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Boku no Drabbles por Dra-chan

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Notas del capitulo:

AU de Dabi y Hawks si ellos hubieran estado en la UA juntos, sin tantos dramas familiares y con un mejor final del que seguramente les darán en el anime.


Endeavor es el verdadero monstruo de la serie y nadie lo ve.


En fin.


Súper, SÚPER OOC porque meh...

1


Keigo debe correr la vista rápidamente de nuevo. Tiene la mala costumbre de quedarse viendo fijamente a Toya más de lo necesario. Pero no puede evitarlo, le gusta preguntarse cómo alguien que hace menos de media hora tenía el rostro desfigurado por el placer puede ahora lucir tan fresco y cínico, como si no fuera nada.


Quizás porque es a él a quien le duele el sentarse y no a Toya. Un día que cambien de lugares de verdad que lo observará atentamente para ver cómo se las arregla para pretender que todo está bien.


No que ese día esté cerca, pero llegará.


También le gusta observarle para intentar entender cómo es capaz de pretender que no hay nada entre ellos dos. El problema, según le ha dicho, no es que sean hombres, o que Toya es un año mayor, ni nada de eso, pero parece no querer que su padre se entere de su relación. O el intento de, ya que sólo andan follando por rincones oscuros y nada más, ni siquiera palabras de cariño se dirigen. No que las necesiten, pero… no estarían mal.


Endeavor es un hombre conservador y de carácter duro, puede darse una idea de su reacción si se llega a enterar de su relación. Pero no entiende por qué hasta debe fingir que no se conocen. No es raro tener amigos, aunque sean menores por un año ¿verdad? No entiende la paranoia de Toya y a veces se pregunta qué tan lejos está dispuesto a llegar con él en el futuro. Keigo está en su segundo año de la UA y Dabi, nombre de héroe que usa, en su tercer año. Cuando se gradúe estará en la agencia de su padre y será mayor el motivo para esconderse. De ser sólo un secreto que pasa en baños y aulas vacías pasará a… ¿nada?


El suspiro escapa de entre sus labios sin poder evitarlo.


Le gusta Toya, le gusta sentir sus manos sobre su piel. Le gusta su estilo estrafalario y su retorcida personalidad que calza mejor con la de un villano. Le gusta que jadee su nombre mientras tiene un buen orgasmo.


Cree que no se dejaría acariciar de esa forma por ninguna otra persona y de ser posible le gustaría fantasear con un futuro juntos. Peleando con villanos lado a lado, salvando gente y, lo que más anhela, despertar a su lado.


No cree que Toya fantasee con lo mismo.


2


—Pareces distraído —dice el hijo mayor de los Todoroki desde su posición, entre las piernas de Keigo, donde tiene rato entreteniéndose chupando su polla o mordiendo sus muslos.


“¿Qué diría tu padre si te viera así?” Piensa, pero no tiene ni ganas de reírse de sus propios pensamientos.


Están en un aula vacía, como casi todas las tardes. El sol se oculta en el ocaso y Hawks se pregunta si estar recargado en la mesa del profesor siempre fue tan incómodo. Supone que no pensaba tanto en eso antes por la promesa de un buen orgasmo.


Ahora, contemplando la idea de hacer esa la última vez, cree que no vale tanto la pena.


Ha evitado mirar hacia abajo, hacia la visión de Toya tomando su erección con su boca. Sus ojos centelleantes de lujuria, la expresión satisfecha cuando hace cierta cosa con su lengua que enloquece a Keigo.


Pero quiere verle, guardar en su retina esa última ocasión, Dabi recargado su mejilla en uno de sus muslos, los labios rojos, húmedos e hinchados por tantos besos, mordidas y succiones. La polla de Keigo da un latigazo interesado en ese tren de pensamientos que hace sonreír más a Toya, conocedor del efecto que tiene sobre él.


Hawks se avergüenza de sí mismo y cubre su rostro con sus brazos. No contesta la pregunta y su compañero no insiste por respuesta, más concentrado en hundir sus dedos en el cuerpo de Keigo, preparándolo para lo que sigue, aunque no es necesario, pues tuvieron un encuentro en la mañana y Hawks sigue listo para Dabi.


Pero, por mucho que esté listo, parece que su compañero tiene otros planes, no sabe si por castigo o por ese lado sádico que le gusta fingir que no tiene.


Sólo hasta ese día a Keigo se le ocurrió que Toya pretende demasiado y ya no sabe exactamente qué parte de él es real y cuál no. Siempre creyó que le era fácil leerle, pero supone que le gustaba ser ingenuo y le cegó el cariño que siente por él.


Muerde sus labios cuando siente la polla de Toya llenarle de una sola embestida, las estocadas comienzan de inmediato, certeras y con puntería a su próstata. Se aferra al cuerpo de Dabi con ambos brazos. Sus alas no esconden la emoción que siente cuando Toya le abraza con la misma fuerza y le besa con hambre. Dan aleteos felices, cual perro que mueve la cola ante su amo. Supone que eso es, la perra de Dabi.


Bloquea el pensamiento porque quiere hacer de eso una buena última vez, no necesita el recuerdo amargo de sus pensamientos, ni sus comparaciones.


Hawks se corre en el momento que la mano de Toya toma su olvidada erección, contrayendo todo su cuerpo y sintiendo el clímax del otro dentro de él. Podría quejarse como siempre lo hace, es un fastidio tener que limpiar después, pero hasta eso es un buen último recuerdo.


Se quedan abrazados un momento más, tratando de regular sus respiraciones y su ritmo cardiaco.


Toya se aleja lentamente, retirando su miembro ya flácido del cuerpo de Hawks y luce complacido al ver su semen escurrir un poco. No se disculpa porque tampoco es tan cínico, aunque sí le desconcierta la falta de reacción por parte de Keigo.


Quien, por cierto, comenzó a vestirse en cuanto se vio liberado del abrazo de su compañero y ya casi termina de ponerse todas sus prendas.


—¿Kei…? —va a preguntar Toya, extrañado por el comportamiento del otro.


Hawks levanta una mano, silenciándolo. Si Toya dice algo va a perder toda la convicción que viene reuniendo a lo largo del día. Sólo ahora, con la cabeza fría y después de un orgasmo piensa en lo cruel que es terminar todo de golpe. Y después de follar, ni más ni menos. Debe hacerlo rápido antes de darle más vueltas.


—Esta… —comienza, pero debe carraspear al sentir que la voz se le quiebra un poco—. Esta es la última vez.


Toya luce desconcertado. Ladea la cabeza como si así sus neuronas hicieran contacto y le ayudaran a comprender mejor.


—¿La última? —pregunta al fallar en su intento de comprensión.


—Que hacemos… —¿el amor? Se pregunta y no cree que sea la mejor forma de describirlo—. Que nos vemos así —opta por decir—. No quiero tener sexo contigo de nuevo.


Debe salir del salón antes de soltar una línea patética como “no quiero tener sexo, quiere que hagamos el amor”, porque le da asco hasta pensarlo.


Es algo que quiere, por supuesto, pero no quiere decirlo en voz alta a alguien que claramente no busca lo mismo.


Cree que Dabi le llama a lo lejos, pero usa sus alas para salir, literalmente, volando y alejarse a gran velocidad.


Debe ir a revolcarse en su miseria.


3


Es sorprendente la facilidad con la que se pueden evitar. No comparten clases ni actividades y aunque Keigo no pone especial esfuerzo por evitar a Toya, va una semana desde el último encuentro. Y aunque el primer día le bombardeó con mensajes, no volvió a insistir al no recibir respuesta. Manda también algunos mensajes que borró sin leer. No necesita que nada le haga echarse para atrás.


Su cuerpo pica ante su recuerdo, pero se prometió ser fuerte. Su corazón, por otra parte, no tiene derecho a doler como lo hace por su indiferencia cuando fue el mismo Hawks quien decidió que así deberían ser las cosas.


Pero una cosa es decirlo y otra hacerlo, así que no le recrimina a su corazón cuando se salta varios latidos al ver a Toya entrar al comedor, siempre junto a sus amigos, sonriendo despreocupado. No parece afectado y es descorazonador darse cuenta que tenía razón al pensar que al final no significaban nada sus encuentros. Un buen polvo que no le sería difícil conseguir con alguien más.


El resto del día, como toda la semana anterior, lo vive de forma automática. Ríe porque debe hacerlo, sigue las clases porque es su deber y esconde como un campeón su corazón roto porque es un secreto que no ha compartido con nadie y no sabe si lo hará en un futuro. Espera que se borre así de fácil de su mente.


Sin embargo, su cuerpo le traiciona al finalizar el día, porque no le guía a la salida sino a los vacíos pasillos de la escuela, los que antes recorría con emoción a la espera de un nuevo encuentro. Siente un golpe de nostalgia al escuchar el eco de sus pasos. Dabi sabía reconocerlos a la distancia y tenía una sonrisa pintada en sus labios cuando abría la puerta del aula donde quedaban de verse, al igual que un brazo levantado y extendido en su dirección, invitándole.


Abre la misma puerta que abrió la última vez y casi cree que alucina a Toya sentado en el escritorio, esperando por él. Sólo que el chico en su fantasía no tiene una sonrisa para él, ni el brazo extendido. Al contrario, muestra una pose cabizbaja, los pies colgando del escritorio, sus brazos recargados en sus muslos y laxos, en una pose tan derrotada que duele.


Es ahí donde Hawks se da cuenta, de hecho, que no es ninguna fantasía, sino el mismo Dabi sentado ahí, exudando miseria.


—¿Qué…? —va a preguntar, pero se detiene cuando esos ojos azules le voltean a ver.


Ojos que antes parecían apagados se iluminan en el instante que le ven parado en la puerta, como si la vida hubiera regresado al cuerpo.


—Viniste —susurra Toya, maravillado.


Da un salto para bajarse del escritorio y caminar rápidamente hacia Keigo.


—Te dije que te estaría esperando el tiempo que fuera necesario, pero comencé a pensar que no vendrías…


Hawks está bastante perdido, no sabe cuándo le dijo eso ni de qué habla.


—Pensé en enviarte más mensajes, pero no sabía si…


Es ahí donde recuerda los mensajes que borró sin leer y le sabe mal hacer esa observación.


—¿Por qué sigues esperando? —decide preguntar, más que nada porque es la pregunta que más necesita respuesta.


—Porque quiero estar contigo —dice Dabi, como si fuera lo más lógico. De hecho, parece desconcertado al tener que explicar lo obvio. Aunque no es obvio para nadie.


—Tú no quieres estar conmigo —es lo que sale de sus labios con un tinte amargo.


—¿Qué? ¿Por qué piensas que no?


—No mantienes en secreto a alguien con quien quieres estar —bufa, molesto y se cruza de brazos al ver que Toya quiere acercarse y tocarle.


—Te expliqué que mi padre…


—¡No te estoy diciendo sobre decirle que andamos follando! Pero de eso a fingir que no nos conocemos… —sus alas se alborotan ante el grito, crispadas por su enojo—. Ni siquiera puedo ser tú amigo, por qué pensaría que soy algo más.


Se quedan en silencio largos minutos donde Keigo considera que lo mejor será retirarse. No tienen nada más que hablar y Toya, en realidad, no tiene una justificación.


Pero se detiene al ver cómo Dabi suelta un suspiro cansado y se lleva una mano al rostro, como si estuviera exasperado con la situación.


Está muy listo para sentirse ofendido por esa reacción, sin embargo, Toya comienza a hablar antes que pueda hacer cualquier otro movimiento.


—Tienes razón, lo siento —admite Dabi. No hay molestia en su rostro, sólo una mueca de culpabilidad que no entiende—. Debimos dejar en claro las cosas desde el principio, lo siento.


—¿Qué? —se ve preguntando al no entender qué está pasando o de qué habla.


—No es que quiera que seas un secreto por siempre, sólo quiero graduarme y al alejarme de mi padre poder estar contigo de forma tranquila.


—¿Qué? —repite y se siente estúpido, pero nada de eso explica nada.


—Si pasara el tiempo contigo en la escuela a la vista de todos sería muy obvio lo mucho que me gustas, como si pudiera evitar tocarte si estás cerca, por eso prefiero que nadie nos vea.


—¿No estarás en la agencia de tu padre cuando te gradúes? —logra al fin hacer otra pregunta.


—¿Qué? ¡Joder! ¡No! —exclama Dabi con una mueca de disgusto—. Si pudiera poner tierra entre ese hombre y yo sería mucho mejor, pero obviamente esperaré hasta que te gradúes para eso.


Hawks en realidad no sabe si debería creerle, no hay ninguna razón para hacerlo, pero su estúpido corazón está muy listo para que lo hagan añicos nuevamente de ser necesario.


—Pensaba que no querías estar conmigo —admite al fin su miedo y siente un escalofrío por todo el cuerpo cuando Dabi le sonríe de forma cálida. Es muy inusual y no sabe si es algo a lo que debería acostumbrarse, pero disfruta el momento al máximo.


—Claro que quiero estar contigo. Me gustas, me gustas muchísimo y ha sido la peor semana. Pensaba en ir por ti todos los días cuando te veía en el almuerzo. No me preocupa lo que mi padre pueda hacerme, me preocupa que tome represalias en tu contra o crea que eres el motivo por el cual no estaré en su estúpida agencia. Como si su carácter de mierda no fuera la razón.


Keigo ríe, aliviado y piensa en que también esa ha sido la peor semana que ha tenido en mucho tiempo.


—También me gustas mucho —dice en respuesta, porque no puede pensar en nada mejor que decir—. Perdón por…


—No —le interrumpe Toya, acercándose hasta que puede poner sus manos en los hombros de Hawks y dándole un beso casto en los labios—. Perdóname a mí por no haber hablado antes contigo.


Se funden en un abrazo fuerte y apretado, que les saca a ambos el aire de los pulmones, pero irónicamente, sienten que respiran mejor de lo que lo han hecho esos últimos días.

Notas finales:

Una pareja más y volvemos a empezar :3


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