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Emperor’s Crown por yellowmuffy

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Llegado el amanecer Tao despertó aún con Xiumin a su lado, velando las pocas horas de sueño que Tao había podido conciliar. Su cuerpo dolía, su pecho dolía. Aún podía sentir el fantasma del agarre del rey sobre su magullada piel. Pero no podía permitirse derramar más lágrimas, lo peor ya había pasado, se repitió igual que la noche anterior, después de que Xiumin llegara para consolarlo.


- Su alteza, ha despertado -Observó el mayor a su lado- Iré a traer su desayuno ahora mismo. 


El castaño hizo el ademán de levantarse, pero Tao lo detuvo tomándolo de su muñeca. 


- Crees que pueda tomar mi desayuno fuera -Demasiadas imágenes de la noche pasada rondaban su mente con solo mirar cualquiera de los rincones de la habitación.


- Claro su alteza, alistaré su baño primero, entonces. Y pediré que tengan todo listo en el jardín -Xiumin le sonrió.


- ¿Y… su majestad?


La mirada del mayor se endureció con la mención del emperador de Corea.


- Él estará ocupado hasta tarde el día de hoy, parece que tiene muchos asuntos que discutir con los concejales y eso lo mantendrá ocupado. 


Tao asintió, aquellas palabras mejoraron un poco su estado de ánimo.


Estaba a mitad de su baño cuando un par de mujeres entraron a su habitación llevando con ellas un hanbok, la prenda tradicional de Corea, blanco de arriba con detalles bordados en oro, la otra pieza de un color azul profundo igualmente bordado. El único problema era que se trataba de un atuendo de mujer. Si él pensaba que ya se había librado de eso después de la ceremonia de boda, pero se equivocaba. 


- ¿Qué significa esto? -Las regañó Xiumin- ¿Acaso quieren ser castigadas?


- ¡No por favor! -Ambas se arrodillaron.


- Fue una orden directa del rey, él nos pidió que lo trajéramos -Casi chilló una de ellas, buscando salvarse del castigo. 


- Está bien, Xiumin-ge -Tao se sentía demasiado agotado como para reñir- Sólo ayudame a ponerlo. 


 


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Se sentía sucio, humillado, cansado, adolorido y sin ánimos; a pesar de su vestimenta impecable y las hermosas joyas que adornaban el elaborado trenzado de su cabello, no podía más que sentirse ridículo. 


- Buen día, su alteza.


- Buen día, su alteza.


- Buen día, su alteza.


Cada paso que daba todas las personas que le veían le saludaban con una reverencia. Cosa que no extrañaba en absoluto a ninguno de los dos (Tao y Xiumin). Para toda la nación de Corea la llegada del príncipe Zitao era motivo de alegría, ya que con él no sólo venía la compañía, que ante ojos de todos, su monarca necesitaba; sino también la parte de las riquezas que habían viajado consigo desde China y la posibilidad latente de un heredero que asegurara la dinastía de su rey.


- Buenos días, su alteza -Le recibió Yifan una vez que estuvo en el lugar destinado para pasar su desayuno. Donde ya tenía tiempo esperándolos. 


Tao desvió la mirada, no podía ver a Yifan a los ojos sabiendo ambos lo que había pasado la noche anterior. 


- Buen día, general -susurró Tao, tomando asiento. 


- ¿Cómo estás? -Yifan acercó sus dedos para rozar su muñeca pero Tao se apartó. Ese mismo sitio tenía los dedos de Sehun marcados. 


- Estoy bien -respondió seco. 


Tomó asiento en la mesa. La vista desde ese lugar era simplemente magnífica, frente a él un pequeño estanque resplandecía, en sus aguas danzaban algunos peces de vibrantes colores y alrededor del estanque diversas flores y plantas terminaban por embellecer el paisaje. Sin embargo, Tao no lo podía disfrutar. El desayuno en la mesa se veía delicioso pero él no tenía apetito. Incomodidad, molestia y melancolía era lo único que inundaba su cabeza. Quería salir huyendo, pero no podía.  Quería aunque fuera una pizca de su vida anterior, pero era imposible.


- ¿Hay algo malo con su desayuno, alteza? -Le preguntó Xiumin permitiéndose el sentarse a su lado, aprovechando que no había nadie cerca más que Yifan. 


- No es nada -Tao removió un poco la comida- Es solo que no tengo apetito...


- Si me permiten, creo que yo traje algo de la cocina que te podría mejorar el ánimo -Le dijo el general sacando de un bolso en sus cintura una fruta redonda y rosada: melocotones; los favoritos de Zitao. 


Los ojos del noble resplandecieron unos segundos al ver la fruta y una leve sonrisa se curvó el las esquinas de sus labios cuando Xiumin tomó la fruta de las manos de Yifan y se la entregó. 


- Gracias Yifan-ge -Tomó la fruta con leve entusiasmo y la mordió, disfrutando de su acidez y dulzura, pero más aún de los recuerdos que traían consigo esos sabores. Plasmando en su mente la imagen de él en los hombros de su hermano tratando de alcanzar las frutas de un árbol del palacio, mientras Yifan los perseguía con un canasto y Xiumin pelaba alguna de la fruta unos pasos apartado. 


Ese fue el único desayuno que tomó, por suerte Yifan se había armado con bastantes melocotones como para saciar su apetito. Justo estaba por proponer dar una caminata, cuando los interrumpieron. 


- Que bueno encontrarlo al fin, alteza -Un hombre bajito se acercó a ellos a través de uno de los puentes que llegaban a la estancia. Su apariencia solemne y seria- Me presento, soy el oficial Do Kyungsoo y el antiguo príncipe consorte me envía para ser su maestro en etiqueta de la corte -Se presentó el hombre. 


Tao correspondió su saludo, notando por primera vez los libros y pergaminos en las manos del hombre. 


- Señor Do -le habló Yifan- El príncipe ya ha estudiado protocolo y etiqueta, no creo que sea necesario. 


 - Si me permite, considero que nuestros protocolos son bastante diferentes y el príncipe es un tanto… -Carraspeó buscando una palabra adecuada- se toma muchas libertades con la etiqueta -Corrigió, colocando los libros sobre la mesa- Además que sería bueno corregir su acento al hablar. Él ahora es el príncipe consorte de Corea y debería comportarse a la altura de tal título. 


Tao suspiró y con molestia Yifan vió como la sonrisa que le habían logrado sacar, desaparecía. No había nada que a Tao le disgustara tanto como estudiar. 


Y así fue como pasaron las siguientes horas, entre lecturas interminables y regaños de parte de Kyungsoo.


- Repítalo nuevamente -Exigía el maestro con dureza. 


Mientras tanto, un poco apartados Xiumin y Yifan observaban la escena. 


- Un descanso le vendría bien a su alteza –Susurró el mayor contra oído del general. Al notar que después de varios intentos por dominar la pronunciación de un poema en particular, Tao seguía fallando. No se podía concentrar y eso era obvio. 


El oficial asintió, Xiumin tenía toda la razón.


- Suficiente por hoy -dijo Yifan lo suficientemente alto para interrumpirlos y tomó a Tao por los hombros- El príncipe tiene un asunto muy importante que atender. 


Y lo sacó de ahí con premura, Xiumin encargándose de que Kyungsoo no los siguiera. 


Al lado de Yifan, Tao lo seguía sin entender muy bien qué estaba pasando, hasta que estuvieron muy lejos de Kyungsoo, en uno de los enormes jardines del palacio, donde al parecer no había nadie rondando y por fin lo dejó ir. 


- ¿Qué hacemos aquí Gege? -Preguntó Tao, deduciendo por el estado de la maleza que probablemente esa era un área desocupada del palacio. 


- Ayer descubrí este lugar y no hay mejor sitio para ver el atardecer -Se excusó el oficial. Aunque la verdad era que quería que el chico tuviera un poco de tiempo a solas para desahogarse- Además, creo que necesitas un momento para pensar. 


El menor asintió y aceptó la mano que le ofrecía el soldado para subir al techo de uno de los edificios más bajos. Yifan tenía razón, la vista era hermosa. 


Ambos se sentaron sobre las tejas, uno junto al otro y Yifan entrelazo sus dedos, acariciando con su pulgar una de las marcas causadas con la violencia del rey, sin decir nada. Y así se quedaron, sólo contemplando el cielo, sin moverse. 


Para cuando el sol empezó a teñir el cielo de rojo Tao terminó llorando en su hombro sin reparos, sacándo todas las emociones contenidas en su pecho y Yifan esperó a que su llanto apaciguara en silencio, pero sin soltar su mano en ningún momento. 


 


-----


 


Las semanas pasaban tranquilas y pronto llegó el cambio de estación. Hoy era uno de esos días en los que Sehun disfrutaba de una partida de Janggi, tranquilamente acompañado por Luhan y del sonido de las aves a su alrededor. 


- ¿Estabas muy ocupado? -Le preguntó Sehun mientras era su turno.


- No mucho, majestad -Respondió Luhan sonriente- Sólo tengo algunas cartas pendientes por entregar. 


- Espero que eso signifique que estás libre para esta noche -susurró el monarca un tanto juguetón. 


Luhan se sonrojó y amplió su sonrisa. 


- Ahí estaré, majestad -afirmó. 


Miradas furtivas y roces discretos siguieron siendo intercambiados por cada uno entre una jugada y otra. Nada podía perturbarlos pues Sehun había ordenado que nadie los interrumpiera. 


Para su mala suerte había una sóla persona que podía pasar por alto esa orden y era justamente quien había decidido ir a buscarlo en ese momento: Cho Kyuhyun, príncipe consorte del antiguo emperador y su madre, la persona con mayor poder y estatus después de él mismo. 


- Ya veo que los hábitos no cambian -le habló el recién llegado, sacándolo completamente de concentración- Su majestad, debería pedirle que deje de perder el tiempo en estas cosas, pero claro, esa es una conversación que ya hemos tenido muchas veces -Miró a su acompañante y, fingiendo desconocerlo, preguntó- ¿Quién eres tú?


Luhan se tensó y mostró sus respetos hacia el antiguo príncipe consorte.


- Soy Luhan, mensajero del emperador Zhoumi, alteza. 


- Déjanos solos, Luhan -Ordenó Kyuhyun- Tengo algunas cosas que conversar con su majestad. 


- Sí, alteza -el chino no pudo más que obedecer y salir de ahí lo más rápido posible.


Kyuhyun lo miró marcharse con escrutinio. El chico tenía una buena figura, excelentes modales y un rostro hermoso, entendía muy bien porqué había captado la atención de su hijo, aunque era una lástima que su linaje fuera tan pobre. 


- ¿Qué haces jugando con el mensajero de China? ¿No debería haber vuelto ya con su rey? 


Sehun en cambio suspiró, dejando su ficha a un lado. 


- Luhan y yo aún tenemos que arreglar detalles sobre el tratado comercial, así que estará aquí por un largo tiempo -puntualizó- ¿A qué debo su visita, madre?


Kyuhyun sabía que la verdadera razón de la estancia del mensajero en su palacio no era precisamente la política, pero había un asunto más urgente que tratar con su hijo en este momento, aunque en gran medida también se relacionaba con el amorío del rey. 


- Ha llegado a mí el rumor de que no has vuelto a visitar los aposentos del príncipe consorte desde su noche de bodas y creí conveniente venir a presentarte mi preocupación sobre el asunto. 


Sehun rodó los ojos, lo sabía. No había nada que escapara de la red de espías de su madre. 


- No tengo planes de volver a visitar a mis esposo -Soltó con molestia, analizando el tablero para retomar su partida. 


- Te ruego que reflexiones al respecto. Sería bueno que mostraras más interés por tu esposo o que te consigas una concubina. Cualquier cosa con tal de que tengas un heredero pronto. 


- No me interesa tener una concubina ni nadie más y en todo caso sólo aceptaría a  la persona que se ha marchado unos minutos atrás -le respondió con descaro, sabiendo que eso molestaría al otro. 


Ahora fue turno de Kyuhyun de suspirar. 


- Puedes tener a quien tú desees, excepto al mensajero Luhan -le recordó su madre. 


- Lo sé -respondió Sehun con fastidio, tratando de frenar esa conversación sin conseguirlo. Kyuhyun no se detendría hasta estar seguro de que su hijo entendía la magnitud de lo que estaba en juego. 


- Al desposarlo correrías el riesgo de ofender al emperador Zhoumi -Continuó Kyuhyun- Quien generosamente te ha dado a su querido hermano en matrimonio a cambio de muy favorables tratos comerciales y eso es algo que no te puedes arriesgar a perder.  


- ¡Lo sé! -Sehun azotó sus manos contra la mesa y poniéndose de pié molesto, pero su progenitor no se inmutó, ya estaba acostumbrado a lidiar con su mal humor.


- Necesitas un heredero y Huang Zitao te lo debe dar. 


- ¡Lo sé! ¡Lo sé! ¡No necesitas repetirlo! -Sehun volvió a su lugar, dejándose caer sobre su asiento- Iré a ver a Tao hoy mismo, si tanto lo deseas ¿Feliz?


- No lo estaré hasta tener un nieto en este mundo, pero es un comienzo -Kyuhyun se puso de pie, al fin satisfecho- Por cierto, deberías ser un poco menos agresivo con él, no lo hagas llorar otra vez, el estrés puede hacer que tarden más en concebir. Vendré a verte mañana -le dió una reverencia y se marchó.  


 


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Tao se encontraba junto a Kyungsoo en su ya acostumbrada sesión de estudio, concentrado en hacer los trazos con el pincel de la manera adecuada. El día de hoy estaban repasando caligrafía y debía admitir que eso era algo que sí disfrutaba hacer. Además de que la compañía de Kyungsoo, con el tiempo se había vuelto más llevadera. Ahora hasta podía decir que se llevaba bien con su maestro. 


Aunado a eso, con ésta semana, ya cumplía dos meses enteros sin cruzarse con el emperador o alguien de la corte, con excepción de su suegro, que en contadas ocasiones había ido a visitarlo, pero de manera muy breve, únicamente llevando algunos dulces y preguntando por su estado. En general, mostrando sólo amabilidad hacia él. 


Y aunque seguía sintiéndose como un pez fuera del agua, al menos ahora se sentía un poco mejor con respecto a su nuevo entorno. Entendía mejor el idioma, conocía mejor el palacio y disfrutaba más de la extraña comida. Incluso había encontrado tiempo de escapar de vez en cuando al campo de entrenamiento con Yifan y se había dado la licencia de no usar el hanbok a menos de que se tratara de un evento oficial. 


- Estás mejorando -Observó Kyungsoo haciendo una mueca de satisfacción al ver sus trazos- Aunque aún falta mucha práctica. 


- Alteza -Luhan dio una reverencia- Tengo una carta para usted. Es del emperador. 


De inmediato Tao se puso de pie y corrió a su encuentro. 


- ¿De mi hermano? -Tomó el rollo de papel en sus manos, constatando que, efectivamente, estaba estampado con el sello real. Se apresuró a abrirlo. 


Para mi amado Taozi: 


Escuché que los problemas lograron alcanzarlos en su camino, pero que luchaste con una valentía formidable y lograron vencer a su atacante sin problemas, y aunque me llena de orgullo escuchar tus grandes hazañas, no puedo evitar sentirme preocupado por tí. Por favor, evita meterte en situaciones peligrosas de nuevo, no creo que mi viejo corazón pueda aguantar tanta angustia. Por suerte ahora has llegado con bien y el tratado está completo al fin. ¿Cómo te ha ido en Corea? ¿Tu esposo te trata bien? ¿Has logrado acostumbrarte al palacio? Yo por mi parte no he podido acostumbrarme a tu ausencia y solo espero que el tiempo logre remediarlo. Los días se hacen eternos en el palacio sin tus bromas, sin tus risas, todo se ha vuelto demasiado silencioso. Deseo haber tomado la decisión correcta apartándote de mi lado y que encuentres la felicidad junto al Rey Sehun, tu nueva familia. 


Siempre pensando en tí, Mimi-ge.


Tao se quedó contemplando la carta en silencio por varios minutos con una sonrisa melancólica en el rostro. 


- Alteza ¿Quiere mandar una respuesta? -Interrogó Luhan al noble. 


Tao negó. La verdad es que no sabría qué poner en el papel. No podía mentirle a su hermano y decir que todo estaba bien. Pero tampoco podía decirle lo mal que lo estaba pasando. 


- Yo creo que debería intentarlo, aunque sea algo breve. Sólo por el emperador Zhoumi -Le incitó Xiumin y Kyungsoo le acercó un pergamino limpio junto con el pincel. 


- Sería lo más adecuado, alteza -contribuyó el maestro en su persuación. 


Con duda, Zitao tomó el objeto y meditó largos minutos antes de escribir. 


Para Mimi-ge:


También pienso en tí y nuestro hogar todo el tiempo, no te preocupes más por mí gege, seré fuerte y cumpliré mi deber. 


Tao. 


Terminó de escribir y colocó su sello con tinta roja sobre el papel. El mensaje era breve pero sincero. Aquello no sólo era una promesa para su hermano, también lo era para sí mismo. 


Entregó el papel a Luhan, para que este se encargara. 


- Tengo curiosidad, alteza -Dijo el mensajero mientras guardaba el rollo de papel- ¿Cómo va su relación con el rey?


La pregunta no extrañó a Tao, después de todo Luhan era el encargado de llevarle noticias a su hermano. 


- Es un desastre -Soltó Tao de inmediato- Por suerte no he tenido que verlo en mucho tiempo. Pero no le menciones nada de eso a mi hermano. 


- No lo haré -prometió Luhan- Aunque lamento mucho oír eso. 


Ese comentario por parte del príncipe sin duda eliminaba una gran carga en la conciencia del mensajero. Si no había sentimientos involucrados entre el príncipe Tao y el rey Sehun, entonces no estaba haciendo nada malo ¿Verdad?


 


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Esa noche Sehun salió de su salón personal y se encaminó con un par de sirvientes hacia la residencia de su esposo. En su mente repasando todo lo dicho por su madre esa tarde. Y aunque odiara admitirlo en algo no se equivocaba, cada día que pasaba sin un heredero era un riesgo a su legado, debía tener un heredero lo antes posible y éste debía provenir de Zitao.  Sólo así la alianza con China sería permanente. 


Cuando llegó a su destino, le sorprendió encontrar las luces totalmente encendidas y escuchar risas en su interior. 


No se molestó en tocar o anunciar su presencia, símplemente entró. 


Dentro estaba su esposo, vestido apenas con ropas ligeras, evidentemente listo para dormir, sentado sobre su cama. A su lado, de pié, estaba el sirviente que siempre lo acompañaba a todos lados sonriendo y a unos pasos el guardia que los había custodiado desde China, el general Wu. El culpable de las risas, pues acaba de rememorar una de sus anécdotas en el palacio. 


- ¿Qué hace usted en los cuartos privados de mi esposo? -Exigió saber Sehun, haciendo que todos voltearan en su dirección. 


El sirviente de inmediato se arrodilló y Tao agachó la mirada. Pero Yifan no se amedrentó. 


- El príncipe ha tenido problemas para conciliar el sueño -Explicó con simpleza- Solo tratábamos de ayudarlo. Su majestad el emperador Zhoumi siempre le contaba historias hasta que consiguiera dormir. 


- Este no es el reino del emperador Zhoumi y Zitao es mi esposo ahora, así que no tiene porqué inmiscuirse en asuntos sobre MI esposo -Enfatizó en su posesión, pero en lugar de mostrar arrepentimiento Wu sólo sonrió. 


- Lo lamento, majestad. Pero mi deber como guardia real del príncipe es cuidar de su bienestar en todos los sentidos. Lamentablemente eso también incluye sus hábitos del sueño si a la larga pueden llegar a afectar su salud -Inclinó su cabeza a modo de disculpa- No dejaré de cumplir con mi deber, majestad. 


Aquel desafío no hizo más que enojar al menor. 


- Fuera –Fue su única palabra dirigida directamente al soldado.


Yifan no se movió ni un solo centímetro dispuesto a enfrentar un castigo si era necesario. Pero temiendo que la ira del emperador tomara represarías en contra de su guardián, fue Tao quien habló.


- Yifan-ge haz como dijo, vete –La mirada de Tao estaba en el suelo pero Yifan podía ver claramente que el ahora consorte estaba conteniendo sus ganas de llorar.


- No –dijo firme.


- ¡¿Qué dijiste?! –La voz de Sehun sonaba cada vez más molesta, si eso era posible.


- Por favor, Yifan, vete –imploró Tao desde su lugar.


Xiumin decidió intervenir poniéndose de pie, sin levantar la mirada en ningún momento. Y corrió a tomar al soldado del brazo. 


- Vámonos general, el rey lo ha ordenado -le enfatizó con urgencia y casi lo arrastró fuera de la habitación. 


 Una bofetada fue lo primero que recibió Tao en cuanto los dos hombres se marcharon. 


- Debes educar mejor a tu servidumbre -lo regañó el monarca. 


Tao se mordió el labio para no responder. 


- Desvístete, no tengo mucho tiempo. 


- Pero… -Tao lo miró con miedo.


- Vas a hacer lo que te digo o tengo que hacerlo yo -lo cortó Sehun antes de que pudiera poner algún pero. 


El príncipe obedeció, retirando con manos temblorosas las pocas capas que lo cubrían. Mientras tanto, Sehun caminó hacia la cama y se colocó en el borde de ésta, observando escrupulosamente cómo lo hacía. 


- Abre tus piernas –Ordenó el rey aferrando entre sus dedos el tobillo de Tao cuando este ya estaba desnudo sobre las mantas.


- Dijiste que no querías volver a tocarme, por favor -Tao hizo un último intento de súplica. 


- Ábrelas, dije –Sus dedos se enterraron con firmeza en la piel haciendo soltar a Tao un alarido de dolor.


Y, temblando aún, tanto de miedo como de dolor, Tao poco a poco fue separando sus piernas, dejando al menor con total acceso. 


Sehun se tomó unos segundos para contemplarlo. Su cuerpo alto, delgado y atlético, perfectamente contorneado. Piernas largas, piel tersa y ligeramente coloreada por el sol. 


No tenía nada parecido con el cuerpo más pequeño, delgado y experimentado de Luhan. Tao era más fuerte, más sensible y a la vez mucho más inocente. Eran polos completamente opuestos. 


Se posicionó entre sus piernas, acariciando cada centímetro de ellas, recorriendo los músculos de su abdomen y finalmente acariciando su miembro. Sin embargo, esta vez había algo sutilmente diferente en su tacto con respecto a su noche de bodas, más cuidado, menos rudeza. 


Tao se tensó bajo él y aferró las sábanas con sus manos, desprevenido y evidentemente contrariado por el placer que despertaba aquel toque. Sehun sonrió de lado, al escuchar como soltaba el primer gemido contenido y ver cómo su cuerpo luchaba por no ceder ante él. 


Deleitado por aquella resistencia, Sehun se inclinó sobre el otro y besó sus labios con rudeza, obligándolo a abrirlos para escuchar al fin sus gemidos. Y finalmente cuando ya no pudo resistir más su propia excitación, lo penetró con un sólo movimiento. Disfrutando cada centímetro de la estrecha cavidad y arrancándo un nuevo gemido, esta vez de dolor, por parte de Tao. 


Sin esperar mucho a que el otro de acostumbrara, comenzó a moverse con una cadencia lenta, pero con estocadas fuertes. Besando y saboreando a su vez cada fracción de piel expuesta, desde la unión entre su cuello y su mandíbula, hasta la piel sensible de su pecho, sin dejar en ningún momento de acariciar el miembro de Tao. Aumentando la cadencia de sus embestidas hasta que logró derramarse dentro del cuerpo del mayor. Continuando con el movimiento de sus dedos hasta que consiguió que su esposo terminara en su mano. 


Sonrió con cierta malicia, limpiando sus dedos en una de las ropas de Tao y le depositó un beso en la frente. 


- No eres tan feo, después de todo -le dijo con sorna acomodándose su ropa, mientras Tao se hacía un ovillo dándole la espalda entre las mantas y lloraba de frustración- Vendré a verte con más frecuencia. 


Más tarde esa noche, mientras tomaba a Luhan escondidos ambos en una de las bibliotecas del palacio, fueron otros gritos los que se le vinieron a la mente junto con el recuerdo de otra piel. 


 


[ . . . ]

Notas finales:

En este capítulo exploramos un poco más sobre la vida del palacio y otro personaje hace su aparición: la “mamá” de Sehun ( ; n w n) jajaja. por mucho tiempo me debatí sobre a quién poner en ese rol pero al final el evil maknae de Suju fue quién ganó la competición jeje. 

Espero que les haya parecido interesante y si hay algo que les gustaría comentar, sientanse libres de hacerlo. Muchas gracias por leer!! 

Matta nee~!!


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