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Wilde por Menma Lightwood

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Notas del capitulo:

Wao, creo que es la primera vez que actualizo tan rápido Je. Pero en fin, ahora sí se vienen las cositas interesantes.

Disfrútenlo!

 
Cinco años después la familia Uchiha se asentaba en un lugar del bosque en donde no podrían encontrarlos. O por lo menos no tan fácilmente, y de hacerlo, tenían suficiente tiempo de ventaja para que todos se salvaran. A diferencia de la última vez, la estrategia del grupo era defender y escapar, no podían permitirse perder más tiempo, apenas eran díez adultos y un adolescente después de la masacre. Muchos de los otros fueron asesinados, y en el peor de los casos, capturados. 
 
Solo había un niño en toda la familia, dando un total de doce miembros.
 
Mikoto era una líder ejemplar, flexible y compasiva. Todos estarían de acuerdo en que es lo mejor que sabe hacer sino fuera porque la educación y protección de su cachorro era algo en lo que se destacaba. La pantera madre vigilaba a su bebé día y noche, fue sencillo durante sus primeros meses, con el único defecto de que sentía pavor de dejárselo a alguien más. 
 
Entre todos tuvieron que acercarse y convercerla de apoco que Sasuke no iba a desaparecer si lo dejaba en manos de otra pantera por unas horas para cazar. Tomo algo de tiempo, pero para cuándo cumplió sus cinco años, Sasuke podía vagar por la guarida y salir a recibir a su mamá cuando volvía.
 
– ¿Está todo listo, Mikoto? – Preguntó una gran pantera de un color marrón muy oscuro.
 
Su líder visualizo las dos grandes presas que habían cazado, juntando esas ya eran seis animales para su reserva de comida.
 
– Esto está bien por la siguiente semana, pero luego tendremos que traer dos más.
 
– Debatiría ese argumento de no ser porque comemos como si no hubiera un mañana.
 
– Somos panteras – Mikoto alzó sus hombros en forma animal – Es lo que hacemos.
 
– Un poco más y comeríamos la carne sin cocinar – Bromeó el hombre.
 
– No juegues con eso Obito, podemos lucir como tal, pero no somos unos animales salvajes. Tenemos nuestras costumbres y educación.
 
Su consumo de animales no era constante, tal como los hombres, ellos necesitan frutas y verduras, es solo que en menor grado. También podían comer sin cocinar antes, pero cuando Fugaku estaba vivo les dijo que no tenían que actuar como animales salvajes. Por ello cocinaban la carne antes de comérsela, y honestamente, era mucho más rico comerla con sal y condimentos que cruda.
 
– ¡Mamá! – Rugió una mini pantera azabache que movía la cola de un lado a otro en pose de acecho, estaba tan feliz que a penas la tuvo cerca se arrojó sobre su madre haciéndola rodar y quedar bocarriba. El pequeño se subió sobre su panza – ¿A dónde fuiste? El tío Madara dijo que saliste a cazar, pero tú me prometiste que me llevarías contigo.
 
– Lo se Sasuke, pero no podía llevarte hoy. Estábamos muy cerca de la ciudad, era peligroso – Y sin cambiar de posición le lamió su cabecita, ganándose un gruñido que pretendía ser aterrador pero lo cierto es que sonaba adorable – Eh, que no se le gruñe a la mamá.
 
– Lo haré si no me tratas como un cachorro.
 
– Sasuke, eres un cachorro – Cierto, quizás ya no tenía el tamaño de una cría, pero seguía siendo considerablemente más pequeño que los demás – Y lamento no haberte llevado hoy. El río es más seguro para cazar, cuando se acaben nuestras presas te llevaré ahí conmigo.
 
– ¿Lo prometes?
 
– Lo prometo.
 
Mikoto podía defender a su hijo de enemigos, de enfermedades, de la soledad e incluso de su propia familia... pero había algo de lo cual una madre nunca podría esconder a su hijo.
 
El tiempo.
 
– ¡Agh! ¡Maldición! – Bufó un chico de aproximadamente uno doce años, de cabello azabache y ojos negros. Estaba sentado en la hierba con una mala cara y no paraba de maldecir – Estúpida adolescencia.
 
– Sasuke – Advirtió en tono grave su madre. Estaba recostada a la sombra de un gran árbol y lo supervisaba.
 
– Oh vamos, mamá.
 
– Nada. Deja de maldecir o suspendere tus clases por otro año.
 
– ¡Ni hablar! Suficiente tengo con ser el único que a los doce no sabe cazar.
 
A los niños por lo general se le enseñaba a cazar animales pequeños cuando cumplían los seis. Primero con reptiles como salamandras o mamíferos como ardillas y ratones. Su hijo era bueno haciendo estrategias, pero como madre se había concentrado tanto en factibilizarle todo que...
 
– ¡AHG! – Soltó un rugido furioso al ver que el venado corría y se escondía lejos de su alcance.
 
Bueno, digamos que la práctica no le iba tan bien.
 
– Debes tener paciencia, hijo. No siempre vas a conseguirlo.
 
– Sería más sencillo si no estuviera destransformandome cada vez que me descuido.
 
Cuando nacía un niño híbrido, ya fuera que la madre estuviera en forma animal o no, tomaba la forma del animal correspondiente y no cambiaba hasta que cumplía los dos años. Es cierto, si la madre daba a luz en forma humana el bebé nacía como tal, pero unos segundos después se transformaba en animal. Los niños al crecer muy pocas veces toman forma humana, sin embargo, una vez entrada la adolescencia, las hormonas y los cambios que sufre el cerebro y el cuerpo al madurar obligan a la bestia interna a apartarse para poder desarrollarse como debe ser. En pocas palabras, hasta que cumpliera los diecisiete años, pasaría más tiempo siendo hombre que pantera.
 
Y Sasuke lo detestaba.
 
– Si me hubieras enseñado a cazar cuando era más pequeño no tendría este problema – Continuó quejándose.
 
Su madre optó por mirarlo con una mezcla de resignación y escepticismo.
 
– Yo no escuché que te quejarás cuando traía esas grandes presas para ti, Sasuke.
 
– Ya, pero es porque tenía hambre.
 
– Bueno, ahora yo soy la que tiene hambre, así que retribuye esa crianza y caza algo para tu madre – Un vistazo rápido a su alrededor y encontró lo que buscaba – Mira ese ciervo, es perfecto para ti.
 
– Es muy pequeño – Comentó arrugando la cara.
 
– Y tú igual. Sasuke, no puedes ir por la vida pretendiendo que puedes lograr todo con solo quererlo. Tú tienes el potencial de alcanzar grandes cosas, pero para eso debes ser paciente, esperar y pensar las cosas con la cabeza fría. Ese venado que intentaste cazar antes era demasiado grande, jamás habrías podido hacerlo. Debes buscar presas que se adecuen a tu tamaño y fuerza. Recuerda, una presa grande da mucha carne, pero diez presas pequeñas también lo hacen. La perspectiva siempre es importante cuando sales a cazar. Nunca lo olvides.
 
Sasuke aguardo silencio unos segundos y luego asintió.
 
– Está bien, mamá...
 
– Muy bien. Ahora ¿Quieres que te haga una demostración de nuevo?
 
Sasuke miró el ciervo y luego a su madre, entendiendo en ese momento que si quería ser el mejor cazador de todos, tenía que aprender de los mejores, y ser paciente.
 
– De acuerdo.
 
Un par de años más tarde, Mikoto se sentaría debajo de ese mismo árbol, aún era joven, pero se sentía algo cansada, siempre sería más fácil con un compañero para distribuir la carga, pero por muchos años estuvo sola, y esa soledad le pasó factura. Tenía a su familia, pero no todos eran cazadores, unos defendían, otro protegían la guarida, otros hacían perímetro... el único que era buen cazador era Obito, pero lo perdieron por una enfermedad que no puedieron curar a tiempo. Así que las cosas de hicieron más difíciles, sobretodo en esas épocas en las que las presas son difíciles de cazar, en esos tiempos se desgastó mucho cazando, y ahora que la época había vuelto, lo pensaba muy bien antes de salir y buscar comida.
 
La pantera se puso en guardia cuando escucho un sonido, pero una vez que reconoció el olor, se tranquilizó.
 
Una gran y negra pantera se acercó a ella arrastrando un alce macho. Era más grande que ella, pero sus ojos eran negros igual que los suyos. Dejo la presa a sus patas y se acercó antes de inclinarse hacia el frente en señal de respeto.
 
– Estoy en casa, mamá.
 
Mikoto miró con adoración a su único cachorro, notando por primera vez que ya no era un bebé, ni siquiera un adolescente. A sus veinte años, su hijo era un pantera hecha y derecha. De no ser porque había heredado sus ojos, lo habría confundido con su fallecido esposo.
 
– Espero que esto sea suficiente para todos – No lo dijo para alardear, porque de no ser suficiente era capaz de devolverse y conseguir otro. No importa cuánto le costara.
 
– No no, así está más que perfecto. Con esto y las tres presas que ya tenemos estamos listos por estas dos semanas.
 
– ¿Segura? Recuerda que Kamui está esperando cachorros, y no tardará en comer de más.
 
– Estoy muy consciente de eso, hijo – A pesar de lo complicado que era tener a una embarazada en la familia, la noticia la hizo feliz. Kamui había ingresado hace algunos años, y su enamoramiento con Levi, el único hijo de Obito, fue algo que todos vieron venir – Pero les aparte una presa para ella sola, le hace bien que se alimente, sus hijos necesitaran de proteínas.
 
– Lo que aún no entiendo es porque no se han ido para formar su propia familia.
 
– Sasuke... - Su mirada ensombrecio – ¿No has oído las noticias?
 
Todo aquel híbrido que existiera sobre el planeta ya había escuchado los rumores. Las agencias que secuestraban híbridos habían cambiado su estrategia, ahora se disfrazaban de gente común y corriente, gente amable. Gente que, una vez ganada tu confianza no dudaban en delatarte a los jefes una vez que existía la ligera sospecha de que eras un híbrido.
 
– No podemos confiar en nadie por ahora – Siguió explicando la mujer – Además, si las cosas están así de fuertes, es mejor que nos quedemos juntos. Si Kamui y Levi tienen más cachorros tendríamos más garras para pelear.
 
– Y más bocas para alimentar – Sasuke meneó la cabeza, sabiendo que era imposible tratar de negociar con su madre, era demasiado compasiva. Tomando eso en cuenta, optó por negociar – No estoy en contra de que se queden, pero al meos exigeles que uno o dos de sus hijos sea entrenado como cazador, necesitaremos toda la ayuda posible.
 
Mikoto lo sopesó un momento, sabía, como una buena jefe, que no era bueno ajustar tanto la cadena, pero tampoco soltarla demasiado.
 
– Me parece bien, un par de cazadores y más comida no nos vendría mal.
 
– Además, también deberíamos discutir nuestro siguiente refugio, he encontrado uno más grande que abarca unas cuevas subterráneas y muchos follaje y árboles. Las cuevas serán buenas para esconder a los cachorros y los árboles son lo bastante frondosos como para vigilar desde allí.
 
– ¿Está lejos de la ciudad? – Quiso saber su madre.
 
– A sesenta kilómetros, suficiente para escapar pero también suficiente para ir corriendo y comprar frutas.
 
– ¿Ríos cerca?
 
– Al sur y al oeste. El del sur es grande pero es de agua salada, lo verifique y tiene varios peces, no son lo ideal pero servirán en las épocas malas.
 
– ¿Y el del oeste? 
 
– También salado, no tiene animales pero guía a unas montañas para escapar si es necesario. 
 
– ¿Y agua potable?
 
– Hay un riachuelo que baja directo de las montañas, está lejos desde aquí pero el nuevo refugio solo está a cinco kilómetros.
 
– Estoy tan orgullosa de ti, Sasuke – Tuvo que contenerse para no llorar. Su hijo había crecido, y era tiempo de que tomara el papel que le correspondía por derecho – Es por eso que está decisión es la mejor.
 
Los ojos del joven se ampliaron, sin creer lo que se venía.
 
– Estás diciendo que... – No pudo terminar, estaba sorprendido y emocionado.
 
– Sasuke Uchiha, es tiempo de que te hagas cargo de la manada, de nuestra familia, y de nuestras vidas.  Te cedo mi puesto como líder, actúa con sabiduría, y hazme sentir mucho más orgullosa – Y se inclinó en el suelo con sus patas delanteras estiradas hacia el frente como gesto de sumisión. Ahora era oficial, su tiempo como líder avía acabado.
 
Y el de su hijo recién comenzaba.
 
El transcurso de los años fue más lento para Mikoto, ahora podía descansar más, y su único entretenimiento Ademas de apoyar a su bebé era cuidar a los de otros. Kamui tuvo tres crías, los tres aparentaban ser varones, pero su instinto de madre le decía que uno de ellos era doncel. Kamui también lo pensaba, así que le puso al pequeño el nombre de Misaki.
 
Sasuke se desenvolvió como líder de manera ejemplar, el refugio que encontró era perfecto, estaba escondido y era seguro. Las crías podían jugar cuanto quisieran y la comida era abundante. Tomaba decisiones con la misma gracia y determinación que su madre y peleaba contra otros animales con la fuerza y grandeza de su padre. Todos decían que superaba a sus padres en muchos sentidos, y lejos de ofenderla, Mikoto se sentía feliz por ello.
 
Un día encontró a su hijo sentado en el fondo de un barranco, estaba usando esa ropa especial que habían robado hace tiempo en la ciudad. Era elástica y no se rompía cuando se transformaba, solo se fundía con la piel y seguía intacta al volver a ser hombre. Habían varios modelos, pero su hijo siempre usaba lo mismo: Un mono militar y una camisa negra.
 
Mikoto se transformó y se sentó a su lado. Ella se había conformado con usar un ligero vestido, tenía un par más de ropa pero ese era su preferido.
 
– ¿Que tanto piensa esa cabecita? – Con una mano revolvió sus cabellos como usualmente lo hacía.
 
– ¿Sabes? La frase quedaba mejor cuando tenía tres años, ahora como que no tiene sentido.
 
– Siempre serás pequeño para mi – Le dijo con ternura – Eres mi único hijo y te amo.
 
– Yo también te amo, mamá. Pero no te sentirías tan sola cuando no estoy si hubieras tenido más hijos.
 
La pelinegra negó con la cabeza lentamente.
 
– Sabes que contigo para mi es suficiente.
 
– Lo se, pero pudiste tener más si hubieras querido, es decir... – Por lo general no hablaba de esos temas con su madre, pero ese día presintio que era buen momento de intentar – Tenías la opción de encontrar pareja, tener más cachorros, pero no lo hiciste. Preferiste quedarte conmigo y educarme... ¿Porque? Nadie te hubiera juzgado por eso.
 
La mujer se mostró de acuerdo, y tomando la mano de su hijo, decidió decirle algo que debía saber si deseaba encontrar la felicidad.
 
– Tienes razón, pude haberlo hecho, estoy segura de que la familia entendería si quisiera encontrar a alguien más. Pero jamás podría amar a alguien como ame a tu padre, el era único para mi, así como yo era única para él. Es algo distintivo y especial que solo tiene tu pareja destinada. Puedes amar a otra persona también, pero nunca compaginaran de esa forma tan única como con la persona que es especial para ti. Es bueno que lo sepas, porque algún día quizás llegues a amar a alguien con tu vida y no lo entenderás, quizás hasta te asustaras, pero solo muy pocos tienen el privilegio de encontrar a su alma gemela. 
 
– Eres muy romántica, mamá – Le sonrió, ya se había imaginado que diría algo parecido. Siempre hablaba bien de su padre, por lo que no era sorpresa que dijera que era su alma gemela.
 
Su madre abandonó su pronta nostalgia para poner esa cara de suspicacia que siempre ponía cuando se metía en asuntos ajenos.
 
– Y tú deberías comenzar a hacerlo. Ya tienes veinticuatro, es hora de que consigas a una pareja y tengas crías.
 
– No quiero crías por ahora, mamá – Lo pensó mucho, pero al final decidió que era mejor esperar – Necesito concentrarme en nuestra familia y mantenerla a salvó. Las cosas se están poniendo cada vez más difíciles y por los únicos cachorros por los que tengo preocupación justo ahora son los de Levi.
 
– Entiendo eso – La pelinegra asintió, comprendiendo a su hijo – Pero aunque no quieras hijos podrías por lo menos comenzar con una pareja.
 
– No encuentro a nadie que me guste.
 
– Por falta de opciones no será – Utilizando ese sarcasmo tangible que daba a entender que era más que obvio.
 
Ella no era tonta, desde hace un par de años noto el interés común que su hijo solía despertar en las hembras de la zona. Muchas pertenecían a manadas, otras eran errantes y estaba solas. Pero la mayoría eran buenas muchachas, y todas también muy bonitas. Lo único que no entendía era porque su hijo no volteaba la cabeza como para tener una relación seria, y no solo lo suficiente como para satisfacerse a si mismo de vez en cuando.
 
Era evidente que no había heredado su lado sentimental.
 
– Tienes una larga lista de chicas esperando que las escojas ¿Porque no...?
 
– Mamá – Suspiró interrumpiendola, ya sabía que su madre iba a meterse en sus asuntos – No empieces.
 
– Pero hijo, quiero tener nietos.
 
– Algún día – No era del todo una mentira, pero por el momento no tenía eso en mente – ¿De acuerdo?
 
– ¿Lo prometes, Sasuke? – El tono y la pregunta le hicieron volver unos años en el pasado, en donde todo era más tierno y fácil, y su mamá se esmeraba por no preocuparlo.
 
Y el como su hijo, era su turno de hacer lo mismo.
 
– Lo prometo.
 
 
                     ••••••••••••
 
 
Ruidos.
 
Escuchaba ruidos metálicos en el horizonte.
 
Sasuke se levantó con cuidado, inspeccionando el área de su cueva y asegurando que todo estuviera bien. Trató de hacerlo lo más cuidadosamente posible, pero un pequeño fisgón se puso a su lado sin molestarse en ser visto y fingió observar también.
 
– ¿Que estamos buscando? ¿Puedo ayudar? ¡Déjame ayudarte! ¿Si?
 
El varon miró a la pequeña pantera de ojitos claros con una mueca.
 
– Misaki, vete a dormir – Ordenó firme.
 
Misaki se sentó y le hizo ojitos.
 
– Pero Sasuke-san, si yo quiero ser un gran cazador como tú tengo que practicar.
 
– Pues práctica con tu madre, ahora anda a dormir, es tarde – Pero el mismo ruido aún más fuerte lo puso en posición de ataque. Por otro instinto coloco al cachorro entre sus patas para protegerlo. Miraba de un lado a otro intentando verificar de donde provenía el sonido, unos segundos después entendió que era al norte, pero a un par de kilómetros. Sea lo sea, era tan grande que incluso un humano podría escucharlo si prestaba la suficiente atención.
 
Estaban demasiado cerca para su gusto.
 
– Misaki – Se adelantó un poco y se inclinó para tener de frente al niño – ¿Quieres ser un gran cazador?
 
– Si – Respondió de inmediato.
 
– ¿Quieres ser más que eso?
 
– ¿Eh?
 
– ¿Te gustaría ser mi ayudante?
 
– ¡Si! – Lo grito tan fuerte que Sasuke tuvo que gruñirle un poco para que bajara la voz. Misaki se encogió y asintió un poquito – Si quiero ¿Que tengo que hacer?
 
– Quiero que te quedes aquí vigilando toda la noche, si no vuelvo al mediodía quiero que le digas a mi madre que vayan al oeste, que hay otro refugio pasando las montañas.
 
Al pequeño no le gustó el camino por el que se iba eso.
 
- ¿Que pasara contigo?
 
- Si tardó en volver sabré donde encontrarlos. Tú otra tarea será convencer a mi madre de que no me siga, así que por si acaso no le digas a qué dirección voy ¿De acuerdo?
 
- ¿Pero y si necesitas ayuda?
 
- Intentaré evitar cualquier problema, no te preocupes.
 
- Está bien - Aceptó algo triste, tenía miedo de que su líder no volviera.
 
Sasuke suspiró.
 
- Oye, te prometo que volveré a casa sano y salvo. Palabra de líder.
 
Sasuke se incorporó y asintió al pequeño, que a pesar de su miedo de irguió cual militar y prometió cumplir sus órdenes. Una vez echo eso se lanzó a correr, esperaba que no estuvieran tan cerca como esperaba, pero su suerte se fue al caño una vez que llegó. Estaban a unos seis kilómetros, y no solo eso, su asentamiento de debía a que estaban recargando del agua dulce del riachuelo. Era un milagro que no les dió por seguir río abajo, de ser así pudieron haber encontrado la guarida.
 
Pero... ¿Quienes eran ellos?
 
Primero que nada: Eran humanos. Nada fuera de lo común, no le fuera importado de ser turistas, campistas o un grupo de adolescentes perdidos. Pero no, estos eran personas con armas, equipos militares que se veían pesados y... lo que causaba tanto ruido, era una jaula enorme de metal que estaba arrastrando con la ayuda de un auto. Visualizo otras cuatro similares, todas tenían ruedas para transportarlas, pero la que estaban arrastrando no tenía las ruedas de atrás.
 
"Quizás se rompió cuando bajaban por las montañas del norte, son muy resbaladizas. Solo un idiota bajaría algo tan grande por esos riscos" 
 
O quizás alguien que no quiere que vean lo que hay adentro.
 
Pudo haberse ido en paz, porque era probable que se fueran pronto, dado que solo estaban durmiendo y cargando agua. La dirección de los autos era en sentido contrario a su hogar, de modo que su madre y grupo estarían a salvo. No obstante... ¿Que cargaban en las cajas? Esa no era un ruta de comercio, ni por asomo. Tampoco podían ser drogas, porque estás rutas son visitadas de vez en cuando, y cualquier traficante tendría cuidado de cuales usar. Siendo así, quizás eran armas, pero no veía el sentido de trasladarlas por tierra, era más fácil por aire. Y de ser ilegales, fácilmente podían llevarlas en los autos, en vez de traer tanta gente, era como si... como si escondieran algo.
 
Esperó a que todos se durmieran, rodando los ojos al ver que a ninguno se le pasó por la cabeza quedarse a hacer guardia. Bueno, tampoco era tan raro, la zona estaba solitaria en las noches, los únicos visitantes eran ellos mismos.
 
Usando toda su agilidad se agachó y camino con cautela, deslizándose entre las sombras. Contaba con un tamaño considerablemente más grande que una pantera salvaje, pero su sigilo y astucia lo hacían casi invisible, especialmente en las noches. Logró llegar a la caja que estaba dañada, viendo que no estaba sellada por completo, de un costado solo tenía barrotes, pero lo cubría una sábana. Dió un paso y con una de sus garras hizo la tela a un lado.
 
Quedó en shock.
 
Era un tigre de bengala. Demasiado grande para no ser un híbrido, pero lo que le impacto fue ver que tenía una gruesa cadena atada a la pata izquierda. ¿Que rayos estaba pasando con esta gente? El tigre se acomodó para dormir mejor, pero abrió un ojo y al ver a la pantera puso una cara de terror total.
 
Sasuke echo un vistazo rápido al rededor y se dirigió al animal.
 
- Descuida, no te haré daño.
 
- Se que no lo harás - Su voz y su aroma correspondían a la de una hembra, quizás de su edad - ¡Tienes que irte! - Le apremió con miedo - ¡Escapa antes de que te atrapen también!
 
- ¿Te atraparon a ti? ¿Cuando? 
 
- Hace un par de meses, no quieres quedarte y vivir lo que yo ¡Por favor, vete!
 
- ¿Hay más como tú?
 
- Las cajas - Dijo entrecortado, estaba comenzando a llorar - Mira las cajas.
 
Sasuke se encargó de verificar cada una de ellas, encontró dos leones adolescentes y tres crías de leopardos con uno adulto que parecía ser su padre doncel.
 
- ¿Cuál es tu nombre? - Le pregunto a la tigresa una vez de vuelta.
 
- I-Ino...
 
- Bueno, Ino, te ayudaré a escapar - Tomo dos barras entre sus patas y jalo de ellas en sentido contrario, una vez echo eso, cambio de forma y se deslizó a través de ellos. La cadena era lo difícil, pero nada que un pequeño alfiler no pudiera resolver. Tuvo suerte de que su tío Obito antes de morir le fuera enseñado ese truco, alegando que lo primero que debían aprender los híbridos como el era a soltar cadenas. Triste pero cierto - Ayúdame a liberar a los demás - Señalando las otras cajas.
 
Entre ambos intentaron sacarlos a todos, pero las cosas se complicaron cuando uno de los cachorros tropezó con la cadena, lastimandose la patita.
 
El ruido inevitablemente despertó a los humanos.
 
- ¡Hey! - Grito uno.
 
- ¡Maldición, se escapan! - Otro de ellos corrió con una de las armas en mano y comenzó a disparar lo que al parecer eran dardos tranquilizantes - ¡Traiganlos a todos!
 
El leopardo tomo a uno de los cachorros e Ino hizo lo mismo, pero en vista de que los adolescentes ya estaban lejos, a Sasuke le tocó cargar a la cría herida.
 
Corrió justo hacia ellos para luego saltar a último segundo, quería distraerlos para que los demás corrieran. Serpenteaba de un lado a otro y usaba las cajas como protección, su plan habría sido perfecto de no ser porque el cachorro en su hocico lloraba de miedo.
 
- Quiero a mamá... - No paraba de sollozar, era lógico, su edad no debía ser de más de cuatro años.
 
Enfureció ¿Que clase de personas le hacían eso a gente inocente? ¿Solo por ser híbridos merecían sufrir? Pegó un brinco impresionante al techo de las cajas, y luego aterrizó sobre uno de los hombres tirándole al suelo, hizo la misma táctica con otros, pero una vez que llegaron refuerzos, comenzó a correr siguiendo el olor de la leopardo.
 
El equipo de refuerzo estaba más que desconcertado.
 
- ¿¡Quien trajo a la maldita pantera!?
 
Lo siguiente que supo fue que le llovian dardos tranquilizantes, era suerte de que la negrura de la noche y su rapidez le ayudarán a escapar. Una vez lejos bajo al cachorro, no porque no quisiera llevarlo, sino porque era inapropiado que cargara de esa manera a los cachorros de alguien más. Era una costumbre de su especie, las madres eran muy sobreprotectoras con sus hijos, de haber intentado hacer eso en otra situación, su padre doncel le habría rasgado la cara. 
 
En esta situación, sin embargo, lo único que hizo fue arrojarse sobre su hijo una vez que lo tuvo a su alcance, los otros dos estaban bien, así como la tigre. Los adolescentes leones apenas y se veían, pero no los culpó, cualquiera habría corrido por su vida.
 
- Gracias, muchas gracias - Ino se inclinó un poco en señal de respeto mientras lloraba de alegría.
 
- Salvaste a mis bebés - El leopardo se acercó con cautela y lamió un lado de su cara - Siempre te lo voy a agradecer. ¿Cuál es tu nombre?
 
- Sasuke - Respondió - Uchiha Sasuke.
 
- Uchiha Sasuke... - Agrupó rápidamente a sus hijos y se dió la vuelta para seguir su camino - Mis hijos jamás olvidarán tu nombre.
 
La despedida fue breve, pero al final se sintió satisfecho en su camino a casa, había ayudado a los de su especie y les dió una buena lección a ese grupo de desgraciado. Y lo mejor de todo: Todo antes del mediodía; Una sonrisa de lo más alegre se extendió sobre su cara, su familia estaba en su cueva. Su madre estaba dando vueltas de un lado a otro con el pequeño Misaki pegado a sus faldas. Su pose de infantil seriedad le dió a entender que estaba haciendo lo que le pidió en un principio: Convencer a su madre de que no fuera a buscarlo. Se sintió un poco culpable de mortificarla de esa forma, pero valió la pena al verla segura y a salvo. Todo estuvo bien, Mikoto vio a su hijo volver y su corazón volvió a latir, comenzó a caminar hacia el, dispuesta a recibirlo y pedir respuestas. Sasuke no se preocupó, estaba en casa y todo estaba bien...
 
Hasta que ya no lo estuvo.
 
Reconoció el sonido de las ruedas, el chasquido de las armas, el olor a gasolina y al líquido que portaban los dardos tranquilizantes. Los vio venir por el horizonte, directo a su hogar.
 
No podía permitirlo.
 
- ¡Corre! - Su madre se detuvo, miró a los autos e intento llegar a él - ¡NO! ¡Vete con ellos, guialos al refugio!
 
- Sasuke... - Se detuvo, sabía lo que venía a continuación. Perdería a su hijo, tal como perdió a su otro cachorro y a su esposo.
 
- ¡Corran! ¡Mantenlos a salvo! - Y corrió justo hacia el enemigo.
 
- ¡Sasuke!
 
Paso justo por enmedio de ellos, haciéndolos cambiar automáticamente de rumbo. Reconoció de inmediato a uno de los hombres que vino en el equipo de refuerzo.
 
- ¡Tráiganme a ese maldito animal! - Exigió, y un grupo de agentes lo comenzaron a perseguir en motos negras que se acercaban demasiado y muy rápido.
 
No pudo esconderse, no quería que dieran la vuelta y buscaran a su familia. Así que corrió en linea recta, encargándose de que lo siguieran solo a él. Eventualmente uno de los dardos se encajó en su pata trasera, haciéndole caer duro contra unas rocas. Se sintio mareado, intentó levantarse pero cayó de vuelta al suelo. Una red le cubrió la visión, pero estaba satisfecho, consiguió correr tanto que ya su familia debía estar muy lejos de allí. 
 
Alguien le dió una patada en las costillas.
 
- Maldito animal estúpido, me hiciste perder a las mejores crías del mercado ¿Tienes idea de lo mucho que me costó dejar preñado a ese asqueroso híbrido? - Otra patada, esta vez en la cara. Sasuke no la sintió, lo único que sentía era ira, pensando en lo mucho que debió sufrir ese híbrido doncel al ser violado por esos infelices - Tienes suerte de ser hombre, porque sino te haría gritar igual que al otro.
 
Una voz femenina se incluyó en la conversación.
 
- Deja de hablar con el, Hidan. Un poco más y me harás pensar que te gustan los hombres.
 
- Cierra la puta boca, Karin. Ahora ese híbrido se llevó a los cachorros consigo.
 
- ¿Que? - Se burló Karin - ¿Me dirás qué te dió el cariño paternal?
 
- No seas imbécil, tenía asegurado un millón por cada cría, estuve jodidamente cerca de ser rico.
 
- Deja tu amargura, en la base hay más donceles que puedes embarazar - Alguien, quizás un par de hombres, comenzaron a jalar de la punta de la red, arrastrandolo por el suelo - Este chico nos hará ganar mucho dinero.
 
Cedió ante la anestesia que corría por sus venas, lo último que supo fue la sensación de ser arrojado con brutalidad sobre una de las cajas de metal, mientras todos hablaban de lo mucho que ganarían con él. En ningún momento se dirigieron a él como una persona, solo como un animal cualquiera, incluso menos que eso. De esa forma fue que lo trataron las siguientes horas. Lo resaltaron al ponerle un collar en el cuello, al meterlo dentro de una jaula, al dejarle a un lado un tazón de perro con agua, al identificarlo solo como: P604.
 
Para ellos el solo era un animal.
 
Pero él le demostraría lo contrario, les enseñaría lo que podía hacer una pantera determinada, una pantera líder...
 
Una pantera de corazón libre.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Continuará...

Notas finales:

Espero que les haya gustado, déjenme sus review para saber si quieren continuación de la historia :3


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