1
Dicen que, en tus últimos momentos, cuando sabes que estás a punto de dar tu último aliento, ves pasar toda tu vida como una película en cámara lenta, rememorando cada momento como filme barato y mal grabado.
Aizawa piensa, mientras su rostro es estrellado una y otra vez contra el suelo y su brazo retorcido en ángulos imposibles hasta que el hueso cruje y cede, que lo único en lo que puede pensar es en el dolor.
Todo es dolor, está todo mucho más allá del dolor que no sabe cómo no ha desfallecido. Dolor lacerante en su rostro, sus brazos y cada fibra de su cuerpo que aún no se ha dado por vencido.
Piensa en sus estudiantes, estúpidos la mayoría, que seguramente se están enfrentando al peligro. No es que tengan otra opción, pero le gustaría pensar que tienen una vía de escape y la tomarán si se presenta la oportunidad. Piensa en las personas que ha ayudado y a todas las demás que le hubiera gustado ayudar. Piensa, sin embargo y como hace constantemente cuando cree que va a morir –gajes del oficio-, en Hizashi Yamada. Piensa en su voz estridente, sus gritos inoportunos. Piensa hasta dónde ha llegado porque siempre lo ha tenido a su lado.
No es héroe porque busque fama o reconocimiento del público. De hecho, entre menos tenga de esas cosas se siente mucho mejor, pero al menos tener la atención de Hizashi ha sido suficiente todos esos años. Le guarda en su corazón y en su propio nombre de héroe, le siente a su lado como un ángel guardián por ese simple hecho.
Piensa en sus manos recorriéndole lentamente, susurrando su nombre con inusual voz boja, llena de afecto y cariño cada que están solos. Piensa en él después de su muerte y se pregunta si sería capaz de guardar un minuto de silencio en su nombre.
A cuántos villanos no habrá desconcertado al reír por ese pensamiento, como si hubiera caído en la locura después de tanto dolor.
Pierde la noción del tiempo poco después. No escucha llegar a All Might, no siente el ser salvado ni estar en sus brazos mientras susurra su nombre. No siente a sus alumnos cargarle como pueden hasta un lugar más seguro. No siente ni el dolor en su cuerpo, pero, por alguna razón, le escucha muy a lo lejos. El grito estridente de su voz, atacando a los villanos. Siente la furia que reverbera en sus cuerdas vocales y piensa, de nuevo y porque no tiene nada mejor que hacer aparte de agonizar, en la terrible pelea que tendrán si sale vivo de esta.
2
No sabe cuánto tiempo ha pasado hasta que por fin despierta en el hospital. Tiene los brazos y la cara vendados cual momia. Hay un silencio sepulcral que sólo es roto por el pitido constante que marca sus signos vitales.
Es por eso que Aizawa se sobresalta al darse cuenta que Mic está sentado a su lado. Tiene la mirada fija en la lejanía y no parece darse cuenta que Shota al fin despertó hasta que éste se mueve ligeramente en la cama. Lo que es peor, no dice nada cuando al fin dirige su mirada hacia él, sólo le mira intensamente.
Tampoco sonríe ni parece querer hacer un chiste y eso sólo le pone más nervioso e incómodo. No recuerda cuándo fue la última vez que Mic estuvo tan callado y por un segundo tiene la estúpida idea de él hacer un comentario tonto para romper el silencio tenso.
—¿Cómo te sientes? —pregunta Hizashi ante que cometa una estupidez.
—Mejor —es todo lo que puede decir.
Sabe que si sus manos no estuvieran vendas el rubio tomaría una de ellas y dejaría un pequeño beso en el dorso. Sin embargo, lo único que puede hacer es poner una de sus manos en la pierna de Shota y dar un ligero apretón que Aizawa responde moviendo un poco la pierna.
Es la señal de “ah, vives” que tienen entre ellos porque nunca dejarán de ser héroes por la paz mental de su compañero, pero eso no evita que la preocupación estruje sus pechos cada que uno debe reposar en el hospital.
Algo parece acomodarse de nuevo dentro de Hizashi porque le dedica su usual enorme sonrisa y le mira directamente a los ojos, por fin.
—Te ves patético —dice en burla, pero Aizawa sabe leer bien en sus ojos, en su silencio que al fin comprende.
“Te ves vivo” entiende y le deja pasar el comentario sólo soltando un suspiro.
—Seguro tú te has visto peor —contraataca.
La risa de Mic le calienta el corazón y desea pronto poder tomar esa mano que no abandona el toque en su pierna.