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DEFECTUOSO por Alicia_Wesley

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Notas del capitulo:

Nunca había escrito un capítulo tan largo en toda mi vida. Mis dedos sangran y mi teclado casi pierde la vida patrioticamente, pero para que vean que los amo; aqui esta la continuacion. 

Todo había iniciado tan bien esa mañana. Había cepillado mis dientes mientras observaba, como un niño con juguete nuevo; mis glándulas detrás de mí cuello que ahora se hinchaban levemente soltando un olor fuerte de frutas y hierba buena. Ya era un omega completo, y eso me había fascinado.


Aunque aquella semana de sufrimiento había pasado tan lento, seguía emocionado por los cambios obvios en mi cuerpo. Aún era un joven tonto he inexperto, y no meditaba muy bien acerca de mi verdadera situación. Ser un omega implicaba mucho más que; pavonearse en las calles por ser llamativo y provocativo. Era algo de lo que nadie estaba contento por ser. Pero yo solo pensaba en que ya no sería más la burla de todos, porque ya me había desarrollado. ¡Ya no era diferente! Era eso lo que pensaba.


Que tonto era...


Me observe al espejo una última vez acomodando mi cabello negro que caía en mis hombros. Restregué mis ojos verdes que ahora se teñían de rojo por mi brusquedad al rascarme, y al ver mi mano morena me di cuenta de que una de mis pestañas se había caído. Bueno, no había que alarmarse, después de todo era de tener mucho cabello y la parte de mis ojos no se libraba de aquella bendición-maldición.


Ese día baje las escaleras lentamente sosteniéndome del pasamano con las mejillas tan rojas como manzana. No quería llegar a la cocina, de donde provenía un delicioso olor, pues lo menos que deseaba ahora era toparme cara a cara con mis Padres.


—Sé que estás ahí. —Dijo aunque me daba la espalda mientras freía unos huevos en la sartén. Tenía el delantal puesto, y su cabello castaño era mucho más largo que el mío.


— ¿Cómo pudiste descubrirme? —Me queje. Enseguida me senté en el comedor, tragándome un quejido por el desagradable roce del asiento con mi parte trasera. Tome una manzana, y la mordí suavemente. Hasta mis labios me dolían, el morder la almohada durante horas no fue buena idea. Oh dios, ¿en qué estoy pensando?


—Puedo olerte a kilómetros cariño. —Coloco las tostadas en los dos platos y puso la mesa con vasos y una jarra de jugo. —Apestas a omega y sexo.


— ¡Ma-mama! —Mi cara debía parecer un cuadro.


Se sentó al frente de mí y me dedico una sonrisa amable. Comenzó a comer silenciosamente, y justo cuando la calma había poseído mi cuerpo volvió a hablar. Así éramos entre nosotros, callados pero no incomodos. Mi madre nunca había sido una persona muy habladora la verdad, era muy callado y serio, sin embargo hacerle enojar daba terror.


—Tu padre se pondrá como loco cuando llegue y perciba el aroma exagerado de tus feromonas. Tienes que aprender a controlarte.


Fruncí el ceño, imaginándome aquello y francamente no era lo mejor que tenía en mente. Mi padre solía ser muy territorial y sobreprotector, eso de alguna manera no me afectaba, pero me preguntaba si ahora algunas cosas cambiarían. Antes se podría decir que era un beta con título de omega. No tenía olor alguno, solo rasgos físicos como las glándulas en mi cuello. Los alfas también las poseían, pero era obvio que por mi físico yo no era uno de ellos.


—Uuh... no había pensado en eso. —Susurre más para mí mismo. Le vi tomar su vaso de manera pensativa, y algo en eso no me gusto. —Pero... pensé que él estaba aquí.


Su mirada inescrutable no cambio, pero una pequeña sonrisa en su rostro calmo el palpitar de mi corazón.


—Cielo, Recuerda que ese mismo día había tomado un vuelo por el trabajo.


Suspire aliviado y me hundí en la silla. Hubiese sido realmente vergonzoso que mi padre hubiese visto mi desesperación en días anteriores.


— ¿Y no le dijiste? —Mordí mi tostada y las migajas cayeron en el plato. Jugaba con mis pies descalzos retorciéndolos contra el frio. Estaba algo nervioso y ansioso. No me había hecho ninguna pregunta con respecto a Derek, y las ganas de hablarle de él me estaban matando.


—No, no estoy loco. —Se rio suavemente y negó pensativo. —Si lo hacía, vendría el mismo día dejando sus responsabilidades a un lado para verte. Sabes cómo es... —Otro silencio desesperante me hizo aspirar el aire con dificultad, cuando de pronto sus ojos filosos me observaron como si estuviese traspasándome. — ¿Cómo te sientes?


— ¡Muy bien, esperaba a que me lo preguntaras! —Mencione soltando el pan tostado que hizo un sonido seco al caer contra el plato. Mis mejillas se calentaron sin saber por qué. — ¡Nunca me había sentido tan feliz! —Movía mis manos para dar énfasis en mis palabras y nunca se me había hecho tan fácil expresar mis sentimientos. Hablaba con tanta pasión, como cuando le cuentas a alguien de algo que realmente te gusta. Mi omega ronroneaba en mi interior mientras asentía con satisfacción. —Cuando lo vi por primera vez, sentí como un montón de mariposas aleteaban en mi estómago, pero lo que sentí después... —Me detuve para suspirar estúpidamente y ronronee como un pequeño gatito al cual le rascaban la panza. —No puedo explicarlo. Es como si le conociera en tan solo segundos, como si estuviésemos conectados aun sin saber nada uno del otro. Nunca pensé que ser un omega me haría sentir tan especial. Mama, ¿Cuándo viste a papa te sentiste igual?


Su sonrisa siguió plasmada en su rostro moreno al igual que el mío. Sus manos sirvieron de apoyo para su mentón mientras recordaba sus tiempos de juventud.


—Te seré honesto. Yo al principio le odiaba. —Se detuvo pensativo y frunció el ceño como si hubiese recordado algo más. —Más que odiarlo, me repugnaba. ¡Me hacía querer vomitar con el solo recordarle! —Su ceja temblaba y un gruñido suave escapo de sus labios. —Y no porque fuese feo, al contrario, era bastante atractivo y tenía su encanto. Sin embargo, él no era mi destinado, y para completar, era un mujeriego de primera. La tradición de ambas familias era arreglar matrimonios para la propia conveniencia, y pues tu Padre y yo fuimos atraídos como polos opuestos.


—Pensé que ambos eran... pero... ¿eso no es riesgoso?


—Uno puede enamorarse por instinto y razón, pero cuando conoces a una persona que se enganche a tu corazón, se puede luchar contra ello. "El amor lo puede todo." Si es verdadero, no importa que. Tu Padre se ganó mi corazón, y viceversa. No me arrepiento de nada. Te tenemos a ti.


Por un momento sentí una calidez en mi pecho. Aunque él ha de ser bastante seco al mencionar aquello, sabía muy bien que no eran palabras vacías.


—Pero ahora, este tema de conversación no puede quedarse aquí mi cielo. —Dijo serio. Tomo su plato para levantarse y llevarlo al fregadero. Por un segundo pensé verlo algo pálido. —Sé que estas feliz con todo esto, y me alegro, realmente lo hago. Pero no debemos precipitarnos, ¿de acuerdo?


—De acuerdo... —Dije sin comprender realmente a lo que se refería. Me levanto para llevar mis trastes, cuando de pronto le veo tambalearse. Pienso por un momento que se sostendrá del mesón, y si lo hace, pero no puede evitar que una de las tazas de cerámica, con la que tomaba café, se le resbalase de las manos. El sonido es fuerte, y me apresuro a verle por si se ha lastimado. — ¿Estas bien? ¿Te cortaste?


—Estoy bien—Susurra con la mirada desenfocada. —Solo... debo tomarme las pastillas.


Al final, termine sentado junto a él en el sofá viendo que no volviese a desestabilizarse.


—Estoy bien—Volvió a repetir mientras cerraba los ojos y respiraba de manera espesa. Cerró sus manos fuertes contra la parte mullida de un cojín y no pude evitar mirarle preocupado. Tal vez solo estaba constipado por mi desarrollo o porque mi padre no estaba en casa. No, definitivamente no era eso. Pensé enseguida. Aun así, no le insistí, pues le conocía muy bien; si le seguía molestando solo le haría enfadar. Era demasiado terco. —Continuando con nuestra conversación, tenemos que hablar acerca de lo que está sucediendo seriamente. Entiendo que estés emocionado por todo esto, pero hay cosas que debes saber. Una charla de... Omega a omega.


Fruncí el ceño pero le deje hablar. La charla de sexo y todo eso la había tenido años atrás en el colegio, incluso en el jardín de infantes.


— ¿Que sucede?


—El día en que llegaste a casa en ese estado... Me sorprendí mucho. —Sus manos morenas soltaron el cojín y empezaron a jugar con las puntas largas de su cabello. —Muchísimo en realidad.


Sonreí algo abochornado. Mi madre me había visto en mi momento máximo de indecencia, que vergüenza.


—Sí, lo sé. Yo tampoco pensé que al fin mi celo llegaría este año, y mucho menos imaginaba que sería debido a alguien... Supongo que fue mucho mejor de lo que había pensado.


Le vi moverse incomodo, y un olor algo extraño se coló por mi nariz. Le ignore totalmente, sobretodo porque él nunca dejo de mirarme logrando distraerme de mis pensamientos.


—Si... Pero eso no fue lo que me impresiono cariño. Cuando te vi, me sentí aliviado de que tu celo no te haya metido en problemas. Realmente me habría vuelto loco si te hubiese ocurrido algo malo. Sin embargo, lo que me dejo algo desconcertado fue la mujer que te trajo junto a el... Ehm...Tú alfa.


—Mi alfa...—Murmure. Qué bien sonaba esa oración, era totalmente perfecta. Iba a decir "Suena increíble, ¿cierto?" pero él se me adelanto.


— ¿Estas consciente de que no es algo común, cierto? —Me pregunta. Mi omega interior empezó a imaginar miles de escenas en las cuales insertar una de mis nuevas fantasías. "Mi alfa" "Alfa" "Mío, solo mío" "Solo para mi" "Su nudo es mío, todo él es para mí solo" — ¡Jhouna!


Me estremecí.


— ¿A qué te refieres? —Pregunte. Solo quiero volverle a ver, lo necesito Pensé desesperado. Luego respire con calma y mi mente se ventilo un poco de la neblina espesa. —Yo le veo igual que todos los demás. —Sonreí recordándole una vez más, y no pude evitar hablar de manera sarcástica. —Es decir, Mama, no es de otro planeta. Y si en tal caso así fuese, pues te promete que ha venido en zon de paz.


No se rio, pero no me importo. Su ceño fruncido solo me recordaba a un gatito enojado.


—Bien, comprendo. He de suponer que tengo que hablarte sin medirme. Seré claro porque sé muy bien lo terco que eres, Tu padre se encargó de darte eso, genéticamente hablando. Él es... Especial. —Sí, si lo es. Especial, impresionante, maravilloso y muy atractivo. —No es un alfa que pueda valerse por sí mismo, ¿comprendes?


¿Qué?


No dije nada, solo... me quede callado.


—Jhouna, no quiero decir esto para molestarte.


¿Por qué dicen "no quiero ofenderte o molestarte" si igual lo terminaran haciendo?


— ¿Qué crees que dirá tu padre?,


—Que está muy orgulloso de mí. —Solté a la defensiva, aunque sonó demasiado débil como para anotar un punto a mi favor. Estaba... ¿decepcionado y sorprendido al mismo tiempo? Francamente no me había imaginado a mi Madre opinar de esa manera.


—Eres muy joven para entender que el "amor" y el "instinto" no lo es todo en la vida. Tienes que usar la razón.


— ¿Como tú y papá?


Su rostro quedo de piedra, pero enseguida recobro la compostura tal y como siempre lo hacía.


—Eso es distinto. —Respondió con resentimiento. —Solo... Olvídalo. Ahora que es más fácil para ti, concéntrate en estudiar y sacar buenas calificaciones.


— ¿Para qué? — ¿Estudiar? Vaya dilema. Como omega, desde pequeños he sido tratado como lo más bajo en la escala social, y tan solo algunos pocos tienen la oportunidad de estudiar alguna carrera convencional en la universidad. No es que no quisiera luchar por los derechos que quisiera tener, pero en este momento mi mente estaba nublada por el enojo ante la manera en que mi Madre se expresaba de Derek. Una parte de mí solo quería gruñirle y mostrarle mis dientes, pero iba a controlarme. — ¡Igual terminaría criando niños y atendiendo a mi alfa como tú, y el resto de los omegas!


Vi como su rostro cambio a los mil colores, y aunque mi conciencia me insistía en que parara, mi omega rugía con fiereza en mi interior. De acuerdo, tal vez había perdido el control. Pero solo un poco.


— ¿Y qué crees que va a hacer él? —Dijo sin perder los estribos. —Los omegas solo somos tratados como fábricas de bebes y esclavos. No importa lo lindo que digan para intentar ocultarlo. ¡Por algo se llama servidumbre, porque les servimos ciegamente! —Se detiene. Me siento mareado. —Yo quiero algo mejor para ti, quiero que hagas lo que a mí nunca me permitieron... Solo deseo que salgas y seas libre, como yo nunca lo fui.


Sus gestos se suavizaron al notar como como mis manos temblaban sobre mis piernas. Toda mi vida se me había enseñado que clase de omega debía ser, pero ahora el solo me decía que rompiese los esquemas. Sus manos intentaron tomar las mías en un acto de consuelo, y mi piel se erizo.


—El... es diferente. —Solté su mano. Y su rostro me partió el corazón, nunca me había mostrado tan visiblemente sus emociones. —Yo sé que lo es.


—Lo conociste hace una semana. —Se levantó con algo de dificultad. —Cariño, por favor comprende.... Las cosas cambian cuando eres un omega.


—Yo no voy a ser un sumiso ni nada de eso mama. ¡Nunca lo he sido! Que quiera tener un alfa o no, no significa que vaya a ser un omega esclavizado o... o que no pueda cumplir mis sueños.


El imponer límites ya iba a decisión de con quien has de estar atado. Derek no sería así, ¿o sí?


—Cuando te desarrollas, tu omega interior tiene más control sobre ti. Un alfa podría obligarte a hacer algo que tú no quieres y sencillamente no podrás detenerle. —Sus ojos se volvieron afilados y sus brazos se cruzaron debajo de su pecho. — ¿Quién dice que alguien como él va a poder cuidarte como se debe? ¿Siquiera puede darte una vida decente?


Solté un bufido y negué incrédulo.


—Mama no sigas diciendo cosas sin sentido.


— ¿Cómo va a mantenerte? ¿Cómo te ayudara con tus celos?


Me pregunto, ¿Mi quijada podría caer al suelo por tanta impresión? Si fuese así, de lo sorprendido que estaba ya está hubiera taladrado el piso hasta llegar al centro de la tierra.


—Hablas de ser libre y todo lo demás, pero sigues encerrado en la pequeña burbuja que nos obliga a dejar que ellos hagan todo por nosotros. —Di un paso hacia atrás decepcionado, y por un segundo me sentí extraño al mirar a mi Madre de manera desaprobatorio. Habían cambiado los papeles. —Puedo ser feliz aun estando con una persona que según la sociedad: no sea alguien apropiado. ¡No necesito tu aprobación, y mucho menos la de papa!


— ¡Escúchame Jhouna!


—No. ¿Sabes qué? Estoy harto de escucharte. Todo el tiempo me dices que hacer, como si quisieses convertirme en el omega que tú nunca pudiste ser.


Al verle mirar el suelo sentí un retorcijón en mi corazón. Sin embargo, aún no podía comprenderlo. Siempre me repetía el buen omega y excelente esposo que tenía que ser. Pero cada vez que mi Padre salía del mapa, entonces allí si me hablaba de libertad de expresión y derechos inexistentes. Un omega no se podía dar el lujo de elegir su vida, y yo bien lo sabía. Pero si yo era feliz siendo tal y como soy, ¿Por qué él quería cambiarme?


¿Estaba mal aceptarte cómo eres? Me gustaba ser un omega, ¿Cuál era el problema?


Entendía lo terrible que era no poder tomar tus propias decisiones, pero eso lo vería mas adelante.


—Bien. Haz lo que quieras. —Pronuncio molesto. Vi sus ojos humedecidos, pero no pude distinguir si eran por rabia o tristeza. — ¡Vete y lánzate por ese precipicio, pero déjame decirte algo! Cuando vuelvas hacia mí, llorando porque tu vida no fue como tú pensabas, no voy a poder ayudarte.


Mis puños se cerraron bruscamente y solo respire profundo intentando contener las lágrimas que no dejaría caer.


—Bien. —Dije. Me aleje de el para subir las escaleras y dirigirme hacia mi habitación. Lo último que pude escuchar fue como daba un pequeño grito de irritación, y eso mismo hice yo al abrir mi closet. Saque ropa al azar, y con mi súper mega inteligencia madura tome una maleta para arrojar todo lo "necesario" en ella. Me cambie en cuestión de segundos y me lancé el suéter que Derek me había dejado para olerlo durante mi celo. Fue inevitable abrazarme a mí mismo para ronronear contra la tela suave, y por unos milisegundos la paz lleno mi mente. Finalmente tuve que separarme, y todas las emociones anteriores me abofetearon junto al olor amargo que provenía de mi cuello he inundaba mi alcoba.


No sabía en que estaba pensando. "¡Estas actuando como un típico adolescente estúpido!" pero la otra parte de mi gemía diciendo "Ve a un lugar seguro". Mi instinto me decía que armara un nido y me enterrara entre mantas mientras llamaba a mi alfa suplicante, pero también reconoció que mi omega interior no quería estar aquí.


Nunca había tenido una buena relación con mis Padres. ¿Eso también me hacía un típico adolescente?


No lo sabía. Y no iba a pensar en ello, mucho menos cuando me movía rápidamente por las escaleras mientras la maleta chocaba con fiereza contra los escalones. Cuando llegue a la sala, fue unos breves segundos de silencio tenso entre la mirada de mi Madre y la mía.


Pov Autora.


— ¿Qué crees que estás haciendo? —Pregunto estupefacto el hombre de tez morena que temblaba levemente. Jhouna no lo notaba por lo atestado de emociones negativas que estaba su mente, pero su Padre omega respiraba con dificultad mientras una ligera capa de sudor se acumulaba en su piel. — ¡No me vengas con que te vas, porque si no llamare a tu Padre y


— ¿Y qué? —Le pregunto interrumpiéndole. Su mano apretó con más fuerza la maleta de ruedas color negro y continuó diciendo; — ¿A caso no puedes detenerme por ti mismo?


—Jhouna, estás jugando con mi paciencia. Solo...—Su voz se detuvo. Y un sonido estrangulado escapo de su garganta lo más disimulado posible. El omega más joven no lo noto. — ¡No puedes salir así! ¿¡A donde piensas ir?! —Gritarle fue su error, y al ver como en su hijo aumentaba la rabia y la insensatez, se dio cuenta de ello, pero ya era demasiado tarde. El de hebras negras se dio la vuelta mientras abría la puerta fácilmente, y el contrario quiso detenerle agarrándole del brazo, pero un escalofrió le recorrió su espalda cuando sintió un líquido pegostoso y caliente derramarse de entra sus piernas. —Espera—Suplico forzando su aliento. No quería dar un paso más, pues corría el riesgo de que sus piernas le fallasen. —No te vayas hijo, no lo hagas. ¡Estas recién presentado, piensa un poco más las cosas! No podré ir a buscarte aunque quiera, y es demasiado peligroso para un omega salir solo así sea a estas horas del mediodía, ¡Ni siquiera tienes un collar!


Pero Jhouna no le escucho. Era un muchacho demasiado joven que no podía controlar sus instintos. Y su instinto le decía "Busca a tu alfa". Román le comprendía totalmente, pero también quería convencerse de que si el había podía ir en contra de la naturaleza su hijo también lo lograría. Lamentablemente, su forma de pensar no era del todo justa. Y tampoco totalmente cierta. El que ahora se hallaba de rodillas en el frio suelo, mientras sus ojos se cerraban gimiendo bajo, contra la parte baja del sofá, era prueba de que no podía luchar contra su origen omega. No importaba cuanto se obligara a no pensar como uno. Era, y siempre seria eso; la clases más baja en la escala social.


— ¡Maldita sea...! —Gimió agudo. Sus piernas se abrieron instintivamente y un jadeo trono de su garganta. —Ya es la cuar...—Le interrumpió un largo quejido junto con la desagradable sensación de la piel de sus muslos y piernas pegarse contra el charco que se formaba con sus propios fluidos. —l-la cuarta vez en este mes... ¿Por qué? —No. No iba a permitirse llorar. No lo haría más.


Su pijama se sintió como lija contra sus áreas más sensibles, como sus pezones duros y cuello. Una ola de calor golpeo contra su cuerpo nuevamente, y sus ojos castaños se dilataron volviéndose más profundos y obscuros.


— ¡Alfa, alfa! —Grito desesperado mientras rodaba sus caderas contra el suelo. El cuerdo Román, se había convertido en lo que más odiaba; Su parte innegablemente omega. Aquella parte de él, que ni siquiera pensaba en el hecho de que su hijo se había ido arriesgando su vida he inocencia.


 


"Tengo que calmarme" Pensó mientras andaba por las calles sintiendo las innegables miradas sobre el por donde quiera que pasaba. El sonidito que las ruedas de la maleta producían contra el pavimento era lo único que le relajaba y alejaba de los murmullos que hacían algunos sin vergüenzas, que le silbaban o expresaban comentarios bastantes obscenos. Enseguida las palabras de su Madre le resonaron en la mente. Incluso juro que un grupo de colegialas le habían mirado horriblemente mientras las escuchaba reírse de el a la vez que le señalaban "disimuladamente".


— ¿Puedes olerlo? —Dijo una de las chicas mientras fruncía la nariz. —Ese omega deja escapar sus feromonas tal cual como una puta. Que descarado.


Una de sus amigas le dio la razón y la de lentes levanto los hombros con seriedad.


—Lo que va a conseguir es que le violen como a todos esos omegas llorones que salen en los periódicos. Después dicen que no tienen la culpa.


—Mi Madre dice que en la primera quedan embarazados. Por eso hay tanta sobrepoblación. ¿No pueden usar un insignificante condón?


El chisme entre ellas continuo, y Jhouna no sabía si era capaz de ponerse aún más rojo de lo que estaba. Entonces se repitió una vez más en su mente: "¡Oh no, oh no! ¿Qué es lo que he hecho?"Sin embargo, aún no podía ni quería regresar a casa.


Para su buena suerte, las calles al ser fin de semana no estaban abarrotadas de gente, pero si había lo suficiente para que no se sintiera solo he inseguro. Aunque era su primera vez transitando solo sin compañía, era normal querer huir de la sensación de soledad. Se sentía como un pequeño ratón entre tantas jirafas y elefantes. Tenía miedo de que le aplastaran.


De pronto un golpe seco justo en su trasero le hace pegar un brinco tal y como un gato al cual le han pisado la cola. Un chillido de su parte llama la atención de las personas a su alrededor, las cuales enseguida le ignoran al notar su aura omega que gritaba a los cuatro vientos "soy fértil, ¿alguien quisiera cogerme?".


Sus ojos verdes se posan en un grupo de hombres jóvenes que le observan con burla. Pero su mirada entre aturdida y avergonzada se enfoca en el que está justo a un paso de él riéndose sonoramente.


— ¿Co-como te atreves? —Le pregunta intentado sonar furioso, pero su tono de voz es bajo y débil dejando relucir su notoria vergüenza.


— ¿Qué? ¿Estás enojado conmigo? —Dijo el mucho de aroma intimidante. Era un alfa, Jhouna estaba totalmente seguro de ello. El moreno abre sus labios para responderle, pero el de cabello castaño le jala del brazo para pegarle a su cuerpo haciéndole que por la brusquedad su maleta de ruedas caiga al suelo con un sonido seco. —Vamos a ver—Su rostro se acerca a las glándulas sensibles justo detrás de su cuello, y Jhouna contiene el aliento. El alfa gruñe satisfecho cuando aquel aroma a frutas y flores se cuela por su nariz. —Que olor tan bueno tienes.


—Suéltame—Gruñe débil. No puede evitar que un jadeo se escape de sus labios cuando es alejado de golpe, y su espalda impacta contra el pecho de alguien más. Un gruñido grave le hace gemir, y cierra los ojos con profundo temor. Su mente estaba en blanco, y su corazón latió con rapidez dificultándole la respiración.


—Ni creas que te lo vas a quedar tú. —Dijo quien le tenía agarrado con fuerza. Las feromonas de diferentes alfas peleando le hicieron sentir un cosquilleo en su vientre, sin embargo, no disfrutaba para nada lo que estaba sucediendo. —La última vez tú te jodiste a la omega que vimos hace una semana. Este es mío.


Un escalofrió le atravesó la espina dorsal, y una ligera humedad empezó a incomodarle entre sus piernas. Las feromonas le estaban mareando, y el aire que respiraba se le hacía tan espeso que casi no podía respirar.


—Estas jodido. —Soltó con prepotencia acumulada el de cabellera rubia.


Pensó que ese sería su final. Estos alfas se pelearían entre ellos haciéndose pedazos, y nadie intervendría porque era cuestión de orgullo y dignidad "alfa" y demás tonterías, que francamente no podía procesar debido el estremecimiento en su cuerpo causado por su omega interior el cual estaba fascinado por el hecho de que se peleaban por él. Pero eso no era suficiente, su nivel de suerte caía en desazón una vez más para empeorarle el día.


Un olor picante le hizo fruncir su nariz con incomodidad, y sus piernas temblaron débilmente. Quienes se peleaban delante de él se detuvieron percibiendo el mismo olor que predominaba entre todos. Ni siquiera las feromonas de Jhouna, que eran excesivamente fuertes por haberse presentado recientemente, se distinguía entre la espesa nube invisible. A pesar de las ganas que le consumían por presentarse delante de quien dejaba escapar aquel olor tan rudo, su corazón latió al sentir un toque de aroma familiar que le disparaba el corazón.


"¿Derek?" Pensó con ansiedad. Su omega interior rebozo de alegría, pero la sonrisa que enseguida se había formado en el rostro del moreno se había borrado en un tris-tras al reconocer que no era quien pensaba. Delante del hizo presencia una mujer alta de ojos claros, con una aura que intimidaba con facilidad a cualquiera.


—Pues todos ustedes están equivocados, niñatos. —Dijo elegantemente. Su voz sonaba tenue y armoniosa, combinando con su rostro fino y su cuerpo sumamente atractivo. —Él es mío, así que lo único que tocaran hoy será así mismo porque este gatito esta apartado. VAYANSE. —Los jóvenes se estremecieron y algunos sintieron algo de bronca, pero no le retaron. Delante de ellos se hallaba una mujer alfa con los suficientes huevos para sacarles a todos un par de dientes con sus afilados tacones y sus tersos puños. —Por cierto, si les veo molestando de nuevo por aquí, les juro que les agarro las bolas y les amarro a todos juntos.


— ¿Qué se cree esta vieja? —Murmuro uno mientras se alejaba. La mujer le agarro del hombro volteándole de golpe, clavándole su mirada tétrica y azulada. La gente caminaba apresurada por no querer presenciar ninguna golpiza por raíces posesivas.


— ¿Qué es lo que dijiste? —Pregunto con una sonrisa seca y helada.


—Que... que le queda bien ese vestido.


Un momento de silencio tenso entre ambos.


—Gracias. Es de marca. —Soltó. Una sonrisa suave abrió paso en su rostro y lo libero de su agarre dejándole las obvias marcas de sus dedos en la camisa, ahora arrugada. —Esos malditos bastardos molestos. —Murmuro mientras les miraba para asegurarse de que se alejaban completamente. Al no tenerlos más a la vista, se da la vuelta para notar al omega moreno que tomaba la agarradera de su maleta tan fuerte como si de eso dependiese su vida. El sonido de sus tacones resuenan al intentar acercarse, pero este se aleja mirándole asustado. El olor amargo que brota de él es tan fuerte que la mujer tose y niega con una ceja levantada. —Perdóname por asustarte, pero mide tus feromonas por dios, creo que incluso podrías tumbar a un equipo de futbol americano.


Jhouna no responde en ningún momento, solo le mira sin saber cómo calmarse.


—A ver, tranquilízate. No voy a hacerte daño, mucho menos me propasare contigo. Solo quería echarte una mano, además de que... —Se detiene. Sus ojos le observan fijamente analizando su piel morena exótica, sus ojos verdes con pestañas tupidas y su rostro jovial y armonioso. Sus ojos se dilatan. —Espera un segundo, ¿no eres tú, el omega que entro en celo la semana pasada?


Jhouna solo quiere que la tierra se abra y le trague en ese mismo instante. Siente como sus mejillas se calientan, y no puede pronunciar palabra alguna. Aquella hermosa mujer le parece tan familiar pero a la vez tan desconocida, y lo que más le confunde es su olor tan parecido al de Derek. Su omega interior le ve como la misma persona, pero él sabe que no es así. Intenta decir algo, pero su cuerpo queda petrificado cuando ella invade su espacio personal y le huele a un pie de distancia.


—Sí. Definitivamente eres tú. —Su sonrisa se borra, pero se le ve tan tranquila y calmada como antes. Un dulce olor llega a su pequeña nariz obscura, y siente como su miedo cesa justo como un calmante. —Ese es el suéter de Derek. —Dice para sí. —Mi nombre es Sully Jensen, al parecer no me recuerdas, pero soy la madre de Derek. Yo te ayude a llegar a casa sano y salvo, he hice un buen trabajo. Casi jodes con mi hijo en la parte trasera de mi auto.


—Oh... yo... ¡Dios...! —Sus manos pequeñas cubrieron su cara y un gemido de pena broto de sus labios lechosa. — ¿Siempre has de ser tan honesta?


—Escúchame bien muchacho, lo que más odia tu suegra son las mentiras, ¿De acuerdo? —No pudo evitar reír al ver una vez más ese lindo rubor en el rostro juvenil.


—De acuerdo—Expreso con una sonrisita tímida. Jhouna ya no sabía que decir o pensar, el mundo era tan pequeño. Sin embargo, algo en su corazón se agito. Aquella mujer era un alfa fuerte y físicamente muy atractiva, pero aun así no le trataba como algo insignificante he inoportuno. No pudo evitar sentir un deje de calidez en su pecho. "¿Derek seria así?" Se preguntó.


Una brisa fresca hizo que su cabello que rozaba sus hombros se meneara con el viento, y algo de ello le llamo la atención a la azabache que se encargaba de apretar disimuladamente su vestido contra sus muslos.


—Y dime pastelito, ¿Qué haces por aquí solo? —Pregunto ocultando su desazón al respecto. —Es peligroso para un omega no acoplado pasearse por las calles, y mucho menos sin un collar. Incluso un alfa vinculado podría aprovecharse de ti.


Sabía que no era bueno andar por allí contándole a las personas sus asuntos personales, pero francamente no tenía a quien acudir y como ella decía; No podía dar vueltas por allí. Recientemente había experimentado las consecuencias, y por suerte ella había salido en su auxilio. Aun así, eso no significaba que podría ocurrir siempre, y por ello no debía tentar al destino o a la suerte.


—Hui de casa.


—Eso es algo riesgoso, ¿comprendes la gravedad del asunto?


—Antes no lo hacía, pero... ahora creo que se lo tonto que he sido. —Sí, es cierto. Reconocía que había sido un malcriado al pensar que irse sería la solución a sus problemas, pero su lucha mental en aquel entonces no le había hecho ver las cosas como debía. No obstante, eso no significaba que quería regresar, no todavía.


Sully se le queda viendo, notando la manera en que este baja la mirada hundido en sus propios pensamientos. Verle le hace sentir algo enternecida, y aunque no solía ser tan amigable aquel muchacho le inclinaba a actuar como casi nunca lo hacía. Si ese era la alma gemela de su hijo, tal vez no habría ningún inconveniente. Por ello, se trazó un plan rápido y riesgoso. No iba a dejar pasar la oportunidad, no cuando estaba totalmente segura de que si esa relación no salía a flote, ella misma haría que despegara con sus propias manos.


Solo necesitaban un empujoncito. Había prometido no entrometerse, pero; ¿Quién cumple sus promesas hoy en día?


—Tengo una idea—Dijo casual. Le quito de las manos la maleta, y poso su mano libre en el hombro de Jhouna haciéndole temblar. Un suave aroma hizo que el omega se aturdiera un poco y Sully le sonrió dulcemente. —Ven a casa conmigo, —Expresó en modo de mando, pero de manera camuflada. —y así podremos hablar tranquilamente. A parte, Derek estará feliz de verte.


El moreno asintió embobado, y sin poder evitarlo la siguió como un pequeño cachorro hasta un estacionamiento. Allí esta le abrió la puerta del convertible rojo, y al momento de sentarse sus ojos se dilataron como si hubiese despertado de un sueño. Observo alarmado que esta le llevaba a algún lado, dejando atrás edificios y centros comerciales.


—No te preocupes. —Soltó Sully al sentir el aroma amargo en el aire. Apago el aire acondicionado y abrió las ventanas para que el viento alejara las feromonas pesadas que incluso le estaban afectando a ella. —Ya estoy acoplada, y solo quiero que no te suceda nada malo andando solo por las calles. Además, veras a tu alfa, ¿no quieres ver a Derek?


"¡Si, sí!" Chillo su omega interior. Pero su parte cuerda, estaba algo incómodo por irse junto a una desconocida.


—Lo lamento... Solo es que, estoy muy ansioso. —Aunque su mente quería concentrarse en mantener distancia con la alfa que estaba peligrosamente a su lado, su cerebro solo le enviaba descargas eléctricas de emoción y ansiedad a todo su cuerpo. Quería ver a Derek y acurrucarse en su pecho, ¿Cómo se sentirá hundirse su rostro en su cuello? Ya no recordaba la sensación. Solo sabía que imaginárselo le enviaba un cosquilleo a su vientre y le humedecía levemente su ropa interior. Soltó un suspiro que se camuflo por el sonido de la brisa, y observo el paisaje con cierto anhelo en su mirada.


Sully le observo por el espejo izquierdo, y una sonrisa de satisfacción apareció en su rostro. Por más que discutiera con Derek, y peleara con el como la alfa territorial que era, y el como el hijo terco y amargado que era, quería verle sonreír así. Y estaba segura de que ese adolescente de ojos verdes seria la cuerda suficientemente fuerte para sacar a su hijo de la fosa en la que el mismo se había metido.


—Por cierto, no me has dicho tu nombre. —Dijo más alto de lo normal para que el moreno le escuchara entre la brisa fuerte que se colaba por las ventanas del deportivo.


—Mi nombre es Jhouna Evans... Perdón por no haberme presentado antes.


"Evans" Repitió el apellido en su mente con un tono neutro. No sabía por qué, pero por alguna extraña razón le traía un aire familiar.


—Jhouna Evans. Lindo nombre, pero me gustara mucho más cuando sea "Jhouna de Jensen". ¿No te parece? —Le guiño un ojo de manera burlona, y le fue inevitable soltar una carcajada, que fue aplacada por el viento, al notar como el rostro del omega pasaba por miles de diferentes tonalidades de carmín mientras que le hacía falta el aliento.


Era tan jodidamente divertido molestarle.


Al transcurrir aproximadamente quince minutos entre ligeros comentarios y preguntas formuladas por Sully, llegaron a los condominios ubicados a las afueras de la ciudad. No fue tan difícil para Jhouna el comprender que allí era donde ella vivía, y su corazón se disparó al pensar que pronto vería a Derek. Su omega interior se retorcía de la emoción, mientras, él tenía unas intensas ganas de vomitar y una acidez en la boca de su estómago que no le dejaba pensar con claridad.


— ¡Me arrepiento! —Gimió hundido en el asiento cuando el auto se estaciono afuera de una casa de dos plantas, la cual era una réplica de todos las demás. —Por favor, llévame a casa. No puedo hacer esto, creo que voy a vomitar.


— ¿Qué? Ni lo pienses. Baja del auto, mis vecinos pensaran que estoy follando aquí y me multaran de nuevo. —Dijo indispuesta. Sus manos apretaban el volante con fuerza, y continúo instándole a que salga. —Vamos, ya tengo tres malditas multas que pagar.


— ¡No, no puedo! —Chillo. Su corazón latía a millón, y aun no podía comprender porque a pesar de que ansiaba ver a quien sería su alfa; un hormigueo en su estómago y los nervios le dejaban totalmente paralizado. —Vivo a diez minutos de aquí, por favor llévame a casa.


—No. Ya estamos aquí.


Sully gimió de frustración al ver como el pequeño omega se retorcía incomodo mientras dejaba expedir un olor abundante de miedo y nervios. Una de sus vecinas paso por la acera llevando a su mascota a la vez que le miraba no tan disimuladamente.


—Por Dios, van a pensar que estoy abusando de ti. ¡Vamos, debes bajarte! —Rugió molesta. Enseguida se arrepiente. —Perdón, perdón. No vayas a llorar maldición...


El ácido graso omega respira profundo esforzándose por calmarse, y pasan los tres minutos más largos de su vida.


— ¿Y si me rechaza? —Pregunta algo inseguro, pero no demasiado la verdad. Él sabía que no había llegado hasta tanto para obtener un "nada" como resultado.


—No lo hará.


—Pero, ¿y si no quiere estar conmigo? Mi madre dijo que no todos aceptan su destino...


La alfa respira profundo e intenta sacar paciencia de donde no la tiene. Comprende que alguien tan joven tenga sus inseguridades, pero francamente las charlas motivacionales no eran lo suyo.


—Entonces oblígale a que te quiera, y listo. Eso haría yo. —Sus manos toman su cartera detrás del asiento. Saca las llaves de casa y apaga el auto. —Eres encantador y tienes una sonrisa que haría latir a muchos corazones, incluso la de un corazón tan frio como el de Derek o el mío.


Una vez más el tiempo corrió, y Sully solo decidió abrir la puerta saliendo, cerrándola de golpe detrás de ella. Fue hacia el lado de Jhouna y le abrió dedicándole una mirada feroz.


— ¿Vas a bajarte?


El moreno apretó sus labios y asintió lentamente. Decir un "no" le acarrearían consecuencias, de eso estaba seguro. No era muy sabio jugar con la paciencia de un alfa. Sin embargo, no era por eso que se había decidido. Tenía que enfrentar la situación, el bien lo sabía, y por ello lo iba a hacer. Lo quería, realmente quería hacerlo, pero más que eso, lo ansiaba profundamente.


—Está bien, no seré un cobarde. —Susurro quitándose el cinturón de seguridad. —Yo... le necesito.


Sully sonrió disimuladamente y se dio la vuelta para sacar la maleta de Jhouna que se encontraba en el maletero. Ya con ella en mano, se dirigió hacia la pulcra puerta de madera blanca imaginándose a su hermoso esposo esperándole con impaciencia. No había abierto la puerta, pero ya el aroma familiar se colaba por sus fosas nasales haciendo que su alfa interno ronroneara complacido.


—Tienes un lindo hogar. —Dijo el omega intentando ser educado. Aunque aquel comentario no solo era por compromiso, la verdad es que aquella casa de dos plantas era de un color blanco que le hacía ver luminosa. La cantidad equilibrada de plantas en el patio le daba vida, y las ventanas panorámicas le prestaban modernismo.


—Gracias. Esfuerzo, sudor y sangre. —Comento mientras insertaba la llave, y el agudo "clack" resonaba al pasar el cerrojo. La puerta está abierta, y Jhouna no puede sentirse más ansioso. Los aromas distintos le golpean, sintiendo un millón de emociones. Un hogar familiar y cálido, fue la primera sensación. Pero entonces, aquel olor se agudizo haciéndole vibrar. Menta, café, bosque...Su nariz se elevó en el aire, y no dudo en dar un paso adelante ante la mirada fija de la alfa. Un ronroneo fuerte broto de su garganta, y el olor que tanto le atrajo le hizo gemir bajo con satisfacción. —Si no me equivoco, está en el porche. De todas maneras, no será difícil para ti seguirle la pista.


— ¿Puedo? —Pregunto suplicante. —Por favor...


—Adelante. —No había terminado la frase cuando Jhouna había desaparecido de su vista siguiendo aquel aroma como si fuese un pequeño cachorro en busca de algo que sacie su desesperante hambre.


— ¡Alfa! —La voz suave y dulce de su esposo lleno el silencio de la salita, y en cuanto esta le vio, se apegó a él para darle un beso profundo y un ansiado abrazo. El omega mayor capto un olor diferente en su vestido de lunares, y enseguida se erizo. — ¿Qué es ese aroma? ¿Q-que estabas haciendo?


La pelinegra levanto los hombros fingiendo desinterés.


—Decidí que sería una buena idea hacer la familia un poco más grande. Ya sabes, eso de tener más omegas en la familia siempre me ha llamado la atención.


—Ah... bue-bueno yo...


El rostro de Samuel se volvió más pálido de lo que ya de por si era, y Sully no quiso continuar con aquella broma tan cruel. No esta vez. Levanto su mentón suavemente y acomodo las hebras rubias detrás de aquellas orejas blancas como la leche. Podía sentir la calidez del cuerpo de su omega, y una sonrisa simple tomo forma en sus labios.


—Hey, es broma biscochin.


—Ya lo sabía. —Mintió descaradamente. Sus ojos que ya se habían cristalizado ahora solo se cerraban a cada segundo para secar la humedad. —Pero aun así, hueles a otro omega... ¿Por qué?


Su aroma dulce ahora se había tornado a algo más salado, y la alfa no pudo evitar abrazarle con más fuerza.


—No te preocupes. Solo déjame mostrarte el regalo que le traje a Derek.


Samuel frunció sus cejas claras, casi invisibles he inclino el rostro con confusión. La manera en la que su esposa le hablaba le daba una muy mala sensación.


— ¿Qué hiciste esta vez Sully?


—Ayudar al destino cariño. —Soltó junto a una de sus típicas sonrisas maliciosas, marca Jensen.


 


Jhouna podía sentir como sus vellos se erizaban y su olfato se agudizaba. El aroma de Derek era tan fácil de distinguir entre todos, y su omega interior revoloteaba de alegría. Sus pies se movían sin su permiso, y sus ojos intentaban visualizar como un pequeño depredador en busca de su presa. Al cruzar la parte principal de la casa, pudo visualizar una puerta de vidrio que dejaba ver un hermoso jardín con un sol brillante. El olor a flores y humedad golpeo su nariz junto a los rayos del sol. Siguió persiguiendo el olor que le hacía como un pequeño camino de niebla invisible, hasta que un escalofrío le hizo detenerse.


Su corazón latió de nervios y emoción, y enseguida se escondió detrás de unos arbustos con flores amarillas. Respiro profundo, y pudo ver como cerca de la piscina se encontraba Derek en su silla de ruedas leyendo con suma concentración un libro bastante grueso para el gusto de Jhouna, pero eso no le importó. Suspiro suavemente con su mirada pérdida en las facciones suaves y marcadas del rostro de su alfa y gimió.


Sus cabellos rubios brillaban con el sol, aunque un árbol bajo le daba sombra. Sus ojos enfocados con tanta pasión a lo que leía le transmitían un aire de seriedad que al moreno le había fascinado. Y ahora solo se imaginaba la mirada grisácea sobre él, no pudo evitar sentirse algo mojado.


Coloco una mano sobre su corazón preguntándose si era normal el hecho de que latiera tan fuerte, y por un momento se distrajo al pensar en algo de suma importancia.


— ¡No puede verme así! —Susurro jalándose de los pelos. Mordió su labio inferior y su omega interior tampoco estuvo de acuerdo. Tenía la chamarra gris de Derek, y debajo de este un suéter de lana delgado que le llegaba a las caderas. Vestía con un pantalón negro que no le marcaba mucho sus curvas por ser un poco grande, y por una vez en su vida se maldijo por no haber tenido un mejor sentido de la moda. — ¡Soy un omega perdedor! ¿En que estaba pensando? Ni siquiera me puse algo de maquillaje... Ahora pareceré un muerte viviente.


El olor fuerte se fundió en las paredes de su nariz y sentía como si se estuviese drogando. De pronto, el sonido del arbusto moviéndose le hizo alertarse.


— ¿Cómo viniste hacia acá? —Aquella voz le puso la piel de gallina y su corazón se detuvo cortándole el oxígeno.


— ¡AAH! —Un grito bastante alto resonó en –seguramente- todo la vecindad. Y quien le observaba demostró dolor repentino en su mirar. Jhouna se había intentado levantar, resbalándose en el intento y yéndose hacia atrás, pero aquel brazo fuerte le detuvo dándole el equilibrio que le hacía falta. El moreno termino con sus manos a los lados de la silla de ruedas y su cara se puso roja hasta la coronilla, solo faltaba que un humo brotara de sus oídos por lo fundido que estarían sus pobres órganos internos. — ¡Dios mío! ¿A caso... acaso quieres matarme? ¿Co-como supiste que estaba aquí? Oh no, pero que torpe he sido. ¡Lo he arruinado!


"¡Moriré solo y con mil gatos!" Pensó alarmado y con la respiración dificultosa. "Nunca debí venir"


Derek le siguió mirando, aunque ahora fruncía el ceño mientras intentaba entender la torpe explicación que Jhouna le daba de manera tan rápida que solo podía comprender "Tu madre" "No es mi culpa" y; "No soy un acosador". Este le detuvo poniendo su mano en contra de sus labios, soltando un bufido. Pudo sentir la carga eléctrica que recibió su cuerpo al tocarle la piel directamente.


—Haz silencio, porque no te estoy entendiendo nada. —Jhouna murmuro algo como "Uhn uhm ahn" en contra de la palma de su mano. —No sé cómo siquiera me preguntas inocentemente: el como he hecho para descubrirte. He visto arbustos hablar solos, pero ninguno con una voz tan chillona como la tuya. —Expreso sarcásticamente. Alejo su mano de los labios lechosa, y se lamentó mentalmente. Un breve silencio inicio entre ambos, y Jhouna no pude evitar que su instinto le llevara a oler a distancia el aroma del alfa. Derek mentiría si dijese que no le fascinaba el ver como los huequitos de la pequeña nariz respingona se expandían levemente arrastrando hacia sí, la mayor cantidad de fragancia posible.


—Me gusta tu olor—Susurro Jhouna con sus ojos dilatados por la leve excitación. De pronto meneo su rostro intentando luchar en contra del aturdimiento y la manera en la que el aroma de Derek junto a sus ojos grises y profundos le hipnotizaba. —Aun no comprendo cómo pudiste encontrarme... No estabas tan cerca.


—Tu olor empezó a ser demasiado fuerte he interrumpiste mi importante lectura. Te excitas demasiado rápido, ¿es que no puedes ser menos caliente?


— ¡Que grosero eres! —Pronuncio indignado. Sintió un nudo en la garganta por hablarle tan alto, pero prefirió ignorar por un momento a su instinto el cual le instaba a presentarse ante su alfa.


—Pues discúlpame. Yo seré un grosero, ¿pero tú qué?


Hubo un silencio de minutos, y Jhouna debatía entre decirle una ofensa o decir la verdad. Su parte omega ganó esa batalla.


—Solo quería verte... —Murmuró apenado. Sus manos temblaban un poco, él no lo noto, pero Derek sí. Este se fijaba en cada uno de sus movimientos aunque Jhouna pensara lo contrario. Sus ojos grises se fijaban en las cejas gruesas y negras, en los labios rosados y las pestañas tupidas que abanicaban sus ojos. Pero lo que más le atraía era su piel morena y la manera en que sus ojos verdes resaltaban como dos farolas. Entonces se percató de que encima de ese suéter de lana, cargaba aquella chamarra vieja que el mismo se había quitado para dejársela. Su corazón latió como nunca lo había echo, y una parte de él se sintió tan vivo que no pudo decir absolutamente nada. No estaba acostumbrado a abrir su corazón tan fácilmente.


—A ti... ¿Te alegra verme? —Le pregunta pasando su mano por su cuello torpemente. Mira hacia otro lado para evitar dejarse llevar por su lado alfa. Los ojos verdes eran tan profundos que juraba que si no despegaba su vista de ellos, haría cosas que no se debían hacer al aire libre.


— ¡Sí, me alegra mucho! —Dice sumamente alto. Sus mejillas se sonrojan por milésima vez en el día. —Di-digo... Por supuesto.


Un silencio largo he incomodo se crea entre ambos porque no pueden evitar verse al mismo tiempo, y cuando sus miradas chocan es tan vergonzoso que es demasiado para sus corazones. Era lo normal, pues un amor joven siempre era sumamente inocente.


—A mi... también me alegra verte.


El rostro de Jhouna se ilumino, y el rubor bajo de tonalidad. Derek incluso detallo su sonrisa, tenía un colmillo más pequeño que el otro. ¿Sería estúpido decir que eso también le parecía hermoso?


—Quería agradecerte por llevarme a casa la última vez. Pero... hubo algo que no pude hacer. —Susurro suave. — ¿Me permites hacer algo más? —Pregunto el omega con ansiedad. Quería abrazarle, besarle y olerle. Pero le daba vergüenza dejarse llevar. —Por favor, sino lo hago, creo que me moriré de desesperación...


Derek lo pensó durante breves segundos, pero justo cuando iba a decir algo sus labios fueron sellados con algo tan suave que solo guardo silencio. Jhouna no había aguantado las ganas, y con un suave tirón de la silla de ruedas, unió sus labios con los de su alfa para darle un beso casto y dulce. Un calor se aglomero en su vientre, y una extraña sensación se adueñó de su cuerpo. Sintió como si su vida estuviese casi completa.


El moreno se separó de inmediato, y el ceño fruncido de Derek le formo un nudo en su estómago. ¿Lo había hecho tan mal?


—Perdón, no sabía en que estaba pensando—Murmuro bajando la mirada. Nunca se había sentido tan mal consigo mismo, incluso quería vomitar de la ansiedad. Sus ojos se cristalizaron al no recibir respuesta, y justo cuando iba a levantarse la voz grave del alfa le detuvo.


—No vayas a llorar. —Soltó apenado. Un bufido se esfumo de su garganta intentando no demostrar el brillo de emoción en sus ojos grises. —Fue terrible, es más, me siento mejor al saber que no soy el único mal besador. Pero... solo no me hagas decir que me gusto demasiado.


Sintió miles de mariposas aletear en su vientre y su corazon se agito.


— ¡Eres cruel! —Gimió falsamente dolido. La verdad, casi muere del susto. La sensación de decepcionarle era lo más horrible que había sentido hasta ahora. Pero cuando le vio aquella mínima sonrisa en su rostro, se dio cuenta de que así como había descubierto su peor sentir, también había revelado el mejor sentimiento de todos.


Y justo en ese preciso momento, juró que su objetivo era hacer a Derek Jensen feliz.


Y así fue; como todo empezó.


Extra N°1


—Dijiste que no te entrometerías Sully... —Expreso el de mirada azulada. Se hallaba observando a través del ventanal como aquel omega le jalaba el cabello a su hijo, mientras este intentaba detenerle con una cara de pocos amigos. Una punzada de celos le pincho el corazón. — ¿Cómo le encontraste? ¿Sus padres saben que está aquí?


La de cabellos azabaches cruzó sus brazos enfocando su atención en el ácido graso omega preocupado.


—Ya deja de preguntar tanto. Si quiero algo, yo lo obtengo. Así de fácil. —Dijo simple. Le apresó entre sus brazos, y se acercó a su oreja tapada por las hebras rubias. Susurrándole; —Tú lo sabes muy bien.


—Y quieres que tu hijo sea feliz, estoy orgulloso de ti.


Sully se sonroja fuerte, y frunce el ceño algo molesta.


—Haz silencio Samuel. Cuando hablas de nuestro mocoso amargado me irritas. —Samuel no comenta nada. Reconoce que aquella mujer, de la cual está perdidamente enamorado, no es capaz de admitir sus verdaderas intenciones. Ella ama a su hijo, pero no lo demuestra por sus niveles estratosféricos de orgullo alfa. —Solo quiero nietos. Y más si se parecen a ti, así que hazme el favor y reten esos comentarios en tu linda boquita, que por cierto se ve hermosa cuando se halla bien cerradita.


El rubio ríe bajo negando suavemente. Enreda sus brazos delgados alrededor de su cuello encargándose de acariciar en el camino, ronroneando suave mientras frota su rostro contra los pechos prominentes. Sully se estremece.


—Anoche no querías que me callara o fuera silencioso. —Susurra de manera sensual, iniciando un recorrido con sus manos hacia más abajo de las caderas de su esposa. —Incluso, querías que gritara mientras me empotrabas contra las baldosas del baño.


La alfa gruñe, y en cuestión de segundos le ganan sus impulsos. Toma a Samuel con brusquedad y le empuja contra la pared color café, apresando sus muñecas en una clara muestra de dominio. El rubito gime suavemente cuando algo de mancha se escapa de su entrada caliente y ansiosa, y le sonríe con cierta timidez al percibir el olor dulce.


—No juegues con fuego muñeco.


— ¿Por qué? ¿Tienes miedo de quemarte?


Una sonrisa traviesa se asoma entre el rostro femenino, y esta solo procede a besarle con fiereza.


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