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Querido diario por Cat_Game

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Notas del capitulo:

¡Hola a todos!

Espero que se encuentren bien.

Debido a un incidente, este fanfic quedará en "stand by" por un tiempo indeterminado. Sin embargo, será completado, ya que no me gusta dejar proyectos a medio temrinar.

Les prometo que haré lo posible por regresar tan pronto como pueda y continuar subiendo más capítulos de esta historia y otra de mis historias actuales: "La Familia Dumá".

 

¡Nos leemos pronto!

Día 10, fecha: 4 de Marzo


Estaba listo para salir, pero mi tío me detuvo casi en la entrada.


—¿A dónde vas? —me cuestionó.


—Al cine, con un amigo —revelé.


—Ah, con un amigo —él repitió.


¿No me creía o por qué me contemplaba con seriedad?


—Yo te llevo —dijo por fin.


—¿Qué? —pregunté con inseguridad.


—Quiero asegurarme de que todo esté bien.


—Todo está bien. Puedo tomar el bus.


—Andando.


Suspiré con molestia. Me había tomado el tiempo para arreglarme, así que me sentía un poco incómodo con mi tío en el carro. Traía una falda corta azul con un estampado de círculos, una blusa negra y una sudadera corta azul cielo con un escudo de cabeza de alienígena tipo caricatura. Mi cabello estaba estilizado en las puntas, como ondulaciones estéticas, y había puesto un moño azul en el lado derecho. También había maquillado mi rostro levemente de color claro en mis ojos y un labial rosa muy tenue.


—¿Cómo se llama tu amigo? —mi tío preguntó entre la quietud mientras manejaba.


—Antonio.


—¿Es de la escuela?


—Sí.


—¿Y sabe que irás así?


—¿Así, cómo?


—Vestido como si fueras a una fiesta.


—Sí, lo sabe —respondí con altanería.


—Cuando termine la película, me marcas. Puedo pasar por ti.


—Bueno es que… No sé si vayamos a otro lugar.


—Me avisas, entonces.


La verdad es que no comprendí la actitud de mi tío en absoluto. Parecía como los papás que salen en las series de televisión y que lucen como molestos porque sus hijas saldrán con hombres en citas románticas.


Decidí no interrogar a mi tío y sólo nos despedimos con un ademán al llegar al cine.


Cerca de la entrada visualicé a Antonio y caminé hacia él. Sonreí al quedar a su lado y aguardé. Él portaba una sudadera negra estilizada con la insignia del juego Assassin’s Creed y unos pantalones de mezclilla comunes.


Sin previo aviso, él tomó mi mano y anduvimos juntos hasta la entrada de la sala. No podía asimilar todo lo que ocurría en ese instante; Antonio era muy cálido y me hacía sentir muy bien.


Entramos y nos sentamos en las butacas correspondientes; la sala estaba casi vacía a excepción de una pareja de jóvenes en las filas de adelante. Todavía faltaban unos quince minutos para que la función iniciara, y sólo se escuchaba música de fondo para acompañar la espera.


—Luces muy bonito hoy, David —Antonio inició la conversación.


—G-Gracias. Tú también te ves bien. Y me encanta tu sudadera de Assassin’s Creed.


—¿Te gusta jugarlo?


—Sí, es de mis favoritos para la Play.


De pronto, Antonio acercó su cuerpo a la orilla de la silla, movió mi rostro hacia él y me besó. Incluso sentí su mano tocar mi pierna y moverse hacia arriba con lentitud. Yo…disfruté y permite que Antonio introdujera su lengua en mi boca y llevara su mano hasta mi muslo, por debajo de la falda.


Una vez sentí su tacto subir un poco más y rodear mi pierna, rompí el beso y toqué su mano para detenerlo. Sé que estaba ruborizado, ya que me percataba del calor en mis orejas y rostro.


Antonio sonrió con rapidez, me dio otro beso rápido y reiteró su mano de mi falda.


—Sólo quería besarte… Disculpa si te incomodé —Antonio dijo.


Negué con la cabeza.


—No, no es eso… —detuve mis palabras y miré hacia la entrada. Antonio hizo lo mismo—. Nos pueden ver.


La gente había comenzado a llegar con charolas repletas de palomitas, nachos, chocolates, crepas, refrescos y de más golosinas que solían venderse en los cines.


—Tienes razón —Antonio repuso—. Disfrutemos la función, ¿vale?


—Sí.


La película inició y se pasó como un rayo. Fue muy romántica y llena de fantasía, así que me pareció maravillosa. Además de que, de vez en cuando, Antonio tomaba mi mano y entrelazaba sus dedos con los míos.


Salimos del cine y nos paseamos un poco. Luego llegamos al “Rincón” y saludamos al dueño. Allí descubrí que Antonio y el dueño eran como muy buenos amigos o…¿tal vez familiares? Porque el dueño nos dejó entrar a la parte trasera que era como una habitación pequeña que tenía una mesa redonda, un sofá al fondo y un librero a un lado. Creo que era como una zona exclusiva para clientes especiales.


Antonio colocó el seguro de la puerta y me llevó con él hasta el sofá; él me sentó primero para después quedar junto a mí.


Por unos instantes aguardamos, pero Antonio puso su mano en mi pierna y recorrió mi piel con lentitud. Su rostro se acercó al mío y me contempló con intensidad.


—¿Puedo besarte? —Antonio me preguntó.


—Sí… —dije con un poco de confusión.


Antonio acortó la distancia y me besó con intensidad. Su lengua y labios se movían con agresión y a veces mordía con cautela mi labio inferior. Debido a la intensidad de la caricia, me di cuenta muy tarde de que su mano ya estaba en mi entrepierna.


Gemí sin romper la caricia y toqué el brazo de Antonio para detener sus movimientos. Pero él no desistió; se había acomodado casi sobre mí y ahora besaba mi cuello y metía su otra mano debajo de mi blusa y sudadera.


Lo único que hice fue tocar los hombros de él, como si esperara a que se detuviera, pero, otra vez, no lo hizo. Ahora Antonio bajó mi ropa interior y rozó mi miembro semi-erecto.


Cubrí mi boca antes de que mi voz pudiera salir.


—No nos escucharán allá afuera —Antonio reveló.


Luego retiró mis manos y me besó con languidez. Mi cuerpo parecía distante de mi propio control, pues Antonio abría mis piernas y me masturbaba sin dejar de besarme.


—Ah… —intenté hablar de entre la caricia—, A-Antonio…


Sin embargo, mi cuerpo fue jalado un poco hacia afuera del sillón, después Antonio lamió sus dedos y tocó mi trasero.


—E-Espera un…un minuto, por favor —dije con pánico.


—¿Qué pasa? —Antonio preguntó al detenerse.


¿De verdad quería tener sexo? Pero…ni siquiera habíamos acordado nada, ni… Además, no tengo ninguna experiencia más allá del sexo oral.


—N-No… Nunca he…pasado más allá de…


—¿De qué? ¿Eres virgen?


¿Virgen? No era una palabra que usaría para describir la inexperiencia, pero supuse que Antonio utilizaba esa palabra debido al concepto que se tenía en la sociedad común.


—S-Sí… —repliqué con pena.


—Oh…ya veo.


Antonio se acercó a mí y me besó con ternura.


—Quizá es mejor esperar un poco antes del sexo —él susurró.


¡Por supuesto que prefería esperar! ¡Ni siquiera éramos novios!


Antes de poder reprochar, Antonio bajó su pantalón y se acomodó de modo que conjuntó nuestros cuerpos. Su mano envolvía una parte de mi pene y podía sentir su piel de su propio miembro sobre la mía. Él movió su mano con fuerza y con la otra subió por mi abdomen hasta mi pecho; una sensación como un pinchazo me hizo gemir de placer y gozar todavía más del vaivén en mi erección.


Tardamos unos minutos y por fin los dos nos vinimos casi al mismo tiempo.


Nuestras respiraciones eran agitadas y se escuchaban como una especie de sonido constante en la habitación. Antonio se sentó junto a mí y limpió su mano con unos pañuelos que había en uno de los estantes del librero.


—Voy a ser honesto contigo, David —Antonio dijo—, la verdad es que quiero que seas mi novio. Pero tenemos muy poco de conocernos, y…eres el segundo chico con el que salgo. Mi ex es una mujer… Amanda, del salón B.


—Eres bisexual —hablé para confirmar la información.


—Sí… ¿Te molesta?


—No. Pero, nunca he tenido una pareja real. Mis…mi único ex me usó sólo para tener sexo oral…y luego le dijo a la escuela entera que yo se la había chupado.


—Oh, qué horror. No… No quiero hacer eso contigo. Sólo que debo decirte que nadie de mi familia sabe que soy bisexual, pero, de verdad me gustas mucho. ¿Quieres ser mi novio?


Por más que deseara gritar con emoción, abrazarlo y besarlo, algo en las palabras y actos de Antonio me hicieron dudar. Unos minutos atrás había estado decidido a tener relaciones conmigo, y ni siquiera me había pedido nada hasta ahora. Además…


—Okey, está bien. Seamos novios —dije sin analizar tanto.


—¿De verdad? —Antonio dudó al mirarme con asombro obvio.


Asentí con la cabeza y él me besó con un paso lento.


No quise juzgarlo ni tampoco arruinar el momento, así que simplemente acepté su gesto y disfruté del contacto.


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