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La Familia Dumá por Cat_Game

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Notas del capitulo:

¡Hola a todos!

Espero que se encuentren bien y que estén disfrutando sus lecturas.

Por fin ha llegado el final de esta historia, después de tanto tiempo de espera. 

De verdad espero que la hayan disfrutado, y que pronto habrán nuevas historias y fanfics que estaré subiendo de poco a poco.

 

¡Nos leemos en otra ocasión!

¡Cuídense!

Capítulo once


Gunther Dumá


 


La oficina de mi padre lucía vacía, carente de vida, de la energía que alguna vez la había caracterizado. Ya había pasado una semana desde la muerte de mi padre, y lo único que podía hacer era recriminar mi insuficiencia para haber cambiado las cosas. Las pistas habían sido tan claras, y yo había fracasado. Había sido incapaz de salvar a mi padre de los malditos de la ASC.


Avancé por los muebles, me detuve en el librero y leí algunos títulos; de entre algunos libros de historia, encontré un libro de literatura. Era uno de mis libros favoritos, el que mi padre había solido leerme cuando era un niño. Tomé el libro y suspiré; hojeé con lentitud y sentí una opresión en mi pecho. Cada recuerdo de él era difícil de sobrellevar, y cada uno de los momentos que había compartido con él parecían tan palpables. De entre las páginas encontré una fotografía impresa; éramos mi padre y yo en el retrato familiar que habíamos hecho durante mi infancia temprana. Sujeté la fotografía y negué a las lágrimas salir; mi padre…se había ido para siempre.


A pesar del dolor, me percaté de un sobre que también estaba junto a la fotografía. Cuando retiré el sobre puse el libro de vuelta en el mueble y me dirigí hacia el escritorio. Me senté en la silla del líder y abrí la carta. Estaba redactada a mano con una letra elegante; era la escritura de mi padre. La carta estaba dirigida a mí y fechada de hace ocho meses atrás.


—Mi querido hijo —leí en voz baja—, te escribo esta carta hoy para recordarte lo orgulloso que estoy de ti, porque sé que en estos momentos debes estar dudando de tus propias capacidades y deducciones. Eso es mi culpa, pues te he criado para buscar la perfección y obtener las respuestas a través de análisis detallados; tal vez piensas que tu último desempeño fue malo, y que por ello ahora yo ya no estoy contigo. Quiero decirte, Gunther, que debes confiar en ti, en tus decisiones, porque eres un gran líder, y porque posees capacidades excepcionales para cumplir con las demandas de ese puesto. Gunther, sé que ahora, en este momento en que escribo esta carta, tú todavía sigues aprendiendo acerca del trabajo del Señor Dumá, y aún investigas respecto a todo lo que nos conforma como la familia Dumá. Sin embargo, sé que el Gunther que está leyendo esto ya tiene más información, y ya me ha superado en habilidades como un negociante, un líder y una persona. Estoy completamente seguro de que piensas que mi muerte podía haber sido evitada; y, aunque no puedo asegurar cómo moriré, sí te puedo decir que existen dos posibles formas obvias. La primera es que alguno de nuestros enemigos haya atacado nuestra base y haya logrado hacer un jaque, pero no mate; para esta opción yo habré buscado la manera de protegerte y alegarte de todo peligro. La segunda opción es la que creo más factible en estos momentos, puesto que he hecho un esfuerzo para que no te percates, pero el tiempo lo hará más visible. Esta opción ha sido difícil de ocultar, ya que cada vez más eres perspicaz y te das cuenta de las situaciones con una rapidez satisfactoria; pero estoy muriendo, Gunther. Mi cuerpo tiene disfunciones notorias, cambios que a veces no puedo esconder ni tolerar y sé que moriré antes de que tú alcances la mayoría de edad. La enfermedad me consume, y debido a la rareza y el problema con Harriet, no puedo llevar el tratamiento más avanzado que existe, así que es probable de que muera antes de que nuestros enemigos nos ataquen.


Suspiré y toqué mi cabello como una muestra de desilusión; hasta este instante comprendí algunos comportamientos de mi padre, así como sus actitudes para evitar el contacto prolongado conmigo. Había sido para mantener en secreto la realidad.


—Gunther —proseguí con la lectura—, quiero que sepas que antes de partir, dejaré algunas transacciones en movimiento, en especial el próximo mercado con el Continente del Norte; sin embargo, para conseguirlo tú tendrás que continuar y lidiar con Heath Alipsis y Oswin Connor. Además, pretendo provocar a Rhys Connor y así encontrar una apertura y asesinar a Marcos Farías, el cabecilla de la ASC que nos traicionó y exilió de nuestra posición que mantuvimos en el pasado. Es muy probable que hayas vivido hace poco los enfrentamientos contra ellos, pero si muero antes de asesinar a Rhys Connor y a Marcos Farías, entonces te pido que continúes con esa misión. Utiliza a Oswin Connor y Heath Alipsis para lograrlo, a sus descendientes, si es necesario, pero procura tener a Shaddock Cal, o a sus hijos, como aliado o como un rehén por un tiempo no muy prolongado, porque así obtendrás mas información de la familia Farías, pero serás atacado constantemente por él y sus títeres de la ASC. Si me lo permites, te recomiendo que no lo dejes con vida por más de un año, pues su existencia es un peligro para nuestra organización. Hijo, de ti dependerá decidir el rumbo de la familia una vez termine nuestra venganza, y para eso entonces ya habrás descubierto el poder que mantendrás como el Señor Dumá, así como la influencia en la sociedad de nuestro país. Y estoy seguro de que tomarás los caminos correctos, Gunther, porque estoy seguro de que el orgullo que sientes por ser de la Familia Dumá te guiará en los próximos pasos. Nunca olvides que te amo, Gunther, y que eres el tesoro más grande que he protegido hasta ahora; nunca dudes de mi amor por ti, hijo, y jamás pienses que me has decepcionado. Te deseo buena suerte, y un reinado proliferó y lleno de nuevos retos. Con cariño, tu padre: Edme Dumá.


Cuando terminé la lectura sollocé en silencio. A pesar de que todavía dolía demasiado la pérdida de mi padre, agradecí en mi cabeza por sus palabras. Edme Dumá había sido uno de los mejores líderes de la familia, porque así como Ágata Dumá, mi padre había tomado decisiones arriesgadas y que habían salvado a nuestra organización de la desaparición total. No podía estar más orgulloso de ser el hijo de Edme Dumá.


Guardé la carta y coloqué el sobre junto al adorno de lapicera del escritorio. Limpié mi rostro y respiré con profundidad para tranquilizar el llanto.


De pronto, la puerta fue tocada y Stephan y su padre se adentraron a la oficina al abrir la puerta. El señor Harrington ya había recuperado casi toda su movilidad y lucía mejor; en la otra mano, Stephan sólo había recibido un balazo en el hombro, así que estaba en buena forma.


—Señor Dumá —la voz del señor Harrington se hizo presente—, ha llegado la hora. Los líderes esperan en el salón de conferencias. Por favor, acompáñenos.


Me puse de pie y caminé hacia el exterior de la oficina junto a los Harrington; aunque poseía la insignia del máximo líder, faltaba la ceremonia de presentación oficial. Anteriormente había sido hecha por el Señor Dumá que estuviera por dejar el puesto, pero ante la muerte temprana de mi padre, se llevaría a cabo de una forma distinta.


Durante el trayecto, me coloqué junto a Stephan y tomé su mano. En esos instantes el contacto con él era lo único que me llenaba de seguridad y me daba fuerzas para seguir adelante sin incertidumbre. Stephan dio un apretón a mi mano y me miró para así regalarme una sonrisa. Sé que el señor Harrington se percató de nuestros movimientos, pero no dijo nada.


Los tres llegamos a la puerta de la sala de conferencias ubicada al este de la mansión, en el segundo piso. Antes de entrar por la entrada de doble hoja, pausé  y respiré con un poco de agitación. De alguna manera tuve un ataque de pánico, pues creía que habrían protestas y pensaba que no sería bien recibido por los líderes y el resto de los subordinados.


De forma sorpresiva, el señor Harrington y Stephan se colocaron frente a mí y pusieron sus mano cada uno en mis hombros.


—Gunther —el señor Harrington pronunció con tranquilidad—, no estés nervioso. Tu padre estaría muy orgulloso de ti, así que no tienes nada que temer.


—Nos tienes a nosotros —Stephan agregó al llevar su mano hasta mi palma otra vez—, y sabes bien que nunca te vamos a abandonar.


Como un estruendo, la realidad se reveló como una oleada de depresión. Me percaté de que había perdido a la única persona que había podido llamar familia. Agaché el rostro y busqué la fortaleza en mi interior al recordar las palabras de la carta de mi padre.


—Gunther, no estás solo —dijo el señor Harrington al levantar mi rostro con su mano libre—, ahora nosotros somos tu familia. Pronto tú y Stephan tendrán que formalizar su relación de manera pública y eso nos atará todavía más. Sé que también él heredará el puesto como tu mano derecha, pero eso no quiere decir que los abandonaré. De ahora en adelante seré tu guía, Gunther, el guía de ambos. Vamos, te están esperando.


Acepté las palabras de ambos Harrington y entré en compañía de ellos a la sala. El lugar era amplio; estaba lleno de sillas desplegables y oscuras que se usaban para los eventos y tenía una especie de pódium sobre un escenario módico. Las sillas estaban ocupadas por los miembros más importantes de la organización.


Caminé hacia el escenario y subí hasta el podio. Había un eco natural en la sala, así que no había necesidad de micrófonos extras. Stephan y su padre se quedaron en la línea frontal, junto a Kile, Alice y Michael, y se sentaron. A pesar de que no podíamos detener las actividades en la frontera, los líderes habían viajado hasta los cuarteles generales para la presentación del nuevo máximo representante.


Contemplé los rostros de los presnetes con un poco de timidez, pero, al sentir la insignia de la familia en el bolsillo de mi pantalón, me calmé. Saqué el emblema de los Dumá y lo puse como un prendedor en la sudadera negra que usaba ese día.


—Gracias por acompañarme hoy, en esta tarde —hablé con relativa tranquilidad—, sé que muchos de ustedes tienen misiones importantes que cumplir… —acallé. Tenía un discurso preparado sobre el agradecimiento, la muerte de mi padre y otras cosas que me parecieron poco importantes en ese instante. Proseguí—: voy a ser muy honesto con ustedes, no voy a hablar de la muerte de mi padre, porque es algo que ya pasó. Sin embargo, sí les voy a decir que el enfrentamiento que tuvimos fue una declaración de guerra por parte de los enemigos, y nosotros nunca hemos perdido una guerra, sólo algunas batallas. Así es esto, lo comprendo, a veces los enemigos nos sobrepasan, pero nunca nos ganarán si movilizamos las piezas correctas. Iba a hablar de las venganza por terminar, pero eso sigue en pie y es más que obvio que tendremos que hacerlo. Prefiero decirles que como el nuevo líder de la familia Dumá, voy a continuar con las negociaciones que nos darán los medios para contraatacar, y que mi objetivo…nuestro objetivo es recuperar lo que es nuestro: el poder. Porque no nos dejamos pisotear por los traidores y porque no podemos dar la espalda a esos actos sin escrúpulos de aquellos que violentaron nuestra confianza. Hoy les hablo como un miembro más de esta organización, como alguien que ha peleado en las líneas frontales y ha visto las atrocidades que esos sujetos hacen por desaparecernos, les hablo como un compañero que ha visto a muchos caer en los enfrentamientos por defender nuestros ideales, como alguien que está orgulloso de pertenecer a esta organización y, por último, me dirijo a ustedes como el nuevo representante del grupo. Sé que ahora ustedes me llamarán por el título que mi padre heredó, y por ello muestro la insignia de la familia Dumá con orgullo; pero no lo hago sólo por aceptar ese deseo que mi padre tuvo. También porto esta insignia para mostrarles que estoy aquí y que como nuevo jefe les haré saber a los enemigos que no pueden tomarnos a la ligera, ni mucho menos burlarse de nosotros. Es probable —dirigí mi mirada a los tres líderes primarios—, que algunos de ustedes piensen que no merezco representar a la familia Dumá por algunas cosas de mi persona. Quizá soy muy joven y no tengo la misma experiencia que ustedes sí, ni la facilidad para detectar los problemas como ustedes —contemplé a Alice—, o que por mi corta edad voy a tomar decisiones inmaduras. También es probable de que parezca como un chico asustadizo —ahora miré a Kile—, débil, incapaz de pelear de frente contra los peligros de las batallas que nos rodean. No sé si sea por mi personalidad seria, o porque no me expreso como mi padre; con ese mismo cinismo y despreocupación que él tenía. Quién sabe, tal vez el problema sea —y, al final, observé a Michael—, que no cumplo con las expectativas de algunos porque no encajo en la imagen del líder fuerte, varonil y agresivo…o porque mis gustos personales parecieran un impedimento para ocupar este puesto.


Sonreí con seguridad y pasé la mirada por el resto de los miembros del grupo.


—Pero, les aseguro que esos prejuicios no me detendrán como el nuevo Señor Dumá. Tengan por seguro que seguiré la línea de mis ancestros, para luego otorgar el siguiente paso a la organización y conseguir el puesto que nos fue arrebatado. Agradezco su presencia el día de hoy, y lo hago porque, más allá de que esto sea una simple ceremonia, ésta es mi manera de decirles que soy El Señor Dumá, y que la guerra no ha terminado. Así que preparen sus armas y continuemos con las negociaciones, conflictos y luchemos por lo que es nuestro.


Al final del discurso, hubo un momento lleno de aplausos y bajé del pódium. De inmediato fui rodeado por algunos subordinados y acepté sus saludos de mano; era como una tradición mostrar ese respeto ante el líder máximo. Empero, la multitud se alejó de poco a poco y quedé frente a Alice, Kile y Michael.


—Fue un gran discurso, Señor —Alice habló con respeto notorio—, y quiero decirle que me complace trabajar con usted. Su padre siempre expresó el gran talento que usted posee, y yo creo lo mismo; pues no queda duda de que será un gran líder.


—Gracias, Alice. Pero dejemos la falsa modestia —repliqué con mi tono usual—, todavía te voy a necesitar en altamar, junto al enviado del Dragón del Este, para asegurar las transacciones con el Continente del Norte. No habrá ningún cambio en tu posición y sé que podremos trabajar bien en conjunto.


—Lo sé, Señor; y hablo con honestidad al decirle que es un gran líder. Ha demostrado sus capacidades y le respeto mucho.


—Señor Dumá —ahora Kile dijo con su tono duro—, me complace saber que continuaremos con los pactos que dejó su padre.


—Kile —sonreí al contemplar al rubio—, y a mí me complace saber que tu equipo está haciendo un gran trabajo. Los mapas de los túneles son fantásticos. Tomaste una buena decisión al acorralar a los hombres del Saltamontes.


—Fue idea suya, Señor, y creo que con eso demostró su capacidad para resolver situaciones imprevistas.


—Tú y Alice deben regresar a sus puestos después de la cena de hoy; no pueden dejar las misiones desatendidas.


—Por supuesto, Señor Dumá —replicaron Alice y Kile al mismo tiempo.


Los dos líderes hicieron una reverencia de respeto y se alejaron hacia la multitud. Michael y yo quedamos frente a frente; podía notar su rostro serio y su postura de tipo rudo.


—¿Sabes? —Michael habló con un tono seco—, nunca pensé que tuvieras los cojones para hacer lo que hiciste.


No dije nada. Tan sólo mantuve mi postura seria. A diferencia de Alice y Kile, Michael no usaba un lenguaje de respeto para dirigirse a mí.


—Te enfrentaste con el enemigo sin temer. Sé que fuiste parte de la misión en Woods, pero allá yo no te vi en acción. Sin embargo, hace una semana, cuando nos atacaron…tú demostraste tu destreza y tu habilidad para sobrepasar los obstáculos. Cuando matamos a los enemigos que aparecieron después de que entraste a la oficina de tu padre, te vi matar al líder de los soldados de la ASC. No titubeaste ni un segundo, y te plantaste como un verdadero guerrero. —Michael suspiró y agachó la mirada por un instante para luego volver a mirarme—. No eres un cobarde, y tampoco te intimida la muerte. Vengaste el asesinato de tu padre como debía de ser y recibiste la insignia en persona. Tú y el chico Harrington hacen un buen equipo. No lo malinterpretes, Gunther, pues todavía creo que es muy raro que hayas sido aceptado al ser un marica…pero te respeto. Eres digno de ser un líder, y uno como tu padre: un verdadero Dumá. Lo has demostrado varias veces, al matar a Tommy, al matar a Eveline Franco, al encargarte de la frontera oeste y al matar al perro que envió la ASC. Hasta hiciste un buen trabajo con el cabrón de Harriet. Es indiscutible que eres El Señor Dumá.


—Y me da la impresión de que tus palabras están ligadas a un gran inconveniente. Sí, soy un gran líder y lo he demostrado según tú…pero…


—Pero no hiciste lo último que debías hacer.


—¿Matarte en frente de todos? —hice la cuestión con un rostro complacido.


—Algo así.


—Michael, no voy a matar a uno de los mejores líderes primarios de la organización, que al final me demostró su lealtad en el momento más crucial. Gracias a ti pude matar al perro de la ASC y llegar a tiempo para despedirme de mi padre.


Michael suspiró, sonrió y noté su postura menos tensa.


—Eres un cabrón, Gunther —repuso Michael—, pero uno en el sentido positivo de la palabra. Y por eso mismo te voy a seguir; no cualquier inspira como tú lo has hecho. Por eso…no importa que te tires al chico Harrington, porque eso no está ligado a la brutalidad y astucia con la que te riges, y eso es lo que importa. Por eso te digo hoy, aquí, frente a todos los líderes importantes: ¿cuáles son sus órdenes, Señor Dumá?


—Michael, incrementa la seguridad en las fronteras del sur y oeste; quiero que asegures que los hombres de Rhys queden bien fundidos de balas si osan adentrarse a nuestro territorio. Además, prepara a tu equipo de interrogación que todavía tenemos a un prisionero por intimidar para que hable un poco.


—Como ordene, Señor.


Michael hizo una ovación de respeto, mostró un rostro sonriente y se alejó hacia el resto de los presentes.


Por mi cuenta, seguí con la ceremonia y acompañe al resto de mis subordinados en la cena de gala. Escuchaba muchos comentarios positivos, preguntas respecto a los pactos que todavía manteníamos y también elogios respecto a las defensas contra la Agencia Secreta de Cadenas.


Durante la cena, recibimos a dos personas importantes, el Comandante August, un hombre gordo con uniforme oscuro de oficial, de rostro ancho y tez blanca; nuestro primer contacto de la policía local. El segundo era Lara McGregg, una mujer castaña con un vestido formal, de rostro duro y de unos cuarenta y tantos años; ella era funcionaria pública del gobierno, la gobernadora del Estado de Biannko. Ambos me saludaron con respeto y hablaron sobre continuar con los acuerdos de paz entre el gobierno local y la familia Dumá. En realidad no tenía intenciones de cambiar esas conexiones, así que hablé con claridad al dirigirme a los dos invitados.


Casi toda la noche estuve con los contactos de la organización, como los hermanos Saturno, dueños de las cadenas hoteleras más importantes de Biannko, o con grandes empresarios de otras industrias pesqueras, así como otros funcionarios públicos que mantenían buena relación con la familia.


Fue cansado ir de mesa en mesa en el salón de eventos y charlar con los invitados, pero era imperativo que el nuevo rostro del Señor Dumá se conociera, así como hacerles saber la posición con la que continuaríamos. A pesar de que terminé exhausto, aceptaba que era algo importante en la posición del máximo representante, por lo que no externé mi cansancio.


Para la una de la madrugada, me despedí de Alice y Kile, y ordené A Michael preparar el interrogatorio de la mañana. Decidí que lo mejor era ir a dormir y comenzar las actividades cotidianas bajo la nueva responsabilidad que tenía una vez saliera el sol.


Sin embargo, encontré a Stephan junto a la puerta de mi habitación; esperaba de brazos cruzados y con un rostro serio. Sonreí al verlo y lo dejé pasar a mi cuarto.


En el interior, cerré la puerta y me senté en la cama. Stephan se acercó a mí y me contempló fijamente.


—Gunther, mi padre me contó algo —Stephan habló con un tono consternado—, respecto a tu padre. Dijo que él estaba enfermo, y que ya no tenía muchos días de vida.


—Lo sé —revelé con calma; me incorporé y me detuve frente la puerta del balcón—. Sus palabras fueron obvias y y no pude darme cuenta a tiempo. Solía decir cosas como que yo debía demostrar que estaba listo para tomar el puesto del líder, porque él se iría pronto. Primero había pensado que lo había dicho por poner una presión en mi desarrollo y pruebas, pero…antes de que viajáramos a Woods, me di cuenta de que había otro motivo por el cual usaba esas frases continuamente. No hablaba del conflicto con los enemigos, y sé que al matar a Eveline Franco, mi padre aprovechó el tiempo extra que tuvo en su plan para arreglar algunos asuntos con el Dragón y el Alquimista.


—¿No habló sobre la muerte de la Patrona de los Saltamontes? —cuestionó Stephan al colocarse junto a mí.


—Sí, y también les informó que yo me convertiría en líder muy pronto. Por eso, ambos mandaron sus condolencias con los arreglos florales y durante nuestra llamada de hace tres días, hablaron de los planes entre las tres organizaciones conmigo como si todo fuera normal.


—Gunther —Stephan tocó mi hombro—, lo lamento. Sé que te lo he dicho ya, y que no podemos cambiar los hechos, pero…de verdad, no estás solo. Ahora yo estoy contigo. Me quedaré a tu lado siempre, y estoy dispuesto a seguirte por cualquier camino que decidas tomar. Mi padre estará con nosotros, como un guía.


—¿De verdad me seguirás? —inquirí con mi tono usual; me moví un poco y contemplé a Stephan de frente—, ¿aunque decida hacer algo tan peligroso para conseguir la muerte de Rhys Connor sin mancharme las manos?


—¿De qué hablas?


—En estos últimos días… —suspiré y proseguí—: he hecho algunos análisis de las palabras de mi padre. Él dijo que entre los asociados y sus descendientes existe mi próximo enemigo, pero también el aliado más importante. Si no acabo con Rhys Connor, entonces mancharé la memoria de mi padre, de tu madre y la de todos los que murieron durante el último ataque. Pero, para matar a Rhys sin que nosotros seamos los asesinos directos, necesitaré usar al aliado y próximo enemigo de la organización. La familia Dumá no puede continuar con la dependencia total que tiene con el Dragón y el Alquimista. Mi padre me lo dijo durante la fiesta con los asociados, me dijo que usaba a Heath Alipsis para controlar a Oswin Connor, porque ha sido el mejor método para mantener el crecimiento debido a la compra-venta de Luna, pero…pero…


Abandoné mi sitio y di unos pasos hacia el escritorio. Busqué la libreta de apuntes y hojeé con rapidez.


—Pero, para matar a Rhys necesitaré sacar de la jugada al Dragón, pasar su pieza al otro lado del tablero, incluso al bando enemigo porque… —sonreí. Tenía un plan.


—Gunther, sea cual sea el camino que decidas, yo te apoyaré.


—Para aniquilar a nuestros verdaderos enemigos —hablé al aire—, tengo que deshacerme del escudo, mismo que es Rhys Connor. Y luego tendré que asegurarme del control del Alquimista.


—Bien, ¿qué propones?


—Cal. Necesito a uno de sus humanos de laboratorio.


—Estoy seguro de que mi padre puede ayudarnos con el Doctor Cal.


—Sí. Será riesgoso, pero con ello la organización se liberará de los viejos enemigos y competirá contra los nuevos obstáculos para recuperar su posición inicial.


Sin previo aviso, Stephan me abrazó por atrás y recargó su cabeza en mi hombro; este acto hizo que soltara la libreta de apuntes y prestara interés en mi novio.


—Gunther —Stephan susurró—, sé que tienes muchas cosas que pensar, porque ahora tienes una responsabilidad enorme, pero… —besó mi cuello y se movió unos pasos para que ambos quedáramos de frente—, debes descansar un poco y hacer que tu mente se distraiga unos momentos.


Sujeté a Stephan de la cintura y besé su boca con suavidad; me percaté de que él metió su mano debajo de mi sudadera y tocaba mi piel. Yo rompí el beso y me quedé inmóvil.


—¿Q-Qué pasa? —Stephan dudó al retirar su mano del interior—, ¿Gunther?


—Si pretendo destruir al Saltamontes Dorado, entonces debo hacerlo en menos de un año.


—¿Por qué?


—Porque deseo aniquilar a Farías antes de que otra cosa pase en el gobierno.


—Bien, bien, lo haremos —Stephan repuso con prisa.


—No lo comprendes, Stephan. Eso significa que mi inicio como el Señor Dumá será demasiado caótico, sanguinario, y nuestra guerra contra la defensa se extenderá si no destruyo a Rhys Connor.


—Y para eso quieres hablar con el Doctor Cal, ¿cierto?


—Pero si no ha destruido a Harriet, nada de esto funcionará.


—Mi padre y yo podemos hacer que el Doctor Cal accione su plan, Gunther. No debes estresarte tanto.


Suspiré. Stephan tenía razón; debía tomar las cosas con calma y pensar muy bien cada uno de los siguientes movimientos de la organización, puesto que una nueva era se aproximaba. Volví a besar a Stephan y comencé a retirar nuestras ropas. Sabía que la pelea entre los cárteles y gobiernos escalaría a otro nivel.


En realidad, todo lo que haría en menos de un año pondría en un estado de alerta al país de Cadenas y al país de Bow; yo me convertiría en la pieza que detonaría cada una de las “coincidencias” que ayudarían a mi organización a crecer y que nos daría la victoria contra Rhys Connor.


Mi trabajo estaba por comenzar, y como el Señor Dumá, mi reinado estaría lleno de jugadas oscuras, así como de sacrificios necesarios. Acepto que la ambición me conducía por un camino implacable, agresivo y creaba una imagen de respeto ante mis enemigos, como si mi padre y yo estuviéramos juntos en cada uno de los movimientos. La verdad era otra, puesto que con ayuda de mis subordinados, y en especial Stephan, iniciaría una catástrofe. Quizás no una catástrofe para mí, ni para el grupo, sino para mi mayor apuesta, para mi interés real. Mi objetivo era liberar a la familia Dumá de la dependencia, así que ese era el motor que nos impulsaría día a día.


Y, justo como lo predije, el Doctor Cal llevó a cabo su plan y desfalcó a Harriet, quedando como una ficha libre y como la figura más peligrosa por sus talentos en todo Cadenas. No importaba bastante la posición que tuviera, ya que un par de meses después, inició su contrato con la Familia Dumá y su obtuvo la libertad que tanto había anhelado para sus hijos.


Aquél día que comenzó mi plan para destruir a Rhys Connor era un día lluvioso, tranquilo, muy típico de la región. Me había reunido con Cal en uno de los laboratorios subterráneos recién modificados por la petición del mismo, y, con ayuda del equipo de Michael, había mandado traer la última cápsula de hibernación que Cal había dejado en manos de sus ex-colegas. Era consciente de que el resto de los humanos de laboratorio que quedaban con vida se ocultaban en algún grupo de traficantes o detrás del perfil de algún asesino.


El laboratorio subterráneo había sido innovado con maquinaria conectada por tubos a la computadora central, así como contenedores cilíndricos de vidrio y llenos de líquidos rojos y verdes. Stephan y su padre me habían acompañado, mientras que Michael y Trey hacían escolta extra en la entrada de puerta metálica que conducía a las escaleras. Cal estaba frente a la cápsula gris marcada con un cero y un cinco y lucía su rostro serio de siempre, así como la bata blanca que portaba como si fuera un uniforme.


—Lo que está a punto de hacer, Señor —Cal habló con un tono seco—, pondrá a muchas personas en riesgo.


—Y le dará a nuestros aliados nuevas preguntas, así como a nuestros enemigos pistas falsas y un sinfín de trabajo antes de descubrir el verdadero plan —rectifiqué con tranquilidad.


—Esto no tendrá control, Señor —insistió Cal—, porque es una verdadera locura.


—Ábrela —ordené.


Cal no se movió de inmediato. Unos minutos después, usó un dron volador que retiró los seguros de la cápsula que parecía un objeto semi ovalado y por fin la compuerta frontal se abrió. La persona en el interior era en exceso pálida, de cabello rojo muy claro y largo; tenía un cuerpo atlético y bien formado. Era alto, unos cuantos centímetros más que yo, y portaba una bata de hospital. Al abrir los ojos, el humano de laboratorio mostró una mirada seria; sus ojos eran de un verde aguamarina, con detalles grises en sus iris.


Con rapidez, Cal conectó una tableta al sistema central de la computadora interna de la cápsula y tecleó. El humano de laboratorio no se movió; sólo contempló los alrededores y mantuvo la posición; tal vez podía confundirse con un adolescente de mi edad, pero sabía que tenía capacidades impresionantes por las referencias de mis subordinados del mismo origen.


—Sin comando —dijo una voz femenina desde el interior de la cápsula.


—Michael, Trey, ahora —dije con fuerza.


A continuación, Michael y Trey apuntaron las armas que traían, eran unas bazucas especiales que arrojaban cadenas. Los dos dispararon hacia el humano de laboratorio y subyugamos al joven. Luego, Cal se acercó al muchacho y cubrió sus ojos con un vendaje oscuro.


—Escucha bien, Cero-cinco, sé que Flores y Bossier te criaron hace más de quince años en los viejos laboratorios —Cal habló con presura al atar la venda—, y te enseñaron que tu única misión en esta vida es asesinar a los que son como tú. Bien, bajo el mismo comando te regirás ahora, porque quiero que recuerdes todas las veces que enfrentaste a los modelos defectuosos en las arenas y los mataste para poder obtener el reconocimiento de nosotros. Tu misión es la misma, debes asesinar a todos los prototipos que queden con vida, y si alguien se interpone en tu camino, tendrás que matarle también.


—Llévenselo —dicté la orden.


Michael y Trey movieron a Cero-cinco y lo sacaron de los laboratorios. Cal se quedó frente a la cápsula y sacó el mango del arma que correspondía al modelo cero-cinco.


—¿Ni siquiera le daremos su arma? —dudó Cal.


—¿De qué te preocupa? Los creaste para asegurar que podrías controlar el nacimiento de humanos de manera artificial. No te importan.


—Podría regresar y matar a Trey, o a Ivy, o a Twain.


Sonreí con complacencia. Cal no reveló sobre su consternación por la vida de su hijo.


—Si lo hace, estoy seguro de que tú podrás ayudarlo —mentí con descaro; porque, al final, Cal no podría asegurar que mis palabras eran falsas—. Además, era el último que quedaba en hibernación, ¿cierto?


—Sí. No recibió contacto extra, sólo lo que vivió en los laboratorios bajo el cuidado de Flores y Bossier. Será muy difícil para él cambiar el objetivo.


—¿Cuántos quedan con vida?


—Siete, sin él —aseguró Cal.


Siete. Trey, Ivy y Twain eran modelos del mismo prototipo y soldados que trabajaban para mí. Prim, anteriormente Cero-uno, era una de las líderes del Dragón del Este, y con ella eran cuatro. Los otros tres debían estar repartidos entre los números: siete, ocho, nueve y diez. Era obvio que uno de esos ya no existía, justo como Cero-seis, que había sido confirmado por Trey como muerto; pero Cal no había contado a Cero, a su propio hijo.


Cuando mi teléfono sonó, lo tomé de mi pantalón y contesté la llamada. Era Michael.


—Ha sido enviado al sur del país Bow, Señor, justo como lo ordenó. Los traficantes del mercado negro de humanos nos aseguraron que enviarán un mensaje una vez aterricen —explicó Michael a través de la bocina del teléfono.


—¿No hubo problemas por la presencia de Trey? —pregunté con calma.


—No. Lo dejamos en manos de los traficantes antes de que pudiera liberarse.


—Bien. Perfecto —dije con una mueca de complacencia.


—Ni siquiera les preocupa lo que pueda pasarle —Cal opinó en voz baja, pero con la intención de ser escuchado.


—Michael, te necesito de vuelta.


Colgué el teléfono al recibir la confirmación de Michael y caminé unos pasos hacia la cápsula. No había esperado las actitudes de reproche por parte de Cal, así que sólo lo miré y aguardé.


—A diferencia de los demás, él estuvo dormido por todo este tiempo —confirmó Cal—, y que sea arrojado a la deriva de esa forma no me parece correcto.


—Ya es muy tarde para ese tipo de comentarios, Cal. Si no querías causar dolor en personas inocentes, jamás debiste haber creado humanos así, ni haberles enseñado a matar como si fuera lo más natural y la única forma de vida.


Cal no respondió.


—Por ahora sólo nos queda esperar. Estoy seguro de que escucharemos mucho de Cero-cinco, ¿cierto? Más porque le diste un pequeño extra que lo convertirá en un monstruo imparable.


—Nosotros somos los monstruos, Señor —Cal dijo con enojo notorio—, por usar a las personas de esta manera.


No continué con la conversación; me acerqué a Stephan y el señor Harrington. Los tres simulamos que estábamos por salir del laboratorio al caminar hacia ascensor.


—Espero que sepas lo que haces, Dumá —Cal expuso con una voz fuerte—, porque si el plan fracasa, todos estaremos en peligro.


Moví la cabeza hacia un lado para que Cal pudiera oírme; había obtenido la acción deseada por parte de ese hombre. El elevador todavía no se abría, así que repliqué.


—Nada de este plan seguirá un curso lineal, Cal, porque estamos hablando de un ser humano. Hay una cantidad tan alta de tantas posibilidades que así es como debe ser —acepté—, así que no te preocupes. Contemplaremos nuestra parte del plan únicamente, por lo que cuando llegue nuestra hora de intervenir, me aseguraré de que Daniel no sea asesinado por Cero-cinco.


Al pronunciar el nombre de su hijo, Cal se movió con rapidez hasta nosotros y tocó mi hombro para voltearme.


—¿Qué dijiste? —preguntó Cal con un rostro obviamente consternado.


Sin embargo, Stephan y su padre sacaron sus pistolas y apuntaron hacia Cal. Su tiempo se había agotado. Ya tenía lo que necesitaba sobre Farías, por lo que Cal ya no tenía un uso.


—Dime algo, Cal —hablé con satisfacción—, tu hija, Elizabeth, ¿ha aprendido los suficiente? Sé que le has enseñado muchas cosas referentes a tus experimentos.


—¡No te atrevas a involucrarlos a ellos dos!


—Mi padre tenía razón —golpeé la mano de Cal para retirar su tacto de mi hombro—, una vez cumplieras tu objetivo, ya no hay un uso para ti. Aunque tus habilidades son magníficas, tu existencia es un riesgo que no puedo ignorar.


Stephan y el señor Harrington retiraron el seguro de sus armas y dispararon en la cabeza de Cal; en el área entre sus ojos y nariz. Su cuerpo cayó al suelo y sé que su vida había terminado. Todos sus experimentos, documentos referentes a Harriet y Farías estaban respaldados en nuestra base de datos ahora, y sabía que Elizabeth podría tomar el lugar de su padre muy pronto.


—Maten a Joel Cal también, pero háganlo ver como un accidente común. Daniel y Elizabeth quedarán bajo nuestro cuidado y serán convencidos de trabajar para nosotros —me expresé con suma tranquilidad—. Y quiero que se deshagan del cuerpo de Shaddock Cal. Les haremos creer a los chicos que fue asesinado por la ASC.


—Como ordene, Señor —replicaron en coro Stephan y su padre.


Cuando la puerta del elevador se abrió, entré solo y presioné el botón correspondiente al segundo piso de la mansión.


—Los veo arriba, en la oficina —dije antes de que se cerrara la puerta.


Sabía que mis actos y mis decisiones parecían violentos, crueles y desalmados; pero así debía de ser. Sólo así acabaría con los enemigos y ya había aceptado manchar mis manos de sangre las veces que fueran necesarias. También era consciente de que mi fama se había transformado; ya no era el Señor Dumá heredero de Edme Dumá. Ahora mis súbditos y enemigos me conocían como el Señor Dumá más cruel y peligroso de las últimas generaciones. Y estaba bien. Porque en la guerra no puedo darme el lujo de cometer un error, ni mucho menos de mostrar debilidad, o una entrada que pudiera dar ventaja a los enemigos. Y todos esos sucesos sólo eran el comienzo de la guerra que se aproximaba a una velocidad imparable.


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