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Una nueva vida por JennVilla

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"Hola mamá y papá. Como prometí, estoy escribiendo desde temprano en mi primer día en Hogwarts.

La ceremonia de Selección estuvo muy bien, y espero no decepcionar a papá con esto, pero... soy un Slytherin ahora. En realidad, la charla que tuve con el Sombrero fue muy extraña, pero estoy contento pues en Slytherin ya tengo varios amigos. Draco insistió mucho en que compartiéramos habitación así que todo irá muy bien.

El profesor Ryddle y el profesor Snape son amables y la profesora McGonagall me elogió ante todos porque me ofrecí a compartir la habitación con Blaise Zabini. Draco y yo discutimos por las camas, pero todo se solucionó. Aunque hoy, Hedwig se ha peleado con Eros y Draco ahora mismo no me habla pues Hedwig es mucho más grande y lastimó un poco a Eros. En su defensa, puedo decir que Eros la estaba molestando, pues ambos llegaron por la ventana de la habitación a esperar por las cartas para llevar y Eros le picoteó en el pecho porque Hedwig llegó primero.

Hoy tenemos pociones a primera hora y supongo que tengo que compartir mesa con Blaise, pues Draco está molesto. Blaise es un buen amigo y se ha puesto de mi parte pues vio todo lo que pasó, así que ahora saldremos juntos a desayunar.

No tengo nada más para contar, así que saluden a Remus y Sirius de mi parte. No hagan caso a las quejas que pueda dar la señora Malfoy sobre mí, ya saben que Draco es un tonto.

Se me olvidaba escribir que anoche tuve un sueño muy extraño... Es como si algunos recuerdos vinieran a mi mente mientras dormía, algunos recuerdos de años atrás, al parecer, pues yo estaba más pequeño y mamá tenía el cabello más largo.

Adiós, los quiero.

PD: Mamá, quisiera más pastelitos para mañana, para que Draco vea que no compartiré con él.

Harry P."

Soplando un poco la tinta, Harry volvió a leer su carta y la dobló para acomodarla en la pata extendida de Hedwig. Cuando ella ya iba a partir, Blaise se acercó a él corriendo.

—Harry, deja que Hedwig lleve mi carta también, por favor. Mi lechuza está todavía en el centro de Trasladores de Italia y mamá dice que tardarán unos días en dejarla partir para acá.

— ¿Y dónde vives tú? ¿Hedwig sabrá llegar?

— ¡Pues claro, Harry! Ellas siempre saben... y luego te diré donde vivo. Ya verás que Hedwig no tendrá problema en llevar la carta.

Harry se encogió de hombros y sostuvo a Hedwig para que Blaise le anudara su carta en la pata, luego la lechuza partió y se perdió en el cielo nublado.

La puerta del baño se abrió y Draco salió de allí con el uniforme puesto y debidamente organizado. Su pelo lleno de gomina estaba peinado hacia atrás.

—Draco, ya es tarde. Debemos apurarnos para ir a desayunar. —dijo Blaise, como si nada hubiera pasado.

Draco levantó el mentón y asintió. Se acercó a su cama y alcanzó su maletín negro para luego dirigirse a la entrada sin mirar a nadie. Harry puso los ojos en blanco y buscó su propio maletín para salir. Blaise le siguió.

— ¿Seguirás enojado conmigo? —preguntó Harry, alcanzando a Draco en las escaleras que subían a la Sala Común de Slytherin.

Draco no respondió y Blaise bufó.

—Eres un tonto, Draco —dijo el moreno—. Eros fue quien lastimó a Hedwig, tú también lo viste.

—Harry debería disculparse. —dijo Draco.

—Pues no lo haré —terció Harry ofendido—. Tú debes disculparte conmigo y con Hedwig.

— ¡No!

— ¡Sí!

— ¡Hola, chicos! —saludó Pansy, sobresaltándolos con su voz alegre y alta— ¿Nos vamos?

—Claro, Pansy. —sonrió Blaise educadamente, haciendo sonrojar a la niña. Pero cualquier intento de acercamiento entre ellos, fue interrumpido por un enojado Harry, quien se interpuso y sujetó a Pansy por el brazo.

— ¿Qué te pasa, Harry? —preguntó Pansy, tratando de ir a su paso.

—Nada. Blaise, ven con nosotros.

— ¡No me pueden dejar solo! —exclamó Draco tras ellos, con los ojos muy abiertos.

—Tú te lo buscaste. —Blaise sonrió burlón.

Cuando los cuatro estuvieron fuera de las mazmorras, se encontraron con que Hermione y Ron les esperaban allí. Harry sonrió genuinamente y se sintió mejor.

—Hola, chicos —saludó Hermione—. Pensé que nunca subirían, ¡vamos! Se nos hace tarde. Debemos desayunar temprano para poder comer bien e ir a clases sin prisas.

Ron bostezó y Hermione sonrió.

—Tuve que ir a la torre Gryffindor a despertarlo. Bueno, en realidad no pude entrar. Tuve que decirle a un chico de quinto para que fuera a despertarlo por mí.

—Es muy injusto. —se quejó Ron.

Blaise carraspeó un poco y antes de que Harry hablara para presentarlo, Pansy se le adelantó.

—Hermione, Ron, él es un nuevo amigo. Llegó ayer muy tarde y fue seleccionado para Slytherin. Es Blaise Zabini. —Blaise se adelantó y Hermione tendió su mano, siendo besada en el dorso al igual que Pansy la noche anterior.

—Hola, soy Blaise. —saludó. Hermione tartamudeó algo y compartió una risita con Pansy mientras Ron y Blaise se estrechaban las manos al tiempo que se preguntaban cuál era su equipo favorito de Quidditch.

Rápidamente los cuatro se adelantaron e iniciaron una nueva charla sobre las primeras clases de ese día. Draco y Harry se quedaron atrás.

—Harry... —empezó Draco.

Harry no respondió y vio con envidia cómo Blaise, a pesar de cargar con su maletín, llevaba de cada brazo a Hermione y Pansy. Ron iba junto a la castaña riendo fuertemente.

—Harry.

— ¿Qué?

Draco pareció herido.

—No quiero pelear contigo. Yo sé que Eros fue muy malo con tu lechuza. Lo siento-

—Ajá.

—Harry, no seas así. ¡Te estoy pidiendo disculpas! —insistió Draco, poniéndole una mano en el hombro.

—Y ya te disculpé. —dijo Harry sin mirarle.

—Pero sigues enojado. —terció Draco.

—No.

—Que sí. Te conozco y estás enojado... Harry, te juro que no lo vuelvo a hacer. Y también que me disculparé con Hedwig y haré que Eros le pida disculpas también.

Harry rio.

— ¿Y cómo vas a hacer eso? ¿Cómo piden disculpas las lechuzas?

Draco pareció pensarlo seriamente. Harry dejó su enojo a un lado y se permitió sonreírle levemente, recibiendo a cambio una amplia y brillante sonrisa. Los dos chicos olvidaron todo y se abrazaron, pasando sus brazos por los hombros del contrario, mientras caminaban por el pasillo en dirección al Gran Comedor.

—Yo creo que Eros puede darle un beso con su pico. Eso puede solucionarlo. —argumentó Draco.

—No lo creo. —dijo Harry riendo.

—Yo creo que sí. Todo se soluciona con besos. Mamá y papá lo hacen.

—Mamá y papá también. —reflexionó Harry.

—Así que yo también puedo besarte para que me disculpes.

—Los besos son por la noche, cuando ya vayamos a dormir. Así hacen mis papás. —dijo Harry, esquivando en medio de risas los labios fruncidos de Draco.

—Papá besa mucho a mamá. Mucho más después de que ella se arreglara el cabello.

—Eso es porque lo tiene hechizado. Como mamá. —dijo Harry entrando detrás de sus amigos por las puertas del Gran Comedor. No se separó de Draco hasta que estuvieron sentados y devorando las deliciosas salchichas del desayuno.


Luego de una pesada clase de pociones (según Harry, pues Snape hizo muchas preguntas y criticó duramente su poción), Harry y Draco estaban juntos en un pupitre, esperando a que el profesor Ryddle terminara de hablar con un furioso Filch, quien decía que unos estudiantes de Gryffindor y Hufflepuff estuvieron correteando por el pasillo, haciendo que los retratos se agitaran y empezaran a armar escándalo.

—Argus, amigo mío... —dijo el profesor— Debes ir a informarle de esto a Minerva y a Pomona. Yo ni siquiera soy encargado de Slytherin.

—Se lo digo a usted, profesor, porque confío en que haga algo —gruñó el conserje—. Algo así como... bueno, usted se acuerda de esos castigos de antaño que se me permitía infringir. —a Filch le brillaron los ojos y Ryddle se estremeció visiblemente.

—No me hables de eso. En realidad, no sé cómo salí vivo de esa habitación —Ryddle rio—. Imagínate, yo, un niño de doce años en ese entonces, sufriendo tal castigo. Es inconcebible que ahora se haga eso con los estudiantes, además, tienes que tener en cuenta que tenemos a Albus como director —Filch quiso decir algo más, pero el profesor ondeó su mano despectivamente—. Sinceramente, Argus, ahora mismo estoy un poco ocupado. Cuando tengas alguna queja, y quieras decírmela, que sea sobre alguien de mi casa. Aunque te aconsejaría que fueras con Severus primero.

Y sin despedirse, Ryddle cerró la puerta en las narices de Filch y dio vuelta para sonreír a su clase.

—Perdonen la interrupción, chicos —el profesor caminó grácilmente hasta quedar al frente de la clase—. Ahora sí, vamos a empezar como se debe. Soy Tom Ryddle, su nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras. —hizo un movimiento con su varita y un extenso texto apareció en la pizarra.

«Pueden llamarme profesor Tom, o simplemente Tom. Aunque si me ven de mal humor, me pueden llamar Distinguido Profesor Ryddle. —él sonrió y toda la clase soltó risitas. Pansy, con Blaise a su lado, se cubrió la boca. El italiano hizo muecas en dirección a Harry y Draco.

«Albus, como con cualquier profesor, me entregó una guía de temas para que podamos estudiar en todo el año. Pero ustedes no creerán que me quedaré con esa guía solamente, ¿no? —hizo una pausa— Así que yo mismo he diseñado una guía para que todos ustedes, puedan aprender sobre más cosas que alguien de primer año aprendería con cualquier otro profesor. Conmigo, la teoría y la práctica van de la mano, pero también formaré un club de duelo para cada-

El discurso del profesor fue interrumpido por los aplausos entusiastas de todos los Gryffindor. Ellos estaban al otro extremo de los Slytherin y muchos de ellos no habían dejado de cuchichear y comer ranas de chocolates en toda la clase.

Luego de un rato de más palabras por parte del profesor y de algunas instrucciones en la pizarra para la primera clase, Tom hizo un movimiento con su mano y las ranas de chocolate de muchos alumnos volaron a su mano.

—Merlín... es muy temprano para comer ranas de chocolate. —dijo con simpleza, sin prestar atención a las quejas de algunos.


—Harry, ¿puedo hablar contigo? —pidió Blaise cuando ya era hora de ir a la cama. Draco aún estaba haciendo su tarea de Transformaciones y Harry, rindiéndose a escribir más, había estado rebuscando en su cajita de grageas para separar las asquerosas de las deliciosas.

—Claro, dime. —dijo Harry, frunciendo el ceño ante una gragea con sabor a moco.

—Pero tiene que ser a solas. Me refiero a tú y yo.

Draco levantó la vista.

—Puedes hablar con Harry aquí. Si hablamos entre los tres, nadie más escuchará.

—Es que tú no puedes saberlo. —dijo Blaise.

— ¿Por qué no?

—Porque es privado.

—Podemos ir a la habitación entonces. —Harry escupió en su mano una gragea con sabor a jabón.

Draco asintió y se puso de pie, pero Blaise se cruzó de brazos.

—Draco, necesito contarle algo a Harry. Cuando necesite contarte algo a ti, entonces haré que Harry no nos escuche.

—Pero yo también quiero saber. —dijo Draco mirando a Harry.

Harry decidió guardar silencio y pidió silenciosamente que se evitara otra tonta discusión entre los chicos.

Al ver que Harry no iba a interceder por él, Draco volvió a sentarse y no dijo más. Blaise aprovechó la oportunidad y se llevó a Harry de allí.


—Ya sabes que vengo de Italia, ¿no? —dijo Blaise, recién entraron a la habitación. Harry asintió— Bueno, mamá había dicho que yo iba a estudiar en Beauxbatons pero todo se arruinó por papá. Papá es un mal hombre y nos trató mal, muy mal en este año. Una vez descubrí que él quería obligar a mamá a hacer algo que ella no quería. Así que yo quise apartar a mamá, pero él... él me golpeó. —Harry se sentó a un lado de Blaise y se quedó en silencio. No sabía qué decirle.

«Mamá se enfrentó a él —continuó—. Todo fue muy horrible, pues nadie quiere ver a sus papás peleando con hechizos. Luego ella se Apareció conmigo en otra parte y se contactó con otras personas diciendo algo sobre comenzar de nuevo aquí, en Inglaterra. Ella dice que está haciendo algo en el Ministerio Italiano para que papá nos dé todo y que se separe de mamá. Yo no entiendo mucho, pero por ahora tengo que esperar a que todo eso acabe, para tener de nuevo mis juguetes y mi ropa. Tengo muchos juguetes, Harry. Y cuando hui de casa con mamá, no pude traer nada.

—Lo siento. —dijo Harry en voz baja. No se imaginaba estar sin juguetes. Antes de ir a Hogwarts, había descubierto en un baúl de su habitación en Godric's Hallows, muchos juguetes mágicos y muggles. Allí al colegio había llevado consigo unos pocos de ellos, aunque hasta ahora no había tenido tiempo de siquiera verlos.

—Bueno... mamá ahora está viviendo en tu casa —dijo Blaise, mirando atentamente a Harry—. Ella dice que conoció a tu madre en un viaje y que son amigas. Así que tu madre permitió que ella se quedara allí, y yo también, cuando lleguen las vacaciones. Todo es mientras mamá soluciona las cosas del Ministerio.

Harry tenía la boca abierta. Nunca imaginó que eso podría pasar, y menos a Blaise. Y peor aún, que Blaise y su madre vivieran en la casa de Harry. Lily no le había dicho nada.

— ¿Te molesta? —preguntó Blaise ante el silencio de Harry.

Harry parpadeó y negó rápidamente con la cabeza

— ¡Para nada! De verdad que no.

— ¡Genial! —Blaise sonrió abiertamente y abrazó a Harry— Entonces en vacaciones podremos jugar por más tiempo. Mamá dice que tu papá tiene un mini campo de Quidditch en su jardín, así que también podremos montar en nuestras escobas. Mamá me ha comprado una hace poco.

Harry asintió vigorosamente.

—Claro, también podremos jugar al fútbol.

Blaise levantó las cejas con confusión y Harry se dio cuenta que otro recuerdo había acudido a su mente, como había pasado en el transcurso del día.

Un verano en que James y Sirius -bajo las indicaciones de Lily-, pateaban un balón y corrían por todo el jardín, intentando pasarlo por un lado de las piernas de Remus. Harry observaba todo en medio de risas hasta que su turno llegaba y Remus se movía para que él pudiera hacer un gol.

—Es un juego muggle. —explicó Harry, perdido en sus pensamientos. Dándose cuenta repentinamente que, de alguna manera, su vida ahora se estaba afectando por recuerdos de la que ahora era su vida y no de... Oh, Merlín. Era complicado hasta intentar pensarlo y aclararlo.

—Está bien. Entonces jugaremos fulbot. —dijo Blaise sonriendo.

Harry volvió a la realidad y rio.

—Fútbol. —corrigió.

Blaise puso los ojos en blanco y le golpeó con una almohada que encontró a su lado. Harry alcanzó otra y le golpeó de vuelta.

Rato después, Draco entró en la habitación y encontró a Harry y a Blaise corriendo por toda la habitación e intentando golpearse uno a otro con las almohadas.

— ¿Han venido a jugar sin mí? —dijo Draco, en tono dolido.

Harry dejó de perseguir a Blaise y corrió hacia Draco, halando de él hacia el interior de la habitación.

—Ahora podemos jugar los tres.

Draco sonrió por fin y haciéndose de otra almohada, empezó a perseguir a sus dos amigos.

Notas finales:

¡Hola a todos!

Espero que les esté gustando el fanfic :3

Hoy actualicé tres capítulos, tratando de compensar con los días en los que no he podido publicar. No abandonaré la historia; es sólo que en estos días de cuarentena me queda muy difícil publicar pues en mi casa, no tengo Internet.

¡Gracias por leer!


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