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Querido diario por Cat_Game

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Notas del capitulo:

¡Hola a todos!

Estos días han estado un poco difíciles, pero creo que esta historia me ha ayudado para desahogarme un poco.

Espero que las cosas estén bien para ustedes.

¡Espero que disfruten el capítulo!

¡Nos leemos!

Día 4, fecha: 16 de Febrero


Era una fortuna que había metido los cosméticos en la maleta, así que después de la ducha inicié con el maquillaje. Estaba frente al espejo; me pintaba y ya había preparado la ropa.


La falda era negra, de holanes y con unos estampados de estrella en la parte de la cadera. La blusa era oscura también, pero con un diseño holgado y que tenía una cintila en la parte baja para dar el estilo deseado; mostraba un estampado difuminado de estrellas plateadas, así que combinaba con la falda.


La noche anterior le había dicho a mi tío que saldría casi todo el día hoy, así que pensé que no habría problema.


Terminé mi rostro con el maquillaje suave que prefería, arreglé mi cabello suelto y lo dejé lacio  con la mini-secadora que tenía de viaje. Usé una gargantilla negra y gruesa que cubría mi cuello de modo que eliminaba la pequeña marca de la Manzana de Adán. Por fin estaba listo para salir.


Como no había llevado más que botas y tenis, opté por las botas militares y las medias estilizadas como red.


Incluso me había preparado para confrontar a mi tío, así que bajé las escaleras y pasé por la sala hacia la salida. Mi tío estaba en el sillón, sentado mientras veía la televisión.


—¿Ya te vas? —él me preguntó.


—S-Sí —dije con un pánico de esos que son incontrolables.


Mi tío me contempló por unos minutos, pero noté que no había cambio en su rostro y tampoco decía nada. ¿Estaba buscando por alguna palabra correcta?, ¿deseaba preguntarme el porqué de mi vestimenta?


—¿Traes llave?


Oh…sí, así es…mi querido diario; así como un momento sublime y distante, pero cálido y bizarro, me había quedado como congelado. Sin aliento, sin palabras, sin poder esconder la sorpresa en mi rostro, sin comprender a mi tío.


—¿David? —él insistió.


¿Qué le debía responder?, ¿cómo se suponía que debía actuar en una situación así?, ¿simplemente creer que todo estaba bien?


—¿Qué pasa?


Al escuchar la voz de mi tío nuevamente, comprendí que él no iba a juzgarme, ni mucho menos a comportarse como mis padres. Había olvidado que él, alguna vez, había sufrido rechazo por parte de la familia y había decidido cortar toda comunicación. ¡Rayos! Estaba tan intrigado por conocer sus motivos, pero no quería llegar tarde al torneo, así que le dije que sí, que traía las llaves.


Nos despedimos y salí de la casa. ¡Oh! Ya, ¡por supuesto! Mi tío saldría, y por esta razón se aseguraba de que yo tuviera forma de ingresar a la cosas por la noche. ¡Increíble! Nunca antes había tenido tantas libertades en mi vida.


Durante el camino a la tienda de nombre “El rincón”, me percaté de que a veces recibía miradas de las personas, en especial de los hombres, pero ningún tipo de agresión. Creo que mi imagen femenina era muy fácil de catalogar como ¿“real”?


No le di mucha importancia a las miradas y por fin llegué hasta “El rincón”. Había una pequeña multitud, aunque había esperado a más participantes, pero no; sólo cinco chicos, quizá de mi edad, el dueño de la tienda, otro joven casi de la edad de mi tío y nada más. Cuando entré, el dueño, Alan, me recibió con mucha atención. Creo que realmente pensaba que yo era una chica.


Está bien, la verdad es que no me interesa que me llamen por pronombres femeninos ni masculinos, ambos están bien; ni me molesta que me describan con adjetivos femeninos o masculinos, porque eso también está bien. No hay ningún problema.


Me dirigí a la mesa y percibí las miradas de impresión de los cinco chicos, incluido Antonio. Me senté y sonreí.


—¿Vas a jugar? —preguntó uno de cabello rubio; creo que se llama Carlos.


—Sí —yo dije con calma—, pero no tengo mi deck aquí. Antonio dijo que me prestaría uno.


Todos los cuatro jóvenes miraron a Antonio. Incluso yo lo contemplé. Antonio no dijo nada, sólo sacó un mazo de cartas extra de su mochila y lo colocó frente a mí.


De inmediato tomé las cartas y analicé el contenido. La mayoría de las tierras eran neutrales, pero con algunas Blancas y Negras. Los conjuros eran usuales y también las cartas de combate. Estaba un poco estandarizado, pero con algunas cartas que servirían con estrategia de conjuros y tiempos precisos.


—Gracias —agradecí al visualizar a Antonio.


—Oye, Tony —escuché la voz de otro joven. Él es Marco, un muchacho de tez morena clara, cejas pronunciadas y perfil un poco filoso—. ¿Cuándo te conseguiste una novia?


—No seas idiota, Marco —Antonio repuso; creo que estaba enojado—. Da…


Noté que Antonio me miró y parecía titubeante. No se había atrevido a mencionar mi nombre. ¿Qué debía hacer? Probablemente para él era muy vergonzoso decir que yo era David, el chico que había visitado la tienda ayer. No quería mentir, por esa razón me había alejado de mi familia; pero…en la otra mano, Antonio había sido amable conmigo.


—Diana —dije con un tono bajo y tímido para sonar de acuerdo a mi imagen femenina—, pueden llamarme Diana.


—¿Y no son novios, Diana? —ahora cuestionó el joven de la izquierda de ojos azules y cabello negro y corto. Él es Rafa.


—No —respondí—, somos amigos, ¿verdad?


Dirigí la pregunta hacia Antonio.


—Sí, amigos —aseguró Antonio.


—¿Cuándo se conocieron, Diana? —el chico de nombre Hugo lanzó la pregunta. Hugo tenía el cabello chino y rojizo, y era muy delgado, casi como yo.


Esta vez no dije nada. Otra vez miré a Antonio. Pude darme cuenta de que él estaba muy serio. Respiré con profundidad, agaché el rostro y pensé en abandonar la tienda.


—Hace un par de días, aquí en la tienda. D-Diana vio mi sudadera de Assassin's Creed y me preguntó si jugaba y le dije que sí, y ella también juega y también me dijo que le gusta Magic y por eso la invité. Dejen de preguntar como idiotas y vamos a jugar, ¿quieren? —Antonio dijo.


Levanté el rostro y encontré una sonrisa en Antonio. Él me miraba y…y yo sonreí. Había sido muy agradable sentir una tranquilidad transmitida por Antonio.


Tal vez él y yo seremos buenos amigos.


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