Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Cage of Love por AniBecker

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Capítulo II

Con su madre tirándole fuertemente del brazo, llegaron a la casa, entrando por la puerta de atrás para así evitar que Deidara fuera consciente de lo que estaba ocurriendo.

—Compórtate de una maldita vez, estás casado y le debes respeto a tu esposo, ¿me oíste? Olvídate de una vez de Shisui.

—¡Lo mataste! Le disparaste sin importarte nada, ¡eres una asesina! —le gritó, derramando lágrimas de dolor e impotencia. Y hubiera seguido gritándole si no llega a ser porque Mikoto lo golpeó para callarlo.

—A mí me respetas, soy tu madre. Y yo no le disparé, fueron los trabajadores, por meterse en propiedad privada y acercarse a ti. La culpa claramente ha sido tuya —dijo sin sensibilidad alguna—. Y ahora subes ahora mismo a tu habitación y te secas esas malditas lágrimas, tu marido te está esperando para que os marchéis.

—¿Todo bien? ¿Ocurre algo? —preguntó Deidara apareciendo en la cocina—. He oído gritos y pensé que ocurría algo. ¿Por qué estás llorando? ¿Te pasó algo, te sientes mal?

—Sólo…echaré de menos a mi hermano Sasuke, no tienes que preocuparte.

—Si quieres podemos pasar aquí la noche, así estás con tu hermano la última noche con él aquí —propuso con cortesía, aunque no le gustara la idea de tener que quedarse.

—De eso nada, ya le he dicho que no puede seguir siendo un niño mimado, ahora su deber es estar junto a su esposo —habló la mujer—. Ahora ve a terminar tu equipaje —le ordenó.

—Quisiera hacer una petición —se dirigió al rubio secándose el rostro—. Sasori siempre ha estado atento a mí, ¿podría venirse a la casa, por favor?

—¿Para qué quieres a un criado? En la hacienda de tu esposo tendrás muchos más a tu entera disposición, ¿qué tiene de especial ese criado?

—Tiene de especial porque lleva muchos años en la familia y sólo le tengo confianza a él.

Deidara lo meditó por unos instantes, pareciéndole extraño que su petición fuese llevarse con él un simple criado, pero en parte lo entendía, él tenía hombres de confianza a su disposición, además de que ese muchacho era doncel como él, y quizá por eso se sentiría más en confianza.

—No le veo ningún problema, si usted, Mikoto está de acuerdo de que ese muchacho se venga a trabajar a mi hacienda.

—Si no tienes problemas con que se marche, tampoco yo —respondió, que se fuera ese criado o no con su hijo, le parecía insignificante.

—Entonces lo dicho, tu sirviente puede venirse con nosotros.

—Gracias, le diré que prepare también sus cosas —con rapidez, abandonó la sala y fue hasta su habitación, donde el pelirrojo se encontraba terminando de empacar en las maletas.

—Señor Itachi, ya tiene listas todas sus cosas. ¿Las ordeno bajar?

—No hace falta, ahora vendrán a por ellas. Tú ve y recoge tus cosas también.

—¿Señor? —titubeó, pensando que lo estaban corriendo de la casa —. Si es por haberlo avisado de que el joven Shisui lo buscaba, lo siento mucho, me dijo que era importante y…

—Relájate, nadie te está corriendo, sólo quiero que me acompañes a la hacienda de Deidara. No quisiera irme solo y tú, siempre has sido junto a Sasuke un buen aliado y confidente, te necesitaré allí.

—¿La señora Mikoto está de acuerdo? ¿Y su esposo? No quiero meterlo en problemas con él.

—No te preocupes, ambos están de acuerdo, así que ve preparando tus cosas, me imagino que en nada Deidara querrá partir.

—En seguida estoy listo, señor, permiso —Sasori salió para preparar las pocas pertenencias que tenía, terminando en poco tiempo.

—No es justo que te lleves a Sasori, ¿ahora quién será también mi confidente? —entró Sasuke haciendo un puchero.

—Es mejor que tenga cerca a Sasori —le sonrió a su hermanito—. Y ya te he dicho que dentro de poco quiero que vayas a pasar una temporada a la hacienda para que me hagas compañía, ¿sí?

—Faltaría más.

—¿Sabes algo de Shisui? Por favor, cerciórate de si está vivo o no…si necesita atención médica.

—No sé nada —respondió, bajando el rostro—, pero oí a madre decir que se deshicieran de él. Quise ir, pero me lo impidió. Me imagino que allí estarán los trabajadores, que se harán cargo de él… Tratarlo así, como si fuera un trasto viejo… esta mujer no tiene escrúpulos.

—Pero, ¿y si no está muerto? Si sólo está herido, podría salvarse si lo atienden.

—Itachi, Shisui está muerto —posó ambas manos sobre sus hombros—, y ya no puedes hacer nada por él… Me imagino que madre se las ingeniará para que los tíos piensen que lo que le ocurrió no tiene nada que ver con nuestra hacienda.

—Maldición —volvió a sollozar—. La culpa fue mía, si yo no hubiera ido en su busca…

—La culpa no es tuya, ya te lo he dicho, aquí quién es culpable es madre, que debe pagar por ello.

—Dudo mucho que la justicia consiga hacerla pagar por el crimen. Y, aunque nosotros digamos algo, no conseguiremos nada.

—¿Qué tanto hablan vosotros dos? —la fría voz de Mikoto resonó en sus cabezas. La mujer, se encontraba en la puerta de la habitación—. Date prisa en bajar de una maldita vez, tu esposo se está impacientando con tu tardanza.

—Sólo me estaba despidiendo de Sasuke, ya bajo —respondió de la misma forma que su progenitora le había dirigido la palabra—. Cuídate, ¿vale tonto hermano menor?

—Ya, deja de llamarme así, no soy ningún niño —protestó—. Cuídate tú también, por favor —aprovechando que lo abrazó, le susurró—, si ese maldito rubiales se sobrepasa contigo, me lo dices y me planto allí en la hacienda en seguida para molerlo a golpes, ¿de acuerdo?

—Lo tendré en cuenta, hermanito —le sonrió—, te llamaré seguido para saber de ti.

Los tres bajaron al recibidor, dónde ya los estaban esperando desde hacía rato Deidara y Sasori.

—Al fin bajas —le extendió la mano para que la tomara y después se agarrara de su brazo—, ya estaba empezando a pensar de que no te vendrías conmigo —bromeó.

—Sólo me estaba despidiendo de mi hermano, me cuesta abandonar esta casa, que es donde nací y crecí, dejar a Sasuke y… un sinfín de recuerdos —y saber que Shisui ha muerto—dijo mentalmente.

—¿Y de mí no te despedirás? Cualquiera diría que no me echarás de menos —soltó con todo el cinismo del mundo.

—Claro que sí le echaré de menos, madre —se mordió la lengua para no decirle que en absoluto la echaría de menos.

—Mamá se sentirá triste al ver que uno de sus pequeños ya voló del niño —sintió inmensas ganas de vomitar de oír tanta falsedad salir por la boca de su madre mientras lo abrazaba con fingido cariño.

—Cuidaré muy bien de su hijo, no se preocupe.

—No espero menos de ti, Deidara —sonrió.

Terminaron de despedirse y los tres subieron al auto con dirección a la hacienda Uzumaki.

Durante todo el trayecto, que fue bastante largo y pesado, nadie abrió la boca para decir ni una mísera palabra.

Sasori, sentado en los asientos de atrás, se sentía completamente incómodo. Primero, por encontrarse en el auto con ellos, y segundo, porque se podía sentir la tensión en el ambiente.

Una vez llegaron a su destino, el pelirrojo fue el primero en salir del coche para proceder a bajar las maletas. Otro pelirrojo que estaba esperando su llegada, también se acercó.

—Qué bueno verte de regreso, Deidara —para Itachi no pasó desapercibido que ese trabajador le hablara de forma coloquial al rubio.

Itachi, al ver que su esposo no tenía intenciones de ayudarlo a salir del auto por simple cortesía, optó por bajarse y esperar a que se dignara a presentarlo, qué menos.

—¿Qué tal las cosas por la hacienda? —se dieron la mano y también un abrazo—. ¿Y mi madre y mi hermano?

—De las mil maravillas. Se encuentran bien. Tu hermano en su habitación, como casi siempre, y tu madre en la terraza de atrás tomando su té, en seguida le aviso de tu llegada.

—Primero, quiero presentarte a Itachi, mi marido —la cara de asombro del pelirrojo fue incrédula.

—¿Te casaste? Ni si quiera has dicho nada, ni tu madre estaría al tanto, sino estaría hecha una furia —aun así, le hizo un pequeño gesto de cortesía—. Encantado, señor, Y bienvenido, soy Yahiko, a su entera disposición.

—Pasó todo muy rápido. De todas formas, ella no viajaría hasta la ciudad dejando a mi hermano aquí. Ayuda al muchacho a llevar las maletas, por favor.

El Namikaze le indicó a Itachi que lo siguiera escaleras arriba para entrar en la casa.

—En seguida —rodeó el auto y se llevó una completa sorpresa al ver de quién se trataba—. ¿Tú? ¿Qué haces aquí?

—Yo…soy el sirviente del señor Itachi, me pidió que lo acompañara hasta aquí para atenderlo —respondió sin mirarle, terminando de bajar la última maleta, la más pesada, costándole un poco de trabajo.

—Dame a mí estas dos, lleva tú la más pequeña —le dijo tomando las dos más grandes—. Quién lo diría, después de tantos años y nos volvemos a encontrar, nada más y nada menos para trabajar para los mismos patrones.

—Sí… quién lo diría —murmuró—. Yo… tengo que llevar estas maletas a la habitación del señor Itachi, las necesitará.

—¿Por qué la prisa? ¿Tan rápido quieres huir de mí?

—No es huir, es mi trabajo, y tú debería hacer el tuyo. Acabo de llegar aquí y no quiero que piense el patrón cosas que no son.

—Vaya, vaya… nos volvemos a encontrar, Sasori… —sonrió viendo al doncel alejarse.

.

.

Mientras tanto, Deidara estaba mostrándole la sala a Itachi.

—Ven, vayamos a la terraza de atrás para que conozcas a mi madre.

—Me siento cansado del viaje, quisiera darme un baño primero —respondió, distante.

—¡Deidara! —una voz femenina resonó en la sala, y la dueña de la voz, de un salto se colgó del cuello del rubio—. Qué bueno tenerte de nuevo aquí.

—Izumi ya, me asfixias —no pasó desapercibido como esa joven se tomaba demasiadas confianzas también con su marido.

—Perdón, perdón —cuando se soltó, posó sus orbes oscuros sobre el ex Uchiha, que no paraba de observarla con atención pidiendo una silenciosa explicación—. ¿Quién es él?

—Él, es Itachi, mi esposo.

—¿Qué? ¿Cómo es que te casaste? ¿Por qué? Nadie sabía nada, no es justo que no nos invitaras a la boda, ni tan si quiera que vendrías acompañado.

—No había necesidad —en ese momento, Sasori entró, seguido de Yahiko—. Yahiko, guía a Sasori hasta mi habitación para que deje las maletas. Izumi, tú prepara un baño, Itachi se siente cansado.

—Claro, en seguida, Deidara —sin rechistar, los tres sirvientes hicieron lo pedido.

—¡Deidara cariño, qué bueno verte! —ahora fue una mujer pelirroja quién llegaba, que abrazó con efusividad al rubio, para después golpearlo en la cabeza—. ¡Y qué desgraciado que eres! No decirle ni tan si quiera a su madre que te casabas-ttebane.

—Perdón mamá, fue todo muy rápido. Mira, te presento a Itachi Uchiha —la sonrisa de la fémina se borró completamente, tratando de disimular.

—Mucho gusto, soy Kushina Uzumaki. Espero estés a la altura de ser una buena esposa para mi hijo.

—Mamá, no empieces. Estás asustándolo con tus sutiles amenazas.

—Perdón, perdón, ya sabes como son las madres cuando sus niños se casan sin previo aviso y vuelven a casa después de varios meses casado. Dei, cariño —se dirigió a su hijo, quién besó sus manos—, voy a recostarme un rato, llevo todo el día con dolor de cabeza, nos vemos en la cena.

—Descansa, mamá.

—No parece muy feliz con la noticia, ni tampoco conmigo. Se nota que no le agradé.

—Es normal, ahora mismo eres un extraño que se acaba de casar con su hijo. Pero es muy buena persona, ya la irás conociendo —lo tomó del brazo, gesto que le pareció al de cabellos largos demasiado brusco—. Ven, te mostraré nuestra habitación.

—¿Nuestra?

—¿Algún problema con ello?

—Es que… pensé que podría dormir esta noche en otra habitación…

—¿Por qué? —inquirió con voz seria—. Estamos casados, ¿no? Lo más lógico es que durmamos juntos. Y más, tratándose de nuestra noche de bodas. Así que ve asumiéndolo.

—¿Por qué tu trato hacia mí ha cambiado desde que hemos llegado aquí? ¿Tu forma de tratarme sólo era puro teatro frente a mi madre y hermano?

—Tengo mis motivos, después de enterarme de que casi te escapas con tu amante después de nuestra boda —Itachi se llevó una de sus manos al pecho, apretándola contra su camisa.

—¿Qué? ¿Cómo…?

—¿Cómo es que lo sé? Por favor, si las voces de tu madre se oían desde lejos. Y no dudé en seguirla cuando oí cómo le pedía a los trabajadores de tu hacienda que la acompañaran —aún con el brazo sujeto, lo acercó más hacia él—. ¿Quién era ese tipo con el que te querías ir?

—No me iba a ir a ningún sitio —evitó el contacto visual.

—Quién era, te he preguntado.

—Shisui, el hombre del que estoy completamente enamorado, a quién le pertenece mi corazón —soltó de golpe, ahora mirándole fijamente a los orbes azules, que se nublaban por la ira—. Porque sí, estoy enamorado de otro, y siempre lo estaré.

—Mala suerte de que ese tipo esté muerto —dijo sin ningún tipo de consideración—. Y qué lástima también, de que ahora seas mío, te guste o no, porque estás casado conmigo hasta el fin de tus días.

—Ya veo que tu farsa se ha terminado y ahora veo como eres realmente, un ser despreciable que me compró sólo por puro capricho.

—Piensa lo que quieras —ambos llegaron a la habitación, dónde ambos pelirrojos se encontraban desempacando las maletas. Con un gesto, les indicó que abandonasen el lugar y los dejase solos—. Pero ya que dices que soy despreciable, vas a decirlo con razón.

—Déjame en paz —trató de zafarse del agarre, sin éxito.

—Mira bien esta habitación, porque aquí será donde dormirás conmigo todas las noches, incluida esta —le dio un forzado beso, que detuvo en cuanto fue consciente de que lo había tirado hacia la cama y lo estaba aprisionando con su cuerpo—. Maldición.

Sin decir otra cosa que no fuera maldiciones, se levantó de encima del moreno, y salió de la habitación dando un portazo.

—Joven Itachi —Sasori, al ver al rubio alejarse, no tardó en entrar para ver como se encontraba—. ¿Se encuentra bien? ¿Le hizo algo?

—Es un maldito desgraciado —sollozó, sobándose las muñecas por la fuerza ejercida sobre ellas—. Podrá abusar de mí, pero nunca le perteneceré en cuerpo y alma. Mi corazón siempre pertenecerá a Shisui.

—Algo me decía que no era buena persona. ¿Quiere que le traiga un té para calmarlo?

—No, estoy bien, sólo no te vayas, Sasori.

—No me iré, me quedaré con usted.

Esa noche, Itachi esperó con temor de que esa puerta se volviera a abrir, dejando ver al rubio para cumplir su amenaza, pero nunca sucedió.

Deidara no apareció en toda la noche por la habitación.

Pensó que quizá se arrepintió de su comportamiento anterior, o quizá le dio poca importancia el no consumar ese matrimonio sin amor al que estaba condenado a vivir.

 —Shisui, siempre te amaré, siempre estarás presente en mi corazón, estés dónde estés. 

 

 

Notas finales:

Muy cortito, pero no quería ponerle más cosas a este capítulo. 

Espero les haya gustado. Gracias por leer. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).