Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La Madre de los Príncipes de la Calamidad. por Keiko Midori 0018

[Reviews - 89]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Los días después a su encuentro con el Rey Demonio, Inuyasha los sintió tranquilos. El rey ya no se le acercaba, había días en los que ni siquiera se miraban. Inuyasha los aprovechó para mantener la mente ocupada, ya fuera con el concejo o conviviendo con los príncipes. Por que su solución a la escasez de alimento solo era temporal y no podían depender de ella, aunque solo lograron retirar la tierra contaminada de sus terrenos. Gracias a la retirada momentánea de los humanos, podrían reestablecerse, Inuyasha aún no lograba hacer que los cultivos nacieran en esas tierras infértiles, a pesar de que habían retirado todo rastro de veneno. Y tampoco era como si tuviera oportunidad, el Rey Demonio había estipulado que no podía pasar mucho tiempo trabajando y sus escoltas tenían la orden de llevarlo a su habitación cada cierto tiempo para que descansara. Al final Inuyasha solo tenía tiempo para los niños y después era obligado a descansar por su salud. Sin olvidar que la tercera calamidad ya estaba en camino y por esa razón sus cuidados se habían vuelto más estrictos. 

Inuyasha había pasado algunas horas conversando con el concejo, acerca de varios temas e ideas que podrían ayudar en un futuro. En compañía de Kagome, Inuyasha había ayudado al reino por costumbre. Pero como pasaba desde que se había confirmado que el tercer príncipe estaba en gestación, lo habían enviado a descansar. Actualmente la tercera calamidad ya contaba con dos semanas y ya se notaba su sano crecimiento. Como Inuyasha visualmente lo compararía con un aproximado de tres meses, su ropa hacía resaltar la hinchazón de su abdomen que le provocaba molestos síntomas que afortunadamente solo duraban un mes. 

Mientras Inuyasha caminaba hacia sus aposentos y sin la compañía de los escoltas que había ordenado retirar, apenas era mediodía y se sentía cansado. En su camino notó a Izaya unos metros adelante y cargaba consigo lo que parecía ser comida. Inuyasha sabía que el cachorro comía rara vez, a veces solo cinco veces a la semana y lo había visto devorar una gran cantidad de comida la noche anterior, por lo que su comportamiento era raro a su parecer. Pero lo que más resaltaba era que parecía querer ocultarse, mas Inuyasha sabía que su hijo era demasiado torpe como para que el sigilo fuera una de sus cualidades. Cuando lo vio chocar con un muro mientras miraba el lado contrario, hizo que sus sospechas aumentaran. Su cría tramaba algo e iba a averiguarlo, de igual forma Inu no Taisho había salido al exterior para entrenar por la mañana y Rin estaba demasiado ocupada preparándose para ver si podría ser una discípula de Kagome. Sin más, Inuyasha siguió al príncipe y este estaba tan concentrado en querer pasar desapercibido que no lo notó.

Inuyasha siguió al príncipe hasta que lo vio entrar a su habitación, aunque pensó que estaba exagerando con sus sospechas, decidió verificar. Pasó un momento e Inuyasha se acercó a la puerta que lo separaba del príncipe y sus aún desconocidas acciones. Porque Inuyasha sabía que ese cachorro revoltoso estaba tramando algo, su comportamiento no era usual y que robara comida sin pasearse frente a Jaken solo para molestarlo, era una señal. Cuando Inuyasha pegó la oreja a la puerta para tratar de escuchar algo, solo oyó la voz del príncipe. No hubo respuesta, pero sentía que ese niño no estaba solo. Inuyasha se quedó un momento tratando de entender sus palabras, pero era imposible y cuando pensaba rendirse, entendió una frase que lo desubicó: «Si no hacemos ruido, nadie nos descubrirá». Inuyasha casi vomitó sangre de la creciente ira que sintió y sin esperar, abrió la puerta de un solo golpe. Lo que vio en el interior solo aumentó su coraje.

Izaya, el segundo príncipe, tenía amarrado y arrodillado al temido Héroe en su habitación. Inuyasha solo vio a Koga en el suelo y de rodillas mientras una gruesa soga aseguraba sus brazos, su hijo estaba parado frente a él, el humano cautivo y su hijo lo miraron sorprendidos ante su rápida intrusión.

―Bastardo. ―Gruñó Inuyasha. Alzó su puño con unas inmensas ganas de estrellarlo en el rostro ya fanfarrón del enemigo jurado del Rey Demonio. ―¿¡Qué le estás haciendo a mi hijo!?.

Ante su reclamo, Izaya se alejó del hombre en el suelo y cerró la puerta inmediatamente. Inuyasha sentía unas inmensas ganas de matar al hombre que seguía sin moverse, algo raro estaba pasando y sus ansias asesinas solo podían calmarse con la sangre del moreno de ojos azules. 

―¿Tú que crees, bestia?. ―Farfulló el Héroe y su voz cargada de sorna solo irritó más a Inuyasha. 

―Madre, lo encontré merodeando en los pasillos. ―Explicó Izaya rápidamente mientras se aferraba al brazo de su madre. Eso no calmó ni un poco a Inuyasha. 

Inuyasha no sabía qué hacía el enemigo del Rey Demonio merodeando dentro de su territorio, pero ese hombre estaba destinado a matarlo y eso incluía a las Calamidades. Koga, el Héroe, era sin duda un humano que podría enfrentarse en un combate con el Rey Demonio y que estuviera con su hijo era preocupante, Izaya no poseía ninguna experiencia en combate más que en sus entrenamientos. Al principio había creído que alguien se estaba aprovechando de la ingenuidad de su hijo y de hecho, estaba pasando, pero no de la forma en la que estaba pensando en un principio. Claramente Inuyasha pudo notar que Koga ya se había soltado y que solo simulaba estar amarrado, era de esperarse considerando que su título no había sido dado en vano. Antes de que Inuyasha empezara a maldecir, Izaya volvió a llamar su atención y al ver la expresión del príncipe, Inuyasha terminó por respirar profundo y escuchar la explicación. Tampoco podía seguir alterándose.

―Dime lo que ocurre, Izaya. ―Habló empezando a serenarse. ―Anda, no voy a enojarme contigo. 

―Yo estaba yendo a mis clases cuando lo vi ocultándose en las sombras, lo seguí y logré atraparlo. ―Respondió el príncipe. ―¿Puedo conservarlo? ¡Prometo limpiar todo lo que ensucie!.

Y esa última frase bastó para que Inuyasha soltara una carcajada, la expresión de Koga solo avivó sus ganas de reírse. Izaya estaba tomando al humano más respetado y que solo estaba debajo del rey, como su mascota. No pudiendo perder la oportunidad, Inuyasha se aprovechó de la situación.

―Izaya, no puedes recoger cualquier alimaña que encuentres merodeando por el lugar. ―Inuyasha reprimió una nueva risa y la expresión de Koga no estaba ayudando. ―Está sucio y no sabemos en donde se metió, es posible que hasta tenga pulgas.

―Ten más respeto mocoso, hasta hace poco te cargaba en mis brazos. ―Gruñó Koga al príncipe. 

―Qué irónico, al día siguiente trataste de matarlo. ―Contraatacó Inuyasha, volviendo a la seriedad. ―Deja de jugar Koga, ¿Qué es lo que quieres?.

―Ya supéralo, ya pasó mucho tiempo. ―Respondió Koga levantándose del suelo y tirando la soga hacia un lado. La expresión sorprendida de Izaya provocó que Inuyasha se golpeara la frente. ―Solo vine de paseo.

―Una palabra mía y tendrás todo un ejército rodeándote, Koga. Será mejor que no tientes a tu suerte. ―Se cruzó de brazos, acentuando inconscientemente su estado.

―Vaya, habiendo tanto en este mundo y terminaste como la esposa de un tipo que tiene menos expresiones que una roca. ―Se río con fuerza. ―Y no perdieron el tiempo.

Izaya detuvo a su madre que parecía querer saltarle encima al hombre que reía. No era recomendable que lo hiciera o podría lastimar al tercero. Cuando Inuyasha se calmó, vio como Koga volaba por los aires y se estrellaba contra un muro, un golpe demasiado fuerte y doloroso. Un segundo después, Inu no Taisho estaba parado frente a ellos con su espada en la mano, cubriéndolos de la vista del Héroe.

―Lleva a madre a un lugar seguro y avisa a padre que estamos bajo ataque. ―Ordenó el primer príncipe a su hermano, sin quitar su fiera expresión del intruso.

―Deberé agradecer a Ayame la protección extra. ―Murmuró Koga mientras se levantaba del suelo, sintiendo el sabor metálico de su sangre en la boca. ―Eres como tu madre, solo saben golpear sin razón.

―Déjalo, Inu no Taisho, no te manches las manos con este tipo. ―Inuyasha tomó la mano del príncipe que sostenía la espada y una mirada bastó para que la enfundara. ―No hagas más largo esto, Koga. 

El Héroe solo repitió la misma excusa por unos minutos más, Inuyasha ya estaba a nada de mandarlo al calabozo para que fuera torturado. Ambos príncipes estaban a la espera de alguna indicación, aunque Inu no Taisho se preguntó por qué no podía sentir la presencia del Héroe o su olor, supuso que esa era una razón por la cual su padre aún no aparecía. Sin embargo, el primer príncipe no dejó de vigilar cada uno de los movimientos de ese hombre, su madre estaba demasiado vulnerable y no podía descuidarse o actuar sin la aprobación de su reina madre.

―Inuyasha. ―Murmuró Koga. Recibió un pujido como respuesta. ―Ese mocoso me mira como si fuera a degollarme en cualquier momento.

―No lo piensa, lo hará. ―Respondió Inuyasha al ver la expresión de su hijo y sonrió con burla. ―No te descuides o terminarás regresando en pedazos.

Volvió el interrogatorio y las largas que daba Koga. Cuando Inuyasha sintió que no se podía poner peor, la puerta fue abierta de golpe una vez más y ante ellos, el Rey Demonio. La sonrisa de Koga se ensanchó cuando su enemigo hizo su acto de presencia. Inuyasha solo vio la expresión furiosa del rey y como la intensión asesina inundó el lugar, el miedo lo recorrió al sentirlo. Al entrar, el Rey Demonio terminó frente a su familia con el fin de apartarlos de la vista del Héroe.

―¿Te cansaste de vivir acaso?. ―Gruñó mientras sus ojos cambiaban de tonalidad. ―Desearás nunca haberte involucrado con mi reina y mis cachorros. 

―Yo no les hice nada, ese de ahí no ha dejado de tratarme como un perro, como tú comprenderás y el otro no ha dejado de mirarme como si fuera a matarme. ―Como si fuera un rayo, Koga arrojó una pequeña esfera al suelo que terminó explotando y liberando una extraña nube densa que obligó a los demonios de nariz sensible a cubrirse. Todo el lugar quedó a ciegas gracias a ese extraño objeto y los demonios que ingresaron, quedaron cegados y con el olfato dañado. ―¡Yo vine a llevarme a tu esposa!. 

Inuyasha no podía ver nada, trató de no chocar con las siluetas que lo rodeaban e intentó dar con el Rey Demonio. Fue golpeado algunas veces pero no hubo daño, escuchó la voz del Rey Demonio y la de Inu no Taisho entre la conmoción. Cuando se dirigía a ellos a tientas, alguien lo abrazo delicadamente del pecho y estaba seguro de que no era el Rey Demonio. El aliento caliente chocando con su oreja y la voz le indicó que era Koga. El Héroe solo le susurró un «cierra los ojos y aférrate a mí» que no obedeció. Al final Koga terminó abrazándolo e Inuyasha cerró los ojos sin saber por qué, cuando lo hizo sintió esa sensación extraña que había sentido cuando aquel círculo mágico lo había transportado a ese mundo.

Unos segundos después, Inuyasha abrió los ojos y su alrededor indicó que ya no estaba en la habitación del segundo príncipe. Parecían estar en un túnel húmedo y oscuro, que además no parecía tener fin. Y antes de que Inuyasha empezara a golpear a Koga, este parecía tan perdido como él.

―¿A donde me trajiste, idiota?. ―Se quejó y se cruzó de brazos.

―¡Maldita sea, no lo sé!. ¡Estás cosas no funcionan, este lugar está bloqueando la magia!. ―Mostró un par de perlas azules con un símbolo extraño. ―Se supone que apareceríamos en la sala del trono de mi rey.

―¿¡Me ibas a entregar a ese tipo!? ¡Es demasiado ingenuo de tu parte pensar que el rey de los demonios se va a rendir solo porque me atrapaste!. ―Gritó. ―¿¡Qué es exactamente lo que buscas!?.

―Expiar mis culpas, eso es lo que busco. ―Suspiró. ―Dejé ir al más peligroso de nuestros enemigos frente a una docena de personas, ¿Qué crees que pasó? Fui acusado de traición y la única forma de probar que no es así, era entregarte y el rey perdonaría mi falta. 

―¿No se supone que eres el Héroe? ¿El tipo súper genial que salva el día y es amado por todos?. ―Preguntó, ignorando su anterior molestia. ―¿No deberían confiar en ti después de todo lo que has hecho?.

―Se supone, pero creen que al pertenecer a otro mundo, nos hace traidores por instinto. No importa cuantas veces haya arriesgado mi vida, no dejaré de ser el traidor que se alió con la Reina de la Calamidad...

―¡Espera!. ―Chilló Inuyasha. ―¿Eres de otro mundo? ¿De mi mundo?. 

―Claro que lo soy y eso creo. Yo soy un héroe invocado, por eso no puedo manejar la magia como otras personas. Yo no pertenezco a este mundo.

―¿Y por qué no vuelves al tuyo? Tienes un mago de nivel dos, supongo que podría enviarte de regreso. ―Inuyasha se sentó en el suelo, el peso estaba provocándole dolor de espalda. De igual forma, sabía que el Rey Demonio iría por él, confiaba en que lo haría.

―¿Por qué habría de hacerlo?. ―Koga terminó sentándose junto a Inuyasha, resignándose a una muerte segura dentro de ese lugar. ―Mis amigos están aquí y cuando llegué a este mundo, era un niño. Es probable que ya nadie me espere allá, ¿para qué volvería a un lugar en donde nadie me espera si aquí tengo amigos que se volvieron familia? No tengo nada allá, mi vida ya está formada aquí.

―Pero es tu hogar. ―Habló bajo, como si tratara de convérselo de darle la razón.

―El hogar no es un lugar. ―Se cruzó de brazos y se recargó contra un muro. ―El hogar son las personas que lo conforman, en donde estén ellas, ahí estará. Ayame, Sango y Miroku son mis amigos, mi familia y yo estaré en donde ellos puedan acompañarme, sin importar donde sea.

Ante las palabras de Koga, Inuyasha se quedó pensativo. Habían sido casos similares, traídos por la fuerza a un mundo desconocido y obligándolos a dejar su vida anterior por otras personas. Pero a diferencia de él, Koga no parecía tener interés en el mundo que dejó atrás.

Pasados unos momentos, Inuyasha se mantuvo en silencio, sentado en la oscuridad y sintiendo como el miedo poco a poco empezaba a dominarlo. No sabía donde estaban, no solo era él, su pequeño también estaba en peligro. No pasó mucho cuando ambos se levantaron y decidieron caminar para buscar la salida, Inuyasha se sostuvo de un muro y caminó tratando de no tropezar. En ese lugar húmedo y oscuro, Inuyasha deseó con todas sus fuerzas, ser encontrado por el Rey Demonio.

Continuará...

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).