Una vez que la dragona sale por el portal, esta vuela lo mas rápido que puede hacia el desierto hasta que logra llegar sobrevolar sobre este a la vez que espera la orden de su dueño para saber en donde aterrizar.
- Ya estamos en el desierto pero ¿En donde debemos bajar? - pregunta Yugi cero confundido.
- Dale la orden a Flamine que nos deje en la ciudad del Oasis, de allí yo los guiare hasta el reino - responde Atem serio.
- Muy bien, Flamine a la ciudad del Oasis - ordena el menor de los Yugis.
La dragona obedece el mandato, llega a la entrada de la ciudad, en donde aterriza, los demás se bajan de sobre esta y ella levanta el vuelo para irse. Luego de estar todos en el suelo, el antiguo rey comienza a caminar siendo seguido por los demás hacia dentro de la ciudad, la cruzan, salen de ella y toman el camino del este que lleva la lado contrario de la cueva de fuego a la que fueron anteriormente.
Siguen su camino a la vez que luchan con ninjas que les van apareciendo mientras avanzan hasta que logran llegar a la entrada del castillo, sin embargo la puerta de la entrada esta sellada por lo que no pueden entrar en el palacio del desierto.
- ¿Acaso no hay alguna otra entrada? - pregunta el guerrero molesto.
- Si, la hay - responde Atem con rapidez, se acerca a la muralla de la derecha, pone su mano en ella y camina tocando la pared hasta que presiona un botón y el muro se abre - listo ya podemos pasar.
- Atem eres genial - dice Heba asombrado y el otro se sonroja levemente por ese comentario.
Los cinco jóvenes ingresan en el castillo, en el primer piso se encuentran con ninjas y sapos de fuego, los cuales vencen con facilidad. Luego de derrotarlos a todos, se encuentran con una pequeña llave la cual les permite ingresar al segundo piso en donde otra vez, se topan con ninjas y con monstruos guerreros armados. Después de acabar con ellos, nuevamente se encuentran con otra llave, la cual los deja entrar al ultimo piso, donde otra vez tienen que pelear para poder obtener la ultima llave.
Con ella en sus manos, abren la puerta que los lleva a la sala del trono en donde ven a los maleantes parados y a la pobre Kizara tirada en el suelo.
- Danos a Kizara - ordena Yami serio.
- Primero lo primero denos la espada y el hada sera toda suya - dice Teana mirando a los jóvenes.
- De acuerdo - Yugi se saca la espada y se la da a Seth, quien le entrega a Kizara al guerrero.
- Muajajaja con esta espada el príncipe oscuro conquistara este mundo - ambos desaparecen en una nube humo celeste.
- Lo siento chicos, por mi culpa perdieron la espada - se escusa el hada arrepentida.
- Descuida Kizara, la espada podremos recuperarla pero no tu vida - dice Atem mirándola fijamente.
- Gracias Atem - sonríe pero después se pone seria - Oh no, tengo un mal presentimiento - angustiada mira a Yugi - déjame entrar en tu mente y mostrare lo que esta pasando.
- Hazlo - menciona el guerrero y ella lo hace, luego de un par de minutos esta sale.
- ¿Qué fue lo que viste Yugi? - pregunta el mago preocupado por la expresión de angustia de su amigo.
- Las piedras sagradas están rotas, eso quiere decir que los malignos están libres, si no hacemos algo para detenerlos, destruirán nuestro mundo - responde el ojiamatista alterado.
- ¿Como se supone que los detendremos? - cuestiona el chico bestia confundido.
- Tendremos que luchar contra ellos y derrotarlos - responde el arquero cruzado de brazos.
- ¿Podremos lograrlo? - pregunta Yugi cero con inseguridad.
- No, lo sabemos pero si pelean con ellos ahora que están débiles porque acaban de despertar tienen una alta posibilidad de ganarles - responde Kizara esperanzada.
- Bien, entonces salgamos de aquí y vallamos por la primer maligno - ordena el líder y todos asienten con sus cabezas.
Los cinco chicos, salen del palacio del desierto, llaman a Flamine, se suben encima de ella y una vez que todos están arriba, esta se eleva para lograr altura y comienza a volar hacia el primer destino.
Continuara