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La Bendición de Némesis por Silvia_Riffie

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Capitulo Cuatro … El Emperador Tajima Uchiha


Kushina estaba escondida en la habitación de su más fiel sirvienta con las manos sobre sus orejas tratando de silenciar los sonidos que venían de la habitación de su hermano, parecía un loco fuera de sí, destruyéndolo todo a su paso, las ventanas, los muebles todos.


El conde Uzumaki por el contrario de su hija que estaba muerta de miedo, estaba molesto a mares, todo había salido terriblemente mal esa noche, si tan solo Minato no hubiera sido visto por el Marqués Namikaze, nada de esto estaría pasando.


Los príncipes no estaban contentos con lo que había hecho su hijo, en realidad el tema de usar a niños para saciar y desfogar los intentos sexuales más animales no era bien visto por nadie en el imperio del Fuego. Pero Kurama con su maldito libido, ni siquiera una vez le importó alguna mucama, o alguna prostituta, no tenía que ser el mocoso que aspiraba a ser mayordomo de su casa.


Cómo iba a lidiar con todo lo que se le venía en encima lo último que quería era que su apellido estuviera en la boca de la demás nobleza y menos en los plebeyos. Por esa única razón dejaba que su hijo rompiera todo, tenía dinero para reemplazar y renovar todo.


Madara estaba con Obito, Tobi, Baru, Fugaku e Izuna, todos observaban como los hombres de más confianza del cuarto príncipe sacaban información a uno de los espías de su hermano Ray.


Fugaku se encontraba afectado de saber que tanto su padre como él mismo estaban siendo envenenados por su hermano, tanto era su deseo por trono que era capaz de hacerles eso, y peor confabular para asesinar a su dulce esposa embarazada. Reconocía que tenía miedo, él se encontraba muy vulnerable en aquellos momentos y temía por la seguridad de Itachi y Mikoto, y de su hijito aún no nacido.


- Sabes vendrá la Princesa Tsunade, dicen que es poco abierta a sociabilizar con la gente – Escucho a Madara a su lado – Pero podría extender una invitación tanto al príncipe Izuna como la princesa Mikoto para pasar una temporada en el imperio de la hoja –


Fugaku se giró para mirar a su hermano – Crees que lo hará –


- Hashirama es un muy buen amigo, y siempre es bueno tener alianzas con otras naciones ¿No crees? – Sonrió con tranquilidad a su hermano – Itachi y Tobi pueden ir también, encontramos al hijo de Jiraiya, está en la línea de sucesión al trono en la hoja, también nos deben una –


- Siempre haces que todo suene tan fácil Madara – Fugaku tenía que reconocerle eso a su hermano menor.


- Por que en estos momentos tenemos al toro por las astas – Barú se unió a la conversación – Hablaré con mis hombres de confianza, de hechos todos debemos hacerlo para que nos ayuden a buscar a los espías de Rai, que no deben ser pocos. Debemos rastrear a los nobles que están con él, en fin, tenemos que unificar nuestras fuerzas e ir contra él –


- Qué está pasando aquí – La voz de su padre Tajima Uchiha los hizo girar, el hombre ya de entrado casi en sus cincuentas años, iba solo, cosa extraña estar sin escoltas. Sus hijos estaban en silencio - ¿En serio me van obligar a sonsacarles la verdad? – Preguntó mostrando sus orbes en esos instantes carmín.


- ¿Rai viene contigo, o sabe que estamos aquí? – Inquirió Izuna, para ser el único doncel entre los hermanos Uchiha, era el más descarado de comportarse frente a su padre.


- No, de hecho uno de sus vasallos llegó diciendo que está en una de esas casas de puterio, haciendo lo mejor que hacen en época de fiestas, beber hasta atragantarse y atragantar a una mujer o eunuco con su polla y apostando lo que no tiene, junto con todos esos malditos noblez que hacen que tenga jaqueca –


- ¿Tus escoltas padre? – Volvió a preguntar Izuna.


- Me desaparecí con mi kamui – Explicó con paciencia a su dulce hijo doncel – Entonces quién se va a dignar a abrir la boca –


- Padre se trata de Rai – Madara fue junto a él, explicándole todo.


- Puedes creer en la palabra de un mocoso que hasta hace nada era solo un bastardo – No quería creer que su hijo jugara a traición. Pero si era honesto con él mismo, solo de Rai podría esperar aquello, ya que era el único lo suficientemente tonto y al mismo inteligente para hacer aquella estupidez y que le saliera bien –


- No al principio – Contestó sincero – Pero no parece un niño normal – Madara pensó en ese niño de grandes ojos azules y hermoso cabello rubio, un guapo chico, sería una hermosa mariposa una vez que saliera de esa crisálida en la que estaba, solo unos años más y sería el doncel más deseado de las cinco grandes naciones. – Es hijo de Misato Senju y Jiraiya Namikaze. Misato tenía el don de tener visiones del pasado, puede que su hijo tenga el don de ver el futuro –


- Tienes razón – No era un secreto de lo Misato Senju, con razón su padre se volvió loco cuando desapareció. Agradecía de cierta forma que el viejo ahora estuviera muerto porque si supiera que ese chico tenía un don aún mejor que su difunta hija no descansaría hasta tener a ese chico y usarlo – Crees que Jiraiya acepte casar a su hijo con alguno de ustedes, quizás con Obito – Madara comenzó a reír – Vamos es un don que es mejor tener a nuestro favor –


- No cuenten conmigo para casarme con alguien, ya estoy enamorado – Habló Obito, haciendo que todos lo miraran sorprendido – Se llama Rin Nohara, trabaja como voluntaria en el cuerpo médico de la milicia, con las hermanas de carmín – De pronto se puso nervioso, no pensó que tendría que hablar de ello tan pronto con su padre – Hace dos años que nos estamos frecuentando, sé que no es una noble. Pero pensaba en comprarle un título nobiliario para casarme en el futuro con ella –


- ¿La chica mandona que te salvó la vida? – Madara lo miró sorprendido, Obito había sido herido cuando estaban con los cuerpos de paz en  la última nación conquistada, para liberar a esa nación de su cruel dictador.


- Cómo, no dijeron que ninguno había sufrido en los cuerpos de paz, osaron mentirme – Ladró su padre furioso.


- No paso nada. Estoy aquí –


- Por una chica que te salvó – Tajima soltó un juramento que hizo que sus hijos se quedaran en silencio. Si supieran todos como era la relación de ellos se moriría. En otras naciones la relación del emperador o rey con sus vástagos era fría y distante, siempre con miedo a que le quitaran el trono. Tajima era diferente, quizás porque los Uchiha desde las primeras generaciones eran nómadas, y el valor del clan era primero, por eso no se perdonaba una traición dentro de la familia. Por eso todos los que estaban ahí que Rai tenía los días contados, a pesar de que era su hermano, ninguno de ellos le tenía alta estima, porque siempre fue el insidioso que generaba enredados para hacer pelear a los otros, hasta que se dieron cuenta de aquello.


- Bien, si ella me salvo, y me enamoré de ella – Dijo sonrojado el menor de los príncipes varones, se mordió un taco al escuchar las risillas de burlas de sus hermanos.


- No compres ningún título, le otorgaré uno, en estas fiestas, diremos que se demoró por el papeleo, agradece que estamos en temporada de celebridades patrios y se otorgan los nuevos títulos -  Tajima se cruzó de brazos – Cómo quieres proceder Fugaku – Volvió  de nuevo al tema principal.


Una vez que Obito agradeció a su padre, Fugaku comenzó con su explicación secundado por Madara, Barú.


Jiraiya fue incapaz de dormir en toda la noche, tener a su hijo entre sus brazos era una bendición, además sabía dónde estaba enterrado el cuerpo de su amada. Podría trasladarla a su tierra patria, o dejarla en sus propias tierras, pero eso era un tema que debía hablar con la familia real de la hoja. Al fin podía descansar en paz tanto él como Misato, su hijo estaba seguro junto a él, haría hasta lo imposible para cuidar de él.


Sonrió con dulzura que pensó que ya no tenía dentro de él al verlo dormir, parecía que no había dormido bien así en siglos, debía ser así.


Se levantó con mucho cuidado para no despertarlo, a pesar de que era un gran día, era mejor dejarlo descansar.


Gamabunta estaba esperando por él, al bajar las escaleras, su mayordomo era un hombre muy competente, que sabía de sus deseos incluso si no lo decía. Con razón la servidumbre no le molestó.


- El señorito Sasori despertó junto a su bebé Gaara – Informó el mayordomo – Toma su desayuno en el comedor, el bebé esta en una reposera junto a él, parece que no desea separarse –


- Nadie quiere separarse de sus hijos – Jiraiya dijo pensando en él mismo y su hijo.


- Eso es cierto – Gamabunta pensó en su esposa embarazada.


- Buenos días, Joven Sasori, ¿Pudo descansar? – Sonrió al amigo de su hijo quien arrastro la silla para levantarse – Oh no es necesario, toma tu desayuno en tranquilidad – Pidió levantando una mano para evitar que el menor hiciera algo innecesario.


- Buenos días Marqués Namikaze – Dijo un poco incomodo de no hacer la reverencia que debía hacerse a todo aquél con un título nobiliario. – Muchas gracias por su acogedora bienvenida a su hogar, todos han sido muy diligentes conmigo y mi hijo –


- Lo que sea por un buen amigo de mi hijo – Contestó realmente feliz de hacer algo por el bien de otro – Agradezco mucho a tu abuela por lo que hizo tanto por Misato como por mi pequeño Minato –


- Minato es un chico adorable, y muy valiente, siempre nos protegía, incluso a los mayores de aquellos que nos querían agredir. Lamento que haya vivido un calvario en casa del conde Uzumaki –


- Lo bueno es que salió de ahí para siempre y no hay forma o razón que eso vaya a cambiar –


- Señor tiene visitas – Informó Gamabunta – No le va gustar –


- Muy temprano para  los príncipes o tu abuelita Chiyo, eso deja al Conde Uzumaki – Se levantó, el solo hecho de saber que ese hombre estaba en su mansión, sin ser invitado, le provocó que su apetito se disipara – Sasori quédate aquí hasta que regrese por favor –


- Entendido Marqués – Sasori en todo caso no tenía intenciones de levantarse disfrutaba mucho de la comida que estaba sirviéndose.


El conde Uzumaki, casi corrió cuando vio al marques acercase. Sabía que no era bienvenido porque lo dejaron esperando en la entrada de la mansión, sin siquiera ofrecerle a entrar al lugar.


- Marqués Namikaze, perdón por perturbar su desayuno, pero debemos tener una conversación –


- De hecho lo hizo – Dijo mordaz – Sabe que hoy es mi primer día con mi hijo y usted no es bienvenido, la única persona de su familia que tiene el paso libre de venir es la Señorita Uzumaki – Explicó – Sea rápido –


El conde se sintió amedrentado ante las palabras del Marqués, a pesar que ambos eran parecidos en altura y complexión, el garbo de Jiraiya era mucho más que el suyo, y su porte lo apabullaba enormemente. Odiaba estar en malos términos con un Marqués de un imperio tan o igual de poderoso que el imperio del fuego.


 - Mi hijo realmente ama a su hijo… - Comenzó el Conde.


- ¡¡NO!! – Exclamó furioso Jiraiya, sabiendo lo que venía – Escuche Conde Uzumaki no sé como tiene el descaro de decir aquello, mi hijo, fue mancillado por su hijo, como si se tratara de una yegua, lo golpeó para poder abusar de él a destajos, mi hijo es un niño aún tiene catorce años, por amor al cielo. Usted es el Conde Uzumaki uno de los hombres más respetados del imperio del fuego y también en otras naciones, debió controlar a su hijo, pero entre nos no le importo porque el niño era un huérfano –


- … – El conde se quedó sin palabras, sin saber cómo refutar aquello, cuando el Marqués había dado justo en el palo.


- Su osadía Conde no tiene límites, mi hijo jamás se casará con su vástago. Minato es de la realeza del imperio de la hoja. Ni siquiera es mi hijo bastardo, aunque aquello no importaría, pero es el hijo fruto de mi unión con Misato Senju y su hijo osó vulnerar a mi retoño – Jiraiya estaba que echaba espuma por la boca – Le pediré que por favor se marche de aquí, ya que usted ni su primogénito son bienvenidos –


- Buenos días, caballeros – Saludó Madara que como siempre venía acompañado de su hermano menor Obito.


- Sus majestades – Saludó rápidamente el Conde Uzumaki, lívido por la vergüenza, peor aún sin saber hace cuánto tiempo estuvieron los príncipes a su espalda – Que el viento siempre esté a su favor – Hizo una venia – Si me disculpas mis asuntos con el Marqués han terminado, os dejo – Con una segunda venia se marchó rápidamente.


- Príncipes – Saludó Jiraiya – Por favor acompañadme ¿Ya desayunaron sus altezas? –


- No, Madara quería venir cuanto antes a verle – Contestó Obito - ¿Su hijo como se encuentra? – Inquirió.


- Aún dormido, creo que necesita descansar, sobre todo en su condición – Comentó, a sabiendas que el cuarto príncipe ya estaba enterado de la situación del menor. Minato se lo había dicho todo.


- Así que ya lo sabe – Madara sonrió, al parecer el “Rayito” como le puso a Minato ya le había dicho sobre su gravidez a su padre – El conde Uzumaki estaba aquí por eso –


- Ni en las pesadillas, aún no saben nada y quiero que eso se quede así para siempre – Dijo pensativo – Aún trato de ver cómo lidiar con el tema –


- Creo tener una solución a ese tema –


- Cuál sería –


- Prefiero hablarlo cuando esté presente su hijo  y preguntar su opinión –


- Claro – Acepto el Marqués


Las mucamas con la rapidez que le da la experiencia, colocaron dos puestos más en la mesa, en donde estaban desplegados los manjares y exquisiteces más deliciosos que seguramente Sasori hubiera visto en vida, por eso comía con muchos ánimos aprovechando que Gaara dormía, satisfecho luego de su comida matutina.


Se levantó en cuando vio a los príncipes para saludarlos y darles una venia en señal de máximo respeto. Obito fue junto a la cunita para ver al pequeño bebito vestido de blanco con ropita lujosa que seguramente fue dada por el Marqués y envuelto en finas mantas.


- Cómo se llama el pequeño –


- Gaara – Dijo orgulloso del nombre de su pequeño.


- Qué significa –


- Que solo piensa en sí mismo – Susurró – Su nombre es compuesto por Ga (Yo) – A (Amor) – Ra (de Demonio) todo junto se traduce como que solo piensa en sí mismo – Explico.


- Eso por qué – Inquiero interesado el Uchiha.


- Porque quiero que mi hijo sea feliz, sin cadenas, sin presión de vivir a la expectativas de alguien – Sonrió al agregar – Pero que cuando encuentre a quien amar lo ame con todo su ser –


- Interesante, ¿Puedo ser su padrino? – Preguntó de pronto el sexto príncipe, sorprendiendo a Sasori.


- ¿Usted por qué? – Dijo casi sin creer la proposición del príncipe.


- Siempre es bueno tener un buen escudo, tu hijo y tú necesitan apoyo y protección, sobre de todo de personas como Raza, además quién mejor que un príncipe para ser padrino de un bebé – Dijo muy galante.


- No podría negarme si su majestad lo desea – Sonrió azorado de saber que su hijo contaba con la bendición de tener un padrino.


*


Minato despertó asustado otra pesadilla en donde le arrancaban la lengua, movía su lengua para todos lados, al sentir nuevamente el peso extra a pesar de las semanas que tenía de vuelta a su adolescencia aún tenía esas pesadillas tan vividas.


Miró hacia todos lados, asustado en que cualquier momento llegara Kurama, pero claramente no lo haría porque entonces recordó que estaba en la habitación de su padre y eso quería decir que era libre de Kurama Uzumaki.


Se giró en la cama y cerró sus ojos un momento para meditar, su nueva vida, estaba construyendo una nueva sin saber como funcionaria las cosas, no tenía idea de qué iba a pasar de ahora en adelante, solo sabía que estaba a salvo, y también Naruto.


Le fue imposible no acariciar su vientre con dulce ternura, estaba tan agradecido de esa segundo oportunidad que la diosa némesis le había dado. Sabía que tenía que recompensar a la diosa de la única manera que podía hacerlo vengándose, ahora tenía el poder para hacerlo.


Por como entraba la luz a su habitación ya era más tarde que mañana, seguramente su padre tuvo consideración de su condición y lo dejó dormir hasta tarde, aún sabiendo que ese día era importante había tanto que hacer. Sabiendo aquello se desperezó estirando sus extremidades como un gatito, pero sin los ánimos necesarios para levantarse, ni siquiera el 1…2…3…4…5 que hacía siempre al alba para levantarse le funcionó, simplemente era maravilloso poder estar acostado en la cama sabiendo que nadie vendría con deseos de devorar su cuerpo, ni aún tenía que estar preocupado de saciar las necesidades de un bebito llorón como Naruto.


Se giró en la cama como nadando en ella si era posible, la cama de su padre era mucho más grande que la de Kurama o del Conde Uzumaki, las sábanas eran de seda y la ropa de cama de algodón relleno de plumas de gansos, suaves y mullidos; muy livianos. El colchón también estaba delicioso, posiblemente tenía un armazón de juncos envuelto en algodón, debía estar relleno de lana, algodón, plumas envueltos en gruesas telas de fibra de algodón y lino, bellamente abotonado para sujetar y moldar el colchón. Y el colchón obviamente tenía un cubre colchón  de seda relleno finamente con algodón y plumas, toda una exquisitez, quizás podría saltar sobre él, la idea le tentó pero si se caí… La seguridad de Naruto era primera.


Volvió a desperezarse ya para levantarse, él no era un “Solo sé respirar” como llamaba a los nobles, él podía hacer todo por si solo, era inconcebible que no supieran vestirse solo, entendía a las mujeres con sus vestidos vaporoso, con esas armazones para los vestidos y el corset, pero lo hombres no usaban tanta cosa, eran trajes de dos piezas.


Agradecía que su padre al igual que el Conde y Kurama tuvieran un baño integrado en la habitación. Claro que obviamente el baño de su padre era mucho mejor, porque claro era un Marqués y no importaba si era el marqués de otro imperio, el titulo era importante en cualquier nación. Su servidumbre, sus caballos y más animales, sus coches, su mansión y todo en ella tenía que mostrar el estatus que su titulo conllevaba.


El baño era hermoso, piso y paredes de mármol, una bañera de loza enorme, con grifos de aleación de plata y oro, vitrales de tonos del arcoíris, estantes de madera de ébano vitrificados, repleto de productos del cuidado, aceites, sales, jabones, shampoo, de todo. Soltó una carcajada al encontrar aromas dulces hecho para mujeres. No era un secreto para nadie que el Marqués Namikaze era todo un Don Juan, el celibato no era para él, pero lo que si escuchó mucho en el pasado que su corazón estaba tan roto y pulverizado que buscaba amantes para saciar ese vació tan solo por unas horas de pasión.


Olisqueó todas las sales que habían hasta dar con unas que tenían aroma a lily y volcó la cantidad necesaria en la bañera, también puso toallas a calentar. Hizo lo que siempre hacía en el pasado en realidad pero una vez que se casó con Kushina.


Pensó en su gran amiga, realmente la amó en el pasado, de una manera eterna, igual que ahora, pero no carnal, era difícil de explicar, quería tenerla a su lado pero la idea de perderla por tuberculosis la aterraba, aunque también sabía que no había mejor madre para Naruto que ella, si dejaba que las cosas tuvieran un flujo natural, lo mejor sería casarse con ella.


Suspiró su cabeza era un lío, quería tenerla a su lado pero al siguiente segundo No por miedo a que muriese, pero… ¿Él tenía derecho de meterse con la muerte?


Se tomó su tiempo en bañarse, y arreglarse, hubo un perfume en aceite de flores en cerezo en flor, con vainilla y toques de violetas, era delicioso, impregno su cuerpo, codos, muñecas y detrás de sus orejas, alguien alguna mucama había dejado preparada la ropa para que usara, al parecer su padre ya había dicho que era un doncel, por lo tanto la ropa era un cómodo cheosang de seda en tono crema, con pantaloncillo de algodón en un hermoso tono azul medianoche, agradeció la comodidad del traje. A pesar que un cheosang exponía su condición y eso francamente no le gustaba.


- Señorito, buen día – Saludó alegremente una mucama – No quise molestar su intimidad – A pesar de su alegría no parecía feliz de tenerle ahí.


- Muchas gracias, así está bien – Conocía muy bien el desdén disfrazado de buena voluntad, era un juego que tanto nobles como ciertos sirvientes usaban para connotar el hecho que no era bienvenido o que era de “Mala Cuna”


Esperó paciente que la mujer lo examinara con descaro, honesto era consigo mismo al aceptar que realmente no le importaba lo que esa mujer pensara de él, por mucho que quizás fuese una de las tantas amantes de su padre. Eso era algo de lo que debería hablar con él, no quería problemas de faldas y deseos de poder de mujeres ansiosas de dejar de ser Nada.


No era que le faltara empatía, por supuesto que comprendía la desesperación de todos los “Muertos de hambres” (él era uno de ellos) por salir de su situación tan horrorosa, donde solo se podía aspirar a tener la “Suerte” de servir a una buena familia de nobles, ya que los sirvientes tenían mejor vida, pero ahí donde se equivocaran podían encontrar el final de sus desafortunados días. Lamentablemente para todas las mujeres que aspiraran al título de Marquesa con deseos egoístas y sin amar realmente a su padre no podían estar ahí, ya que harían de todo para deshacerse de él, Minato y su pequeño retoño.


Podía ser repetitivo y cansador escuchar sus propias canalizaciones en donde corrían como agua en su mente, Naruto era lo más importante.


Quizás porque lo perdió al nacer al hacerlo pasar como el hijo de Kushina, porque no tuvo la fuerza para evitar protegerlo de Kurama y Mei, donde fue cambiado como si fuese una moneda de oro, haciendo de él apenas un niño novio de un emperador siete años mayor, que además tenía mil experiencia curtido por el sinnúmero de batallas, la pérdida de sus padres, una infancia difícil, Itachi podía tener veinte años cuando dejó ese horrible futuro, era joven sí, porque habían niñas y donceles que los casaban a los siete años con varones de más de cuarenta años, horribles vidas la de ellos. Pero Naruto tenía doce años y lo más difícil en su vida fue perder a Kushina y luego a él,  se rascó la cabeza alterado, odiaba pensar que Mei y Kurama realmente amaban a Naruto, eso no lo ponía en duda, además sabía que estaría bien por ser el novio de Itachi, pero esas cosas no importaban lo habían traicionado de la peor forma y por su causa perdió su cabeza.


La mucama seguía mirándolo, con un dejo de maldad en sus ojos que trataba de ocultar con una faz angelical, pero la mueca que hacía al apretar sus labios hacia que se connotara más su mal talante al tenerlo enfrete.


- Llama a mi padre – Iba a decir por favor porque estaba acostumbrado a ser gentil, pero se controló tenía que ser firme. Sus palabras parece que fueron ácidos para los oídos de la mujer – Me escuchaste, pedí por mi padre – Reiteró con voz firme.


- Su padre está ocupado con los príncipe, es mejor que baje a verlo – Dijo casi ordenándolo.


- Ve en busca de mi padre – Dijo cansado – Y también por favor llama al mayordomo – Se fue a sentar frente a una gran ventana, tomando sin atención un libro de la mesita de centro – Ahora – Su voz sonó demandante, escuchó como la chica chistaba molesta, haciendo un ruidito al girar sus talones saliendo de ahí. Suspiró cansando y su estomago rugió por el hambre, la mucama ni siquiera le había traído algo de comer.


Quizás, había sido muy aniñado de su parte hacer aquello, perfectamente podría bajar para ver a su amigo Sasori y conversar con tranquilidad con su padre, sobre todo porque estaban los príncipes. Pero su vanidad y orgullo ganaron esa pequeña batalla, era mejor colocar los parámetros de una vez, ser blando solo lo llevaba a la guillotina.


Su cabeza dolía como un demonio, se sacudió como si de esa manera pudiera exorcizar todos sus malos pensamientos de un futuro/pasado que ya era.  Debía enfocarse en su nuevo futuro y en las cosas que importaban ahora, ser más inteligentes que el resto.


- Señorito – Gamabunta saludó al jovencito que era casi una copia de la hermosa señorita Misato.


- Señor Gamabunta, buenas tardes – Saludó radiante al fornido hombre.


El hombre sonrió ante la resplandeciente sonrisa de su señorito, aquella mueca era igual a la de su cabezón amo – En qué puedo servirle –


- Me gustaría extender una invitación a la Señorita Uzumaki, por favor, y que se solo a ella, sin acompañantes – al ver el rostro del mayordomo agregó – Claro que si el Marqués lo permite –


- Le alcanzaré su solicitud, algo más –


- Sí, me gustaría comer algo, una ensalada sería perfecto – Pidió – Luego me gustaría ver las habitaciones –


- Pediré su comida, la tomará aquí –


- Sí, lo prefiero, me duele mucho la cabeza – Explicó – Si Sasori está libre, me gustaría que me hiciera el favor de visitarme –


- Me retiro – Gamabunta se estaba yendo con Minato volvió hablar.


- Por favor no envíe a la mucama que estaba antes aquí –


El gran hombre sonrió divertido, así que el señorito sintió la hostilidad de Gamariki, afirmo con la cabeza y salió de ahí, aguantando la risa, divertido de saber que Gamariki no podría amedrentar más a las demás sirvientas.


Minato comió su deliciosa ensalada con unas salsas y vinagretas que le robaron el aliento de lo rico que estaba, tomó varias tacitas de té verde. Sasori lo acompañó a comer también, le dijo en confidencia que al desaparecer toda la tensión que tenía acumulado, todo el apetito había caído sobre él, sin poder saciarse, el rubio lo invitó a comer más y bien, para que pudiese amamantar bien al pequeño Gaara.


El Marqués seguía encerrado en su despacho con los príncipes y Nani, al parecer tenían mucho que planear, por lo cual los menores se inclinaron por ver las habitaciones que la ama de llaves una solemne señora con sus años acuestas, cabello cenizo y de rictus riguroso, pero las líneas de expresión la acusaban que era alguien que reía y sonreía mucho.


Hicieron un recorrido completo por la mansión, solo quedaba ver los exteriores que rodeaba la gran casona. Minato no tardó en seleccionar una gran habitación del segundo piso la vista era hermosa, a los jardines de la mansión y también la habitación tenía un hermoso jardín privado y luego una vista al mar que estaba a unos kilómetros de ahí. Tenía un baño hermoso, un desayunador, una pequeña terraza, una pequeña biblioteca privada, y una salita de estar, además de un gran vestidor y lo mejor interconectaba con otra habitación un poco más pequeña. La ama de llaves le dijo que era la habitación para la señora de la casa, por lo tanto era la mejor decisión de él elegir ese lugar.


Ahora quedaba la tarea de buscar los muebles adecuados, la pintura y papel tapiz, su ropa, tenía tantas cosas que hacer, que estaba abrumado, pero animado al mismo tiempo, tenía toda una vida por delante.


Su padre apareció a la hora del té junto a los príncipes quienes saludaron entusiastas.


Hablaron de la nueva vida para Minato y Sasori, cuáles serían los pasos a seguir desde ese momento en adelante. Tuvieron una conversación muy amena mientras bebían el té con deliciosas galletas que se deshacía a cada mordida.


- Hijo, Gamabunta dice que deseas invitar a la Señorita Uzumaki –


- He estado pensando, y creo que lo mejor sería casarme con ella – Dijo sorprendiendo a todos los presente – Sé que puede sonar una locura, pero con tu apoyo, Kushina dejaría de ser una Uzumaki y sé que será una buena esposa, aún nadie sabe de mi condición de doncel – Explicó.


- Yo sé, qué eres un doncel, mi padre, el emperador  lo sabe, y eso cambia todo –


- Le dijiste al emperador sobre mi condición –


- Mi padre, cuando lo conozcas, sabrás que no es un persona ortodoxa, y un Uchiha se toma muy en serio una traición, más si proviene de un ser querido, como nuestro hermano Ray – Habló Madara tranquilo – Además sé que estás desesperado, por tu gravidez, por lo tanto tengo la solución para ti –


- Cuál –


- Sé mi esposo – Dijo tan serio, que hasta Obito que no tenía idea de la loca idea de Madara, lo miró atónito – Naruto sería mi hijo, no de Kurama, nadie tendría que saber la verdad –


- Mi hijo aunque tiene una gran afinidad con el viento, jamás será un Uchiha porque claramente no tiene el Sharingan, la muestra inequívoca que es un Uchiha, tampoco quiero que mi hijo pese con la condición de un príncipe, en algún momento sabrán que no es tu hijo, no. No permitiré que mi hijo sea menoscabado por nadie –


La resolución estaba en sus ojos, muy serio, agradecía el gesto de todo corazón, pero era una mala idea.


- Sabia que el señorito Namikaze era alguien peculiar por eso necesitaba conocerlo en persona – Se giraron para ver al emperador en todo su esplendor mirándolos divertidos, por supuesto que todos hicieron una gran reverencia, hasta los sirvientes que miraron sorprendidos a ver a su majestad frente a ellos, muy relajado.


- Nadie sabe los acontecimientos de los que fuiste presa en la mansión Uzumaki, pero es un hecho que los criados son unos bocazas y pronto todos sumaran dos más dos, es mejor hablar esto de manera civilizada, y arreglar esto de una vez por todas. Ya llamé a la familia Uzumaki para hablar de esto –


Minato no supo qué decir era el emperador en persona, su palabra era ley, así que era mejor dejar las cosas en sus manos.


- Conocí a tu madre – Dijo de pronto con cariño - ¿Quieres conocerla? –


- Cómo – Minato no sabía cómo conocer a su madre, había visto el retrato de ella ayer en la mansión y esa mañana  pero apenas la vio, porque temía añorarla.


- Nuestros ojos son muy valiosos por eso estamos en la cima de todas las naciones, y somos temerosos, por aquello también debemos controlar las gestaciones y la degradación de la sangre, solo un enemigo Uchiha puede contra otro Uchiha –


- Me dejas mostrarte un atributo de mis ojos –


- Sí – Era imposible negarse ante lo solicitado.


- Su majestad, príncipes, Marqués, Conde Uzumaki y sus hijos han llegado –


-Lastima, Gamabunta nos arruinó el paseo, pero recuérdame más tarde chiquillo –


Chiyo junto a Sasori se  retiraron juntos al pequeño Gaara que iba en brazos de su abuelita, para que pudieran tener una plática seria.


Los Uzumaki saludaron a todos, el conde seguía nervioso, Kurama parecía que se había peleado con un elefante tenia ambas manos vendadas,y Kushina parecía afligida de estar ahí, pero sonrió con cariño a Minato.


- Conde si los he llamado es porque hay tema muy delicado a tratar… – Comenzó el emperador, pero nuevamente Gamabunta lo interrumpió – Ahora qué –


- Sus majestades el primer Príncipe Hashirama, tercer príncipe Tobirama, y la princesa Tsunade del reino de la hoja – Los tres mencionados ingresaron al lugar viendo a todos pero de inmediato sus ojos fueron a parar sobre Minato.


Los hermanos Senju vieron a su hermana quien parecía aguantar todas sus ansias de lanzarse sobre su pequeño sobrino. Obviamente se contuvo al ver a tanta gente ahí, los saludos de nuevo comenzaron con rigurosidad.


- No pensé que llegarían con tanto apremio – Comentó el emperador.


- Es un tema pendiente por muchos años en el imperio de la Hoja –Explicó el príncipe heredero al Trono Hashirama, un hombre de cabello largos y moreno, a diferencia de su hermano que era casi como un albino de tez pálida de ojos rojos, parecía un conejo huraño ante los casi infantes ojos de Kushina. La princesa Tsunade era todo y más de lo que decían de ella, de hermosa cabellera rubia, ojos almendra y con medidas que harían a cualquier hombre enloquecer.


- Están al tanto de todo – Informó Jiraiya, sentándose junto a su hijo y tomando su mano, Tsunade le siguió sentándose al otro lado de Minato.


- Bien Conde Uzumaki, tenemos un problema muy grave aquí, su hijo abusó de un infante, que estaba a su cargo, su razón de ser trasladado del orfanato de las hermanas de carmín a su mansión fue para hacer de un Minato un mayordomo ¿estoy en lo correcto? – Los ojos de Tajima vieron como el hombre se empequeñecía cada vez más, afirmando con su cabeza – Si bien no hay una ley hasta hoy que condené estos bajos actos, porque supuse que mi gente no necesitaría una ley para impedir que hicieran actos enfermos con niños y cualquier menor de edad – Explicó – Conde, la situación en la que su hijo me colocó con mis amigos del Imperio de la Hoja es seria. Estimo en demasía al Emperador de la hoja, mis príncipes tienen buenas amistades con los príncipes de la hoja. El marqués Namikaze es un hombre que respeto y admiro, y no sé cómo responder a él quien es el padre de señorito Namikaze, quien familia directa del realeza del imperio de la hoja, he estado pensando seriamente quitarle el título Conde –


Kushina miró asustada a su padre y deseó patear en las canillas y entre medio de las piernas a su maldito hermano calenturiento.


- Mi emperador, yo no sabía que era hijo del marqués – Casi salieron aquellas palabras como un gimoteó.


- Era un niño bajo su protección, sin importar su procedencia, no debió permitir aquellos enfermos actos – Tsunade intervino tajante con ira en su voz, en el imperio de la hoja, no había discriminación de géneros, su voz era tan o más atemorizantes en la nación de la hoja que la de sus hermanos.


- No te quitaré el titulo Conde – Dijo el emperador volviéndole el alma al Uzumaki – Lo hago porque sé que el señorito Namikaze estima a su hija, solo por eso, se ha salvado, pero su hijo es otra historia –


Kurama levantó la mirada hacia el emperador, algo que casi nadie hacía, mirar los carmín del emperador te podían llevar directo al infierno de viaje.


- Ingresarás al cuerpo de infantería de nuestra milicia, no tendrás más privilegios, y solo te dejo con vida, porque el señorito  Namikaze se encuentra en gravidez por causa tuya –


Kushina soltó un alarido de sorpresa, en tanto el conde jadeaba y Kurama sonreía como si le hubieran dado la mejor noticia del mundo y de hecho lo era para él.


- Pero renunciaras a los derechos de paternidad –


- No lo haré – Dijo tajantemente


-¡¡Kurama!! – Su padre gritó horrorizada que su hijo no aceptara la palabra del emperador.


- No, puede matarme si lo desea, puede enviarme al cuerpo del príncipe negro, si lo desea, pero no renunciaré a mi derecho de paternidad sobre la criatura que el doncel que amo carga en su interior –


- Yo no te amo, jamás lo haré,  siento despreció por ti – Chilló Minato levantándose – Naruto en el futuro decidirá si desea o no conocer a su padre ese es su derecho. Pero jamás te dejaría a solas con él, no eres un buen ejemplo de padre, sentía que la ira se apoderaba de él, quemando sus entrañas – Me golpeaste, me violaste una y otra vez a pesar de mis suplicas, no hay dolor en la vida que tu padezcas que valga que remedie mi dolor, Jamás nunca te perdonaré lo que mi hiciste, no soy el amor de tu vida, soy tu víctima, me arrebataste todo –


- Si quieras quieres a mi hijo –


Minato caminó hacia él y con una fuerza que salió de lo más hondo de su ser levantó su rodilla para golpear entremedio de las piernas a Kurama haciendo caer al suelo de dolor, en el acto la mano de Kurama se aferró a la de Minato.


Una imagen muy vivida llegó a su mente y era la de su hijo Naruto pero mayor como de casi dieciséis años en frente de Kurama a quién había golpeado en el entrepierna y era sujetado por un varón de cabellos negros y tez pálida obviamente un Uchiha, incluso lo podía oir gritar y decirle al chico “Suéltame Teme, merece que lo muela a golpes, él jamás será mi padre, mi padre siempre será Uchiha Madara…


Minato se desvaneció después de ver esa escena, alcanzó a ser sujetado por Madara, que alejó al rubio del  Uzumaki.


 


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