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Querido diario por Cat_Game

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Día 3, fecha: 15 de Febrero


Durante los tres días pasados estuve ayudando a mi tío con los asuntos de la tienda. Por ejemplo, aprendí a acomodar los productos, a revisar inventario y descubrí que Jorge, el empleado de mi tío, es un sujeto agradable.


Pero lo más interesante pasó hasta el día de hoy, por la tarde. Como fue fin de semana, mi tío me dio permiso de salir temprano y de pasear por la ciudad. Obviamente decidí visitar el mall del sur; pues creo que es importante ubicar lugares para divertirse.


Cuando llegué al centro comercial, miré en los escaparates y me encontré con boutiques muy exclusivas y con diseños hermosos. Supongo que no podía evitar entrar y comprar una falda y blusa para mi próxima salida. Los diseños simples, eran de colores negros, pero con algunos estampados claros.


Y, por fin, lo más interesante. Al llegar a otro lugar, una especie de tienda que vendía videojuegos, coleccionables de anime y otros artículos para la gente que suele jugar cartas como: “Magic, The Gathering”. Bueno, creo que es necesario decir que, a pesar de que no lo aparento, me gusta mucho todo lo relacionado a los juegos de cartas. Por lo que, al entrar, me acerqué al contador y contemplé algunos artículos de la parte inferior.


Hoy vestía una sudadera oscura con la capucha puesta, unos pantalones de mezclilla básicos y mis botas tipo militar; traía el cabello sujetado en una coleta poco elegante, así que la interacción con las personas no fue tan difícil. El encargado de la tienda me mostró algunas cartas del juego de mi interés y charlamos un poco, pero alguien más se nos unió.


El chico es de tez morena oscura, de ojos café y cabello crispado y muy corto, es delgado pero con la espalda ancha y brazos un poco tonificados. Iba vestido con una sudadera de algún tipo de videojuego.


—Hey, ¿juegas Magic? —preguntó él.


—Sí —yo respondí con timidez.


—Mañana hay un evento para jugar como en un torneo local, ¿quieres venir?


No le repliqué. Por más que quiera hacerlo, había dejado en casa de mis padres las tarjetas y el mazo que solía usar. Agaché el rostro y negué con sutileza.


—Oh, no fue mi intensión presionar. Es sólo que estamos un poco cortos de gente, es todo —explicó él.


—No, yo lo siento. No tengo cómo jugar ahora —dije la verdad.


—Puedes usar uno de mis decks. Ah, disculpa… ¿Cómo te llamas?


—David, ¿tú? —dije como en automático.


Me percaté de que Antonio puso una mueca controlada de incredulidad; quizá creyó que yo era una chica.


—Ah… Me llamo Antonio, pero todos me dicen Tony.


—Un gusto…


Estoy seguro de que hubo un silencio incómodo para los dos. Por lo menos lo fue para mí.


—G-Gracias por la invitación. Lo siento, de verdad. Quizás en otra ocasión. Tengo que irme.


Caminé hacia la salida, pero Antonio me siguió. Él tomó mi brazo y me hizo detenerme. Ambos quedamos a unos pasos de la entrada, en el exterior.


—Me vi muy impositivo, ¿verdad? No fue intención hacerte sentir mal, David. Además…nunca te había visto por acá —él dijo.


Intenté actuar lo más natural posible, pero estaba nervioso. La mayoría de las veces tenía problemas al socializar, o la gente me rechazaba. Lo peor del caso, es que no tenía mucha experiencia cuando se trataba de interactuar con desconocidos que rompían el hielo en un lugar público sin intención aparente.


—Acabo de llegar hace unos días.


No tenía motivos para revelar la verdad.


Por fin Antonio me soltó y yo di un paso hacia atrás.


—No bromeaba con prestarte uno de mis decks. ¿Nos vemos mañana? —él preguntó.


—No creo… No… No estoy muy seguro de querer venir. Ya tenía otro plan.


No había mentido del todo. Tal vez un poco. Pero, ¿cómo le iba a decir que deseaba pasarme el día frente al espejo, maquillándome, probándome una falda y blusa nuevas?


—Oh, ya veo. Bueno, espero que vuelvas pronto. Y si cambias de plan, aquí te espero.


—Sí… G-Gracias… Nos vemos después —dije.


El camino de regreso a casa fue complicado, lo único que hice fue pensar en lo ridículo que había sido. Honestamente no sabía que esperar de nada. A veces contemplaba la bolsa de papel donde traía la ropa nueva, y pensaba en lo incorrecto que era usar ese tipo de prendas. Desde las insistencias de mi padre y madre, hasta lo que la sociedad dictaba como “normal”.


No llegué a casa de inmediato. Me quedé sentado en la banca de un parque. Quizá para la gente que pasaba no lo parecía, pero en mi cabeza había una batalla de pensamientos. Una guerra colosal que me causaba miedo, angustia y mucha desilusión. Si quería vivir una vida “normal”, entonces tendría que negar muchas cosas de mí, o ser parte de la gente que era llamada por nombres negativos y negada de trabajos sólo por su imagen. Soy consciente de la comunidad travesti que existe, pero incluso con ellos todo, hasta este día, parece un mar de caos. No quería ser una estrella de música, porque soy pésimo cantando; o un actor, porque no se me da. Muchos de esos hombres de la comunidad Drag Queen se dedican a una carrera artística. Pero…yo…


Yo sólo deseo seguir estudiando, aprendiendo sobre la astrofísica, ir a la universidad, vestirme de vez en cuando como chica para sentirme bien conmigo mismo o usar ropa que me haga lucir entre un hombre y mujer, graduarme, especializarme en la ingeniería espacial, encontrar un trabajo interesante y tener una pareja que no me ofendiera o que usara excusas para dejarme tales como: “estoy con un hombre, así que deja de lucir como una mujer”, o “si te vistes como mujer, mejor me busco una de verdad”.


Para las ocho de la noche regresé a casa de mi tío. Ya me había instalado en uno de los cuartos de huéspedes, así que fui directo hasta la habitación. Me senté en la cama y comencé a llorar.


Si voy a ser sincero, entonces revelo aquí, en esta página, que sollozaba por todo el miedo que sentía. Era como estar en una piscina de agua oscura, donde no podemos ver nada y por la presión del agua es difícil respirar. Pero, al mismo tiempo, nos estamos hundiendo.


Sin embargo, podía intentarlo otra vez; nadar por esa piscina y buscar. Buscar a una persona en la cual confiar, en un amigo, o en una amante…encontrar a alguien.


Por esta razón, decidí que iría mañana al torneo que Antonio me había invitado.


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