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Oblígame por MugiKore

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Notas del capitulo:

LO SIENTO MUCHÍSIMO 

Ya avisé de lo desastre que soy y de que voy muy por rachas... Pero bueno, capítulo, bonito y guay. Me ha costado mucho inspirarme porque buscaba algo real. No falsas idealizaciones o mensajes tóxicos sobre el amor.

Me gusta la transición que ha quedado así que espero que os guste.

Proximo cap se vienen cositassssssss

Y MUCHÍSIMAS GRACIAS A TODXS :)

- ¿Qué puedo decir? ¿Qué voy a decir? No puedo contarle la verdad. Tengo que inventarme algo. –Pensaba.

-Supongo que hablas del espadachín-san. –Una voz sonó a su espalda.

-Joder Robin-chan, eres como una ninja. Ni siquiera sabía que estabas cerca. –Dijo el rubio con una sonrisa en su cara, sin embargo, se le notaba nervioso. –Espera. ¿Estaba pensando en alto?

-La morena comenzó a reírse y eso provocó que Sanji se calmase. Robin tenía ese tipo de risa que es capaz de mejorar el humor de una persona en cuestión de segundos. -Fufufufufu. Repetías lo mismo una y otra vez.

-Vaya… -Se rascó el cuello algo avergonzado.

-Creo que cometes un error, cocinero-san. –Soltó de pronto la arqueóloga, pasando de una sonrisa alegre a una cara completamente seria y sombría.

Esto hizo que un escalofrío recorriera todo el cuerpo del otro mientras comenzaba a temer por su vida. –Mierda, Robin, eres preciosa y sabes que daría mi vida por ti, pero a veces realmente das mal rollo. ¿Qué he hecho mal?

-Deberías ser sincero con Zoro. Hablarle de tu pasado…

- ¿Estás loca? El marimo no lo entendería.

-Estoy segura de que espadachín-san tampoco tuvo una infancia fácil. Nunca infravaloraría cómo te sentiste.

-Pero si le cuento que los Vinsmoke del reino de Germa fueron los culpables de joderme la vida, tanto él, como Luffy se lanzarán como idiotas a buscar un enfrentamiento. A veces me sorprende cómo la gente puede actuar usando tan poco el cerebro. –Dijo imaginando cómo sería la reacción de sus compañeros.

-Tal vez la venganza no sea la solución, pero es posible que enfrentar a tu familia pueda ayudarte.

-No son mi familia. Vosotros, Zeff y la gente del Baratie sois la única familia que he conocido. Así que, por favor, no vuelvas a llamarlos así. –Soltó de pronto serio. Al ver la sorpresa de su compañera, suavizó su mirada. –Mira, sé que quieres ayudar querida, de verdad, y no estoy molesto contigo… Jamás podría estarlo. –Sonrió. –Pero esas personas son peligrosas y nadie lo sabe mejor que yo. Necesito manteneros a salvo de todo esto y la mejor manera es seguir ocultando quien soy. Por favor.

-Está bien. Aun así, debo pedirte que reconsideres la idea de que, puedes contarnos lo que sea y no dudes ni por un solo instante de que haremos lo posible por ayudarte.

-Ojalá fuese tan valiente como cualquiera de vosotros, Robin-chan… -Dijo con tristeza.

-A veces pensamos equivocadamente que los demonios sólo existen en rostros ajenos, sin embargo, los demonios que debes vencer, están dentro de ti, Sanji. –Dijo con ternura mientras dirigía la mano a su hombro y le apretaba ligeramente. –Sólo necesitas sentirte seguro. Y tal vez algo de tiempo… -Añadió esto último en un susurro.

- No sé si he entendido bien lo último que has dicho. –La morena encogió los hombros y le dedicó una sonrisa inocente.

Apenas unos segundos después, Sanji volvía a ser el mismo de siempre y sus ojos se habían transformado en corazones, mientras sacaba una rosa que Robin juraría que no había visto antes y se la colocaba entre los labios. –Ahora Robin-chan, déjame recompensarte por tan sabias palabras, oh my dear. –Dijo mientras le entregaba la rosa.

-Fufufufu, eres muy amable. –Respondió su compañera. –Creo que iré a dar una vuelta y a leer un rato. Ha sido agradable nuestra conversación. –Se despidió con una idea en mente.

Ajeno a esto, el otro sólo suspiró y volvió a centrar sus pensamientos en esa alga parlante que ahora rondaba su cabeza tan a menudo.

 

El sol comenzaba a ocultarse lentamente y en su lugar, un festival de luces rosas y azules comenzaba a florecer y se extendían por la isla tiñendo, en primer lugar, las montañas, después, el bosque y toda la flora que allí vivía y finalmente, las casas y las calles del pueblo.

Zoro observaba esta escena mientras bebía una jarra de sake sentado en las escaleras de la taberna. Llevaba ahí desde su charla con Sanji y sabía que el anochecer estaba al caer y que eso sólo significaba que su conversación con el rubio por fin tendría lugar. Estaba nervioso.

Notaba como sus manos sudaban como cuando estaba a punto de enfrentar a un enemigo. No es que pensase que el cocinero era un enemigo, pero sabía que esa conversación era peligrosa y que podía salir realmente mal y dañarles a ambos por el camino.

Acabó su bebida y tras devolver la jarra se puso rumbo al hostal. Quería darse una ducha y despejarse un poco. No tardó en darse cuenta de que no estaba sólo.

-Hola Zoro, ¿Qué haces? –Preguntó inocente el capitán de los Mugiwara.

-Luffy, no me molestes ahora. Necesito darme una ducha. –Respondió seco.

El moreno hinchó los mofletes a modo de molestia. –Eres un aburrido. –Dijo algo triste.

-Lo siento… Es que… Luffy, ¿Puedo preguntarte algo?

- ¿Enserio? ¿A mí? ¡PUES CLARO! –Gritó emocionado el pequeño.

-¡¡Shhhh!! ¿No puedes hablar más bajo? –El espadachín se frotó los ojos con agotamiento. –Es sobre Sanji. Hoy voy a hablar con él. ¿Crees que debería preguntarle sobre lo que oculta?

-Así que Sanji y tú volvéis a ser amigos ¡¡Es genial!! Me habían dicho que anoche os peleasteis y que Luxyo os encontró. –Dijo con verdadero alivio.

El peliverde sólo pudo sonreír ante la ternura de lo que el moreno pensaba. –El mundo necesita más personas como tú. –Dijo dejando ver una pequeña sonrisa.

- ¡Gracias! –Respondió sonriendo sin entender el doble sentido. –¿Sabes? Creo que si hay alguien con quien Sanji puede sentirse cómodo para mostrarse vulnerable, ese eres tú, Zoro. –De nuevo ahí estaba. Esa faceta que Luffy sólo mostraba en las batallas y en ocasiones contadas. Tan maduro, tan empático, parecía que sabía realmente lo que pasaba entre ellos dos.

-Oí… Yo quiero contarte algo… El cejas de sushi… Yo… A mí… Creo que…

-Creo que ahora ya no te entiendo. –Dijo riendo el capitán.

-Olvídalo. –El espadachín se sentía avergonzado.

Luffy siguió hablando entre risas. –Shishishishi no sé qué está pasando, pero ¿Sabes? Acabo de pensar que Sanji y tú haríais una pareja increíble. –Gritó de pronto emocionado.

Zoro se atragantó de pronto y empezó a toser. - ¿Qué mierda dices? ¿Por qué gritas? –Se fue calmando. –Además, ¿Por qué dices eso?

-Simplemente lo he pensado de repente. Sois dos de las personas más fuertes y de las mejores que conozco. Sería genial que te gustase Sanji y que él sintiese lo mismo. Seríais una pareja imparable y seríais parte de mi tripulación.

–Luffy hablaba sin parar fantaseando y Zoro volvió a sonreír. No es que desease que la historia que su compañero estaba inventando se hiciese real. Aún ni siquiera habían hablado ni sabía si el cocinero y él podrían convivir con una dinámica diferente a las discusiones día y noche.

Él sabía que desde hacía mucho veía a Sanji con otros ojos. Sabía que quería conocer más de él, darse la oportunidad de actuar con él no solo en peleas, ver, aprender e incluso valorar y ¿Quién sabe? Sin embargo, tenía claro que necesitaba recibir lo mismo por parte del contrario.

-Te parece una tontería lo que estoy diciendo, ¿verdad?

-La voz de Luffy sacó a Zoro de sus pensamientos. –¿Qué? ¿A qué viene eso ahora?

-Llevas rato en silencio, así que he supuesto que como siempre dices que no diga gilipolleces, has pensado que era una tontería esto. –El capitán hablaba sin tristeza, simplemente sabía que a veces su forma de ser y la de Zoro no eran compatibles en algunos aspectos. Sabía que Zoro le valoraba y que estaba dispuesto a morir por él sin dudarlo y para él, con eso valía.

- ¿Sabes, Luffy? Es una buena historia. ¿Quién sabe qué puede pasar? –Dijo mientras le despeinaba apretándole el sombrero de la cabeza. –Voy a darme una ducha. Gracias por la charla.

-De nada. –Dijo el pequeño mientras se despedía de forma efusiva con la mano. –Y suerte en tu conversación shishishi.

 

Al otro lado del pueblo, un lago que se había creado del mar, cortaba el bosque en dos dejando a su vez, espacio para que el sol entrase en parte del frondoso bosque iluminando un claro perfecto para disfrutar de un día de sol.

Y eso es precisamente lo que Sanji y Nami habían decidido hacer. Tras la charla con el espadachín, después con Robin y la conversación que le tocaba tener esta noche, necesitaba desconectar un poco de la realidad y qué mejor plan que irse con su querida Nami a disfrutar de una tarde de sol en un sitio tan lleno de belleza como ese.

-Muchas gracias Nami-swan. Está siendo una tarde maravillosa. –Dijo con corazones en los ojos.

-Sanji ¿Tú eres gay? –Dijo de pronto con el descaro que caracterizaba a la Navegante.

Por su parte el cocinero se movió con tal rapidez al oír esa pregunta que se cayó de la tumbona en la que estaba tumbado.

- ¿Estas bien? –Gritó la peli naranja preocupada.

-Joder, Nami, qué directa eres. ¿A qué mierda viene esa pregunta?

-No sé, es curiosidad. A veces me sorprende tu forma de actuar. Eres un mujeriego o al menos eso vendes y no paras de ser un baboso, pero después eres la persona que con más respeto trata al resto que conozco. Pero desde hace tiempo te veo y juraría que sientes algo por el bruto de Zoro. Así que, simplemente me ha entrado curiosidad.

-El rubio sintió como los colores subían a sus mejillas. No era consciente de haber disimulado tan mal con el peliverde. Se tomó unos segundos antes de responder. –Supongo que no soy gay. Y supongo que tampoco soy hetero.

-Nami se sorprendió ante la respuesta tan simple y sincera de su compañero. Sonrió y le abrazó.

-Sanji esta vez no pasó a llenarla de piropos con corazones en los ojos. Tampoco sangró por la nariz ni exageró el momento. Simplemente cerro los ojos y devolvió el abrazo a su compañera disfrutando del momento.

- ¿Vas a ignorar lo de Zoro? –Dijo de pronto Nami cambiando su sonrisa llena de ternura a una macabra.

-Mierda, me estás asustando, joder… -Respiró pensando qué responder. –Necesito aclarar lo que siento. Esta noche voy a hablar con él.

- ¿Esta noche? ¡Mierda, está anocheciendo! Vámonos ya, no quiero que llegues tarde.

-Ambos recogieron las cosas y se pusieron rumbo al pueblo. Las luces rosas y azules que habían inundado el pueblo dando una apariencia mágica, comenzaban a desaparecer y unas sombras negras avanzaban en su lugar. La luna iluminaba aún sin mucha fuerza y hacía cada vez más visible un cielo negro cubierto de estrellas. Aquella sería una noche preciosa.

 

Cuando abrió la puerta de la habitación se dio cuenta de que no estaba sólo.

- ¿Hola? ¿Marimo? –Preguntó mientras tiraba las llaves a la mesilla junto a su cama.

Al no recibir respuesta, pensó que su compañero simplemente habría olvidado las llaves. Llevaba la ropa con la que había ido a tomar el sol así que empezó a cambiarse. Se quitó la camiseta y se masajeó el hombro izquierdo. Lo notaba algo cargado. Tal vez fuese del estrés que estaba viviendo últimamente. Después fue bajando lentamente el bañador que llevaba.

Se había dado un baño y aunque ya hacía casi una hora de ello, aún estaba algo húmedo. Cuando el bañador tocó el suelo, la puerta del baño se abrió de golpe dejando ver a un Zoro recién salido de la ducha, únicamente, con una toalla en el pelo.

- ¿QUÉ MIERDA HACES AQUÍ? –Gritó Sanji dándose la vuelta rápidamente.

-Zoro que ni siquiera había hecho amago de taparse, desvió su mirada hacia el culo de Sanji y rápidamente volvió a los ojos de éste. –Joder, mierda. Lo siento. No quería hacerte sentir incómodo.

-Antes de que pudiese seguir el rubio le interrumpió. –No. Y-yo tam-también… Qui-quiero decir… Yo tampoco he… H-he podido evitarlo. –Dijo mirando a Zoro a los ojos.

El peliverde comprendió a lo que se refería al verse totalmente desnudo y ver cómo el rubio intentaba disimular el tono rojo de su cara.

-Quiero hacer las cosas bien. –Dijo el rubio. –Voy a entrar en la ducha. Nos vemos en una hora en el bar.

-No, espera. –Interrumpió el espadachín. –Yo también quiero hacer las cosas bien. No quiero tener barra libre de alcohol. Sé que a veces si bebo mucho alcohol actúo de forma estúpida.

-No creo que el alcohol te haga hacer nada. Creo que a veces eres estúpido de verdad. –Dijo Sanji serio. Al decirlo se dio cuenta de lo duro que había sonado así que quiso rectificar, pero no pudo.

-Creo que tienes razón. No quiero ser estúpido, así que había pensado en ir al bosque, al claro del lago. Robin me ha contado que has estado antes con Nami, pero creo que es un lugar tranquilo y lo suficientemente apartado para que no nos molesten. –Al decir esto, un recuerdo inevitable saltó como un flashback de apenas unos segundos. Suspiró. –No quiero estar en un sitio con todo el alcohol posible. Voy a llevar sake. Una botella para los dos. No me apetece más.

-No te reconozco marimo. –Respondió el rubio sonriendo. –Aunque lo que más me sorprende es que hayas conseguido llegar desde el bar a la posada y que no te hayas perdido.

-Yo no me pierdo imbécil, eres tú el que siempre acaba encontrándose conmigo y perdiéndose–Zoro entró al trapo.

- ¿Pero qué mierda dices, alga parlante? ¡¡Si siempre tengo que ir a buscarte!!

-Cállate estúpido cejas rizadas. –Sentenció Zoro sonriendo.

Sanji entró al baño y cerró la puerta. No tenía ni idea de por donde les llevaría esa conversación, pero ahora se sentía con fuerzas para poder tenerla de una vez. El reloj marcaba las 9.15. Tenía una hora para pensar qué quería decir.


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