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Viviré en tu memoria por NDTaurus

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Notas del capitulo:

Hola, aquí una nueva actualización. :)

***

Finalmente se quedaron hasta que la fiesta terminó. Kid perdió una apuesta contra Sanji y terminó lavando los platos en compañía de Luffy, lo que se transformó, como todo lo que hacían juntos, en una competencia.

Sabo y Ace decidieron apostar por quién ganaría esta vez, y se dieron a la tarea de supervisar, y animar, a su respectivo “favorito”.

Los primeros en irse fueron Sanji y Pudding, para cumplir con el horario que le informaron a Chiffon. Nami se retiró en compañía de Usopp, Brook y Chopper, el último, cómo chófer designado, les pasó a dejar a sus respectivos hogares.

La temperatura había descendido un poco, así que trasladaron la velada a la sala de la estancia. Law se sentó en un sofá individual y soltó un suspiro. Realmente esperaba que la competencia de lavar platos no terminara en un desastre, como había sido el final de muchas otras competencias entre esos dos.

—Ellos son siempre tan animados —dijo Koala mirando entretenida hacia a la cocina.

—Todo lo hacen una competencia —se recargó en el respaldo del sofá y reposó un poco sus ojos cerrando los parpados, comenzaba a sentir el cansancio sobre sus hombros.

—Trafalgar, te vez algo pálido —habló Hancock con algo de preocupación—, ¿Deseas recostarte un momento para descansar?

Abrió sus ojos y le regaló una sonrisa a la anfitriona —muchas gracias por tu gentileza, Hancock, pero no es necesario. Estoy bien, sólo algo…. Agotado—, se llevó una mano a la boca para cubrir un bostezo —oh cielos, perdón.

—Tranquilo, no hay problema —respondió Hancock mientras cruzaba sus largas y contorneadas piernas, con la majestuosidad desbordante que la caracterizaba—, es entendible, tu trabajo es agotador. Y, por otro lado, están tus problemas de salud.

—Cierto —agregó Koala—, ¿fue por eso que casi no comiste hoy? Pobre Sanji por poco y le da un infarto cuando fue regañado por Pudding —los presentes comenzaron a reír al recordar el momento—, a todo esto —continuó—, ¿Qué es lo que tienes?

Y ahí estaba la pregunta que había intentado evitar.

Instintivamente su mirada se desvió hacia Marco, quien asintió al notar el conflicto interno que le embargaba. Tragó saliva y volvió a mirar a Koala —la verdad es que aún no lo sé—, respondió tratando de sonar normal para no incentivar la curiosidad —todavía debo realizarme algunos exámenes, así que…—, alzó los hombros para restándole importancia —aún no tengo un diagnóstico.

—Pero ustedes son médicos, deben tener alguna idea de lo que puede ser… ¿o no? —preguntó aun risueña.

—Eh…, no, no es… —Respiró para tratar de aclararse y su sonrisa terminó por diluirse al no lograrlo, se sentía un completo idiota al no poder formular una simple respuesta. “Sólo tengo un virus estomacal”, ¿por qué no podía dar una respuesta como esa? ¿por qué las palabras no salían de su boca?

—Oh no… —se lamentó Koala—, lo siento, estoy siendo impertinente ¿verdad? No quieres hablar de esto con nosotros. Oh Law, lo siento tanto.

—No, no es que no quiera hablar de esto con ustedes, es… 

—No quiere que se preocupen —soltó Kid sentándose en el antebrazo del mismo sofá que él estaba ocupando. Acarició su cabello con ternura y le dio una sonrisa—. Pero se están preocupando de todas formas. Deberías decirles —le aconsejó.

Meditó unos segundos las posibilidades y soltó un suspiro cansino. Kid tenía razón, no había motivo para ocultar la información, ellos eran sus amigos, más temprano que tarde se enterarían de todo. Y si la suerte estaba de su lado, y los resultados de los próximos exámenes salían bien, se sentirían tan aliviados como él de saber que todo fue una falsa alarma.

—Hace algunos días comencé a sentirme mal, el malestar fue en aumento, así que Marco-ya me obligó a hacerme algunos exámenes…

—¿Te obligó? ¿cómo que te obligó? yo no sabía esa parte —saltó Kid interrumpiendo su relato. Y él le recriminó la interrupción con la mirada.

—Es una forma de decir, Eustass-yoi —intervino Marco para que Law no se desviara del tema.

—En fin —prosiguió—, hasta el momento todo apunta a que tengo Leucemia y el día lunes en la mañana me haré los exámenes que faltan para confirmar, o descartar… realmente espero que sea para descartar.

El silencio se hizo pesado en el salón.

—¿Qué es Lucemia? —preguntó Luffy despreocupadamente mientras se echaba un trozo de carne a la boca.

—Leucemia, Luffy —le corrigió Sabo—, es cáncer a la sangre.

—¿Cáncer? —preguntó Luffy algo pensativo. Tardó unos segundos en tomar el peso de la palabra. Pero cuando lo hizo sus ojos comenzaron a abrirse tanto que parecían salir de sus órbitas— ¡¿Torao tiene cáncer?! ¡No! —se abrazó de él sin cuidado alguno—, ¡Torao no puede morir! ¡Marco! ¡Tienes que salvar a Torao! —las lágrimas de Luffy caían a raudales por sus mejillas, mientras le exigía a su cuñado que salvara a su amigo.

—Mugiwara-ya, no me dejas respirar —replicó mientras los demás sonreían con ternura ante la escena.

—No seas estúpido, Mugiwara, ¡por supuesto que él no va a morir! —respondió Kid conteniendo la ira que sentía para no golpearle.

—Lo haré si no me deja respirar —volvió a replicar en busca de ayuda.

—Luffy, cariño, debes soltar a Law —habló Hancock con dulzura, pero no surtió efecto.

—Luffy, suéltale ya, le haces daño —ordenó Sabo con su amable tono de hermano mayor que Luffy no podía ignorar y le soltó para abrazarse a Hancock, quien comenzó a acariciar su cabello a modo de consuelo.

Con ayuda de Marco, terminó por informar a grandes rasgos los diversos pronósticos posibles y respondió las preguntas que iban surgiendo de forma esporádica mientras hablaban.

A su modo, cada uno de los presentes expresó su apoyo y pidieron que, por favor, se les mantuviera informados del resultado de los exámenes. Al fin y al cabo, ellos eran su familia, una familia muy grande y ruidosa, formada a base de una fuerte y duradera amistad.

***

De camino a casa se quedó dormido con el ronroneo apacible del motor y la música suave que su novio tenía de fondo.

Kid iba atento al camino, la verdad es que, aunque no lo pareciera, era un conductor responsable —tanto así que en la fiesta sólo había tomado cerveza sin alcohol—, por lo que se dedicaba a observarle dormir cada que les tocaba un semáforo en rojo, fijándose en cada detalle de sus facciones.

Notaba el cansancio de Law, las eternas ojeras que adornaban sus ojos estaban más marcadas que de costumbre, pero, aun así, le parecía un hombre perfecto, perfecto para él.

Cuando llegaron al edificio y se estacionaron, Kid bajó del auto y abrió su puerta para despertarle con suavidad. Se removió despacio en su sitio y le regaló una sonrisa un tanto somnolienta.

—Lo siento, te dejé manejando solo —Kid sonrió de vuelta.

—Tonto, no te preocupes por cosas tan insignificantes —le tendió una mano para ayudarle a salir—, vamos.

—Que principesco —se burló Law con una sonrisa, disfrutando ver el rostro avergonzado de Kid, y aceptó su mano para ponerse de pie—, gracias —dijo para luego besar su mejilla.

Kid negó con su cabeza y después de poner la alarma del vehículo caminó abrazándole por la espalda hasta el ascensor que los llevaría hasta el piso de su departamento.

Al entrar, Kid le pidió que tomara asiento en el sofá —sólo dame un minuto y ya regreso, no te duermas—, vio a Kid entrar en la habitación, se sentó donde le había indicado y esperó.

Minutos después, Kid volvió, un poco más ordenado de cómo estaba hacía unos minutos atrás y carraspeó para llamar su atención. Se veía un tanto abochornado; y tierno, ante sus ojos.

—Estaba… —carraspeó nuevamente—, estaba planeando entregarte esto en un “momento especial” —dijo haciendo las comillas con sus dedos—, quería hacer algo estúpidamente cursi, que, posiblemente, me dejaría en ridículo —suspiró—, pero no quiero esperar —se miraron unos segundos a los ojos—, ok. No te rías —advirtió mientras se ponía de rodillas.

—Kid…

—Trafalgar D. Water Law… te amo, mucho más de lo que pude haber llegado a imaginar jamás, y quiero pasar todos los días que me quedan por vivir a tu lado, así que… —aguantó la respiración, expectante, mientras Kid metía la mano a su bolsillo y sacaba una pequeña caja de terciopelo negro que terminó por abrir frente a sus ojos. Sintió que la velocidad de su corazón se disparaba y sus ojos se humedecían debido a la felicidad—. Law ¿podrías hacerme el hombre más feliz sobre la tierra y casarte conmigo?

—Por todos los cielos, Kid… —logró articular antes de lanzarse a sus brazos y besarle de forma apasionada.

—¿Eso es un sí? —preguntó entre risas cuando terminaron de besarse.

—No —negó mientras esbozaba una sonrisa.

—Me estas jodiendo… —aseguró Kid con el pánico reflejándose en su rostro y no pudo evitar comenzar a reír.

—Claro que sí, tonto-ya, por supuesto que acepto casarme contigo —concluyó apoyando su frente contra la de Kid.

La sesión de besos que comenzaron en la sala se trasladó hasta la habitación, donde, a pesar del cansancio, se demostraron lo mucho que se amaban.

***

La mañana del día domingo la pasaron entre mimos y arrumacos. En el ambiente se podía respirar la felicidad que sentían los, ahora, prometidos.

—Ya le dije a Killer que mañana me tomaré el día libre para ir contigo al hospital —habló Kid mientras le hacía cosquillas en el cuello con la nariz. Estaban acurrucados en la cama, y Kid le abrazaba por la espalda mientras el jugueteaba con sus manos en su regazo.

—Mmmm…

—¿Qué piensas?

—En que, tendremos que pensar en qué hacer en caso de que necesite tomar algún tratamiento invasivo…

—¿Qué hacer de qué? —preguntó Kid con duda.

—Esos, tratamientos, suelen dejar a los pacientes un tanto… afectados. Por lo que, en ocasiones, se requiere hospitalización, por los cuidados y las posibles complicaciones.

—Es una locura —replicó—, yo puedo quedarme a cuidarte.

—Eso sí es una locura. No puedes dejar de lado tu trabajo.

—Claro que puedo, soy el jefe —replicó nuevamente.

—Y precisamente por eso no puedes. Tienes responsabilidades, y no las dejarás de lado por mí.

—Haría lo que sea por ti, mataría por ti, pídeme que mate por ti —no pudo evitar reír ante la referencia y negó mientras se soltaba de su agarre para mirarle de frente.

—Hablo en serio —Kid hizo una mueca de desagrado que le pareció adorable—, si o si tendré que pasar algunos periodos de tiempo en el hospital… —Kid suspiró y le acomodó el cabello por detrás de la oreja, mientras le miraba con ternura —se sentirá extraño ver a mis compañeros de trabajo desde el otro lado… ¿Sabes a lo que me refiero?

—Sí, creo que lo entiendo —Kid se impulsó un poco hacia adelante para atraparle en un abrazo y respiró profundo—. Entonces, iré a verte todos los días.

—Te estaré esperando en el horario de visitas.

—¿No hay posibilidad de que tengas visitas extendidas? ¿Algo así como un beneficio por ser trabajador del hospital? Visitas maritales, como en las cárceles —no pudo evitar reír nuevamente—, ¿Puedo hacerte una confesión?

—Claro, te escucho.

—Tengo miedo —respiró profundo y sintió como un escalofrío recorría su columna vertebral al oír sus palabras—, me aterra la idea de perderte.

—Kid…

—Cuando te dije que quería pasar el resto de mis días a tu lado, lo decía en serio. Así que no puedes morir antes que yo ¿Entendido?

—No hagas eso, sabes que no puedo prometer algo así —dijo algo desanimado. Estiró uno de sus brazos y leyó las letras tatuadas en su mano—. En este minuto mi vida no está en mis manos —se deshizo con cuidado el abrazo y tomó las manos de Kid entre las suyas—. Para expresarlo, en otros términos, ahora soy como uno de tus clientes: Te llevo mi auto, me dices que es lo que tiene y me presentas el plan de trabajo, yo puedo decidir qué se hace y qué no, pero que quede bien es tu deber, no mío. Así que, espero llegar a manos de un buen mecánico. 

Kid se perdió por unos instantes en los orbes grises de Law, lo amaba, amaba todo de él, no podía pensar en algo que le desagradara de su persona. Su actitud, sus gestos, su forma de expresarse y desenvolverse… ¿Qué haría si algo salía mal? No, definitivamente no podía, ni quería, pensar en eso. 

—Está bien, entonces buscaremos un buen mecánico —besó su frente—, pero ahora es tiempo de cocinar. ¿Qué quieres comer hoy?

—Lee mi mente —pidió Law con una sonrisa mientras se estiraba.

—Mmmm… —Kid se llevó las manos a la cabeza de forma pensativa— ¿Pescado a la plancha con arroz?

—Amo que leas mi mente.

—Lo sé, tus ojos sonríen cuando lo hago.

—Eres tan cursi, Eustass-ya —dijo risueño mientras se ponía de pie.

—Hace siglos que no me llamabas así.

—En ocasiones es bueno recordar nuestros inicios —le dio un fugaz beso en los labios—. Iré a darme una ducha. 

Kid sonrió y se encaminó a la cocina mientras Law entraba al baño. “Nuestros inicios…” pensó mientras comenzaba a cocinar y sonrió al recordar que, en su primer encuentro, lo primero que hicieron fue discutir y mandarse a la mierda. De eso ya habían pasado 8 años y en unas semanas más cumplirían 5 años de noviazgo. Sus amigos iban a matarlo por haber arruinado la petición de matrimonio que tenía preparada —creo que debería avisarles que ya no es necesario seguir ensayando—, se dijo a sí mismo con una gran sonrisa al ver el anillo en su mano. 

***

Kid entró a la habitación al mismo tiempo que él salía del baño. Llevaba una toalla a la cadera y con otra se secaba el cabello. Kid le miró con sorpresa y se acercó a él con evidente preocupación.

—¿Qué pasa?

—¿Puedes darte la vuelta?

—¿Qué?

—Que te gires un poco —le tomó con suavidad del hombro para indicarle hacia dónde y observó su cuerpo con detenimiento.

—¿Qué tanto ves? —le miró extrañado.

—Creo... Creo que anoche fui más brusco de lo que debería...

—¿Qué? —abrió la puerta del armario y se miró en el espejo de cuerpo completo. Los dedos de Kid estaban marcados en su cadera. Tocó con detenimiento los moretones, prácticamente no dolía. Suspiró —tranquilo, no fuiste brusco, esto es… normal…—, le dedicó una sonrisa, pero Kid no se veía convencido de sus palabras —hey, está bien, no es algo tan grave.

—Se ve doloroso.

—No, no duele. Solo se ve… algo feo. Pero no duele —la expresión de preocupación seguía presente—. Kid, te estoy diciendo la verdad, no duele —agregó nuevamente mientras se ponía una camiseta.

—Está bien —dijo con algo de pesar—. Ya le falta poco a la comida.

—Entonces terminaré de vestirme, tengo hambre —Kid sonrió ante lo último, le alegraba saber que por lo menos su apetito había regresado.

—Ok, te espero en la cocina —besó su frente y salió de la habitación.

***

La comida estaba realmente sabrosa, y así se lo hizo saber a Kid, quien sonrió satisfecho y feliz ante sus palabras.

—Quiero ir a un lugar después de comer… —soltó de repente.

—¿Dónde quieres ir? —preguntó Kid con curiosidad.

—Al cementerio —Kid se atragantó con su comida y comenzó a toser. Con calma, le acercó un vaso con jugo para que bebiera.

—¿A qué quieres ir al cementerio? —preguntó con algo de ansiedad cuando logró despejar su garganta.

—Quiero visitar a Corazón —le sostuvo la mirada y asintió.

Kid sabía que ese hombre había sido importante en la vida de Law, pero él jamás le había pedido que le acompañara a visitar su tumba, por lo demás, no conocía todos los detalles de su historia, así que no sabía cómo sentirse respecto a ese sujeto, aunque, tampoco es como si importara realmente.

***

El cementerio en el que descansaban los restos de Corazón era como un gran parque en el que predominaba el color verde. Compraron un racimo de flores en la entrada y Kid siguió a Law en silencio, el lugar podía ser hermoso, pero no terminaba de gustarle.

Se detuvieron frente a una lápida de mármol. “Donquixote Rosinante (Corazón)” se podía leer en una bella letra cursiva junto a las fechas de nacimiento y defunción.

—Hola, Cora-san, perdón por dejar pasar tanto tiempo desde la última vez —habló mientras comenzaba a cambiar las flores con ayuda de Kid—. Sabes que generalmente vengo cuando tengo cosas importantes que decir y precisamente hoy es uno de esos días —se tomó unos segundos antes de continuar—. Tengo dos noticias, una buena y una mala. Como sé que te gustan los finales felices, comenzaré por la mala.

Kid le observaba con atención, podía notar el cariño que reflejaban los ojos de Law. Era poco usual que le hablara con tanta calidez a alguien que no fuera él.

—Estoy enfermo —continuó—, al parecer es la misma enfermedad que tenía Lami, pero no puedo asegurarlo todavía. En fin, quiero creer que todo saldrá bien, así que, por favor, no te preocupes demasiado —agregó con una sonrisa mientras encendía un incienso y se ponía de rodillas.

Kid, quien no estaba acostumbrado a visitar ese tipo de sitios, decidió imitarle y se arrodilló a su lado. Law le regaló una sonrisa, le tomó de la mano y entrelazó sus dedos —yo creo que ya lo preocupaste, mejor cuéntale la buena noticia.

—Oh si… Kid ha tenido la desfachatez de pedirme matrimonio. ¿Puedes creerlo?

—¡Oye! —se quejó.

—Y como le he dicho que sí he decidido que ya era tiempo de presentártelo como corresponde —apoyó su mano libre en el mármol—. Lo amo, Cora-san, y me hace inmensamente feliz —finalizó mirando a Kid a los ojos.

—¿Debo pedir su bendición? —preguntó Kid y Law negó divertido.

—No creo que sea necesario. Corazón no es mi padre, pero si fue una de las personas más importantes de mi vida. Él me enseñó que, a pesar de todo lo malo que hay en el mundo, y a pesar de las dificultades que puedas encontrar en el camino, siempre debes seguir adelante, sacando lo mejor de cada momento. Y en este momento, lo mejor de mi vida, eres tú, Así que quería presumirte ante él —Kid se sintió sobrecogido ante sus palabras.

—Ok… entonces, Corazón —habló con decisión—, me hubiera gustado conocerte en vida, lamento que no haya podido ser. De todas formas, aprovechando que estoy aquí, quiero hacerte una promesa —tomó aire—. De hoy en adelante, sin importar las adversidades, dedicaré mi vida a hacer que Law sea feliz —terminó, dejando un beso en la mano que Law llevaba su anillo.

El camino de regreso a casa fue agradable, pasaron a comprar unos “snacks saludables” y al llegar se acurrucaron en el sofá a ver una película. Law, a pesar de su palidez, se veía feliz y eso para Kid era una buena señal.  

 

Continuará… >>

Notas finales:

Gracias por leer!

 


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