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El candidato al trono por ami4alice

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Notas del capitulo:

Bueno, aquí les traído el capítulo 1 de esta historia.

Espero lo disfruten. <3

Luego de la vergonzosa escena en el patio, se encontraba sentado en el sofá de su habitación, con una ropa diferente, puesto que cuando se levantó cargaba pijamas. Ahora llevaba un pantalón corto con tirantes de color negro, unos botines  altos que le llegaban a las rodillas y una camisa de color azul cielo con detalles dorados.

-No lo puedo creer –la voz de su madre en el otro sofá se quejaba -. ¿Qué pensaste al salir con esas vestimentas?

No tuvo nada para decir en defensa, su madre era una mujer que le gustaba estar siempre presentable y le enseño eso desde muy joven. Tenía la mirada baja, un tanto avergonzado por lo que acaba de pasar.

-Vamos, vamos. La sirvienta ha dicho que desde que se levanto estuvo alterado, no lo reprendas Luisa.

Su padre salía a defenderlo cuando entro en su habitación, lo cual acentuó aún más su sonrojo.

-¡No lo defiendas! –se quejó su madre -. Él es el futuro heredero de la familia Aliskar, tiene que dar honor a su nombre.

-Lo siento mucho –dijo al fin, interrumpiendo a su padre antes de que hablara -. Ha sido inadecuado de mi parte salir de mi habitación sin haberme cambiado.

Su madre enarcó una ceja, cerrando el abanico en su mano, luego de un suspiro se inclinó a tomar su taza de té.

-Acepto las disculpas, pero Dewis, que no se vuelva a repetir.

Asintió con la cabeza mientras su madre con elegancia bebía de su té, él se dignó a hacer lo mismo que ella.

-¡Que mujer severa! –soltó su padre entre risas -. Pero ese es uno de sus encantos.

Dewis Aliskar casi se ahoga con su té y lo escupe ante las palabras de su padre, sobre todo por el guiño que le dedico. A pesar de que su madre le dio un leve golpe en el hombro con el abanico, en sus mejillas hubo un leve tono rojizo.

-También lamento haber interrumpido tu entrenamiento padre…

-Hm… -su padre no dio respuesta, solo le miró fijamente.

-Deja de mirarlo así que harás que te agarre idea –su madre interrumpió el silencio que hubo en la habitación -. Tu padre quiere que le llames más de esa forma.

-¿De esa forma?

Dewis inclinó su cabeza un poco sin entender. Su madre dirigió su abanico cerrado en dirección del balcón. Por supuesto que él recordaba, antes de que fuese ahorcado públicamente, jamás llego a llamar a su padre de tal forma. Como el heredero de su familia el entrenamiento fue severo, así que nunca cruzo por su cabeza llamarlo de esa forma tan familiar. Ellos eran caballeros, tenían que verse como una fortaleza, impenetrable.

Aún estaba ese asunto, el murió en la horca, entonces… ¿Cómo se hallaba ahí delante de sus padre? No fue lo único que llamo su atención, luego de un chequeo minucioso cuando se cambió, se dio cuenta de que volvía a tener la edad de once años. Cuando murió estaba en sus veinte años, ya había heredado el nombre de su familia.

Salió de sus pensamientos cuando vio a su padre ligeramente avergonzado, al ser destapado por su mujer.

-No te obligaré si te sientes incómodo…

Miró directamente a su padre, luego su té. Antes nunca tuvo la oportunidad de tratar con tanta familiaridad a su padre, ahora se preguntaba el motivo de no haberlo hecho. Negó ligeramente con la cabeza.

-Está bien, no presenta ningún problema.

-Ya que estamos en eso… -dijo su madre, haciendo que tuviera la atención de ambos -, yo también preferiría que me llamaras mamá, si no es mucho problema.

Allí estaban, siendo tan amables como los recordaba, aunque quizás un poco más, porque pocas veces logró estar de esa forma con las personas que le dieron la vida. Asintió con la cabeza, teniendo un ligero sonrojo en sus mejillas.

No paso mucho para que volviera a quedarse solo en su habitación, su padre seguía teniendo entrenamiento y su madre una reunión con las demás esposas del imperio. Su mirada estaba en aquellas tazas de té, aunque en realidad iba mucho más allá, tenía en ese preciso instante tantas preguntas para hacerse y tristemente no encontraba ninguna respuesta. Suspiro levemente, lo que sabía hasta el momento es que estaba de nuevo viviendo su vida cuando tenía once años, nada más. El motivo de volver a repetir su vida seguía siendo un misterio.

Pronto la puerta de su habitación fue tocada, era la sirvienta de antes. Dewis la recordaba, una mujer que siempre estuvo a su lado, su cabello era rizado y castaño, hasta los hombros, siempre iba con una sonrisa que hacia brillar sus ojos oscuros. Ella y otras dos mujeres más eran sus sirvientas personales, las encargadas de sus cosas desde que era un bebé. La mujer hizo una reverencia luego de que entro en la habitación.

-Es la hora de su lección, señorito.

Asintió con la cabeza para levantarse e ir a recibir su clase. Por ahora seguiría con su vida hasta obtener algunas respuestas.

.

.

.

Había pasado toda una semana desde que había vuelto a tener once años. Ese día iba junto a su padre al castillo del emperador, al parecer su padre tenía que dar un reporte sobre todo lo que estaba hacía, en esa oportunidad le acompañó. Como futuro heredero de la casa Aliskar, tenía que comenzar a involucrarse en los asuntos de su familia. Iban ambos vestidos con el uniforme de caballero de su familia, un traje azul rey con detalles negros y dorados y el escudo de su familia en la espalda, también el cinturón con la espada, marca de que era un caballero.

Llegaron a los aposentos del emperador y se bajaron del carruaje, subiendo las escaleras que daban a la entrada principal. Caminaron por un par de pasillos y Dewis no pudo evitar llevar su vista a su alrededor, sobre todo a los jardines. Eran tan inmensos y espectaculares como los recordaba, lleno de diferentes tipos de flores. La principal de todas era flor del imperio Kurth, de color plateado con un bordeado dorado, una mezcla extraña de colores, pero que atrapaba a cualquiera. Solo se daba en el imperio, principalmente en el jardín del emperador.

Cada dos pasillos se encontraba un hombre de los caballeros del emperador, con su traje negro en sus posiciones de vigilantes, haciendo una ligera reverencia cuando pasaba con su padre. Dewis no podía evitar sentir un ligero miedo que causo se apegara a su padre y le tomara de su capa, esos hombres fueron los que mataron a su familia o la matarían, aun no lo sabía.

-¿Qué sucede?

La voz de su padre le saco de sus pensamientos, le miraba con duda, puesto que se había detenido de pronto y este no podía continuar porque le sostenía de la capa. Antes de contestar, apareció una cabellera rojiza.

-¡Señor! –saludo el caballero -. Un honor tenerlo por aquí.

-Ha sido un tiempo Roy –saludo su padre cortésmente.

Dewis se tensó cuando el pelirrojo posó su mirada en él.

-¿Viene a hablar con el emperador? –pregunto, obteniendo una asentida de cabeza como respuesta -. Creo que su hijo debería ir al jardín…

Con aquella sugerencia Dewis captaba la indirecta de que no lo querían en la reunión, no era extraño, aquello pasaba más seguido de lo que podía recordar. A penas tenía once años, por eso habría cosas que aún no podía saber. Su padre se giró a él un momento, dudando sobre lo que tendría que hacer, por su parte dejo ir la capa de su padre e hizo una pequeña reverencia.

-Iré a ver el jardín.

-Muy bien –dijo su padre con alivió en su voz -. Iré a buscarte cuando acabe la reunión.

Agradeció enormemente que Roy se marchara con su padre, dejándolo solo, no iba a poder soportar la compañía de aquel hombre, el recuerdo de él matando a sus padres seguía vivo en su piel. Se giró en sus talones para caminar de regreso al camino al jardín que vio antes.

No le llevo mucho llegar, al entrar en el jardín decidió bajar el ritmo de sus pasos para apreciar la belleza de las flores. No es como si fuese su primera vez en aquel lugar, estuvo ahí más de lo que recordaba, pero esa sí que sería su primera vez apreciando su alrededor, normalmente pasaba de largo. Se detuvo en el centro del jardín, donde se encontraba el inmenso árbol, el más grande del imperio, rodeado por las flores plateadas con dorado, como si fuese una enredadera. Ellas hacían ver más vivo el árbol. Al estar enfrente llevo una mano al tronco, acariciándolo con dulzura, tocar al árbol sí que no era la primera vez.

Cuando estaba preocupado sobre heredar el apellido de su familia, ya que a pesar de ser hombre, su contextura era débil y de paso era bajo, sus estadísticas estaban por debajo de lo normal. Para ser un heredero, aquellas características solo lo hacían odiarse a sí mismo, por no tener las cualidades de su padre, un hombre robusto y fuerte. Suspiro levemente, a su padre le llevo menos de un año hacerse con la espada, él aun le costaba sostenerla sin que se cansara. Nada en él señalaba que era hijo de un caballero, los que protegían al imperio.

Hubo una fuerte brisa y por estar distraído en sus pensamiento no notó un pedazo de papel sino hasta que le dio en la cara. Lo apartó para ver de dónde vino, había muchos más tirados por doquier. Se dispuso a recogerlos, ya que tal vez se le volaron a alguien que los trasladaba, cuando termino de recogerlos, casi vuelve a dejarlos caer y que se regaran de nuevo por todos lados. El camino de hojas le llevó a dar con alguien más.

Antes de que pudiera salir huyendo de ahí, el otro hombre abría sus ojos y los clavaba en él. Por supuesto que recordaba aquellos orbes turquesas que le veían directamente. Se congelo en el lugar sin saber lo que debería de hacer, estaba allí, delante de él, el candidato a emperador que asesino.

-Las hojas…

Sus hombros se tensaron más cuando le vio levantarse y comenzar a caminar en su dirección.

-¡Lo siento!

Aquello lo dejo escapar en un hilo de voz, antes de estampar los papeles en el pecho del otro chico y salir huyendo de aquel lugar. No sabía cómo debía comportarse o cómo actuar delante de aquel candidato, ya que se suponía que fue él quien lo mato, haciendo que el otro candidato ascendiera a emperador.

Se detuvo de golpe cuando cayó en cuenta de aquel asunto, si seguía caminando por los aposentos del emperador lo más seguro es que se encontrara con ese hombre, el cual prometió no volver a caer en su red, pero a pesar de tener ese pensamiento, el miedo de la traición seguía presente en él. No quería verlo, no quería encontrárselo, por eso mismo decidió ocultarse, se escondería hasta que su padre terminara con la reunión.

Cuando se giró dispuesto a ocultarse en algún lugar, se percató de algo, se había perdido, puesto que no estaba en una zona que hubiese recorrido en el pasado o futuro, ya no lo sabía. Entró en pánico, preocupado de que le castigaran por estar allí. ¿Y si le asesinaban por eso?

Más miedo tuvo cuando escuchaba pasos a lo lejos, el típico sonido que producía un caballero cuando estaba haciendo la guardia. Miró a su alrededor y antes de que pudiera actuar un caballero del emperador lo pilló.

-¿Qué hace en este lugar?

Su mirada fue severa, asustando a Dewis, pero la relajó cuando vio el escudo en su uniforme. El haber tomado la decisión de venir igual que su padre le estaba salvando la vida.

-Yo…

-No puedes estar aquí –su tono era suave, muy diferente del que uso al principio -. Este no es un lugar para que alguien como tú se encuentre. Y menos sin permiso.

No sabía qué contestar y se estaba imaginando que sería sacado de ahí por el caballero de uniforme negro, pero antes de que sucediera lo que pasaba por su mente, una voz interrumpió a ambos.

-Yo le he dado el permiso de estar aquí.

Con porte elegante, pero a la vez severo, el mismo chico de antes estaba parado a unos pasos de ellos. De nuevo se encontraba con esos orbes turquesa.

-Entiendo.

El caballero le soltó el brazo por donde le iba a sacar de allí, hizo una reverencia al otro chico y siguió con su recorrido. Dewis no pudo más que mantener la mirada, ojos marrones como la miel se encontraban con los turquesas. El otro hizo un movimiento con su mano, llevando unos mechones de cabello hacia detrás de su oreja.

-¿Acaso no sabes agradecer?

-Yo… Lo siento.

Le vio hacer una mueca de disgusto.

-¿De nuevo te disculpas? ¿Por qué?

Por haber desviado la mirada no se percató sino hasta que lo tuvo enfrente de que se había  acercado a él. A pesar de ser un crío igual que él de once años, era un poco más alto y robusto, digno de un futuro emperador.

No era para nada raro que tuviera esa soltura y orgullo pegado a la piel, muy diferente a otras supremacías, en el imperio de Kurth el futuro emperador se escogía a través de una competencia, la cual los competidores se seleccionaban desde su nacimiento, cuando su nombre aparecía en la sagrada escritura. Kurth desde la antigüedad era un imperio muy religioso, teniendo la sagrada escritura, que fue la que declaró el inicio del imperio con el ascenso al trono de un hombre que no pertenecía a la familia real hasta aquel entonces. Otro par de cosas que aparecían en la sagrada escritura se cumplieron, así que desde entonces, las palabras en aquel libro blanco con detalles dorados, donde la mayoría de sus hojas estaban vacías, eran la ley en el imperio.

En ese momento, en la sagrada escritura aparecieron dos nombres, que serían los candidatos para relevar al actual emperador. Los segundos hijos de la familia  Miskal y Noth. La persona delante de él era el primero, el segundo fue el hombre que le traicionó. Todos los candidatos se elegían desde su nacimiento, siendo prueba de su candidatura la marca de nacimiento con forma de la luna o el sol. Desde ese momento, era obligatorio que vivieran en el castillo del emperador, para desde sus comienzos enseñarles todo lo que tenían que saber para ser un futuro emperador. Como las palabras de la sagrada escritura eran sagradas, ninguna familia dudaba en dejar a su hijo en los aposentos del emperador si era seleccionado. Lo apoyaban, pero nada más.

Dewis dio un paso hacia atrás, sin saber realmente lo que debía contestar, no quería seguir siendo observado por aquellos orbes turquesas. No dudo en huir de nuevo, pero en esta ocasión fue detenido por una mano que le sostuvo del brazo con firmeza, pero a la vez con toque dulce. Se giró inevitablemente, ya no podía huir.

» Es grosero huir sin decir nada.

Muy por el contrario de lo que pensó, su tono de voz bajo fue dulce.

-Yo lo sie…

-¡No te vuelvas a disculpar! –se quejó en un bufido.

-Ah… Está bien.

Un silencio invadió el pasillo, siendo solo el sonido del aire meciendo las flores el único ruido que se alcanzaba a escuchar.

-Yo te quería agradecer por recoger mis hojas…y tú, por haberte ayudado. ¿Bien?

Dewis asintió levemente, dando a entender que había captado el asunto. Dejo ir su brazo e hizo un gesto con su mano para dar inició al conteo.

-Gracias por haberme ayudado.

-Gracias por recoger mis hojas.

Como estaban cerca y ambos lo dijeron al mismo tiempo, también hicieron al mismo tiempo una leve reverencia, golpeándose en la frente. El golpe sorprendió a ambos hombres, luego de un par de segundos en silenció comenzaron a reír.

-No tendrías que haber hecho una reverencia… -dijo Dewis luego de parar su risa -. Usted es un candidato a emperador, no debe hacer eso ante un futuro caballero.

-¿De qué hablas? –se quejó el otro -. ¡Precisamente porque soy un candidato a emperador es que debo saber cuándo bajar la cabeza!

Una nueva risa lleno el pasillo.

»Es bueno ver que ya estas más relajado.

Las palabras le sorprendieron tanto que hizo que le mirara fijamente. ¿Acaso todo aquello lo hizo para que él se sintiera cómodo? La pregunta invadió su mente, pero con la leve sonrisa que le dedico el otro pudo obtener una respuesta silenciosa, eso causo que se avergonzara un poco, no se esperaba algo como aquello.

Él asesino al chico que se encontraba en ese momento enfrente, pero no fue lo único que hizo, para poder matarlo primero se aprendió todo lo relacionado a él. Lo que le gustaba, lo que odiaba, sus manías, cada uno de sus pequeños gestos, prácticamente todo lo que hacía que aquel hombre fuera lo que es. Por eso podía saber con certeza que decía la verdad, porque ese hombre reflejaba más en sus ojos de lo que decía en palabras. Lo curioso es que a pesar de conocer todo eso con respecto a ese chico, jamás llego a tratarlo directamente, por lo menos no que recordara.

Siempre le vio en la distancia todo el tiempo, ya que toda su atención fue al otro candidato a emperador. Aquel hombre que le hizo sentir tan especial y capaz que creyó ciegamente en que el sentimiento de amor era mutuo. Gracias a esos sentimientos y lo que hizo, él tuvo confianza y tomo la decisión de heredar el nombre de su familia, convirtiéndose así en un caballero, a pesar de su mala condición. Por eso un sentimiento de tristeza le invadía con solo recordarlo, ser traicionado por la persona que más confías y amas era lo peor que le paso.

Cuando salió de sus pensamientos y los llevo a los ojos ajenos, se dio cuenta que no lo estaban mirando, eso le hizo sentir solitario. Llevo su vista a donde miraba el otro, notando que su vista se encontraba en el jardín.

-Es muy bonito.

Se atrevió a decir. El otro no le miró, pero podía saber que estaba sonriendo.

-Es una de las cosas que más me gustan de esta cárcel.

Lo sabía.

» ¡Ya sé! Acompáñame un rato si no tienes nada que hacer.

-¿Qué?

Antes de poder reaccionar o decir algo más, era tomado de la muñeca y arrastrado hacia el jardín.

-Es aburrido estar todo el tiempo con adultos…

Lo sabía también. Ese chico detestaba vivir rodeado de puros adultos, pero como candidato no se podía quejar de ello.

-Pero…

-¡Igual no estas ocupado! ¿O sí?

Detuvo su andar de pronto, se hallaban a unos pasos de donde antes se vieron por primera vez. Trato de soltarse del agarre, pero por hacerlo, ahora se encontraban tomados de las manos, porque el otro detuvo su acción.

-¡Dewis!

Finalmente el agarre era roto cuando Dewis apartó su mano al oír la voz de su padre. Al llegar cerca y notar la compañía de su hijo, el hombre se agacho delante del otro chico, colocando una rodilla en el piso.

-¡Larga vida a Kurth, hijos del soberano!

El saludo de un caballero. Como su padre mantenía la mirada baja, no notó cuando el otro rodó los ojos, con un gesto de su mano resto importancia y se giró para marcharse.

Su padre duró agachado, con la cabeza baja hasta que la presencia del candidato a emperador se fue. Junto a un suspiro elevo la mirada para ver a su hijo, luego se incorporó. A pesar de lo que pudiera pensar, la mirada de su padre no era de alguien que lo iba a regañar, más bien una suave y amable. Tal vez su padre sabía también sobre lo mucho que el otro chico odiaba ser un candidato a emperador. No lo sabría y tampoco tenía el valor para preguntar.

»Vamos a casa, la reunión ha terminado.

Asintió con la cabeza, para seguir a su padre a las afuera de aquellos aposentos, pero antes de hacerlo, llevo su mirada al camino que antes tomo el segundo hijo de la casa Miskal. De nuevo, tantas preguntas sin una respuesta en concreto.

.

.

.

Después de aquel evento en el palacio del emperador, decidió dejar de ir junto a su padre, siempre usando la excusa de su entrenamiento como caballero y sus lecciones para no tener que acompañarlo. Decidió que lo mejor era prepararse para cuando llegara el momento de la verdad, por eso mismo se dedicó mucho más en sus prácticas como caballero. Él se convertiría en el heredero de su casa, pero no repetiría las mismas cosas, se mantendría lo más alejados de los dos candidatos a emperador, así se podría estar a salvo de cualquier traición.

Con ese objetivo en mente, paso un año desde que regreso a volver a tener diez. La verdad es que Dewis era un chico cerrado que cuando se concentraba en una cosa se olvidaba por completo de otras, así que no pensó en intentar entender el motivo de volver a repetir su vida, solo se concentró en tratar de hacerse más fuerte o ágil con la espada, pero tristemente no logro avanzar, aun cuando hizo un entrenamiento espartano durante todo ese año. Había asistido a los eventos obligatorios, pero siempre evitando a los dos dueños de su futura desgracia.

Ese día, como cualquier otro de todo ese año que había pasado, entraba eufórico a su habitación tirando la espada en el sofá con su funda. Lleno de rabia por no poder avanzar en su habilidad como espadachín. La espada esta vez hizo un fuerte ruido, ya que se cayó al suelo. Tenía moretones por todas partes por el entrenamiento, estaba sucio y agotado y ni hablar de las ampollas en sus manos por sostener tanto la espada.

Se dejó caer en el sofá con molestia, viendo como Teffy, la otra sirvienta le servía el té de la tarde. También había postres, cada que terminaba su entrenamiento, las sirvientas le esperaban con dulces y té, para al finalizar de comer se fuera a dar un baño, el cual tenían listo todo el tiempo.

-No se enoje señorito –dijo Teffy -. Cada quien tiene su ritmo.

Dewis llevo su mirada a Teffy, llevaba su mismo peinado aniñado con dos media coletas, teniendo las puntas rizadas como Nath, aunque su cabello era mucho más oscuro que esta.

-¡Cierto! –ahora fue Joyn la que habló -. Además, no puede decir que no ha avanzado. ¡Ahora puede resistir más el entrenamiento!

Rodó los ojos inevitablemente ante las palabras de Joyn, quien se apartaba un poco un mechón de su frente y con la otra mano enrollaba en sus dedos una de sus dos colas. Ciertamente había avanzado, pero a paso de tortuga y si continuaba así, no iba a poder ir en contra de su final. Era tan débil y eso le frustraba enormemente, por lo menos ya no le daba fiebre luego del entrenamiento, como le pasaba mucho al principio, cuando comenzó a ir enserio.

Suspiro, para tomar la taza que Nath le ofreció, dándole un sorbo y dejándola en la mesa, llevando ahora su mano al cubierto y así tomar un pedazo del pastel delante de él.

La verdad, hubo un cambió que no notó en ese año que había transcurrido. En el pasado, él jamás hubiese tratado con la servidumbre, siempre manteniendo el límite de que eran sirviente y señor, pero en esta ocasión fue diferente, desde que era familiar con sus padres, también comenzó a serlo con los demás integrantes de la casa Aliskar. Ahora, de vez en cuando hablaba con los sirvientes, los cocineros siempre tendían a consentirlo, sobre todo con el aperitivo de la tarde, que preparaban todo el tiempo los dulces que más le gustaban. Se podía decir que una de sus debilidades era ser malcriado por los sirvientes y caballeros de la casa Aliskar.

-¿Qué le parece? Esta vez Nayn la cocinera probó algo nuevo… ¿Logra reconocer qué es?

Se quedó un momento en silencio, dedicándose a saborear otro trozo del pastel luego de lo que dijo Nath.

-¡Tiene trozos de galleta!

-¡Ha adivinado! –interrumpió Joyn en tono infantil -. ¿Le gusta?

Asintió con la cabeza, por lo menos comer sus dulces favoritos le subía el ánimo.

Se quedó un momento pensativo, divagando en las cosas que estaban pasando. Ciertamente había ligeros cambios en aquella línea de tiempo de la que él recordaba, pero lo que no sabía era sobre si eso lograría hacer que no terminara volviéndose un traidor y asesinando a uno de los candidatos. A pesar de que las mujeres se encontraban en una apasionada conversación sobre cómo Nayn hizo el pastel, no les estaba prestando atención, porque repentinamente se preguntó el motivo de que volviera a repetir su propia vida.

¿Había un significado de todo eso?

Él no recordaba que eso pasara en su línea original, tampoco decía eso en la sagrada escritura.

¡La sangrada escritura!

Repentinamente Dewis se levantó de su asiento, sorprendiendo a las tres mujeres. Por andar intentando mejorar como caballero, no se le ocurrió antes ir a chequear en la sagrada escritura sobre el motivo de su estadía en ese lugar. ¡Que bobo había sido!

-Teffy, Nath y Joyn. Preparen todo, voy a salir.

Aunque todas le miraron con duda, asintieron con la cabeza para comenzar con los preparativos para que su señor pudiera salir. No le llevo mucho tomar un baño y estar listo para subir al carruaje con destino al templo.

.

.

.

Al encontrarse delante de aquella inmensa puerta que daba acceso al templo le hizo pasar saliva. Muy pocas veces estuvo en ese lugar, como caballero no era tan obligatorio el realizar los actos de fe, más que los días de celebración religioso, no tenía más que hacer en ese lugar. Por eso se sentía nervioso al estar ahí un día que no era festivo, aun así, los pasantes a sacerdote le recibieron, con su comportamiento amable y devoto de siempre.

-¿Qué le trae por aquí?

Pregunto el hombre con una amable sonrisa, Dewis volvió a pasar salida, dudando en lo que podría decir.

-Yo…

-Si viene a ver al  sumo sacerdote, ahora mismo se encuentra en meditación. Se está curando para poder seguir oyendo las palabras de la sagrada escritura.

Agitó su cabeza levemente en negación.

-Vengo a ver la sangrada escritura. ¿Se puede?

El hombre inclinó su cabeza, no era raro el que vinieran a ver la sagrada escritura, lo que era raro es que fuese un caballero. Se notaba en los ojos del hombre que no veía todos los días a un futuro caballero queriendo ver la sagrada escritura. Dewis conocía el invisible límite entre los caballeros y la iglesia, no es que se llevaran mal, pero tampoco bien.

-Claro, todos son libres de ver la sagrada escritura.

Para que quedara palpado lo divino que era la sagrada escritura, cualquiera podía verla, por eso no le impidieron hacer la visita. Con un gesto el hombre le indico que le siguiera, pasando de nuevo saliva, siguió al fraile.

No le llevo mucho encontrarse en aquella sala pequeña donde reposaba en un atril la sagrada escritura. Era de madera, con detalles en dorado y piedras preciosas incrustadas, un lugar digno para que un libro divino reposara. Luego de que puso un pie dentro de la sala, el hombre hizo una reverencia y se retiró, cerrando la puerta detrás de él. El leer la sagrada escritura se consideraba como algo privado, por eso cuando alguien la estaba leyendo, nadie podía interrumpirlo. Respiró hondo llevando su vista a la habitación, cortinas de seda de color rojo, con detalles dorados, diferentes cuadros del imperio y en el medio de toda la sala, el atril con la sagrada escritura.

Camino hasta quedar enfrente del libro, posando un momento su mano en el libro, pensó que tendría que buscar lo que quería, pero el libro desprendió una luz que causo que retrocediera y cuando volvió a mirar, el libro se abrió solo, posándose en hojas vacías. No entendió lo que estaba pasando, lo cual le llevo a volver a colocar la mano en las hojas blancas, esta vez brillo de nuevo y cuando se vino a dar cuenta, ya no se encontraba en aquella habitación.

-¿Dónde-?

-Mi pequeño niño.

La voz que le llego no era de nadie conocido, era mucho más aguda y por alguna razón, Dewis sentía que esa era la voz de la divinidad. Además de que todo su alrededor estaba completamente blanco y solo se escuchaba el sonido producido por un reloj. Tic-tac.

-¿Qué está pasando?

Hubo unos segundos de silencio, Dewis comenzaba a desesperarse.

-Oh, mi pequeño niño –volvió a escuchar -. Finalmente has decidido venir.

-¿Me esperabas?

Otro silencio.

» ¡¿Me esperabas?! –aunque quiso sonar calmado, fue todo lo contrario.

-Te esperaba desde hace un año, mi pequeño niño.

-¿Por qué?

Tic-tac. El sonido se acentuó.

-Porque eres mi pequeño niño amado.

La ira invadió su piel al oír aquellas palabras. ¿Un niño amado? ¡Si fuese así no se le hubiesen condenado a muerte!

-¡No seas ridículo! -gritó con fuerza, recibiendo su propio grito como respuesta, como un eco -. ¡¿En dónde se supone que esta lo amado?!

-Lo fuiste, lo eres –dijo la voz en aquel espacio en blanco -. Tú eres mi niño amado.

-Entonces si soy amado… ¿¡Por qué fui traicionado por la persona que más quería!?

Estaba alterado y las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas al recordar todo aquello que había ignorado por todo un año. Si era tan amado como decía aquella voz divina… ¿Por qué tuvo esa clase de final?

-Por eso estas aquí –dijo la voz -. Para que te des cuenta de que eres y serás mi niño amado.

Ya no estaba para esa clase de bromas, estaba harto de todo, no quería tener que repetir lo que vivió.

-¡No seas ridículo! ¡Yo no quiero ser tu niño amado!

-Mi niño amado, perdiste tu camino… -escuchó a la voz decir -. Pero no tienes de que preocuparte, yo te regresaré al camino correcto.

-¿Qué?

Apartó las manos de su rostro, que en punto las había usado para ocultar sus sollozos y su dolor.

Tic-tac. Tic-tac. Tic-tac.

A su alrededor comenzaron a sonar unos engranajes y antes de que pudiera opinar algo más de nuevo era cubierto por una luz que le empañaba la vista. En mitad de todo ese ruido y la luz, pudo escuchar por última vez la voz divina.

-El camino de un niño amado… Comenzaras a descubrirlo.

El repentino ruido proveniente de la sala donde reposaba la sagrada escritura, causo que el hombre que antes atendió a Dewis, a pesar de sus reglas, interrumpiera la lectura de su visitante para poder descubrir el origen de tan fuerte ruido. Al abrir la puerta lo encontró tirado en el suelo inconsciente, cerca del atril donde reposaba la sagrada escritura.

-¡Señor caballero!

El fraile se acercó para certificar si se encontraba bien, chequeando que estaba respirando. La duda sobre el motivo de que su visitante estuviera inconsciente en el suelo le llevo a dirigir su vista a la sagrada escritura, notando que estaba en la página donde se encontraban los nombres de los candidatos a emperador. Lo que vio causo que volviera a soltar un grito.

» ¡Llamen rápido al sumo sacerdote!

Ahí, en la lista de los candidatos para emperador, reposaba un nuevo nombre y cuando el fraile pasó sus dedos por el cuello de la camisa ajena, pudo certificarlo. La marca de una luna, señal de que ese chico ahora era un candidato a emperador.

Notas finales:

Hasta aquí llega el capítulo, espero les haya gustado y no se olviden comentar (Al decir eso me sentí un Youtuber jaja). 

 

¡Esperen el siguiente capítulo! <3 


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