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La Familia Dumá por Cat_Game

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Capítulo siete


Planeación


 


Ágata Dumá, reconocida por haber fundado las industrias pesqueras de la familia Dumá, temida por los enemigos de su época, respetada por el gobierno de aquél entonces y amada por quienes trabajaron a su lado. Existían muchas referencias respecto a la grandiosa hazaña que había conseguido, pero no se relataba con detalles la prueba que había vivido para conseguir el respeto y reconocimiento de los subordinados de esa época, así como los asociados y enemigos.


Ella había nacido en una época donde las mujeres habían ocupado el lugar de las sombras, siempre vistas como “creaturas” sumisas y poco importantes para la sociedad, en lugar de ser vistas como personas. Pero ella había conseguido grandes cosas, incluso el título del líder de nuestra organización. Había sido juzgada y catalogada como un error, como una broma, como si toda ella fuera una imagen negativa para la familia Dumá.


Suspiré y contemplé el escritorio curvado del estudio que usaba para mis investigaciones; frente a mí estaba el libro de biografías de los antiguos líderes de nuestra familia. Regresé la vista al retrato fotográfico de Ágata Dumá; esa mujer era una figura de inspiración y la muestra más clara de que el liderazgo no estaba relacionado a los hechos que la sociedad señalaba como negativos respecto a las personas. Así como ella, yo estaba dispuesto a reiterarlo.


Sin previo aviso, la puerta de la izquierda se abrió. Mi padre se adentró y caminó hacia el escritorio.


—Padre, ¿sucede algo? —pregunté con cautela.


Mi padre miró el libro frente a mí y sonrió como si estuviera complacido.


—Has estado molesto en estos días —la voz de mi padre se hizo presente—, y has pasado más tiempo de lo usual aquí, en tu estudio. Además, han notado que en los entrenamientos actúas como si algo te irritara. Y vengo aquí, y encuentro que estás leyendo la biografía de Ágata. Supongo —mi padre me contempló fijamente—, que alguien hizo algún comentario negativo respecto a tu sexualidad y tu posición como el futuro líder.


No repliqué. Recargué mi cuerpo en la silla y agaché el rostro. No había esperado que mi padre notara mis actitudes, ni mucho menos que tocara el tema. Había cosas más importantes que discutir, como la muerte de Aram Vega y todos sus asociados, o el próximo movimiento de la ASC contra nosotros, así como el conflicto en la frontera que se transformaba en un combate agresivo día a día.


—¿Fue Michael? —mi padre prosiguió.


Negué con la cabeza.


—Ah, lo habría esperado de él, debido a su mente tan cerrada en cuanto a las sexualidades. Gunther —de pronto mi padre se sentó en el sofá junto al librero y agregó—: hay algo que debes saber. No quiero que lo tomes a mal, pero es imperativo que antes de ocupar el puesto del líder tengas a una pareja estable junto a ti.


Llevé la mirada hasta mi padre para conocer el rostro que mostraba. Mi padre lucía tranquilo.


—¿Por qué? —dudé con calma.


—Porque esa persona que estará a tu lado también deberá comprender todo lo que nos representa. Le entregarás secretos muy personales, y por ello debe ser una persona de tu entera confianza y amor genuino. No quiero que cometas el mismo error que yo. Yo guardé muchos secretos de tu madre, la excluí por miedo a que le hicieran daño, pero cuando nos casamos ella comenzó a indagar más y más en nuestra historia. Se embarazó muy pronto por nuestros descuidos, y…cuando naciste ella ya tenía todo mi plan armado y listo para usarlo en mi contra. Si tú inicias una relación formal y le muestras a ese chico todos nuestros secretos, podríamos evitar una caída y un error así de grande, ya que no estará la vida de un bebé de por medio.


—¿Abandonaste los planes por mí? —pregunté con incredulidad.


—No iba a dejar que te mataran. Eres mi hijo, Gunther. Y, aunque no lo creas, eres el único hijo que tengo. Sí, tengo unas cuantas amantes por aquí y por allá, pero nada formal. Sólo es sexo.


—¿Por qué sacrificarías todo el futuro de la familia por una persona?


—No eres sólo “una persona” —mi padre pronunció esa frase con una expresión dramática hecha por sus manos—; eres mi hijo y eres el heredero al puesto del líder.


Moví la mirada hacia el cuadro colgado junto al librero del frente. Yo era la razón por la que mi padre había recurrido a crear asociaciones con gente del extranjero.


—Gunther, hablo en serio. En menos de ocho meses cumplirás la mayoría de edad, y eso significa que tendrás la posibilidad de convertirte en líder.


—No hables como si tú estuvieras a punto de morir —repuse con molestia.


—Naturalmente no lo haría. Pero al haber quemado la mercancía en Gold, y al haber asesinado a Vega, Rhys Connor pedirá ayuda de la ASC, de su jefe, de…nuestros verdaderos oponentes. La persona que nos quiere fuera del país, que desea borrarnos del mapa, no dejará pasar una oportunidad así de buena. Buscará cómo matarme, y con ello tú…tú serás líder y la única esperanza para que nuestra familia continúe, y para vengarnos de ellos por habernos marginado.


No podía ignorar las palabras de mi padre. Suspiré y decidí hablar.


—Stephan… —pronuncié con un tono desilusionado al agachar el rostro—, ya me ha rechazado demasiadas veces. Sus excusas son…cada vez más obvias. Tiene miedo a lo que otros dirán porque somos dos hombres, y hasta dijo que ese hecho era motivo de repercusión para la organización.


—¿Esa es su mayor excusa? —indagó mi padre.


—Sí.


—¿Qué hay del hijo del Doctor Cal? Sé que ahora se comunican porque le di tu número.


Incluso si me había molestado con mi padre por haber entregado mi contacto personal al hijo del Doctor Cal, había mantenido una buena comunicación con Daniel en las pocas semanas que habían transcurrido después de la fiesta.


—Nos hablamos bien —revelé.


—¿Bien?, ¿sólo eso?


En verdad con quién había interactuado más, había sido Drake, el hijo del Dragón del Este. Habíamos creado la costumbre de conversar unas horas antes de dormir, quizá en la tarde para él y la noche para mí, y había descubierto que era un tipo muy alegre y bastante sádico. En la otra mano, Daniel era complicado de describir, inclusive me parecía un poco desinteresado en la vida en general.


Al no responder por unos minutos, mi padre respiró con profundidad, cruzó los brazos y movió la cabeza hacia un lado. Hacía eso cuando deseaba comprender situaciones complejas.


—Dime algo —rompió el silencio mi padre—, ¿Stephan es gay?


—Probablemente —dije con rapidez al prestar interés en mi padre.


—¿Se han besado o tocado?


—Sí, un poco.


—¿Y realmente te gusta tanto?


—Sí —revelé con un tono bajo.


—¿No crees que tenga miedo de sus padres, a la opinión de ellos más que a la de los demás?


—Lo he considerado.


—Gunther, Stephan no es la personas más…cómo decirlo —mi padre abandonó su postura y se levantó—, no es el… —caminó hacia el escritorio y quedó frente a mí—, no es el chico que había creído como la mejor opción para ti desde que me dijiste que eres gay.


—Es lindo —recriminé con un poco de estrés—, muy lindo.


—¿Lindo? No me parece el tipo de chico que podría ser descrito con ese adjetivo.


—Para mí lo es.


—Bien, lo respeto. Pero si continúas esperando a que decida aceptar su sexualidad, sentimientos y salir del clóset, como dicen ahora, con sus padres, habrás perdido, ¿cuánto?, ¿un par de años?


—Padre —me puse de pie para encarar a mi padre—, me queda claro lo que quieres decir. Si lo que quieres es que invite a salir a Daniel o a Drake, lo haré. No pienso seguir rogándole a alguien que es un… —suspiré—, un cobarde.


—Bien. La próxima semana el Doctor Cal y su familia estarán de vacaciones, y Harriet me aseguró que vendrán a Biannko. Tendrás la oportunidad para convencer al chico de que estás interesado en él, para que así yo pueda hablar con sus padres para que estudie aquí, contigo, y puedan conocerse más.


—No te atrevas a hacer ningún movimiento de ese tipo. Estamos hablando de una persona y su vida. No voy a arruinar la vida sentimental de alguien por un capricho de la familia.


—Entonces —mi padre usó un tono severo para expresarse—, espero que en unos días, durante la cena de celebración de nuestra familia llegues en compañía de Stephan, o de alguien que realmente esté dispuesto a seguirte.


—Pensé que este año no harías la celebración.


—Decidí que sería una buena oportunidad para mostrar que nuestra familia tiene un descendiente digno del puesto del líder. Vendrán nuestros contactos del gobierno y la policía local.


—Padre —intenté rebatir pero fui interrumpido.


—Me has escuchado ya, Gunther, así que no me decepciones. La cena será el próximo viernes. Tienes casi cinco días para demostrar que estás listo para tomar la posición.


Sin otra palabra más, mi padre salió de la habitación. Aguardé en mi lugar por un tiempo hasta que me senté de vuelta en la silla. Consideré las palabras de mi padre; él tenía razón, era imperativo mostrar ante los enemigos que estábamos preparados para cualquier tipo de situación, así fuera un hecho que la vida de mi padre corría un riesgo eminente. Tomé mi teléfono y busqué entre mis contactos el nombre de Stephan; abrí la opción de mensajes y le pedí que nos viéramos por la noche en mi habitación. Si iba a iniciar una relación con alguien más, entonces necesitaba acabar con todas las dudas y asegurar que mis oportunidades con Stephan eran menores al cero.


Cuando dejé el móvil en la mesa, cerré el libro y me quedé perdido en mis pensamientos. Si mi padre había arriesgado todo por proteger mi vida, yo…¿debía hacer lo mismo por él? Pero no me parecía justo, ¿por qué debía tomar una decisión así de importante con tanta prisa? Era culpa mía en una parte, pues yo había esperado demasiado tiempo para aceptar mi sexualidad y hablar de ello con mi padre. Sin embargo…


Coloqué los brazos sobre la mesa y acomodé mi cabeza sobre éstos. No había forma de asegurar que las cosas con Stephan podrían salir de manera positiva; y tampoco podía continuar con mis actitudes de un niño inconsciente de lo que mi familia vivía. ¿Cómo iba a engañarme a mí mismo de que pretender sería lo mejor?


Cerré los ojos y divagué un poco. Mi cuerpo recordaba algunas sensaciones, como el beso en la mejilla por parte de Drake o la impresión que había tenido por las actitudes y el rostro de Daniel. Debía seguir así para sacar la imagen de Stephan de mi cabeza. De manera imprevista, me quedé dormido. Puedo recordar el tipo de ilusión que soñé; era como una especie de escena de película, como si todo fuera relatado por una cámara omnipresente.


En el sueño podía ver un antiguo muelle que mostraba un cielo nublado y barcos de madera con velas; había un par de pescadores en las lejanías, unos caminantes sin rostro y unos sujetos con aspecto de rufianes por sus chalecos antiguos mal acomodados. En uno de los puertos, cerca de un edificio costero de ladrillos rojizos y ventanas curvadas, había un hombre vestido con un traje de gabardina antigua café ajustada y ancha en la parte baja; él estaba acompañado de una niña castaña con un vestido de falda amplia y de moda antiguada. Sé que hablaban de algo muy importante, pero no lo recuerdo con exactitud.


El hombre sujetaba las manos de la niña y sollozaba. Después, la niña también comenzaba a llorar y dejaba que el hombre tocara su rostro como un mimo; ambos eran de tez morena y de ojos azules claros, como si estuvieran relacionados por sangre. De pronto, el hombre colocó un objeto metálico en las manos de la niña. Era una insignia como un escudo con dos espadas cruzadas y una flor de cinco pétalos en la base; era el escudo de la familia Dumá, el mismo que sólo el líder podía portar.


Una vez que reconocí el objeto en el sueño, abrí los ojos y levanté el rostro. La habitación estaba iluminada por una luz tenue proveniente de la lámpara de pared que se prendía automáticamente al caer la noche. Miré la pantalla del teléfono y descubrí que ya eran las ocho y cuarto. Me había quedado profundamente dormido, y había ignorado el tiempo. Bostecé y recordé las imágenes de mi sueño; había replicado una escena que había leído en la biografía de Ágata Dumá.


Me incorporé y salí del estudio; era probable que Stephan ya estuviera en el pasillo que conducía a mi habitación. Así que apresuré el paso y arribé hasta la puerta de mi cuarto.


Stephan estaba recargado en la pared, de brazos cruzados, con su atuendo usual de chico rebelde. Yo lo miré con rapidez y abrí la puerta.


—Pasa —dije con tranquilidad.


Stephan aceptó la orden y entró a mi habitación. Cuando cerré la puerta con seguro detrás de mí, coloqué el teléfono sobre el escritorio y contemplé a Stephan. Stephan quedó parado junto a la cama y no dijo nada.


—Voy a ser directo —otra vez hablé con mi tono usual; me moví para encarar a Stephan—, así que escucha. Si quieres que seamos amigos, entonces podremos serlo; pero no voy a permitir ningún comentario negativo respecto a mí o a mi sexualidad. No volveremos a interactuar así, y sólo seremos simples camaradas como lo somos con Raúl y Lizbeth. Olvídate de cualquier cosa que haya pasado entre nosotros, porque ya no voy a seguir en este juego confuso entre los dos.


Stephan dio un respiro profundo y agachó el rostro.


—Si aceptas esto ahora, podrás ser mi mano derecha.


—No —Stephan replicó con un tono inusual, como si estuviera molesto y dolido—, no, Gunther…por favor.


—Tú y yo no podemos estar juntos, ya es claro. Lo dijiste.


Empero, Stephan alzó la mirada, caminó hacia mí y me besó con ímpetu. Por unos segundos no repliqué, pero mi cuerpo se estremeció y contesté el beso. Acorté la distancia y conduje a Stephan hacia mi cama lentamente.


Con rapidez detuve mis actos y miré con impresión a Stephan.


—No —negué con la cabeza una y otra vez—, no, yo no…no puedo. Tú no estás dispuesto a aceptar nada, y tampoco piensas que esto es positivo.


—Gunther —Stephan intentó besarme pero puse las manos en sus hombros. Él sonrió con dolor obvio y compuso—: he sido un idiota, lo sé. No he hablado con honestidad y sólo he puesto excusas ridículas. Yo…yo siento algo muy especial por ti, Gunther, más que un cariño de un simple amigo.


—Dijiste que el problema es que somos hombres.


—Lo sé, y lo siento. De verdad lo siento. Ese no es el problema, porque…porque no me interesa que seamos varones los dos. No puedo seguir negando que…que a tu lado me siento bien.


—Dijiste que esto repercutirá a la organización.


—Lo sé —Stephan agachó el rostro—, lo sé. Pero no es así, Gunther, porque si tu padre puede aceptarlo, entonces…creo que mis padres también lo aceptarán.


—¿Estás consciente de lo que estás insinuando? —dudé con molestia.


—Sí, sí… —Stephan levantó el rostro y aclaró un poco su garganta—, estoy diciendo que tú también me gustas. Y…si estás bien con la posición que tengo en la organización…entonces…también estoy diciendo que quiero entablar una relación formal y más profunda que una amistad contigo.


Como un golpe interno, como si algo en mi interior hubiera sido presionado, percibí que mi cuerpo temblaba un poco. No podía creer que Stephan pronunciaba esas frases. Sonreí con cuidado, como si algo prohibiera a mi rostro expresar que me sentía feliz. Stephan también sonrió y me besó en los labios de una forma cálida. Yo acepté la caricia y volví a reír con más libertad.


—¿Stephan? —acaricié el cabello de Stephan al decir su nombre y moverlo más hacia la cama.


Una vez Stephan cayó sentado sobre el colchón, me incliné para besarlo de nuevo. Esta vez introduje mi lengua en su boca y bajé mis manos hacia su cintura; su piel era suave y su estómago y pecho irradiaban calidez. Continué, me senté a su lado y encontré un mejor ángulo al colocar nuestras piernas sobre el colchón y quedar de frente; desabroché su pantalón sin romper el beso y Stephan tocó mi cuello con cierto entusiasmo.


Ambos detuvimos el beso y la mano de Stephan tocó mi muñeca antes de que pudiera sentir su piel debajo de su ropa interior. Mantuve la mirada fija y Stephan también; él respiraba con un poco de agitación y su rostro estaba en exceso ruborizado.


—¿Tienes…miedo? —pregunté con el tono más tranquilo que pude conseguir.


—N-No…no es eso… ¿D-De verdad crees que soy lindo?


Topé mi frente con la suya con cautela, luego lo besé otra vez. Proseguí con mi mano debajo de su pantalón y me percaté de que Stephan suspiró al sentir mi tacto; aunque su mano no se interpuso en mis movimientos. Ahora desabroché mi pantalón y acerqué más mi cuerpo al de él. Interrumpí el beso y toqué a Stephan con fuerza. Él cerró los ojos y cubrió su boca con la mano. Su rostro estaba cargado de excitación y su cuerpo respondía ante las caricias. Conseguí que nuestros miembros quedaran juntos al acercarme más; con mis manos seguí con el vaivén y suspiré con sensualidad. Stephan sostenía su cuerpo al sujetar mi hombro, pero me percaté de que hacía un esfuerzo por no hacer ningún sonido, aunque no lo lograba.


—S-Stephan —dije su nombre entre un jadeo ahogado—, déjame escucharte.


Stephan abrió los ojos y retiró su mano de la boca; mordía su labio inferior pero su voz resonó con más libertad. Su mano libre tocó mi rostro y volvimos a besarnos. La sensación era sublime, un poco extenuante, pero completamente perfecta. Sentir el calor de Stephan, derretirnos en un beso sensual que era acompañado por nuestros gemidos leves de placer, así como percibir la fogosidad en nuestros miembros era suficiente para que mi mente estuviera apaciguada.


—G-Gunther… —Stephan detuvo el beso y susurró—, e-espera…voy a…¡ah!


Aumenté la velocidad de mi mano y usé la otra para arrimar el cuello de Stephan hasta mis labios. Hice una marca en su piel, pero esta vez en un sitio visible. Stephan reaccionó, ya que su cuerpo tuvo un espasmo profundo y luego sentí que sujetó mi cabello y sudadera con fuerza. Los dos terminamos casi al mismo tiempo; él arrojó un gemido abrumador y yo desprendí mi boca de su piel. Nuestros rostros quedaron unidos por nuestras frentes, y nos besamos con pasividad. A pesar de que yo deseaba más, no estaba seguro si debía obedecer a ese impulso, puesto que no quería causar incomodidad en Stephan.


Cuando dejamos de besarnos, solté nuestros miembros y vi mi mano llena de nuestra eyaculación. Por unos segundos tuve una idea morbosa, pero desistí de ese pensamiento. Me moví un poco para alcanzar una caja de pañuelos sobre el buró junto a la cama, tomé uno y limpié mi mano.


—Gunther —Stephan fue el primero en hablar—, no quiero que te beses con otras personas. Dime algo.


No repliqué; sólo contemplé a Stephan y lo abracé. Stephan también me abrazó y besó mi mejilla con ternura.


—Hablo en serio —susurró Stephan en mi oído—, no quiero que hagas lo que hiciste en la fiesta. Dime, ¿para qué otra razón hablaste con el hijo del Dragón del Este? Te vi besándote con él.


—¿Estás celoso? —pregunté con satisfacción al mover un poco mi rostro y mirar a Stephan—. Es obvio que no voy a besarme con otros chicos si tú eres mi novio.


—De acuerdo…seamos novios.


Los dos nos alejamos y acomodamos nuestras ropas, pero nos quedamos sentados hombro a hombro en la cama.


—¿Le dirás a tus padres? —cuestioné al tomar la mano de Stephan.


—S-Sí…pero todavía no sé cómo, ni qué decir exactamente.


—Mi padre ya sabe que me gustas, y sabe que quiero esto, una relación contigo.


—¿Y qué te dijo? Sé que tu padre hubiera preferido a una persona que te proporcionara algún tipo de poder para la organización.


—Sí, es verdad; había insistido en que me acercara al hijo del Doctor Cal o al del Dragón del Este. Pero, tampoco está en desacuerdo con que tú seas mi novio.


—¿D-De verdad? —Stephan se movió levemente y sostuvo mi mirada.


—Sí. Te dije que se ha repetido que un líder de la familia se case con la persona que ocupa el puesto de la mano derecha. Aunque, no comprendo algo, Stephan.


—¿Qué?


—¿En verdad es tan difícil que tus padres lo acepten?


—N-No lo sé —Stephan suspiró—. Creo que sí, ¿sabes? Mi padre suele mencionar temas cuando entrenamos los dos juntos en casa, respecto a las mujeres e insiste en que salga con ellas, y mi madre ha dicho que le agrada Hannah.


Cuando escuché el nombre de esa joven, recordé los celos que había sentido durante la fiesta de cumpleaños de Stephan.


—¿Te has besado con ella? —pregunté con molestia aparente.


—¡No, por dios! No me gusta para nada. Te dije que sólo he tenido interacción de ese tipo dos veces.


—No te creo. Somos adolescentes, las hormonas están a flor de piel.


—Gunther, en ese caso, te pregunto lo mismo. Dijiste que nunca has tenido sexo, y eres un adolescente. ¿Cómo es posible?


—Fue distinto —repuse con rapidez—, yo reprimí mi sexualidad.


—E-Es…igual para mí.


—¿Cómo? —solté la mano de Stephan por sorpresa.


—No soy como la mayoría, ¿sabes? Nunca hablábamos de citas tú y yo, ni siquiera mencionamos remotamente salir con personas y te lo agradezco. La primera vez que besé a una persona fue…porque estaba ebrio. La segunda fue igual. Pero me di cuenta de que no…no tengo ese deseo de interactuar sexualmente con otra persona si no hay sentimientos de por medio. ¿Crees que eso es raro?


—No —dije con calma—, es parte de tu sexualidad. Eso quiere decir que cuando te besé la primera vez…tú…


—Ya lo había pensado, pero tenía mucho miedo. Primero porque creí que al ser los dos varones eso sería malo…para ti. Y cuando me besaste —Stephan respiró con profundidad y titubeó—, y-yo…n-no lo podía creer. Y como no comprendí del todo tus palabras, tuve miedo. ¿Qué tal que te habías dado cuenta de mis sentimientos y lo habías hecho por algún motivo negativo?


Nuevamente abracé a Stephan. De verdad, con sus palabras sólo causaba que pensara que era el chico más lindo que había conocido.


—Eres demasiado lindo, ¿sabes? —opiné con honestidad.


—Gunther, lamento que todo esto se complicara así.


—Descuida, lo mejor de todo es que hemos aclarado las cosas y ahora puedo decir que eres mi novio. Por cierto —me alejé un poco de él y miré el reloj despertador—, ya es un poco tarde. Tu padre debe estar buscándote…debes regresar a casa, ¿no?


—Sí —suspiró Stephan—, y también debo decirles la verdad.


—Estoy seguro de que ellos lo comprenderán.


—Eso espero.


Ambos nos pusimos de pie y caminamos hacia la puerta. Antes de abrir la puerta, sujeté la cintura de mi novio y lo besé con deseo. Duramos en la caricia un minuto o un poco más; para así decir adiós en esa noche. Stephan salió de la habitación y yo regresé a la cama. Me acosté y sonreí como un niño pequeño.


Todavía estaba invadido por las sensaciones que había experimentado unos minutos atrás; y me sentía como en las nubes. Mis preocupaciones habían desaparecido, mis músculos estaban relajados y suspiraba de vez en cuando. Si eso era estar perdidamente enamorado, entonces debía disfrutarlo aunque fuera por unos minutos, porque causaba un bienestar en todo mi ser.


Sin embargo, mis pensamientos regresaron a las preocupaciones. Si mi padre había insistido en que debía estar listo para tomar el puesto del líder, eso quería decir que él contemplaba la posibilidad de que su muerte ocurriría muy pronto. Si mi padre se preocupaba de esa forma, era un mal indicio. Y yo no podía hacer más. Detuve la negatividad, me incorporé y caminé al escritorio; tal vez había una forma de salvar a mi padre, pero sería un método sumamente arriesgado y que expondría mi vida a una muerte segura.


Tomé asiento, usé una libreta de apuntes y comencé con unas anotaciones. Para estas horas el asesino que habíamos contratado ya debía estar en el sur, en el Continente Colomida, en Redden o en la República de Veigx; la muerte de Aram Vega ya había salido publicada en los medios oficiales, aunque con excusas irreales. Teníamos todos los vídeos del asesinato de cada uno de los asociados de los peones de Rhys, y era muy probable que los Saltamontes Dorados ya hubieran visto cada una de las muertes. Sé que la ASC había recibido un documento contundente, para asegurar que habíamos sido nosotros los verdaderos homicidas, y los altos mandos ya debían haber informado a Rhys Connor de nuestra desfachatez. En la frontera, los operativos habían iniciado con un grupo comandado por Kile y uno de los líderes del Alquimista; tan sólo esperábamos la mercancía para cruzarla a Cadenas y re-abastecer las bodegas. En unas semanas más, de acuerdo a la intuición de mi padre, la ASC haría un movimiento grande. Sabía que no sería en los puertos del norte, ya que el Dragón del Este se encargaba del nuevo comercio con el Continente del Norte; mientras que lo más obvio era hacer una guerra en la frontera sur. Nuestras fuerzas armadas tenían a tres nuevos soldados que habían sido mantenidos en un estado de congelación anti-vejes, unas armas adquiridas por parte del Doctor Harriet y el Doctor Cal, armas con apariencias de adolescentes superdotados para la guerra, pero sólo eran tres y se habían incorporado a nuestros equipos dos días antes de la última fiesta.


Detuve las anotaciones. Mi padre no quería matar a Rhys Connor; no aún, ya que eso significaba destruir el pacto con el Alquimista y el Dragón. Empero, también significaba que la vida de mi padre correría demasiado peligro. Volví a escribir, y lo único que anoté fue el nombre de una ciudad: “Woods”. De pronto hice un rayón sobre la palabra.


—No —susurré—, debe haber otra forma.


Regresé a las notas. Necesitaba más información respecto a las conexiones de los Saltamontes Dorados. Mi padre había mencionado que ese sujeto había llegado a Cadenas unos días después de mi nacimiento, y que había sido un simple adolescente, pero sabía de antemano que había sido acompañado por su madre. Su madre, Eveline Franco, era una mujer peligrosa; la segunda esposa del Saltamontes originario del país Bow, y, parecía, ella era quien había dotado de poder a Rhys. Quizá la clave estaba en la muerte de Eveline, para así detener el plan de la ASC y hacerlos reconsiderar sus posiciones. Pero…¿cómo iba a matar a una persona que vivía bien protegida? Ni siquiera sabía si esa Patrona estaba en Woods.


—Cal… Daniel Cal —dije con rapidez.


Tenía una plan para descubrir el paradero de esa mujer y así tomar una decisión cuanto antes.


—Rayos —opiné con un suspiro.


Mi padre todavía no regresaba mi computadora vieja; me había entregado un nuevo modelo y bastante protegido para asegurar mis movimientos. Tenía acceso a la información en la base central, pero era la información que ya conocía de esa mujer. Mi padre me había contado que era una enemiga poderosa y que controlaba las acciones de su hijo en la mayoría de las decisiones. ¿Por qué mi padre no se deshacía de ella? Tal vez lo había intentado pero había considerado que los riesgos eran extremadamente altos.


Bien, decidí que interrogaría a mi padre con cautela durante la mañana, y así analizar si estaba por hacer lo correcto. Regresé a la cama y me acurruqué con el calor de las sábanas y cobertores. Dormí, y sé que hubo otro sueño bizarro, pero no lo recuerdo.


Cuando sonó el despertador, abrí los ojos, me levanté e hice las actividades matutinas a toda prisa. Me duché, usé ropa común y salí con rapidez hacia la oficina de mi padre.


Anduve por el pasillo con alfombrado rojo y forma de “T” invertida y quedé frente a la puerta de la oficina al escuchar que alguien discutía con mi padre. Me acerqué con cautela para distinguir lo que decían.


—¿Y dejar que la reputación de la familia Dumá se arruine? —se escuchó la voz del señor Harrington con fuerza y molestia palpable.


—¿Arruinarse? ¿De qué mierda estás hablando, Louis? —reconocí la voz de mi padre.


—Mi hijo no es gay, Edme, y estoy seguro de que lo único que está pasando es que está confundido por lo que Gunther le dijo.


—¿Estás insinuando que Gunther es una mala influencia para Stephan? No seas ridículo, Louis. Mi hijo no ha hecho nada para confundir a tu niño; quizás no te habías dado cuenta de que tu hijo siempre ha sido así y ahora, simplemente, lo externó.


—¡Por dios! Edme, ¿no lo ves? Vamos a ser el hazme reír de las otras organizaciones mafiosas y perderemos influencia en la política.


—¿De acuerdo a quién? ¿A ti? Hay un montón de mafiosos homosexuales, así como políticos corruptos; todos son una bola de cabrones igual que los heterosexuales; ¿de verdad crees que es tan malo que tu hijo esté enamorado de mi hijo?


—¿Cómo puede ser posible? Stephan tiene una bonita relación con una chica de su escuela, se llama Hannah, y ayer, por la noche, resulta que ha entablado una relación de noviazgo con Gunther. Stephan no es así.


—Escucha —la voz de mi padre sonó severa—, que no puedas aceptar a tu hijo tal cual es, no es mi problema, Louis. Sin embargo, no voy a permitir que hagas comentarios en contra de Gunther, porque pronto le responderás a él. Me sorprende que seas incapaz de amar a tu hijo, a tu propia sangre, y aceptarlo.


—No me vengas a decir que tú eres el padre perfecto, Edme, porque lo único que le has enseñado a Gunther es a pensar como una máquina y a tirar del gatillo como si fuera natural.


—Porque lo es en nuestro mundo. Y esta discusión se terminó, Louis.


Me quedé paralizado por las frases pronunciadas por el señor Harrington, y debido a esto no escuché cuando se acercó hasta la salida y abrió la puerta de la oficina. El señor Harrington me contempló con enojo y no se movió. Yo…no podía creerlo. Mientras sostenía la mirada del señor Harrington, reprochaba en silencio, ¿por qué era tan cruel con su propio hijo?


—Espero que seas tan inteligente como dice tu padre, Gunther —el señor Harrington pronunció con seriedad—, y no cometas el error de seguir un camino incorrecto y plagado de depravaciones morales que mancharán a la familia Dumá.


Sin otra palabra más, el señor Harrington se alejó por el pasillo y yo contemplé su imagen. Ahora comprendía porqué Stephan había dicho todas esas cosas como excusas para negar nuestra relación, pues había sido enseñado a pensar así. Sin previo aviso, otra persona se acercó a mí y se detuvo frente a la puerta; era Michael.


Retiré la mirada del frente e intenté entrar a la oficina de mi padre; empero, Michael colocó su mano sobre la puerta.


—No soy el único que piensa lo mismo que Louis —Michael pronunció con un tono bajo.


No dije nada; sólo sostuve la mirada retadora del hombre. Si mi padre moría, la organización quedaría dividida, eso era más que claro; y yo tendría que enfrentar esa realidad algún día. De pronto, Michael abrió la puerta y me cedió el paso. Ambos nos adentramos y encontramos a mi padre en la silla café del líder.


—Tomen asiento —ordenó mi padre.


Los dos obedecimos. Yo me senté en la silla correspondiente cerca de mi padre, y Michael en uno de los lugares frente al escritorio y mi padre.


—La ASC va a movilizar a sus hombres hacia la frontera, así que creemos que habrá un enfrentamiento —dijo mi padre.


Pude notar que estaba molesto, más de lo que había creído; pues ni siquiera fumaba o escondía su rostro de enojo.


—Michael, una de tus unidades ayudará a Kile en la frontera, mientras que un grupo de ingenieros mineros será protegido y escoltado por Kile.


—¿Ingenieros mineros? —dudó Michael.


—Connor tuvo una buena sugerencia. La antigua red de minería de las montañas que separan a nuestros países está en completo abandono. Nuestros ingenieros jugarán como un señuelo, mientras que los hombres de Connor comenzarán la creación de una nueva red de túneles para movilizar la mercancía sin pasar por las carreteras de la sierra. Sin embargo, hay otro trabajo para ti, Michael.


—¿Señor?


—De ahora en adelante serás la escolta de guardia personal de Gunther y tu objetivo será sacar a mi hijo de Biannko, hasta Nogami, a la casa de protección en la costa norte.


—¡No! —interrumpí y esto causó que mi padre y Michael me contemplaran con sorpresa—, no, padre. No me iré y no te dejaré aquí solo.


—La ASC se ha contactado con la policía local —reiteró mi padre—, con el Comandante August, y eso significa que van a atacar la mansión con alguna excusa ridícula para hacernos la comidilla de la prensa.


—Hay otra forma de detener a la ASC, padre; y para ello voy a necesitar a uno de los soldados del Doctor Harriet, y a un grupo muy selecto. De hecho, anuncia que harás los movimientos que planeas, porque así distraeremos al enemigo. Que Michael viaje a Nogami con un señuelo bien protegido, ya que será una realidad que también querrán matarme a mí. Pero yo me movilizaré a Woods en compañía del grupo seleccionado.


—¿A qué carajo irás a Woods? —contrapuso mi padre con una voz de enojo y desesperación notoria.


—Eveline Franco, la madre de Rhys Connor. Si la matamos, la ASC no tendrá otra opción que reorganizarse y con ello tú podrás viajar al país Bow y reunirte con el Alquimista y el Dragón para entregar la cabeza de esa mujer. Padre —me puse de pie y toqué el escritorio con ambas manos—, no me pidas que me quede sin hacer nada. Ya no soy un niño, y ahora tú dijiste que yo tengo el poder de actuar como tú…pero no me pidas que me vaya y vea cómo intentan matarte. No lo podré soportar.


—Gunther, correrás demasiado peligro.


—-Pero con esto tú podrás asegurar un tiempo más en paz, y la ASC tendrá que contemplar una nueva estrategia. Por favor, no tendrán en consideración este movimiento, menos que yo lo haga.


Mi padre suspiró y tomó un tiempo para contestar.


—De acuerdo —por fin dijo mi padre—. Michael, trae a Cero-tres y déjalo salir de tu grupo. Cero-tres irá con el grupo de Gunther, así como Stephan.


—¿Qué? —dudé con incredulidad.


—No podemos negar que el hijo de los Harrington es uno de los mejores soldados que tenemos.


—Padre —empero fui interrumpido.


—No quiero más discusiones, Gunther. No hay tiempo que perder.


Estaba seguro de que había otra razón por la que mi padre había decidido enviar a Stephan en la misión de mi grupo; aunque no pude asegurar cuál era esa intención en ese momento, por eso acepté la orden.


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