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DEFECTUOSO por Alicia_Wesley

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Notas del capitulo:

En este capitulo seguimos en el mismo tiempo y espacio que los anteriores. Derek tiene diecisiete años de edad, pues es un año mayor que Jhouna por pocos meses.


Para el Omegaverse no hay reglas especificas, y yo he inventado las mias para mi conveniencia.


El Padre de Derek es un omega y su Madre un alfa.


Las mujeres alfas tienen vagina, pero tambien miembro masculino para impregnar a los omegas o betas. Los alfas no pueden quedar embarazados, sea hombre o mujer. 

Derek


Todo había sucedido demasiado rápido para mí. Nunca me hubiese imaginado que un simple paseo para despejar mi mente terminaría con una escena tan vergonzosa he incomoda. Francamente, no podía entender si encontrar a mi alma gemela me hacía afortunado o desafortunado.


En el momento en que nací, hace diecisiete años atrás, mis padres rebozaron de alegría. Es decir, es lo común al ver nacer a quien llevaste esperando por más de ocho meses.


Cuando se enteraron de mi género secundario se sintieron sumamente orgullosos. Habían concebido a un alfa, alguien nato para el éxito y méritos honrosos. Sin embargo, cuando a los tres años de edad aun no había podido aprender a caminar como un niño normal, todo se desmorono.


—Lo lamento mucho. Sé que es difícil de procesar para ustedes, pero su hijo sufre de espina bífida. El tejido que se daña o pierde, en su caso de manera genética, no puede ser reparado o reemplazado.


Mis padres no se tomaron bien la noticia. No podían aceptar el hecho de que su hijo, quien había nacido para hacer grandes cosas con su vida, fuera discapacitado. Intentaron todos los métodos posibles para ayudarme, he incluso entre al quirófano incontables veces, pero no había solución alguna. Mientras iba creciendo mi Padre, un omega, me repetía constantemente lo "especial" que era, y que no debía dejar que nadie me subestimara por eso. Sin embargo, aquella palabra; "especial" no me hacía alegrarme por ser diferente.


Muchas veces me pregunte; "¿Por qué yo?". Si era un alfa, "¿Por qué yo?"


Mi niñez no fue fácil. Los comentarios insensibles llegaban a mis oídos y rebotaban en mi mente una y otra vez.


"Y... ¿Fue un accidente?"


"¿Cómo te ocurrió?"


"Oh... lo lamento. Debe ser muy difícil para ti."


"Debe ser frustrante para tus padres."


"¿Es genético?"


"Que desafortunado. Siendo un alfa de una familia tan renombrada, debes sentirte realmente mal."


Pero entonces, una parte de mi murió, y me di cuenta de una cosa. Este suplicio jamás acabaría. No si yo seguía permitiéndolo.


Tenía que acostumbrarme a una vida de decepciones y desilusiones. Tenía que dejar de preguntarme "¿Si no hubiera sido así, como sería mi vida?", el; "¿Por qué yo?" tenía que desaparecer de mi vocabulario. Pero como todos saben, fácil es decir mil palabras, pero difícil es llevar a cabo tus pensamientos.


Finalmente a partir de los quince años caí en la aceptación. Me encerré en mi propia burbuja, mi mentalidad se oscureció y mi lengua cayó en un vicio de herir a las personas con palabras excesivamente honestas e irónicas. Ya saben, cuando la vida te aplasta, tu solo no puedes evitar aplastar a los demás. Más que todo, a los que intentan ayudarte.


El día de mi primera rutina, todo fue tan doloroso que llore todo lo que no había podía desahogar desde pequeño. Al ser un alfa, cada seis meses durante tres días tu instinto se desamarra de tu control. Solo deseas tomar a quien te parezca una pareja potencial para reproducirte y dominar crudamente, Pero todo es muy diferente cuando el destino te quiere hacer la vida imposible.


El sentir como tú miembro se endurece hasta el punto de que ni tu puedes aliviarte es una total y completa mierda de pies a cabeza. Sin embargo, ni eso, ni el hecho de que más de una vez hice llorar a mi padre con mi sufrimiento y enojo, me causo tanto dolor como el darme cuenta de que siempre seria así. Nadie jamás, nunca, de ningún modo en lo absoluto... querría estar con alguien como yo.


Eso era lo que más dolía.


¿Por qué algún omega o beta querría emparejarse conmigo?


Encontrar a mi alma gemela no me llenaba de esperanza. Seguramente ni siquiera por instinto alguien querría estar con una persona que no pudiese complacerle en ningún aspecto. Solo sería una carga más.


Pero entonces sucedió. Ese día solo iba a tomar aire fresco para liberar toda la tensión que se acumulaba en mí constantemente. Miraría los árboles y los pájaros volar para luego tomar un transporte he irme a casa una vez más. Ignoraría las miradas indiscretas he insultaría a quien agotara mi paciencia. No tenía demasiado así que, seguramente sería una respuesta rápida y vulgar. Sumamente vulgar.


Pero no, el destino quería complicar aún más mi vida.


Todo sucedió en cuestión de segundos. Al verle a los ojos por primera vez sentí una descarga eléctrica en mi espina dorsal. Mi alfa interior gruñía incitándome a tomarle allí mismo, pues su olor era tan malditamente delicioso que podría drogarme felizmente en ese mismo instante. Pero mi parte consciente sabía que no era lo correcto. No iba a coger en un parque al aire libre, ni siquiera cuando el sudor empezó a bajar por mi frente.


Sin embargo, no lo iba a negar. Aquel omega era demasiado hermoso para su bien. Su piel oscura bajo esa capa de sudor era incitante y se veía tan suave que solo quería arruinarla llenándola de hematomas y mordidas. Su cabello negro que caía sobre sus hombros me provocaba acariciarlo mientras mi alfa solo quería jalarlo, para así obligarle a posar sus ojos verdes almendrados justamente en los míos hasta que se le grabara en su mente el rostro de quien sería su alfa por el resto de su vida.


Entonces le engañe. Nunca he sido el tipo de persona que pide ayude aunque la necesite. Por ello, aunque sabía que estaba mal, no me importo pedirle que me devolviera el favor llevándome hacia la salida. No lo necesitaba, y si fuera así, igual nunca le pediría eso a alguien. Y aunque él lo hizo inocentemente sin saber lo que sucedía, yo si me daba cuenta del aroma que estaba soltando. Su celo comenzaría pronto, no era tan tonto como para no reconocerlo. Por ello mismo no podía dejarle solo, y más sabiendo aun, que yo había sido el causante de esa reacción. Yo había sido el detonante, y no mentiré diciendo que no lo disfrute. En realidad, aunque no lo exteriorizara, siendo un profesional en mantener a raya mis emociones, me regodee al verle retorcerse entre gemidos mientras sus pantalones se mojaban de pulido tan solo por mí.


No me sorprendí cuando empezó a gemir sin aliento mientras aquel olor dulzón se hacía cada vez más fuerte. Sabía que se estaba mojando con cada segundo que pasaba. Empezó a desesperarse tanto que en cierta parte me causaba placer, pero aun así, la preocupación fue latente. Mi padre era un omega, y estaba claro en lo terrible que era para el no poder apagar la llama en su vientre lo más rápido posible.


Aun podía ver en mi mente su rostro jadeante pidiendo por mí. Me pregunto; si tan solo no hubiese estado atrapado en esta silla de ruedas asfixiante en contra de mi voluntad, ¿Lo hubiese tomado en ese mismo instante contra una de las paredes más cercanas?


Seguramente.


Pero ese no era el caso. Y por ello ahora me hallaba acostado en mi cama meditando sobre ello al respecto. Ya había pasado una semana desde aquello, y mi alfa interior ya había detenido sus rugidos de queja al no poder auxiliar al precioso omega. Seguramente ya su celo había cesado, porque el constante palpitar en mi mente incitándome a buscarle, porque estaba sufriendo sin mí, ya se había esfumado.


—Toc toc...—Resonó uno vez baja y gentil en la entrada de mi alcoba. Corte mis pensamientos y observe la figura de mi Padre con una bandeja entre sus manos blancas y pequeñas. Una sonrisa dulce se posaba en su rostro que no dejaba ninguna evidencia de sus 39 años de edad. —Buenos día cariño.


—Buenos días—Solté de mala gana. Mi voz sonó más grave de lo habitual por ser mi primera palabra en la mañana. Él se dirigió hacia mí, y con ayuda de mis brazos me incline apoyando mi espalda al respaldar de la cama.


—Te traje tu desayune favorito. —Me coloco la bandeja en mi regazo y gruñí bajo. Panqueques con crema batida. Había pasado un tiempo desde la última vez que los comí, pues mi padre siempre me los hacia cuando quería hablar de un tema difícil. Era una especie de "truco" para preparar el terreno.


—Papa... Ya no soy un bebe. A demás, no es un misterio para mí lo que quieres lograr con esto, no soy tan tonto.


Su rostro se puso tan rojo como el de una manzana, y sus manos tomaron uno de sus mechones castaños dándole vueltas de manera nerviosa. Hubo un momento breve de silencio, y cuando la tonalidad carmesí bajo de rostro cruzó sus manos haciendo un mohín.


—Todavía eres mi cachorrito. —Revolvió mi cabello rubio y suspiro con una sonrisa boba empastada en sus labios. —Solo que... ahora eres mucho más atractivo y fuerte.


Ahora fui yo quien se sonrojo. Evadí su mirada hacia mi armario, y solté un leve "tsk". Sentí su mirada burlona encima de mí.


—Es en serio. —Su tono de voz algo nostálgico capto mi atención. El ambiente había cambiado de pronto, dejando relucir una especia de melancolía. —Aunque crezcas y te vayas de casa, siempre serás mi cachorro... Ni siquiera aunque llegues a odiarme y no vuelva a verte.


—Papa, yo nunca llegaría a olvidarte, mucho menos a odiarte. —Suspire rendido y tome el tenedor para comenzar a desayunar. —Es más, me comeré los panques, ¿ves?


Su sonrisa hizo acto de presencia nuevamente y me arrepentí de haberle hecho entristecer momentos atrás. Mi padre era de espíritu frágil, y verle romperse fue algo tan amenudo en mi niñez que observarle llorar seria como una tortura para mí. Acerque mi mano a su rostro y le levante del mentón para que me viera.


— ¿Estas llorando? —Bufé con sorna. —Te vez demasiado feo con la cara arrugada.


— ¡Ay, que malo eres. No creí haberte criado de una manera tan maleducada muchachito!


Su risa lleno la habitación y no pude evitar el sonreír. Unas pequeñas lágrimas se deslizaron de sus mejillas, pero ya sabía que no caerían más.


—Hey, hey. ¿Qué está sucediendo aquí? —Mi madre apareció con su perfecto maquillaje y un hermoso vestido negro que acentuaba su figura. Sus cejas negras fruncidas y sus labios rojos rectos en acto de enojo falso hicieron reír a mi padre quien no se alejó de mi lado, pero que inevitablemente soltó unas feromonas de felicidad que me hacía querer vomitar. —Deja de acaparar a tu padre. Él es mío. —Gruño y se acercó con una sonrisa.


—También es mío. —Gruñí tomándole de la cintura para acercarlo a mí. Note un pequeño brillo peligroso en los ojos de mi madre, porque aunque sabía que estábamos solo jugando, en el fondo si había una mínima rivalidad inevitable entre nosotros. Dos alfas, y un omega en casa. Era imposible no retarnos.


—Ya, ya. Me están ahogando con sus feromonas. —Susurro bromeando, aunque pude sentir su falta de aliento y el típico olor dulzón de pulido. Deje ir a mi padre para verlo levantarse y darme la espalda, reí a mis adentros al ver una ligera mancha en su bata. Mi madre lo apego a ella con sus brazos y me miro gruñendo mientras hundía su rostro en el cuello pálido. —Alfa... Ya.


—Me molesta que abraces a nuestro hijo—Se quejó mi madre al igual que una pequeña niña. —Solo yo puedo tocarte.


Mi padre rio y se separó un poco para tan solo terminar asido a ella por su brazo posesivo en su cintura.


—Pensé que irías a trabajar temprano. —Dije indiferente. —Ya vete de una buena vez.


Ella me miro y frunció el ceño.


—Es que eres estúpido o que—Soltó poniendo los ojos en blanco. No me inmute. Era nuestra manera de ser cariñosos entre sí. Obviamente, con mi padre era otra historia. —Hoy es sábado. Aunque seguramente has de estar pendiente de tu pequeño problema—Insinuó dando una breve mirada a mi cintura. Sentí mi cara caliente. Durante toda la semana mi mente estuvo enfocada en Jhouna, y mi cuerpo obviamente no se había quedado atrás. —Y ahora que toco el tema, tu padre te preparo panqueques. Ya sabes lo que eso significa.


— ¿Qué tienen en contra de mis panques? —Pregunto gimiendo.


—Nada cariño, son suaves y esponjosos. —Mi padre aún no se daba cuenta de que inconscientemente cada vez que quería hablar conmigo sobre algo en específico su omega le hacía hacer aquel dulce desayuno. — ¿Vas a joderte a ese omega o no?


— ¡Sully! —Dijo mi padre con la cara deformada y roja. —Perdón Alfa... —Susurro a los pocos segundos por gritarle. —Solo... toquemos el tema de la manera más sana posible, por favor...


Quise reír por el comentario tan inocente y tonto de mi padre, pero me redimí.


—Bien, bien. Ya ha pasado una semana desde el "suceso". Esta más que claro que son almas gemelas, así que ahora tenemos que tener "La charla".


—Mama, deja eso.


— ¿Qué lo deje? Entonces no me vengas a chillar después porque le rompiste el culo a ese omega adorable con tu nudo. Y tu Padre puede decirte lo horrible que es tener el ano abierto por más de una semana.


Mi papa se ahogó con su propia saliva.


— ¿Puedo encargarme yo de esto? —Pregunto. Podía ver una capa de sudor en su frente y el olor que expedían sus glándulas no era más que nervios y vergüenza. El verlo así me causo risa y elimino mi tensión.


—Por favor. —Dijimos mi Madre y yo al mismo tiempo.


—Derek, ya tienes diecisiete años. Es normal que a esa edad, he incluso antes, encuentres a una pareja que congenia perfectamente con tus genes alfa. Claramente eso fue lo que sucedió esta vez, y por ello tu omega entro en celo. —Cuando dijo "tu omega" me hizo estremecer. Hasta el día de hoy no había pensado en más que en Jhouna, pero nunca me hice la pregunta más importante; "¿Ahora qué?". —A partir de ahora ambos sentirán una especie de conexión, pero no tan fuerte debido al hecho de que no están vinculados. Podrás percibir su aroma aun con una distancia algo lejana he incluso tendrás la necesidad de marcarlo con tu olor. Sin embargo, a tu omega le toca la parte más ruda. Sus calores serán más difíciles debido a que su cuerpo reconoce que tiene un alfa que puede saciarlo y dejarle embarazado.


—No queremos nietos molestos aun. —Interrumpió mi madre.


—También tendrá la necesidad de complacerte lo más que pueda, y dependerá de ti su estado emocional y psicológico pues querrá tu aprobación. Sera algo extraño para ambos al principio, pero luego con el tiempo se acostumbraran a sus olores y todo volverá a ser como antes sin exageraciones. Ahora, con el tema del sexo...


—Eso lo explicare yo. —Mi madre sonrió de manera maliciosa y yo solo fruncí el ceño. Era demasiado que procesar y tomar en cuenta. Y eso solo lo hacía más difícil para mí. Una parte de mi me decía que lo tomara con normalidad, pues tenía derecho a ser feliz al igual que los demás. Pero no podía hacer a alguien infeliz por mí. No era lo justo. —Los omegas son muy sensibles Derek. Así como tenemos la potestad de ellos por ser alfas, nuestro deber es cuidar y proteger más allá que disciplinar o dar órdenes. Sus cuerpos tienen diferentes zonas erógenas. Pero eso te lo explicara tu Padre. En cuanto a nosotros, el nudo es una parte importante para satisfacer a nuestra pareja a plenitud, pero también para complacer nuestra parte alfa dominante. Derek, ¿Me estas escuchando?


—Sí. —Respondí simple.


Ella seguía hablando acerca de nudos, condones u otras cosas en las que francamente no profundice. Estaba más metido en mis pensamientos, los cuales se contradecían una y otra vez.


Pero, ¿Qué podía hacer?


Jhouna era un omega hermoso del cual no sabía absolutamente nada. Seguramente su celo ya había terminado y su corto recuerdo acerca de mí ya había sido arrojado al excusado. Seguramente está dispuesto a conocer a algún otro alfa que si pudiese cumplir con sus necesidades. Y entonces me sentí como un completo idiota.


Yo pensando suciamente en lo que estaría haciendo durante esta semana, retorciéndose contra sus mantas, gimiendo mi nombre con esos labios hinchados y rojos. Pero, ¿El estaría interesado en mí? Por lo menos, ¿tanto como yo lo estoy por él?


—Si puedes comprender todo eso, y sigues al pie de la letra mis indicaciones, serán felices. Ahora, ¿Cuándo iras a hablar con sus padres?


— ¿Qué?


No, definitivamente no. Ya sería suficiente ser rechazado por un omega, ¿también tenía que dejar que sus padres me dijeran lo terriblemente loco que estoy por querer estar con su hijo en estas condiciones?


Mi madre me miro en silencio durante unos momentos, para luego soltar una maldición. Mi padre se encogió.


— Como que "¿Qué?". Derek, tienes que aclararles a sus padres que tú eres el alfa de su hijo. No quiero un hijo convicto siendo buscando por la policía debido a secuestro y violación sexual.


—Mama, no estas comprendiendo el asunto.


Ella gruño molesta y note la incomodidad de mi padre por la manera tan fuerte con que era agarrado por su cintura. Pero ignore aquel hecho por el enojo burbujeante que me causaba ver como ambos ignoraban la parte más difícil para mí.


— ¿Qué asunto? No seas menso.


La imagen de Jhouna gimiendo y restregándose contra mi regazo floto en mi mente.


—Te necesito alfa... Te necesito


Estaba tan desesperado. Yo no podía darle lo que necesitaba.


Y entonces, aquello fue lo que volvió loco a mi alfa.


— ¿¡Es que no me estás viendo?! —Gruñí. Mi padre gimió y se encorvo un poco. Un silencio incomodo lleno la habitación, pero eso no me importo. La prepotencia estaba nublando mis sentidos. —No puedo ir y tomarlo como si nada, mucho menos ir a hablar con sus padres. Ustedes llegan y me hablan de mi deber como alfa, y demás gilipolleces, pero no ven lo que hay frente ustedes. No ven lo que soy. Y, ¡No soy un alfa normal, y jamás lo seré!


Los ojos de mi padre se cristalizaron y sus manos apretaron su albornoz. "No me mires así" pensé "No me mires como si te diera lastima"


—Hijo...


—No papa. —Dije con la mirada fría. Estaba cansado de fingir estar bien con todo esto. —No intentes decirme una vez más "Solo eres especial". Porque eso jamás me ha hecho sentir mejor. No saben cómo me siento, y no los culpo, no quiero hablar de ello. Pero no voy a reclamar a ese omega, no lo haré. No voy a arruinar su vida... No puedo.


Ya era suficiente con mi infelicidad.


—No, cariño no pienses así, tu sabes que


— ¿Esa es tu decisión? —Mi madre intervino. Sostuvo mi mirada en una lucha silenciosa.


—Sully espe—Un olor picante lleno el aire y él se retorció un poco.


—Estoy hablando yo, Samuel.


Mi padre tembló.


—Si alfa...


— Si esa es tu decisión está bien. —Su tono de voz era duro, pero no me deje intimidar por ello. Podría estar condenado a un impedimento, pero aun así seguía siendo un alfa. No iba a dejarme dominar por nadie, mucho menos por mi madre. —No interferiré. Pero no decidas todavía. Solo date una oportunidad, conócelo. Haciéndolo podrás ver un breve adelanto de tu vida si decides estar con él.


—No es justo para él. —Sentí el apoyo de mi padre a través de nuestro vínculo familiar.


—Hijo, La vida nunca ha sido justa. —Ella camino hacia mí, y pone su mano fría en mi hombro. —Para nadie.


—Sí. Lo sé muy bien. —Mis ojos se posaron en la silla de ruedas acomodada a un lado de mi cama y susurre una vez más; —Lo se...


En aquel tiempo era tan solo un adolescente. Mi autoestima, aunque no lo demostraba, estaba por los suelos. ¿Cómo protegería a mi omega si estaba postrado en una silla de ruedas por el resto de mi vida?


Lo único que cargaba conmigo era mi genética alfa para intimidar al resto. Pero eso no me importaba, para mí, eso no valía nada.


Sin embargo, el estaría allí para sacarme de ese pozo sin fondo. Para demostrarme, que lo más importante no era nuestro género, clase social, o habilidades. Había algo más, que al igual que muchos, yo no había descubierto.


 


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