Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Mi apellido es Kaiba. por Artemisa El Britannia

[Reviews - 50]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Lamento la tardanza olvide con que rumbo iba este fanfic y no sabía que escribir, pero ya estoy de vuelta. 

 

Espero que disfruten de leerlo como yo al escribirlo. 

Capítulo único.

 

Ya había pasado tres semanas desde que Mokuba me había declarado sus sentimientos, Seto se había convertido en mi socio y Ganzaburo se la pasaba sobre mí diariamente para poder tener el hijo que le abriría la posibilidad de deshacerse de mis hijastros, la verdad me sentía cansado física y psicológicamente con todo lo que estaba viviendo día a día, Seto me mandaba mensajes a cada segundo diciéndome que me vigilaba y que sabía sobre todos los movimientos que hacía, Mokuba se había vuelto una sobra acosadora que buscaba cada segundo disponible de mi tiempo para que lo pasáramos juntos y mi marido todas las noches estaba teniendo sexo conmigo para así aumentar la posibilidad de tener un hijo.

Sin contar mi trabajo en la empresa y mi nueva asociación que ayuda a las mujeres y hombres que sufrían de violencia intrafamiliar, la verdad mi papá se había sorprendido cuando le hable de mi proyecto, pero igualmente me apoyó en algunos puntos jurídicos para poder abrirla y así empezar a ayudar a muchas personas, por lo cual básicamente había aparecido en los diarios de todo el mundo y me habían puesto cómo: “Impresionante hombre de negocios, no sólo se casa con el hombre más rico del mundo, sino también empieza nueva fundación altruista. Al parecer al fin llegó alguien que puede ablandar el corazón del rey del hielo”. Ganzaburo no le había prestado atención a esa clase de noticias, pero si parecía molesto por que le hubiera guardado ese secreto, claro que lo olvidó por completo después de haberme perforado por horas en mi habitación.

Estaba en mi escritorio trabajando cuando mi celular sonó y al momento de leer el mensaje rodé los ojos “Cuando estás tan concentrado te ves muy sexy”, Seto había empezado a mandar mensajes más comprometedores los últimos días y se había vuelto una molestia, ya que en varias ocasiones los mandaba justo cuando estaba con Ganzaburo y era difícil ocultar el teléfono de él y sus celos e inseguridades, hasta parecía que lo hacía apropósito, pero cuando leía que me observaba y mi esposo estaba cerca aprovechaba para manosearlo, besarlo o cogérmelo, para que se le quitara lo fisgón, cosa que aún no había pasado.

Le contesté el mensaje “Deja de molestarme Seto, me meterás en problemas” y volteé a ver la única cámara de seguridad que había en mi oficina y le saque la lengua en modo infantil y volví a mi trabajo en la computadora, pero me sentía inseguro en mi lugar de trabajo, sentía que todo lo que tocaba empezaba a ser vigilado, por lo cual había tenido que poner muchos sistemas de seguridad en mi laptop, la ventaja de tener una maestría en protección de información y desarrollo de software de seguridad era que podía mantener mis planes totalmente encriptados y había detectado en varias ocasiones como habían tratado de entrar, pero mi seguridad siempre lograba vencer, aunque se estaba volviendo estresante que me acosaran de esa manera.

 

-       Ojalá pudiera tener un hijo lo más pronto posible – pensé en voz alta por primera vez en mucho tiempo y entonces escuche como una voz se reía cerca de mí, asustado volteé a ver quién era el dueño de esa risa y encontré a mi esposo recargado en la puerta, vestía totalmente de negro con corbata roja y con una gabardina blanca que le hacía un contraste increíble, si no supiera lo bastardo que era me podría enamorar de él.

-       Así que estamos ansiosos por crear una familia – me sonrojé al pensar que pude haber estado hablando en voz alta durante más tiempo del que me convenía y que me había delatado yo sólo, pero al ver su sonrisa supe que no había dicho nada malo.

-       No te oí entrar, que milagro que vengas a visitarme – mi oficina estaba demasiado lejos de la Ganzaburo, fácilmente podías hacer 10 minutos de camino entre ambos, lo cual para mí era increíblemente conveniente, tenía una excelente excusa para no estar junto a él tan seguido.

-       Viene a ver a mi amadísimo suegro y de paso ir a comer algo, has estado mucho tiempo en la oficina y no haz comido nada – volteé a ver el reloj y me di cuenta de que era demasiado tarde y Tristán no había aparecido para avisarme, se me hizo demasiado extraño, así que preocupado tomé el teléfono y empecé a tratar de localizarlo - ¿Pasa algo malo? – mi esposo noto mi comportamiento y se acercó para averiguar que me había distraído de su atención.

-       Tristán es el que se encarga de recordarme que soy humano y que debo de comer, pero no lo he visto desde hace tiempo, así que estoy inquieto – mi esposo puso su cara de celoso posesivo al momento de escuchar mi respuesta y entonces detuvo mis manos y volteo mi rostro para que lo viera únicamente a él.

-       ¿Acaso te importa más ese sirviente que yo?, te acabo de invitar a comer y lo último que espero es que me digas que estas preocupado por otro hombre – me tomo toda la fuerza de voluntad no contestarle como se debía, ya que Tristán era mi mano derecha y el único ser vivo en el que confiaba, además de que había sido un pilar muy importante para que yo sobreviviera a los maltratos de mi esposo y al acoso de mis hijastros.

-       Lo siento, tienes razón sólo dame un segundo en lo que cierro todo y nos vamos – fingí que cerraba todo y Ganzaburo sonrió satisfecho por mi respuesta así que se encaminó a la puerta para podernos ir rápido, pero en lo que se alejaba cambiaba algunos de mis sistemas de seguridad de mi computadora y corría un programa de búsqueda que se enlazaba con mi teléfono, para que me avisara donde estaba mi fiel asistente.

Cuando terminé cerré mi laptop y empecé a caminar a lado de mi esposo con una sonrisa tranquila, claro que por dentro me carcomía la curiosidad de saber dónde estaba mi amigo, después de todo no había mentido en cuento a la importancia de mi guarda espaldas, siempre me recordaba que debía de comer, dormir, descansar, hacer ejercicio y se había vuelto mi caja de secretos, era la única razón por la que aún había evitado la demencia por las duras pruebas que me había puesto este matrimonio.

Al llegar al elevador mi celular sonó indicando que la búsqueda había concluido, pero sabía que si lo revisaba en ese momento mi esposo exigiría que le enseñara que es lo que veía, eso podía ser peligroso si se tomaba en cuenta que de por si en varias ocasiones había evitado que revisara mi teléfono y si en esta ocasión hacía lo mismo podría empezar a sospechar.

 

-       ¿No vas a contestar el teléfono? – preguntó al ver que a pesar de que había sonado no lo había sacado de mi bolsillo.

-       No, ahora estoy contigo, así que tienes mi total atención, los demás pueden esperar – mi esposo parecía satisfecho con mi respuesta, además de que mis dones de actuación se habían  perfeccionado más y ahora podía sonreír sin realmente sentirme alegre, no me sentía orgulloso de cómo se había marchitado mi alma por el odio que le tenía a la gran mayoría de los miembros del clan Kaiba, pero era mi realidad actual, debía aprender a vivir con ella y seguir adelante.

 

Al salir del elevador uno de los supervisores del área de producción distrajo a mi esposo y gracias a eso pude revisar mi teléfono, al parecer Tristán se encontraba en el estacionamiento según mi programa, así que le marque para ver que todo estuviera bien, pero no me contesto el teléfono, lo cual ya se había vuelto demasiado preocupante, una cosa es que desapareciera y otra que no contestara su teléfono, así que bajo la excusa de que iba a adelantarme al auto deje a mi esposo con su empleado y camine en busca de mi mano derecha.

Al llegar al estacionamiento empecé a buscar con la mirada a mi guardaespaldas y a lo lejos lo vi hablando con ambos hermanos Kaiba… se me hacía demasiada extraña esta situación y me recorrió un escalofrío, no lo iba a negar era como si se repitiera la escena de Mokuba, pero si Tristán también demostraba ser un espía de Seto estaba seguro de que acabaría en el suicidio justo en ese momento, decidí calmarme y discretamente me acerque escondiéndome lo más cerca posible de donde se encontraban hablando, para así poder escuchar su conversación.

 

-       Si cumples con lo que te pido, podrás gozar de una jugosa pensión cuando termine tu servicio para nuestra familia, prácticamente si me ayudas tu vida estará arreglada desde este momento – a pesar de la proposición que estaba haciendo Seto sonaba tranquilo y amable al momento de hablar con su némesis –

-       Cómo ya le he dicho, mi jefe siempre será el amo Kaiba y mi lealtad esta con su esposo – sentí como un alivió inundaba mi interior, no quería tener que volver a sufrir la decepción de que alguien me traicionara.

-       Al parecer Joey te ha amaestrado bien, pero ten en cuenta de que, si tu amado jefe cae, te hundirás en el infierno con él – Seto se encamino al elevador notoriamente molesto y Mokuba se quedó junto a Tristán un momento más y a pesar de que susurro logre escuchar claramente la amenaza que le dedicó a mi guardaespaldas.

-       Joey será mío, así que mantén tu respectiva distancia de él – así el pelinegro se fue detrás de su hermano sorprendiéndome mucho, esto se había vuelto una lucha de poder donde yo era el premio mayor.

 

No salí de inmediato por miedo a que aún estuvieran a la vista, así que le mande un mensaje a mi guardaespaldas y le avise donde estaba y que se apresurara a mover el carro para que pudiera subir sin ser visto y para que mi esposo no preguntara porqué estaba escondido entre un bote de arena y uno de los pilares que sostiene la enorme empresa que era Kaiba Corp.

 

-       ¿Cuánto llevaba ahí escondido? – Tristán no aguanto mucho tiempo la curiosidad de saber que tanto sabía de su reunión con los hermanos Kaiba, además sería el único momento a solas en el cual podía preguntarme.

-       Lo suficiente para poder darme cuenta de que puse mi confianza en el lugar correcto – cuando terminé de decir eso Tristán se estacionó junto a mi esposo el cual subió al auto y al ver a mi guardaespaldas frunció el ceño, al parecer el haber mostrado empatía por él le había molestado de gran manera, así que ahora iba a empezar una de sus mini guerras por sus celos.

-       Vaya, al parecer pudiste encontrarlo – su comentario había salido con tanta acidez que me hizo querer golpearlo, ¿cómo podía ser tan mezquino? – me alegro que no pierdas los juguetes que te regalo – me tomo de la cintura y me acercó hacía él, en lo personal me era indiferente que me tocara en frente de otros, pero aún así me daba vergüenza que Tristán viera como era maltratado, él siempre trataba de mantenerme a salvo y ahora su jefe era el que me maltrataba, debía ser difícil para él verlo.

-       Si justo cuando baje él estaba con el auto preparado para llevarnos, sólo era cuestión de esperarte – debía de encontrar una escusa a nuestro encuentro, ya que no quería que mi esposo se empezara a ensañar, ya había visto lo que podía pasar si se enojaba y no quería que le hiciera algo malo a Tristán.

-       Me parece demasiado curioso, sólo quiero recordarles a ambos que Tristán trabaja para mi y si llegó a ver algún comportamiento extraño entre ustedes, me encargare de que a él se lo trague la tierra – me recorrió un escalofrío y vi como mi esposo tenía una mirada de loco maniático, si quería intimidarme lo estaba logrando.

 

 

No ubo más platica de la necesaria en el trayecto, así que nos dedicamos a llegar al restaurante lujoso de mariscos que a penas iba abrir esa semana, al parecer mi esposo lo había rentado para nosotros, no era nuevo él tenía la idea de que todo debía de ser exclusivo, además del hecho de que nos persiguieran las cámaras por todos lados se había vuelto una molestia para ambos, al parecer esperaban que yo tuviera hijos, todo el mundo especulaba sobre el nuevo heredero Kaiba y de como eso afectaría a Seto en un futuro, muchos estaban a favor de que el nuevo dueño fuera él, pero había otro bando que se inclinaba a la posibilidad de que el heredero fuera mi hijo, por el simple hecho de ser el actual esposo y de ser la única persona que había durado tanto con Ganzaburo después del terrible deceso de su esposa.

Ese tipo de chismes había acaparado los medios de comunicación ya habían especulado en el hecho de que mi esposo ya no pudiera tener más hijos y estaba casi seguro de que había un paparazzi parado en cada hospital del mundo esperando a que yo llegara y así al fin confirmar sus sospechas de mi embarazo, lo que si era un hecho es que yo jamás le diría a Ganzaburo cuando tuviera los síntomas del embarazo, debía de evitar a toda costa que él lo supiera para llevar a cabo mi malévolo plan.

Al llegar al restaurante y oler ese típico olor a pescado me sentí mareado y asqueado, casi podía jurar que iba a vomitar mis entrañas, pero me quede lo más quieto posible al fin mis plegarías habían sido escuchadas, al fin podía empezar a avanzar mi plan, todo se iba a acomodar a partir de ese momento, mi esposo me volteo a ver justo en ese momento y aun tenía la mirada de psicópata enojado por lo de mi guardaespaldas, pero se le borro de inmediato al ver mi rostro, no se cual sea mi expresión en este momento, pero de algo estoy seguro le causo un escalofrío y se le borro la sonrisa de su rostro, casi podía oler su miedo, no lo culpaba a partir de este momento el destino de mi vida estaba en mis manos y él solo era un condenado a sufrir mi venganza.

 

-       Es hora de comer cariño, muero de hambre – Ganzaburo me vio caminando a la mesa que habían preparado para nosotros, aún dudando del tono que había ocupado para dirigirme a él.

 

Continuara…

Notas finales:

Dicen que nadie muere por dejar un RW. 

Capítulo único.

 

Ya había pasado tres semanas desde que Mokuba me había declarado sus sentimientos, Seto se había convertido en mi socio y Ganzaburo se la pasaba sobre mí diariamente para poder tener el hijo que le abriría la posibilidad de deshacerse de mis hijastros, la verdad me sentía cansado física y psicológicamente con todo lo que estaba viviendo día a día, Seto me mandaba mensajes a cada segundo diciéndome que me vigilaba y que sabía sobre todos los movimientos que hacía, Mokuba se había vuelto una sobra acosadora que buscaba cada segundo disponible de mi tiempo para que lo pasáramos juntos y mi marido todas las noches estaba teniendo sexo conmigo para así aumentar la posibilidad de tener un hijo.

Sin contar mi trabajo en la empresa y mi nueva asociación que ayuda a las mujeres y hombres que sufrían de violencia intrafamiliar, la verdad mi papá se había sorprendido cuando le hable de mi proyecto, pero igualmente me apoyó en algunos puntos jurídicos para poder abrirla y así empezar a ayudar a muchas personas, por lo cual básicamente había aparecido en los diarios de todo el mundo y me habían puesto cómo: “Impresionante hombre de negocios, no sólo se casa con el hombre más rico del mundo, sino también empieza nueva fundación altruista. Al parecer al fin llegó alguien que puede ablandar el corazón del rey del hielo”. Ganzaburo no le había prestado atención a esa clase de noticias, pero si parecía molesto por que le hubiera guardado ese secreto, claro que lo olvidó por completo después de haberme perforado por horas en mi habitación.

Estaba en mi escritorio trabajando cuando mi celular sonó y al momento de leer el mensaje rodé los ojos “Cuando estás tan concentrado te ves muy sexy”, Seto había empezado a mandar mensajes más comprometedores los últimos días y se había vuelto una molestia, ya que en varias ocasiones los mandaba justo cuando estaba con Ganzaburo y era difícil ocultar el teléfono de él y sus celos e inseguridades, hasta parecía que lo hacía apropósito, pero cuando leía que me observaba y mi esposo estaba cerca aprovechaba para manosearlo, besarlo o cogérmelo, para que se le quitara lo fisgón, cosa que aún no había pasado.

Le contesté el mensaje “Deja de molestarme Seto, me meterás en problemas” y volteé a ver la única cámara de seguridad que había en mi oficina y le saque la lengua en modo infantil y volví a mi trabajo en la computadora, pero me sentía inseguro en mi lugar de trabajo, sentía que todo lo que tocaba empezaba a ser vigilado, por lo cual había tenido que poner muchos sistemas de seguridad en mi laptop, la ventaja de tener una maestría en protección de información y desarrollo de software de seguridad era que podía mantener mis planes totalmente encriptados y había detectado en varias ocasiones como habían tratado de entrar, pero mi seguridad siempre lograba vencer, aunque se estaba volviendo estresante que me acosaran de esa manera.

 

-       Ojalá pudiera tener un hijo lo más pronto posible – pensé en voz alta por primera vez en mucho tiempo y entonces escuche como una voz se reía cerca de mí, asustado volteé a ver quién era el dueño de esa risa y encontré a mi esposo recargado en la puerta, vestía totalmente de negro con corbata roja y con una gabardina blanca que le hacía un contraste increíble, si no supiera lo bastardo que era me podría enamorar de él.

-       Así que estamos ansiosos por crear una familia – me sonrojé al pensar que pude haber estado hablando en voz alta durante más tiempo del que me convenía y que me había delatado yo sólo, pero al ver su sonrisa supe que no había dicho nada malo.

-       No te oí entrar, que milagro que vengas a visitarme – mi oficina estaba demasiado lejos de la Ganzaburo, fácilmente podías hacer 10 minutos de camino entre ambos, lo cual para mí era increíblemente conveniente, tenía una excelente excusa para no estar junto a él tan seguido.

-       Viene a ver a mi amadísimo suegro y de paso ir a comer algo, has estado mucho tiempo en la oficina y no haz comido nada – volteé a ver el reloj y me di cuenta de que era demasiado tarde y Tristán no había aparecido para avisarme, se me hizo demasiado extraño, así que preocupado tomé el teléfono y empecé a tratar de localizarlo - ¿Pasa algo malo? – mi esposo noto mi comportamiento y se acercó para averiguar que me había distraído de su atención.

-       Tristán es el que se encarga de recordarme que soy humano y que debo de comer, pero no lo he visto desde hace tiempo, así que estoy inquieto – mi esposo puso su cara de celoso posesivo al momento de escuchar mi respuesta y entonces detuvo mis manos y volteo mi rostro para que lo viera únicamente a él.

-       ¿Acaso te importa más ese sirviente que yo?, te acabo de invitar a comer y lo último que espero es que me digas que estas preocupado por otro hombre – me tomo toda la fuerza de voluntad no contestarle como se debía, ya que Tristán era mi mano derecha y el único ser vivo en el que confiaba, además de que había sido un pilar muy importante para que yo sobreviviera a los maltratos de mi esposo y al acoso de mis hijastros.

-       Lo siento, tienes razón sólo dame un segundo en lo que cierro todo y nos vamos – fingí que cerraba todo y Ganzaburo sonrió satisfecho por mi respuesta así que se encaminó a la puerta para podernos ir rápido, pero en lo que se alejaba cambiaba algunos de mis sistemas de seguridad de mi computadora y corría un programa de búsqueda que se enlazaba con mi teléfono, para que me avisara donde estaba mi fiel asistente.

Cuando terminé cerré mi laptop y empecé a caminar a lado de mi esposo con una sonrisa tranquila, claro que por dentro me carcomía la curiosidad de saber dónde estaba mi amigo, después de todo no había mentido en cuento a la importancia de mi guarda espaldas, siempre me recordaba que debía de comer, dormir, descansar, hacer ejercicio y se había vuelto mi caja de secretos, era la única razón por la que aún había evitado la demencia por las duras pruebas que me había puesto este matrimonio.

Al llegar al elevador mi celular sonó indicando que la búsqueda había concluido, pero sabía que si lo revisaba en ese momento mi esposo exigiría que le enseñara que es lo que veía, eso podía ser peligroso si se tomaba en cuenta que de por si en varias ocasiones había evitado que revisara mi teléfono y si en esta ocasión hacía lo mismo podría empezar a sospechar.

 

-       ¿No vas a contestar el teléfono? – preguntó al ver que a pesar de que había sonado no lo había sacado de mi bolsillo.

-       No, ahora estoy contigo, así que tienes mi total atención, los demás pueden esperar – mi esposo parecía satisfecho con mi respuesta, además de que mis dones de actuación se habían  perfeccionado más y ahora podía sonreír sin realmente sentirme alegre, no me sentía orgulloso de cómo se había marchitado mi alma por el odio que le tenía a la gran mayoría de los miembros del clan Kaiba, pero era mi realidad actual, debía aprender a vivir con ella y seguir adelante.

 

Al salir del elevador uno de los supervisores del área de producción distrajo a mi esposo y gracias a eso pude revisar mi teléfono, al parecer Tristán se encontraba en el estacionamiento según mi programa, así que le marque para ver que todo estuviera bien, pero no me contesto el teléfono, lo cual ya se había vuelto demasiado preocupante, una cosa es que desapareciera y otra que no contestara su teléfono, así que bajo la excusa de que iba a adelantarme al auto deje a mi esposo con su empleado y camine en busca de mi mano derecha.

Al llegar al estacionamiento empecé a buscar con la mirada a mi guardaespaldas y a lo lejos lo vi hablando con ambos hermanos Kaiba… se me hacía demasiada extraña esta situación y me recorrió un escalofrío, no lo iba a negar era como si se repitiera la escena de Mokuba, pero si Tristán también demostraba ser un espía de Seto estaba seguro de que acabaría en el suicidio justo en ese momento, decidí calmarme y discretamente me acerque escondiéndome lo más cerca posible de donde se encontraban hablando, para así poder escuchar su conversación.

 

-       Si cumples con lo que te pido, podrás gozar de una jugosa pensión cuando termine tu servicio para nuestra familia, prácticamente si me ayudas tu vida estará arreglada desde este momento – a pesar de la proposición que estaba haciendo Seto sonaba tranquilo y amable al momento de hablar con su némesis –

-       Cómo ya le he dicho, mi jefe siempre será el amo Kaiba y mi lealtad esta con su esposo – sentí como un alivió inundaba mi interior, no quería tener que volver a sufrir la decepción de que alguien me traicionara.

-       Al parecer Joey te ha amaestrado bien, pero ten en cuenta de que, si tu amado jefe cae, te hundirás en el infierno con él – Seto se encamino al elevador notoriamente molesto y Mokuba se quedó junto a Tristán un momento más y a pesar de que susurro logre escuchar claramente la amenaza que le dedicó a mi guardaespaldas.

-       Joey será mío, así que mantén tu respectiva distancia de él – así el pelinegro se fue detrás de su hermano sorprendiéndome mucho, esto se había vuelto una lucha de poder donde yo era el premio mayor.

 

No salí de inmediato por miedo a que aún estuvieran a la vista, así que le mande un mensaje a mi guardaespaldas y le avise donde estaba y que se apresurara a mover el carro para que pudiera subir sin ser visto y para que mi esposo no preguntara porqué estaba escondido entre un bote de arena y uno de los pilares que sostiene la enorme empresa que era Kaiba Corp.

 

-       ¿Cuánto llevaba ahí escondido? – Tristán no aguanto mucho tiempo la curiosidad de saber que tanto sabía de su reunión con los hermanos Kaiba, además sería el único momento a solas en el cual podía preguntarme.

-       Lo suficiente para poder darme cuenta de que puse mi confianza en el lugar correcto – cuando terminé de decir eso Tristán se estacionó junto a mi esposo el cual subió al auto y al ver a mi guardaespaldas frunció el ceño, al parecer el haber mostrado empatía por él le había molestado de gran manera, así que ahora iba a empezar una de sus mini guerras por sus celos.

-       Vaya, al parecer pudiste encontrarlo – su comentario había salido con tanta acidez que me hizo querer golpearlo, ¿cómo podía ser tan mezquino? – me alegro que no pierdas los juguetes que te regalo – me tomo de la cintura y me acercó hacía él, en lo personal me era indiferente que me tocara en frente de otros, pero aún así me daba vergüenza que Tristán viera como era maltratado, él siempre trataba de mantenerme a salvo y ahora su jefe era el que me maltrataba, debía ser difícil para él verlo.

-       Si justo cuando baje él estaba con el auto preparado para llevarnos, sólo era cuestión de esperarte – debía de encontrar una escusa a nuestro encuentro, ya que no quería que mi esposo se empezara a ensañar, ya había visto lo que podía pasar si se enojaba y no quería que le hiciera algo malo a Tristán.

-       Me parece demasiado curioso, sólo quiero recordarles a ambos que Tristán trabaja para mi y si llegó a ver algún comportamiento extraño entre ustedes, me encargare de que a él se lo trague la tierra – me recorrió un escalofrío y vi como mi esposo tenía una mirada de loco maniático, si quería intimidarme lo estaba logrando.

 

 

No ubo más platica de la necesaria en el trayecto, así que nos dedicamos a llegar al restaurante lujoso de mariscos que a penas iba abrir esa semana, al parecer mi esposo lo había rentado para nosotros, no era nuevo él tenía la idea de que todo debía de ser exclusivo, además del hecho de que nos persiguieran las cámaras por todos lados se había vuelto una molestia para ambos, al parecer esperaban que yo tuviera hijos, todo el mundo especulaba sobre el nuevo heredero Kaiba y de como eso afectaría a Seto en un futuro, muchos estaban a favor de que el nuevo dueño fuera él, pero había otro bando que se inclinaba a la posibilidad de que el heredero fuera mi hijo, por el simple hecho de ser el actual esposo y de ser la única persona que había durado tanto con Ganzaburo después del terrible deceso de su esposa.

Ese tipo de chismes había acaparado los medios de comunicación ya habían especulado en el hecho de que mi esposo ya no pudiera tener más hijos y estaba casi seguro de que había un paparazzi parado en cada hospital del mundo esperando a que yo llegara y así al fin confirmar sus sospechas de mi embarazo, lo que si era un hecho es que yo jamás le diría a Ganzaburo cuando tuviera los síntomas del embarazo, debía de evitar a toda costa que él lo supiera para llevar a cabo mi malévolo plan.

Al llegar al restaurante y oler ese típico olor a pescado me sentí mareado y asqueado, casi podía jurar que iba a vomitar mis entrañas, pero me quede lo más quieto posible al fin mis plegarías habían sido escuchadas, al fin podía empezar a avanzar mi plan, todo se iba a acomodar a partir de ese momento, mi esposo me volteo a ver justo en ese momento y aun tenía la mirada de psicópata enojado por lo de mi guardaespaldas, pero se le borro de inmediato al ver mi rostro, no se cual sea mi expresión en este momento, pero de algo estoy seguro le causo un escalofrío y se le borro la sonrisa de su rostro, casi podía oler su miedo, no lo culpaba a partir de este momento el destino de mi vida estaba en mis manos y él solo era un condenado a sufrir mi venganza.

 

-       Es hora de comer cariño, muero de hambre – Ganzaburo me vio caminando a la mesa que habían preparado para nosotros, aún dudando del tono que había ocupado para dirigirme a él.

 

Continuara…

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).