Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

lo exquisito de lo prohibido. por PinkuBurakku

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

#MultishipperMarvelWeek

Categoria: Fantasía. 

Participación del dia VI - Caballeros. 

Tony Stark x Peter Parker - Stark Bottom. 

Pareja secuandaria : Tony Stark x Steve Rogers

Los personajes de MCU no me pertenecen, solo los utilizo sin fines de lucro, para satisfacer mis ansias por escribir. 

 

Contiene: Lemon, Muerte de un personaje, diferencia de edad significativa. 

Notas del capitulo:

 


¡Hola! Una algo tarde participación en este penultimo día de evento, pero con mucho entusiasmo, el fic quedo un poco largo, por ello decidi dividirlo en dos partes. Espero que les guste. Una de mis parejas favoritas, un poco reinventada. 


Advertencias: Este fanfic contiene starker con un Tony bottom y un Peter Top, y ligeros cambios en su personalidad(Peter). Si no te gusta esta pareja o los roles de los personajes, por favor, no leas.


Two shot.

 

 

Usurpadores, blasfemos, brujos, canallas. Todos esos insultos estaban tan normalizados en mi sistema, qué era casi enfermizo, también estaban los otros; Dioses, milagros, mis amados reyes. La corte era algo que personalmente, nunca podría terminar de entender; era tan variable y voluble,  que nunca nada, los mantendrá felices. Era por ello que, minimizaba todas sus palabras y había engendrando a mis hijos para que hicieran lo mismo, de lo contrario, no serían unos grandes reyes, cómo, se suponía éramos su padre y yo. Sentí los dedos de dicho rey ajustarse a los míos, y con una sonrisa controlada, lo mire unos segundos, desviando la mirada del tumulto de personas que nos recibian, mas bien, mirando a una sola persona; irremediablemente mí mirada, siempre caía en la espalda del comandante de los caballeros, sabía que el chico no era consciente de esto. 

Al llegar a nuestro castillo, Ultron salió corriendo del carruaje perdiéndose entre los sirvientes, directo a su habitación; por su lado Visión se tomó un poco más de tiempo, saliendo del carruaje mucho más despacio, preguntando con sus grandes ojos azules sí podía retirarse. Asentí con la cabeza dedicándole una sonrisa a mí hijo, aunque este no hubiese salido de mi vientre -era imposible- el pequeño niño, se había convertido en una copia mía, de no ser por su físico. Al salir el niño, Steve y yo nos quedamos en silencio, mirándonos con falsa adoración ante los ojos de todo el reino. Este bajo primero, perdiéndose entre el tumulto de gente, seguramente escogiendo su próxima presa; era un secreto a voces, que el rubio rey , pasaba más tiempo en la cama de alguna criada o en el prostíbulo, mismo había auspiciado para su construcción, dónde sólo lo mejor de lo mejor, llegaba; que en su propia alcoba. Le debía dar puntos por el lugar, según los chismes, el rey había mandado a traer de todos los rincones del reino, los mejores prostitutos y prostitutas, era su harem personal. 

 

-¿Mi rey...Le ayudó a salir?- La voz varonil y grave en barítonos, por estar apenas desarrollándose; captó mi atención, alejándome del mundo de mis pensamientos. 

 

Mire su mano extendida, la armadura aún le cubría el cuerpo y con el sol que hacía, podría jurar que su piel estaba chorreando en sudor, ese mismo que me volvía loco, pero a diferencia de Steve, yo mantendría la cordura por ambos. Acepte la mano, en parte por cortesía, en parte, porque deseaba este pequeño roce, inofensivo e imperceptible. Sólo era un caballero ayudando a su rey. El caballero solicito, me ayudo a bajar, aunque no lo necesitaba en realidad.Sus dedos aún envueltos en la armadura, apretaron mis dedos despacio una vez mis pies tocaron el suelo. Frente a él, sonreí amable, o eso creía creer, no podía demostrar una gran sonrisa, no podía demostrar lo feliz que me hacía con tan sólo verlo. El caballero se despojó de su casco y como lo supuse, su cuerpo estaba chorreando en sudor, su cabello sudado se movió despacio al ser liberado de su jaula; el ser delante de mí, llevo una de sus manos a estos despeinando un poco, me dedicó una gran sonrisa, sus ojos cafés se encogieron un poco en el progreso. 

 

-Espero que mañana, pueda asistir a nuestro entrenamiento mí rey… Hay nuevos reclutas y pienso que su presencia, podría amenizar las cosas- Mencionó despacio, sin dejar de sonreír; yo idiotizado deje salir un escueto -sí-, el caballero satisfecho, por fin me dio algo de paz, girando sobre sus talones; perdiéndose entre la multitud del pueblo. 

 

Lo vi perderse, su ancha espalda se movía al compás de sus firmes caderas, creando un vaivén hipnotizante, me maldije mentalmente -no, maldición Tony, no caigas- repetía al igual que un mantra, ese demonio hecho chico, sólo había llegado a la tierra para tentarme. 

Peter Parker, uno de los caballeros más ágiles y fuertes de la guardia real, con apenas 22 años; se hacía acreedor de una resistencia envidiable y un cuerpo recreado por los dioses, fuerte y fibroso, mismo, con el cual se había ganado el gran y ansiado puesto como comandante de la guardia real, después de destronar al antiguo dueño del puesto, era la envidia de muchos y el delirio de otros, me incluía en estos últimos. El joven era perfecto, con una sonrisa amable, el cabello apenas largo y rebelde, y unos grandes ojos cafés tan puros, que me removía por dentro al pensar verlo y querer satisfacer todos mis deseos, definitivamente cada día más, me convertía en un viejo depravado -Vamos Tony, podría ser tu hijo- Me recrimine con los pies encaminados a mí recamara - Pero, no lo es- la voz malsana y perversa de mis fetiches hablo, últimamente está dominaba a mí parte racional. Con un demonio, no aguantaría más esta situación. 

Cuando el rey Rogers, había aparecido en la puerta del castillo de mí padre, con su hijo y nietos a sus espaldas, mí padre, el gran rey Howard, había accedido a diligenciar con premura sus tragedias, al ser viejos amigos, para mí padre fue una maravilla poder ayudarle a su amigo y aliado en batalla, así que sin más entre ambos, habían pactado un trato qué incluye la reconquista de un reino vecino, un trono y un esposo; en ese último caso, yo. Obviamente no podía negarme, el pacto había sido acordado y ambas partes debían arreglarse cómo pudieran, así termine de esposo del gran príncipe Steve rogers, con dos hijos y un reino por gobernar, los niños - Obviamente huérfanos al morir su madre- tenían pocos años, por lo cual fue fácil criarlos, al menos a Vision; Ultron era caso perdido, a veces ni siquiera a Steve le hacía caso, sin embargo, el verdadero problema no era ese, nunca lo fue de hecho, el problema era Steve, siempre lo fue.

El hombre seguía enamorado de su esposa fallecida -Peggy Rogers- y aún habiendo aceptado todo el trato, no pensaba sacarla de su cabeza. Al inicio, pensé que con el tiempo el príncipe - ahora rey - desistiría de su viejo amor, sin embargo, esto había sucedió a medias, y aunque nuestro amor pudo florecer, este no duró más allá de la noche de bodas y un par de años, luego de eso, sus constantes fugas de nuestra alcoba eran pan de cada día; no me molesto en absoluto, después de todo, tampoco lo amaba, sólo había sido obligado a casarme con un hombre maduro al igual que yo, solo por el bien del reino; claro qué había querido al rubio, pero ahora este amor, había desistido bajo unos grandes, fornidos y bien definidos músculos; una espalda ancha y un cabello castaño revuelto y sudado. Peter se había convertido en mi gran delirio, uno que mantenía en secreto, gozando a escondidas de un sin fin de perversidades, con nombre propio y unos ojos almendrados.  

Ya era de noche cuando Steve volvió, apenas ebrio, pero con el olor inmundo de algún ser cómo perfume en su piel, se acostó a mi lado y me dio un beso en la mejilla. 

 

-Hasta mañana bebé- Hablo despacio y yo me removí por dentro, cómo quería que esas palabras fueran dichas por otros labios. ¡Basta ya Tony!

- Hasta mañana, cariño- Mí dulcificado tono, le bastó para echarse a dormir. Cerré los ojos, esperando que esta noche, tuviera un poco de descanso y el demonio perfectamente encantador de Peter, no apareciera en mis sueños. No podía amanecer con una erección nuevamente. 



A la mañana siguiente, amanecí como siempre, sólo. Cómo quisiera al menos un cuerpo tibio por las mañanas en el cual, reconfortarme unos pocos minutos. Mire el colchón desnudo, dónde el dueño de la mitad de este reino ya no descansaba. Me levanté rápido y después de un buen baño, vestirme y un desayuno en familia; me dirigí con una alegría contenida a los entrenamientos de los caballeros, mientras Steve se encargaba de los demás asuntos del reino, a pesar de nuestra poca interacción en la cama, eramos un gran equipo fuera de esta. Steve no era un mal rey, sólo un mal amante. Despeje mi cabeza de estos pensamientos, al llegar al gran patio dónde los próximos caballeros y muchos guerreros me esperaban ya, me senté sobre el trono improvisado que habían traído para mí los criados y una vez en mi lugar, todo empezó. 

Peter al ser el comandante, tendría que luchar contra todos los que se quisiera postular, una verdadera maravilla; pues sabía que no tomaría mucho tiempo para que sus escasos ropajes desaparecieran, su cuerpo empezara a perlarse gracias al sudor y sus músculos a contraerse, creando una exquisita imagen para mis ojos y mis bajos instintos; podría complacerme con estos. Cómo lo espere, tres guerreros fueron suficientes para que el cuerpo de Peter, ahora sin camisa, empezará a sudar; sus perfectos músculos se tensaban con cada movimiento que daba para atacar, y se relajaban cuando el combate había acabado, el sudor bañaba aún más su piel blanca, desde mí punto, se veía tersa y apetecible, las venas en sus manos se hincharon hasta sobresalir de su piel, creando pequeños ríos por todo su cuerpo, di rienda suelta a mí imaginación. 

Sus manos ajustadas a su espada, dando fuertes estocadas se veían apetecibles, me preguntaba cómo sería tenerlas sobre el cuello, limitando la entrada de aire a mis pulmones, dejando esos largos dedos grabados en mi piel, mientras sus pupilas chocolate se dilatan y mutaban a un color más oscuro, lleno de sucia perversión y lujuria. El guerrero dio otra estocada más, mi cabeza voló a lo largo de la espada ¿cómo sería la suya?. Mis ojos inevitablemente cayeron sobre el bulto dentro de sus pantalones, ¿cómo sería?, me volví a preguntar; quizás tan gruesa y larga cómo se veía en sus ajustados pantalones, sólo quizás, llena de venas cómo sus manos; la punta húmeda de mí perversa adoración apareció en mis pensamientos, ¿cómo sería saborearla?...Sujetarle por la base e introducirla despacio en mi boca. ¿Qué sabor tendría? ¿Chocolate quizás? Todo su tono castaño me recordaba a aquel postre que tanto me gustaba, ¿sabrá el guerrero frente a mí, igual que aquel, mí otro delirio?. 

 

-Mi rey… Mi señor Stark- La boca rojiza y los labios perfectamente hinchado, me hablaron espabilando mí sucio juego mental. La causa de todas mis perversiones, me miraba con la espada sobre uno de sus hombros y esas perfectas manos, sosteniendo con fuerza el mango de esta, su pose fuera de eso era relajada, casi coqueta, me tense. Tenía una erección de muerte. 

 

Espere paciente cambiando de posición, intentando con la gran capa que llevaba, tapar un poco mi erección, estaba totalmente abochornado, podía jurar que tenía las mejillas rojas al menos. Compuse una sonrisa amable, lo mejor que pude cuando el caballero estuvo cerca de mí, pensé que se detendría a la distancia permitida entre ambos, sin embargo, este solo sonrió de lado, pasando la lengua demasiado despacio por su labio inferior; mi verga dio un salto dentro de los pantalones, el maldito niño se acercó mucho más de lo debido, y sin borrar esta jodida sonrisa, blandió la espalda cerca de mí cabeza, por inercia me encogí, sintiendo las gotas de algo manchando mi mejilla. 

 

-Mi rey, todos le gritamos intentando advertir - Pronunció demasiado despacio, inclinando otro poco su cuerpo sudado, casi quedó sobre mi, pude aspirar el aroma varonil de su piel chorreando en sudor. Me mordí los labios para no gemir justo ahí. 

 

El chico extendió las manos, sobre uno de los postes de madera al lado de mí silla, que permite que la misma, tuviera una carpa contra el sol. Deslice los dedos por mi mejilla, el tinte rojo manchó mis dedos; espantado mire al joven frente a mí. 

 

-Fue una serpiente pequeña, no había mucho peligro… - Pronunció malditamente despacio, susurrando casi las palabras sobre mí oído, aún con la mano sobre el maldito poste -... Pero lo supiera, si no estuviera tan al pendiente de mí verga, Señor Stark- Sus palabras me paralizaron el corazón, el maldito crío se había dado cuenta.

 

Abochornado hasta más no poder, abrí la boca al igual que un pez fuera del agua, ¡maldición, me había visto mirándolo!. ¿Qué pensaría de mí ahora?...¿Qué era un maldito enfermo?...¿Un pervertido?...¿ Aún podría inventar una excusa creíble?.Sí eso, pero... ¿Qué debía decirle? ¿cómo podría explicar, qué mis ojos estuviesen fijos en su abultado pantalón, imaginando cómo sería sin la estorbosa prenda? ¿Se podría acaso eso justificar?. 

 

Me golpee mentalmente, definitivamente era un viejo pervertido. Pero al contrario de todo lo que pudo pasar por mi cabeza en segundos, el caballero frente a mí, sólo tendió el cuerpo degollado de la serpiente entre mis dedos. Me guiñó uno de sus ojos, se dio la espalda y siguió como si nada su entrenamiento. Me había guiñado un...Ojo…¡Un ojo!. No,No...No; esto era malo, muy malo. No podía desfallecer ahora, habían sido muchos años aguantando, como para que ahora cayera ante el delirio qué ese niño producía en mí. Sí, sólo estaba pensando mucho, el niño no me había guiñado el ojo, no me había sonreído, sólo era mi cabeza imaginando cosas, sí, sólo eso. Quizás le cayó un mugre en su ojo, quizás sólo me sonrió porque era su rey, sí eso era. Pero sus palabras, sus malditas palabras, debatió nuevamente la parte perversa de mi mente, me golpee mentalmente con uno de los muros cerca . Debía dejar de pensar. 

 

-Ha sido un honor presenciar tal entrenamiento, son jóvenes pupilos increíbles, con grandes aspiraciones a caballeros… Ahora, os dejo con el jefe de caballeros y con el maestro de espada, Sir James- El caballero de largo cabello negro, se acercó con premura asintiendo en silencio esperando órdenes, devolví el movimiento de cabeza, alejandome a paso apresurado, sin importarme nada más, en medio de mi huida rápida. La risa de peter se escuchó por todo el patio. No mire atrás. 

 

Apure el paso entrando al castillo, pasando de los ceremoniosos guardias inclinados y los siempre dispuestos sirvientes, mí miraba estaba turbada; el sudor recorría mi cuello y espalda, aún podía sentir la erección palpitar dentro de los pantalones. Eso había sido un golpe directo, me debía descargar al menos un par de veces, para poder estar en paz conmigo mismo, a la mierda el remordimiento, me ocuparía de eso después de sentir el semen empapar mis manos y mi entrada abierta por mis dedos. Con eso en la cabeza, me adentre a mi habitación cerrando la puerta de un portazo estruendoso, dirigiéndome a la cama; de esta, salieron dos figuras vistiéndose rápidamente. Me petrifique en mí lugar, maldita sea, lo que me faltaba. 

 

-¿¡Qué mierdas está mal contigo Steve?! ¡es nuestra cama!...¿¡No te la pudiste coger en otro lugar!?- Grité con la desesperación intrínseca en mí sistema, mezclando éste con el enojo de ver a Steve profanando nuestra cama. 

-¡Maldición Tony, tu mano está sangrando! ¿estás bien?- Se apresuró a decir el rubio abrochando sus pantalones, la sirvienta que limpiaba el despacho de los reyes apareció tras los doseles de mí cama. 

 

La mire con asco, la maldita niña era bastante parecida, a lo que me habían relatado de la difunta esposa de Steve, por un demonio con Rogers. Furioso, le lance la serpiente que aún conservaba en la mano al rubio, el cadáver cercenado impactó en su pecho antes de caer al suelo. Ni siquiera fui consciente de lo que hice hasta que Steve se apartó con asco. Mis ojos volvieron a la sirvienta, ahora entendía porque limpiaba tan seguido el despacho real. Había perdonado muchas infidelidades de Steve, pero esto era el colmo de mí paciencia, debió esperar que al menos yo no estuviese en el castillo. 

 

-¡Fuera de mí alcoba los dos!- Grité enojado avanzando hasta la cama, dónde tire de las sábanas hasta arrancarlas y echarlas al suelo, queriendo quitar así el hedor de esos dos. 

-¡Yo también soy dueño de esta maldita alcoba!- Pronuncio el rubio rey a mí lado,  sin duda cabreado por la serpiente a sus pies, me gire embravecido señalándole con un dedo. 

-Vete ahora o prometo que no me contendre en quitarte la parte del reino que me pertenece adjudicando adulterio...Y te recuerdo que es la mayoría del país, amorcito- Amenace furibundo. Steve retrocedió recogiendo su ropa del piso, sabía qué está acabado si abría la boca. Me gire entonces, a la sirvienta que aún estaba petrificada a un lado de Steve. 

-Y tu maldita Sharon, vete ahora y no vuelvas a limpiar el despacho real o juro por los dioses, qué te haré limpiar el salón de bailes de rodillas, hasta qué estás sangren- Dicte, la jovencita frente a mí tembló con miedo antes de desaparecer corriendo, Steve desapareció detrás de ella, cerrando la puerta tras de sí. 

 

Aún furioso y con las manos llenas de sangre, el cuerpo sudando y la garganta rota por tantos gritos, me tiré sobre la cama desecha; la ropa pegada a mi piel me cabreó aún más hasta arrancarla en tirones furiosos, al ceder esta, estaba un poco más calmado. Con una erección del demonio aún; mi verga dura e hinchada me recordaba que a pesar de todo, seguía duro y todo gracias a Peter, maldición, yo conteniendome y Steve fornicando como un cerdo en mí alcoba, mordí mi labio hasta hacerlo sangrar, no quería pensar en eso, como todo lo importante o lo complicado, archive el motivo de mi furia en alguna parte de mí cabeza. Centrándome, sólo en la erección ya siendo envolvida por mí mano, con un carajo, al menos me iba a desahogar sin matar a nadie. 

 

---



Habían pasado algunas semana desde el incidente con la serpiente y la sirvienta, Steve había intentado arreglar las cosas nuevamente, incluso cuando no soluciono nada, quiso imponerse sobre mí, sin embargo, al final sólo perdió. Nunca nadie se impondría a Anthony Stark, no era tan débil para eso, era el rey y me comporte como tal; al ser dueño de más de la mitad del país, Steve sabía qué no podía hacer nada sí se iba a una guerra conmigo, por eso acepto los términos; seguiría siendo rey a mí lado, era bueno en eso y además, lo necesitaba para regir, era un poco descuidado para gobernar sin compañía, sólo un poco. Además tenía el asunto con los niños, no quería separarlos desterrando a steve. No, aunque el amor por el rubio hubiese sucumbido, el amor por mis niños era mucho mayor. Incluso por Ultrón. Por eso llegando al mejor acuerdo que pude, Steve seguiría conmigo, como el rey con todos los lujos, fuerza, mando y autoridad, el único precio, era no dormir más en nuestro alcoba, no acercarse más a mí cuerpo y por supuesto, fornicar como tanto quería, pero qué yo no me enterara, un desliz más que llegara a mis oídos y el trato se iría a la mierda, con él incluido. 

Al menos, solucionado ese inconveniente, era un problema menos qué tratar. El verdadero problema, era el mocoso -no tan mocoso cómo me había enterado - que me estaba “cortejando”, sí es que se podía llamar así a sus asaltos. Peter, desde el incidente con la serpiente me buscaba constantemente, cualquier excusa era buena para estar a solas conmigo. Se las arreglaba con un ingenio tal, que comenzaba a preocuparme su nivel de persuasión y manipulación. Con una hermosa sonrisa y palabras amables, había conseguido al menos unos veinte encuentros, de los cuales no salí para nada bien librado. Desde aquel perverso y fatídico día, el caballero había despertado de un hechizo dormido, abriendo consigo la caja de pandora que ahora, mi cuerpo sentía; sus asaltos habían empezado en encuentros esporádicos para hablar, largas e intensas charlas; sobre álgebra, ciencias, alquimia, libros, manuscritos, magia; ningún tema que propusiera nos aburría a ambos, y cuando pensé que el incidente sobre su “serpiente” había quedado en el olvido, el comandante hizo su primer movimiento, un beso, un efusivo y rápido beso, que apenas sí me tocó los labios, pero qué había sabido a maravilla, al menos los dos primeros segundos, después la inmoralidad había apareció, acabando así nuestro encuentro. 

Después de eso, todo había empeorado o mejorado, por dónde se viese el problema, los besos habían mutado considerablemente, hasta descubrir cómo se sentía su lengua dentro de mí boca, el sabor de sus labios y lo fuerte de sus mordidas; al caballero le gustaba rudo, algo que sorpresivamente, me tenía sin cuidado y de hecho, me vi ansiando un poco más de aquella rudeza y dominación que ponía mi cuerpo temblar y mí mente, quedar en un completo blanco. 

Todo se fue a la mierda, cuando uno de esos tantos besos furtivos casi fue visto por un de mis hijos, Visión sólo me sonrió, supuse que no alcanzo a ver nada, desde allí, me prometí, no volver a caer en la tentación de esos labios hinchados y rojos, no obstante, fue más fácil decirlo que hacerlo; el chico cambió de dirección, esta vez por algo más carnal, los besos quedaron atrás con rapidez, y entre la conciencia martirizando mi mente y lo lujurioso de mí cuerpo, Peter encontró una hendidura por la cual escabullirse; sus manos habían entrado en juego, tocando mi piel en los pasillos oscuros, incitando a mis manos deseosas, hacer lo mismo. Gracias a esto, ya conocía a la perfección el tamaño y grosor de su verga de tanto que mis dedos la habían palpado, un nuevo dato bastante perjudicial para mí, estaba en mí limite.Simplemente ese hombre me tenía por completo hechizado, hasta el punto de la introspección. 

Lo peor del caso -sí, había algo mucho peor que caer por el comandante de mí guardia real, el cual, también le duplicaba la edad- era qué mí remordimiento cada vez salía a la luz con menos frecuencia, y dejaba en automático mi cabeza, la cual, fue manejada por las ansias, la lujuria y una depravada necesidad de los dedos de Peter en mi cuerpo; masajeando, arañando y torturando mi piel por ir más allá de lo descubierto, estaba en el límite hasta el punto, que en un descuido, quizás terminaría con las piernas abiertas en algún pasillo, idea, que no me parecía tan mala, ese era el verdadero problema, me estaba convirtiendo en un desvergonzado, tanto como mí caballero real. Vagando en mis pensamientos, decidí tomar una decisión, seguramente para Peter, yo no significaba lo mismo que el para mí, seguramente -aunque sólo estaba haciendo conjeturas al azar- al caballero sólo lo movía el morbo de tirarse a su rey, aquel maduro hombre con buen fisico e envidiable poder, sería una buena historia para contar, por eso mismo, decidí tomar por primera vez en semanas una postura más sensata y acabar por fin con estos encuentros peligroso -llenos de adrenalina- que tanto mal le hacían a mí cuerpo hormonal; sí lo qué el caballero quería era tomar mi cuerpo, le permitiría tal condescendencia una sola vez, luego, cómo supondría, mí cuerpo dejaría de desearlo y el suyo, satisfecho, dejaría de buscarme. Una perfecta solución que sincronizaba todos mis problemas, resolviendolos de un audaz movimiento. 

Por ello, agradecí a los dioses aquel baile en honor a quién sabe qué pariente de Steve, hoy sería el día, después de muchos años, serían más que mis manos, lo que sintiera mi cuerpo. Vestí mis mejores galas para el magno evento, debía estar irresistible, ya lo era, pero un poco más, no sería pecado. Con una sonrisa, me dirigí hacia el salón, dónde estaban ya todos en un jolgorio tal, que se respiraba dicha por todo el lugar. En mi cabeza, repetí las incesantes palabras de Peter, con la clara insinuación que quería poseer mi cuerpo, y yo mudo -por primera vez en la vida- asentía, queriendo ser sometido por tremendo espécimen de adonis. Instintivamente, sus ojos brillantes, su pulso acelerado, sus ansias, su hambre, todo me golpeó; por un minuto quise creer, que esas reacciones sólo las causaba yo, qué esos labios sólo me besaran a mí, qué esos tornado músculos, sólo se tensara por mí y para mí, me sedujo el pensamiento qué ese caballero, solo fuese para mí, al menos, por unas horas.

Me maldije a mí mismo, al ver la escena. ¿Porque demonios esta maldita niña, parecía embrujar a todos con sólo mover las caderas?. Había pasado alrededor de dos horas desde que arribe al baile, todos sin excepción, habían girado al verme, muchos disimulando mejor que otros, incluso Steve se sentó mejor en trono; empinando el pecho, totalmente recto, tomando una posición más gallarda, me rei. Deseaba esta reacción, mi ego subió como espuma, más al comprobar que esta misma reacción era imitada por un caballero de ojos cafes, que me comían con ellos, a la lejanía. Devorando todo mí cuerpo de un sólo bocado. Al menos, eso fue durante la primera hora, luego de eso, había llegado Sharon la sirvienta me pongo fácil de rodillas Carter, todos los ojos fueron hasta la chica de largas piernas y pechos frondosos; incluso Peter la miraba, menos absorto qué conmigo, pero la miraba al final. La chica lo supo y se atrevió a hacer, lo que yo no podía, se acercó a él. Una hora le había bastado, para tenerlo risueño, muy cerca de su cuerpo, ondeando su cabello y sus firmes caderas ante el caballero. Bailando tan malditamente bien, qué quería qué se cayera y se rompiera la cabeza, ambos, los celos eran algo que pocas veces había experimentado en mí vida, pero éstos, querían carcomer mi cuerpo desde el interior. 

Enojado, celoso y casi dolido, me levanté del trono; dejando en vilo las palabras de Steven sobre lo bien que me veía hoy. Di grandes zancadas hacia el interior del castillo, la noche estaba totalmente arruinada. No podía entender qué le veían a la sirvienta, bueno, quizás sí, sus bien torneados muslos, sus turgentes tetas, su pequeña cintura, su cabello rubio,  suspiré; su bien formado trasero, sus grandes ojos, sus labios bastante provocativos. Mierda, sabía perfectamente lo que le veían. 

Me detuve a la mitad del pasillo, donde una de las puertas con un gran vitral me hizo detenerme, mí reflejó se encontraba plasmado entre los vidrios de colores. Lo suficiente para delinear mí figura, una espalda ancha,el cuello largo, la piel canela, el cabello corto y castaño oscuro, mis ojos marrones; me deprimi instantanemante, mí torso con los músculos bien delineados bajo la ropa, la barba definida, el cabello con mínimas canas, sí, no tenía mala autoestima, pero mí reflejó me dejó en claro porque la preferían a ella, una perfecta mujer contra un rey maduro, la diferencia era abismal, seguí mi camino, ahora deprimido y furioso. A lo lejos escuche gritos, pero no me detuve, quería llegar a mí habitación. 

Al pisar los terrenos de esta, me sentí mejor, apenas algo mejor, pero mejor al fin. Cerré la puerta y me deshice de mi ropa en el camino, la pesada capa roja cayó al suelo, los broches de oro, resonaron contra el piso de piedra; me desabrochaba el cinturón aferrado a mí cintura cuando la puerta se abrió de golpe, me giré instintivamente, viendo a un agitado caballero, con el ceño fruncido y los labios abiertos tratando de tomar aire, no retrocedí, lo rete con la miraba, viendo el estruendoso golpe que dio la puerta al cerrarla, me crucé de brazos. 

 

-Los aposentos del rey, no son lugar para caballeros… Lárgate- Casi escupí lleno de furia, el caballero no se inmuto, avanzando.

-Porque dejaste el salón...Te grité por todo el castillo, se qué me escuchaste- Hablo ya con la respiración recuperada, avanzando a grandes pasos hacia mí cuerpo, instintivamente retrocedí. Este se detuvo. 

-Soy el rey, puedo hacer lo que quiera, si quiero irme de salón; lo hago. Sí quiero no escuchar a mis plebeyos y sirvientes; lo hago, si quiero que te largues ahora; lo haces- Mis palabras duras caían una tras otra, mientras la perfecta imagen de Peter riendo con Sharon en la mitad del baile, envenenan aún más mi sistema lleno de sentimientos diversos. 

 

Peter frunció el ceño nuevamente, logrando que su perfilado rostro se contrajera en una mueca extraña, continuó su camino, desesperado cada que mis pies se ponían en marcha alejándose de su continuo avance; levanté la mano colocando aún más espacio entre ambos, retrocediendo lo qué más podía, hasta que mi espalda tocó la fría pared de piedra detrás de mí. 

 

-¿Acaso hice algo mal? ¿algo no te gusto?...Vamos señor Stark, necesito saber qué hice mal para que me prive de sostenerlo entre mis manos- Aunque sus palabras eran lentas y en un tono despacio, la rabia refulgía en sus ojos. 

-No hiciste nada… Ahora, lárgate de mí puta habitación, eres un maldito caballero y yo tu rey, aprende qué estamos en niveles diferente, niño- Mis palabras salieron mordaces, sabiendo lo mucho que odiaba aquel mote con el que lo llamaba, niño, era una palabra para liberar la bestia dentro de Peter. 

 

Este chasqueo la lengua, respirando a grandes bocanadas de aire por la nariz, furioso, se enderezo varios centímetros y con un par de zancadas, se acercó a mí cuerpo, acorralandome contra la pared y su pecho; mis manos en este último, intentando empujarlo, aún estaba deprimido, furioso y celoso. Simplemente no quería verlo. Una de sus manos tomó mi mentón con fuerza contenida, aunque los dedos le temblaban lleno de rabia. 

 

-¿Qué carajos hice?...Porque se que hice algo… Sólo sacas el discurso del rey, cuando quieres herirme, habla de una vez...¿Quieres?- Siseo entre dientes y yo me golpeé mentalmente, al ver que el mocoso frente a mí, me conocía más de lo que debía. 

 

Tenía razón, sí, quiera herirlo, alejarlo, qué se diera cuenta qué no podía tenerme y yo resignarme qué no lo podía tener, esto estaba mal, en todos los aspectos de esta palabra; era su rey y el mí caballero, yo podría ser su padre y el mí hijo ¡joder! que casi le duplicaba la edad, él no debía estar conmigo, no, debía tener un jovencito o jovencita así cómo aquella sirvienta, sí, aunque me dolía y me enfureciera; debía tener una como esta, de su edad, de su mismo círculo, que se pudieran amar y follar como animales, presentarla en bailes, engendrar hijos, sí, eso debía hacer, yo se lo haría ver, en parte porque era lo mejor, en parte por los celos aún pululaban en mí interior. 

 

-Vete con Sharon, necesitas a una jovencita como ella; para reír, bailar, follar y todo eso qué hacen lo jovenes como tu...Necesitas a alguien de tu edad, no un viejo como yo, así qué última vez… Lárgate de aquí Peter- Sentencie sin moverme, retando con los ojos, lo vi tomar una profunda exhalación con la claridad, de qué era lo que había hecho mal. 

 

Sin previo aviso, trasladó su mano en mi mentón llevándola hasta mi cuello, empujando con brusquedad mi cuerpo hacia adelante; mis manos se aferraron a sus ropajes para no caerme, su otra mano, tomo mi cadera con agilidad, dejando apenas centímetros entre nosotros; con la furia aún entre sus venas, empujó su lengua contra mi boca, recorriendo toda mi cavidad con una agilidad inimaginable, cómo todas las otras veces, me robo el aire, esta vez de una manera brusca y precisa; cerré los ojos por instinto al sentir sus dientes tirar de mí labio inferior con ganas. Gemí sin quererlo, intentando corresponder al fiero beso, la salvia de su boca, caía en la mía llenando todo de su sabor a vino, risas y juventud. Maldición, el niño besaba demasiado bien. Sentía mis piernas temblar de puro gusto, cuando su mano, avanzó unos pocos centímetros entre mis ropajes, dispuesto a manosear más allá de lo permitido. No quería ceder, estaba furioso, celoso, pero joder, cómo ardía mi cuerpo por sentir aún más esos dientes traviesos tirando de mí boca; mordiendo mi mentón, y su lengua lamiendo mi mejilla. Me separe jadeando por la intensidad. Una erección adornaba mi entrepierna, a pesar de la cabeza martirizandome.

 

- Vete...- Rogue, era el último y pequeño vestigio de mí cordura, el caballero me ignoró queriendo volver a mis labios -...Puedo ser tu padre - Intente mí último argumento empujándolo, aparentando furia. El hombre frente a mí, cruzó la línea de su paciencia. 

 

Peter estaba furioso, lo podía sentir. Aunque yo fuese el qué debería estarlo, sin embargo mi enojo había mutado a algo más, mi último gramo de remordimiento pareció titilar en mi oscura mente, no podía, con el último vestigio de mí valentía y cordura, lo empuje lejos de mí. Era mejor así. No obstante Peter también estaba en su límite y frustrado, hizo lo que nunca nadie, se había atrevido a hacer en mis cuarenta años de vida, me azotó el rostro con una fuerte cachetada que logró girar mi cara, mi mejilla empezó a arder por el golpe. 

 

-Cállate de una puta vez, deja los malditos pretextos; no me importa una mierda sí me disminuyes, duplicas, triplicas, o mucho mas de eso la edad, tu estas tan loco por mi , como yo por ti…Y eso es lo único que me importa- El caballero frente a mí, acorralo mi cuerpo nuevamente, golpeando uno de sus puños contra la pared de roca, haciendo añicos sus nudillos.  

 

No obstante, mi cabeza ya no estaba allí, no al menos desde que su mano había atizado mí mejilla, sus gritos hicieron temblar mis piernas aunque eran inentendibles a mis oídos, nunca nadie me había hablado de esta manera, me sentía extraño, la erección tomó un nuevo nivel de dureza, palpitando en mí pantalon ¿qué carajos estaba mal conmigo?, no me atreví a levantar la miraba en silencio, abochornado y confundido con mi propio cuerpo, el desesperado Peter, con su mano libre, me tomo del mentón con fuerza  y ya sin paciencia, estampo sus labios con los míos en un feroz beso. Mucho más que el anterior.

Esta vez, sus labios rompían los míos, hasta que las primera gotas de sangre emergian de estos, sus manos se llenaron de mis nalgas, estrujandolas con fuerza, su boca dominando por completo la mia; follando mi boca con su lengua, llegando más profundo que cualquiera, ahogándome con su saliva. Mis piernas temblaron, pero mi mente, mi jodida mente llena de sensaciones nuevas, no podía entender mi erección, completamente dura dentro de mis pantalones, me había pegado y me ponía como roca ¿qué clase de perversión oscura era esta?, dispuesto a averiguarlo, empuje nuevamente a Peter con fuerza, este tropezó dando un par de pasos atrás y sin pensarlo muy bien, mi mano se estampo contra su mejilla. El sonido retumbó por toda la habitación, la mano me ardio. Alcance a ver la brizna del cabreo insano que tenía Peter antes de devolver la cachetada, con mucha más fuerza, pero siempre contenida. Mí mejilla ardió, al igual que mí cuerpo, jadee y no supe de sí dolor o gusto. Baje la miraba totalmente rojo y caliente. Nunca había sentido algo como esto, con los pocos amantes que les había dado el privilegio de tocar mi cuerpo, apenas habíamos llegado a un par de nalgadas y una leve asfixia, nada como esto; era tan intenso, tan caliente, tan oscuro. Mí alma era seducida por el dolor y la dominación;  removí mis piernas, sentía todo mi cuerpo sudar. 

Peter tomó mi rostro caliente entre sus dedos, levantando mí miraba cristalizada por tantas sensaciones, tenía una ceja enarcada mirándome fijamente, totalmente perdido; me mordí los labios sosteniendo su mirada, apenas le bastaron unos minutos para entender lo qué sucedía, siempre tan listo. 

 

-De espaldas- Ordenó con una voz profunda, mordí más fuerte mi labio para no gemir. Mí cuerpo se movió antes que mí mente procesa la orden, le di la espalda. 

 

Escuche su risa, más parecido a un gemido que a un risa normal, sentí su cuerpo pegado al mío, su dura erección entre mis nalgas, a pesar de la ropa; lo sentí caliente y vibrando contra mí cuerpo. Una de sus mano subió a mi cabello tirando de este, haciéndose espacio entre mi cuello, empezando a morder con saña, succionando con furia, dejando sus marcas en mi piel, mandando escalofríos a mi cuerpo, que al igual que una gelatina temblaba entre sus manos, su mano libre se estampó con fuerza, contra las nalgas qué intentaba profanar. Gemí de gusto, su sonrisa se pegó a mí cuello, el cual fue delineado por su lengua, tan despacio y tremendamente caliente, qué podía correrme con sólo eso. Pero quería mas, mucho mas. Ya sin mí conciencia de por medio. Empuje las caderas contra ese trozo de paraíso embistiendo el interior de mis nalgas sobre la ropa, su respuesta fue inmediata, una nueva nalgada impactó contra mi cuerpo. Sentía la piel arder debajo de la ropa, yo mismo empecé a retirarla. A los pocos segundos, mi torso estaba desnudo. 

Peter despegó sus labios de mi piel, cuando mordió y succiono toda la piel de mi cuello y nuca, mi cabello aún seguía fuertemente enredado entre los guantes de sus dedos. Un par de minutos pasaron, en los cuales solo pude gemir, frotando las caderas contra su húmeda erección, reprendiendolo por separarse;  pero Peter, oh mi hermoso Peter, tenía totalmente el control. Me movió de la pared, avanzando conmigo de frente, nuestro pasos tambaleantes se detuvieron frente a el tocador, donde todos mis perfumes y lociones descansaban; las empujo todas con su mano, empotrando mí cuerpo contra la dura dura madera. Coloque las manos sobre la madera, el espejo se conecto con mis ojos, Peter detrás de mí sonrió. 

 

-Quiero que veas cómo me follo tu hermoso culo... Que veas cómo se domina a un puto masoquista cómo tu- Hablo sin dudar y con la sonrisa más perversa que vi jamás. Me ahogue con mi propia salvia. Sus palabras sólo me encendieron mas, mucho mas. 

 

Por el espejo vi cómo empezaba a desprenderse de su roja; el cinturón, la capa, la espada, todo cayó al piso, la camisa hasta los mulos qué portada, se rindió a su cuerpo, la camisa debajo de esta cedió;  su torso desnudo, musculoso, perfecto, quedo a la vista. Yo apenas podía desatar mi pantalón con mis temblorosas manos, afortunadamente, lo logré, dejando libre mi erección chorreante e hinchada.El falo que tanto me había imaginado entre mis sucios orgasmos y perversiones, apareció en escena, mí boca salivo al ver el tamaño, el grosor; las pequeñas venas palpitando entre la húmeda extensión, la punta hinchada y rojiza. La quería dentro, muy dentro. 

 

-Abre mas las piernas, alza el trasero y no apartes la vista del espejo- Ordenó despacio una vez su pecho se pegó a mí espalda desnuda, sus pantalones de cuero rozaban contra mis nalgas hipersensibles, su erección empapaba el interior de estas; se restregó descaradamente cuando lo obedecí y levantó la mano, estampando esta contra mi trasero. Gemí de gusto, mi piel ardía, sonrió enaltecido cuando su nombre escapó de mis labios, así, empezó una de las mejores folladas de mi vida. 

 

Sus manos colorearon de un rojo vivo mi culo, muchos habían sido las nalgadas, tantas, que la piel me ardía, cuando estuvo satisfecho, atacó la piel de mi espalda con sus labios; delineando con su lengua mi columna vertebral, bebiendo de mí canela piel, sus dedos por otro lado, habían aprovechado la humedad entre mis nalgas de su erección chorreante; reemplazó su duro falo por sus dedos, delineando mi entrada con cuidado, abriendo descaradamente mí agujero para su insana vista, pero con mí cuerpo tan febril, lo menos que necesitaba era que me preparara, de todos modos, ni siquiera lo necesitaba, mi agujero ya palpitaba por tenerlo dentro. 

 

-Peter… Pete… Bebé, entra ya, no necesito preparación- Rogue buscando su miraba a través del espejo, este se detuvo con un dedo dentro de mí entrada, que aunque ajustada, trago el dígito de Peter con facilidad, este dio un par de embestidas antes de pegar su pecho contra mi espalda. 

-¿Porque demonios están tan flojo… acaso has tenido diversión?- Preguntó con sus ojos fijos en mí y su mano sobre mi cuello, apenas una leve presión, sus ojos celosos mandaron lava a mis piernas. Le sonreí malicioso. 

-La única diversión que he tenido… Son mis dedos hasta el fondo gritando tu maldito nombre- Las palabras sucias dejaban mis labios para ensanchar su sonrisa, lamió largo y lento mi mejilla - buen chico-  dejó tras de sí. 

 

Con la nueva información, sacó su dedo de mí cuerpo, alineando su gran erección contra mi agujero, lo extendió con toda la lujuria entre sus pupilas y sin más, se hundió dentro de mi de una sola embestida, hasta el fondo. Mi cuerpo se resintió y los anillos de mí entrada se contrajeron, maldición, tres dedos no eran igual que esa gran verga, sin embargo el dolor acompañado de un oscuro deseo, invade mi cuerpo, grité su nombre, mis ojos perdidos se conectaron con sus pupilas oscuras. 

 

Peter, mí peter, aquel chico de ojos grandes y bonitos, de sonrisa divertida, de gestos amables, ahora se había convertido en una animal, bombeando mi interior, maldiciendo y soltando tantas palabras sucias que me tenía en bandeja de plata y con el orgasmo escalando mí columna vertebral. El cuerpo dolorido; lleno de mordidas, chupetones y rasguños. Mis uñas maltrechas se encajaban nuevamente en la madera, era el único soporte del que poseía para no estampar la cara contra el espejo frente a mí, debido a las fuertes embestidas de Peter en mí interior. Sus dedos y uñas se encajaban en mis nalgas, apretando con fuerza, electrificando todos mis sentidos; mis mejillas rojas y la saliva cayendo por mi boca, lo envalentona a ir con mas fuerza, mas profundo, hasta casi rozar con lo doloroso, pero no me importaba; movía las caderas gustoso y totalmente perdido, hasta volver a sentir esta dura erección desgarrar mis paredes deliciosamente, con la punta siempre dando en mí torturada prostrata. Los ojos de Peter conectaron con los míos, a través del espejo y supo sin palabras que estaba por correrme, al igual que el. Tomo mi cabello olvidado nuevamente entre sus dedos, tirando con fuerza, creando un perfecto arco con mí cuerpo, echando mi cabeza hacia atrás, buscando mis labios desesperados; el olor de su sudor inundó mi nariz, mientras su saliva espesa y caliente inundaba mi boca, me corrí sin siquiera tocarme, alcanzando un paraíso que nunca había tocado; Peter penetró mí dominado cuerpo un par de veces mas, susurrando algunas palabras tiernas al correrse en lo más profundo de mí interior, pasando sus brazos por mi cuerpo, abrazando con fuerza; enterrando su rostro en mi cuello, totalmente ido. Me sentí completo, un complejo hijo de puta pervertido y libidinoso, que había mancillado un caballero amable y tierno, no podía sentirme mejor. Lo había manchado con mi locura, ahora era totalmente mío.

 

Notas finales:

Hasta aqui la primera parte de este TWO SHOT, sigan leyendo para ver el drama en el que esta envuelta esta pareja. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).