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Oblígame por MugiKore

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Notas del capitulo:

Aquí estamos de nuevoooooo

Espero que disfrutéis del capi jj

Me encantaría saber vuestras opiniones sobre la historia (:

GRACIAS POR LEER. Ojalá disfrutéis tanto de esta historia como yo disfruto de escribirla

 Antes de poder salir de aquella casa, Luxyo le regaló una sonrisa con algunos huecos donde habría jurado que antes había dientes. –Entonces, hasta mañana Zoro. Tengo muchas ganas del plan. –Dijo sin ocultar su ilusión.

-El mencionado se tocó la nuca nervioso. –Eh, claro. –Dijo bajito. –Pienso dormir todo el rato. –Farfulló entre dientes.

-SI NO HACES OTRA COSA, ALGA. –Gritó Sanji mientras le golpeaba en la cabeza una vez la puerta se hubo cerrado.

- ¿QUÉ MIERDA HACES, CEJAS DE SUSHI? –El otro se levantó y acercó su frente a la del contrario.

-Tsk. –Se separó un poco. –No deberíamos gritar en medio de la calle. –Dijo mientras caminaba al hostal.

- ¿A qué hora nos iremos mañana? –Quiso saber curioso cambiando totalmente el tono anterior.

-Entrada la madrugada. Cargaremos el Shark Submerge III aprovechando la noche y después, podremos salir sin peligro de ser descubiertos. Será rápido y silencioso. –Respondió sonriente.

El espadachín se sorprendió al ver al otro tan calmado y no pudo evitar sonreír un poco también. Disfrutaron del silencio mientras llegaban a su habitación.

- ¿Por qué me miras así? –Preguntó finalmente el rubio.

- ¿Así cómo?

-No sé, con esa cara de estúpido. –Dijo con una sonrisa de superioridad.

-Es la cara que tengo. –Respondió el otro simple. –No creo que pueda dormir. Creo que iré al bar. –La verdad es que una parte de él quería quedarse con su nakama en aquella habitación, irse a la cama y poder disfrutar de una buena noche de sexo. Ni siquiera le importaba aquello. Podría pasar horas simplemente escuchándole. Sin embargo, sentía que su cabeza estallaría en cualquier momento. Había sido demasiado para un solo día y necesitaba descansar su mente.

- ¿De veras piensas irte a beber? Eres un alcohólico, marimo. –Sintió un poco de desilusión, pero al mismo tiempo se alivió. Agradecía la soledad después de todo lo que había vivido aquel largo día.

- ¿Vas a echarme de menos? –Dibujó una leve sonrisa.

-Vete a la mierda, cabeza musgo. Sólo me preocupa que te pierdas y tener que salir a buscarte en plena madrugada. –Respondió acercándose hasta estar a escasos centímetros de él.

-Bastardo… -Murmuró el mayor.

Una mano se coló por su camisa haciendo que un escalofrío recorriese todo el cuerpo del espadachín. –Tienes suerte de que esté cansado… Aún no he olvidado que tu culo y yo tenemos algo pendiente. –Dijo esto último deslizando las manos por su cuerpo hasta que las puso sobre sus glúteos y apretó ligeramente.

-Tsk. –Un gruñido. –Cejillas… -Le agarró la cintura con fuerza. –Vas a acabar conmigo.

-Un leve sonrojo apareció en la cara de Sanji. –Oí, alga… Yo… Sobre lo que me dijiste antes…

- ¿Hm? –No tenía ni idea de a qué se refería.

-Joder, olvídalo. –Se notaba que su cara ardía.

Algo en su cabeza hizo clic al ver a su compañero tan rojo y tímido. –Ah. –Sonrió comprendiendo por fin. –Te refieres a mi declaración.

-Ajá…

-Mira, ero-cook no te lo dije porque quisiera una respuesta, ni siquiera lo pensé, sólo salió. Así que no hace falta que le des más vuel…

-T-te quiero ¿Vale? Mierda, estoy enamorado de ti hasta las trancas... –Dijo por fin mientras miraba al suelo fijamente.

Zoro amplió su sonrisa, aunque el otro no lo veía. Se acercó a su compañero y le cogió la barbilla obligando a mirarle. Le dio un largo beso y se separó sin dejar de sonreír.

-Ahora sí que tengo una razón para ir al bar. Hay que celebrar. –Dijo volviendo a besar al rubio.

-Maldito… -Susurró el cocinero al separarse del beso mientras oía como el peliverde soltaba una carcajada. Le lanzó un cojín a la cara haciendo que perdiera el equilibrio y entonces, la risa de ambos hombres, llenó la habitación.

El mayor salió del lugar y se dirigió a la taberna. No recordaba haber estado más feliz en años.

 

Después de la quinta jarra de sake, perdió la cuenta de cuánto tiempo pasó en el bar. También de cuánto sake había bebido, aunque una parte de él prefería no saber la respuesta. “Creo que el estúpido cocinero tiene razón y tengo un problema con el alcohol…” Pensó mientras intentaba ponerse en pie haciendo uso de toda su fuerza para no perder el equilibrio mientras se dirigía a la puerta. “Sanji…” Una sonrisa se dibujó sin que fuera consciente por el mero hecho de recordar a su nakama. Sabía que, al día siguiente, las cosas volverían a ponerse tensas. Por un lado, aquella llamada… No tenía ni idea de qué noticias tendría la morena, así que sólo podía confiar en ella como lo hacía el rubio. Por otro lado, en poco más de 24 horas emprenderían el viaje a… No. No quería ni pensarlo. Sintió como un escalofrío se extendía por todo su cuerpo acabando en su mano que dirigió sin darse cuenta a aquella katana que ejercía esa extraña fuerza sobre él.

-No. –Dijo mientras detenía la mano. –Tengo que mantenerte bajo control, maldito. – Susurró entrecortadamente.

-Silencio. Realmente parecía un loco hablando sólo en medio de la calle. Incluso agradeció estar tan ebrio. Su mano tembló ligeramente.

-Lo siento. Siento tu necesidad de sangre… -Pronunció con algo de dificultad. –Dios… Tan delicioso… -Gruñó ligeramente. Paró en seco y lanzó con desagrado el arma al suelo, alejándola unos metros. Entonces, una sombra se elevó mostrando una silueta con ojos rojos. “¿Esta es tu verdadera forma?” Pensó Zoro mientras tragaba saliva preparado para enfrentar aquel demonio.

-He hecho una promesa y esta vez, pienso cumplirla. –Sentenció mientras el recuerdo de Kuina se clavaba en él con dolor.

El demonio apenas se inmutó. Simplemente se quedó quieto observando. Parecía tratar de entender qué pasaba sin éxito. Él nunca había negado sus deseos de atacar a otros enemigos.

Zoro se acercó con cautela y agradeció que fuese de madrugada ya que a esas horas no había nadie por los alrededores. El alcohol de su cuerpo empezaba a llenar sus pensamientos e inhaló con fuerza el olor que inundaba toda la calle, sintiendo cómo ese conocido aroma férrico inundaba sus fosas nasales. Por un instante pudo imaginarse asesinando sin pestañear al padre de Sanji, a sus hermanos… Cortaba sus miembros sin ningún resentimiento y sentía cómo la sangre salpicaba su cara –No… -Dijo mientras volvía a alejarse de aquella figura. –De-deja de hacer eso, JODER CABRÓN. –Gritó.

Tras unos segundos en los que nadie dijo nada, el espadachín pareció haber recuperado algo del control y volvió a dar un paso hacia delante mirando fijamente a aquel demonio. –No me hagas elegir entre el cocinero y tú porque… -Esa espada guardaba una parte de él. Desde que la encontró supo que el demonio que en ella habitaba le había elegido y que ahora estaban unidos. Ese ser representaba toda la ira y rabia del peliverde, pero también su anhelo y esfuerzo por ser el mejor espadachín del mundo. Formaba parte de él, pero… No dudaría en enfrentarlo si era necesario. –Si lo haces, tendré que matarte. –Susurró finalmente.

La figura oscura pareció sorprenderse unos instantes, aunque no se inmutó. Después, un gran grito hizo que Zoro se tapase los oídos y la silueta de pronto se deshizo llenando el lugar de una niebla negra que rodeó al mayor haciendo que abriera los ojos de par en par al sentir cómo finalmente atravesaba su pecho. Calló de rodillas mirando a su alrededor. Ya no había rastro del alma demoniaca. Dirigió su mirada con rapidez a su pecho, algo asustado, pero no encontró nada extraño. –Supongo que esa es tu forma de decir que, al menos por ahora, estás conmigo, tsk. Maldito… -Se puso de pie con dificultad y recogió la katana que había lanzado minutos atrás al suelo. Antes de que pusiera rumbo al hostal, lo pensó mejor y volvió a entrar al bar a por una última jarra de sake. Después de todo, estaba celebrando.

 

- ¡Comhidaghj! –Gritó mientras entraba a la habitación horas después del incidente con aquel alma con la que tanto sentía una especie de vínculo. No había querido ni pensar en lo que podría haber pasado en una pelea.

- ¿QUÉ COJONES? –Dijo levantándose asustado haciendo un gran esfuerzo para que sus ojos pudieran enfocar qué estaba pasando. Se encontró con el peliverde tambaleándose. –¡¡Eres un gilipollas!! ¿A quién se le ocurre entrar así? ¿Ahora te has convertido en Luffy cabeza de alga podrida? –Una patada le lanzó al suelo sin dificultad. –Mírate. –Cambió el tono a uno más calmado. -Estás borracho de nuevo. –Dijo finalmente, mientras le ayudaba a llegar a la cama.

El espadachín se quitó las katanas dejándolas con sumo cuidado teniendo en cuenta su estado y se sentó sintiendo la comodidad del colchón.

-Estuvegh  celebe-brando. –Se quejó mientras intentaba acercarse a su compañero, sin embargo, perdió el equilibrio y cayó al suelo, cogiendo al rubio de la muñeca y haciéndolo caer encima de él.

No sabía si el rojo de sus mejillas era debido al alcohol ingerido o a la posición en la que se encontraban. Una pequeña risilla escapó de la boca de Zoro. - ¿Te parece gracioso, musgo de mierda?

-Cumpliremos la promesa. –Susurró en el oído contrario sin soltar la muñeca del menor y sin dejar de mirarle.

Sanji abrió los ojos de golpe. ¿Qué quería decir eso? Su voz sonaba algo… Extraña. Entonces un leve destello le hizo centrar su vista en las katanas del peliverde que minutos antes había colocado unos metros atrás. Más concretamente a esa katana.

-¡¡¡¿Has hablado con ese demonio?!!! –Preguntó de pronto entrando un poco en pánico. Sin moverse de encima del espadachín, se acercó para inspeccionarle en busca de alguna herida, pero no encontró nada. De pronto, un pensamiento fugaz le atravesó el pecho dando lugar a una sensación de ansiedad que iba en aumento. ¿Clumpiremos? ¿Significaba que Zoro había convencido al demonio para cumplir la promesa?

-El estado ebrio del espadachín pareció bajar de golpe al ver la cara de su nakama. –Oí cejas rizadas. Deja de ponerte histérico. –A pesar de ser tan rudo, aquellas palabras ablandaron un poco el rostro rubio.

-No me hables así, imbécil. Dime qué ha pasado. -Quiso exigir, pero su voz no sonó tan dura como le habría gustado.

-Eso estoy intentando desde hace un rato, mierda, estúpido dardo andante ¿Dejas hablar a las personas alguna vez?

-Bastardo, desgraciado, payaso… -Apretó sus dientes mientras dirigía su mirada al lado contrario a donde se encontraba el cocinero.

-Le dije que no tenía ninguna oportunidad si me hacía elegir entre tú o él. –Soltó sin darle mayor importancia. –Eso sabe que hablo enserio. Me… -Se paró. Estaba nervioso ante la posible reacción. -Me entiende y… –Sanji lo miró preocupado, pero comprensivo. Ahí estaba… La maldita generosidad del cocinero. –Bueno, yo le entiendo a él. De alguna manera, estamos conectados.

-Respiró hondo antes de responder.

- ¿Ha sido él quien me ha hablado? Te juro que he escuchado tu voz de forma extraña mientras me decías eso y luego la katana me ha… Joder, estoy perdiendo la cabeza. Me ha hecho saber que estaba de alguna manera con nosotros. –Miró al otro serio dándose cuenta de que seguían en el suelo. –Se levantó y se sentó encendiéndose un cigarro. Hacía mucho que no fumaba. O tal vez sólo se volvía cada vez más adicto y los minutos sin nicotina parecían horas.

Zoro le imitó, sentándose en la cama contraria a la que ocupaba su compañero de habitación. Se tomó un instante para pensar su respuesta –Es posible. –Simple, como siempre.

- ¿ESA ES TU RESPUESTA IDIOTA DESCEREBRADO?

-Cállate, eres muy ruidoso. Yo sé que esas palabras han salido de mi boca, pero es posible que él haya querido hablar contigo también. Ya te lo he dicho. Estamos conectados de alguna manera.

- ¿Y qué cojones se supone que quiere de mí? –Dijo amenazante.

-Creo que empieza a entender lo que significas para mí. Eso… Cuando “Eso” vino conmigo fue difícil controlar mis deseos. Sobre todo en los momentos donde Luffy me impedía atacar, defenderme o vengarme.

-Sanji se sorprendió de nuevo.

-Pero pronto, “Eso” vio al cabeza hueca que tenemos por capitán en acción y comprendió lo que significaba para mí. Es su ambición, él me ayudará a cumplir mi sueño. –Aquel tono no dejaba ningún atisbo de dudas. Hablaba totalmente enserio. Luffy significaba mucho para él.

-"Eso"... Sigue siendo peligroso, ¿Verdad? –Preguntó sabiendo la respuesta.

-El peliverde asintió.

-Está bien, pues espero seas capaz de respetarme como a Luffy, maldito demonio. –Dijo Sanji mirando fijamente el arma para después taparse la boca con fuerza. –Mierda. ¿Esa cosa puede oírme?

-Cállate y deja de parecer histérico. –Respondió riendo. Se tumbó en la cama y antes de darse cuenta, los efectos del alcohol parecieron volver ahora que su cuerpo se había calmado y no tardó mucho en dormirse.

-Sanji se acercó a su lado y dejó escapar una leve sonrisa. Después de todo, ¿Realmente lo había hecho? ¿Se había declarado a su nakama? El miedo le azotó de pronto como una serie de olas que se te abalanzan encima sin darte tiempo para reaccionar y respirar. Sin embargo, por algún motivo, dirigió una mirada rápida a las katanas que Zoro había dejado anteriormente y aquel sentimiento desapareció para dar lugar a la calma. Aquel ser… “Eso” como Zoro lo llamaba, estaba de su lado. Bueno, al menos parecía que no iba a ser una molestia por el momento. Se levantó con cuidado y se sentó frente a las armas, dirigiendo su mirada a una de ellas en concreto.

-Necesito que cuides de él si algo sale mal. De todos, en realidad. No planeo enfrentar a mi familia, pero si eso llegase a suceder, te necesito de su lado. No en su contra. –Dijo esto mientras movía su mano de forma instintiva hacia la katana, pero sin llegar a tocarla.

Mantuvo la mirada seria esperando alguna reacción o algún movimiento que le hiciese sentir que “Eso” le escuchaba. Finalmente, después de unos segundos sin que nada se moviese, decidió dormir también.

Por primera vez en mucho tiempo, aquella noche, no tuvo pesadillas.


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