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Oblígame por MugiKore

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Notas del capitulo:

Holi, pasaba por aquí

Se mantenían fundidos en un abrazo que ninguno parecía querer romper, sin embargo, Zoro se separó un poco y dedicó una mirada cómplice a su nakama.

-Que repitas eso no va a ser fácil ¿Verdad?

-El sonido de la risa de Sanji no se hizo esperar. –Pues claro que no, cabeza césped. Si quieres que te lo repita, tendrás que ganártelo.

-Así que mi declaración no ha sido suficiente… -Dijo bajito fingiendo molestia. Tiró del brazo del rubio llevándole hasta la cama. –Yo también te quiero. –Soltó de pronto sorprendiendo al otro. –Te quiero. –Repitió. –Joder, he estado tanto tiempo callándome… No pienso dejar que lo olvides ni un solo día. ¿Me entiendes, cejillas? Te quiero. –Susurró mientras se lanzaba por fin a devorar sus labios.

Cuando se separaron de aquel necesitado beso, los ojos del menor mostraban lágrimas contenidas. Antes de que el peliverde le preguntase, habló.

-A pesar de lo que nos espera… Soy inmensamente feliz en este momento. –Dijo dejando caer parte de esa agua salada que tanto llevaba conteniendo.

Convirtiendo su sonrisa en otra más seductora volvió a buscar la boca de su nakama que le recibió con gusto. No tardó en sentarse sobre las piernas del mayor mientras besaba, succionaba y mordisqueaba aquel moreno cuello. Un leve gruñido le indicó que su compañero disfrutaba de lo que hacía. Apenas unos segundos después, sin perder su posición, se deshizo de su propia parte de arriba e hizo lo mismo con el contrario. Intensificó sus besos y el movimiento de sus manos que parecían querer descubrir cada rincón del cuerpo que tenía delante. Zoro se lanzó hacia su nakama, sin querer aguantar más las ganas tumbándole sobre la cama y poniéndose encima mientras le besaba de nuevo.

-Aún me debes algo… -Susurró el rubio entre besos.

La sonrisa que se dibujó en la cara del espadachín le provocó un escalofrío. Su cara mostraba… ¿Deseo? Jamás habría pensado algo así. Sus manos comenzaron a acariciar el torso desnudo que tenía delante. Estaba perfectamente trabajado, aunque, después de todas las horas que dedicaba a entrenar, no esperaba menos. Una de sus manos pellizco sin mucho cuidado uno de los pezones que se mostraban ante él. Al recibir un excitado gruñido como respuesta, dirigió su boca para continuar con la tarea que había empezado.

Por su parte, Zoro realmente se sentía excitado con la idea de sentir a Sanji en su interior. Jamás lo diría en voz alta, pero desde que el rubio le hizo esa declaración, deseaba con todas sus fuerzas que ese día llegara. Había tanto que descubrir aún el uno del otro… Y lo mejor es que ahora tenían por delante un viaje en submarino donde estarían realmente cerca y que duraría varias horas. Sus ojos brillaban imaginándose las posibilidades. Notó un mordisco por parte del cocinero en uno de sus pezones y sin poder controlarse, soltó un leve gemido. Miró al otro intentando que le leyese la mente y no tener que poner palabras a lo que buscaba. Aunque se esforzaba para que su compañero no lo notase, sus mejillas ardían mostrando algo de vergüenza.

- ¿Estás seguro? –Quiso saber el rubio. Su semblante parecía serio y calmado, sin embargo, por dentro, deseaba con todas sus fuerzas que la respuesta fuese afirmativa.

Sin ni siquiera contestar, aún tumbado sobre su cuerpo y sin dejar de besarle de forma necesitada, dirigió una de sus manos hasta el bulto que llevaba tiempo ardiendo contra la tela del pantalón del menor y con gran agilidad lo liberó y comenzó a masajearlo.

-Ah hm. –Sanji se sentía en el mismísimo cielo. Las manos de Zoro se envolvían en su hombría con fuerza y sus caricias le estaban volviendo loco.

Se valió de sus piernas para deshacerse por completo del pantalón y la ropa interior y dirigió sus ágiles manos al cuerpo del peliverde para hacer lo mismo. Una vez eliminó todos sus obstáculos, apretó su cadera de forma que la mano del mayor que le estaba masturbando, rozaba una y otra vez su propia erección sacándole algunos jadeos.

-¿Q-qué pretendes, pervertido? –Dijo con algo de dificultad el espadachín sin abandonar esa sonrisa tan deseosa. –Estoy seguro de que te encanta verme así. –Susurró algo avergonzado.

Sanji tragó con dificultad al escuchar aquello. Mierda, pillado.

-Es agradable ver algo más allá del rudo marimo. –Besó con calma a su compañero mientras se levantaba y guiaba al peliverde, poniéndole boca abajo en la cama con el trasero algo levantado. Acercó su cara lentamente a aquella parte del contrario que tanto deseaba en ese momento. No lo pensó dos veces antes de lamer con ganas su entrada para comenzar la preparación.

-¿Vas a hacerme sufrir? –Preguntó el espadachín, sabiendo la respuesta, tras unos segundos donde sólo quería sentir más de su nakama.

-¿Sufrir? Marimo eres un ignorante. Te estoy haciendo el amor. –Dijo sin poder aguantar la risa que vino después.

-Tsk… ¡Ah! –Un dedo sustituyó la húmeda lengua. -Joder, podrías haber avisado. –Cerró los ojos para acostumbrarse a esa nueva invasión. Seguía necesitando más.

-Lo siento. –Se paró un par de segundos. - ¿Quieres que…?

-Exacto. Que me avises, pero ni se te ocurra parar. –Sus miradas se juntaron.

Sanji lo entendió y comenzó a moverse. No tardó mucho en subir el ritmo y hablar de nuevo. –Va el segundo. –Besó la zona antes de añadir el dedo.

-Joder cejillas, ojalá no fueses tan respetuoso. Quiero que entres. –Ordenó.

La escena le resultó sumamente graciosa al más pálido que empezó a reírse al instante.

-No creo estés en la mejor posición para ordenar nada.

-Maldito… -Fue interrumpido.

-Creo que necesitas que meta un tercer dedo. –Tras decir esto, introdujo otro dedo y siguió con su labor de dilatar al mayor.

Los movimientos que hacía con los dígitos volvían loco al otro que sólo podía mover sus caderas buscando la mayor fricción posible. Jamás dudó de las habilidades del rubio con las manos, sin embargo aquello era mejor que cualquier fantasía pasada. No podía admitir en voz alta cuánto deseaba sentir dentro al contrario. –Hm, Sanji…

-Al verle supo que ya no podía seguir haciendo sufrir a Zoro. Él mismo estaba tan necesitado y ver así al otro no hacía más que aumentar su deseo, así que sin pensarlo más se inclinó hacia abajo casi tumbándose sobre su compañero y se acercó a su entrada.

-Voy a entrar. Joder, marimo estúpido, me pone tanto que digas mi nombre. –No tardó en introducirse casi sin problemas en su interior. El cabeza de musgo estaba realmente excitado. A pesar de que sabía que no era su primera vez con un hombre, había entrado en él casi por completo sin problemas. Era tan húmedo y estrecho a la vez… Se estaba volviendo loco.

No tardó en moverse cada vez con más necesidad y rapidez. Las embestidas eran fuertes y llenaban el lugar con su sonido tan característico. Los dos hombres se dejaron llevar sin necesidad de callar sus gemidos o tapar sus caras y gestos.

-S-Sanji… Ah, joder, no se te ocurra parar. –La mano del cocinero se dirigió al descuidado falo que aún permanecía algo erecto y comenzó a darle las atenciones que merecía. –¡AH! Ero-cook, yo… -Dijo entre jadeos al sentir como las embestidas tocaban un punto que le hacía estremecer.

-Yo también estoy cerca. –Gruñó el rubio mientras salía casi por completo del cuerpo que tenía delante para después, introducirse de forma brusca, haciéndoles gemir a ambos.

-Eres un pervertido de verdad, Joder, ah. –Añadió mordiéndose el labio mirando a su nakama.

- ¿Acaso te has visto, marimo? –Se acercó a su oído y susurró. –Jamás te he visto tan sumiso. Y lo peor, es que lo estás disfrutando… Lo noto. –Sonrió con superioridad mientras entraba de improviso haciendo que su cadera y los glúteos del otro chocasen.

-¡AHH! ¿E-es que tú no sabes callarte, cejas de sushi? Ah, joder, estoy en mi límite joder. –Comenzó a moverse intentando llevar el ritmo de las penetraciones, pero pronto, fue interrumpido por Sanji.

-Estaré encantado de darte lo que quieres. –Giró el cuerpo del mayor haciendo que quedaran de frente. Sonrió de forma seductora y algo desesperada al espadachín. Unos segundos después continuó con las embestidas mientras masturbaba el miembro del otro.

-Di mi nombre, por favor… -Joder, malditas súplicas mientras estaban en la cama, estaban empezando a ser una costumbre.

-Sa-Sanji… Hm. –Gruñó

-Zoro… Joder, voy a correrme. –Intentó salir del interior de su nakama.

-No… -Se sonrojo un poco al hacer esta petición. Aunque realmente no había dicho nada.

Sanji lo miró abriendo un poco los ojos, pero finalmente se agachó para besarle mientras daba una estocada final que hacía que se corriese dentro del cuerpo que tenía delante a su total merced.

Por su parte, Zoro terminó en la mano del rubio, manchando a su vez su cuerpo y el del contrario. Cuando sintió que la intrusión a la que ya se había acostumbrado desaparecía, gruñó quejándose, sin embargo, no tardó a sentir el peso del cuerpo del menor junto a él en la cama.

-Deberíamos darnos una ducha ¿No crees? –Preguntó Sanji despreocupado. –Luego debemos darnos prisa para llevar todo al Shark Submerge.

-Sí… -Sonrió y cogió la mano del cocinero que se había levantado en dirección al baño, acercándole a él y haciendo que sus labios volviesen a juntarse. –No quiero ir. No quiero ir a ningún sitio donde no te sientas bien. –Pensó sin atreverse a decir esto último. Se perdió un instante en ese pensamiento, pero rápidamente se sacudió buscando espantar esas ideas y siguió al menor a la ducha.

 

 

-Ichiji, ¡Basta! –Gritó Reiju mientras el peli rojo que tenía delante le dedicaba una mirada asesina.

- ¿Por qué no me lo dijiste?

-Ni tú ni Niji estabais. Pregunté a Yonji y dijo que le parecía bien.

-Tsk… Ese idiota. Os he dicho que no traigáis a nadie aquí mientras padre siga enfermo. ¿Y si nos atacan? ¿O a él?

-Padre apenas ha salido de su habitación desde hace días, pero sabe de la llegada de los forasteros. –Explicó la mujer con calma.

-Además, no nos van a atacar. Esos idiotas están demasiado preocupados por su capitán. –Añadió una tercera voz uniéndose a la conversación que habían iniciado dos de los hermanos Vinsmoke.

-Tú… -Escupió rabioso mientras miraba al peliverde que acababa de aparecer en su despacho, donde su hermana le estaba poniendo al día de las novedades durante su ausencia.

-Espera, espera… -Dio unos pasos hacia atrás incapaz de disimular lo intimidado que se encontraba. Sin embargo, tomó aire y se armó de valor para enfrentar al otro. –Ese chico es de goma. ¿Escuchas lo que te digo? De goma. Maldita sea, las balas le rebotan. Nuestros médicos están investigando sus capacidades y tal vez podamos ser aún más fuertes…

-Un bostezo fue esta vez el responsable de interrumpir de nuevo la conversación.

-Niji… -Yonji intentó continuar, pero fue imposible.

-Estoy aburrido de todo esto. Y también de vosotros. –Dijo simple el peliazul mientras bostezaba nuevamente y se acomodaba en una de las sillas del lugar.

 - ¿Por qué demonios si lo que te interesa es investigar con ese sujeto de goma, está siendo atendido de urgencia por todo nuestro personal médico? –Preguntó Ichiji con superioridad. Sabía que su hermano no podría responder eso.

-Bueno… Es que…

-Yo fui quien lo encontré. Y quien quiso ayudarle. –Añadió de pronto la peli rosa con determinación.

-Maldita idiota. Eso sólo es una muestra de debilidad. –Anunció Ichiji. Niji y Yonji asintieron.

-El hombre que está siendo curado ahora mismo no es débil y yo tampoco. No me obligues a demostrártelo, hermanito. –No estaba segura de lo que acababa de decir, pero su voz no mostró ni un atisbo de duda.

-Serás… -Gruñó acercándose con rapidez.

-Creo que este asunto de padre nos tiene a todos un poco nerviosos. –Esta vez fue Niji el que habló poniendo una mano en el hombro de su hermano intentando calmar los humos. –Además, el idiota de Yonji tiene razón. Tal vez pueda servirnos de algo, al fin y al cabo.

-Y no sólo él. Su tripulación está llena de gente de lo más peculiar. Estoy seguro de que nos darán muchas ideas para llevarlas a cabo en el laboratorio.

- ¿Cuántos son? –Quiso saber el peli rojo algo más calmado.

-Ahora mismo hay seis personas, más su capitán. –Dijo con rapidez el peliverde.

- ¿Ahora mismo? –Alzó una ceja.

-Faltan dos. Están en camino. –Se apresuró Reiju. Su corazón dio un vuelco tras esas palabras.

El otro soltó un gran suspiro. –Mierda, como sea. En cuanto ese chico de goma esté curado, quiero a esa maldita panda de malnacidos fuera de este reino. No me molestéis a no ser que no sea necesario. –Sonó realmente amenazante, pero esa fue su intención.

Reiju siguió al resto de sus hermanos fuera del despacho en el que se encontraban reunidos y se dirigió a su habitación. Una vez allí se dejó caer en la cama mientras suspiraba de forma pesada. Su cabeza no paraba de dar vueltas al mismo tema una y otra vez. Estúpido Ichiji. Seguía siendo tan cabezota y arrogante como cuando era un niño… Suspiró de nuevo.

 

“¿Qué harás cuando descubras quien es uno de esos dos integrantes que faltan por llegar?


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