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El candidato al trono por ami4alice

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Notas del capitulo:

Ahora viene el segundo capítulo de este especial <3

La noche finalmente llegó y ambos se escabulleron hacia el pueblo, por la forma en que iban vestidos nadie sabría a ciencia cierta si se trataban de nobles o de un pueblerino. Tenían capuchas, pero de ser necesario se las quitarían e igualmente se veían como gente común, por lo menos Dewis, porque sin importar que usara u ocultara Kari, seguía viéndose como algo exótico. Dewis se percató de ese hecho debido a la atención que causo cuando entraron en una posada, por lo menos eso es lo que parecía por fuera, porque el estado en que se encontraba no era exactamente la de un lugar para descansar. Las paredes estaban mohosas y con grietas, además, el polvo que había por todos lados era excesivo. Aunque lo que en realidad le molestaba de toda esa situación no fue el estado de la edificación, sino más bien las miradas de los extraños sobre Kari. Al principio los trataron como sospechosos por cargar capuchas, pero al momento de quitárselas, el trato fue diferente, por lo menos de parte de las mujeres. Dewis no podía evitar lanzar malas miradas a casi todo el mundo.

-Deseamos una habitación por favor.

Kari dijo cuando estuvo en la recepción de aquel lugar, el cual estaba siendo atendido por una pareja casada. Tal vez el problema hubiese sido menos si Kari no estuviese encantando a ambos, tanto a la mujer como al hombre que atendían.

-C-claro… ¿Qué otra cosa desea? No tenemos mucho, pero podemos hacer lo que usted desee.

-Puedo ir a cortar leña para calentarles algo de agua y tomen una ducha, deben estar agotados.

El esposo entro también en recepción, ofreciendo más servicios de los que seguro tenían allí.

-Eso suena bien, muchas gracias.

-De nada… ¡Iré de inmediato!

¿Acaso podían ser más obvios? El hombre se marchó rápidamente, notándosele la vergüenza que sintió por la sonrisa que mostró Kari.

-Entonces… ¿Desea una habitación para cada uno? –pregunto la mujer mayor moviendo demasiado sus manos debido a su nerviosismo.

-No, una sola habitación.

Como si la mujer hubiese entendido algo que no fue dicho, se avergonzó un poco y después asintió, tomó las manos de Kari sin perder un poco de la emoción que mostró en su cara.

-¿Debe ser difícil para ustedes, verdad? –soltó ella -. Pero no tienen nada de qué preocuparse aquí… Nadie los juzgara o tratara mal. ¡No tendrán ninguna preocupación! Así que pueden relajarse todo lo que deseen.

-Muchas gracias… -soltó Kari con una corta risa -. Es muy amable.

-Bueno… -comentó la mujer en un suspiro -. Aunque se vea que todo va mal, en realidad no es así…

-¿No es así? ¿Cómo es eso posible?

La mujer dudó un poco, antes de hacer un gesto para que Kari se inclinara un poco hacia ella, lo cual hizo.

-La situación sobre el heredero ha sido difícil… Ese hombre, el primo del príncipe heredero, ha despilfarrado todo el dinero del territorio. Ahora quiere tomar el trono para seguir sacándonos dinero… ¡pero todo estará bien!

-¿De verdad?

A Kari le sorprendía la facilidad con que tomaban confianza las personas allí, desde que llegaron, no hubo nadie que los trato mal, si les vieron sospechosos, pero al notar que no eran de allí y más aún que no se trataban de la guardia del palacio, simplemente se relajaron, tratándolos con naturalidad.

-Sí… El príncipe heredero esta de nuestro lado.

Con esas palabras la sorpresa estuvo presente en el rostro de Kari.

-Así que él se encuentra de su lado… Eso es algo bueno.

La mujer asintió, pero repentinamente se separó de golpe, antes de que Kari pudiera reaccionar, la mujer comenzó a soltar en voz altas cosas bastante desagradables y contradictorias.

-¡Oh no! El príncipe heredero es un desgraciado, ¡miré como nos tiene! ¡En desgracia! Es un horrible gobernante… Ojala pronto lo quiten del poder.

Kari iba a comentar algo, pero en eso sintió como Dewis se le acercó y llevaba puesta la capucha. Cuando dirigió su mirada a la entrada del lugar, la puerta fue azotada por lo que parecían ser guardias.

-¡Estamos aquí de nuevo!

Aquello fue lo que grito el brusco hombre, antes de acercarse a la recepción, la cual golpeo con fuerza.

» Estamos aquí de nuevo por orden del príncipe heredero –dijo el sujeto con soberbia -. ¿Dónde está el dinero del impuesto?

-Todavía… Todavía no lo tenemos. ¡Es demasiado dinero el que pide!

-Oh… ¿Y acaso ese es mi problema? Son órdenes de arriba y si no paga, se le subirá, tenga eso presente señora.

-¿Subir de nuevo? ¡Hace poco habían subido!

-Bueno, si tiene alguna queja… Háblelo con el príncipe, él es el que da las órdenes.

El guardia rió un poco escandaloso, se notaba en el ambiente el desagrado por esas personas. Si no estuviera oculto, Kari hubiese hecho algo, pero era algo demasiado arriesgado, podían darse cuenta de ese hecho.

-¡Es un desgraciado! ¿Acaso ese maldito quiere que nos desangremos? ¡Ya no hay más dinero en la calle por su culpa! ¿Cuánto más desea arruinarnos?

La mujer se quejó con ira, lo cual confundía completamente a Kari, después de lo que dijo antes… ¿Cómo podía insultar al príncipe que antes indico que estaba de su lado?

-¡Ya cállese vieja zorra! ¡El dinero! ¡Dinero!

-¡No lo tengo! Yo…

El hombre chaqueó antes de golpear la barra con su pie, haciendo una señal para que los hombres entraran al lugar donde estaba la mujer. Sin duda ni pena, comenzaron a revisar todo allí, haciendo un completo desastre.

» ¡Alto! ¡Dañaran todo!

-Como dije… si tiene alguna queja. Vaya directo con el príncipe.

Ciertamente la sonrisa burlona de aquel hombre le irritaba enormemente y parecía que en la sala no era el único con ese pensamiento, pero entendía que nadie tenía la fuerza para ir en contra de hombres armados.

-He encontrado algo.

Uno de los hombres que hurgaba en las cosas, dio con una bolsa, la cual se la lanzó al sujeto que parecía ser el líder de ese grupo. Al abrirla, se pudo divisar las monedas en este.

-¿Cómo que no tenías el dinero? ¿Acaso quieres verme la cara de estúpido?

El golpe que volvió a dar a la recepción hizo que la mujer reaccionara un poco.

-Yo no…

-Si vuelves a ocultarme el dinero, tendrás consecuencias, ¿entendido?

El gesto de tocar la funda de su espada fue suficiente para palidecer a la mujer y que asintiera con la cabeza. El sujeto guardo la bolsa con el dinero en su chaqueta antes de reír un poco. Los otros hombres golpearon intencionalmente un par de cosas antes de volver al lado del hombre que no se movió.

» Nos vemos mañana como siempre Sra. Teresa.

Sin agregar más nada, entre risas, se marcharon aquellos sujetos. No lo podía creer, que sujetos así fuesen parte de la guardia, los que se supone debían proteger al pueblo, ahora se encontraban intimidándolos. Sin poder evitarlo, Kari se acercó junto a Dewis para ayudar a la señora mayor a recoger todo, no fueron los únicos que colaboraron con la mujer.

-¿Eso suele sucede a menudo?

La mujer suspiro un poco, antes de dignarse a contestar.

-Vienen seguido exigiendo dinero… A veces se van cuando notan que no tenemos, pero otras… sucede esto.

Kari hizo una mueca de disgusto. ¿Qué rayos estaba pasando en Marik para tener a su pueblo en esa situación?

-Antes… Haz indicado algo sobre el príncipe, luego lo has insultado… ¿Por qué?

Como parecía que Kari no quiso hacer la pregunta, fue Dewis el que la hizo. La mujer volvió a suspirar, antes de sonreír levemente.

-Eso es solo una fachada… -dijo con una pausa -. Si te escuchan hablando bien del príncipe, se vuelven más agresivos, por eso hemos estado actuando así…

Una actuación para protegerse, ahora tenía un poco más de sentido la forma en que actuó la mujer.

-Entonces, ustedes no piensan eso sobre el príncipe…

-Claro que no –contesto otra joven que estaba ayudando -.  El príncipe es el único que esta de nuestro lado.

-Eso es cierto –dijo un hombre -. Nos ha estado ayudando a cada uno de nosotros desde que ese hombre se creyó con el derecho de tener el trono…

Por la reacción de las personas se podía dar cuenta quién era el bueno y quién el malo. Nada hablaba mejor de un gobernante como la opinión de su pueblo y en ese momento se daba cuenta de ello. Terminaron de acomodar todo y volvieron a sus puestos iniciales, aunque a diferencia de antes, se encontraban solo ellos tres, porque las otras personas se marcharon de allí.

-Ellos… ¿No se hospedad aquí?

Kari miró un momento a su alrededor cuando se percató que se quedaron solos.

-Oh no…Ellos sabían que hoy vendrían esos sujetos desagradables… El príncipe recomendó que nunca estuviéramos solos cuando aparecieran.

-Ya veo…

-Ciertamente es más seguro si hay más personas que puedan ayudarte en caso de grandes riesgos.

Teresa asintió con la cabeza a las palabras de Dewis, luego se giró para tomar una llave y entregársela a Kari.

-Por favor disfruten de su estadía, no es mucho, pero espero que se sientan cómodos.

-Gracias.

Al acabar de decir esas palabras, se despidieron de la mujer y caminaron a las habitaciones. Ciertamente aquel lugar era un completo desastre, porque cada escalón que pisaron hizo un chillido, muestra de que la madera estaba vieja y suelta. La habitación no fue muy diferente, aunque tenía que admitir que para ser un lugar en ruinas, estaba bien amueblado, se esforzaban por tener comodidad aun a pesar del desastre de estructura que tenían. Un cuarto pequeño, con una cama un poco más grande que una individual, tenía cobijas algo viejas y una sola almohada. Una mesa de noche al lado de la cama con dos gavetas completamente vacías, un armario de dos puertas de maderas con cuatro gavetas, donde encontraron más cobijas, paños y ropas para usar por si no llevaban consigo alguna prenda, cosa que les vino como anillo al dedo. También tenía una lámpara sobre una mesa donde descansaba un balde ovalado y bajo, junto a una toalla pequeña, además de una alfombra algo desgastada. No iban a pasar mucho tiempo allí, por eso no le prestaron demasiada atención al estado del cuarto, solo dormirían y ya.

De pronto, mientras se encontraban revisando la habitación, la puerta sonó. Kari estaba frente a la mesa donde reposaba la lámpara, viendo el espejo que también descansaba sobre esta, algo roto en las esquinas, por su parte Dewis se encontraba cerca de la ventana, sosteniendo la cortina que a pesar de su estado, se encontraba limpia.

-Buenas… Soy yo, el esposo de Teresa, nos conocimos hace un rato.

Kari le dedico una mirada a Dewis, antes de acercarse a la puerta y abrir, viendo al hombre de antes.

-Hola… ¿Qué sucede?

-Ya está listo todo para que tomen un baño –comento con una sonrisa amigable -. ¡Ah! Mi esposa ha dicho que si no es mucha molestia, cenen con nosotros.

-¿Cenar? ¿No sería demasiado?

-Casi no tenemos clientes… Sería agradable comer todos juntos.

-Está bien, nos veremos en un rato para la cena.

-Le diré a mi esposa entonces.

Kari asintió con la cabeza antes de cerrar la puerta cuando el hombre mayor se retiró. Suspiro cuando de nuevo se encontraron a solas.

-¿Está bien aceptar a la ligera?

-Ellos no nos han tratado mal… -comento en un suspiro -. Además, podemos averiguar más si nos relacionamos con la gente del pueblo.

Aunque Dewis quiso prestarle verdadera atención, le fue un poco difícil debido a que Kari comenzó a desprenderse de su ropa, mientras estaba sentado sobre la cama que rechino.

-Ya…

Fue lo único que se encontró capaz de decir en ese momento, mientras tragaba saliva.

-¿Tomamos un baño?

Dewis se avergonzó un poco ante la pregunta ajena.

-Ya sabes la respuesta a eso…

Una risa de parte de Kari fue suficiente. Sin lugar a dudas comenzaron a desvestirse para ir al baño, donde les esperaba una pequeña tina, que a pesar de lo amarillo que se veía, cuando en un principio debió ser blanca, estaba bastante aseada. Ambos hombres se lavaron y al acabar entraron juntos en la bañera. Agua bastante tibia para el frió que estaba haciendo esa noche.

Al encontrarse allí dentro, con Dewis recostado del pecho de Kari, quien tenía su cabeza hacia atrás mientras sus brazos descansaban en el borde de la tina, Dewis no pudo evitar dejar escapar una corta risa que no pasó desapercibida para Kari. Inclinó su cabeza hacia un lado un momento, moviendo su brazo para descansar su rostro en su puño cerrado. Dewis movió un poco su cabeza para poder ver a Kari, que estaba seguro lo estaba viendo en ese preciso momento.

-¿Qué es tan gracioso? –pregunto Kari al fin.

-Es que… -dijo con una pausa -. Si Noel estuviera aquí, ya nos hubiese regañado…

Kari desvió la mirada solo un segundo y luego la regreso, asintió con la cabeza y dejó escapar una risa. Luego separo su mejilla de su puño cerrado y se aclaró la garganta.

-Hm-mp. Chicos, por favor tengan un poco de decencia.

Sin dudar, Kari había intentado copiar la voz y actitud de Noel. Luego de hacerlo, ambos hombres comenzaron a reír.

-Realmente sonaste como él…y lo que nos diría.

-Ni lo dudes –dijo con un suspiro -. Ahora le veo lo positivo de que siguiera su camino…

Rieron, aunque Dewis llevó una mano al rostro de Kari y jaló un poco sus mejillas. Dejaron de reírse y solo una mirada basto para que dejaran de hacer cualquier otra cosa y solo se dedicaran a besarse. Todo el asunto se estaba intensificando y que se encontraran desnudos no ayudaba mucho que se dijera, pero, todo se vio repentinamente interrumpido cuando de nuevo la puerta de su habitación sonó. Esperaron un rato sin decir nada a ver si con eso se iban, pero una voz se escuchó del otro lado de la puerta.

-¡Hola! Soy yo de nuevo, el esposo de Teresa, me ha mandado a decirles que la cena ya está lista.

Ambos hombres se miraron, antes de dejar escapar un suspiro.

-Entendido. Ya bajamos.

Kari tuvo que gritar para que lo escucharan, aunque las paredes allí no eran tan gruesas para que el sonido no penetrara al otro lado.

-¡Bien! Los esperamos abajo.

Al oír los pasos del hombre mayor alejarse, volvieron a mirarse un rato.

-Supongo que es hora de salir.

-Supongo que no tenemos de otra.

Se besaron una vez más, antes de finalmente salir de la bañera, tomando una toalla para secarse. Tuvieron que volver a ponerse la misma ropa que ambos traían, ya que la ropa en el armario se trataba de dos pijamas, para ser preciso uno de mujer y otro de hombre. Obvio que ninguno de los dos iba a usar el de chica, así que por eso decidieron vestir con la misma ropa, solo que con menos cosas que con las que llegaron. Dewis fue el único que decidió ir con su espada, su deber era proteger, no podía olvidarlo. Al estar listos salieron de la habitación a pesar de ser una posada, no se trataba de un edificio demasiado grande, así que no les llevo mucho llegar al comedor donde ya la mesa se encontraba servida. Tenía que admitir que la comida se veía bien a pesar de lo escasa, aunque Kari no supo si tuvo ese pensamiento debido a lo acostumbrado que estaba de ver mesas extravagantes de comida.

-De nuevo gracias por invitarnos a cenar con ustedes.

-No tienes nada que agradecer –dijo Teresa -. No muy seguido tenemos clientes, así que no se preocupe.

La mujer agito su mano para restarle importancia al asunto, colocando una bandeja de madera donde reposaba el pan picado en rebanadas. Al siguiente que vieron fue al esposo de Teresa, quien traía una jarra de aluminio que igualmente dejó sobre la mesa.

-No tenemos hijos, así que es un poco solitario a veces, es agradable tener más gente en la mesa.

-Aun después de lo que paso, se encuentran muy animados y calmados.

Kari no pudo evitar sorprenderse de la forma tan tranquila que estaban tomando el abuso anterior por el que pasaron debido a esos guardias. La mujer mayor rió un poco, antes de palmear el hombro de Kari con suavidad.

-Podemos estar tranquilo gracias al príncipe.

-Recuerdo que eso mencionó antes… ¿Cómo…?

Kari no llego a terminar la frase debido a que Dewis le dio un codazo en su costado. Con la mirada ajena pudo entender que tenía que controlarse con las preguntas fuera de lugar, iban a levantar sospechas. Muy por el contrario de lo que pensaron, volvieron a oír a Teresa reír.

-Veo quien tiene el control allí.

Los que rieron ahora fueron Kari y Dewis de forma nerviosa.

-Todo se ve delicioso –dijo Dewis tratando de desviar el tema -. Es agradable tener una comida casera.

-Oh, eres todo un galán con tus halagos.

La mujer de verdad que era agradable, más de lo que ambos llegaron a pensar que iban a actuar los ciudadanos de Marik. Esa amabilidad solo se lograba con la seguridad, así que podían darse cuenta que los ciudadanos de Marik confiaban plenamente en su príncipe, si no fuese así lo más seguro es que no se encontraran tan animados y confiados.

Los cuatro se sentaron en la mesa y luego de unas palabras de agradecimiento por parte de Teresa, comenzaron a degustar aquella comida preparada por la pareja. La conversación fue realmente amena, a pesar de tener una posada, la pareja antes de eso vivió toda una aventura como recién casados, cuentos que se esmeraron en hacerles saber a ellos. Al acabar con la comida, se despidieron para ir a dormir, puesto que la noche comenzó a ser más fría y lo mejor era ir a arroparse con las cobijas. Cuando se encontraron dentro de la habitación, tuvieron la disyuntiva sobre quién usaría la pijama, terminaron por acordar que ambos la usarían. Kari usaría los pantalones holgados del conjunto mientras que Dewis la camisa, la cual le quedaba bastante grande, lo suficiente para llegar hasta sus rodillas y cubrir sus manos.

-Si dices algo te patearé.

Kari levantó sus manos ante la amenaza de Dewis por cómo se veía.

-Yo no he dicho nada.

A diferencia de Dewis, quien se veía más como un niño dentro de esa gran camisa, Kari sí que se veía bien sin esta, más aun cuando metía las manos dentro de los bolsillos que tenían aquellos pantalones. Que tuviera sus ventajas el llevar esa enorme camisa que lo hacía sentir enano. No acotaron más nada y ambos decidieron entrar en la cama, luego de su respectiva frase antes de dormir, cerraron los ojos para entrar en el mundo de los sueño, no pasando mucho tiempo cuando eso sucedió.

La noche transcurrió, trayendo consigo el amanecer, dando inicio al primer día de los tres que consiguió Dewis para poder averiguar la verdadera situación de Marik. Como se encontraban allí para investigar, se levantaron temprano ese día, colocándose la misma ropa del día anterior, sin dejar nada allí, aunque se iban a quedar en ese lugar como mínimo tres noches, aun así, no querían dejar un rastro de que estuvieron ahí. Al acabar de alistarse, decidieron bajar, darían una vuelta por el pueblo y así conocerían un poco a los demás residentes. Con la opinión de un grupo reducido de personas no iban a lograr mucho, por eso querían abarcar gran parte de la población. Al dejar el calor de la habitación, la cual tenía una chimenea en uso la cual causaba que la habitación estuviese caliente a comparación con la temperatura de afuera, pudieron darse cuenta de que esa mañana se encontraba una bruma.

-Está haciendo frio…

Dewis dejó escapar aquel comentario mientras trataba de darle calor al cuerpo con sus manos, moviéndolas de arriba hacia abajo, abrazándose a sí mismo en el proceso. Como respuesta obtuvo una risa de parte de Kari.

-¿Tienes frío?

La forma en que pregunto hizo que Dewis frunciera el ceño. ¿De verdad le estaba preguntando eso? Desde la noche anterior que sentía ese frío. En su opinión, odiaba el hecho de que Marik estuviera cerca del mar, ya que el frío a veces era mayor, agregado a eso, estaban entrando en inviernos, así que todo estaría mucho más frío que normalmente. Dewis no era muy bueno con el frío.

» ¿Cómo hiciste en las pruebas de caballero que fueron en invierno?

Al final de las escaleras Kari se había detenido y girado hacia Dewis, quien venía detrás de él. Otra mala mirada de parte de Dewis fue parte de su respuesta.

-Allí estaba en constante movimiento y tenía la ropa adecuada.

Como si fuese lo más obvio, Dewis había extendido los brazos para dar a entender su punto. La ropa que llevaba ciertamente no eran las mejores para estar en ese ambiente frío.

-Oh, podemos usar eso de excusa –dijo Kari -. Lo que usaremos para andar caminando por la ciudad, será que compraremos ropa para invierno.

Estaba feliz de ser de ayuda para Kari, aunque esa felicidad aumento cuando recibió de premio un beso, pero el frío realmente hacia que no pudiera reaccionar adecuadamente. Llegaron al comedor donde vieron a Teresa sola terminando de acomodar todo.

-Buenos días a ambos –dijo ella con una sonrisa -. Se levantan temprano.

-Buenos días Sra. Teresa. Sí, somos personas mañaneras.

Dewis hizo un gesto en saludo, ya que estaba concentrado en darse calor.

-Él se ve que no soportar el frío… ¿Desean desayunar de una vez?

Kari negó con la cabeza.

-No, comeremos afuera. Iremos a comprar algo de ropa para que deje de tener frío.

-Oh, espero que consigan algo antes de que se congele…

Teresa dejó escapar una risa a la cual se unió Kari, obteniendo como respuesta una mala mirada de parte de Dewis.

-Nos vemos más tarde.

-¿Vendrán para el almuerzo?

-Usted realmente hace que quiera quedarme para siempre –dijo Kari obteniendo una risa de parte de la mujer como respuesta -. Creo que no nos dará tiempo… pero sería un honor cenar con ustedes.

La mujer asintió con la cabeza y nada más fue dicho porque los dos decidieron continuar con su camino hacia las afueras del edificio.

A pesar de lo empobrecido que se veía el pueblo, la gente parecía no verse afectada por ello, ya que todos se encontraban de muy buen ánimo, no solo eso, los ciudadanos que tenían negocios se encontraban a esas horas abriendo sus tiendas. Para encontrarse en un momento crítico donde había una lucha de poder, las personas se veían en su mayoría relajadas. De eso se dieron cuenta mientras más caminaban por aquellas calles y para asegurarse de que no se trataba de una pantalla, se metieron hasta por las zonas más recónditas de aquel pueblo, los sitios que alguien como turista jamás pasaría y aun en dichos lugares, todos parecían tranquilos. Ese comportamiento por supuesto que causaría una gran curiosidad en Kari. Luego de que compraran algo para desayunar y conversaran un poco con la agradable jovencita que atendía, la cual tendría alrededor de doce años, fueron en búsqueda de una tienda de ropa, misma que les costó encontrar. A diferencia de la gran ciudad, ese poblado no tenía muchas tiendas de ropa.

Al entrar a la tienda, se dieron cuenta que tenía una campana que daba aviso de nuevos clientes. Había un hombre en el mostrado, con un bigote bastante protuberante y cejas pobladas, usaba lentes y debido a la ropa que llevaba no podía saber si su contextura sería grande o pequeña. El hombre apartó la vista de su libro cuando escuchó el tintinar de su campana.

-Buenas, ¿en qué le puedo ayudar?

-Queremos ropa de invierno.

El hombre con la mirada les hizo un chequeo a ambos, notando perfectamente como uno de los dos se encontraba temblando levemente por el frío. Los residentes de Marik estaban acostumbrados a esas temperaturas, pero un turista o alguien de afuera, no lo podría soportar tan fácil, por nada, los del pueblo llevaban ropas normales para el frío.

-Se encuentra en aquel estante a la izquierda.

Señalo con su dedo el lugar sin moverse de su sitio. Kari concluyó que ese hombre tenía clientes debido a que era la única tienda allí, porque su atención al cliente fue pésima.

Junto a un suspiro, se acercaron al lugar donde el hombre indicó, comenzando a buscar la ropa que se pondrían los dos, porque aprovechando que estaban buscando ropa más abrigada para Dewis también compraría un conjunto para él. Él soportaba el frío mejor que Dewis, pero nunca estaba demás prevenir. Al tener la ropa en mano, llevo su vista por la pequeña tienda, buscando si había un probador o algo similar, logro dar con algo que se asemejaba. Una cortina que estaba puesto de un estante a otro, se veía que ambos estantes tenían una distancia suficiente para que entrara una persona allí. Le dio la ropa a Dewis para que fuese el primero en cambiarse y mientras esperaba dirigió su vista al resto de la tienda.

Varias estanterías con ropa de diferentes estaciones, aunque la que predominaba era la de inviernos, mientras miraba las diferentes estanterías se percató de una cesta donde estaban en rebaja guantes y sombreros, decidió acercarse y tomar dos pares de cada uno (dos pares de guantes y dos gorros). También tenía una exhibición con maniquís que daban hacia afuera, puesto que la puerta de acceso estaba a la izquierda si se veía de frente desde adentro. Todo era de madera que se veía tenía muchos años, pero que se encontraba bien cuidada, además de pulcra, asimismo, toda la ropa estaba bien doblada. Kari dedujo que aunque no tuviera dotes para atender a la gente, su trabajo era por demás eficiente.

-Tiene mucho interés por la tienda.

Escuchó al dueño quien ni siquiera lo estaba mirando.

-Ah… sí –dijo teniendo su vista en el hombre -. Es que me estaba fijando que todo se encuentra en muy buen estado… Anoche estuvimos en la posada de la avenida principal y han llegado unos guardias…

Kari no termino su oración al oír como el hombre chasqueaba y dejaba escapar un comentario.

-Esos bastardos… -soltó con evidente enojo -. Vienen todo el tiempo a sacarnos nuestro dinero solo para ir a gastárselo en alcohol.

-¿También han aparecido por aquí?

-Más de lo que se imagina.

El hombre había soltado una risa sarcástica antes de colocar un marca libros en donde detuvo su lectura para luego cerrarlo y dejarlo en el mostrador.

» Esos bastardos solo vienen todo el tiempo a sacarnos el poco dinero que tenemos para mantenernos y van y lo usan en alcohol… Diciendo cosas como que son órdenes del príncipe. ¡Ja! Vaya broma… Si de verdad fuesen órdenes del príncipe no aplicaría la violencia. Ese chico es más inteligente, usaría otros métodos para obtener nuestro dinero sin que nos diéramos cuenta.

Kari se sorprendió de que el dueño de la tienda fuese más boca suelta de lo que le pareció en un principio, aun así, asintió con su cabeza a lo que estaba diciendo.

-Entonces… ¿Todo el mundo está consciente de que no se trata del príncipe?

-Por supuesto, todos conocemos al príncipe desde que tuvo consciencia de sí mismo. Al igual que el difunto rey.

Quiso preguntar pero en ese preciso momento Dewis salió del probador con la ropa ya puesta, llevaba encima una primera capa de ropa que ayudaba a regular la temperatura de su cuerpo, luego una segunda capa intermedia, que colaborara con la retención del calor en su cuerpo, esta constaba de una sudadera. Encima de todo eso llevaba también una chaqueta de fibra, pantalones impermeables y calcetines de lana merino, todo para evitar que le diera frío. Ciertamente Kari tuvo un buen ojo en cuanto a la talla de la ropa, porque le quedo perfecto a Dewis.

-Aquí, guantes y un gorro.

Kari le entrego los guantes para que se los colocara él mismo, pero el gorro se lo coloco Kari. Con toda esa ropa, ocultaba un poco más la espada que llevaba en su cinturón, que también se lo coloco, además de las botas que ya traía.

-Ahora deberías cambiarte tú.

-Sí, eso haré.

Asintió con la cabeza para hacer lo mismo que hizo Dewis de entrar al probador y cambiarse de ropa. Por su parte Dewis se acercó al mostrador, bajo la mirada del hombre, quien miraba con la misma curiosidad que miró en un primer momento Teresa.

-¿Cuánto sería por todo?

-Dos monedas de oro y una de plata.

Dewis asintió con la cabeza, antes de suspirar. El hombre le miraba demasiado, como si quisiera preguntar algo.

-¿Sucede algo malo?

El sujeto pareció pensárselo un poco, antes de dignarse a hablar.

-¿Escapando?

Aunque fue una pregunta simple y sencilla, Dewis supo a lo que se estaba refiriendo con ella, por eso solo asintió con su cabeza un poco sin apartar la mirada.

» Eso no es nuevo aquí, gran parte de la población son personas que decidieron escapar. Nobles que huyeron con sus amantes, hijos bastardos… Todo tipo de personas que no fueron deseadas en otros territorios.

-¿De verdad? –eso sí que le tomó un poco por sorpresa. El hombre asintió.

-El difunto rey y muchos de los antiguos reyes que dominaban este territorio, fueron muy abiertos, aceptando a todas esas personas que no tenían un hogar y volviendo este territorio su nuevo hogar, su nuevo comienzo. Por eso muchos de los ciudadanos están enormemente agradecidos con los reyes, además, nunca nos menospreciaron.

-¿En serio? Eso es algo increíble.

El hombre asintió mientras Dewis se sentó en un banco cerca del mostrador, que Kari no había notado.

-Sí, los que habían tomado el poder hasta ahora, tenían la creencia de que las clases sociales no traían nada bueno, solo enriquecer los bolsillos de los ya ricos… -comento con una pausa -. El difunto rey siempre venía al pueblo y estoy seguro que se la pasaba más en el pueblo que en su lujoso palacio. Solo los del pueblo lo saben, pero su majestad tiene una casa aquí en el pueblo, a las afueras de la ciudad, hay una casa que es donde residía mientras estaba aquí, compartiendo con nosotros y ayudándonos a resolver las problemáticas que enfrentamos todos.

Dewis llevo una mano a su mentón, eso sí que era una buena información la que estaba obteniendo de parte del dueño de la tienda de ropa. A las afuera de la ciudad había una residencia del antiguó rey, si iban allí, lograrían encontrarse con Josue, de eso estaba completamente seguro, porque mientras estuvo tratando de conseguir unos días libres a Kari para venir al pueblo, Dewis se dio cuenta que Josue estaba muy poco en el castillo. Puesto que fueron escasas las veces que lo vio y en su mayoría lo observó fue desde la distancia. Al poco tiempo Kari salió del probador completamente listo, había sido mucho más rápido que Dewis.

-Estoy listo.

Sin poder evitarlo, hizo una mueca de molestia, ese hombre era más capaz de lo que dejaba a entender.

-Por todo serían dos monedas de oro y una de plata.

Kari busco en la bolsa donde llevaban las monedas, sacando tres de oro y dejándolas en el mostrador. El dueño evidentemente mostró sorpresa.

-Nos ha atendido muy bien, así que quédese con el cambio.

Aun en su sorpresa el hombre asintió tomando las monedas, luego de eso salieron de la tienda con la nueva ropa. Ya afuera dieron un par de pasos, llegando a lo que parecía un callejón, así que decidieron detenerse allí.

» Así que una casa en las afueras…

Aquello lo dijo Kari cruzándose de brazos y recostándose un momento en la pared. Lo ideal es que fuese a aquel lugar que indico el otro hombre, así obtendrían mucha más información de la que ya tenían hasta el momento.

-Sería bueno ir, pero… -dijo Dewis antes de señalar en dirección al cielo -. Ya está anocheciendo, nos llevó más tiempo dar con la tienda de ropa…

Dewis no pudo evitar avergonzarse con lo último que dijo, porque había sido en parte su culpa que se atrasaran buscando una tienda, además que había sido él quien necesitaba la ropa. Kari miró un momento al cielo, antes de suspirar un poco.

-Tienes razón, es tarde y si no llegamos levantaremos sospechas… -comento, llevando una mano a la cabeza de Dewis, palmeando está por encima del gorro -. Mañana vayamos a ese sitio.

Después de aquellas palabras decidieron iniciar su caminata hacia la posada, regresando por el mismo camino que tomaron para llegar allí. Cuando estuvieron delante de la puerta de la posada, el cielo estrellado ya se encontraba sobre ellos. Kari tomó la decisión de entrar por detrás en la posada, debido a que no deseaba entrar en un momento inadecuado, porque podrían darse cuenta sobre quién era él. La sorpresa que se llevaron por aquella decisión fue grande. Kari y Dewis rodearon la posada para llegar a la parte de atrás donde estaba la madera para las chimeneas y demás cosas, abrieron la puerta, pasando primero por un pasillo, pero justo cuando iban llegando a la cocina, escucharon voces, que no venían precisamente de Teresa y su esposo.

-Aquí está el dinero necesario, por favor entrégaselos cuando vuelvan esos hombres.

Kari no reconoció aquella voz, pero Dewis sí que logro reconocerla y gracias a ello lo llevo a evitar que algo malo sucediera. Uno de los que se encontraban en la cocina se dio cuenta de su presencia y reaccionó de inmediato. Por segunda vez Dewis se encontraba haciendo presión con su espada a otra, cuando tuvo a la otra parte enfrente, se percató que era la misma chica de cabello rosado que iba con el príncipe, aunque ella no lo reconoció.

-¿Quiénes son ustedes?

Tenía que admitir que la chica tenía bastante fuerza, porque la presión que le ponía a la espada era bastante, la suficiente para que a Dewis le costara mantenerla a raya. Al oír tal conmoción, Teresa y el príncipe hicieron acto de presencia.

-¡Oh no! ¡Ellos son clientes!

Teresa fue la primera en reaccionar, haciendo que la chica retrocediera. Tanto ella como Dewis guardaron su espada sin dejar de verse. Con una mirada el príncipe chasqueó de tal forma que fue escuchado por todos los presentes.

-Teresa, ellos no son clientes… ¿O me equivoco nueva emperador?

Kari sonrió levemente, ese chico tenía buen ojo.

-Oh, me siento honrado de que me reconozcas.

Teresa al darse cuenta y entender la conversación, de inmediato se arrodillo en el suelo de madera. La expresión que mostró dejaba en evidencia que estaba horrorizada por la falta de respeto que le hizo al emperador del imperio. Ahora el que chasqueó fue Kari.

-Por favor no haga eso.

-¡No puedo! Le he faltado el respeto a usted, el mayor gobernante de toda esta tierra.

Kari suspiro y Dewis se acercó a Teresa, tocando su hombro, la mujer levantó la mirada por aquel gesto.

-Kari piensa igual que su príncipe… Así que por favor siga tratándolo como antes.

La mujer dudo un buen rato, mirando a todos los presentes por escasos segundos, al final suspiro suavemente, levantándose con ayuda de Dewis. Teresa llevó una mano a su mejilla mientras mirada en dirección del emperador.

-Debo decir… que no se asemeja a lo que se rumorea sobre usted.

-¿Qué?

-Eso no es importante Teresa –interrumpió Josue -. ¿Qué es lo que quieren?

Aunque inició con un tono tranquilo, al hacer esa pregunta, dejaba en claro su disgusto y molestia. Kari sonrió de lo más tranquilo, no le preocupaba la clara amenaza del príncipe.

-¿Una audiencia con el príncipe? –soltó en broma, pero esta no fue bien recibida, así que suspiro un poco -. Queremos averiguar lo que de verdad está pasando en Marik.

-¿Acaso mi primo no se encargó de decirle?

Josue mostró una sonrisa burlona.

-Sí, me contó con lujo de detalle el gobierno dictador que llevas.

Kari le regreso la forma en que Josue pregunto, teniendo como respuesta un chasquido.

-Nosotros no hemos venido a dañar a alguien, solo queremos saber la verdad –fue Dewis quien habló ahora -. La real y no la que todos parecen querer hacer creer.

Josue pareció pensarse un poco el asunto sobre lo que diría a continuación, luego miró a Teresa.

-Bien, pero no será en este lugar.

Entendía el motivo de que no quisieran discutirlo allí, eso significaba comprometer a Teresa y ninguno de los dos bandos deseaba afectar a la pobre mujer que miraba a todos con confusión. Kari asintió con la cabeza antes de llevar su vista a Teresa.

-De verdad que fue agradable estar aquí, es una lástima que no podemos quedarnos más… -dijo buscando en la bolsa de monedas -. Como no sabemos si vamos a regresar, le entregare el pago.

-¿Dos monedas de oro? ¡Eso es demasiado!

Inmediatamente Teresa se sobresaltó intento devolver el dinero, pero Kari se negó, dejándolo en la mano de la mujer.

-Usted nos ha tratado bien y eso no se ve en todos lados. Acéptelo como pago y nuestro agradecimiento por su increíble servicio.

Aunque estuvo reacia unos minutos más, terminó asintiendo al darse cuenta que no iba a poder ir en contra de aquel hermoso joven. Kari llevo su vista a Josue, quien miraba todo en silencio, teniendo a su derecha a la joven de cabello rosado.

-Ahora podemos irnos.

Josue asintió con la cabeza y la primera en salir fue su caballero, luego Josue seguido de Kari, el que más tiempo se quedó en aquel pasillo que daba a la cocina fue Dewis. Este se acercó a Teresa y le dio un abrazo, de verdad que estaba agradecido con la mujer.

-Muchas gracias por todo, espero que les siga yendo bien.

La mujer recibió el abrazo gustoso, dándole una sonrisa cuando se separaron. Dewis estaba dispuesto a irse, pero antes de hacerlo, Teresa lo detuvo un momento.

-Ustedes… -dijo con una pausa, dudando -. De verdad son diferentes.

-¿Diferentes? Eso mismo mencionaste antes. ¿A qué te refieres?

De nuevo dudo, luego miró sobre el hombro de Dewis, hacia la puerta, regresando al rato su vista al joven.

-Por favor cuídense… ustedes están en una situación semejante al príncipe.

-¿Qué…?

Dewis no pudo preguntar porque fue interrumpido por la llegada de Kari.

-Dewis, ya tenemos que irnos.

-Ah… -soltó mirando un momento a Teresa y regresando su mirada Kari -. Entiendo. Nos vemos Sra. Teresa.

La mujer se despidió con la mano mientras les veía salir de la posada. Dewis se quedó con la duda que sembró la mujer, pero no tuvo mucho tiempo para pensar sobre ello, porque había otras cosas por las cuales preocuparse. Ya en su momento averiguaría sobre aquello que le daba un mal presentimiento, por ahora lo importante sería ganarse a Marik.

Notas finales:

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