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Se sentía como con ganas de reír y de arrojarle algo a la cabeza de Zhou Mi al mismo tiempo.
Así que Zhou Mi le estaba haciendo a un lado como a un condón usado, con ganas de olvidar y seguir adelante.
Estupendo.
Bien.
Eso era lo que Donghae quería también: ningún compromiso era su lema de vida.
Bien.
Cuando el de cabello naranja no dijo nada, Zhou Mi se dio la vuelta y lo miró.
Podía imaginarse bien lo que parecía.
Sus labios estaban doloridos, hinchados por los besos, magullados.
Tenía las mejillas y la barbilla irritadas por el roce los dientes.
Su cabello estaba más desordenado que nunca, ya que se pasó los dedos a través de él.
Sabía que su cuello estaba cubierto de chupones.
Había moretones en forma de dedos en sus caderas.
En pocas palabras, se sentía bien follado y probablemente lo parecía.
Zhou Mi desvió la mirada y buscó su ropa, sus movimientos espasmódicos.
- Deja de mirarme así y sal de la cama.
- ¿Así cómo?
Pregunto con un deje de inocencia ladeando la cabeza y mirando a Zhou Mi por debajo de sus pestañas.
- Como una puta necesitando una verga.
Se negó a morder el anzuelo y enojarse.
Sus ojos pesadamente grumosos recorrieron desde el pecho de Zhou Mi al apretado estómago, y luego más abajo, a su gruesa erección.
Humedeciendo sus labios, volvió a mirar el rostro del hombre y separó las piernas.
No necesitaba decir nada.
Sus ojos decían todo por él.
Ven aquí. Fóllame.
Sabes que lo quieres.
Antes de que Donghae lo notara, Zhou Mi estaba sobre él, aplastándolo bajo su cuerpo pesado.
- Tú...
Dijo entre dientes antes de besarle, una y otra vez.
Dios.
Donghae curvó una mano alrededor del cuello de Zhou Mi y metió la mano entre ellos para tomarle la polla.
- En... - murmuró, tratando de guiarla en su interior. - ... entra.
- Lubricante.
Apresuro, chupando sus labios.
Era algo hilarante que ambos estuvieran reducidos a palabras monosílabas con tanta rapidez.
- No importa.
Donghae jadeó mientras la cabeza de la polla tanteaba su agujero.
Estaba todavía un poco resbaladizo de la noche anterior, el lubricante era de larga duración y difícil de limpiar.
- Fóllame.
- No seas tonto.
Zhou Mi logró decir, pero sus caderas ya se estaban moviendo, su polla moliéndose en él hasta que la cabeza finalmente entró.
Donghae jadeó, su mirada ampliada y vidriosa y sus dedos clavándose en la espalda de Zhou Mi.
Dios, la polla de ese hombre en él se sentía increíble, tan jodidamente perfecta, su circunferencia estirándolo hasta el límite, el placer mezclándose con dolor, y el dolor convirtiéndose en placer.
Con un gemido, Zhou Mi dejó caer la cabeza al lado de la de Donghae en la almohada, y empezó a joderlo con envestidas urgentes.
Retorciéndose, Donghae envolvió sus piernas alrededor de la cintura del mayor, quejidos saliendo de su boca cada vez que la polla dentro de él golpeaba su próstata.
No era sexo; era necesidad, algo que ambos ansiaban y necesitaban.
Era sucio, rápido y descarado, un choque de cuerpos, dientes y labios, y deseo, tanto deseo que le provocaba mareo, vértigo, y desvergüenza.
Sus sentidos sobre estimulados hasta el punto en que él tenía el pensamiento irracional de que podría morir si no se corría.
Zhou Mi empujaba, fuerte, una y otra vez, y Donghae aguantaba, murmurando algo ininteligible y disfrutando entre jadeos, y las envestidas calientes, perfectas, y los gruñidos de Zhou Mi y el conocimiento de que sí, joder sí, esto era lo que necesitaban.
Su orgasmo fue aterrador por su intensidad y el menor lo jaló más cerca mientras se corría, apretándose fuerte alrededor de la polla.
Los espasmos eran tan potentes que podría haber caído de la cama si Zhou Mi no hubiera estado sujetándolo abajo.
Zhou Mi se estrelló contra él unas cuantas veces más y se quedó inmóvil sobre él, deshuesado y pesado y tan malditamente perfecto.
Donghae gimió de placer, apretando sus brazos alrededor de él.
El silencio en la habitación era ensordecedor.
A diferencia de la primera vez, esta vez, ninguno de ellos se quedó dormido.
Ambos estaban completamente despiertos.
Donghae se quedó mirando al techo, sobre el hombro desnudo de Zhou Mi, y se preguntaba cómo se suponía que debería actuar.
Sus piernas todavía estaban envueltas alrededor de las caderas del otro.
Pensó, no sin algo de humor, que por lo menos ahora sabían a ciencia cierta que su ingle estaba sin duda más que preparada para hacer ejercicios más vigorosos: no sentía ninguna molestia.
Zhou Mi suspiró y luego su boca presionó contra un lado del cuello de Donghae.
Un beso suave.
Otro.
Y otro.
Donghae sonrió.
Había oído que el sexo dejaba a algunos hombres suaves y cariñosos después.
Nunca había pensado que Zhou Mi sería uno de ellos, no parecía de ese tipo, pero al parecer si lo era.
Donghae de brazos cruzados ponderó si debiese hacer algún comentario al respecto y avergonzar a Zhou Mi.
No eran... los besos y toques suaves no se sentían horribles, pero él no podía perder una oportunidad tan maravillosa para burlarse de Zhou Mi, ¿verdad?
- ¿Quién sabría que el sexo podría convertirte en tal blandengue?
Dijo con un resoplido.
Los besos se detuvieron.
Donghae frunció los labios.
- Eso suena bastante pretencioso viniendo de un tipo que me está abrazando como si fuera su osito de peluche.
Murmuró.
Sonrojándose, Donghae desenredó sus brazos y piernas de Zhou Mi y frunció el ceño.
- Aléjate de mí. Pesas una tonelada. - Tan pronto como Zhou Mi salió de él, se levantó de la cama y se dirigió al baño. - Usa el baño en el pasillo. - lanzó por encima del hombro. - Apestas.
- Siempre debes tener la última palabra, ¿Eh?
Donghae abrió la puerta del baño, se volvió a mirar a Zhou Mi, que estaba sentado en la cama con una mirada oscura en su rostro.
Donghae sonrió y le lanzó un beso.
- Siempre.
Zhou Mi lo miró con extrañeza y el menor rápidamente cerró la puerta y se encogió.
El sexo debe haber jodido su cerebro también.