X
No podía simplemente fingir que no sabía nada. Su abuelo había desaparecido justo después de que él perdiera contra Seo Jiwoo. Kang Sucheon estaba completamente seguro de que su abuelo no se había quedado de brazos cruzados luego de ese lamentable episodio, la mayor prueba había sido enterarse de aquel accidente donde el chico salió herido porque unos escombros le cayeron encima.
¿En serio? La capacidad de Seo Jiwoo era tan grande que incluso pudo liberarse de sus poderes, ¿y ahora decían que no había podido escapar de unos cuantos escombros? No jodan. Y para empezar, ¿qué ocasionó tal destrucción? Sin mencionar que la gravedad había alcanzado inclusive a su abuelo, quien tuvo que regresar de inmediato a Baekdu, y nadie que conociera a Kang Doosik creería que simplemente decidió irse por las buenas sin tomar represalias antes.
Su desaparición llegó después, cuando ya todos murmuraban sobre el extraño y ridículo incidente. La reputación de Baekdu había quedado por los suelos y no dudaba que más de uno lo señalara a él como responsable. Incluso él mismo lo pensaba. Así que sólo se le pudo ocurrir esto una vez que las clases en la Academia Despierta acabaron.
La zona donde se encontraba ahora era demasiado común como para pasar totalmente desapercibido. Miró largamente la casa que tenía enfrente, antes de bajarse del auto y adelantarse hacia la entrada. En el momento en que divisó el timbre, escuchó una voz detrás.
—¿Sucheon? —Seo Jiwoo acababa de aparecer de quién sabe dónde, cargando una bolsa entre sus brazos y todavía vistiendo el uniforme que imaginó era de su colegio.
Lo que fue completamente inesperado ocurrió segundos después. Yoo Jisuk, Lee Subin y Wooin, ese chico sin afiliación, aparecieron tras él, todos haciendo un alboroto en plena calle mientras cargaban bolsas pequeñas en los brazos. Las mismas que cargaba Seo Jiwoo.
Sucheon sabía que Wooin y Seo Jiwoo eran amigos, o al menos imaginó que eran cercanos por ser ambos Despertados Independientes, pero no imaginaba que fueran así de cercanos. Mucho menos con Yoo Jisuk de Shinhwa y Lee Subin de la Unión. No a éste grado. ¿De verdad esos eran los arrogantes de Yoo Jisuk y Lee Subin?
Murmurando una maldición, salió de la propiedad de Seo Jiwoo y dedicó un gesto desagradable al grupo que pronto estuvo frente a él.
—Pero si es Kang Sucheon —Jisuk dijo, mitad burla mitad curiosidad—. ¿Qué haces en territorio de Shinhwa? No me digas que te saltaste las clases sólo para venir a saludar.
Eliminando lo del saludo de la ecuación, eso fue exactamente lo que ocurrió. El uniforme de su colegio lo dejaba más que en evidencia. Bastardo engreído. Sucheon torció la boca sin siquiera preocuparse en fingir que la presencia de tantas molestias no le desagradaba.
—Nada que te importe, Yoo Jisuk. —Chasqueó la lengua mientras movía el rostro en un gesto cargado de desagrado—. Vine a hablar contigo. —Miró a Jiwoo, quien parpadeó por sus palabras, antes de compartir una mirada extrañada con sus ¿amigos?
—¿Qué quieres hablar con él? —Lee Subin fue quien habló esta vez, dando un paso adelante.
—Acabo de decir que no es asunto de ustedes, molestias.
—¿Qué? —ella gruñó, pero un brazo de Jisuk interponiéndose en su camino evitó que diera un paso más.
—Tienes unas pelotas enormes para venir a territorio Shinhwa a buscar problemas.
Sucheon chasqueó, harto de tener que soportar a tantas molestias juntas, pero por mera formalidad tuvo que «explicar» que no venía a «causar problemas».
—Bueno, ¿podemos hablar o tus perros guardianes continuarán ladrando? —Se dirigió a Jiwoo, quien se puso serio tan pronto pidió a los demás que lo esperaran dentro. (No sin antes una retahíla de insultos y amenazas hacia su persona, cortesía del par de idiotas de Jisuk y Subin.)
Cuando estuvieron solos (¡por fin!), Jiwoo lo condujo hacia la parte trasera de la casa, donde tendrían más privacidad. Sucheon lo siguió sin cuestionárselo, después de todo, aquel chiquillo no podría hacerle nada aun si quisiera.
—Sé que esa mierda de que el gimnasio se derrumbó de repente es mentira —comenzó sin mayores rodeos, incluso antes de que ambos se detuvieran. Jiwoo no volteó a verlo de inmediato, por lo que tomó ese gesto como toda la confirmación que necesitaba para estar cien por ciento seguro. Incluso más—. Dime todo lo que pasó.
Notablemente nervioso, Jiwoo volteó, mas no dijo nada. Sólo se quedó allí, parado y mirándolo con unos ojos demasiado honestos como para saber que sí había ocurrido algo más y que no podía contárselo. Aun sabiéndolo, quiso saber. Porque su abuelo estaba desaparecido. Porque había visto el enorme agujero en el techo y las paredes del gimnasio. Y porque el remanente de energía no concordaba con nada que hubiera sentido antes.
—¿No escuchaste? Dime lo que pasó.
Pero Jiwoo continuó en silencio. Era cierto que en territorio de Shinhwa no podía actuar libremente, tampoco debía usar sus poderes en el exterior de manera descuidada ni siquiera para algo que pensara apropiado por las circunstancias. Pero eso Seo Jiwoo no tenía por qué saberlo. Podría fingir que lo lastimaría gravemente si no abría la boca, y así el chiquillo le diría todo.
«Claro que no, no te dirá nada aun cuando realmente estés hiriéndolo de gravedad».
El simple pensamiento provocó que se tambaleara mentalmente. Pese a la mínima interacción, conocía demasiado bien a Seo Jiwoo como para saber que no podría quebrarlo aunque quisiera. Además, no olvidaba que en el interior de la casa todavía estaban Yoo Jisuk y Lee Subin. Lo que menos necesitaba Baekdu ahora eran problemas con Shinhwa y la Unión.
Estaba a punto de hablar de nuevo, cuando sintió algo arrastrándose entre sus piernas. Bajó la mirada sorprendido por no haberlo notado, por haber estado demasiado abstraído en los ojos valientes de Seo Jiwoo como para darse cuenta. La vibración arrastrándose por sus piernas junto a las caricias suaves de dos gatos enredándose impunemente a él.
¿Qué demonios? Los vio buscar su atención con ahínco mientras maullaban una y otra vez, como si estuvieran felices de verlo. Pero los gatos nunca estaban felices de ver a nadie. ¿Qué pasaba con estas bolas de pelo? ¿Por qué actuaban como si les agradara?
Estuvo a punto de mover una pierna para alejarlos de una patada, cuando un nuevo miau junto al brrr de un ronroneo largo e ininterrumpido del gato blanco con negro, acompañados de una mirada brillante de ojos dorados(*), causaron que se sonrojara sin saber exactamente por qué.
«Son tan malditamente… tiernos».
Cuando recordó dónde estaba, levantó la mirada hacia Seo Jiwoo, quien lucía incluso más confundido que él. Miraba a sus gatos restregarse entre sus piernas como si fuera la primera vez que lo hacían con un extraño. ¿Sí era la primera vez? Estuvo tentado a preguntar, pero…
Para empezar… ¿Por qué demonios fue realmente a casa de ese chiquillo?
—Tch. Olvídalo, me voy. No voy a perder más tiempo contigo.
No se dio cuenta hasta que estuvo dentro del auto, pero se había movido con tanto cuidado para no asustar o herir a los gatos, que ni siquiera él se lo podía creer.
Tal vez… se conseguiría uno…
.
.