

-Te amo, Pancha.

-Y yo te amo, Nico.

Juntaron sus frentes al mismo tiempo que vi el cabello lacio de fuego ardiente de Valentina ondearse frente de mi para salir directamente hacia afuera.

-¡Te voy a sacar la cresta después!

Le grite apuntándolo, y solo ahí se dio cuenta de todo, pero ya era demasiado tarde. Seguí a Valentina que corría como loca cuesta abajo mientras oía al Burro tras de mí que paro abruptamente cuando gire a encararle y propinarle un combo que no creo que olvidara al caerse y tras unos segundos levantándose dándome la cara pálida que tenía.

-¿Eres imbécil o qué? Tienes a la media mina a tu lado, y te da por hacerle infiel.

-¿Y qué te metes? Esto es entre Valentina y yo.

-Pero Valentina es mi amiga desde los siete años, como tú, compadre, así que es como mi hermana, le haces daño a ella, me haces daño a mí, así de simple.

-Ah, que tierno, ¿Por qué no admites que le tienes ganas de hace tiempo, mejor? Quizás hace cuando que me está poniendo el gorro contigo…

Ya se volvió imbécil este.

-¿Qué mierda estás hablando? Ella te ama, y tú le eres infiel con la primera chica que te chupa el pico…

-Eh, eh, eh, -Callo mis insultos alzando las manos, como me molesta que se ponga diplomático conmigo.-de la Pancha no hables así, ella no tiene nada que ver con esto.

-Ah, ¿O sea que ella es un maniquí?

-No te metas. Déjame pasar.

-No.

Lo empuje tomándolo de su chaqueta volviéndole al frente de mí.

-Es mi casa, déjame salir.

-Que no. Deja a la Vale sola un rato. Quizás así piense en terminar contigo.

-Eso quieres, ¿cierto? Pero ya no me importa, tengo a la Pancha, ella es única, ella si me escucha, ella me quiere…

-La Valentina también…

-Si claro, por eso apenas me manda mensaje, y siempre habla de su mamá, ni me escucha mis problemas.

-Si lo hace…

-Mentira, nunca me habla, yo le escribo diciéndole que si puedo acompañarla, en que momento puedo ir a su casa, y durante todos esos meses nunca respondió y cuando nos juntábamos todo era tan… tan… frio.

-No tiene sentido.

-No me importa. Ahora ándate, apóyala a ella, total yo no soy tu amigo.

-No te ponga así. Nos conocemos desde chico…

-Pero aun así no soy lo suficientemente tu amigo como para que me apoyes, así que ándate mejor.

Todo iba mal en peor; mi familia toda discutida, Andrés sospechando de mi comportamiento, mi papá queriéndome lanzarme a la guerra, mi mejor amiga con su mamá enferma y el burro de su novio infiel, todo, todo se ha vuelto un caos, es como si… fuera un presagio de que algo muy malo pasara. No sé qué es, no veo que será, pero han ocurrido cosas malas una tras otra y no entiendo que es, es como si fueran pequeñas pistas o situaciones menos compleja a la que vendrá ahora, no sé porque me siento así, no sé porque siento que estos acontecimientos no son nada más que una gota del mal salado sediento de muerte.

Seguí a Valentina a donde sabía que iría, al bar de Bella vista en la calle de San Málaga, uno de los barrios más malos, llena de gente peligrosa donde cada rincón te vende coca como si fuera un dulce.

-Vale…

La vi agachadita tomándose su traguito que cuesta más que mi vida sobre la barra.

-No se me quita.

-¿Qué cosa?

Pregunte sentándome mientras veía que se golpeaba suavemente su pecho con una cara de angustia.

-Esta presión. Sigue la angustia, sigue el dolor, me duele, no se va…

-Ya va a pasar. Creo… necesitan un tiempo los dos…

-No, no, ya lo escuchamos. Debí verlo venir, mi mamá me dijo que no me fiara de un niño rico, son los peores dice.

-¿Tu mamá no quería al Nicolás?

-No, nunca quiso a ninguno de los que salía yo, siempre los correteaba con preguntas, hostigamiento, con mi Burro… con el Nico fue distinto porque me puse firme, yo amo tanto a mi Burro lo amo tanto, por eso no quiero que ella se entere, porque me dirá; ‘’te lo dije, te lo dije’’, -Grito agudamente alzando su mano derecha hacia arriba como si estuviera rezándole a Dios.-odio cuando se pone así…

-Él dice que enviaba muchos mensajes, preguntándote cuando podría ir a verte, que cuando se veían tu solo hablabas de tu mamá y que el ambiente era muy frio…

-Mentira,  mi mamá me hubiera dicho si me hubiese mandado un mensaje. Yo al principio le rogaba que viniera, pero ya casi a lo último me rendí.

-¿Por qué ella te tendría que decir algo?

-Porque hubo problemas de planes en su celular y esas cosas, entonces… ella recibe mis mensajes, y yo las llamadas, cosa tecnológica que no entiendo…

Esto no me estaba agradando por donde iba.

-Pero… ¿Por qué?

-No sé, dijo que los mensajes no le llegaban, que la vecina le escribía pero no le llegaban los mensajes, entonces pase un plan pero resulto que se complicó y ahora ella tiene mis mensajes.

-Pero… ¿tú los lees después?

-Ah, sí, cuando me escribes te respondo yo o cuando me escribe unas de las chicas y eso.

-Ah, ya, ya veo, y ¿nada del Burro?

-Nunca.

-¿Y porque siempre hablas de tu mamá? Podrían hablar de sus estudios…

-Mamá requiere toda mi atención.

-Pero ya está mejor…

-No, pero dice que se siente mal, entonces siempre estoy con ella. Por eso no pude ir a la fiesta de tu mamá anoche, me pidió que me quedara con ella en casa.

-¿Cómo?

-¿Por qué me interrogas tanto? Eso, que me pidió que me quedara en casa con ella.

-Ah…

-Ten, embriágate conmigo.

El barman ya le había dado su cuarto trago que me dio a mí casi botándolo.

-No…

-Anda, llevas todo el año pasado saliendo, borracheándote y ahora no quieres, ya, toma conmigo.

El primer sorbo amargo, el segundo rasposo, el tercero suavecito, el cuarto, ¿Cuál cuarto? Me perdí en el mundo de las penurias, de las desgracias, de los lamentos, de los tormentos, de los malos presagios que sentía, algo no cuadraba bien en la relación de mi amiga con su madre. Nunca vi nada raro, aunque a veces veía que cuando estaba el padre, y su madre y ella juntos, el padre sobraba, parecía un desconocido sentado al lado suyo, nunca lo incluían en nada, siempre ellos dos, salían al supermercado, al cine, a compra ropa, solas las dos, a comer, pero a simple vista solo eran madre e hijas, ahora con esta información extraña, creo sentir alguna similitud que no me daba buena espina, y entre mal presagio, y un ligero sentimiento de reconocimiento en mi piel, se crea un derrame de chico ebrio.  Ya eran las tres de la mañana, sentía mi celular vibrar, vibrar y vibrar, era mi madre seguramente y no me importaba como nunca me importo el resto del año.

-Oye, quédate en mi casa.

Ambos nos tambaleábamos al salir del taxista que fue amables en sacarnos mientras se reía de nosotros al vernos como borregos recién nacidos.

-No, no, no, no… mi mamá se preocupara…

Mis palabras tropezaban como mis dos pies izquierdos ante la pequeña reja que me llegaba a las caderas de la casa de Valentina.

-Llámala, pero… no te vayas solo, te puede pasar algo. Anda, vamos…

La pobre decía vamos cuando en realidad era yo quien la llevaba como podía.

-No…

-Quédate en mi casa….

-Que no.

Que pesada es, y no solo físicamente.

-Cayetano, no seas terco, quédate en mi casa…

-Que no…

-¿Qué pasa?

Y ahí salió la señora Flores, y sin querer bote a Valentina al suelo que se levantó como si nada para abrazar a su madre.

-Mami.

-Te he llamado muchas veces…

-Lo siento…

-Ya, ya, ven. Ven, Cayetano, llamare un taxi…

-No se preocupe…

Vi, entre el veinte por ciento de sobriedad de mi cuerpo la mirada de la señora Flores en Valentina, sus manos finas que tocan el piano de la iglesia tomando el rostro de su hija para mirarla fijamente, su frente chocando contra la de ella, si esto hubiese ocurrido estando sobrio, sin saber que la señora Flores controlaba los mensajes de su hija, lo hubiese visto normal, pero… esa mirada, esos gestos, ¿Cómo no lo vi antes? Era yo, en ella, así me veía, enfermo, asqueroso, repulsivo, y penoso al no completar el objetivo del beso.

-Yo… quiero eso…

-¿Qué cosa, Cayetano?

Pregunto cómo blanca paloma la señora Flores, nunca más la vería igual, y me daba asco, y saber que así me podían ver los demás me genera pena, pero fue más fuerte las ganas de hacer algo estúpido cuando me prometí al verla de no volver a ver Andrés, que la pena paso a cuarto plano.

-Lo quiero, lo amo, yo… lo necesito ahora.

-¡CAYETANO, QUEDATE!

El grito de Valentina fue desgarrador, suplicante, creo que esa presión en el pecho era la misma que la mía, la desgracia caía al amanecer, tranquilizando nuestros corazones que se separarían al alba.

Sabía que si me iría no lo volvería a ver. Me alma arrebatada de impulsos era un alma libre que cuando prometía cumplía al pie de la letra, solo cuando quería, y sabía que si yo no quería volver a ver a Andrés, lo haría si o si, y eso, me causo tanto dolor, de solo pensar en no volver a verlo, en saber que habrá un gran tiempo en no ver su rostro, en no escuchar su risa, en no ver cómo se va a la escuela con su uniforme y sus compañeros a la par, volviendo desordenado, cansado, y feliz por el día. Me aterraba la idea de no sentir su presencia, sería su ausencia mi delirio, sería su ausencia mi tormento, sería la ausencia el incremento de mi amor por él. No sé porque, no sé porque me enamore de mi hermano, de todos los hombres, de todos los hombres gay que he conocido en los bares, en aplicaciones de citas, que nunca llegue a concluir a una, de todos ellos, ninguno me remezo el piso como lo hacía Andrés, ninguno me cortaba el aire, ninguno me erizaba los vellos, ninguno me ocupaba el tiempo en mi mente, ninguno se instalaba en mi cerebro por horas, ninguno me embobaba al tal grado de verlo en una simple foto, ningún me generaba ternura, al ver sus ojitos brillosos regando las flores, ninguno me generaba admiración al ver su tono de voz mandando a su compañeros en sus estudios, en el campo de futbol,  ninguno me generaba alegría de ver su prospero futuro, ninguno me generaba pasión al verlo desnudo, ninguno me daba celos al verlo tan cerca de un chiquillo o chiquilla, ninguno me daba pena al verlo indefenso en su cama en la noche.

Entre sigilosamente en su habitación, posándome sobre él, creando así, el mal presagio que vino después. Lo bese sin pensarlo dos veces, embriagado de pasión desmedida, despertándolo a tambores turbulentos al pobre hermano mío, pequeño he indefenso debajo de mi cuerpo. Pensé, en un instante en huir, hasta sentir sus labios moverse al compás de los míos, mesclando así la sinfonía desenfrenada de gemidos reprimidos, fue caótico y no me importo. Los ruidos, los gemidos hundidos por temor de minutos fueron expuestos a tan brutalidad de las manos ajenas del pequeño cuerpo. Sus manos finas quitando cada prenda sin delicadeza, no había tiempo para eso, esta noche no. Los besos eran tan ardientes que atravesaron mi piel, hasta mi carne, mis venas, llegando hasta mi cerebro y borrando toda cordura, lógica, moral y ética esa noche, borre cada recuerdo de hermandad, cada vez que nos decíamos hermanos, lo borre, todo esa noche, para dar paso su pasión endurecida entre mis piernas que dejándome expuesto ante el para que me enterrara sin compasión la pasión que le cause, yo le cause esto, quizás… cree… que soy alguien ajeno, un sueño, eso sería grandioso…

-Cayetano, Cayetano, Cayetano.

Y no fue así. Mi nombre saliendo finamente de su boca en mi nuca, erizando mi piel de gallina calentándose más al paso de su penetración sin preparación. Fue lógico el dolor, fue lógico que me tensara y me sintiera incomodo al principio del acto. Pensé que no lo disfrutaría como el al parecer lo disfrutaba, me equivoque, apenas pensé en correr a un lado, el con su mano toco mi pene y empezó a entregarme sus sentimientos a través de los movimientos bruscos. No había sutileza, ni delicadeza, no había palabras románticas, no había espacio para eso, fue como si ambos supiéramos que estábamos cortos de tiempo. Si el Sol sale, la vergüenza cae, y la excitación desaparece tal cobarde es, por eso, lo bese, lo bese, lo bese, gemí para él, me entregue a él, me endurecí para él, deje que entrara en mi por él, no pensé en mí, pensé en la posibilidad de la lejanía tortuosa, y eso para mí fue suficiente para perder mi cordura, hasta la mañana siguiente despertando todo adolorido con un mancebo adormido a mi lado. El vómito vino apenas salí de su habitación. Lo viole, eso hice, ¿cierto? Lo viole, viole su pureza, lo viole, lo viole. Tengo que irme. Salí rápidamente, encontrándome con papá subiendo las escaleras sin verme salir de la habitación de pequeño hijo consentido.

-¿Y recién vienes llegando? ¿Y qué es eso en tu polera? ¿Vomito? Mas encima llegas cochino, cabro de porquería, le voy a decir a tu mamá. Esta toda preocupada, casi llama a la policía.

Dolía tanto saber que lo que iba hacer era dañino, amo tanto mi papá, a mi mamá, pero más amo a mi familia unida que destruida por lo que hice, no tenía cara para ver a Andrés, me avergonzaba, tenía miedo de su reacción, tenía miedo de que Andrés me delatara y toda la familia me diera la espalda, que fuera el bicho que tenían que aplastar, no quería morir de pena, no por ellos.

-¿Por qué  no mejor me deja tranquilo? Viejo de mierda.

Te amo, papá, perdóname.

-¿Qué dijiste?

-Viejo de mierda, aparte, jodido sordo más encima.

Enserio te amo, te respeto, te admiro, mi viejo, perdóname, tengo que hacerlo.

-¡¿Y a qué te pasa?! ¿Qué forma son esa de tratar a tu papá? A mí me respetas…

-Cállate. Eres un viejo mediocre, siempre atascado en la misma mierda. Por eso tú y la vieja no pueden aceptar que Cristina le gusta las mujeres, y que la Bárbara no quiera hijo.

-¿Pero qué te pasa?

Pasa que tengo poco tiempo de huir y tu pareces asustado por mí. No es mi intención asustarte, quiero enfadarte, enojarte conmigo, échame por esto, y no por lo otro.

-¿Qué te pasa? ¿Qué te pasa? –Lo imite burlándome de su pregunta, exagerando los movimientos que tanto me dolía hacer.-Uy, se puso delicado en anciano. Parece que ver tantas vaginas se volvió mujer.

-Oye, parece que aun sigues medio borrachito, así que mejor…

-No, no, no, no, estoy bien sobrio, solo que harto. Harto de ti, de la vieja, y ¿Qué es eso de mandarme al ejército? Estás loco.

-Ah, es eso. No pienso hacerlo, podemos ir y sacarte de ahí, no hay problema, solo quieres que estudies, eso solamente…

¿Por qué me tratas con tanta ternura justo hoy?

-Pero ahora no quiero. Nunca me has entendido, nunca te he importado.

Sé que te importo, como aquel día cuando me caí en la playa sobre el muelle a los trece años por andar corriendo, y fuiste corriendo a verme cuando antes estabas hablando por celular de un trabajo importante, sé que te importo, por eso me dolería que me vieras como un monstruo.

-Oye, me estas molestando tu actitud, anda mejor a dormir…

-¡Que no quiero!

-No me grites.

-¿Qué pasa? ¿Por qué tanto gritos?

Ay mamá, quiero un abrazo tuyo que tanto me hacen falta, pero me repudio tanto, tanto, que temo ensuciarte.

-Mi niño, estas todo suicido. Ven, te voy a dar ropa.

No me toques, estoy sucio.

-¡NO! ¡Me tienes cansado! Déjenme de tratarme como un niño, estoy harto de ustedes, estoy harto de estar encerrado en la misma casa con dos viejos mediocres que jamás surgen.

-Cariño… ¿todavía estas medio borracho…?

-Otra estúpida.

Perdón mamá.

-Ya es suficiente. Anda mejor a tu cama, parece que estas medio raro, anda dormir.

Papá siempre defendiéndola, eso quería, herirlo donde más le duele.

-Ah, ¿No me digas que consumes droga? Por favor, cariño, eso no, podemos ayudarte…

-Ay no seas dramática, vieja, siempre tan exagerada. No, no, no consumo droga, no lo hago. Solo… estoy cansado de ustedes.

-Y nosotros de ti con esa actitud rara que tienes. Anda dormir.

-No quiero.

-Anda a dormir ahora Cayetano. No te pongas tonto.

Ya se estaba enojando, eso quiero. Quiero más, quiero que me eche, solo caer bajo, bien bajo para que se complete este hecho.

-Tonto serás tu que no te das cuenta que la nuera del año te saca plata de tu billetera.

-¿De qué hablas?

-Que la mujer del Martin te saca plata, eso, papi.

-¿Y tú la viste?

-Muchas veces, y también se…-Lo que iba a decir, me iba a dolor hasta el alma, era un secreto de él, con mi hermana, y yo sin que ellos supieran, lo siento.- Que le hiciste un aborto a Cristina, tú lo hiciste.

-¿De qué habla, Gerardo?

Solo espero que mamá no se desmaye con esto.

-¿Cómo…?

 

El parecía aturdido con la noticia de que su hijo sabía un secreto de gran magnitud de delicadeza. Nunca fue mi intención decírselo a alguien más, no me correspondía, pero ahora este secreto era la única opción de salida.

-Lo sé. Los vi hablar el año pasado, en navidad, que lindo regalo de noticia para tu hijo, por cierto… a los quince, que lindo, por eso ella andaba con hemorragia en la playa ese año, ¿cierto?

-Cállate.

-¿Por qué hiciste eso a nuestra hija?

Ya todo estaba en bandeja en plata ante ellos, solo espero que no se peleen fuerte.

-Te puedo explicar Amanda, pero espera a que hable con este pendejo y hablamos.

-No, quiero hablarlo ahora. Dímelo, a nuestra hija, a mi Cristina, ¿Por qué? Sabes que no apoyo eso, que horror.

Mamá movía las manos como rezando a un Dios que no aparecía y no aparecería nunca en nuestras vidas.

-Tenía que hacerlo.

-Era una niña.

-Por eso Amanda.

-¿De quién fue?

-¿Viste lo que hiciste…?

Encogido de hombro fue mi respuesta. Asustado por lo que vendría y apurado para que me echaran antes de que Andrés despertara.

-¡¿De quién fue él bebe?!

Interrumpió gritando mamá, nunca la había escuchado gritar de esa forma, parecía loca.

-De… un amigo mío, tuvieron… relaciones en las vacaciones de invierno, en el campo.

-Ay por Dios… ¿fue el…?

No sabía de quien hablaban, no me importaba, fue cosa del pasado, total ahora Cristina estaba totalmente de Ana, teniendo una relación tan fuerte que ni esto podría separarlas, eso espero.

-Si…

-¡Era de tu edad, Gerardo!

-No me di cuenta hasta que Cristina me lo pidió.

-¿O sea que no la obligaste?

-No, ella no quería y yo menos. Era una niña y sabía que él no se haría cargo, con esposa e hijos, menos.

-¿El… la violo?

-No, no, no, lo hubiese demandado de inmediato, lo sabes. Ahora. Tú, anda abajo, y más te vale que te quedes callado cuando hablemos.

-No quiero. Me voy.

-¡¿Pero qué está pasando contigo?!

Como vi que no funcionaba la incitación a discutir para luego echarme decidí irme solo, seguir aquí sabiendo que abuse de mi hermano, que me mirara con asco. Si fuese lo suficientemente valiente le hubiese enfrentado, me hubiese entregado a la policía, pero tenía tanto miedo del rechazo que recibiría por parte de ellos, tenía miedo de quedarme solo, la angustia aprisionaba mi pecho con cada prenda que metía al bolso, saque el dinero ahorrado de la mesada que me daba mamá cada lunes, me alcanzaba solo para el taxi y llegar al estación de tren y eso que estaba cerca de donde vivo. Este pueblo es casi  pequeño que al que quiero ir, solo que allá  nadie me conoce, allá empezaría desde cero, allá… nadie sabría de mis deseos. Tengo que huir, tengo miedo.

-¿Por qué te vas? ¿A dónde? ¿Qué te pasa? Un día para otro…

No podía bajar la escalera con ella dos interponiéndose, ambos me miraban casi con lágrimas afuera, me dolía, enserio me dolía hacerles daño, pero ambos tenían que alegarse de mí.

-Solo quiero independizarme…

-Pero hablemos tranquilos…

-Tu mamá tiene razón. Tranquilízate, y hablemos, ¿A dónde vas?

-A una parte déjenme pasar.

-¿Tano?

No, no, no, no. Mi respiración no salió, la exhalación que iba a salir, se quedó cortada a mitad de mi garganta. Mis rodillas se convirtieron en gelatina, mis pies en hierro, mis manos desaparecieron, y mi visión hizo un corte circuito porque no me acuerdo haber llegado ante la enorme reja de la hacienda del Burro quien fue abrirme para agarrar mis hombros y zamarrearme.

-¡¿Qué mierda te pasa?! ¡Respóndeme! Cayetano, dime algo, ¿Por qué gritaste así? ¿Le paso algo a Valentina? ¿Qué le paso…?

Sus preguntas me despertaron, mirando fijamente su mar de ojos profundos.

-No, no, yo… necesito tu ayuda.

-¿Para qué?

-Necesito que me des algo de dinero.

-¿Qué? ¿Para qué? ¿Qué pasa?

-Yo… quiero irme a Cierra Bonita, pero no me alcanza el pasaje en el tren, ¿puedes… prestarme unos billetes más…?

-No, te voy a dejar.

-Pero se demora un día en llegar en auto…

-AG, no importa. Total, necesito alejarme de mis padres. Están insoportable desde que se enteraron que le fui infiel a Valentina, quieren que hable con ella, pero ni ella me responde…

-Anda a su casa. De nada sirve mandarle mensajes si su mamá es quien los recibe.

Confeso ya sin miedo. Estaba vacío, no me importaba el daño que dejaba al paso que daba.

-¿Qué dijiste?

-Eso, ella los recibe, no sé como pero… eso.

-Mierda. Vieja de mierda, nunca me quiso para su hija. Pero ya va a ver. Anda, vamos, en el camino me vas contando que te paso.

Asentí mintiéndole. El me preguntaba, y preguntaba, y yo me hundía en el asiento del copiloto al ver que no tenía respuestas para darle, me hundía en la miseria que me enterraría más adelante.

-¿Por qué paras?

Pregunte al darme cuenta que estábamos varados afuera de carretera cerca los árboles que amigablemente se despedían de mi con ligero viento veraniego.

-¿Cómo que porque? Vienes a mi casa, gritando mi nombre, no has parado de llorar desde que salimos del pueblo, y te pregunto y la única respuesta que tengo es que te sigues bajando del asiento, ¿me puedes explicar que te pasa?

-Estoy enfermo…

Ya nada me importaba. Podía irme a pie. Sería un buen castigo unas ampollas en mis pies.

-¿Enfermo…? ¿De qué…? ¿Qué tienes? ¿De qué te contagiaste?

-No, no puedo decirlo.

Me entro el miedo al ver lo que estaba haciendo, ¿y si me golpeaba? ¿Me delataba a mi familia? ¿Qué haría?

-Cayetano, me estas asustando con tu cara, ¿Qué te pasa? Te noto raro desde hace rato pero pensé que estabas algo triste porque todos estábamos en la onda universitaria menos tú, pero parece que no es así, ¿cierto? Cuéntame, soy tu amigo.

-¿Ahora eres mi amigo? ¿No me odias por el golpe?

-Eso debería de preguntártelo yo a ti, por lo que le hice a Valentina, pero… sigues siendo mi amigo, has estado en todas conmigo durante años. Yo te escucho.

-Si te digo, me vas echar del auto.

-¿Por qué haría eso?-El pobre se rio, anticipando cosas que no vendrían.-No te eche cuando me dijiste que eras gay y te voy echar ahora con que estas enfermo,  no seas tonto… ¿Tienes… Sida o algo así?

-No, no es una enfermedad física. Es mental.

-¿Cómo? Me estas asustando de verdad, Cayetano, anda al grano, sabes bien que no me gusta los rodeos.

-Yo… estoy enamorado de un chico.

-Ya,-Y volvió a reírse, me daba pena ver que arruinaría la pureza de mi amigo al contarle este horrible secreto.- ¿Y? sabes que eso no problema, ya te dije que no me afecta que seas gay a no ser que…

-Estoy enamorado de mi hermano Andrés.

El silencio fue prolongado de manera torturadora. Jamás me había sentido tan culpable, tan indefenso, tan sucio, tan enfermo, pero me sentí en cierto punto libre de que alguien más tuviese este secreto tan asqueroso, me alivio un poco la carga que tenía.

-Espera-Giro bruscamente su cabeza como quitándose algo sobre ella, quitándose el secreto que le acabo de confesar.-… a ver, de nuevo, ¿Quién te gusta?

-No me gusta, lo amo, y sé que no es normal, necesito ayuda, por eso me quiero ir de aquí, lejos de él, porque… no está bien.

No pude decirle lo que le hice, no pude decirle que viole a mi hermano en la noche, que quizás el piensa ahora mismo que fue una pesadilla, espero, eso espero

-No, no, es mentira, ya dime la verdad, si no me voy a enojar…

-Créelo o no, te digo la verdad. Pero ahora dime, ¿me bajo aquí?

Ya tenía mi bolso aferrado contra mi pecho, sintiendo mi corazón trizado, pero… fue como en un rinconcito de esa carne latiente estuviese levitando por los aires buscando algo, no sabía que era, algo me faltaba, tenía hueco enorme, un vacío que necesitaba llenar y no sabía que era, no supe en ese momento que mi corazón buscaba al de mi hermano, en ese momento no.

-Pero… eso es grave, o sea… es…

-Asqueroso, lo sé. Y entiendo y no me quieras en tu auto…

-Espera… déjame… oye, te digo de inmediato, si esto es una broma…

-Jamás jugaría con algo tan delicado, no seas así.

Manifesté molesto que creyera que fuera tan bajo para hacer un tipo de broma así.

-¿Qué no sea así? Me estas contando algo… horrible,-Cerré los ojos ante la crudeza de sus palabras, es distinto proviniendo de alguien más que lo diga, duele, y es más real de lo que pensé.- o sea… perdón pero… ¿por eso te estas yendo? ¿O es por algo más?

-Sí, no puedo estar en el mismo lugar que Andrés. Me estoy volviendo loco.

Susurre lo último mirándole de reojo, temiendo lo que me podría hacer.

-AG, Cayetano, que difícil…. Es tu familia, no puedes huir de tu familia, es imposible.

-Sí, puedo, me pelee con mis padres a propósito, pero no me acuerdo como salí de ahí, solo salí, y ahora quiero ir al pueblo Cierra Bonita porque ahí nadie me conoce, empezaría desde cero, lejos de todos.

-¿Y a dónde vas a vivir?

No me importaba donde, sino lo lejos donde quedaba eso.

-No sé, tenía pensado en conseguir trabajo de mesero, de lo que sea.

-¿Y te ibas ir a ese pueblo sin dónde vivir? No, tú eres el rey de los tontos. No… yo… mira… lo que me acabas de decir es algo fuerte… muy… eh….

-Asqueroso, dilo.

No quería que lo hiciera, pero a la vez lo anhelaba porque quizás así podía quitarme este mal de deseo con el rechazo que podía darme, y así tener miedo de volver a sentir lo mismo y así no volver hacerlo, era estúpido pensar así.

-Es que es fuerte, pero… si tú no has hecho nada malo, en el sentido de que no se han tocado de esa forma, -Casi me orino de miedo al recordarlo.-y solo quieres ayuda para superar esto, pues… te puedo ayudar, quédate, y ve con un siquiatra de mi familia…

-¡Entiéndeme, Nicolás!-Lo mire fijamente, no podía más, no podía seguir en este pueblo que de a poco me mataba.-No puedo estar cerca de Andrés, por favor entiéndeme. Cada día me siento más enfermo, más sucio, por favor ayúdame.

-¿Huyendo? Quizás esto sea una enfermedad que se pueda curar…

-¡LO AMO! ¡Amo a Andrés, como tu amas a Valentina, lo deseo como tu deseas a Valentina, pienso en el todo el día como tú con Valentina! ¡Entiéndelo, ESTOY ENAMORADO DE MI HERMANO, POR LA MIERDA! Por favor, ayúdame…

Ya no daba abasto de tantas lágrimas y de la angustia que me generaba al saber el caos que deje en casa. Soy un cobarde que huyo de su delito, pero sabía que mis padres lo apoyarían, y quizás… quizás él se haya olvidado o piense que fue una pesadilla, espero, rezo que sea así.

-Ya, ya entendí. Bien. Esto es fuerte, es turbio. Jamás pensé… en estar en una situación así, es algo chocante, pero… bien, si tú piensas eso, entonces-Golpeteo los dedos en el volante, eso hacia cuando pensaba y pensaba.-… espera-Tras decirme esto saco su celular, marco un número, y espero unos buenos minutos.-…. Hola, Flavio, soy yo, el Nico, tu primo, hola, ¿Cómo estás?... ¿Ah, sí? Qué bien… oye… sé que sonare algo aprovechado pero necesito tu ayuda…. Si es que pasa que tengo un amigo que quiere irse a vivir a tu pueblo y no tiene donde caerse muerto, él pensaba conseguir un trabajo y de ahí vería pero le dije que quizás le ayudaría, ¿puedes alojarlo unos meses hasta que se estabilice y se pueda vivir solo? claro, claro, él es muy responsable, cooperador, si… creo que quiere estudiar, no sé, ahí verán ustedes, pero ¿Quieres?... ah, gracias, eres el mejor, ¿te esperamos en la entrada? Es que vamos en auto…. Ya, ya… oye, he, este, mi amigo esta algo sensible porque se fue de su casa, así que si lo ves algo triste es por eso, para que no le preguntes, ¿ya? Bien, gracias, eres un grande, ya adiós. –Colgó, lo guardo, se quedó en silencio mirando al frente y comenzó andar el auto para darme unas instrucciones que no cumplí sin mirarme.-Te iras a vivir con mi primo. Te digo desde ya, guardare tu secreto, pero con la condición de que iras a un sicólogo o siquiatra, y seguirás estudiando, lo que sea y volverás a ver a tu familia, ¿me escuchaste?

-Eres el mejor.

Susurre cansado y fatigado de seguir en el auto.

-Lo sé.

Me sentí tan mal al fingir que le prometía hacerlo. Pero no lo hice. En ese momento, camino al pueblo sabía que no volvería a pisar a Acutun, no volvería a verlos, no volvería a llamar a mi familia, simplemente les mandaría una carta una semana después diciéndole lo bien que estaba, y no me buscaran, eso ya ha pasado cinco años, estamos en dos mil diecinueve, con mi novio Flavio, y con mi corazón atado a mi amado hermano. Sigo amándolo como el primer día desde que me di cuenta que lo amaba. No volví a oír de Valentina, ni por parte de Nicolás que llamaba a su primo por mí, y le rogaba a Flavio que mintiera hasta donde podía sobre donde estaba, solo le decía algunas verdades, como que trabaje en la cafetería debajo de nuestro departamento siendo garzón en las noches y en el día comencé a estudiar en la universidad con la beca que me traje del pueblo, estudie profesor de lenguaje de básica, me fue bien, pasaron los años y me encariñe con Flavio, un cariño que me dolía cuando hacíamos el amor, porque sabía que no me entregaba entero a él, no me entregaba de corazón y alma siendo estos prisioneros por mi hermano en el otro pueblo. Ni durante cinco años fui a un sicólogo, tenía miedo de que me llevaran a la policía, tenía miedo de hacerle frente a Andrés, tenía miedo de la posible trauma que le deje, tenía mucho miedo que quizás mi familia sepa y por eso no han intentado buscarme. No estoy tan lejos, en tren se demora cuarenta y cinco minutos en llegar y en auto un día entero, pero no lo hacían. A veces, me ponía en la ventana mirando abajo pensando que en unos de esos autos estacionados saldría papá a verme, o mamá con su sonrisa fina y sus ganas de abrazarme, que mis hermanas me llamarían como me llamaron esa tarde cuando me adentre al departamento de Flavio, me llamaron incesantemente, hasta que cambie de número, borre todas mis redes sociales y me aislé, pero fue ese aislamiento que me hacía añorar a mi familia, quería saber cómo estaba, como seguían, que hicieron en año nuevo, en navidad, en mis cumpleaños, que hicieron sin mí. Pero no, fue el miedo que siempre gana estas batallas de impulsos míos, pero era el miedo que seguía batallando con este sentimiento hacia mi hermano, y era el miedo seguía batallando en otro lado con el mal presagio que seguía a un costado de mi corazón, no sabía que era, pero me sentía raro, sentía que algo venia, algo que venía galopando rápidamente hacia mí, una luz, una ráfaga, mi corazón exaltado de emoción estaba, no sabía en ese momento mirando por la ventana las montañas nevadas con el amanecer asomándose, que desde un tren, un chico ya grande y maduro venía a buscarme, y a enloquecerme otra vez.

 

 

Notas finales:

Muchas gracias por leer.

Yyyyy si, ya va a estar listo el capítulo de mi Raro acosador, falta poco, poquito. Pero es que no pude evitar escribir esto cuando escuche una canción y aparte hace tiempo que quería hacer esto. Perduuun, ya va a estar listo el capítulo del otro fanfic. BYE.

PD: aquí está la canción.

https://www.youtube.com/watch?v=OvgEqfS1ERI


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).