Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sugardaddy.com II por Verde Lima

[Reviews - 48]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Austin estaba bajo el agua de la ducha enorme de Lascia, estaba cansado, pero a un nivel que iba más allá de lo físico.

El sexo con Ivanov y con Lascia había sido difícil de describir, muy difícil de describir.

Lo había disfrutado tanto que una vez pasado, el sentimiento de culpa le golpeaba. Aquello no era su trabajo, aquello nada tenía que ver con su tapadera. Aquello eran sus deseos, y sus deseos comenzaban a devorarlo.

El pelo se le estaba pegando al rostro, el agua caía cálida sobre su piel, pero no se llevaba nada. Estaba atrapado dentro de él.

Quería acabar con aquello, y a la vez, a la vez comenzaba a querer cosas absurdas.

Cosas que trataba de no escuchar, que se negaba a sentir. Y sin embargo, allí estaban.

No le había escuchado entrar a la ducha, el agua chocando contra la piedra pulida del suelo, contra su cuerpo le volvía sordo, ciego a una realidad a la que tenía que enfrentarse de una vez por todas.

Pero notó un cuerpo a su espalda, al principio pensó que era el italiano, pero esas manos que le sostuvieron por la cintura no eran suyas.

La cara clavada en su hombro buscando su cuello, era la de Ivanov, Nikolai.

—No sé qué haces aquí, no sé ni siquiera qué crees que estás haciendo, pero tienes que irte—le dijo besándole justo debajo de su oído.

Austin intentó despegarse pero no se lo permitió, tampoco hizo verdaderos esfuerzos.

—¿Me oyes? Deja esto, puedo ayudarte si lo necesitas.

Austin no quería volver a oírle, no quería volver a sentirle y sin embargo se estaba dejando besar, y mecer.

—¿Vas a delatarme?—giró apenas su rostro para ver los profundos ojos oscuros empapados en agua.

Nikolai le acarició el abdomen, la sesión de sexo había sido tan dura y extenuante que aquello no tenía ningún tipo de cariz sexual.

—No, pero deja esto, es solo un consejo.


Austin miró los azulejos de la pared, cuando sintió que el ruso se enjabonaba separándose de él.

Se giró mirándole, sabía que ese hombre no tenía las manos limpias, no podía saber hasta dónde había llegado porque solo encontraba trabas en su camino.

Pero ya le pasó en el pasado, algo le hacía confiar en él, y eso le cortocircuitaba el cerebro.

En la academia ya le habían tachado de rígido, una cosa era lo que estaba en el manual, lo que había que hacer pero una de las charlas que tuvo con uno de los instructores que le había llamado a su despacho le sorprendió.

—Tu rectitud es loable, estoy seguro de que serás un agente ejemplar. Pero allí, en la vida real, las cosas no son blancas o negras.

—Las cosas están bien o están mal.

—Eso es un planteamiento simplista, Abercrombie.

—¿Qué está intentando decirme?—Recordaba como la conversación le dejó un claro regusto desagradable en la boca.


—Si un hombre asesina a la persona que ha matado a sus hijos, ¿debe ir a la cárcel?


—Un delito de asesinato tiene una pena de …

—He formulado mal mi pregunta, ¿merece ir a la cárcel?

—¿Quiere decir que aprueba que algunos asesinatos están justificados? ¿La vida de unos tiene más valor que la de otros por el motivo?

El hombre no contestó, y Austin entendía por donde iba, la justicia existía por un motivo, para erradicar el ojo por ojo, objetiva, quizás fría, quizás no justa, pero la que hacía que una sociedad civilizada pudiera darse.

—Hay monstruos que viven entre nosotros, y los conocerás, y verás como muchas veces la justicia no puede hacer nada, y tú estarás en el lugar donde una decisión puede cambiarlo todo.

Austin no dijo nada, tenía claro su punto. La vida de todo ser humano costaba lo mismo, y creía en la justicia. Creía que una buena praxis le llevaría a los resultados, pero no fue aquello lo que encontró. No fueron padres matando a los asesinos de sus hijos, no fue la víctima de maltrato a la que no conseguían salvar de su agresor, fue un sistema corrupto.

Y se sentía muy solo, con sus ideas, con sus creencias.

Y delante de él, un claro ejemplo de lo podrido que estaba el sistema, ya que le facilitaban el trabajo.

La justicia era para unos, no para todos.

Y sin embargo, confiaba en él. Tampoco creía que fuera Pietro Lascia quien estuviera detrás de los asesinatos.

Hacía unos días que la idea era cada vez más potente, y su paranoia crecía. ¿No lo crees porque no eres capaz de separarte de él? ¿Porque estás siendo usado por tus jefes para dar palos de ciego? ¿Porque hay algo más debajo de esto?


Necesitó apoyarse contra la pared, necesitaba salir de allí.

Ivanov le agarró cuando parecía que iba a caerse al suelo y lo ayudó a salir de la ducha, le cubrió con una de las gruesas toallas, y le secó.

—No me importa de qué se trate—le frotó el pelo suavemente—llámame y te sacaré.

Por primera vez Austin asintió, por primera vez sí se sintió superado. Se levantó y caminó hasta la habitación donde Lascia seguía hablando por teléfono, la insistencia había sido tal que lo tomó con desagrado y su tono duro en italiano reflejaba su mal humor.

Austin tomó su ropa, se vistió a prisa, necesitaba salir de allí, y Lascia lo estaba sintiendo.

Colgó con un claro insulto final.


Ivanov también había salido y estaba haciendo exactamente lo mismo que él, vestirse y salir de allí lo antes posible, cada uno tenía sus propios motivos.

 

—Un placer, Lascia.—Se despidió Ivanov pero no dejó de mirar a Austin—Nos vemos.

Él quería irse del mismo modo, pero no fue posible, fue arrastrado a los brazos del italiano que ni siquiera se despidió del otro con más que un asentimiento.

—¿Estás bien?—El tono preocupado, hizo dudar a Austin que acabó por alzar el rostro y mirarle.

No dijo nada, pero los ojos azules que le miraban habían dejado el tono molesto que habían tenido por la conversación telefónica, ahora estaban preocupados, y todo en él.

—Quiero irme.

—Yo te llevo, pero me gustaría que te quedaras esta noche aquí, conmigo.

Austin comenzó a separarse, no, no quería pasar más tiempo allí, con él, no quería.

—Austin, ¿qué pasa?

—No quiero seguir más con esto.

—Dime qué quieres.

—Quiero irme.

Lascia acabó sentándose en el pie de la cama donde habían acabado los tres después de la primera ronda en el salón.

Y tirando de sus manos para que se acercara, Austin era reticente pero acabó cediendo.


—Pensé que lo estabas pasando bien.—El tono de su voz era bajo, era suave, y era preocupado. Austin suspiró, estaba mejor cuando sencillamente era un cabrón al que se la chupaba, su propio pensamiento le estaba jodiendo la cabeza.

—No puedo seguir haciendo esto. Quiero irme.

Las manos grandes y suaves le acariciaron las propias, el suspiro que se escapó no fue de Austin sino de Lascia.

Después de aquello el italiano se movió tan rápido que hasta a Austin le sorprendió, le agarró de las manos llevándolas a su cintura y besándole, Austin forcejeó y acabó por soltar sus manos, pero Lascia le tomó de la nuca, le besaba de un modo tan invasivo tan desesperado que se estaba ahogando.

La patada que le desestabilizó fue rápida y certera, perfecta para soltarse y que le mirara confuso.

—No te vayas—le pidió Lascia, queriendo volver a tocarle.

Austin retrocedió. ¿Qué había cambiado? ¿Qué había cambiado tanto para sentir que ahora se estaba asfixiando allí dentro, que se ahogara en la mirada que por primera vez pedía de un modo lastimero?



Dio dos pasos más hacia atrás, y Lascia los mismos hacia él.

—No te vayas, por favor—repitió.

—No puedo.

Era la verdad, no podía más. Se asustó de sí mismo por no tener fondo en aquello, pero acababa de tocarlo, lo había tocado y estaba ascendiendo a toda prisa. Como el que toca el fondo de una piscina profunda y sube buscando una bocanada de oxígeno.

Le tendía una mano, una mano a la que se había acostumbrado tan rápido que era casi ridículo, no, él era el ridículo. Y Sinclair lo había visto tan claro, aquello no era para él, tenía que salir.

Necesitaba ser Austin Abercrombie de nuevo, volver a su vida.

Dos pasos más y Lascia no se movió esta vez.

—Por favor.

Austin negó, salvo que cuando estaba al borde de tomar el pomo de la puerta esta se abrió, y la persona detrás de ella dejó completamente en shock a Austin.

El que entró era una copia casi exacta de Lascia, solo que sus gestos primero de sorpresa y después de burla eran del todo desagradables. Su boca de labios anchos y sensuales, en su rostro eran crueles a un punto en el que a pesar de todo nunca lo había sido. Sus ojos azules, fríos, muy fríos.

Notas finales:

Problemas, esto se llaman problemas.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).