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Una nueva vida por JennVilla

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Harry abrió los ojos lentamente, entrecerrándolos al momento por el fastidioso brillo de la luz.

— ¡Lily! ¡Harry ya despertó! —gritó una voz.

Oh, Merlín...

Harry se incorporó rápidamente en la pequeña cama en la que se encontraba; su corazón estaba latiendo fuertemente y sus manos temblaban.

—Cachorro, ¿cómo te sientes?

Harry bizqueó para intentar ver mejor la figura que estaba junto a él. El hombre pareció notarlo pues enseguida le puso las gafas con suavidad.

— ¿Papá? —preguntó Harry con voz trémula, identificando a James Potter al instante.

—Claro, soy yo —él sonrió—. Dime, ¿sientes alguna molestia? Tu madre está muy preocupada y está hablando con Molly por flú; no quiere llevarte a San Mungo a pesar de que le he insistido millones de veces... Ya sabes, tu madre puede ser bien terca cuando quiere.

Mientras James seguía hablando, Harry lo contemplaba con la boca abierta. Su padre... James Potter estaba con él y estaba... vivo.

Lucía igual a como lo vio Harry por última vez en el álbum que le había regalado Hagrid. Joven y con un aspecto desenfadado, unas gafas un poco distintas a las suyas y el cabello negro apuntando a varias direcciones.

Harry no pudo resistirlo y se lanzó hacia su padre, abrazándolo fuertemente y reconfortándose en su cercanía.

James pareció sorprenderse un segundo, pero le devolvió el abrazo y besó su cabeza.

— ¿Has tenido una pesadilla, Harry?

Harry no contestó. Dejó que las lágrimas fluyeran y apretó con fuerza el pijama de James.

—Hey, cachorro... No te preocupes, nada malo va a pasar. ¿vale? Sólo fue una pesadilla.

— ¿Una pesadilla?

Harry se separó abruptamente de su padre y giró hacia la puerta. La mujer que había visto antes de desmayarse estaba ahí, con unos guantes enormes -decorados con flores- en las manos y sosteniendo, al parecer, una olla.

—Seguramente. Porque al parecer no está lastimado. —contestó James encogiéndose de hombros.

— ¡Mamá! —Harry gritó y casi se cae de la cama por correr hacia Lily.

— ¡Harry, ten cuidado! No quiero que te caigas de nuevo —Lily dejó la olla humeante en un escritorio junto a ella y abrió los brazos para recibir a su hijo—. ¿Qué es eso de una pesadilla, James? ¿Acaso le has contado una de tus historias del trabajo? ¿Qué te he dicho yo sobre ello?

— ¡Hoy no le conté nada, Lily! Es más, hace mucho tiempo que he dejado de hablarle sobre ello. ¡Créeme! ¡No quiero que me des la Ley del hielo nuevamente!

— ¡No digas eso delante de Harry, James!

Harry mientras tanto rodeaba la delgada cintura de Lily con sus brazos y apretaba más su abrazo, enfundándose en el suave aroma que desprendía su madre y atesorándolo, por si es que todo esto resultaba ser un sueño y él después se encontrara despertando en la casa de los héroes.

Pero de repente, cayó en cuenta de dos cosas:

Su cabeza llegaba hasta el abdomen de Lily y sus padres hablaban de él como si todo estuviera... normal.

—No, no, no...

— ¿Harry?

Harry se separó de Lily y la observó detenidamente. Sí, la misma hermosa y pelirroja bruja de las fotos.

—Yo... yo no estaba aquí. Yo estaba... en la casa de los héroes y... estaba con Mopsus y-

—Cachorro, ¿de qué estás hablando? —preguntó James.

Harry de repente entró en pánico y empezó a dar vueltas por la habitación.

—Yo no... —Harry dejó de hablar cuando se vio así mismo en un espejo mediano que colgaba de la pared junto a la cama. Y luego gritó.

— ¿Harry, que te pasa? —preguntó Lily con preocupación, tratando de detener a su hijo.

— ¿Cuántos años tengo? —preguntó él con voz temblorosa.

James rio y Lily lo fulminó con la mirada.

—Harry, hijo —James le miró con diversión—. ¡Tienes once! ¿Qué preguntas son esas?

—No te rías, James. —regañó Lily.

— ¡No! —Harry abrió mucho los ojos— Yo no creía que Mopsus me iba a... no. ¡Él dijo que me iba a cumplir un deseo por ser un héroe! ¡Y yo estaba muerto!

— ¡Harry!

—Yo estaba en la casa de los héroes, porque había muerto; en el bosque, Voldemort me lanzó un avada y-

—Harry, cálmate por favor. —pidió Lily con confusión en su rostro.

—La batalla de Hogwarts —insistió Harry—. Yo morí y muchos más, pero yo... al parecer no morí, porque estaba en una casa blanca y...

Harry dejó de moverse y cesó su perorata tratando de calmarse. ¡Esto era de locos! Y sus padres parecían pensar lo mismo, pues lo miraban sorprendidos.

— ¡Tienen que creerme! Esto es otra vida... Yo deseé que... —Harry se rindió y cayó en la cama sin aliento.

—Harry… —Lily se acercó suavemente a la cama y se sentó al lado de su hijo— ¿por qué no mejor intentas dormir? Fue una pesadilla, ya sabes. No volverá a pasar; estás en casa sano y salvo con nosotros. No pasará nada malo.

—Mamá, tienes que creerme. Yo estaba en esa casa, y ese hombre me concedió un deseo. Yo deseé que Voldemort no existiera.

— ¿Pero quién es Voldemort, Harry? —preguntó James.

Harry suspiró y se obligó a sí mismo calmarse y respirar. De nada le serviría seguir exaltándose, diciendo cosas que para sus padres no tendrían sentido.

Decidió entonces relatar algunos de los hechos más importantes de su vida anterior.

Les habló sobre los Dursley, la visita de Hagrid y cómo se dio cuenta de que él era un mago y que sus padres habían muerto a manos de Voldemort. Les habló de sus años en Hogwarts, sus amigos y los intentos del mago oscuro por matarlo. También sobre su padrino Sirius y del Torneo de los Tres Magos. De la batalla en el Ministerio y la muerte de Sirius y de su sexto año en Hogwarts con el inicio de la guerra y la muerte de Dumbledore. Les habló de la batalla final y de todos los caídos, de su encuentro final con Voldemort y su propia muerte. Y luego pasó a explicar lo que sucedió en la casa de los héroes.

Se alegró de que James y Lily estuvieran escuchándole con atención, de que no le interrumpieran y que en ningún momento mostraran incredulidad o escepticismo. Eran sus padres, después de todo. Y Harry tenía la esperanza de que ellos mismos vieran que era imposible que un niño de once años inventara una historia así.

Era tan extraño pensar en sí mismo como un niño de once años.

—Sé que es extraño todo lo que les he contado. Ustedes no saben nada sobre Voldemort y todo ha sido... normal aquí. Pero quisiera que… —se interrumpió con un bostezo— que me creyeran. Es la verdad.

Lily suspiró y acarició lentamente la cabeza de Harry.

—Mañana será un largo día, Harry. Es mejor que descanses ahora y mañana... mañana hablaremos mejor sobre todo esto. ¿Qué te parece?

Harry sintió que sus ojos se cerraban contra de su voluntad, así que asintió.

— ¿Qué tal si mañana salgo temprano de la oficina para que tengamos más tiempo de charlar? —ofreció James.

Harry asintió y Lily sonrió a su esposo.

—Pero, ¿ustedes me creen? Quiero decir, seguramente no lo hacen, pero-

—Te creemos, Harry —su madre le interrumpió, pellizcándole cariñosamente una mejilla—. Estamos en el mundo mágico, ¿no? Todo es posible.

—Bueno, algunas cosas no. —James se encogió de hombros.

—Cállate, James —Lily reprendió a su esposo—. Como te decía Harry, muchas cosas extrañas pasan, y no tienen explicación. No me creerás si te digo que antes de entrar a Hogwarts, yo estaba totalmente maravillada de todo lo que pasaba. Mis accidentes mágicos, quiero decir. Y aunque enseguida que recibí mi carta, me puse al día con el libro de Historia de la Magia, todo seguía maravillándome como si fuera la primera vez, cuando puse un pie en Hogwarts.

—Lily, creo que eso no es lo que quiere decir Harry.

Lily miró con fastidio a James, haciéndole señas de que no dijera nada. Harry sonrió con pereza, casi dejando caer su cabeza en la mano de su madre.

—Anda ya, Harry. Vamos a dormir y mañana hablaremos con calma. Claro, después de que lleguemos del Callejón Diagon.

— ¿Eh?

—Mañana iremos a comprar todas tus cosas para Hogwarts, Harry —dijo Lily con una sonrisa, James bostezó sonoramente—. He esperado tanto por-

Lily se interrumpió, ahogando un gemido y mirando a Harry con horror.

— ¡Harry!

— ¿Qué pasó?

— ¡James! Mira eso, se ha hecho daño en la frente y tú me habías dicho que no tenía nada. ¡Oh, por Merlín! Y la infusión se ha enfriado.

James tensó sus hombros y entrecerró los ojos para mirar la frente de Harry.

—Pero es una cicatriz vieja, Lily. Mírala bien.

Harry tardó un segundo en comprender todo, antes de que todo el sueño que tenía se esfumara.

— ¿Lo ven? —Harry estaba exultante— ¡Se los dije! Esta es mi cicatriz, la que me hizo Voldemort cuando yo era un bebé. ¡Esto fue lo único que me produjo el Avada Kedavra!

— ¡Harry! —Lily se cubrió la boca— ¡No pronuncies ese hechizo tan a la ligera, por Merlín! Aún no tienes tu magia controlada.

—Lily, cálmate —apaciguó James—. A ver Harry, déjame mirarla bien. —James se acercó mucho a la cara de Harry, trazando la cicatriz con un dedo.

— ¿Qué es eso, James? —preguntó Lily.

—Mamá, ya te dije que-

—Espera, Harry —Lily levantó una mano y siguió los movimientos de su esposo con su mirada—. Deja que tu padre te observe.

Luego de un momento de inspección por parte de James, y que Harry se sintiera incómodo por el escrutinio, James suspiró.

—Definitivamente no es una cicatriz reciente. Y su forma... la he visto en unos portafolios del Departamento de Aurores. Tendré que averiguar mañana.

—Pero ya les dije que -

—Harry, por favor. Tennos un poco de paciencia, ¿sí? Necesitamos saber más... Te creemos, de verdad, pero nos preocupamos por ti, entiéndelo.

Harry suspiró resignado ante el tono preocupado de su madre y asintió. Lily le miró atentamente la cicatriz y trató de permanecer impasible.

—Descansa, Harry. Ya verás que mañana todo será más claro y estarás más tranquilo.

Lily se incorporó de la cama junto con James, al tiempo que se inclinaba sobre Harry y le besaba la cabeza. James hizo lo mismo.

—No te preocupes, cachorro —dijo James con una sonrisa tensa. Se le veía ligeramente preocupado—. Descansa y disfruta tu día mañana, ¿eh? Las compras de primer año son sólo una vez en la vida.

Lily le lanzó una mirada de advertencia.

—Bueno, en realidad sería mi segunda vez —Harry sonrió—. Hagrid me acompañó en 1991.

—Estamos en 1991. —dijo James confundido.

— ¡Ay por favor, James! —regañó Lily.

Harry rio quedamente y James le envió una sonrisa de disculpa.

—Ya me acostumbraré, cachorro —dijo James—. Ten paciencia a tu padre.

—Mucha, diría yo —la pelirroja suspiró—. Buenas noches, tesoro. Descansa. —agregó ella, sonriendo cálidamente a Harry.

Harry dudó un poco pero decidió que no tenía nada qué perder.

—Mamá.

— ¿Sí?

—Puedo... ¿puedo dormir con ustedes?

James alzó las cejas para enseguida hacerle señas a su hijo, implorándole que no insistiera en su petición. Lily lo vio todo y le dio la espalda a James.

—Por supuesto que sí, mi niño. —Lily volvió a inclinarse y tomó a Harry en sus brazos.

— ¡Mamá! —Harry se quejó débilmente.

—Si quieres dormir con nosotros, entonces atente a las consecuencias. James, recíbeme a Harry.

—Pero...

—James. —advirtió Lily con sus brazos temblando levemente por el peso de Harry.

—Mamá —Harry rio complacido por la cercanía de su madre—, bájame. Puedo ir caminando.

—James te llevará en brazos y fin de la discusión.

James suspiró y recibió el cuerpo de Harry con facilidad y salió de la habitación. Lily apagó las luces y los siguió.

Ya en la habitación de sus padres, Harry se acomodó en la cama, seguido por su madre quien lo abrazó y le besó en la mejilla.

—Duerme, Harry. Mañana tenemos un largo día por delante.

James se acostó junto a ellos y se quitó las gafas para luego hacer lo mismo con Harry y apagar la luz.

Ya en la oscuridad de la habitación, la voz grave de James se dejó escuchar.

—Tendré que decirle a Canuto y Lunático que mañana no pueden venir a cenar. Mejor para ellos, ¿no crees, Lily?

—James. —advirtió ella.

—Ya sabes, necesitarán tiempo para ellos.

—James, no empieces. Harry necesita dormir.

Harry sonrió y se acomodó más entre los cálidos cuerpos de sus padres.

—A veces me pregunto —siguió James— cómo hacen... ya sabes, dos hombres…

A eso le siguió un empujón, y luego un quejido por parte de James.

— ¡Lily!

—Te prohíbo que hables así delante de Harry.

— ¿De qué hablan? —Harry preguntó— De verdad no me importaría que Sirius y Remus vinieran. Hace mucho que… bueno, que no los veo.

—Los verás otro día, Harry. —dijo Lily pasándole un brazo por encima.

—Por lo pronto, lo mejor será darles privacidad. —dijo James.

— ¡James!

— ¿Para qué? —preguntó Harry.

James rio y Lily bufó fastidiada.

—Nos vamos a dormir inmediatamente. —ordenó ella.

Nadie dijo nada más por un tiempo hasta que Harry volvió a hablar.

—Gracias por escucharme —murmuró—, y por creerme. Son los mejores padres del mundo. —agregó con una sonrisa.

—De todas maneras, investigaremos más sobre ello, Harry —dijo Lily en voz baja—. Todo lo que nos contaste suena muy peligroso y no quiero que nada malo te esté por pasar ahora.

—No lo creo —Harry reflexionó—. Ya no existe Voldemort.

—Yo digo que todo esto me parece raro —opinó James—. Debe ser muy chocante para ti, el haber vivido todos esos años pensando que estábamos muertos.

—Estaban muertos. —susurró Harry con el pecho oprimido por el recuerdo.

—Bueno… —James titubeó— No entiendo, de verdad. ¿Y todo lo que has vivido en esta vida, entonces? ¿No lo recuerdas?

Harry negó con culpabilidad, siendo consciente de que en la oscuridad no se vería su gesto.

—Podemos pedirle consejo a un psicomago. —dijo Lily.

— ¡No estoy loco!

—¡Lo sé, Harry! Es sólo para que nos diga cómo proceder, para que la experiencia no resulte traumante para ti, cariño.

—Yo creería que es mejor llevarlo a un Legeremante.

—No, James. Allá son unos bárbaros y no dejaré que le hagan daño a mi niño.

—¿Crees que voy a permitir que le hagan daño a Harry?

—No estoy—

—Mamá, papá. Soy el mismo Harry. Lo juro.

—Lo sabemos, mi niño —Lily suspiró—. ¿Crees que yo, como tu madre, no lo sabría?

—Es muy probable que recuperes tu memoria en unos días —dijo James—. Y si no…

—Y si no, pues nosotros nos encargaremos de que así sea —aseveró Lily.

Después de un momento de silencio, Harry habló:

—De verdad todo esto es muy raro para mí, pero estoy muy feliz de estar con ustedes, y de que me crean y apoyen.

Harry no esperaba respuesta, pero Lily habló:

—Mañana hablaremos mejor de todo esto, ¿sí? Nos contarás todo sobre ese Mopsus y Voldemort.

—Y nosotros te contaremos sobre todo lo que te hayas perdido —agregó James—. Seguramente muchas cosas te parecerán extrañas, pero luego, como dije, podrás relacionarlas con recuerdos.

—Tu padre tiene razón. La magia es algo muy complicado, pero actúa siempre velando un propósito.

Harry asintió.

—Supongo que esta noche no tendré pesadillas...

—Estás ahora con nosotros, Harry. Te queremos y no pasará nada de eso.

Las palabras de James hicieron que Harry en verdad le creyera y que una pequeña parte de sí mismo se rindiera a la tranquilidad de estar sano y salvo.

La vida le había dado una oportunidad -bueno, en realidad fue Mopsus-, Harry estaba con sus padres y afuera le esperaba un mundo sin Voldemort.

Era hora de vivir.


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