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DEFECTUOSO por Alicia_Wesley

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Notas del capitulo:

Los Omegas, Alfas, y Betas son esclavos de sus instintos. Pero, ¿Realmente eso es una condena?


Francamente no sabía que titulo ponerle a este capitulo.Muchas cosas interesantes se vienen más adelante, y ya no falta mucho para el salto de tiempo a un Derek y Jhouna más grandes. 

Instinto y Dominación


La brisa fresca de verano recorría todo Detroit llenando de un buen ambiente cada esquina de la ciudad. El sol estaba en su punto más alto, y las nubes blancas y gordas como motas de algodón le hacían un hermoso acompañamiento en ese mar de cielo azul.


Derek podía considerar que no era un día normal, sobretodo porque ya estaban muy cerca del otoño durante estas fechas. Además, tampoco le parecía común tener a aquel precioso Omega de ojos verdes y tez morena, sentado entre sus piernas diciéndole mil y un cosas como si llevasen años conociéndose, o como si siquiera fuesen mejores amigos de toda la vida.


—También me encantaría aprender a pintar sobre lienzo... —Expreso el moreno robando nuevamente el tema de conversación. De pronto una mueca atravesó su rostro aniñado, y resoplo sin dejar de mirar directamente a los ojos del Alfa. — ¿Sabes? Creo que he hablado mucho de mí.


Derek río sin gracia y volteo los ojos con clara indiferencia.


—No te preocupes, solo me diste una biografía completa de tu vida. —Iba a reír en cuanto nota la obvia rabia en el rostro de Jhouna, pero entonces un doloroso golpe en su hombro izquierdo le hace jadear. — ¡Auch! ¿Qué te sucede? —El de ojos verdes le había golpeado, y para ser un Omega tenía mucha fuerza.


—Eso te pasa por ofenderme... —Expreso con algo de incomodidad. Jhouna había actuado así más por broma que por cualquier otra cosa, pero enseguida un sentimiento muy extraño le hizo estremecerse. "Los Omegas no lastiman a su Alfa" repetía su omega interior como una mantra.


— ¿Pasa algo? —Derek no pudo evitar preocuparse. No sabía de donde venía ese sentimiento tan pujante de querer hacer sentir bien al moreno, pero solo quería que en ese hermoso rostro vislumbrara nuevamente una sonrisa. —Perdón... No debí ofenderte.


Los ojos de Jhouna se abren como platos, y enseguida lleva sus delicadas manos a los labios delgados de Derek con urgencia.


—No digas eso... —Susurra como si los estuviesen observando. —Los Alfas no piden perdón.


Derek no sabía que decir al respecto más que asentir para que finalmente las manos pudiesen dejar libre sus labios. Como Alfa, estaba acostumbrado a que todo el tiempo los Omegas a su alrededor fuesen con cuidado como si estuviesen caminando sobre un piso de cristal, así que no le sorprendía para nada la reacción de Jhouna. No obstante, por primera vez en mucho tiempo, no se sintió bien.


De pronto Jhouna empieza a reír torpemente ante el silencio incómodo, y solo se acurruca más en el pecho del Alfa sintiéndose más seguro que nunca. No quería dejar el regazo del azabache, nunca se había sentido tan lleno en su vida. Era como si hubiese llenado un vacío del cual no se había dado cuenta que tenía, hasta este preciso momento.


—Quiero ser el Omega perfecto para ti...—Susurra. Sus ojos brillantes como dos constelaciones. —No quiero que te alejes de mí.


Derek traga duro, sin saber realmente que hacer. Su cuerpo anhela al Omega, y su instinto solo quiere que lo reclame, pero su mente es tan solo una trampa mortal para todos esos sentimientos confusos que lo quieren obligar a amar.


Levanta su mano con cierta inseguridad, y la coloca en la espalda del Omega acariciándolo. El ronroneo no tarda en llegar, y su corazón pega un brinco de alegría.


A caso, ¿Permitirme quererte... sería un error?


—Yo... no sé qué decirte—Es lo que único que logra soltar. Siente que el niño tiembla en sus brazos porque sí; Jhouna era un adolescente de 16 años y el mismo tenía 17. Eran demasiado jóvenes para la situación que estaban afrontando. Lo más "normal" era conocer a tu alma gemela cuando eras un adulto, pero el mundo estaba lleno de excepciones, y ellos eran una clara muestra de ello. Derek sentía que su vida estaba llena de excepciones, y la verdad es que no sabía si era afortunado o desafortunado.


—No necesitas decir nada. —Jhouna ronronea y entierra su rostro en el cuello cálido de Derek descubriendo que a partir de ahora sería su lugar favorito. Menea levemente sus caderas para acomodarse en las piernas que le sostienen, y se estremece al sentir aquella humedad en su trasero. "¿Siempre será así?" se pregunta, "¿Siempre me emocionare tanto al estar tan cerca del?" —Solo abrázame y no me sueltes.


— ¿Cómo me encontraste? ¿Cómo llegaste a mi casa? —Derek espera pacientemente, pero la respuesta nunca llega. Ante esto, toma el mentón de Jhouna con cuidado y le mira directo a los ojos, sin evitar sentir como miles de mariposas cosquillean en el interior de su estómago. —Dime.


Jhouna jadea ante la clara muestra de dominio y traga duro, sintiéndose algo excitado y deseoso. Pero también un poco expuesto.


—Yo... tuve una discusión con mi madre, él es un Omega como yo. —Habían pasado unas horas desde su atrevida "aventura" y apenas se daba cuenta de que el sol se iba a ocultar dentro de poco. Intenta pensar bien en los acontecimientos pasados para poder darle un resumen muy breve a Derek, pero debido a esto no puede evitar sentir un nudo en su pecho.


— ¡Escúchame Jhouna! —Dijo Román con aquella expresión de tristeza que siempre intentaba ocultar.


—No. ¿Sabes qué? Estoy harto de escucharte. Todo el tiempo me dices que hacer, como si quisieses convertirme en el omega que tú nunca pudiste ser.


Ahora que lo recordaba... había actuado mal. Demasiado mal. Y eso le oprimió el corazón.


—Nos dijimos cosas hirientes y yo actué como un ridículo adolescente. — "Soy un hijo terrible"pensó. Él sabía muy bien que sus Padres habían tenido muchos problemas este último año, y su madre se había sumido en una postura reprimida. Además de eso estaba empezando a empeorar su salud, y estaba sufriendo de constantes ciclos de Celo que todavía el medico no tenía una respuesta clara del "por qué". Al principio le habían dicho que era por el fuerte vínculo que tenía con su compañero, pero tras varios exámenes llegaron a la conclusión de que eso no parecía ser el problema.


Y su padre poco podía hacer para ayudarlos ya que estaba constantemente de viaje por trabajo, o simplemente llegaba a altas horas de la noche. Entonces, Román solo tenía que tragar pastillas hasta terminar dopándose por completo.


—Han sido unes meses difíciles...—Murmura para sí mismo, aunque las palabras igual llegan a los oídos del Alfa. —Y bueno, yo solo hui de casa. —Jhouna pensó que Derek le diría lo estúpido que fue o se burlaría de él, pero este tan solo le escuchó atentamente, aunque con una mirada algo gélida. Un aroma que le causaba un picor en su nariz empezó a tomar fuerza, pero no entendía de dónde provenía, apenas era un Omega recién desarrollado y no estaba acostumbrado a los diferentes aromas, al menos no más allá de los pertenecientes a las reacciones de sus Padres. —Mi madre me dijo que debía tener cuidado en la calle, que un Omega no podía estar solo. Cu-cuando iba caminando con mis cosas empecé a escuchar comentarios muy crueles... —Sus ojos empezaron a cristalizarse un poco, no entendía como algo que al principio no le había tomado importancia, ahora recordarlo le hacía temblar. —y unos hombres se acercaron


— ¿Te hicieron daño? —Pregunta con ansiedad. Derek no sabía de donde salía esa incomodidad, pero era tan intensa que imaginarse al Omega estando solo en la calle sin ni siquiera un collar le revolvía el estómago. El más joven se asustó ante las feromonas que empezaron a emanar del Alfa y enseguida empezó a negar para que este supiera que no le habían hecho ningún daño. Al menos no uno tan grave. —No vuelvas a hacer eso jamás. Un omega no puede estar solo en calle, y menos cuando no está empareja. ¿A caso querías que te hicieran daño? O peor aún, ¿Qué hubiese pasado si algún pervertido te secuestraba?


—Yo... yo solo—La voz del moreno se empezó a quebrar, y sus ojos poco a poco se humedecían. —Yo no pensé que


El Alfa le interrumpe alarmado.


— ¿Y si alguien más te marcaba? ¿Sabes cuantos Omegas son emparejados en contra de su voluntad? ¡Huir de tu casa fue la idea más estúpida de la—Entonces su boca se cierra de golpe y un escalofrío recorre su espalda cuando ve como las lágrimas se deslizan por las mejillas tersas de Jhouna. Derek se da cuenta de que su propia respiración se encuentra agitada, y de que aquella furia que se estaba desatando empezaba a mermar. Al darse cuenta de su reacción, incluso se asustó. ¿Cómo era posible que reaccionara de esa manera con alguien que no conocía bien? Un momento después, se da cuenta de que su inquietud más grande es la tristeza del joven Omega. —Perdón... Yo... Solo, solo no llores más por favor


Jhouna asiente intentando decir que lo hará, que será obediente. Pero aquellas palabras no pueden salir de sus labios, tan solo está centrado en lo tonto que había sido al dejar a su madre solo en casa probablemente asustado y preocupado.


—Lo siento... —Susurra luego de que las suaves caricias de Derek en su cabello le tranquilizan. Incluso puede sentir como su estado de ánimo empieza a estabilizarse, como si aquel adolescente fuese el cargador de su energía y la fuente de su calma. —Seguro me veo terrible llorando. Admito que en estas circunstancias pierdo un poco mi atractivo...


Derek rueda sus ojos y una sonrisa ladina irrumpe en su rostro.


—Deja de preocuparte por cosas tontas. —Le dice. Sus manos rodean el cuerpo más pequeño, y en este punto ya está casi resignado a que tendrá que comprometerse a cuidar de aquel Omega torpe y explosivo. No obstante, eso tendría que ser un tema que retomar luego, ya que tenía otra cosa mucho más importante que resolver. —Jhouna, tus padres todavía no saben que estas aquí, ¿cierto?


El Omega puso más fuerza en su abrazo y gimió.


—No... todavía no lo saben


 


 


— ¿Lo ves? —Dice la Alfa con aquel tono lleno de orgullo y soberbia. —Un Alfa nunca se resistiría a su alma gemela.


El Omega suspira con sus brazos cruzados todavía algo reacio a aceptar lo que su esposa había hecho para presionar a su hijo. Sabía que Derek no podría resistirse a su futuro compañero, pero tampoco la idea era forzar las cosas.


—Sully... son muy jóvenes aún. No es bueno que estés presionándolos, además de que sus padres no nos conocen en persona—La Alfa le iba a interrumpir, pero enseguida Samuel pone un dedo entre sus labios y continúa diciendo; —Y no cuenta la vez en la que llevaste a Jhouna en celo a su casa. Ni siquiera viste a su padre Alfa, y su esposo Omega tan solo te dedico una mirada de gracias antes de llevarse a su cachorro muy lejos de ti y de nuestro hijo.


—Samuel, solo admítelo. —Dice luego de alejar la mano delicada de su esposo. —Solo estás celoso.


El rostro pálido y pecoso del Omega se puso completamente rojo.


—N-no es así—Expresa enseguida. Sus brazos se cruzan en su pecho, y baja la mirada. —Admito que me hace sentir un poco extraño porque nuestro hijo está creciendo... pero lo que digo no es solamente para ocultar mis sentimientos. Realmente estoy preocupado. Además, me inquieta que no me quieras explicar cómo fue que lograste encontrarte con el niño.


—A ver, nada malo va a pasar Samuel. —Le aclara con cierto deje testarudo. — Jhouna es un Omega y Derek un Alfa, todo esto es normal. ¿Qué es lo peor que podría pasar?


 


 


La tensión en la habitación era más aguda que el filo de un cuchillo recién aguzado. Román trataba de respirar entre sus sollozos sin poder dejar escapar los jadeos pesados que expresaban su angustia.


Pensando una y otra vez; "Mi cachorro... ¿Dónde está mi hijo?"


Sus manos apretaban la suave tela de su mono de pijama mientras miraba una y otra vez el reloj en la habitación. Cada minuto pasaba, y el solo podía esperar y esperar tal y como su esposo le había ordenado.


De pronto la puerta principal se abre, y enseguida Román se levanta.


—No estaba en el parque. —Dijo con cierto desdén su compañero, quien tenía los puños apretados y la mirada fría. Joseph estaba angustiado, transmitiendo aquel sentimiento con enojo y desdén. —Tampoco estaba en casa de su amigo omega.


El Moreno se abrazó a si mismo inconsolable y gimió angustiado. Su Omega interior estaba desesperado.


— ¿Y si llamas a la estación? Eres el jefe. Alfa... podrías dar la orden de buscarlo


—Ya lo intenté. —Expreso con rabia, pero no hacia Román. —Hay que esperar 48 horas para meter la denuncia de desaparición. Además, ahorita están centrados en un caso de drogas. — Aun recordaba la voz de aquella mujer que tanto detestaba;


— No tenemos tiempo para buscar Omegas en celo. Ni siquiera por ti Joseph. —La mujer bufó encontrando la situación divertida. — Siempre supe que tu esposo era una zorra, pero jamás me lo imagine viniendo de tu hijo. Que desgracia.


Aunque admitámoslo... eso pasa cuando eres un Alfa que no sabe controlar a su paquete.


Joseph casi se le olvida que aquella mujer era su jefa. Tal vez por eso tenía levantada su arma contra ella en su propia oficina, mientras luchaba contra la delgada línea de cordura y la sed de sangre.


—Intenta hablar mal de mi familia de nuevo, y lo lamentaras. —Sus ojos, ahora rojos, irradiaban furia y determinación. Sin embargo, bajó el arma sin vacilar. —Agradece que no quiero que me metan tras las rejas mientras mi hijo está desaparecido.


Si, casi estuvo a punto de perder los estribos. Sin embargo, solo podía sentir enojo y molestia contra sí mismo. ¿Cómo era posible que ni siquiera pudiese encontrar a su propio hijo? Lo peor de todo, era que aquellos lugares en los cuales Jhouna estaba comúnmente él ni siquiera los conocía. Había podido llegar porque su esposo le había dado las indicaciones, pero jamás lo hubiese podido hacer solo.


Estaba decepcionado de sí mismo, y enojado con Jhouna y Román. Sobre todo con este último.


—Debiste habérmelo contado—Dijo bajo pero con un gran resentimiento en lo más profundo de su corazón. Jamás admitiría que estaba dolido, pero eso no significaba que sufriese menos. —Si hubiese sabido que nuestro hijo se había presentado, hubiese pedido un boleto al primer avión de salida. No sé qué piensas de mi Román, pero jamás dejaría a mi familia así. ¿Y si alguien les hubiese hecho daño? Sabes cómo son los Alfas callejeros, ¿Y si alguno hubiese captado el aroma de Jhouna?


El Omega gime de tristeza y se aleja lentamente hasta poder sentarse en el sofá que estaba a pocos metros de su Alfa. Los ojos de Román estaban rojos e hinchados, y su pantalón de pijama estaba húmedo e incómodo por la lubricación que todavía emanaba de su cuerpo, su celo había sido suprimido con una inyección, pero poco a poco podía sentir como empezaba a perder los efectos. Su compañero de enlace estaba a una corta distancia de él, y eso estaba causando estragos en su cuerpo.


—Soy un terrible Omega...—Susurra con la voz ronca de tanto llorar. Su cabello negro y largo estaba todo enmarañado y desordenado. En ese momento no quedaba nada del exótico Omega de Ojos verdes y tez morena. —No sirvo para nada. Solo soy... —Ríe algo sarcástico, y niega con su cabeza. —Iba a decir perra de cría, pero ni eso lo hago bien. Tal vez solo... deberías llevarme a una de esas casas Omega donde solo te embarazan hasta que ya no puedas más. —El aliento se escapa de su cuerpo cuando una punzada en su vientre bajo le advierte que otra ola de calor se acerca, entonces abraza su estómago y jadea audiblemente. —Ni... ni siquiera puedo tener celos normales


—Mírame—Los ojos de Joseph estaban rojos, y Román sintió que su corazón empezó a latir fuertemente. —Jamás vuelvas a decir eso Román.


El Omega traga duro, y baja la mira sumisamente. Pero entonces el Alfa se acerca hasta que se encuentra a su lado y le toma del rostro obligándole a enfrentar su mirada.


—Jamás digas que mereces estar en una casa Omega. Tú no eres ninguna perra de cría, y mucho menos un prostituto.


Joseph hablaba con tanta convicción que el moreno por un momento sintió que realmente era honesto, pero aquellas palabras no fueron suficientes para convencerlo de algo tan ficticio, así que su rostro se arruga empezando por el fruncimiento de sus cejas demostrando lo confundido que se sentía. Además, su mente poco a poco empezaba a nublarse, y el picor en su piel solo se hacía cada vez más insoportable.


—Pero no entiendo...—Susurra sin apartar sus ojos verdes de los grises. —Igual... ¿eso no es lo único que soy para ti? ¿Una perra?


El Alfa retuvo el aliento por más de dos segundos.


Si Joseph pudiese enlistar las conversaciones más impactantes en su vida, aquella respuesta de su compañero estaría enmarcada en negrilla justo por encima de las demás.


—Eres mi esposo. —Dice con dureza, aunque ni siquiera sabe de dónde ha salido la fortaleza para responder aquello que se supone que es obvio. —Eres el padre de mi hijo, y también mi compañero.


Una sonrisa amarga es lo único que obtiene de Román, aunque segundos después unas lágrimas pesadas ruedan por aquellas mejillas morenas recalcando su agonía emocional. Recalcando aquel dolor que estaba en plena superficie azotando desde hace años atrás.


El omega baja su rostro nuevamente, y hunde sus manos pequeñas a ambos lados de sus piernas.


—A veces me cuesta recordarlo. —Expresa bajo y roto. —Y cuando siento que soy de nuevo importante para ti, —Levanta su mirada y aprieta sus labios, como si lo que va a decir le atormenta más que cualquier otra cosa. Y aunque su Alfa le mira atento esperando palabras, el moreno tan solo lleva su mano de piel tostada hasta su rostro húmedo por las lágrimas, suelta un quejido, y acuna su mejilla lastimada diciendo más que mil palabras.


"Me lastimas"


El tiempo pasa lento y tortuoso, y todo está tan silencioso y tenso que se pueden escuchar incluso la pesadez de sus respiraciones. Entonces las circunstancias no tienen compasión y el destino mucho menos misericordia, cuando el rostro del moreno empieza a ponerse de un tono escarlata y su cuerpo empieza a temblar.


Román gime, y aprieta el mueble con sus manos sintiendo que nuevamente el calor se quiere apoderar de su cuerpo. Sin embargo, el pánico es mucho más fuerte y sus ojos irradian claramente terror y miedo. Joseph nunca lo había visto de esa manera. Era como si su Omega le tuviese fobia a su propio ciclo de celo.


Aunque la verdad, ya había pasado un tiempo desde que siquiera había podido estar en casa por más de una semana seguida. ¿Cuántas veces había pasado por esto su esposo?


Román llora y saca del estupor a Joseph.


—Necesito... Necesito las pastillas —Dice entre jadeos desesperados. Un sollozo se escapa de su garganta, y el Alfa enseguida sale de su estupor para tomar las manos del moreno antes de que se haga daño con el filo de sus uñas. —No quiero entrar en celo de nuevo, por favor, no quiero sentirme así de nuevo. No lo soporto más, por favor Alfa... —Las lágrimas caen en su ropa y el sabor salado de ellas inundan sus labios. El aroma a desesperación impregna la sala. — ¡Jhouna, necesito encontrar a Jhouna! Nuestro hijo todavía está...


Otra punzada en su vientre, y el aroma de su Alfa le empieza a causar efecto. El sudor se empieza a acumular en su frente, y otro quejido escapa de sus labios.


—Román, tienes que calmarte. —La orden es tacita, y el moreno intenta obedecer. —Respira, debes tranquilizarte —Poco a poco el cuerpo más pequeño deja de temblar, pero las feromonas se esparcen rápidamente haciendo que el Alfa empiece a sentirse afectado. —Mírame—Le ordena. El Omega gime y levanta su mirada mostrando una mirada turbia. —No voy a darte más pastillas. Esas cosas solo te harán más daño.


—Pero nuestro hijo está perdido... —Llora—Quiero... quiero...


"Quiero encontrarlo"


"Quiero traerlo a casa"


"Quiero que me tomes"


"Quiero que me anudes"


Román estaba luchando consigo mismo, pero sentía que todo estaba más allá de su control. Sentía como si su lengua fuese pesada, y como si sus extremidades fuesen de gelatina. Entonces unas manos cálidas se posan en sus piernas, y un jadeo se escapa de sus labios cuando recibe una caricia justo detrás de su cuello, en su marca de unión. El aliento caliente le hace cosquillas en su nuca, y gime con deseo cuando más resbaladiza empieza a humedecer su rapo. A este ritmo, el sofá estaría arruinado.


—Nuestro hijo volverá a casa. —Dice Joseph con seguridad. —Y tú y yo, vamos a tener esta semana para satisfacer tu calor.


— ¿Lo prometes?


Un silencio invadió la sala, pero segundos después el de ojos grisáceos respondía.


—Haré lo que esté a mi alcance.


Román no sabía si eso sería suficiente para él.

Notas finales:

Román y Joseph tenían una relación que superaba su dinamica cuando eran más jovenes. Sin embargo, muchas cosas pasaron durante el paso de los años que fueron transformando a Joseph en un hombre frío y a Román en una persona insegura.


Además, el problema con los celos del Omega empeorará. Y el causante de esto muy pronto saldrá a la luz.


Si quieres saber más, estate atento a las actualizaciones. 


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