--Entonces, ya no verás a tus amantes de turno
Cruzando el país en el avión presidencial se fue la mayoría del día. Planificando obras, escuchando al pueblo y tras una reunión con las fuerzas armadas, ya iba de retorno a la capital. El que hizo la pregunta, era su asistente. Emilia también escuchaba en silencio.
Desde el inicio de su mandato, ellos eran los pilares detrás de su imagen. Conocían lo necesario sobre su vida, una de esas cosas eran los amantes ocasionales y la entrada de Dario en el panorama.
--No piensas obligarlo.
Periódicos de todo el mundo descansaban sobre la mesa.
--Señor presidente, sabe que no hay nada que un alfa negaría a su omega.
--Y viceversa—agregó Juan con descaro—El pobre chico es más humano. Ya sabes del contexto en el que crecen las personas de campo. Los lugareños evitan que alfas jóvenes prosigan su desarrollo, los lideres ven en ellos una amenaza que debe ser neutralizada.
--Eso suena tan injusto—se quejó Emilia.
--Por eso buscan irse a las grandes ciudades, allí se establecen y continua el circulo vicioso.
--Pero Dario no salió del pueblo por ese motivo.
Juan se aflojó la corbata.
--Tiene un motivo por el cual quedarse. Una chica omega.
Emilia estaba impactada por esa nueva información.
--No bromeaba con escapar.
--Él tiene su propio vigilante. Un grupo que le sigue a todas partes.
El secretario dio su opinión.
--Dudo que este feliz con tu decisión.
Juan, en un gesto infantil, prefirió observar el cielo desde la ventana del avión a soportar la curiosa mirada del que preguntó.
--Me da igual. Su grupito intentó hacer disturbios, lo que necesitaba era una buena paliza. Una donde lo enderezaran, sabes muy bien el pensamiento que tengo acerca de ellos.
--Oh, existen muchos mitos sobre tu trabajo vengando a las victimas de las marchas.
--Por favor, evitemos ese tema. Emilia es muy joven para escucharlo.
Emilia mantenía una imagen casualmente perfecta. El uniforme de servicio y el cabello oscuro peinado hacia atrás.
--Conozco muchas cosas. No me trates como una niña, cuando el verdadero casi niño está encerrado en el palacio de gobierno.
El secretario obtuvo un color de piel enfermizo.
--Ay, eso me provoca un gran dolor de cabeza. ¿Estás seguro que no lo tocarás?
Juan dio un breve gesto afirmativo.
--Sigo sin tener un verdadero vinculo con ese cultivador. Me atrae, no lo niego, pero no lo buscaría si no fuera por el destino que me ha unido a él.
El secretario hizo caso omiso a esas palabras.
--Tampoco es que sea de mal ver—argumentó con duda—Molestan mucho con la necesidad de alfas para los omegas de la clase social alta.
--¿Lo has visto en persona? —preguntó Juan.
--No, pero los rumores son rápidos. Dicen que es muy bello, igual que un omega.
--Su belleza está compensada con una habilidad de sacarte de las casillas.--tronó los dedos en ademan para nivelar su compostura--No te dejes llevar solo por una cara bonita.
--Dijo el experto--cantó Emilia-- Disculpará, señor presidente. Estuve presente en el momento en que conoció a Dario, fue como si el universo se hubiera detenido para usted.