“Está loco” “¿Qué nombre recibe su desorden mental?” “¿De qué centro psiquiátrico escapó?” son algunos de los comentarios que Shinsou ha escuchado sobre Monoma. Debe concordar un poco sobre la extraña actitud que tiene el chico en general, pero no cree que llegue al grado de la locura.
No demasiado, al menos.
Es malicioso y sabe qué palabras debe utilizar para romper a una persona mejor de lo que Hitoshi, alguien que depende de las palabras, puede llegar a hacerlo. Sin embargo, no significa que vaya por la vida soltando ese tipo de comentarios a diestra y siniestra, de alguna forma retorcida conoce sus límites y quizás es por eso por lo que Shinsou se ve tan atrapado por él.
Mientras con la clase A quiere mostrar sus aires de superioridad infundados y su ácido humor, con la clase B en realidad es bastante considerado y hasta podría decirse que un buen compañero. Incluso con él, quien abiertamente declaró que no estaba ahí para hacer amigos, parece haberle tomado algo de aprecio.
—No es lo mismo, pero creo que entiendo un poco por lo que pasaste y a veces te pasa —le dijo Monoma una tarde cualquiera. No sabe cómo termina almorzando con él en ocasiones—. Muchas personas son muy celosas con sus quirks ¿sabes? Que yo lo copie, aunque sea por unos minutos les parece desagradable, como si en el tiempo que el poder se queda conmigo yo pudiera mejorarlo de alguna forma —suelta una risita desdeñosa—. ¿No es estúpido?
Shinsou, de hecho, quiere darle la razón, pero si algo ha aprendido del poco tiempo que ha pasado con él es que no es buena idea darle razón, aunque la tenga, porque es alimentar su descomunal ego.
—No comprendo qué es lo que entiendes con eso —dice en su lugar, mirando al rubio con una ceja alzada.
—Es simple —pone una mano sobre el hombro de Hitoshi quien se extraña por la acción, pero no se aleja del toque cálido, ni le presta atención al cosquilleo de su estómago—. Muchos evitan que los toque, como si…
—Como si fueras a usar tu quirk sin motivo alguno —finaliza Shinsou, comprendiendo mejor a lo que se refiere Monoma.
Neito asiente con una sonrisa resignada en los labios al tiempo que retira su mano.
—Comprendo un poco las miradas que te da la gente que conoce tu quirk y, para mí al menos, es mejor si la gente no entiende qué estoy pensando o cuáles son mis intenciones. Mejor muestro mi locura que mi soledad.
Hay un largo silencio después de eso. Shinsou no tiene una buena respuesta a lo que le dice y decirle “me gusta que me toques” suena demasiado raro.
—Ya no estás solo —se escucha decir minutos después cuando cada uno va camino a su clase.
Monoma saluda con la mano a sus compañeros, quienes le sonríen y responden el saludo a lo lejos.
—Tú tampoco estás solo ya —Neito palmea de nuevo su hombro de forma amistosa—, aunque no vinieras buscando amigos, ¿cómo te desharás ahora de mí? No me molesta hablar contigo.
Shinsou no puede evitar sonreír por su actitud, la actitud que parece molestar y desconcertar a la mayoría a él le parece fascinante.
—A mí no me molesta que me toques —no puede evitar decir con una sonrisa burlona que se ve opacada por la enorme sonrisa maliciosa en la boca de Monoma.
El rubio se acerca hasta invadir su espacio personal y dejando que su aliento cálido roce su oreja, le susurra en un tono bajo y cargado de significado.
—Realmente espero que no —son sus palabras antes de alejarse, sonrisa aún pintada en sus labios, los cuales rozaron sensualmente su piel, y caminar hasta su clase.
Definitivamente no, piensa Shinsou extrañando el toque de esa cálida piel sobre la suya.