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Lie to me por Shima_Suzuki

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Los siguientes días después, Kouyou estaba bastante tranquilo, lo cual era bastante extraño para Akira pues desde su abstinencia siempre lo veía ansioso o queriendo hacer cualquier cosa para distraerse. Pero ahora no, estaba calmado, demasiado…

Estaban ambos en el sillón, Akira acostado dejando sus piernas sobre las de Kouyou el cual estaba sentado cómodamente para no fastidiar a su cadera.

—Oye Shima…

— ¿Dime?

— ¿Qué te pasa? —pregunto directo, no era normal vero tan tranquilo, incluso se veía relajado.

— ¿De qué o qué? —lo miro.

—Estas muy tranquilo 

¿Y cómo no iba a estar tranquilo si le dolía todo el maldito cuerpo? Que incluso acomodarse un poco le mandaba punzadas leves de dolor.

— ¿Eso es malo?

—No, pero tú no eres así…—se quedó pensando—ah… ¡AH!

— ¿Qué? —lo miro raro.

—Ya cogiste con alguien seguro—lo miro con los ojos entrecerrados.

El cuerpo de Kouyou se tensó, incluso tembló al recordar lo bien que lo había pasado en el baño con Shiroyama, pero se mostró tranquilo frente a Akira, no quería mentirle, pero debía de hacerlo para mantenerlo calmado.

—No he cogido con nadie tonto—se rio.

—Si aja…

—Es enserio—sonrió—Me compre un dildo y con eso llevo atendiéndome para estar tranquilo

— ¡Kouyou eres un cerdo! —exploto en carcajadas junto con el castaño para después darle un golpe en el brazo.

— ¡Auch! Tu querías saber ¡Ya te dije!

—Okey, okey, no volveré a preguntar…

Se quedaron de nuevo en silencio, veían el programa de deportes bien tranquilos, hasta que Akira volvió a hablar.

 

—La fiesta de la empresa va a ser dentro de unos días, quiero que vengas conmigo…

— ¿Ah? Pero siempre me aburro en esas fiestas. —hizo un puchero.

—No te pienso dejar solo ¿okey?

—Lo dices porque no confías en mi ¿verdad? —lo miro algo desanimado.

—Lo digo porque no quiero ir solo… 

—Ah…—sonrió—que dulce eres.

—No te acostumbres—sonrió.

—Es formal ¿no?

—Es casual—se acomodó de nuevo para seguir mirando la tele.

—Bueno entonces—sonrió y siguió viendo la televisión, pero de nuevo algo lo interrumpió, su teléfono estaba sonando, dictaminando una llamada. Quito las piernas de su mejor amigo y tomo el teléfono para ir a la cocina y contestar. — ¿hola?

—Hola cariño…

—Ah…—se tensó un poco, se adentró más a la cocina para que Akira no pudiera oírlo. —Te dije que no me llamaras a estas horas del día…—después del día de la fiesta de Shiroyama, se habían mantenido mucho tiempo en contacto hasta ese día, a todas horas-en las que no estaba Akira claro- se llamaban o se mensajeaban, en fin, como típicos enamorados, claro que Kouyou le dio un horario, los mensajes eran aceptados a todas horas pero las llamadas tenían que ser en horas específicas de la mañana, justo en el horario de trabajo de Akira para que no preguntara o sospechara.

—Lo siento, pero tenía que contactarte de inmediato, me llego el aviso de que se haría pronto una nueva fiesta en la compañía y quiero verte ahí ¿okey?

—Bien, bien, si iré, pero no me llames, te di un horario, Akira está en casa, creí que quedo claro después de darte su horario…

—Espera ¿Akira? Creí que estabas en tu casa, y creí que ese era tu horario de trabajo.

— ¿Mi horario? Yo no trabajo y si estoy en mi casa.

— ¿Y qué hace Akira ahí? ¿Cómo te mantienes si no trabajas?

—Vivo con Akira, es bastante simple.

— ¡¿QUÉ?!

— ¿¡Porque gritas!? —su voz fue elevada, lo cual solo hizo sospechar a Akira, ellos tenían un acuerdo mutuo en la casa, no meterse en las conversaciones privadas del otro, okey, vivían juntos pero no por eso tenían derecho de invadir más allá de lo que el otro no quería que vieran, los dos estuvieron de acuerdo y de hecho entre ellos no tenían secretos, por la mente de Akira paso que tal vez fuera Takanori quien estuviera hablando, a veces se ponían de dramáticos ambos, pero no, Takanori ahora mismo estaba en París junto con sus padres y la otra posibilidad era Yutaka, pero él estaba trabajando a esas horas, otra posibilidad puede que fueran sus familiares, pero no eran mucho de llamar en días donde no se festejaba nada.

— ¿Todo bien Shima? —lo había escuchado alterado.

—Eh…—salió un momento de la cocina, para mirar a Akira— si tranquilo, solo es mi hermana, ya sabes que siempre se aloca al hablar conmigo—sonrió.

—Ah sí, bueno, me la saludas.

—Claro—sonrió y regreso dentro de la cocina. — ¿Por qué tanto escándalo? Es mi mejor amigo yo no le veo lo malo. No seas dramático…

— ¡No puedo permitirlo! —se escuchaba bastante molesto.

—No necesito tu permiso para vivir con quien yo quiero, tú no eres ni mi padre, ni mi madre, ni mi esposo ni nada para “permitirme” cosas, tú y yo no somos nada.

— ¿Ah no? —Ahora se sentía ofendido— ¿entonces qué? ¿Te acuestas siempre con el primero que se te ofrezca? 

—Mmm…—lo medito un momento—Si, básicamente sí, siempre lo he hecho, no te sientas especial, ahora deja de joder—colgó. Regreso a la sala y se acostó encima de Akira.

— ¿Ocurrió algo malo? —sabía que Kouyou no se comportaba así a menos de que estuviera muy molesto.

—Solo abrázame…—Akira hizo lo pedido, se quedaron ambos acostados en el sillón, Akira se encargaba de acariciar la cabeza de Kouyou y de vez en cuando su espalda, el castaño no produjo ni un solo ruido más que el de su respiración, así era cuando se enojaba, el no explotaba, entraba a un estado de autismo…

En cuanto a Yuu, se sintió bastante molesto, ofendido y hasta burlado, cuando Shiroyama tocaba algo se volvía automáticamente de su propiedad, él ya había tocado entero al castaño, eso ya lo volvía de su propiedad y no podía aceptar que vivieran juntos, Kouyou y Akira juntos todos los días… ¿entre ellos pasaría algo? No se creía el cuento de que solo fueran buenos amigos, los amigos no se mudan juntos… ¿serian amigos con derechos? ¿Y cómo era eso de que Kouyou realmente si se acostaba con el primero que se le ofrecía? ¡Eso llevaba muchos riesgos! ¿Debería ahora el hacerse un examen? Eso ya lo vería después… simplemente que Kouyou fuera así era IMPENSABLE, INACEPTABLE ¡NO LO PERMITIRÁ! Tendría que quitarle esa manía…

Volvió a llamar pero lo mando directo a buzón, suspiro, no tenía nada que hacer y ahora se sentía mal, apenas se estaban conociendo, no podía hablarle así… ah, qué difícil era esto, tenía que pensar con claridad, era más que obvio que el menor estaba molesto tendría que regalarle algo para que se le bajara el enfado y tenerlo lo suficientemente contento para tener su deseado y ansiado momento de placer y pasión.

Su teléfono sonó, tenía la esperanza de que fuera Kouyou, pero cuando vio el remitente se desanimó, respiro profundo, sonrió y contesto.

— ¡Papi!

—Hola princesa ¿siguen en Italia?

— ¡Si papi! Estamos en casa de mi abuelo—se escuchaba contenta la niña, y eso lo alegraba, su hija era muy querida por él.

—Me alegra princesa ¿todo está bien por allá?

—Si papi, solo quería hablar contigo, te extraño…

—Aww princesa yo también te extraño mucho, solo tienes que aguantar un par de meses más y podremos estar juntos otra vez. He estado pensando mucho en ustedes, pero por el trabajo no he podido contactarme…—se sentía tan hipócrita al decirle eso a su hija, ni una sola vez desde que se fueron había pensado en ellas. Su cabeza estaba completamente centrada en el castaño de perfectas piernas de nombre Takashima Kouyou y de todas las cosas que podría hacerle si lo tuviera en la cama y las próximas veces que lo viera.

—Te quiero papi

—Y yo a ti princesa, hablaremos después ¿bien? Aún tengo trabajo que hacer.

—Si papi

—Salúdame a mamá princesa

—Si papi ¡Adiós!

—Bye cielo…—y colgaron

Yuu se recostó en su cama y se quedó quieto, pensando. Le estaba siendo infiel a su esposa, realmente no se arrepentida de lo que estaba haciendo, desde hace años que no había tenido un encuentro sexual tan bueno como el que tuvo con el castaño, desde la procreación de su hija su esposa nunca más se animó a volver a hacerlo, y bueno, realmente no solo era eso, ambos eran personas importantes que no tenían tiempo ni siquiera para dormir de manera decente, además de los típicos pretextos de dolores de cabeza, falta de ganas o enfados de la nada, siempre excusas con tal de no volverla a tocar, y no era para menos, su matrimonio fue arreglado, a conveniencia para fortaleces a ambas familias, y la pequeña Hikari realmente solo había nacido para la herencia de ambas familias, okey, después de tanto tiempo juntos se agarraron cariño, llego un punto en el que el creyó amarla, ella ya estaba perdida, podía notarse que después de tanto tiempo ya lo amaba, pero ahora con todo lo que había pasado…

No estaba seguro.

No estaba seguro de realmente “amar” a su esposa, aunque antes se supone que lo hizo, el conocer a Kouyou movió algo en su pecho, hacer las cosas que hizo con Kouyou lo revivió de algún modo.

Por eso era adicto al castaño ahora, por eso siempre estaba pensando en él y por eso mismo también sentía celos de que Akira estuviera viviendo bajo el mismo techo que su castaña obsesión…

Necesita saber más de aquel muchacho que lo había encantado con apenas un choque en aquella cafetería, se levantó de la cama y fue a su escritorio, donde estaba su computadora portátil, la encendió y se sentó esperando a que apareciera la pantalla para acceder la contraseña, una vez lo hizo se metió a internet, movió algunos de sus contactos para obtener un registro de personas, investigo el nombre del castaño, pero al nunca ser arrastrado por nada, su nombre no aparecía en los registros policiacos, había empezado por ahí, siempre era la base de datos más fácil de acceder, pero si ni siquiera se encontraba ahí, no valía la pena buscar en las otras veces de datos, necesitaba mover sus contactos importantes para eso y por un chico cualquiera no le harían el favor.

Suspiro y apago la computadora, regreso a su cama y se quedó pensando de nuevo en alguna opción…mandarlo a investigar no era una buena opción, sería demasiado, no quería asustar al otro y hacerlo con el delirio de persecución.

Preguntarle a Akira no era una opción, probablemente no supiera nada de ese encuentro y lo confirmo al poder escuchar cuando le dijo que hablaba con su “hermana” cuando en realidad estaba hablando con el…

Decidió dejar de pensar, estaba cansado y ya le estaba doliendo la cabeza, se cambió a una de sus tantos pijamas ligeros y se acostó, cubriéndose con las cobijas, por ahora se dejaría llevar, a ver qué curso tomaban las cosas entre él y su adorado castaño.

 

 

 

 

Fin del capítulo 6.

 


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