Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Emperor’s Crown por yellowmuffy

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola a todos! Aquí les dejo el segundo capítulo, uno bastante largo jejeje. Espero que lo disfruten!

--[2]--


 


Les tomó casi un día de viaje el acercarse a la frontera, sin tener muchas eventualidades. Sin embargo, entre cada parada de descanso tomada,  el nerviosismo de Tao no pudo más que aumentar, incluso aunque trataba de mantener su cabeza apartada de lo que vendría en un momento próximo, ya sea leyendo, aprendiendo coreano de Xiumin o escuchando una que otra historia de aquel país tan lejano al que se dirigían. Pero lo que más pesar le producía era el poco intercambio de palabras que tenía con su caballero.


Durante todo el camino la única conversación que habían mantenido no había durado más que un par de palabras y todas habían sido en referencia a la duración de su viaje. Además de que, con vergüenza, a Tao no se le escapaba el hecho de que por primera vez se sentía incapaz de mantenerle la mirada al soldado, dolía demasiado saber que en un par de días nada sería igual, y simplemente cortaba el tema alejándose de él, tratando de aligerar el peso que iba creciendo en su pecho con cada poblado que iban dejando atrás. Para el paso que iba, incluso temía que donde antes había una amistad fuerte y profunda, terminara formándose un muro impenetrable y eso lo llenaba de miedo. Podía perder todo pero no al general. 


Sumado a eso, miles de preguntas nublaban su mente y su corazón. Y el único capaz de ayudarlo a calmarse cuando sentía inquietud, ademas de su hermano, era el general. Sin embargo, la incertidumbre nunca se iría si no era capaz de hablar de nuevo con él. Tenía que armarse de valor, tenía que hablar con Yifan. 


Y por fin lo logró, aunque no de la mejor manera. 


Mientras tomaban un descanso a la orilla de un río, Luhan leía, Xiumin preparaba el té y Yifan limpiaba su espada mientras el resto de la guardia exploraba la zona en busca de una posada donde pasar la noche, justo ahí al príncipe se le ocurrió preguntar para romper el hielo.


- ¿Cómo es el emperador?


De inmediato la mirada de Luhan y Xiumin se dirigió hacia él, más no la de Yifan. Este se mantuvo absorto en su espada. Claramente, también lo estaba evitando. 


- Bueno… -Xiumin fue quien comenzó- Su nombre es Oh Sehun, no lo conozco en realidad porque en mi infancia aún reinaba su padre pero por lo poco que he escuchado de él, todo apunta a que es un gobernante muy responsable y justo con su pueblo.


- Eso no sirve de nada – Suspiró Tao.


- Cuando llegue el momento se conocerán –Ahora fue turno de Luhan para hablar y volver inmediatamente después a su lectura.


- Pero, ¿Qué pasa si se trata de un viejo aburrido y amargado? 


- Al contrario, es muy joven, casi de su edad y es muy bien parecido -Contestó Luhan con indiferencia sin separar la vista de su libro.


- ¿Lo conoces? ¿Has hablado con él? -saltó el príncipe. 


Por un momento Luhan pareció un poco nervioso por la pregunta, pero de inmediato recobró la compostura. 


- Por supuesto que he entablado conversación con él, pero ha sido para discutir el asunto del compromiso solamente -aclaró y volvió su atención completamente a su libro, zanjando el asunto. Prefiriendo no participar más en aquella conversación. 


Pero Tao necesitaba más respuestas o al menos alguien que escuchara todas las dudas que nublaban su corazón. 


- ¿Y si trata de obligarme a ser como él? ¿Y sólo me quiere tener a su lado, quieto y callado, como un trofeo? 


- Tao, está claro que ningún emperador será tan permisivo como su majestad el rey Zhoumi lo fue contigo, pero eso no significa que no vayas a ser feliz… -Intervino Yifan, colocando su espada en su funda. 


- Pero puede significar morirme de aburrimiento. Y yo no pienso dejar que un sujeto al que apenas conozco quiera imponerse sobre mí. 


Yifan suspiró mirando al fin al menor.


- Tiene que prometerme que se comportará como lo que es y que pase lo que pase no desafiará al emperador –Le reprendió sabiendo los verdaderos sentimientos que había tras tantas preguntas. Si había algo importante para Zitao, eso era su libertad- Estamos aquí para traer paz, no para provocar una guerra.


- Sí, debe honrar a su familia y a toda China, su alteza –Añadió Xiumin.


- Lo intentaré -El menor aceptó a regañadientes- Pero no esperen demasiado de mí. 


Pronto algunos de los soldados regresaron a su encuentro, para guiarlos hasta la posada que ya se hallaba lista para recibir al príncipe. Un lugar bastante ámplio y lo suficientemente lujoso para alojar a alguien del estatus de Zitao, pero con el suficientemente bajo perfil para pasar desapercibidos. 


La mayoría de los soldados se quedaban en uno de los alojamientos adjuntos, lo suficientemente cerca en caso de alguna contingencia, otros tantos rondaban las afueras, bebían algo de alcohol o comían algo para soportar la noche en vela. 


Zitao y Xiumin se quedarían en el salón principal, donde un par de hombres ya se encargaban de custodiar la entrada. Y fueron llevados hasta ahí por Yifan, quien permaneció en completo silencio. 


- ¿Puedo quedarme a beber un poco? -cuestionó Tao mirando a algunos de sus hombres, riendo entre ellos mientras disfrutaban de un buen licor. 


- Es mejor entrar, su alteza -Xiumin no dió lugar a discusiones- Aún debemos perfeccionar los protocolos de la ceremonia -Le recordó. 


- Xiumin tiene razón, alteza. Será mejor que entre -Y ahí estaba de nuevo la formalidad en las palabras de Yifan, remarcando la nueva barrera que había entre ambos. 


- Gege -Le llamó Tao tomando al más alto de la muñeca en un intento de cambiar la situación. 


Pero el soldado con total delicadeza y respeto, apartó su mano en el instante. 


- Si necesita algo más, estaré dando rondas aquí afuera -Le dijo y dio una reverencia a modo de despedida. Dejándolo a merced de Xiumin y las varias horas de aburrimiento tratando de aprender la ceremonia de bodas coreana. 


 


-----


 


Al día siguiente el humor de Tao no podía ser peor. Ya sea por los nervios de cometer un error en la ceremonia o por el hecho de aquel estorboso vestuario que Xiumin le seguía obligando a portar, pero más seguramente por dos cosas: Número uno, estaba a punto de casarse con un completo desconocido, en un país desconocido; y número dos: Wu Yifan seguía empecinado en guardar su distancia. Todo en su conjunto causando una maraña de nervios en el príncipe. 


- ¿Estás seguro que no puedo quitármelo? -Preguntó por enésima vez Tao removiendose en su asiento, señalando la corona de oro en su cabeza. Sintiendo que de repente el carruaje era mucho más pequeño que antes. 


Por suerte Xiumin ya tenía maestría para lidiar con él. 


- No, su alteza, debe permanecer presentable hasta que llegue junto a su futuro esposo.


- Solo un segundo, mi cabeza pesa. -Tao lo tomó del brazo y lo empezó a zarandear en forma de súplica- Por favor…


- Una vez que hayamos finalizado con la ceremonia de llegada se la podrá quitar, pero no antes de eso. 


Tao lo soltó y resopló enfurruñado. 


- Claro, me lo podré quitar para ponerme algo aún más horrible-Refunfuñó, recordando las palabras de su sirviente el día anterior, haciéndole saber que, al llegar a Corea, debía cambiarse a las ropas ceremoniales de esa nación para llevar a cabo el casamiento. Como si para ese momento no tuviera suficiente tortura con lo que llevaba puesto- No entiendo para que debo seguir viéndome así de ridículo -Bufó. 


- Es la tradición…


El regaño de Xiumin se vió interrumpido por el freno abrupto de su carruaje.


- ¿Qué sucede? -Alcanzó a preguntar el menor justo antes de que el grito de Yifan sonara en el aire. 


- ¡Es una emboscada! ¡Protejan al príncipe!


Sin darle tiempo a decir o hacer nada Xiumin lo tomó de su muñeca y lo guió hacia la salida de la carroza. 


- Tenemos que salir de aquí, su alteza -Le dijo justo antes de jalarlo al exterior, donde una batalla de espadas y flechas ya se había desatado- Permanezca detrás de mí. 


Justo en ese instante una flecha pasó rozando a ambos y frente a ellos apareció un hombre con el rostro cubierto apuntando directo a la frente de Tao. Pero justo antes de que la flecha fuera lanzada, su tiro fue desviado por el certero golpe de una espada y detrás de la figura de su atacante, surgió Yifan cubierto de sangre enemiga.


- ¿Se encuentra bien, su alteza? -preguntó apremiado. 


Tao asintió, un poco pasmado por los acontecimientos ocurridos, pero eso fue suficiente para el soldado. Aún había una batalla que ganar pero primero debían asegurar la vida de Tao. 


- Xiumin toma unos de los caballos y lleva al príncipe a un lugar seguro. Yo los cubriré. 


El sirviente asintió y ni corto ni perezoso, jaló al príncipe hacia el caballo disponible más cercano. Más y más flechas amenazaron con golpearlos a medida que seguían corriendo, pero cumpliendo su promesa Yifan se encargó de desviar cada una de ellas hasta que llegaron a su método de escape. 


Tao estaba por subir a la montura, cuando un quejido a su espalda le hizo darse la vuelta unos segundos. 


A unos metros de ellos, Yifan se había detenido. Su brazo derecho sangraba y dos hombres lo habían emboscado, uno de ellos hábilmente consiguiendo hacer una herida en la frente del general para imposibilitar su vista con la sangre. Ambos aprobechando cada apertura que había para atacar a Yifan que, aunque aún lograba frenarlos, era por muy poco. 


- Lo siento, Xiumin -fueron las palabras de Tao antes de soltar la montura y correr apresurado al encuentro con Yifan, tirándo al suelo la estorbosa corona de su cabeza y tomando una espada abandonada en el suelo. Ignorando por completo las flechas que volaban a su alrededor. 


Esquivó con destreza a todos los que intentaron interceptarlo en su camino y, con un solo objetivo en mente, atravesó a uno de los hombres con su espada. Un movimiento limpio, mucho más sencillo de lo que imaginó, aún con lo pesado de su vestimenta. 


Con la caída del primer hombre, la atención del otro se centró por completo en Tao y dejó a Yifan de lado, grave error. Ya que en la milésima de segundo en que el atacante se distrajo para apuntar a Tao, Yifan aprovechó para cortar su cabeza. 


- Te dije que te marcharas -Le regañó el general de inmediato pero Tao estaba muy ocupado quitando la capa exterior de su ropa como para escucharlo- ¡¿Qué crees que estás haciendo?! -Yifan se apresuró a detenerlo pero la seda roja ya había caído al suelo. 


- Es demasiado pesado, no me puedo mover bien ¿Cómo se supone que pelearé con eso encima?


- ¡No lo harás! -Yifan trató de hacerlo entrar en razón. 


Pero la mirada decidida de Zitao indicaba que no existía fuerza humana que lo pidiera hacer cambiar de idea. 


- Mis soldados están peleando por mí y personas importantes para mí están en riesgo ¡No voy a huir! -con eso último, todo estaba dicho. La batalla debía continuar. 


No supieron por cuánto tiempo continuaron peleando, pero para cuando el cielo ya se estaba tiñendo de rojo, el último enemigo ya había caído. 


El terreno era un completo caos de flechas y cuerpos, cuando al fin dieron por seguro el lugar en el sitio de la batalla y varios metros a la redonda. Si había algún sobreviviente de sus adversarios, probablemente ya había escapado. 


Pero algo no dejaba de rondar la mente de Yifan, era el hecho de que aquellos hombres para nada encajaban con el perfil de unos simples ladrones del camino. Alguien los había enviado pero ¿Quién? 


- ¿Cuántos soldados hemos perdido? -Le preguntó a uno de sus hombres. Debían movilizarse de inmediato, no era seguro quedarse en la misma ubicación por mucho tiempo. 


- Sólo tres de los nuestros -aseguró el soldado. 


Por suerte su número no había descendido demasiado. Aún podían continuar su camino para llegar a tiempo. 


- ¿Se han llevado algo? -Preguntó a otro de los soldados que inspeccionaba el campo de batalla. 


- No señor, nada. Todo el equipaje está intacto. 


- Bien -Eso solo confirmaba sus sospechas. No eran ladrones, eran asesinos- Ustedes dos encárguense de los cuerpos, nosotros nos adelantaremos para llevar al príncipe a un lugar seguro.  


- Sí, señor -Con una reverencia el soldado aceptó la orden y se fue. 


Yifan se dio la vuelta, encontrando en el suelo el hermoso ropaje de seda roja  completamente manchado de lodo y sangre, seguramente con alguna rasgadura en su tejido. Suspiró y lo tomó en sus manos, buscando después la figura del príncipe, para poder dar la orden de empezar la marcha. No fue mucho lo que tuvo que buscar, pues los gritos de Xiumin lo guiaron a su objetivo. 


- ¡¿Acaso quieres matarme del susto?! -El sirviente regañaba al noble golpeando su hombro, olvidándose por completo del protocolo- ¿Tienes idea de lo preocupado que estaba?


- Lo siento -decía Tao, evidentemente sin una gota de arrepentimiento. 


- Si vuelves a poner tu vida en riesgo de esa manera, yo mismo me aseguraré de que lo sientas de verdad -Terminó de reñirle el mayor dando un último golpecito en el brazo de Tao, quien se llevó una mano al sitio del golpe e hizo una mueca involuntaria de dolor. De inmediato la expresión de Xiumin se transformó- ¿Está bien, alteza? ¿Está herido?


- Estoy bien, solo es un rasguño -le aseguró Tao, apartándolo un poco. Si tener a Xiumin enojado era malo, añadir verdadera preocupación a la mezcla no era buena idea.  


- ¿Está todo bien? -Yifan se acercó a ellos. 


- Su alteza está herido -Soltó Xiumin de inmediato alarmado. 


- Estoy bien -repitió Tao, con molestia. 


Yifan terminó por acortar la distancia entre ellos y entregó el ropaje al sirviente, para poder colocar sus manos en el brazo de Tao y examinar la herida. Un corte limpio, superficial, sin sangrado activo. 


- No es muy profunda, creo que sólo necesita limpiarla y un vendaje. 


- Te lo dije Xiumin-ge -reprochó Tao al mayor de los tres, que ahora examinaba la tela roja en sus manos. 


- Está arruinado -Soltó Xiumin. 


- También te dije que era mejor que no me lo pusiera...


El mayor rodó los ojos. 


- Iré por un poco de agua y algo para cubrir su heridas. No se atreva a moverse -Lo amenazó, teniendo suficiente estrés por un sólo día. 


Mientras Tao veía a su sirviente caminar alejándose de ellos, Yifan aprovechó para observar de cerca al príncipe en busca de alguna otra herida, pero todo parecía estar bien. 


- Ya puedes irte a hacer lo que tengas que hacer, yo esperaré a Xiumin-ge solo -Tao se cruzó de brazos y se apartó de Yifan, nervioso por tenerlo tan cerca. 


- ¿Está molesto conmigo, alteza? -Observó el soldado. 


La última palabra “alteza”, fue la gota que derramó el vaso. 


- No, tú estás molesto y  actuando frío conmigo, exijo saber el porqué -Atacó. 


- No es verdad, su alteza. 


- ¡Lo ves! Tú nunca te has dirigido a mí de esa manera. Siempre hemos sido Yifan y Tao, sin formalismos. 


Yifan suspiró. 


- Pues no puede ser más así. Está a máximo un día de casarse príncipe Tao, sería una falta de respeto hacia su esposo continuar dirigiéndome a usted de esa manera. 


- ¡Me niego a aceptarlo! ¡Si a mi futuro esposo no le parece, a mí no me importa!


- Su alteza, no puede actuar de una forma tan inmadura... 


- ¡Tao, Tao, TAO! ¡No su alteza! ¡Deja de llamarme así! -La paciencia de Zitao se estaba terminando. 


- Como ya le expliqué, no puedo cumplir su petición, lo siento -Yifan se mantuvo firme. 


En un último acto desesperado Tao jaló al oficial de su vestimenta y, en un movimiento limpio y certero selló sus labios en un beso. 


- ¡Acaso estás loco! -Yifan se separó de él al instante. 


- Por favor, aunque sea sólo estos días, déjame tener un poco de esa felicidad. Aunque sea la última vez. - La mirada de Tao estaba gacha fija en el suelo mientras las lágrimas comenzaban a correr por sus mejillas- Si no podemos estar juntos, al menos dame ésto. Al menos no me trates diferente, no me hagas eso Yifan. No cuando lo único que tengo ahora es a tí y Xiumin-ge. 


El mayor dió una respiración profunda y finalmente tomó el rostro del noble entre sus manos, secando los caminos de lágrimas con el roce de  sus pulgares.


- Me encantaría que la cosas no cambiaran, Tao -Le dijo con total sinceridad- Pero tú mismo lo haz dicho, vamos en camino a un lugar totalmente desconocido, lo mejor es evitar hacernos de enemigos. 


- ¿Y qué se supone que haga Yifan-ge? -Sollozó el menor- ¡Tengo mucho miedo! 


- Lo sé -Susurró el general- Sé lo aterrador que debe ser para ti, pero te prometo una cosa. Aunque no podamos dirigirnos como antes o pasar tanto tiempo juntos. Lo demás no cambiará, Tao. ¡Te protegeré con mi vida hasta el final de mis días! Lo juro… -El corazón de Tao dió un salto en su pecho acelerando su ritmo- Siempre estaré a tu lado sin importar lo que suceda y si alguien osa lastimarte, yo mismo me encargaré de hacerlo pagar y te sacaré de ahí. 


Terminada aquella promesa. De una manera mucho más delicada y cálida, Yifan rozó su temple con los labios, al tiempo que uno de sus dedos delimitaba el contorno de su mandíbula. Un gesto corto, pero que para ambos pareció detener el tiempo hasta que al fin tomaron distancia nuevamente. 


Y aunque la incertidumbre aún se asomaba a través de las orbes de Tao, las lágrimas habían cesado. Se miraron por varios segundos, contemplándose el uno al otro, hasta que al fin el sonido de cascos acercándose los regresó al mundo real. 


- La compañía enviada por Corea nos espera más adelante, listos para recibirnos -Luhan llegó cabalgando hasta ellos, a su lado, también venía Xiumin caminando. En sus manos, lo necesario para atender las heridas de Zitao.  


- Muy bien -Yifan se puso de pie- Xiumin, atiende las heridas de su alteza y partamos. 


El sirviente asintió a esa orden, pero algo en su mirada indicaba que o sabía todo lo que había pasado hace unos minutos o bien lo sospechaba. Pero por la lealtad a su señor no diría ni una sola palabra. 


 


-----


 


Al día siguiente, anunciado por los primeros rayos del sol, el momento tan temido por el príncipe al fin llegó. Ese día, bien entrada la madrugada, varias de las sirvientas del rey, habían traído su vestimenta para ese día y, con ayuda de Xiumin, lo habían preparado impecablemente para la ceremonia. Para su mala suerte, el atuendo consistía de más capas de las que podía contar. 


Cada paso que daba era una tortura y si antes pensaba que su corona de oro era pesada, no se comparaba con la inmensidad de lo que llevaba ahora en la cabeza, por suerte varias personas caminaban a su lado, ayudándolo a mantener el equilibrio o de lo contrario ya estaría dándose de bruces en cualquier segundo. 


 El palacio del rey los fue recibiendo poco a poco, hasta que llegaron a la gran explanada, donde el actual emperador los esperaba. A su alrededor el sonido del tambor los recibía, junto a la enorme multitud de quienes debían ser los oficiales del emperador. 


Pronto el camino terminó y se detuvieron. En ese momento la mirada de Tao de inmediato se posó sobre el soberano que le observaba detrás de una cortina de cuentas que caían de la copa de su sombrero, justo a unos metros de él, con un aura intimidante rodeándolo. Rostro totalmente inexpresivo, una mirada fría que parecía analizarlo con escrutinio, y una mandíbula afilada que terminaba de adornar el apuesto rostro del emperador.


Sus manos comenzaron a temblar de miedo y hubo un momento en el que creyó con seguridad que se quedaba sin aire, tal vez Xiumin había apretado demasiado fuerte su vestimenta esa mañana, se dijo a sí mismo. 


Pero aquella incertidumbre no duró sino unos momentos hasta que la voz de Yifan llegó a él en un susurro, como si le pudiera leer la mente.


- Todo irá bien –Le aseguró el mayor dándole la fuerza que necesitaba. Tao asintió y dio los pasos que hacían falta para estar frente a frente con el hombre que en unas horas sería su esposo.


- Con usted, su majestad, su alteza Huang Zi Tao segundo príncipe de China –Anunció uno de los hombres del emperador.


Tao hizo una reverencia como era debido y fue corespondida con una leve inclinación de la cabeza por parte del monarca.


A partir de ese momento fue como si Tao se desconectara de la realidad, poco era lo que captaba de las palabras dichas por el oficiador de la ceremonia, claro que Xiumin le había enseñado lo más posible del idioma coreano durante su viaje (A pesar de su renuencia) sin embargo, era más su apuro en recordar todos los pasos que debía cumplir en el ritual de matrimonio que en realmente saber qué era lo que se estaban diciendo. Lo único que estaba claro en su mente era la mirada de Yifan constantemente clavada en su persona y el leve matiz de tristeza en su rostro. El resto, fue únicamente caminar enormes tramos por los terrenos del palacio, presentar sus respetos a las personas  adecuadas en el momento adecuado y finalmente sentarse al lado de su recién nombrado marido, esperando a que el festejo finalizara.


 Justo como había temido, no era más que una esposa trofeo. 


Pero lo peor estaba por llegar, Tao lo sabía perfectamente. Y sintió el nerviosismo regresar como la ola de un Tsunami, cuando llegada la noche, fueron guiados hasta los aposentos que los recién casados compartirían esa noche, con docenas de oídos vigilandolos desde el exterior. Incluida su propia servidumbre. 


Adentro, intercambiaron vino y por fin le fue retirada toda indumentaria de la cabeza, para dejarlos “solos”.


Tao se mantuvo como estatua en su lugar, quería salir de ahí, quería regresar a su país. La sola idea de tener que compartir su cuerpo con alguien a quien no amaba hacía que su estómago se retorciera de manera inimaginable, más aún sabiendo que lo única barrera que lo separaba de quién amaba era una delgada puerta de madera.


Fue en ese momento que Sehun se dió por fin la vuelta para verlo de frente, dedicándole una mirada con desdén. A unos pasos de ellos una vela encendida era la única fuente de iluminación, ayudada únicamente por las escasas luces que provenían del exterior. Dibujando sombras en las paredes que danzaban con la misma llama, dando un toque aún más tenebroso a la escena. 


Fue ahí que por primera vez tuvo la oportunidad de escuchar al emperador hablar.


- ¿Cómo es posible que seas tú a quien acabo de desposar? –Preguntó con sorna el joven rey, mirando de arriba abajo al otro- Creo que se han equivocado ¿En qué parte de tu horrible presencia se encuentra el refinamiento de la realeza?


Tao apretó sus puños, recordando la promesa que le había hecho a sus acompañantes de guardar la compostura. 


- Lamento no llenar sus expectativas, su majestad.


- Lo sé, es una lástima. Pero no podía esperar menos de un imperio decadente con un patético rey que adora más a su horroroso hermano que a su propio pueblo ¿Por qué será? No tienes nada especial. 


Esa fue la gota que derramó el vaso, ¡Al diablo la diplomacia!


- Con todo respeto, su majestad ¡No se atreva a decir nada de mi hermano! -Casi gritó Tao con un acento terriblemente marcado. 


- ¡Y tú no te atrevas a alzarle la voz al rey! –Sehun lo tomó por los hombros.


Tao lo apartó de sí de un empujón.


- Usted para mí no es ningún rey. No es más que un simple payaso. ¡El único y verdadero rey que conozco es Huang Zhoumi! ¡No acepto órdenes de nadie más!


-Pues eso sería antes, porque ahora estás en mí nación y el que manda aquí soy ¡YO! – De inmediato y sin previo aviso Sehun lanzó un golpe contra el pelinegro que lo hizo trastabillar. 


El silencio era demasiado incómodo y Tao pudo notar algunas sombras en las paredes tomaban una postura defensiva. Cualquier respuesta violenta para defenderse haría a su guardia entrar en acción y lamentablemente ellos se encontraban en una gran desventaja, un movimiento en falso y él y toda su comitiva podían morir esa noche.


Tao bajó su mirada al suelo conteniendo sus ganas de llorar de impotencia.


- ¡Que inútil! –soltó el monarca volviéndose a ver a Tao con desdén- ¿Por qué lloras? ¿Me tienes miedo?


Tao rehuyó  su mirada a toda costa y sintió el agarre como hierro del mayor en su antebrazo, obligándolo, casi arrastrándolo, a dirigirse a la que era su cama. Apagando la vela de un sólo soplido en su camino.


- Bueno –Comenzó a desatar su propio traje, empujando a Tao sobre las mantas- Es nuestra noche de bodas…


- No… -Tao lo miró, horrorizado, sabiendo perfectamente que venía en ese momento. Aferrándose a  sus ropajes, a pesar de que  el otro los arrancaba de su cuerpo con suma facilidad.


Sehun le volteó con fuerza sobre las mantas, dejándolo totalmente expuesto en el camino, aferrando sus caderas con una mano y con la otra sus muñecas. Y, sin ninguna delicadeza o consideración hacia el cuerpo que temblaba tenso bajo sus manos, lo penetró con fuerza de una estocada y comenzó a moverse, pendiente únicamente de su propio placer. 


Tao lloró de dolor, haciendo lo imposible por que el menor lo soltara. Pero el agarre de este permaneció firme en sus caderas hasta que el monarca logró aliviarse a sí mismo dentro del pelinegro, con un gruñido que casi parecía animal.


- Más te vale que eso sea suficiente para que me des un heredero, porque no quiero volver a tener que tocarte nunca más –Dijo Sehun con frialdad al tiempo que se colocaba su ropa y salía de la habitación, sonriendo de lado al escuchar el sollozo a su espalda antes de salir.


Tao permaneció en su lugar hecho un ovillo, por lo que para él pudieron ser horas, hasta sentir un gentil toque en su hombro que, sin embargo, preso del miedo, le provocó encogerse más sobre sí mismo pensando en la posibilidad de que su esposo hubiese regresado.


- Tranquilo –Susurró una voz conocida mientras el dueño se acercó hasta el joven príncipe juntando su frente con la otra.


Tao abrió sus ojos encontrándose de frente con Xiumin y se aferró a éste con fuerza, llorando en el hombro del hombre que siempre lo había cuidado.


- Todo estará bien Tao. Tranquilo, ya ha terminado –Le susurró este acariciando las hebras azabache del menor, sin poder evitar notar las marcas en la piel del chico, que al día siguiente sin duda se transformarían en horribles moretones.


 


-----


 


- Está consumado -Anunció Sehun nada más saliendo de la habitación y caminó con paso rápido, decidido a alejarse de ese lugar como fuera posible. Ignorando el llamado de los consejeros a su espalda de la misma forma que había ignorado el llanto de Tao al tomarlo. 


Tenía cosas en mente que eran más importantes en ese momento.


No fue hasta que salió a uno de los corredores del palacio que daban hacia el jardín, que encontró la silueta que tanto buscaba, hermosamente recortada por la luz de la luna. Y supo que no debía anunciar su presencia cuando ésta le habló.


- Felicidades, su majestad, está oficialmente casado. 


- Esto no cambia nada -Respondió por su parte Sehun, acercándose al otro apretando su hombro con fuerza.


- Ojalá eso fuera cierto -una lágrima traviesa se deslizó por la mejilla de su amado, rompiendo el corazón de Sehun en pedazos.


Sin poderse contener más, lo tomó en sus brazos, apretándolo contra su pecho con fuerza. 


- ¡No, tu y yo estaremos juntos, lo prometo! - Le dijo con firmeza, cruzando su mirada con aquella orbes brillantes que tanto amaba- ¡Nada va a separarnos Luhan, lo juro!


Y selló su juramento robando un beso de los suaves labios del mayor, lleno de amor y ternura.


 


[ . . . ]

Notas finales:

Qué tal les está pareciendo la historia?? Qué creen que pase más adelante?? 

Muchas gracias por leer!!

Matta nee~!! 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).