Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La Madre de los Príncipes de la Calamidad. por Keiko Midori 0018

[Reviews - 89]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Inuyasha no pudo entrar a ver al Rey Demonio, las doncellas no se lo habían permitido debido a que había empeorado. Simplemente se había recargado contra el muro junto a la puerta y se había deslizado hacia abajo, abrazando sus piernas, algo que hacía cuando se sentía triste y solo. Inuyasha no dejó de preguntarse por su actitud tan diferente en torno al Rey Demonio, estaba confundido y odiaba sentirse así. Pero como lo hacía siempre, dejó de pensar en ello y solo se dedicó a esperar. Luego de un rato, alguien llegó a su lado.

―Lo siento. ―Habló la hechicera y se paró junto a Inuyasha, también se recargó contra el muro. 

―No importa, ya pasó de todas formas. ―Contestó Inuyasha. No desvió su mirada del suelo.

―Hace mucho tiempo, en épocas ya olvidadas, no había distinción ni bandos. Los humanos vivían juntos en armonía y los demonios no existían. ―Empezó a relatar la mujer con voz tranquila, Inuyasha solo la escuchó en silencio. ―Todo era común pero la ambición por el poder, llevó a un grupo de humanos a desearlo con anhelo. Desearon no tener debilidades, tener poderes que los distinguieran de los demás y se llenaron de maldad. Todo eso se les fue otorgado. Nadie sabe como pasó, un día simplemente aparecieron los primeros demonios, seres superiores a los humanos y eso provocó sus disputas. Pero, todo tiene un precio y los demonios tuvieron que pagarlo. 

―¿Y cual era ese precio?.

―Ellos entregaron sus lágrimas. ―Contestó ante el interés que Inuyasha empezó a presentar por su historia. ―Para muchos las lágrimas son símbolo de debilidad, para otros son un bálsamo liberador. Las lágrimas pueden mostrar una infinidad de emociones, ya sea dolor o felicidad, tristeza o enojo. Por esa razón, cuando un demonio crece, pierde la capacidad de llorar. Mientras un humano puede liberar sus emociones mediante lágrimas, los demonios lo hacemos con la ira. Para nosotros, llorar es una debilidad que no podemos darnos el lujo de tener, el poder es algo que se aprecia entre nosotros. 

Inuyasha escuchó la historia y la analizó, era una leyenda que se pasaba de generación en generación. 

―¿Y por qué me cuentas todo esto?.

―Tú eres la prueba viviente de mi fracaso, eres el producto de siglos de enseñanzas y dedicación fallidos. Por primera vez tuve la oportunidad de ayudar a mis hermanos más allá de curar sus heridas y aconsejar, pero fallé de forma patética. ―La mujer peinó su flequillo hacia atrás con frustración. ―Y aún así, eres el único ser que a pesar de ser tan débil, ha demostrado una fortaleza inmesurable. Alguien que no necesita tener fuerza sobrenatural para enfrentarse a todo un grupo de demonios sin temor. A pesar de ser tan frágil, fuiste capaz de enfrentar al Rey Demonio sin miedo y no solo eso, sino que también lo sacaste de su eterna amargura. Y como lo dije antes, los demonios valoramos la fuerza. 

Gracias a esas palabras, Inuyasha se permitió desviar la vista del suelo y mirar a la hechicera. Ni siquiera sabía como tomar esas palabras, no sabía ni que decir.

―Me he disculpado por equivocarme, nosotros no te dimos el respeto, tú te lo ganaste con la fuerza que posees. Demostraste muchas cosas desde que llegaste, a pesar de que tu venida fue un error, no me arrepiento de haberte convocado. Es por eso que te pido perdón, no supe controlar mi actitud ni mis palabras. Eso es porque no tengo la misma fuerza que tú, tengo miedo de lo que pasará.

―¿Como es que un demonio puede llegar a tener miedo? ¡Podrías matar cualquier cosa con solo un golpe!. ―La exaltación de Inuyasha hizo sonreír a la hechicera. La imitó, la tensión estaba cediendo.

―Porque si él muere, yo me quedaré completamente sola. He estado junto a Sesshomaru desde mucho antes de esta guerra, él junto a mi antecesora. Cuando la guerra comenzó, solo los tuve a ellos. Hemos estado juntos desde entonces y él es todo lo que me queda, sin él nada me ataría a este mundo. Tengo tanto miedo de abrir esa puerta y darme cuenta que lo único que me da esperanza, desaparezca ante mis ojos sin poderlo evitar. Sé que no debí hablarte así, tampoco debía menospreciarte, ni seguir forzándote a barbarie y media, pero la desesperación me dominó. 

―No sé que clase de relación tengan y no voy a preguntar, pero si sé una cosa y es que él va a levantarse. ―Inuyasha se levantó del suelo y sacudió sus ropas. ―Por eso debemos prepararnos, estará furioso con cada uno de nosotros por haberlo desobedecido. Ya lo verás, pronto seguirá siendo tan molesto como de costumbre.

Los ánimos se calmaron e Inuyasha notó que la hechicera ya no lo veía con hostilidad, sonrió por ello. No quería estar enfadado con la persona que le permitió experimentar la felicidad de una familia, aunque solo sea por tiempo limitado. No hablaron mucho, la mujer se fue para coordinar los movimientos que tomarían ahora que los humanos sabían de su estrategia. 

Inuyasha se quedó por un rato junto a la habitación del Rey Demonio, hasta que el médico salió con mala cara.

―¿Ya está mejor?.

―No ha habido avance, todo lo contrario, alteza. ―El demonio suspiró. ―Nuestro rey aún vive por ahora, pero es posible que ya no despierte. El veneno lo está matando, es solo cuestión de tiempo para que muera.

Inuyasha no escuchó nada más, entró con la expresión perdida hacia donde el Rey Demonio descansaba. No supo como terminó arrodillado junto a la cama, pero hizo lo único que creyó conveniente. Inuyasha empezó a insultar al demonio y a reprocharle su comportamiento, pero no hubo ni una sola reacción. Le gritó con desesperación y cuando su voz se quebró, solamente sostuvo la fría mano y lloró como nunca antes lo había hecho. Inuyasha le temía a la muerte, pero no a la de sí mismo, sino que a la de sus allegados. Esa era la razón por la cual nunca llegó a relacionarse con nadie en su mundo. Después de la muerte de sus padres, había empezado a temer a la soledad y vacío que dejaban los que partían. Pero pensar que ya no recibiría miradas de desagrado, indiferencia, fastidio e ira de parte de ese demonio, hizo que Inuyasha sufriera mucho más de lo que imaginó.

Inuyasha no sabía por qué el Rey Demonio le había dicho aquellas palabras cuando estaban en la ciudad humana, tampoco el porqué de su ligera desesperación o su mirada cargada de alivio. Pero esa era la primera vez que Inuyasha se sintió querido, algo mucho más que una simple herramienta y necesitaba volver a sentirse de ese modo, lo deseaba. Pero por su propio orgullo había provocado múltiples desgracias. Y siendo un humano débil en un mundo extraño, no había nada que pudiera hacer más que encerrarse y llorar como un niño desconsolado. Inuyasha se creía fuerte pero no lo era, no se sentía así.

Sosteniendo la mano del Rey Demonio entre las suyas, Inuyasha se quedó dormido en la misma posición.

Cuando la noche llegó, Inu no Taisho entró al lugar en donde sus padres estaban y traía consigo a su pequeño hermano. El primer príncipe pudo notar en el lugar un ligero aroma a muerte, imperceptible pero ahí estaba, también el aroma desagradable a veneno. También pudo darse cuenta de que su padre estaba muriendo lentamente y era posible que no vería llegar el amanecer. Por esa razón Inu no Taisho llevó a su hermano a verlo, sentía que debía estar con él en sus últimos momentos. Pero cuando el príncipe vio la posición de Inuyasha, dejó al bebé en la cama y con cuidado alzó a su madre, mas el agarre de Inuyasha no liberó la mano del Rey Demonio. Simplemente el príncipe acostó a Inuyasha junto al Rey Demonio y cuando lo vio aferrarse a su brazo sin darse cuenta, sintió pena por él.

Inu no Taisho vio como su hermano gateaba hasta llegar a la pequeña separación del Rey Demonio y su madre, terminó acurrucándose ahí. Caminó hacia el lado contrario y se arrodilló junto a la cama, le habló a su padre esperando ser escuchado.

―Juro que voy a protegerlos en su nombre y esta vez, no voy a fallar. ―Decidió retirarse aún con el dolor de su alma que no podía ser liberado. Al levantarse del suelo y darle la espalda a la que hubiera sido una hermosa escena familiar si no estuvieran en esas terribles circunstancias, volvió a hablar. ―Lamento no haber sido digno de ser llamado su hijo.

El prime príncipe abandonó el lugar y con la presión demoníaca que llegaba a ser pesada, nadie se atrevió a hablarle al que sería su nuevo gobernante. Nadie fue capaz de soportar la energía demoníaca que emanaba el príncipe que era causada por su dolor y aunque muchos trataban de comprenderlo, ni un alma fue capaz de pasar a su lado sin sentirse asfixiado. El príncipe abandonó los terrenos del castillo y usando su forma colosal, se dirigió lejos de ahí.

Varias ciudades tanto humanas como demoníacas reportaron una inmensa intención asesina en los alrededores que causó alarma a la multitud. El pánico provocado por ello se extendió por todos lados. Mas nadie sabía que solo era un adolescente que se culpaba por la posible muerte de su padre y el dolor de su madre, era la culpa que un joven príncipe que se odiaba a sí mismo por no haber sido lo suficientemente fuerte para proteger a su familia y provocar que su pequeño hermano resultara huérfano. 

Solo era un demonio joven que no era capaz de llorar para liberar su dolor y arrepentimiento. Bajo el firmamento estrellado como único testigo, el primer Príncipe de la Calamidad destruyó todo a su paso tratando encontrar la forma de liberar su dolor.

Cuando la mañana llegó junto a la tranquilidad que la noche se había llevado, el ambiente en el castillo de los demonios se mantenía fúnebre. Mientras que en los aposentos reales, Inuyasha empezó a despertar gracias a la claridad del día.

Como ya había pasado antes, Inuyasha despertó con los ojos hinchados y una jaqueca dolorosa. Estaba seguro de que su aspecto era tan terrible como el dolor que sentía. Pero, al darse cuenta que estaba durmiendo en la cama del Rey Demonio y usando el brazo del mismo como almohada, le hizo recordar la situación. Y con temor a no recibir respuesta, Inuyasha empezó a llamar al demonio que estaba acostado a su lado. No hubo respuesta, ni siquiera a los insultos que soltó en un vano intento de hacerlo enojar.

Inuyasha se dió por vencido y retrocedió, no bajó de la cama pero tampoco dejó de mirar al Rey Demonio. Se veía tan etéreo como de costumbre, su expresión tranquila usual pero sus ojos cerrados le causaban un extraño malestar a Inuyasha. Pero, entre más doloroso empezaba a sentirse el sentimiento que estaba dominándolo, Inuyasha se dijo a sí mismo que no dejaría de pelear. Y mientras miraba al demonio con el ceño fruncido, Inuyasha recordó que estaba en un mundo en donde la magia era posible. Un lugar en donde una pequeña crema curaba heridas leves, en donde las personas con afinidad a la magia podían curar heridas graves y más, todo eso hizo que Inuyasha recordara que en su mundo también se mencionaba la magia en los libros. Al recordarlo, Inuyasha se armó de valor y se inclinó sobre el Rey Demonio, le dio un beso justo como los cuentos. Inuyasha colocó todas sus esperanzas en ese gesto, cuando sintió una mano conocida en su cintura, empezó a sentir como su beso era correspondido. 

Por mucho que Inuyasha quiso apartarse, no tenía la suficiente fuerza de voluntad para hacerlo. Cuando sus lágrimas empezaron a ser libres mientras ese beso se volvía más profundo, Inuyasha agradeció a quien fuera que le escuchara, por haberle regresado una parte de su corazón.

Continuará...

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).