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Sugardaddy.com II por Verde Lima

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Nikolai miró su teléfono móvil, uno que solo usaba para asuntos personales y vio la llamada entrante de alguien que pensó no le volvería a contactar.

De hecho, solo había recibido una llamada de ese número una vez.

Nikolai lo miró, pero no atendió la llamada. Miró el nombre que aparecía hasta que la llamada se cortó.

La imagen de aquella hermosa mujer, con la que había empezado todo, una que descubrió que no era otra que la madre de Richard Taylor, y nueva jefa de la mafia irlandesa.

Que le volviera a llamar no era algo bueno, cada uno tenía su propio territorio, y estaban lo suficientemente alejados para que tuvieran que volver a estar en contacto.

Ella le había dado una opción, y aunque tuviera sus propios motivos, Nikolai sabía que los favores se devolvían y solían ser con altos intereses.

Esa llamada no era de cortesía, Erin Fitzgerald llamaba para cobrarlo. Y Nikolai no tenía el día.

Delante de él tenía a uno de sus topos, uno heredado, pero que le había funcionado realmente bien.

Sinclair era uno de los policías más duros de Edimburgo, pero hasta los más fuertes caen si le pones una buena suma de libras sobre la mesa.

Era día de pago y de información, sin la policía de su lado sus negocios no proliferarían, y esa asociación Vladimir la había tenido muy clara.

Ese hombre delante de él le había facilitado muchos trámites y se había encargado de quitarle ojos de encima.

Como por ejemplo al agente Abercrombie, un pequeño perro de presa que se le había enganchado al tobillo hacía meses. Ese agente tenía buen instinto, pero no tenía nada que hacer con el entramado que en esa ciudad tenían tejido.

Ambos lados salían ganando, era mejor tener a una organización como la de Nikolai controlada que muchas otras danzando a sus anchas.

Hacía solo unos días del encuentro con Lascia y Abercrombie, y a pesar de saber que solo había sido un invitado, lo recordaba con demasiada frecuencia.

Su propuesta de ayudar a salir de aquello a Austin era cierta, pocas personas le habían inspirado esas ganas de ayudarlas como lo hacía Austin. Ya le había ayudado en el pasado, no sabía cuánto había tenido que ver en los planes de su jefe la colaboración de Sinclair en quitárselo de en medio, pero que Erin Fitzgerald le hubiera llamado en el mismo momento en el que trataba asuntos con Tom Sinclair, y hacía solo días había estado con Austin le parecían algo más que coincidencias.

O quizás solo estaba siendo paranoico, aunque esa misma paranoia era la que le había mantenido todos esos años vivo.

No fiarse de nadie ni de nada era fundamental.

De hecho, aunque tratara de disimular, su topo estaba molesto y deseando irse de allí.

—¿Podrías contarme cómo sigue nuestro joven agente Abercrombie? Hace mucho que no lo tengo siguiéndome el rastro.

Algo en la expresión de Sinclair cambió, para luego volver a esa expresión de tipo duro al que todo le soplaba un huevo.

—Ya no está en tu camino, es lo único que tienes que saber.

Nikolai sonrió, y la molestia volvía a su rostro. Iba a tener que hacer sus propias investigaciones sobre Austin, que estaba en peligro, de nuevo, era más que evidente.

Que fuera una delicia en la cama, solo era una espinita en su dedo que acababa de descubrir.


Un buen sobre de dinero en la mesa acabó con la conversación y con la visita.

Cuando Sinclair se fue, llamó a Yuri, su segundo. No hablaba ni una gota de inglés, y parecía importarle una soberana mierda.

No tenía intención en aprenderlo, y para Nikolai mientras no fuera un problema para sus negocios le era completamente indiferente.

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A los enemigos había que tenerlos vigilados, pero a los aliados aún más, iba a enterarse en qué andaba metido Sinclair y si Abercrombie volvía a estar en problemas de nuevo por la propia policía.

 

El teléfono volvió a sonar, era ella de nuevo, y esa llamada, más tarde o más temprano iba a tener que ser atendida.


Yuri salió del despacho de su jefe, e identificó al policía que acababa de salir subiendo a una moto de gran cilindrada de la que tomó la matrícula.

Aquella parte de su trabajo le gustaba bastante más que en la que acababa con las manos llenas de sangre, pero eso sería algo que jamás demostraría. En su organización había muchas cosas permitidas, los escrúpulos no eran una de ellas.


o0o

 

Tom había tenido que hacer un gran esfuerzo por mantener aquella reunión con calma, el hipócrita de Ivannov preguntándole por Austin, cuando se lo había follado a dos bandas hacía solo unos días.

Y él lo había tenido que escuchar todo, Austin no había vuelto a salir del apartamento que mantenía como tapadera, Tom le había estado reteniendo allí y de momento Lascia, ninguno de los dos, se habían personado a buscarlo.

Tom quería tanto como Austin que dejara el caso, salvo que las órdenes que había recibido eran completamente contrarias.

Austin tenía que seguir jugando su papel. Y Tom nunca odió más a sus jefes, si Austin volvía a la piel de Berkley acabaría rompiéndose.

Y aunque él había hecho todo lo posible por trabarle el camino en el pasado con el caso Ivannov, nunca le había deseado ningún mal a su compañero.

Cuando dejó aquel sobre con su jubilación en su caja de seguridad, fue directo al apartamento de Austin. Alguien le había estado siguiendo todo el tiempo, y en el último momento tuvo que hacer algo que hacía tiempo no hacía, y era volver a su verdadera vida.

Una que estaba tan vacía como cualquiera de los personajes a los que tenía que representar para su trabajo.

Dudó en qué hacer, sabía que era uno de los hombres de Ivanov, así que debía hacer lo que Tom Sinclair haría, pero ir a visitar a Jessica era algo que no tenía ningunas ganas de hacer.

Así que decidió que lo mejor era irse a su pub habitual y dejar morir las horas.

Pinta tras pintas, esperaba que el ruso que le seguía se aburriera, él solo pensaba en volver al lado de Austin.

No dudaba en que Pietro Lascia volvería a por Austin, el imbécil prepotente estaba obsesionado con él. Y la opción de que apareciera el otro Lascia le ponía los nervios más de punta.

Después de horas a solas y menos sobrio de lo que quería, se dirigió al apartamento de Austin, sin que nadie le siguiera. Sabía que a partir de ese momento tendría que tener aún más cuidado, pero cuando entró a un salón a oscuras, solo pensaba en verle. El lugar era minúsculo, y ya lo conocía a la perfección, con el corazón en un puño llegó hasta la habitación.

Cuando vio el bulto bajo las mantas volvió a respirar tranquilo.

Aquello no era lo que tenía que sentir por un compañero de trabajo, independientemente de la situación que estuvieran viviendo, ni que su compañero hubiera colapsado entre sus brazos.

No debería sentir la necesidad de tenerlo de nuevo de vuelta en ellos, pero solo se quitó los zapatos y se tumbó en la cama, sobre las mantas, tomando una postura similar a la de Austin. De lado y con las piernas recogidas, Austin se giró, estaba despierto, y fue él el que volvió a buscar sus brazos. Tom los abrió para él, no sabía cuál de los dos se necesitaba más en aquellos momentos.

—Huele a alcohol—dijo Austin contra su cuello.

Tom solo lo apretó más contra sí mismo, si se llegara a enterar que tras todos sus problemas para atrapar a Ivannov en el pasado estaba él, estaba casi seguro de que no volvería a buscar nunca más su contacto.

Besó su coronilla, conteniéndose por buscar sus labios. No, no era aquello lo que tendría que estar sintiendo por su compañero, pero era demasiado tarde como para dejar de hacerlo.

Notas finales:

Ay, Sinclair, tantos secretitos.

 

Líos, líos y relíos, cómo los amo.

 

Espero que os esté gustando.

 

Hasta el próximo capítulo.

 

Besos

Sara


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