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The True Murderous Intent (Edited) por urumelii

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Kai no confiaba en nadie dentro de ese torneo, no tenia por qué hacerlo. La mayoría eran asesinos, o peleadores que podían acabar con cualquiera con tan solo una provocación, los conocía pues había vivido rodeado de ellos desde que era un niño. Odiaba ese estilo de vida, odiaba tener que estar en un torneo para demostrar unas habilidades que en realidad él dudaba mucho tener, pero ahí estaba, tenía que estar si quería encontrar a su hermano. Suspiró, el solo recuerdo hacia que le doliera el pecho, ¿cuántos años llevaba ya sin verlo? Eran tantos que los recuerdos se iban desvaneciendo poco a poco y no quería, no quería olvidarlo, por eso se aferraba a la esperanza de encontrarlo, ni siquiera su rostro podía ver nítidamente en su memoria. ¿Cómo lo reconocería? No tenía ni idea, pensaba en algo como el instinto, pero no es como que veas a una persona y tu sepas que es tu hermano, ¿verdad? Volvió a suspirar, seguramente el estilo de pelea ni siquiera sería el mismo, los habían separado apenas unos niños.


Por años se había dedicado a investigar a Yoshiki Hayashi y todos sus sirvientes, tratando de encontrar una pista que lo llevara a su hermano, sin embargo terminó por toparse con pared al darse cuenta que todos terminaban por cambiar su nombre. Él también lo había hecho, sin embargo había sido por miedo a ser reconocido por el mismo Yoshiki, no sabía siquiera si el hombre se acordaba de su familia, pero no quería correr riesgos, quería encontrar a su hermano y salir de esa casa. 


Todas sus investigaciones lo habían llevado a Guren, un torneo del que no estaba seguro si su hermano formaría parte pero era la excusa perfecta para acercarse a la familia Hayashi y ahora no había vuelta atrás, tenía que participar, intentar encontrarlo y de no ser así matar a Yoshiki por destruir a su familia, era lo menos que se debía. 


Suspiró, el tercer suspiro de la mañana, ni siquiera había llegado al dichoso lugar de encuentro y su cabeza ya le daba vueltas. Solo pensar que podía estar en la misma habitación que su hermano y no poder reconocerlo, era un pensamiento que le ocasionaba nauseas. ¿Realmente habían cambiado tanto al punto de no poder reconocerse? Tenía cinco años la ultima vez que lo había visto, ahora no era ningún chiquillo y ciertamente su hermano tampoco.


Observó la enorme puerta de roble frente a él, no era una puerta ni remotamente parecida a las demás de la casa, no solo pro su gran tamaño si no por el material. A pesar de estar rodeada de paredes de piedra, Kai entendió que detrás de estas, se decidiría el destino de todos los peleadores del torneo. Aún así se sintió paralizado ante la enrome puerta, no se creía ni remotamente beso para lograr ganarle a cualquiera de los participantes, se sintió terriblemente era de lugar, tan débil de pronto.


—Oye, ¿vas a entrar o seguirás admirando la puerta? —dijo una voz detrás de él. Se giró sorprendido, no había sentido la presencia del otro, lo cual era difícil que ocurriera. Se encontró de frente con un rubio de aspecto extravagante y cara de fastidio. Se hizo a un lado sin decir nada para permitirle el paso, el rubio alzó una ceja—. ¿No hablas o algo así? —ladeó la cabeza y chasqueó la lengua.


Kai lo miró como si estuviera loco, no iba a ponerse a platicar con cualquiera, no quería hacer amigos, sólo quería lograr su objetivo y ya. No le veía el caso, tarde o temprano iban a acabar enfrentándose los unos con los otros, en “Guren” no había cabida para las amistades. 


Se alzó de hombros—. No tengo nada que decir —dijo al final.


El rubio soltó una carcajada—. Me gusta tu actitud —sonrió de una forma perversa—. Recuerda que no todos son tus enemigos, además si no convives, ¿cómo se supone que analices a tu oponente? —le guiñó un ojo.


Abrió la boca y la volvió a cerrar sin decir nada, no había pensado en eso—. Soy Kai —terminó por tartamudear.


—Ruki. Debes ser la única persona que he conocido aquí que no se ha presentado por su apellido o su técnica de combate, me agradas más ahora —sonrió ligeramente.


—Que seas de una familia u otra no garantiza que seas bueno peleando —dijo honestamente. Kai tenía un apellido famoso, sí, pero las circunstancias lo habían orillado a cambiar su estilo, quedaba muy poco del estilo de su familia en su combate.


Ruki asintió—. ¿Cómo es que eres un antisocial siendo tan entretenido? —ladeó la cabeza y Kai sonrió naturalmente—. Y atractivo —finalizó Ruki parpadeando varias veces después de ver aquella sonrisa.


Kai alzó una ceja—. Deberíamos entrar —acto seguido empujó la gran puerta. 


Ruki se mordió el labio mirando hacia el pasillo, no había ni rastro de Aoi y simplemente era imposible que el pelinegro se hubiera quedado dormido; el torneo le interesaba demasiado como para darse ese tipo de lujos. No quería preocuparse en exceso, su amigo ya tenía la edad suficiente para cuidarse solo, sin embargo no pudo evitar pensar que Aoi se estaba metiendo en más problemas de los que sería capaz de manejar si no se dejaba de distracciones y se enfocaba en lo que había ido a hacer. Con ese pensamiento siguió al recién conocido detrás de la puerta, permanecieron juntos durante la ceremonia de inauguración. 


 


-x-


 


Aoi no se había quedado dormido, no le interesaba desayunar mas, no había entrado en pánico, no tenía absolutamente nada que ver todo eso con el hecho de que no hubiera llegado al punto de reunión. Era culpa de esa niña, esa maldita niña, la muy descarada princesita, cuya piel se había sentido suave ante su tacto, cuyo aroma a flores le había inundado los sentidos a pesar de estar empapados.


Lo único que había ocurrido era que la princesita iba caminando por la orilla del agua, donde por supuesto había resbalado y había caído al agua con un estrepitoso ruido que llamó su atención. La castaña se hundió rápidamente gracias a los tres kilos de ropa que llevaba encima y que por supuesto no había logrado quitarse al hundirse. Ah, pero para su suerte Aoi iba rumbo al punto de reunión después de haber salido a correr un poco en los enormes jardines de la propiedad. Al principio tardó en entender lo que ocurría, pero al darse cuenta, no le tomó mas de cinco segundos aventarse por la masa de tela y cabello castaño que iba hacia el fondo a una velocidad impresionante.


—Tu estás loca —le reclamó Aoi cuando llegaron a la orilla, ambos tosían bruscamente sentados en el pasto a escasos metros del lago—. Si no sabes ni caminar, ¡es mas que obvio que nadar menos! ¿Sabes que te pudiste haber muerto? —le gritó verdaderamente preocupado.


—Pues nadie te pidió que me salvaras —dijo la otra aun tosiendo ligeramente.


A Aoi casi se le salen los ojos—. Claro, eso me saco por ser buena persona. Seguramente no te ahogabas, digo, los patos están acostumbrados a nadar —dijo en tono irónico aún sin levantarse,  deleitado por la reacción de su acompañante.


—¡PATOS! ¿A quién carajo llamas pato? —trató de levantarse pero la tela estaba demasiado pesada debido al agua.


El pelinegro soltó una carcajada al ver la cara de indignación de Uruha mezclada con su incapacidad de levantarse. 


—Por supuesto que a ti. ¿Qué jamás te han dicho que pareces un pato? —se burló mirando a Uruha fijamente. De verdad que era linda y burlarse de ella era la única manera que había encontrado de olvidar que a su corazón parecía gustarle esa clase de encuentros, como un niño de primaria, el cual molesta a la niña que le gusta solo para aparentar, Aoi quería quitarse el gusto por la hija de su enemigo con base en burlas. Que le gustara la hija de Yoshiki no era para nada bueno, al contrario, y no sólo por las repercusiones en el torneo, no podía darse el lujo de pensar en alguien mas que no fuera Ayu.


 


—No parezco nada y te prohíbo que lo digas —se cruzó de brazos haciendo un berrinche.


 —Y, ¿tu quién eres para prohibirme las cosas? —Aoi alzó una ceja


—La hija del anfitrión de este torneo, tengo todo el derecho. Es mas, te puedo correr de aquí si yo quiero —le enseñó la lengua. Sin embargo su semblante cambió de autosuficiente a pánico en menos de dos segundos—. Mi papá, me va a matar, se supone que debería estar ayudando al proceso de selección y estoy aquí perdiendo el tiempo contigo —se levantó como resorte, olvidando de pronto lo mucho que le pesaba el kimono. Estaba despeinado y del maquillaje quedaba poco, en realidad no entendía como Aoi no hubiera notado aunque fuera un poco que en verdad era hombre, pero aquel era el menor de sus problemas.


Seguramente tardaría horas en cambiarse, maquillarse y peinarse, sin contar que solo jamás podría hacerlo. En aquel momento deseaba haberse ahogado en el lago, cualquier cosa sería mejor que la reprimenda que le esperaba a manos de su padre. Estaba muy concentrado en llegar a su habitación que jamás notó que Aoi lo seguía de cerca, dado que las sandalias se habían perdido en el lago sus pasos eran firmes y ágiles aún con la tela enredándose entre sus piernas. 


Giró en el pasillo de su habitación en menos de diez minutos, entró sin fijarse en su alrededor, deshaciendo el nudo del obi en el proceso. Dejó la puerta abierta detrás de él, sólo le importaba llegar lo más rápido posible al lugar de encuentro. Sintió la parte superior del kimono resbalar por su espalda sin dejar de cubrirse el pecho mientras abría el armario para sacar otro.


—¡Oye! —la voz de Aoi resonó detrás de él.


—¡AHH! —saltó del susto tapándose rápidamente y esperando que el pelinegro no hubiera visto nada. Se giró bruscamente para encarar de nuevo al intruso que por segunda ocasión se encontraba en la puerta de su habitación—. ¿Estás enfermo? No hagas eso, casi me matas del susto —respiraba agitadamente apretando con fuerza la tela del kimono, ahora estaba más asustado por saber si Aoi lo había descubierto.


El otro sonrió con una mueca—. Perdón, no era mi intención verte desnuda —abrió mucho los ojos al notar lo que pudo haber pasado y deseando un poco, solo un poco, haber visto algo—. Pero creo que es de mala educación dejar  a las personas hablando solas y saliste volando —se recargó en el marco de la puerta.


—Deberíamos estar en otro lado, ¿sabes? Mi padre me va a matar y a ti te pueden descalificar del torneo.


 Aoi negó—. No es motivo de descalificación, sólo espero no ser yo la pobre alma a la que le toque pelear primero. Estoy más preocupado por ti —suspiró


—¿Qué tiene que seas el primero? —se olvidó de su padre y sus obligaciones, le gustaba hablar con ese peleador.


—Si soy el primero en combate y no estuve presente, no tendré oportunidad de ver a mi oponente. Es más complicado vencer a alguien si no analizas cómo se comporta o se mueve. 


 


—¿Y no te crees capaz de vencerlo? —preguntó con cierta burla en la voz. 


 


—Claro que me creo capaz, solo que odio las sorpresas. 


 


Uruha parpadeó varias veces—. No creo que seas tan bueno como todo el mundo cree —dijo cínicamente girándose de nuevo al armario.


—¿La gente cree que soy bueno? —preguntó interesado, había avanzado algunos pasos dentro de la habitación, podía ver con claridad la espalda de la castaña tan blanca como su propia piel. Le era complicado no tener ninguna reacción ante la presencia de la otra, era como si su cuerpo se moviera por si solo. 


 


—Eres un Shiroyama, prácticamente corre por tus venas. ¿No? —Uruha se atrevió a girarse nuevamente. El pelinegro se había acercado hasta donde se encontraba, sintió un vacío en el estómago, ¿qué tenía ese chico que lo hacía sentir tanto calor?


 


—Soy un Shiroyama, se supone que el odio por una Hayashi debería correr por mis venas de la misma forma y míranos —estaban tan cerca que Aoi juraba que  su aliento se entremezclaba con el de la castaña, sus caras tan juntas, casi sentía que podía rozar sus labios. 


 


—Aoi, deja de jugar —la voz de Ayuda resonó en su cabeza. Lo cual provocó que se alejara de golpe sumamente avergonzado. 


 


Quería decir algo pero no sabía qué, el corazón en su pecho latía tan fuerte que sentía que podría morir de un infarto, tuvo que cerrar los ojos con fuerza para calmarse. Se sintió ridículo por haber invadido el espacio personal de la otra de forma tan descarada, no era mejor que su padre si no pedía permiso, por lo menos. ¿Permiso? ¿Qué estaba pensando?


 


—De verdad tengo que cambiarme —Uruha interrumpió sus pensamientos.


 


—Claro —Aoi se dispuso a salir. 


 


—Oye, —lo detuvo—. ¿Ibas a besarme? —preguntó tartamudeando. 


 


El pelinegro sonrió y se alejó saliendo de la habitación haciendo un gesto con la mano en señal de despedida.


Uruha permaneció estático con el kimono en la mano varios minutos después de que el otro se marchó, un profundo sonrojo en sus mejillas y la respiración tan agitada que parecía había corrido varios kilómetros. Si ese chico comenzaba a gustarle de más, bien podría firmar su sentencia de muerte.


 


-x-


 


—Es un tipo alto lleno de músculos y bastante feo por cierto —recalcó Ruki puesto que Aoi no lograba ubicar de quién estaba hablando.


 


—Que molesto, justo lo que no quería que pasara, pasó —dijo haciendo berrinche. 


 


Se encontraban sentados en el enorme salón de entrenamiento. Ruki se había encargado de anunciar la fatídica noticia, los peleadores habían sido anunciados para la primera ronda del torneo y Aoi sería el primero en pelear. Ambos pensaron que aquello debía estar más arreglado que un partido de Soccer, puesto que la mayoría de los invitados no se habían cansado de externar la enorme curiosidad ante la técnica Shiroyama. Sin embargo, Aoi no conocía a su oponente por más que el rubio se esforzaba en describirlo. 


 


Ruki tomó agua de su pequeña botella—. Agilidad Aoi, agilidad, a ese tipo lo vences rápido porque es muy grande, no se puede mover mucho —aconsejó.


Ladeó la cabeza y chasqueó la lengua—. Ya lo sé, pero no quiero que me salga como uno de esos superhumanos que son enormes y se mueven mas rápido que uno —cruzó las piernas y suspiró. 


En menos de dos horas tendría que pelear con un absoluto desconocido, y para su mala suerte, ni siquiera ubicaba al sujeto. El análisis lo era todo en una pelea, si no sabía a lo que se enfrentaba no podía pensar en la mejor estrategia para vencerlo, había perdido aquella ventaja por estar tonteando. 


—Entonces, te quedaste dormido —repitió Ruki sin poder creer las palabras de su amigo.


—Ya te dije que tengo muchas presiones, no puedes pedirme mucho —desvió la mirada.


Aoi no sabía o no entendía lo malo que era para mentir, mucho menos para alguien como Ruki, quien se había dado cuenta que el otro le estaba ocultando información. Quería pensar que tenía sus razones y tampoco quería externar su preocupación, tampoco era su madre, lo que hiciera o no Aoi debía mantenerlo sin cuidado, pero lo había visto infinidad de veces prometerse ganar Guren como para verlo desperdiciar la oportunidad. 


 


—La hija de Yoshiki tampoco estuvo presente —continuó esperando la reacción del pelinegro.


—¿En serio? —fingió estar mirando algo en el suelo, claro, cualquier cosa era mas interesante que la hija de Yoshiki, obviamente.


Ruki asintió viendo a través de Aoi—. El hombre ni siquiera pudo ocultar su enojo, pobre, seguro la castigará o cualquier cosa que hagan los padres de ahora —fue un comentario al aire, sin embargo fue suficiente para que Aoi reaccionara alzando la vista—. Espero que sepas lo que haces, Aoi.


—No estoy haciendo nada.


 


-x-


 


—¡Debías haber estado ahí Uruha! ¡Te lo repetí una y otra vez durante la ultima semana! —Yoshiki le gritó enojado.


 


El castaño solo atinaba a cerrar los ojos cada vez que el volumen de voz de su padre aumentaba mas de lo debido—. Lo sé —dijo con un hilo de voz—. Pero ya te dije lo que paso, eso no fue mi culpa —se alzó de hombros. Le contó acerca de su aventura en el lago, omitiendo el detalle obvio de que fue Aoi quien lo había sacado de ahí.


Yoshiki suspiró secándose con brusquedad detrás de su escritorio—. ¿Me puedes explicar por qué no estabas con Reita? Digo, para algo es tu guardaespaldas, para evitar que este tipo de cosas pasen —juntó ambas manos sobre el escritorio.


—¿Cómo quieres que sea mi guardaespaldas si lo metes al torneo? —Contestó fastidiado—. No se puede dividir en dos, papá —lo dijo de una manera un poco sarcástica, lo cual provocó que el enojo de Yoshiki no disminuyera. Torció la boca y desvió la mirada al darse cuenta de su error.


—Se supone que estés en los lugares que debes, cuando debes, no voy a aceptar una mas. Guren es el evento mas importante al que jamás debas de asistir y tu pierdes el tiempo dando paseos por el lago —gritó, mientras Uruha se hacía pequeño en la silla de enfrente.


—¿Por qué debería ser importante para mi, si ni siquiera me dejas pelear? Me obligas a usar este ridículo disfraz…


Yoshiki golpeó con fuerza el escritorio para interrumpirlo—. ¡Uruha! Ya hemos discutido esto mil veces, no te voy a dejar pelear, simplemente no eres lo suficientemente bueno. Yo solo veo por tu bien —suavizó un poco la voz.


Uruha odiaba cuando su padre se atrevía decir esa frase, como si en realidad siempre estuviera pensando en su bien. Ningún padre en su sano juicio haría lo que Yoshiki por el bien de su hijo, era claro que no quería que Uruha tuviera ni una pizca de independencia, que no se atreviera siquiera a desafiarlo. El castaño jamás podría hacerlo, le temía demasiado a su padre para siquiera intentarlo, pero a veces, como en ese momento, deseaba tener un poco de valor para tratar de librarse del yugo de su padre. 


—De verdad que a veces no se que hacer contigo Uruha. Soy un padre que te cumple todos tus caprichos, vela por tu bienestar, quiere verte bien, sabe de lo que eres capaz y de lo que no, no te expongo a riesgos. La única cosa que te pido es que cumplas tus obligaciones en el torneo y no lo puedes hacer. ¿Sabes lo triste que eso me pone? —dijo en voz dolida, sin embargo para el castaño era un simple chantaje que ya no funcionaba.


—Perdón papi —dijo hipócritamente, había aprendido que para sobrevivir en esa casa tenía que fingir que entendía o al menos que lo disfrutaba.


Yoshiki se levantó y rodeó el escritorio de forma felina, caminando directo hacia su hijo. Le acarició la mejilla con la mano—. ¿Comprendes que voy a tener que castigarte verdad? —su voz sonaba dulce pero su actitud no podía estar mas alejada. Uruha tembló por reflejo y solo atinó a asentir—. Odio hacerlo Uru, pero es la única manera en la que entiendas —lo tomó por la barbilla y lo forzó a mirarlo.


 


 


 


Aoi estaba a escasos metros de llegar a la oficina de Yoshiki. ¿Cuál sería el pretexto? No tenía idea, pero tenía una cosa en claro, tenía que llegar antes de que algo le pasara a Uruha, porque estaba completamente seguro que algo pasaría. Aunque era más que obvio que esas conductas pasaban desde había varios años, aquello no lo tranquilizaba, no quería ser la causa por la que Yoshiki le hiciera algo a la castaña. 


La actitud de Uruha le sorprendía bastante, no había mentido cuando había dicho que tenía la mirada más triste que le hubiera visto a alguien; sin embargo al castaña jamás se había quejado, al menos durante sus cortas conversaciones jamás lo había sacado al tema o le había pedido ayuda; parecía que simplemente la chica se había resignado a aquel espantoso estilo de vida. 


Estaba a menos de tres puertas cuando un chico alto y fornido de cabello negro, vestido de igual color entró a la oficina antes que él. Aoi paró en seco dispuesto a continuar con su labor si el otro no salía en menos de cinco minutos, sin embargo para su alivio cuando la puerta volvió a abrirse vio a Uruha salir disparada del lugar hacia otro de los pasillos, ni siquiera vio a Aoi quien se quedó parado mirando la escena. Segundos después el chico salió y partió hacia otro lado. 


Tardó varios segundos en reaccionar, pero en cuanto lo hizo fue en busca de Uruha, dio vuelta en un pasillo, pero encontró a la castaña junto con Reita. Se encontraba recargada sobre la pared y respiraba agitadamente, con la mano sobre el pecho. 


El pelinegro decidió quedarse escondido para escuchar la conversación, era complicado pensar que aquel rubio de bandida pudiera ser amigo de la castaña, aquel chico al que tanto odiaba, quien había terminado con la vida de Ayu, ahora veía a Uruha con ojos preocupados y sumamente compasivos. Para Aoi eran dos personas distintas.


—Estuvo cerca, si no hubiera sido por Tora… —Uruha trataba de recuperar el aliento—. Gracias por enviarlo —sonrió.


Reita se alzó de hombros—. Fue un golpe de suerte, pero cumple con tus obligaciones o la próxima vez no será tan fácil y no te librarás por nada —le advirtió con voz suave.


—Lo sé, en serio que estuve a punto de morir —refunfuñó.


—En serio que no tenías nada que estar haciendo en el lago. Te pudo haber pasado algo. 


—No pasó. Salí a correr y no me di cuenta que era una estupidez con esta cosa puesta —señaló el kimono. 


 


Reita soltó una risita—. Vamos, no has comido nada —la abrazó por los hombros y se alejaron.


 


Aoi se quedó más tranquilo al saber que la chica estaba bien. 


 


-x-


 


Ruki estaba aburrido, la pelea comenzaría en menos de una hora y Aoi había pensado que era buena idea desaparecer de pronto.  A él no le tocaba pelear hasta dentro de dos días, podía darse el lujo de holgazanear un poco en uno de los jardines, después de todo estaba completamente seguro que ningún peleador llegaría a su altura. Así que ahí se encontraba acostado boca arriba con los ojos cerrados esperando a que diera la hora.


—¿Te importa si me siento a tu lado? —le dijo una voz conocida mas no reconocible. Ruki abrió los ojos. Kai lo miraba desde arriba con semblante serio—. Estaba aburrido y te vi aquí —se sentó a su lado con las piernas dobladas.


El rubio se levantó un poco sosteniéndose con los codos—. Que bueno que por fin quieras socializar, supongo que vienes solo al torneo, la mayoría lo hace —no lo miró, se dedicó a mirar al cielo.


Kai asintió—. Solo espero no irme solo —lo dijo para si mismo mirando al pasto.


—O sea que vienes a ligar —Ruki sonrió con cinismo.


—¿¡Qué!? ¿Quién hace eso? —Parecía claramente perturbado.


El rubio rió ligeramente—. Yo. Claro, vengo a ganar, pero tampoco es como que no le pueda sacar provecho a la situación —aceptó divertido.


—Genial, por fin decido conocer más a alguien y resulta que lo hago con un enano ninfómano —lo dijo completamente en broma. 


Sin embargo, a Ruki no le gustaba que agarraran confianza con él demasiado rápido, era difícil para él hacer eso, así que sin pensarlo mucho sacó la pistola dispuesto a amenazar a Kai, pero antes de poder apuntar, el otro ya tenía la pistola en la mano, el movimiento había sido tan rápido que Ruki no logró percatarse a tiempo. Abrió mucho los ojos en sorpresa, ni siquiera Aoi podía desarmarlo tan rápido.


—Tranquilo, no lo dije en serio. No sé qué te molestó mas, lo de enano o lo de ninfómano —le devolvió la pistola como si no pasara nada.


Ruki alzó una ceja—. Lo de enano —contestó por inercia. ¿De dónde había salido este tipo?—. ¿Cómo dices que te apellidas? —preguntó con verdadera intriga y sin dejar de verlo.


Kai sonrió de lado, fue su turno de mirar al cielo—. Dijiste que te caía bien porque no me había presentado con mi técnica y mi apellido, podemos dejarlo así —sonrió de una forma que Ruki no pudo debatirle una cosa mas.


—Esto es estúpido —Aoi llegó quejándose, se dejó caer al otro lado de Ruki—. No encuentro al tipo con el que se supone voy a pelear, se ha de estar escondiendo o una cosa así —mas que preocupado, estaba haciendo berrinche.


Ruki se levantó de su comodidad y miró a Aoi con burla—. Eso te pasa por faltar al proceso de selección —canturreó.


Aoi lo miró de forma asesina dispuesto a contestarle pero su mirada se desvió a Kai quien los miraba entretenido—. Y tu, ¿quién eres? —alzó una ceja—. ¿Eres la conquista de Ruki? —dijo sin vergüenza.


Kai abrió mucho los ojos—. Wow, sí has de ser un ninfomano —dijo provocando que Aoi riera con fuerza mientras Ruki lo miraba con cara de pocos amigos—. Soy Kai —se presentó asintiendo.


—Mucho gusto y bienvenido al circulo de la locura.


—¿Eh?


—Después lo entenderás.


 


-x-


 


Guren era un torneo de cientos de años de tradición, por lo que la primera pelea estaba llena de tradiciones y rituales dignos de una ceremonia del emperador. La primera y la última batalla siempre eran las que mas concurrencia tenían, aunque no por esto las demás perdían su importancia, sin embargo parecían las olimpiadas para alguno efectos prácticos. No había periodistas ni cobertura de medios, puesto que el torneo era sumamente clandestino, pero tanto las familias como apostadores se encontraban reunidos para conocer el resultado. 


Para algunos era el primer torneo, para otros el segundo por lo que la expectativa se podía sentir en el aire, aquellos que habían vivido el anterior sabían lo que estaba en juego esta vez y aquello lo hacía aún más interesante. Las familias de largas tradiciones que se enfrentaban en el torneo tenían rivalidades marcadas de generaciones atrás e iban a ser todo un espectáculo.


 O formalidades absurdas, como las veía Uruha. Estaba sentado en un palco desde donde podía ver la arena de combate con claridad, estaba a punto de quedarse dormido a mitad de ceremonia. No podía evitar sentir un poco de envidia, quería estar en el lugar de los peleadores, no en un asiento como si una princesa se tratara. Un poco de curiosidad y entusiasmo llenaba su cuerpo, quería ver a Aoi pelear, quería cerciorarse que el pelinegro era de los mejores como los rumores corrían desde que habían llegado a la mansión. 


No pudo evitar reprimir una carcajada al enterarse que sería Shiroyama quien pelearía primero, al menos aquello haría que esa ceremonia tan aburrida valiera la pena. Después del largo discurso de su padre, un montón de bailarinas se encargaron de arrancar más de una mirada nerviosa entre los presentes. Uruha miraba con atención a Aoi quien parecía estar sumido en un trance, no prestaba atención a lo que ocurría a su alrededor, hasta que Toshi, un hombre de baja estatura apareció en la arena. 


Todos los presentes guardaron silencio a medida que el hombre que fungiría como maestro de ceremonias se llevaba el micrófono a la boca.


—Guren es un torneo amistoso. No se permite pelear para matar, a menos que los contrincantes lo hayan especificado desde un principio. Esta pelea no fue especificada así que pelearan hasta dejar al otro inconsciente o sea incapaz de continuar. La técnica y las armas que se utilizan están registradas, queda estrictamente prohibido utilizar armas que no se hayan registrado desde un principio, utilizarlas significará la descalificación inmediata del torneo —el hombre hablaba con total naturalidad—. El día de hoy los encargados de iniciar con este torneo fueron elegidos completamente al azar, ellos son: Hiroki Yamato, enviado de la familia Yakuza de la prefectura de Chiba. Su única arma registrada es su cuerpo —varios sonrieron al escuchar aquello, se podía palpar la tensión en el ambiente de la misma forma que la expectativa. 


Para Uruha resultaba obvio que el hombre utilizara su cuerpo como arma, era enorme, debía medir casi dos metros y era tan musculoso que debía tener el doble de ancho que Aoi. Se mordió el labio, nunca había visto a Aoi pelear, no quería desconfiar de las habilidades del pelinegro, pero el tal Hiroki parecía que con un solo golpe podía matarlo. No pudo evitar preocuparse, no quería que perdiera tan pronto.


—Su oponente esta noche es: Yuu Shiroyama —la mención del apellido causó bastante revuelo entre los presentes, incluidos Yoshiki, quien mostró una amplia sonrisa de satisfacción a medida que Aoi se acercaba a la arena. Vestía de negro, parecía que simplemente iba a entrenar con la espada colgada en la cintura—. Último descendiente de la familia Shiroyama, por lo tanto, único poseedor de la técnica “Juuyon sai no knife”, única arma registrada, su Katana —Aoi suspiró, odiaba las presentaciones, ahora todo el mundo sabría quien es y no tendría ni un minuto de paz—. Ya saben las reglas, peleen justo y que la mejor familia gane —el hombre asintió y salió de la arena.


—Terminará en menos de cinco minutos, no te preocupes —dijo Hiroki sonriendo y tronándose los dedos.


Aoi asintió, en menos de cinco minutos.


Hiroki se acercó mas rápido que cualquier hombre mortal hacia Aoi, levantó el puño para soltarle un golpe, Aoi fue lo suficientemente rápido para agacharse en ese momento.  Pasó por debajo de las piernas de su contrincante en un movimiento tan rápido que no cualquiera fue capaz de verlo. En menos de lo que Hiroki se había dado cuenta Aoi estaba subido en sus hombros mirando a su espalda. A causa de la sorpresa Hiroki se fue para delante, casi perdiendo el equilibrio.


—Lo bueno es que eres grande, mi peso no te ha de causar ninguna molestia —dijo Aoi sacando su katana con todo y funda. Hiroki lo tomó por los pies—. Gracias, pude haber caído —ya que estaba sobre los hombros de aquel hombre veía mas arriba que nadie, volteó a su derecha y vio a Uruha, quien tenía cara de sorpresa, le guiñó el ojo y antes de que su contrincante lo lanzará contra el suelo, Aoi le dio de lleno en la nuca con la katana.


Los movimientos fueron al mismo tiempo, lo que hizo que Aoi saliera volando hasta caer de pie casi diez metros adelante y Hiroki cayera inconsciente un segundo después.


—Menos de cinco minutos —pronunció Aoi mirando a Yoshiki.


Todo el lugar permaneció en silencio, no podían creer que la ansiada primera pelea durara tan poco. Menos de cinco minutos, como habían dicho desde un principio, un sentimiento de inconformidad y miedo se instaló en todos los peleadores menos en ocho:


 


Shou


Tora


Kai


Ruki


Sakito


Reita


Miyavi


Kyo


 


—Felicidades joven Shiroyama —dijo Yoshiki sonriendo ante el silencio de todos.


Aoi sin decir una palabra alzó la katana y señaló a Yoshiki—. Tu serás mi contrincante al final de este torneo y cuando así sea, no te dejaré vivo. Nuestra pelea será a muerte.


Dicho así, no había vuelta atrás, Aoi había declarado frente a todos que si llegaba a pelear con Yoshiki sería a muerte. Si lo lograba, alguno de los dos no saldría vivo y no podría arrepentirse de lo dicho. Sin embargo, algo le decía a Uruha que Aoi no planeaba arrepentirse. ¿Por qué el pelinegro odiaba tanto a su padre si nada tenía que ver con su apellido?


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