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Amor Milenario por Heartshaoi

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Notas del fanfic:

¡Hola!

 

Los personajes no son mios. Son del magnifico Yoshihiro Togashi.

Este fanfic ha sido creado sin fines de lucro, de fans para fans.

 

Este fanfic contiene incesto, así que CUIDADO

Si esto no es tu agrado por favor ¡No leer!

¡Las advertencias están dadas!

 

Por lo contrario si te gusta, no olvides dejar tu comentario, será muy bien recibido.

Este fanfic ha sido escrito con mucho cariño para los amantes del GingxGon.

Agradezco a KattyKatty2 por los animos de subir un fanfic de este tipo.

Muchas gracias.

Notas del capitulo:

+18 

 

 

¡A leer!

Capítulo 1: El demonio enamorado

Miles de años transcurridos, soy la soledad, soy el pecado que inmortal mora en cada corazón”

Escuchaba la risa de otros seres vivos, miles de años habían pasado desde que tenia curiosidad por otro ser pensante – aparte de querer comérselos – Estaba viendo a lo lejos a un grupo de humanos caminar por sus territorios. Él era la calamidad más peligrosa en aquel momento, una bestia que poseía nen, era el demonio protector de la zona inexplorada y más virgen del planeta. Su cuerpo era físicamente como el de un humano, pero su piel era más escamosa, poseía garras en sus extremidades, y una piel pálida grisácea, ojos rojos y un cabello largo, tan largo como las cuerdas enraizadas de los arboles de cientos de años.

Su melena se arrastraba al levitar por encima de los matorrales, ocultaba su nen cada cientos de años para que otros seres vivos se acercaran a sus dominios y poder comerlos, pero en esa ocasión después de más de cien años había vuelto a ver a los odios humanos pisar sus territorios. Estaba dispuesto a matarlos, pero sabía que antes de eso cualquier otro guardián lo haría. Pero los días habían pasado y podía sentir con su increíble poder aún a esos seres vivos esparcirse más y más.

No recordaba la última vez que había salido de sus aposentos, el manantial que lo protegía se abría a su paso, podía ver su reflejo en la cristalina agua, todos los seres vivos cerca habían escapado, las aves se retiraban en cualquier dirección, el miedo, el terror de sentir cerca al demonio era una alarma para salvar sus vidas.

Así que llegando hacia donde estaban los humanos, pudo ver a un pequeño grupo de exploradores, solo cuatro individuos que parecían no desfallecer, buscaban y dibujaban todo lo que pudiesen, estaba a punto de matarlos, pero vio como uno comenzaba a vomitar sangre, pensó que estaba bien dejarlos morir, aquel sagrado lugar no era más que el cementerio de cualquier humano.

Hasta que vio a uno de esos hombres acercarse a su compañero, había liberado su nen, y por un momento contempló el aura más calma posible, el nen del humano se fusionaba como agua con el de su compañero, y le dio curiosidad ver el potencial de ese ser humano, intrigado observaba como curaban al moribundo  y el otro parecía no tener ningún mal, pero se preguntaba si estaba bien, el daño que tenia el hombre no había sido retirado con un simple nen, habían muchas condiciones en esa acción, aquel daño lo estaba teniendo el salvador.

Le asombró la técnica, en sus miles de años no se le hubiera ocurrido que podía manipular el nen para recibir el dolor ajeno. Alguien como él jamás haría algo como eso, claro. Como el demonio que era no quiso ver más y decidió matarlos.

Había soltado su aura y todos comenzaron a buscar en todas las direcciones de donde provendría ese poder, solo se limitó a levitar cerca y su nen materializado se había fusionado con el aire, cada uno empezó a caer, pero había dejado para el ultimo a aquel hombre que había dado un poco de su vida por su camarada.

El era totalmente malo, pensaba en encapullarlo y comérselo, quizá tendría un buen sabor, pensó. Pero más disfrutaba verlo totalmente asustado con esa expresión de ver la muerte tan cerca. El demonio más que nadie conocía lo que era morir y renacer, tener miedo e inculcarlo, él era el terror, él era la maldad, él era el pecado hecho bestia, que pagaba sus días de condena en un cuerpo limitado, gobernando el vacío, en una soledad milenaria.

-          Humano, ¿Qué es lo que buscas?

 

El otro se sostenía la cabeza adolorido, sus ojos empezaron a sangrarle.

 — ¿No aguantas la sincronización mental? … Deberías volver a tu hogar pequeña hormiga…

— Eres tú quien debería regresar al hueco de donde salió.—

El hombre se había acercado y con sus puños cargados de nen empezó a golpearlo, pero al hacerlo su piel comenzó a quemarle.

El demonio lo observaba impresionado, era la primera vez que alguien no le temía, hasta la más pequeña muestra de vida se alejaba de él, todo a su alrededor moría, solo el manantial se mantenía a flote y ese era su único lugar favorito. Pero ese humano no huía, sabía que no tenía oportunidad contra él y aun así…

 

—¡Mátame si puedes! – había gritado mientras sus puños se cargaban de una poderosa aura.

 El demonio solo se molestó más y empezó a envolverlo con su cabello para arrastrarlo hacia su terreno.

Le hacia falta un poco de compañía, el joven humano debía saber delicioso si poseía tan hermosa aura, sabia que seria un desperdicio matarlo sin probar bocado, así que con afán lo había dejado colgando con una soga de nen, lo había desmayado con un shock eléctrico, le parecían tan frágiles los humanos, le era una burla que deseasen invadir sus terrenos, para él solo eran seres inferiores que debían permanecer aislados de la verdad fuera de su tierra.

Así que intentó descansar, recordaba otra millonésima vez como había sido condenado a una vida de soledad, en un cuerpo limitado, lejos de su reinado demoniaco, único en su clase, deseaba que al siguiente despertar ya hayan pasado otros mil años para contarlo como un grano de arena en su inmenso mar del tiempo.

“Soy el demonio, soy la bestia, soy la calamidad”

Tenia un poder infinito, pero era inútil sin poder ejercerlo ante nadie, el absolutismo lo mataba en cada centenar de estrellas. Recordaba su vida pasada antes de la existencia de civilizaciones, antes de tener un cuerpo físico, era la conciencia del ser más macabro del mundo entero, era la lujuria de los dioses, la avaricia de las entidades, primero había tenido que existir él antes de que se conociese el pecado. Estuvo al principio de toda creación y ahora solo estaba reinando el vacío de una tierra desolada, encarcelado en el cuerpo de una bestia…

Estando sumido en sus pensamientos, había notado que el humano despertaba – Ya es hora de comer – se dijo.

Y antes de poder devorarlo escuchó como este murmuraba lentamente.

—   Espera… P-Por favor dime ¿Qué e-eres?

El demonio había alzado al cansado cuerpo, quemado, sangrante del humano, lo revolvía en el aire con su materializado nen, como un muñeco de trapo lo volvía a sacudir como un juego previo antes de la cena.

—   ¿Qué soy? … Soy un demonio, el único demonio en esta tierra.

Lo dejó de mover al ver que le había roto un par de huesos – Entonces… M-Moriré en manos de tan asombroso ser, es un – el humano tosía sangre intentado formular palabras – Es un honor.

Un alago desde hace miles de años, el demonio lo volvió a envolver con su largo cabello, esta vez suavemente, atrayéndolo hacia su lado, pensando.

—¿No me tienes miedo acaso? ¿No tienes miedo de morir? -por fin usaba su boca para articular, dejando de lado su comunicación mental. Tal vez también era un honor ser escuchado.

El humano casi muriendo solo sonrió.

—  Hay peores cosas que la muerte, por ejemplo, vivir cientos de años solo…

El demonio lo observaba con detenimiento, un tanto sorprendido ¿Era evidente su soledad como para que un humano le tenga lastima?

—   ¿Cómo te llaman?

—Soy Ging… Ging Freecss

La calamidad memorizaba en cada una de sus células el olor del humano, su sangre desparramándose a sus pies, el cabello negro tan corto, y unos ojos castaños que no paraban de mirarle.

—  ¿Deseas vivir más?

Ging ya no podía emitir respuesta, se había desmayado de la perdida de sangre que había tenido, el demonio lo miraba asombrado de que siga respirando y una idea que jamás pudiera antes haber tenido se cruzó por su mente.

Se desgarró la piel, de sus venas fluía sangre negra, la había empezado a esparcir por el cuerpo del humano, le había abierto la boca para hacerlo beber, tenia el poder de curar físicamente así, su nen no podía realizar actos de bondad, pero su sangre tenía la propiedad única de sanar. Exquisito por donde probase, Ging había recuperado la conciencia al toque de tan milagroso elixir, aun con los ojos cerrados solo podía pedir más, como si bebiese de alguna droga, se había reincorporado solo un poco y al notarlo supo que su mismo agresor lo había salvado, la oscura sangre lo cubría, sus heridas se sanaban rápidamente…

—   Increíble… - había murmurado.

El demonio lo miraba curioso, y a la vez sorprendido de sus propios actos, nunca salvaba una vida, solo sabia destruir y aquella era su primera vez teniendo ¿Piedad? Veia el rostro del humano regenerarse, y su nen estaba fluyendo como una catarata, empezó a admirarse de tan calma en aquel casi moribundo cuerpo.

Ging en cambio contemplaba a la bestia cerca suyo, lleno de poder, el sabor de la sangre que probaba sabia como un manjar, tal vez cambiase de sabor al contacto de su lengua, pero inevitablemente estaba deseoso de conocer más de aquella mágica criatura, la piel pálida que tenia enfrente suyo era como si estuviese muerta, el cabello inmenso que lo rodeaba era sedoso y brillante…

— ¿Por qué me dejas vivir?

Los ojos rojos que lo miraban, se habían perdido en la nada.

— Acompáñame un tiempo y luego muere para mi. Te he salvado, me debes la vida.

 

Ging torció el rostro, había salido de los cabellos negros que lo apresaban, no pensaba quedarse en el continente oscuro tanto tiempo, quizá para esa bestia un tiempo significaría toda su vida, para el otro, un simple pestañeo.

 

—  No puedo quedarme, muchas personas me esperan.

—   No fue una petición – contestó a la vez que se lo llevaba con su nen materializado, Ging sintió como grandes cadenas irrompibles lo envolvían otra vez para ser jalado hacia donde la bestia se dirigía, no lo iba a dejar ir, no podía escapar.

—   ¡Pensé que querías comerme ¡ - gritó cuando el otro había hecho caso omiso a sus palabras

—  Si sigues hablando te comeré.

 

Por un momento el humano se detuvo, el aura del demonio era terrorífica, sudó frio al ver que la amenaza era real. No debía jugar con la paciencia de un demonio como aquel, ni de chiste volvería a abrir la boca hasta que se le ordenase.

 

“Ya era su rehen…”

 

 

 

 

Pasó solo un poco de tiempo, cuando por primera vez el demonio le dio permiso para hablar, unas semanas bastaron para preguntarle por qué los animales se acercaban a él, o por qué no intentaba marcharse.

—  Pues me matarás, ya lo sé – había sido su respuesta.

Aún así, debía temerle, pero le contestaba como un ordinario humano, le agradaba aquello, no era un humano común, era todo lo contrario a él, como bestia todos huían, como humano todos se le acercaban, ningún animal iba hacia sus brazos, pero en el humano Ging toda criatura se posaba en sus manos.

Le sorprendió darse cuenta por primera vez al tocar a un conejo salvaje, se veía tan manso en las manos ajenas que cuando el lo rozó había sido atacado en modo de defensa, la misma naturaleza lo detestaba, así que lo mató. A lo cual Ging lo miraba asustado, pensó que quizá debia dejar de matar todo lo que tocase.

—  Está bien – le dijo – Esta bien si destruyes todo, es tu naturaleza – el humano otra vez le tenia compasión, él no necesitaba esas palabras, se conocía perfectamente, pero aun así disfrutaba escucharlo.

—   ¿Por qué los animales te siguen? – a pesar de tener miles de años, habia desconocimiento de su parte, no era un ser de luz, los actos de amor y benevolencia estaban fuera de su raciocinio.

—   Creo que soy un buen cazador despues de todo.

—     ¿Cazador?

—   Sí – contestó mientras un ave se paraba en su hombro para ser acariciada – En mi mundo soy un Cazador, con habilidades diferentes, cada uno es diferente, si tan solo no matases a todos los que llegan aquí podrías verlo.

— Los humanos no son tan interesantes, un ser inferior como tú no puede entenderlo.

—    Entender que tu eres un ser perfecto, eso me basta para mantenerme con vida a tu lado.

 

¿Qué querría decirle? Reconocía su lugar bajo la gran amenaza, solo podía admirarse de tan majestuosa bestia que lo miraba con sus grandes ojos rojos…

 

Pasaron unos meses, el demonio empezó a conocer más de aquel humano que le había llamado la atención, ver que tenia cualidades que él nunca podría desarrollar era todo lo que hacia valer que lo mantuviese vivo. Deseaba conocer más, un poco más, ahora el preso era él, pero del conocimiento que solo un humano como Ging podría darle. Lo que más le gustaba era su aura, tan calma, podía apaciguar la suya, habia llenado de vida los alrededores de su manantial, donde las flores marchitas decoraban, ahora yacían nuevos arbustos llenos de diversas especies de insectos.

Aquel hombre había llegado para animar su vida, el paso de los días ya no eran tan largos, ya no deseaba amanecer cada mil años esperando su muerte. Ahora amanecía para poder ver a Ging sembrar en su lecho las mas lindas flores que existiesen, para después entrenar, acción que nunca dejaba de hacer en el alba.

Se habían vuelto compañeros, de poco a poco, pero Ging sabia que no debia mencionar el hecho de querer marcharse, no podía permanecer en aquel lugar más. La compañía que tenia era esplendida, también aprendia con aquel demonio milenario pero, no pertenecia ahí ¡Debía escapar! ¡Pero cómo hacerlo sin morir en el intento!

— Nunca me has dicho tu nombre – le dijo una tarde cuando estaba siendo observado bañándose en el manantial.

El demonio lo miró confundido, por un momento se sintió más vacío que hace cientos de años, más confundido que nunca… ¿Cómo se llamaba? No lo sabía y no podía encontrar respuesta ante la interrogante.

—  No tengo nombre – sentenció.

—   ¿Ah? Como es posible eso.

-          Yo no tuve una madre como ustedes los humanos, yo no nací de un cuerpo físico, yo nací de la evolución, me cree sin nadie, así que nadie podría darme un nombre.

-          ¿Entonces como debería dirigirme a ti?

 

El demonio se levantó, nunca andaba de pie, la postura rígida de los humanos era una bajeza, pero deseaba estar frente a frente con aquel humano.

-          Quizá un día pueda responder aquella pregunta. Lo elegirás por mí, entiendo que los nombres son una adquisición que otro ser vivo te da.

-          Seria un honor bautizarte con un nombre – sonrió.

Ging notó que el demonio le devolvió la sonrisa, por un momento el aura que el otro emanaba había dejado de ser tan hostil, empezó más bien a recorrer a su alrededor como un viento cálido, admirado solo pudo contemplarlo antes de pensar que esa era su oportunidad, la oportunidad para huir…

 

No supo por qué el aura tan maligna del demonio había cambiado, pero sabia que si no lo aprovechaba podría pasar el resto de su vida preso, y no quería morir en aquel lugar solo ¡Era demasiado joven! Así que aprovechó que el otro había bajado la guardia una noche de luna llena, había usado nen para dejar su esencia a la vista del otro, y había escapado mientras el demonio se hundía en el lago para limpiar su cuerpo.

 

Había corrido tan rápido como su cuerpo le permitiese, había montado a una bestia que de inmediato podía avanzar kilómetros en unos minutos, solo tenia pocos minutos antes de que el otro notase su ausencia. Tenia temor, estaba seguro que si no funcionaba su plan, moriría, sudaba frio de tan solo volver a sentir esa macabra aura encima suyo, hasta que pasando los minutos sintió como un En infernal lo perseguía. Estaba apunto de ser localizado, pidió al cielo por un milagro, quizá aquella suplica había sido escuchada ya que una bestia voladora pasaba, así que concentrando su nen en sus pies había saltado todo lo que pudiese para montarse y domarla.

Por fin estaba lejos de aquel demonio, los meses que habían compartido habían sido de mucho enriquecimiento para él, aprendió lo que nunca antes pudiera haber hecho con su pequeño grupo, gracias a que el otro no permitía que más monstruos se acercasen, pues se mantuvo a salvo.

Ahora el peligro de llegar a la costa era menor. Así que saltando del ave había llegado a la orilla del mar, la mar lucia tan inmenso, parecía querer tragarse la tierra bajo sus pies. Así que dejando una nota en la arena había subido a su antigua nave para regresar a tierra.

Otros meses más encerrados, viajando y escribiendo sobre lo que había vivido como un cuento lleno de magia ¡Nadie le creería! ¡Sobreviviente de una calamidad! Era imposible que le creyesen sin regresar sin pruebas, pero no le importaba, un día volvería y quizá pueda derrotarlo en esa esperada ocasión.

La nota decía:

 

“Maravillosos meses a tu lado, espero encontrarte en otra vida, hasta siempre”

 

 

El demonio había comenzado a perseguirlo, 10 minutos fueron suficientes para perderlo de vista, había bajado la guardia pensando, quizá que aquel humano no se marcharía ¡Qué tonto era imaginar aquello! Era una bestia, nadie querría permanecer a su lado, estaba furioso, y por un momento experimentó un gran dolor en su cuerpo entero – tristeza – era lo que le recorría cuando avanzaba, se había acostumbrado a su imagen, a su compañía, le gustaba observarlo, no quería que se marchase, sus emociones nubladas y poco controladas habían desatado un aura peligrosa otra vez – Lo quiero para mi… - dijo al notar que llegaba a la costa, el mar lo saludaba otra vez ¿Cuándo fue la ultima vez que había visto el basto océano frente a sus ojos? El humano que había apresado ya no estaba ahí. Unas lagrimas cristalinas caían por sus ojos, nunca usaba sus piernas para correr, pero lo hizo, nunca había usado su boca para dirigirse a otro ser, pero lo hizo, nunca había derramado lágrimas, pero… ¿Por qué?

Se miró en el reflejo del agua, la luna le indicaba que la marea estaría alta, tal vez Ging no estaría demasiado lejos de él, quizá moriría. Ya lo había perdido, lo estaba aceptando, pero vio la inmensa nota que yacía en el suelo. Podía leerlo, conocía la escritura humana.

“¿En otra vida…?”

Sus lagrimas cesaron, no todo estaba perdido, así que se sentó y concentró todo su nen en un solo punto en su cuerpo, cerró los ojos, aquel humano había bebido de su sangre, estaba conectado a él, así que podía verlo aunque no lo tuviese cerca, solo tenia que cumplir con una condición, se había quedado vulnerable totalmente para usar esa técnica, cualquier bestia podría matarlo en ese instante, pero prefería eso a no volver a ver a aquel tan misterioso humano.

¿El motivo?

Estaba enamorado, un amor que nunca podría imaginar tener brotaba de lo más profundo de sus entrañas, lastimándolo, el era la oscuridad, pero el otro con su pequeña luz lo había purificado, quizá solo estaba encaprichado, pero con miles de años sabia que la obsesión humana no era algo que el pudiera desarrollar, pero el amor, aunque fuese tan complicado si existía en él, ya no más encarcelado había salido para hacer más agonizante su condena.

Nunca antes la soledad se había sentido tan dura, no extrañaba la compañía, por primera vez supo lo que era sonreír y al mismo instante se le había arrebatado aquel regalo. Si fuese a quedar solo otros mil años hubiera deseado no conocer a ese humano, uno no puede extrañar lo que nunca ha tenido, pero ya había probado de su compañía, y la quería para siempre.

Solo un momento más, Ging es para él, solo para él.

 

¿Qué estaría dispuesto a hacer para permanecer a su lado la vida entera?

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Gingon me tiene mal qjsnsnaja

 

Lo que se genera de una noche de vinito y maraton de HxH...

 

 

-Heart


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