Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La Madre de los Príncipes de la Calamidad. por Keiko Midori 0018

[Reviews - 89]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

A paso apresurado, Inuyasha había salido a las grandes puertas del castillo. Efectivamente, el Rey Demonio había regresado y traía consigo a sus subordinados, incluyendo al primer príncipe, pero no de la forma que Inuyasha esperó. Se notaba que habían luchado, Inu no Taisho mostraba ligeras heridas en el rostro que estaban curándose y el Rey Demonio tenía una gran mancha negra cubriendo la mayor parte de su brazo, claramente hecha con ese veneno que habían creado los humanos. Y como si ver eso no hubiera sido suficiente, un par de demonios traían una camilla improvisada con Kagome que no mostraba heridas pero no tenía conciencia. La preocupación aumentó y se acercó a Inu no Taisho, Kagome debía ser atendida y no debía estorbar.

Antes de que Inuyasha pudiera decir algo, el Rey Demonio se acercó al príncipe y lo golpeó en el rostro ante la mirada de todos. Inuyasha estando estupefacto ante esa agresión, no pudo decir nada.

―¡Se supone que naciste para proteger a tu pueblo! ¡Si no hubiera llegado, habrían matado a nuestros hombres y no habrías hecho nada para evitarlo!. ―Se notaba que el Rey Demonio estaba furioso, ante la presión aplastante de su poder, todo demonio inferior solo bajó la mirada e Inuyasha sentía que sus piernas temblaban ante la misma razón. ―Antes que nada, suplica por el perdón de tu reina, por tu incompetencia tuvo que dejar su descanso para suplirme. Pasó noches en vela por tu causa y tú no merecías tal cosa. Hazlo aunque sea de rodillas, solo mira su estado actual, él no debía sobre esforzarse solo porque tuviste la brillante idea de provocar a los humanos.

Inuyasha no sabía qué decir, no esperaba tales palabras por parte de ese demonio despiadado. Nunca esperó ser defendido por él, pese a que ya lo había hecho antes. Pero el Rey Demonio no se quedó mucho tiempo y se marchó, no sin antes soltar un «No puedo creer que en verdad pensé que serías mi mayor orgullo» apenas audible, algo que logró cohibir más al príncipe. Fue cuando Inuyasha pudo acercarse al primer príncipe.

―¿Qué fue lo que pasó? ¿¡Por qué demoraron tanto!?. ―Inuyasha al recordar lo pasado, empezó a alterarse. Lo retribuyó a esos síntomas molestos del embarazo. El príncipe lo sostuvo en cuanto sintió que se tambaleaba. ―Estoy bien, responde mi pregunta.

―Tardamos un día en llegar a nuestro destino, el rey nos dio la orden de observar y reportar. Había avistamientos de exterminadores cercanos a un asentamiento demoníaco y debíamos corroborar que no había daño para los civiles. ―Se calló por un momento e Inuyasha notó que no le había dirigido la mirada desde que lo vio. ―Había tres magos de nivel cuatro, pensé que podría derrotarlos y robar sus cristales. Ellos poseían cristales oscuros. Pero todo salió mal y tuvimos que alejar a los humanos del lugar o matarían a los civiles, luchamos durante días y fue cuando padre llegó.

Inuyasha vio como el príncipe bajaba la mirada, pero sentía que todo lo que había hecho había sido por su causa. Los cristales oscuros eran un ingrediente que Kagome podría usar para crear un portal que podría regresarlo a su mundo, ver que Inu no Taisho había hecho eso por él le había conmovido. 

―Estábamos luchando, íbamos perdiendo. Los magos usaron barreras mágicas y no pudimos tocarlos, los exterminadores tenían armas hechas con veneno cristalizado y eso dificultó más las cosas. Cuando padre llegó, iban a atacarme por la espalda y recibió el ataque en mi lugar. Estando herido logró doblegar al enemigo, pero apareció un mago de segundo nivel y nos lanzó un artefacto extraño. La hechicera lo recibió para proteger a padre, esa cosa la cubrió con una nube blanca y la noqueó al instante. Gracias a que lo protegió, padre fue capaz de sacar ventaja en contra de los humanos y me ordenó emprender la retirada con los demás. El resto ya lo sabe.

Antes de que Inuyasha pudiera contestar, el primer Príncipe de la Calamidad se postró ante él.

―Intenté liberarlo, pero no fui lo suficientemente fuerte para lograrlo. Perdone mi debilidad, madre. Juro que haré hasta lo imposible para que sea libre.

En ese momento, Inuyasha se dio cuenta de lo mucho que Inu no Taisho lo amaba. Ese príncipe sería capaz de enfrentar cualquier cosa por él y sin importarle arriesgar su vida. Y le pagaba haciéndolo a un lado cuando trataba de demostrarle afecto a su manera, que siempre le daba a entender que él no lo aceptaba como hijo y mucho más. Inuyasha se sintió culpable por ello.

―No soy una madre, Inu no Taisho. No sé como corresponder a tus muestras de afecto, ni siquiera sé como se comporta una madre en mi mundo porque perdí a la mía cuando era muy joven. Pero, así como tú procuras mi felicidad, haré el intento por ver que tú también seas feliz. Y a pesar de que no lo demuestro, te quiero y no deseo que te hagas daño, mucho menos por mi causa. ―Inuyasha aproximó su mano a la hinchazón que provocó el golpe del Rey Demonio en el rostro del príncipe. ―Estoy seguro de que él también siente lo mismo, pero al igual que yo, no sabe demostrarlo.

Inuyasha sonrió, el príncipe lo imitó a medias y a pesar de estar rodeados de demonios que miraban su escena, Inuyasha se permitió abrazar a su hijo. Una vez lo tuvo en brazos, la angustia que sentía se había disipado. Suspiró tranquilo y lo soltó, lo envió a descansar e hizo que los curiosos hicieran lo mismo. Luego de eso, Inuyasha se vio en la tarea de buscar al Rey Demonio que según recordaba, tenía una herida grave.

Cuando Inuyasha llegó al pabellón médico, al ala en donde atendían al Rey Demonio, vio como un par de mujeres huían de dicho lugar. Al verlo, las mujeres lo reverenciaron y anunciaron que el señor de los demonios no quería ser molestado. Claramente, Inuyasha ignoró esa orden y entró a verlo. Cuando entró, lo que vio no distaba de lo que había imaginado. El Rey Demonio ya se había deshecho de la parte superior de su vestimenta para dejar ver su torso. Su brazo aún mostraba una hemorragia que estaba manchando todo a su alrededor y a lo que Inuyasha había temido, era ver que la herida parecía profunda y la sangre se volvía negra como clara muestra de su envenenamiento. Sin saber porqué, Inuyasha entró y buscó los utensilios médicos para atender esa horrible herida.

Como Inuyasha había estado en sus tiempos libres mirando en la enfermería, había adquirido algunos conocimientos y algunos otros en su antigua vida. Se había preparado y en cuanto se acercó al hombre, este le gruñó para ahuyentarlo. Inuyasha no se dejó intimidar, esa herida podría hacerlo perder la extremidad y a Inuyasha le constaba que era en parte su culpa. Antes de que su mano se acercara con un paño limpio al brazo del Rey Demonio, este lo detuvo con la mano contraria, su ceño fruncido había dejado de causar efecto en tiempos pasados.

―No lo toques. ―Gruñó.

―No seas obstinado, agradece que me tomo la molestia de ayudarte. 

El hombre dejó de hablar e Inuyasha se encargó de hacer lo que debía. Pero, un ligero error hizo que tocara la sangre contaminada con su dedo y se quejó ante el dolor. Inuyasha había sentido como si le quemaran el dedo con aceite hirviendo, antes de que se metiera el dedo en la boca por acto reflejo, el Rey Demonio se lo impidió. Inuyasha podría morirse de vergüenza en ese momento, Sesshomaru, el temido Rey Demonio, se interpuso en su acción; su dedo herido había terminado en los labios finos del Rey Demonio.

―Te dije que no lo tocaras, eres realmente terco. ―Soltó el Rey Demonio cuando lo liberó. ―Es veneno y si comes esto, podría matarte. 

―¡Me hubieras dicho que pasaría si lo tocaba!. ―Chilló abochornado. ―¡Siempre haces todo más difícil!.

El demonio no contestó y miró en otra dirección, como si pensara en lo que había hecho. Inuyasha prefirió no decir nada para evitar crear una nueva pelea. Una vez en silencio, Inuyasha empezó a curar la herida del demonio pero siendo cuidadoso, con parsimonia terminó por vendar el brazo del señor de los demonios. La venda lentamente empezó a teñirse con sangre, pero para el alivio de Inuyasha, era roja y no negra. Cuando terminó de limpiar, Inuyasha decidió marcharse y descansar.

Al dar un paso, Inuyasha sintió como sus piernas fallaban y su vista se nublaba, sin mencionar que sentía que su cabeza daba vueltas. Antes de que cayera al suelo, fue capaz de sentir las manos del Rey Demonio sosteniendo su cadera y de un solo movimiento, terminó sentado en las piernas del mismo. Inuyasha solo atinó a recargar su cabeza contra el hombro del otro hombre y cerrar los ojos, esos molestos síntomas se presentaban por su estado y su falta de descanso. 

―No te muevas, todo me da vueltas. ―Murmuró Inuyasha estando sentado todavía sobre las piernas del demonio, ya ni siquiera le importaba la posición en la que estaban, sus crecientes mareos desviaban sus pensamientos.

Mientras Inuyasha trataba de recuperarse, sintió esa descarga agradable y reconfortante del poder demoníaco del Rey Demonio. No sabía como funcionaba esa energía, pero resultaba agradable y tibia, como si una manta lo cubriera. Se permitió relajarse por ello, no tardó en quedarse dormido en los brazos del Rey Demonio. 

Con Inuyasha durmiendo, el Rey Demonio se permitió experimentar con él como no lo había hecho antes. Nunca lo había abrazado como lo estaba haciendo, aunque lo hacía para que no cayera. Se dio cuenta que Inuyasha era menos molesto cuando estaba callado y no estaba maldiciendo, que en ese estado se veía aún más frágil que de costumbre. Lo apartó un poco de sí para verlo mejor, nunca lo había visto de cerca dado que su contacto era lo más rápido y nulo posible. Descubrió que Inuyasha era bastante agradable a la vista, más aún cuando no estaba frunciendo el ceño o gritando. El demonio usó una mano libre y la acercó a Inuyasha, lo tomó del mentón y delineó sus labios con delicadeza. Se detuvo cuando percibió un ligero movimiento. 

En un momento de duda, el Rey Demonio aproximó su rostro al de Inuyasha. Cuando estuvo a punto de unir sus labios, el sonido de pasos tras la puerta hizo que se detuviera a medio camino. Aún contrariado, el demonio permitió el acceso a Kagome, no sabía porqué ella volvía a interrumpir un momento tan íntimo con Inuyasha pero esperaba que fuera importante. Además, aún debía reprenderla por sus acciones pasadas.

―¿No deberías estar descansando?. ―Su voz había salido baja, ni siquiera sabía la razón.

―Necesitaba asegurarme que no estuvieras herido de gravedad. La herida era profunda, pero veo que tuviste un buen enfermero. 

―Y tú no debiste haberte interpuesto en ese ataque, no sabíamos que era esa cosa y pudiste herirte de muerte. Odio que me protejan, no quiero cargar con más vidas sobre los hombros.

―Si morías allá o te capturaban, todos estaríamos perdidos. Si perdías el conocimiento en mi lugar, habríamos muerto porque el príncipe todavía es incapaz de trabajar en grupo o liderar. No seas egoísta, si mueres, ten por seguro que todo lo que construiste caerá. Y él será quien caiga tras de ti. ―La hechicera señaló a Inuyasha. ―Será un traidor a ojos de los humanos, ¿acaso quieres que él también sea exhibido como un trofeo? ¿Quieres que pase lo mismo que tú?.

―Largo de mi vista o no respondo por mis acciones. ―Vociferó sin soltar a Inuyasha. ―Si nuestro vínculo no fuera tan fuerte, habría hecho que te cortaran la lengua por tu insolencia.

―Las verdades duelen, Sesshomaru. Pero presiento que tu vínculo con Inuyasha se está haciendo mucho más fuerte que el de nuestro pasado. Deja de temer, no volverá a repetirse la historia y no habrá más muertes en tu nombre. ―La mujer se aproximó a la puerta. ―Esta servidora se retira, con su permiso, mi señor.

Una vez fuera, el Rey Demonio miró a Inuyasha, no había sido despertado gracias a que su poder lo arrullaba. Hacía ya siglos atrás que la hechicera no lo llamaba tan casualmente, él no pudo evitar pensar en aquella masacre que acabó con casi todos los demonios que comandaba y todo gracias a su propia soberbia. 

―No va a repetirse porque tú no vas a amarme tanto como para morir por mí. Te irás apenas cumplas con tu labor y estarás a salvo, porque todo aquel que me ama es desafortunado.

Inuyasha se iría a su mundo, un lugar desconocido pero sin los peligros a los que se enfrentaban. El Rey Demonio debía asegurarse de que apenas naciera el quinto príncipe, Inuyasha fuera enviado de regreso porque todo ser que estaba a su lado terminaba mal y por una razón desconocida, no quería que Inuyasha tuviera el mismo destino.

Continuará...

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).