Yugi se alejo de aquel prado de flores y se devolvio por el trayecto que ya habia echo, gracias a que ya habia terminado con todos esos monstros ahora podia transitar con mas tranquilidad hasta llegar a su destino. Una vez que el tricolor junto con Kizara llegara al pueblo del lago se quedaron destrozados, al ver que algunas casas estaban destruidas, otras quemadas y no habia nigun ser viviente en la zona.
- Que crueldad ¿Como pudieron hacer algo asi? - dice el principe con tristeza y enajado consigo mismo por no haber llegado a tiempo.
- No, lo se pero no tenemos tiempo que peder, el zumo sacerdote corre peligro, debemos adevetirle cuanto antes - menciona el hada con angustia por la vida de su santidad.
- Si, tienes razon, andando - comenta el tricolor comenzando a caminar.
Los dos salen del pueblo del lago, regresan al bosque y toman el camino del norte en direccion hacia la cueva. Yugi seguia su camino hasta que se detuvo al ver en frente suyo, un joven un poco mas alto que el, tenia el cabello tricolor pero con mas mechones rubios que los suyos, sus ojos eran de color vino, su tez era blanca, vestia una camisa azul claro con botones dorados, un pantalon azul rey, unas botas largas negras, las cuales le llegaban a cuatro dedos debajo de las rodillas. En sus hombros dos hombreras de oro, las cuales sujetaban una capa de color azul oscuro y en su frente una tiara de color gris con uno dibujo de un baston de doro en el centro de esta.
Luego de que el principe lo viese a si mismo, ademas de las diferncias fisiscas como el tamaño, los cabellos y los ojos, ya que sus ojos eran de color amatista. Tambien lo eran sus vestimentas, dado que, el vestia una camisa blanca con botones plateados, un patalon marron claro, una botas marron oscuras que le llegaban a cinco dedos bajo las rodillas, en sus hombros una hombreas doradas las cuales sujetaban su capa de color verde oscuro y en su frente llevaba una corona de color plateado y en el centro de esta habia del dibujo dorado de un remolino.
Yugi continuo contemplandolo hasta que un suspiro de pesadez lo hizo reaccionar , toma valor y se acerca al desconocido.
- ¿Te encuentras bien? - pregunta el menor preocupado.
- ¿Eh? Si y tu ¿Quien eres?- cuestiona el mayor interesado.
- Me llamo Yugi, soy el principe del reino ventisca, es un gusto conocerte -dice el ojiamatista haciendo una reverencia.
- El placer es mío Yugi, mi nombre es Yami, soy el heredero al trono del reino de magos - menciona el ojivino haciendo el mismo gesto.
- ¿Qué haces tan lejos de tu hogar?- interroga Yugi con cierto interés.
- Pues veras, a pesar de ser el único hijo del rey de ese lugar, nunca he podido realizar ni el más simple conjuro por lo cual mi padre siente una gran vergüenza hacia persona, esta es tan grande que me llamó a la sala del trono con toda la intención de sacrificarme para invocar la energía oculta que hay en la piedra sagrada del agua. En ese momento el temor me invadió y todo se puso blanco, cuando abrí los ojos me encontraba afuera de las murallas del castillo, así que como no podía regresar al interior de ese lugar, me adentre en las gélidas tierras hasta que por culpa del frío, termine desmayandome. Cuando volví en si, me encontraba en la posada de la aldea nevada, unos niños me habían encontrado y le avisaron algunos adultos quienes me llevaron a ese sitio. Luego de darles las gracias, me tope con una vidente, quien me dijo que debía venir hablar con el sumo sacerdote y por ello estoy aquí - relata el mayor - y ¿Tu?
- Bueno mi reino fue invadido por los ninjas del desierto, mataron a mi padre y secuestraron a mi hermano menor, por lo que no se que hacer, así que vine a ver a su santidad, ya que, creo que el puede guiarme - le explica lo sucedido con una mirada llena de tristeza.
- Entiendo y lo lamento- dice Yami poniendo una mano sobre el hombro del menor.
- Descuida
- Ahora el problemas es que no podemos pasar por culpa de esa barrera- menciona el mago volviendo a suspirar.
- No, te preocupes, Kisara nos puede ayudar con ella - dice Yugi con una sonrisa.
- ¿Quien es ella?- pregunta el tricolor mayor confundido.
- Yo - sale de detrás de Yugi- soy Kizara soy un hada no te asustes, no muerdo, ahora es hora de decirle adiós a este estorbo - usa sus poderes y la barrera desaparece - listo ya podemos pasar.
- Mucha gracias Kisara - dicen los dos chicos al mismo tiempo.
- Por nada, muchachos- comenta ella volviendo a meterse dentro del menor.
Los dos jóvenes entran a la caverna tranquilamente hasta que tan solo caminar unos pasos se encuentran con murciélagos y hongos caminantes. Yugi toma su lanza con la cual lucha con los voladores mientras que su compañero lucha con su bastón en contra de los terrestres hasta que los eliminan.
- No, peleas nada mal - alga el oji amatista con una sonrisa.
- Gracias, aunque no sepa usar magia, puedo usar esto para defenderme- dice Yami correspondiendo gesto con otra sonrisa.
- Muy bien, sigamos así hasta que salgamos de esta caverna- menciona Yugi levantando su puño al cielo.
- De acuerdo
Los dos chicos continuaron avanzando por el norte, este, sur , oeste, este, norte, sur y norte en donde no solo se toparon con murciélagos sino también con hongos caminantes, conejos, zombis y goblins. Los cuales les costó bastante trabajo derrotar sobre a todo a los últimos, ya que, los muertos vivientes lanzaban veneno por la boca a cada cinco segundos y los otros lanzan hachas voladoras de manera constante.
Por lo que además de atacarlos debían estar esquivando sus ataques por lo cual les costó más tiempo eliminarlos por a fin de cuentas lograron acabar con ellos.
Luego de terminar con ellos, continuaron por el norte hasta que hallaron un letrero que decía : " si sigues al este llegarás a la ciudad de las luz". Después de leer aquello, los dos sonrieron, por lo que, siguieron con su trayecto, en donde se toparon con mas enemigos, los vencieron y pudieron salir de la cueva.
Una vez fuera de ella se sentaron a comer y beber algo para reponer energías y con estas restablecidas. Retomaron su camino hacia la ciudad de la luz, luego de caminar por media hora por fin llegaron a la ciudad, se adentraron en ella y una vez dentro de esta, comenzaron a buscar el templo de la luz hasta que lo hallaron e ingresaron en el.
Una vez dentro de este comenzaron a buscar la sala del altar hasta que lo hallaron a finales del segundo de piso del templo, los dos se detuvieron en frente a dos grandes puertas de madera con manillas de oro. Cada uno tomó una de las manillas y abrieron las puertas.
Continuará