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La Madre de los Príncipes de la Calamidad. por Keiko Midori 0018

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Inuyasha y el Rey Demonio protagonizaban una escena que no esperaron, era el primer beso que se daban pese a que ya tenían dos hijos. Inuyasha rompió el beso en el momento en que necesitó respirar y a pesar de eso, había empezado a jadear entre beso y beso. Una vez sentado, limpió su boca y aún perplejo, Inuyasha no pudo dejar de mirar al Rey Demonio. El temido gobernante lucía el mismo vigor de siempre, no parecía haber estado al borde de la muerte. Inuyasha en ese momento pensó que quizá seguía durmiendo, mas su mano temblorosa se acercó al rostro del Rey Demonio y acunó su mejilla, estaba cálida. Esa acción hizo que el Rey Demonio cerrara los ojos y se recargara contra la mano de Inuyasha. 

Inuyasha al ver la reacción del demonio, lo asoció con el comportamiento de un perro y tras meditarlo unos momentos, asumió que sería un algo común considerando su ascendencia canina. Pero tras unos segundos, Inuyasha apartó su mano como si le quemara el contacto y saltó hacia atrás casi cayendo al suelo. 

―¿¡Qué pasa contigo!?. ―Gritó sacando la desesperación que todavía tenía acumulaba. ―¡Se supone que te estabas muriendo!.

―¿Qué te pasa a ti?. ―Repitió el Rey Demonio. ―¡Se supone que el que se estaba muriendo eras tú!. 

Empezaron a gritarse por un rato, todo lo que había pasado fue revelado o al menos lo que Inuyasha pudo recordar. Inuyasha se enteró que Kagome había enviado a un mensajero con la orden de avisar al Rey Demonio lo que había pasado y sobre el estado en el que se encontraba Inuyasha según le había dicho un demonio que había dado el aviso de su ubicación. Al día siguiente, este volvió aún herido después de tantas batallas. Y sin pensárselo siquiera, fue en busca de su reina. Muy a su pesar, el Rey Demonio tuvo que llevar a su hijo. A su vez, Inuyasha le contó todo lo que había pasado en su ausencia, ya sea en la ciudad humana en donde había convivido con el enemigo y lo que se habló en la sala de discusión. Los planteamientos de Kagome enfurecieron al rey, este ya tenía una orden dada con antelación respecto al destino de Inuyasha si llegaba a morir en batalla.

―Deja de llorar. ―Ordenó el Rey Demonio después de terminar de discutir. ―Se supone que eres más fuerte que yo.

―¿Quién está llorando, idiota?. ―Reclamó ahora Inuyasha. Cuando pasó las palmas de sus manos sobre su rostro, se dio cuenta que sus lágrimas aún manchaban sus mejillas. ―¿Como voy a ser más fuerte que tú? Si no fuera útil, ya te habrías desecho de mí.

―Cualquiera que haya tenido la osadía de insultarme, no ha vivido para contarlo. ―Dicho eso, el demonio se levantó de la cama y empezó a quitarse la ropa para ponerse su usual armadura. 

―Espera, ¿como es que sigues vivo? ¡Te vi agonizando! ¡Todos ya te daban por muerto!. ―De un momento a otro, Inuyasha cubrió su boca con evidente sorpresa. ―¿Acaso funcionó?.

―Se resolverá en la sala de discusiones. Vístete decente, el concejo nos espera.

Al escuchar esa frase, Inuyasha se levantó de la cama y notó un cambio de ropa a su lado que le pertenecía. Mientras se vestía, Inuyasha volvió a repetir su pregunta que no fue contestada.

―La Reina de la Calamidad no recibe su título solo por ser la madre de las calamidades. ―Explicó el demonio. ―Su título conlleva a más que simplemente haber dado a luz a los príncipes.

―Habla más claro. ―Se quejó Inuyasha, el Rey Demonio llevó sus dedos al puente de su nariz con notable irritación. Inuyasha estaba más que consciente que era el único que lo llevaba a esos extremos, empezaba a disfrutar eso. 

―Si le digo a tu hijo que atente en contra de tu vida, ¿lo hará?. 

Inuyasha paró en seco lo que hacía y con notable ira, contestó a lo dicho.

―¡Claro que no!. ―Gritó. ―¡Inu no Taisho jamás me haría daño!.

―¿Y si le pides que atente contra mí?.

Inuyasha no supo que contestar a esa pregunta. Estaba seguro que el primer príncipe jamás le haría daño y que buscaría la forma de protegerlo, lo había visto hacerlo. Pero también había visto que Inu no Taisho era capaz de desafiar al Rey Demonio por su causa, Inuyasha supo por boca de Kagome que el príncipe había tenido la intención de enfrentarse a su padre en su nombre. 

―Cada príncipe será más poderoso que cualquier demonio y sus dones aplastarán al enemigo sin piedad. Nadie podría compararseles, unidos serán una fuerza maligna imparable. Y el único ser que será capaz de dominarlos es la Reina Humana de la Calamidad. Ella tendrá el dominio total de las calamidades. 

El Rey Demonio terminó e Inuyasha igual, ambos empezaron a marcharse hacia la sala de discusiones. De un momento a otro, Inuyasha recibió una mirada que le hizo temblar, la ira del Rey Demonio hizo flaquear su voluntad.

―La razón por la cual no debías salir no era porque te tenemos prisionero, es por el poder que posees. Si un humano se entera de tu poder, te usaría como una llave para acceder a las calamidades y grandes problemas surgirán para nosotros. Tú eres la clave para nuestra salvación, pero también para nuestra derrota.

―¿Eres consciente de que podría usar a mi favor esta información para destruirte por todo lo que me has hecho?. ―Inuyasha se cruzó de brazos y se detuvo, desvió la mirada tratando de ignorar sus instintos de supervivencia. El Rey Demonio dio un par de pasos y su intensión asesina se disipó.

―No lo harás.

―¿No me crees capaz?. ―Soltó con ironía una vez calmado. Inuyasha supuso que estaba siendo subestimado. 

―No, yo sé que no lo harías.

―¿A qué te refieres?. ―Inuyasha fue ignorado dado que el Rey Demonio había empezado a caminar tras decir su última frase. Lo siguió sin dejar de preguntarle por sus palabras.

Después de discutir por los pasillos, al menos Inuyasha, llegaron a la sala de discusiones. Inu no Taisho ya los esperaba y con él, el segundo príncipe. Inuyasha se dio cuenta que el príncipe no parecía sorprendido ante la vitalidad del Rey Demonio, supuso que algo había pasado justo antes de que despertara. Pero eso lo sabría durante la discusión, estaba realmente interesado en saberlo y el por qué de la presencia del segundo príncipe que no había dejado de manotear hacia su padre en búsqueda de ser alzado por él. Obviamente, el niño había sido ignorado al igual que Inuyasha que estaba en contra de que el pequeño estuviera en la discusión. Inuyasha sabía que ese lugar no era apto para Izaya considerando eventos pasados.

La familia real entró y los presentes se levantaron de sus asientos. El Rey Demonio se sentó a la cabeza, Inu no Taisho a su lado derecho e Inuyasha se sentó al izquierdo con el segundo príncipe en sus brazos. Los demás los imitaron y el ambiente se tornó tan pesado que nadie pudo alzar la mirada, todo provocado por el rey, ni siquiera Inuyasha se salvó de ello. La presión emitida por el Rey Demonio no afectó a los príncipes y el silencio en la sala era opacado por los balbuceos de Izaya quien trataba inútilmente de llamar la atención de su padre.

―¿Cual era la orden que dí en caso de que muriera en batalla?. ―Comenzó el Rey Demonio. Su voz había sobresaltado a los presentes y la voz baja de Kagome respondió a su pregunta.

―Salvaguardar a la reina en un lugar seguro y hacer hasta lo imposible por regresarlo a su mundo... ―Los ancianos e Inuyasha temblaron ante el resoplido de su gobernante, Kagome continuó con su respuesta. ―Esa fue la voluntad de nuestro señor.

Las garras de la mano derecha del Rey Demonio rasgaron la mesa que había sido reemplazada con antelación, el sonido estridente empeoró el ambiente del lugar. 

―Dejé una orden y deliberadamente la desobedecieron. ―El enfado en su voz era palpable, nadie contestó. ―No le pides a una madre que haga tal bajeza, ni siquiera en estas circunstancias. ¿Qué somos? ¿Bestias?. ―Una vez más, nadie se atrevió a contestar. Ni siquiera Inuyasha fue capaz de hablar, todos temían al aura de furia que el Rey Demonio estaba dejando ver.―Estamos buscando la libertad de nuestros hermanos, no nos volveremos codiciosos y egoístas como los humanos. Si algo así vuelve a suceder, no me culpen si mis garras se manchan de sangre.

Las discusiones comenzaron, el concejo se oponía a estar por debajo de un humano. Y muchos estaban más que sorprendidos por la actitud de su rey, ese demonio era capaz de sacrificarse por su gente si llegara el momento, mas en esa ocasión los amenazó con tal de proteger a un humano que ya había estado causando problemas desde su arribo. Eso último causó la indignación de los presentes. El ruido excesivo empezó a alterar a Izaya, Inuyasha se la pasó tratando de calmarlo y el príncipe estaba a la espera de alguna orden. Un «¡Silencio!» de parte del Rey Demonio trajo nuevamente la paz al lugar, finalmente aceptó alzar a su segundo hijo para que dejara de mostrar incomodidad ante el ruido y las presencias extrañas.

―Pasemos a temas de interés, me parece que ha quedado en claro mi orden. 

Nadie podía dejar de ver al Rey Demonio sin estar perplejo, el demonio lucía tan amenazante como siempre pero la pequeña cría jugueteando con su cabello era algo inusual y nunca esperado. El Rey Demonio había empezado a tamborilear los dedos de su mano derecha contra la madera de la mesa, mientras su otra extremidad sostenía al niño. Inuyasha no entendía como era que alguien podía verse intimidante y adorable a la vez, por esa razón lamentaba no tener su teléfono para conservar ese momento.

Gracias a que el Rey Demonio sostenía a su hijo, su aura demoníaca se estabilizó y permitió a los demás tranquilizarse. Aunque seguían viendo como el segundo príncipe jaloneaba e incluso se llevaba a la boca los mechones blanco platinado de su padre. Inuyasha tuvo que reprimir su risa tras las anchas mangas de su ropa. El Rey Demonio terminó por carraspear para que las miradas se enfocaran en él y no en el niño.

―Los cité aquí para darles la noticia que nos beneficiará en demasía. Los príncipes han revelado al fin sus dones y realmente serán de ayuda. ―Las exclamaciones de sorpresa aparecieron y el Rey Demonio se levantó, el primer príncipe lo imitó. ―Inu no Taisho, el primer príncipe, destruyó la barrera mágica que protegía la ciudad humana que está al final del bosque. Y como todos sabemos, eso era imposible para nosotros.

El Rey Demonio contó sin detalles lo que había pasado, aunque muchos dijeron que todo había sido planeado por su reina para escapar, la mirada amenazante tanto de su rey como de su príncipe los calló. Inuyasha pudo notar por primera vez el verdadero orgullo del padre por su hijo, pudo ver que Inu no Taisho realmente estaba feliz sin dejarlo ver en su expresión. El Rey Demonio estaba elogiando el poder de su hijo e Inuyasha solo pudo sentirse orgulloso de Inu no Taisho, tanto que ignoró que muchos murmuraban en su contra. 

La emoción de ver a Inu no Taisho siendo reconocido, no borró la curiosidad de Inuyasha al haber escuchado que ambos niños habían revelado el poder de su mezcla humana y demoníaca. Incluso, la curiosidad por haber visto que nadie se sorprendió al ver al Rey Demonio rebosante de vitalidad, seguía presente.

Continuará...

 


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