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Una nueva vida por JennVilla

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Las vacaciones de fin de año resultaron ser las mejores, hasta la fecha, para Harry.

Un día después de Navidad, los Potter habían viajado a una playa muggle junto a los abuelos. Dorea y Charlus habían disfrutado como niños, pero desafortunadamente, Michael y Clarisse habían contraído un peligroso virus al final del viaje, debido a los mosquitos.

A pesar de todo lo malo, Harry disfrutó enormemente de todo ese tiempo. Lo mejor de todo es que había crecido y ahora podía usar la chaqueta de cuero que Sirius le había obsequiado. Antes de eso, su minúscula espalda y cortos brazos hacían que la chaqueta le quedara enorme, y aunque hubiese podido arreglarlo con hechizos, Harry había concluido que era mejor esperar a crecer. Se moría de ganas por mostrársela a Draco.

Ahora estaba solo en la plataforma 9 y ¾, pues James estaba de misión con Sirius y Lily estaba en casa de sus padres, para cuidarlos lo mejor posible. Remus ya estaba en Hogwarts y Regulus no había podido acompañarlo. Así que Harry tomó la responsabilidad de hacer sus maletas, preparar su desayuno e ir en un taxi a la estación.

Después de observar todo a su alrededor por un momento, Harry pudo divisar a la familia Malfoy no muy lejos de allí. Harry arrastró sus maletas y esquivó todas las personas allí para llegar a su destino. Narcissa fue la primera en verle; ella sonrió cálidamente en su dirección y Draco, quien estaba frente a ella, dio media vuelta.

Harry sonrió ampliamente a Draco, siendo correspondido. Pero antes de que Harry pudiera decir o hacer algo más -o reparar en unos pequeños girasoles que salían de los puños de la camisa de Draco-, el gesto de Draco cambió por completo. El rubio borró su sonrisa y se sonrojó un poco, luego le dio la espalda a Harry.

— ¡Harry, querido! ¡Pero mira qué grande estás! —dijo Narcissa adelantándose un poco para abrazar a Harry— ¿Cómo estás?

—Estoy muy bien, señora Malfoy.

— ¿Dónde están tus padres? —preguntó Lucius después de darle un breve apretón en el hombro. Draco seguía sin mirarle.

—No han podido venir. Mamá sigue con los abuelos y papá sigue en misión.

—Oh, espero que tus abuelos se recuperen pronto, Harry —dijo Narcissa, observando a su hijo quien no saludaba a Harry—. Draco, saluda a Harry. ¿Qué te pasa?

Por fin Draco enfrentó a Harry para sólo darle un apretón en el hombro, como había hecho Lucius.

—Hola, Harry. Estaré en el tren buscando un compartimiento para nosotros, nos vemos allí. —dicho esto, se fue de allí sin despedirse. Narcissa estaba estupefacta.

— ¿No te vas a despedir de tus padres, mocoso ingrato? —dijo Lucius en voz alta.

— ¡No le llames así, Lucius!

Draco se giró un poco y ondeó la mano. Luego echó a andar rápidamente hacia el tren.

— ¿Draco está enojado conmigo? —preguntó Harry en voz baja, viendo con confusión la lejana figura de Draco.

—Eso mismo me pregunto yo —dijo Lucius—. Nuestro saludo ha sido más emocionante que el de ustedes. Y eso que tú y yo no somos-

—Oh Lucius, cállate —interrumpió Narcissa poniendo los ojos en blanco ante la sonrisa descarada de su esposo—. No te preocupes por él, Harry. Ya viste que le ha costado lo suyo despedirse de nosotros. Hoy ha estado de lo más exasperante con su actitud. No entiendo-

— ¿Qué no entiendes, Cissa? —dijo Lucius— Es obvio que ya se cree mayor y piensa que es un hombre libre, hecho y derecho y que puede copiar pobremente mi actitud…

— ¡Lucius!

—Y que ya no puede despedirse de sus viejos padres porque resultaría una vergüenza para su imagen. Pero, ¡oh, sorpresa! Tampoco quiere saber nada del amor de su infancia... —Harry se sonrojó furiosamente y Narcissa empezó a golpear infructuosamente el pecho de Lucius. El hombre no se inmutó—. Así que se cree alguien muy grande y ya no quiere saber de nadie más. Eso, querida mía, es lo que pasa.

Harry sonrió muy a su pesar, pero la sonrisa no alcanzó por completo a sus ojos y Narcissa lo notó.

—No te preocupes por eso, Harry. Más bien-

— ¡Fratellino! —gritó una voz.

Harry reconoció la voz enseguida y su buen humor se restableció por completo.

— ¡Blaise! —saludó emocionado.

—Y ahora es cuando Harry nos abandona por Blaise Zabini. —se lamentó Lucius. Narcissa rio.

—Es hora entonces de que nosotros nos vayamos.

Harry saltaba en su lugar por la prisa de correr hacia Blaise.

—Corre entonces —dijo Lucius riendo y palmeándole la espalda—. Quédate con Blaise y no le hables a Draco para que aprenda la lección.

—Ay, Lucius. —Narcissa le miró con exasperación— ¡Pareciera que no fuera tu hijo!

—Pues dímelo tú. ¿Es mi hijo o no? —bromeó él sin adivinar la reacción de su esposa.

—Harry es mejor que te vayas antes de que presencies un asesinato. —dijo Narcissa en voz baja. Harry rio y se despidió a gritos para correr hacia donde venía Blaise. Cuando ambos chicos se encontraron, se abrazaron fuertemente y Harry tuvo que estirarse un poco debido a la altura de Blaise.

— ¿Cómo estás, hermanito? —preguntó Blaise— ¡Te ves muy bien! ¿Te has bronceado o es que ahora estoy viendo más oscuro?

—Estuve en la playa, Blaise. No te llegó mi lechuza, por lo que veo.

—Ya sabes que Hedwig es una chica perezosa.

Hedwig ululó desde su jaula con indignación.

—Tienes que contarme todo lo que pasó en Italia. —dijo Harry empezando a caminar junto a Blaise.

—Ya te lo he dicho en las anteriores cartas, pero no me importará decírtelo de nuevo si me cuentas con lujo de detalles todo lo de la noche de navidad. ¿Es cierto que el señor Lucius es un lobo? ¿Tom coqueteó con el señor Lupin y el señor Black? ¡Oh, Harry! He visto a una chica muy preciosa en Ravenclaw. No entiendo cómo no la había visto antes, pues por lo que sé, entró a segundo año. Es rubia y tiene unos ojos azules enormes y...

Harry sonrió mientras escuchaba a Blaise hablar sin parar. Aunque el comportamiento de Draco había dejado una molestia en su estómago, no podía dejar de alegrarse por tener a su hermanito de vuelta.


La cena estaba deliciosa.

Luego del discurso anual de Dumbledore, Harry pudo servirse de la tarta de melaza que tanto había extrañado, mientras conversaba con sus amigos.

Pansy se había recortado el cabello a la altura de los hombros y Theo había crecido mucho y adelgazado otro tanto. Blaise volvió a contar todas sus aventuras en Italia mientras Greg y Vincent comían todo lo que sus bocas permitían. Draco seguía en ese extraño silencio en el que se había sumido en el tren; había sido un poco pedante con Pansy, y Blaise estaba furioso con él ya que su actitud era muy fastidiosa.

Ahora, Blaise estaba sentado entre Harry y Draco. A pesar de todo, Draco seguía tan cerca de Harry como siempre había hecho, pero después del incómodo viaje, Blaise no había permitido que se sentara junto a Harry.

—Si sigues así, entonces ve a buscarte a otro que te aguante, Draco. —había dicho el italiano, sacando a relucir el momento en que Harry había querido abrazarlo nuevamente en el compartimiento y Draco le había rechazado. Pansy no quería hablar con Draco y hasta Vincent y Greg estaban renuentes a hacerlo.

Harry quería una explicación. Draco y él habían compartido una Navidad inolvidable y se habían despedido en buenos términos así que no entendía qué le pasaba a su amigo.

La cena terminó y los estudiantes se aprestaron a dirigirse a sus dormitorios. Draco se puso de pie, y en silencio esperó a que Harry terminara. Por lo menos no parecía tan grave el asunto, se consoló Harry.

Cuando iban llegando a las puertas del Gran Comedor, Ginny llegó a ellos con una amplia sonrisa.

— ¡Hola, chicos! —saludó, acomodándose el largo cabello rojo.

—Hola, Ginny. —saludó Harry casi saltando en su sitio cuando la chica se adelantó y le besó en la mejilla. Harry no pudo dejar de notar que Draco frunció el ceño.

—Hola, pelirroja —saludó Blaise con la misma sonrisa que utilizaba para conquistar a cualquiera—. ¿No me saludarás a mí también?

Ginny se sonrojó y besó rápidamente la mejilla de Blaise. Pansy se burló.

—No te dejes engañar por Blaise, Ginny. Es un rompecorazones.

— ¡Hey! ¿Por qué dices eso de tu novio? —preguntó Blaise ofendido. Pansy le miró sorprendida y no respondió a eso.

—He traído unas pociones conmigo para el cabello —dijo más bien la Slytherin—. Son de Francia, ¿cuándo irás a las mazmorras para mostrártelas, Ginny? Tengo una rizadora muy buena para cualquier tipo de cabello y color.

—Oh, iré pronto. Ya quiero probarla —dijo Ginny con emoción—. Harry, ¿puedes ir un momento a la torre Gryffindor? Mamá te ha mandado unos regalos conmigo, así que quizás quisieras ir de una vez. —terminó en voz baja y mirándole con adoración.

Draco bufó en su sitio y retomó su camino dejando atrás a los demás. Pansy puso los ojos en blanco.

—Estoy un poco cansado ahora, Gin —dijo Harry—. ¿Quizás luego?

—Oh, no importa si no es hoy. Pero es mejor que sea en esta misma semana, antes de que los gemelos logren entrar a los cuartos de las chicas —dijo Ginny sonriendo—. ¡Nos vemos luego entonces!

— ¡No te olvides de llevar tus ediciones de Corazón de Bruja! —gritó Pansy como despedida.

Ginny asintió mientras se despedía con la mano una última vez. Ya no había rastro de Draco por allí.

—Por lo que veo, Hermione y Ron van muy bien. —comentó Blaise cuando comenzaron a andar nuevamente.

Harry giró un poco para ver a Ron esperando al final de la mesa de Ravenclaw, a que Hermione terminara de hablar con una prefecta. Sonrió y trató de ignorar la pesadez en su pecho.


—Oye Draco, ¿qué te pasa hoy? —ni bien habían entrado a la Sala, Pansy se acercó a Draco quien estaba en uno de los sillones altos. Por suerte no había muchos estudiantes allí.

—No me pasa nada. —dijo él con desinterés.

—No te lo crees ni tú —dijo la pelinegra—. Que sepas que hasta que no te normalices, no te hablaremos —Draco fijó su mirada en Harry—. Mucho menos Harry. —añadió Pansy.

Draco se puso de pie y pasó a un lado de ellos sin decir nada. Pansy no daba crédito a lo que pasaba.

— ¿Qué le pasa? Me estoy pensando seriamente si darle los regalos que traje.

—No te preocupes —dijo Blaise—. Ya hablaremos con él.

Blaise y Harry se despidieron y siguieron el camino a su habitación. Ya allí, vieron con sorpresa a Draco en pijama y preparando su cama.

— ¿Tan rápido vas a dormir? —preguntó Harry.

—Sí, estoy muy cansado. Mañana tengo Aritmancia a primera hora.

— ¿Aritmancia? —Harry frunció el ceño— Creí que íbamos a tomar Adivinación juntos.

Draco alzó una ceja y se cruzó de brazos.

— ¿De qué te va a servir Adivinación para ser Auror, Harry? Fuiste un tonto al escogerla.

—Pero-

—No tienes necesidad de hablarle así a Harry, Malfoy —siseó Blaise con enojo—. Él creyó que ustedes dos iban a estar juntos en todas las materias. Hubiera sido un detalle de tu parte haberle dicho que ibas a escoger Aritmancia.

—Pues se me olvidó —Draco se encogió de hombros—. No creí que Harry escogiera Adivinación.

—Oh, vete a la mierda.

—Mucho cuidado, Zabini.

— ¡Ya basta los dos! —dijo Harry— Mejor vámonos a dormir; no hay necesidad de discutir por tonterías.

—Si quieres, puedo dejar Runas Antiguas para estar contigo en Adivinación —ofreció Blaise un momento después, cuando los tres estaban en sus respectivas camas—. El profesor Snape me dejará hacerlo.

—No te preocupes, Blaise —Harry le tranquilizó—. Ron irá a Adivinación también, así que estaré con él. Además, de no ser así, puedo ir solo, ¿no crees?

—Está bien —accedió Blaise acostándose—. La oferta seguirá en pie hasta... mañana en la mañana, antes de que yo vea la primera clase. —dijo con una sonrisa. Harry sonrió también y negó suavemente con la cabeza.

Draco ya estaba bajo las mantas y las estrujaba distraídamente. Harry le contempló y decidió intentar una vez más, sentándose en la cama de Draco.

— ¿Estás bien? —preguntó en voz baja.

—Sí, es sólo que anoche no dormí bien. Quiero descansar. —Draco le miró.

Harry asintió y se inclinó para despedirse, pero Draco apartó la cara.

—Harry, ya tenemos trece años —murmuró—. No podemos seguir despidiéndonos así.

— ¿Por qué? —Harry no entendía.

—Porque eso fue cuando éramos niños.

—Y es que-

—Harry —llamó Blaise, mirando a Draco con desdén—, no. No te humilles más con él.

—No te metas en lo que no te importa, Blaise. —dijo Draco.

—Resulta que Harry es mi hermano y no permitiré que tú le agobies más con tu actitud de mierda.

Harry suspiró con cansancio y se puso de pie.

—Siento haberte molestado —le dijo a Draco—. Si hice algo mal, agradecería que me lo dijeras claramente, no con excusas absurdas. —luego se dio la vuelta y se lanzó a su cama para enseguida cerrar las cortinas.

Quería mucho a Draco, pero no seguiría mendigando nada de parte de él. Era un nuevo año y tenía que empezar con pie derecho.


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