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DEFECTUOSO por Alicia_Wesley

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Un día desperté con el cuerpo horriblemente adolorido más la incómoda sensación de mi cama húmeda y pegajosa. Me retorcí de un lado a otro intentando conciliar el sueño nuevamente, fallando cruelmente.


No entendía la razón por la cual me sentía tan agotado. Mis músculos estaban tensos y mi piel se sentía caliente debajo de las frazadas, tal y como si las hubiese puesto a hervir en una olla durante largo rato. Húmedas y calientes. No me había hecho del baño encima, ¿verdad?


Por accidente rocé mis pezones contra la sabana y un horrible ardor me hizo chillar más sorprendido que adolorido. Me quité las mantas de golpe y observe mi cuerpo desnudo, pegajoso y entumecido. Entonces un olor delicioso llegó a mi nariz haciéndome ronronear, distrayéndome por completo. Empecé a olfatear el aire en busca de su origen, y terminé bajándome de la cama tocando el suelo raramente suave.


Bajé mi mirada y entonces una sudadera gris en el frío piso robo mi atención. La tomé como si fuese de vida o muerte, pegándola a mi rostro gimiendo de satisfacción.


Oh... Que rico...


Olía a café... No, no, a almendras... ¡No! Mejor aún, a chocolate... Vainilla, canela, miel...


Gemí largo y agudo.


"No, tampoco es eso." Pensé confundido. "Huele a..."


—Espero que nos volvamos a ver Jhouna.


Mi corazón latió tan fuerte como caballo desbocado y mi rostro quemo. El oxígeno estaba aprisionado en mis pulmones, y mi habitación me empezó a dar vueltas. Di un paso en falso hacia atrás perdiendo el equilibrio que me hizo caer de trasero contra el suelo. Ignore el ardor en mi entrada.


Los recuerdos brotaron como un balde de agua fría en mi cabeza, y no pude más que ver como si fuese una película de terror en cámara lenta. Observe mis posters de bandas en las paredes y mi armario desordenado para asegurarme de que me hallaba en casa. Y si, estaba en mi recamara.


No, no. No estás en casa. Susurro mi omega interior. Alfa es casa. Alfa es hogar.


¿Qué fue lo que me sucedió?


De un momento a otro había estado jadeando por el calor tan repentino, y justo como si hubiese perdido el control de mi cuerpo me hallaba gimiendo incoherencias mientras me balanceaba contra la cera. Mi rostro estaba en su regazo y el líquido caliente que se deslizaba hasta mis pantorrillas se asemejaba a la saliva que se resbalaba por mis labios que picaban y quemaban por ser besados.


—Derek, Derek, Derek.


La gente me miraba, yo estaba seguro de eso. Pero no me había importado, solo quería una cosa. Que aquel muchacho que recién conocía me jodiera sin sentido.


—Jhouna, cálmate. —Susurro con su voz tan espesa. Podía sentir como su respiración también se alteraba y al mirarle a los ojos ya no eran de un gris claro y profundo. Ahora eran negros y salvajes. Sin embargo, podía notarlo. Yo había perdido la lucha contra mis instintos, pero él seguía peleando por no dejarse llevar.


— ¿Lo sientes? —Gemí desesperado. Por cada palabra un jadeo profundo brotaba de mi garganta. Era un suplicio el hablar, pues todo el oxígeno se escapaba. Calor, calor, tengo calor. Pensé desesperado. —Te necesito. Tú también me necesitas. ¡Ya, ahora, me estoy quemando!


Vi sus labios moverse y lo que pude entender fue "No puedo ayudarte."


— ¡Alfa, alfa, te necesito! — 'No va a ayudarte porque eres un mal omega.' Sollocé. Su olor empezó a cambiar de dulce a algo amargo que formo un nudo en mi garganta. Otra ola de calor golpeo mi cuerpo y pude sentir como mis entrañas se abrieron chorreando más pulido. Creo que moriré. Fue lo que pensé en ese momento lleno de desesperación.


—Siéntate en mi regazo. —Sí, sí, lo deseo. Su voz no fue fuerte, pero yo estaba en un estado de hipnotismo. Me levante con las piernas como gelatina, y me acosté en el a la vez que hundía mi rostro en su pecho. Su olor pudo calmarme durante unos minutos, dejando que algo de luz se cuele en mi mente oscura. La presencia de personas pasar a nuestros lados exudando un olor de calma me dejo algo picado. Era normal ver estas situaciones en las calles, pero era anormal meterse en ellas. Sin embargo, no me importo. No podía pensar en nada. El momento de calma se extinguió tan pronto como llego, y mi cuerpo empezó a doler. Unos terribles calambres en mi vientre me hicieron retorcerme, mis pezones se endurecieron y juraba que mi mancha había atravesado la tela de mis pantalones. —Voy a sacarte de aquí. Aguanta un poco más. —Tomo con sus brazos los rines metálicos moviéndonos por su forzado auto control. Aunque en ese momento no lo reconocí, solo estaba concentrado en restregarme contra su miembro.


—No puedo, no puedo—Dije perdido en la nebulosa. Hundí mi rostro en su cuello y le escuche jadear muy cerca de mi oído. —Calor, vacío... me siento tan vacío. Lléname Alfa, jódeme. Lléname de crías...


—No hagas esto más difícil para mí—Soltó con la voz ronca. Estaba perdiendo el control. Empecé a besar su cuello y a extender mi aroma para volverle loco. Quería que me tomara... lo quería tan mal... Pero su voz en un tono sumamente consecuente me paralizo. —Omega, Ya para de una maldita vez.


Su voz me congelo en el acto y toda mi piel se erizo. Quería llorar y gemir de frustración, pero no pude. Cada parte de mi quería y tenía que obedecerle. Abrí mis labios luchando contra mi instinto, pero solo un jadeo lamentable broto de mi garganta.


—Perdón. —Expreso. Sin embargo eran unas disculpas vacías, pues en ningún momento retrocedió la orden. —No sé qué está sucediendo... pero tienes que calmarte, ¿de acuerdo? —Ronronee cuando su mano acaricio mis cabellos negros como una manera sutil de consolarme. Sentía su confusión y nerviosismo aunque no la exteriorizara.


—Si... alfa.


—Deja de hacer eso. No soy tu alfa. —Rugió. Me encogí instintivamente, y enseguida sentí su frustración. El seguía luchando contra sus instintos. —Yo... no puedo ser el alfa de nadie, compréndelo.


—Por favor Alfa, tómame ahora... No puedo resistir más...


—Tsk. ¿No me estas escuchando? —Solloce duro ante otra ola de calor mucho más fuerte, y su corazón se estremeció. —Entiendo, entiendo. Voy a llevarte a mi casa, solo se paciente. No puedo creer que ahora me la haga de transporte...


Mi yo con los pies en la tierra hubiese dicho algo, pero ese personaje había desaparecido párrafos atrás. En ese momento sentía que estaba prendido en llamas, tanto así, que mi ano se contraía sin mi consentimiento. Sin embargo, lo que sucedió a continuación me hizo hundirme en un volcán a punto de erosionar.


Un hombre se acercó a nosotros. Lo pude sentir. Me encogí ante el olor de alguien más tan cerca de mí. Me dio escalofríos y me hizo temblar el reconocer que eran feromonas de un alfa. No venia en zon de ayudar. Jamás lo hacían.


Nos detuvo con facilidad por las agarraderas de empuje, eso no daba buena espina.


— ¿Problemas en el paraíso? —Pregunto feroz. Gemí inconscientemente y agradecí el tacto de la mano cálida apretarme contra el cuerpo de... mi alfa. —Los omegas siempre tan deseosos de una polla. —Si... Si quiero pensó mi omega interior. Quiero el pene de mi alfa—Deberías dejarle ese trabajo a un alfa de verdad. Lisiado.


El cuerpo debajo de mí se tensó.


— ¿Por qué no mejor te vas a dar una vuelta, y le dejas el trabajo de satisfacer a este omega a un alfa de verdad? Uno que ya sabes, puede empotrarlo contra la pared y no desde una silla. Mocoso defectuoso.


Derek no dijo nada. Pude sentir como intentaba controlarse, pues su mano que acariciaba mi muslo para tranquilizarme, ahora apretaba con rudeza la tela de mi jersey. Pero no dijo nada.


— ¿Qué sucede? ¿También eres mudo?


—No... Él es perfecto. —Intervení drogado con el aroma de Derek que se hacía cada vez más fuerte. De pronto chille de dolor, pues aquel hombre me había jalado del cabello para obligarme a mirarlo. Mi corazón se disparó.


—Los omegas no opinan. —Escupió. —Eres solo un objeto, metete eso por la cabeza.


No pude decir nada. No había entendido nada por el calor en mi piel, pero aun así sentía dolor en mi corazón. Un olor picante y molesto se coló por mi nariz. Mi mente se nublo por el aroma asfixiante pero a la vez excitante. Apreté los apoya brazos de la silla y jadee.


Después de eso, lo único que había podido escuchar era un gruñido tan fuerte y agresivo, que una fuga de mancha se derramo de mi recto. Me corrí en el acto y quede sin aliento. Enseguida, todo quedo oscuro.


—El agarro mi teléfono celular...—Susurre recordando. La excitación atravesó mi cuerpo al recordar, pero no de manera desesperada. —Me llevo a su casa, y su madre... llamo a mis padres. También me dejo su suéter...


Y desde eso, ya había transcurrido una semana. Mi celo ya había pasado... Mi primer celo.


Su mirada grisácea floto en mi mente y su aroma expedido en su ropa hizo que mi vientre revoloteara. Era el. Él era mi alfa destinado.


—Tengo que volver a verlo. —Murmure contra el suéter. Mi mirada seguía algo perdida, pero había recuperado los estribos. De pronto podía imaginarme un futuro brillante y claro. Ya no me molestarían más los matones, pues ya no era un "inútil" tal y como ellos decían. Durante breves minutos sentí la victoria y el orgullo inundar mi psiquis.


Tendría un alfa que me cuidaría, y también uno que me haría dejar de ser un omega renegado. Obviamente esto no detendría los prejuicios hacia mi género, pero sin duda me brindaría una mejor calidad de vida, pues tendría privilegios tales como caminar pasada las nueve de la noche, acompañado claro está, pero de que podría salir en la noche sin que un alfa pudiese violarme de manera "justificada" por estar "provocando" al no estar acoplado, ya no iba a ser más un problema. De alguna manera la idea de estar vinculado a un alfa me hacía sentir... poderoso.


Pero debía de admitirlo; Aquel cosquilleo en mi estómago y lo pegajoso que podría llegar a ponerme tan fácilmente por oler su aroma o siquiera recordarlo, era el mayor premio. Aquella sensación de estar tan conectado a alguien era maravilloso... Nunca me lo hubiese imaginado.


—Amo el amor...—Susurre sin aliento. Me lance a mi cama suspirando para enroscarme en las mantas que olían a frutas frescas. Era mi aroma. —Derek, ¿Cuándo volveremos a vernos? —Una sonrisa boba abrió paso entre mis labios y gemí de felicidad. —Años, pasen más rápido... Ya quiero ser todo un adulto.


Para aquel entonces, estaba pensando como un adolescente de dieciséis años de edad lo haría comunmente. Estaba enamorado, no había duda de eso. Sin embargo, aún no sabía lo que amar a alguien implicaba. Sobre todo, si nada salía tal y como uno lo había planeado.


 


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