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Copos de nieve por Kaiku_kun

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El ambiente era totalmente distinto en la Madriguera. Hermione ni siquiera había entrado cuando notó todo el peso de la realidad sobre sus hombros, como Atlas cargando con la Tierra. Pero ya no había vuelta atrás.


Molly la recibió como si aquella breve separación hubiera sido lo que realmente era: sólo una visita a los padres y vuelta a la fiesta.


—¿Está Ron en su cuarto?


—Sí, aunque está algo triste. No sé qué pasó en casa de los Lovegood, pero le afectó.


Hermione asintió.


—Todos vimos algo que nos afectó mucho —dijo, sin querer entrar en detalle. No habló de que el efecto había sido más que positivo en Harry y Ginny—. Voy a subir.


—Vale, querida. Dile que si quiere postre aún queda de ayer.


—Claro.


Subió las escaleras hecha un manojo de nervios. Pensaba que resbalaría en cualquier escalón y se abriría la crisma, de tanto que temblaba.


Se encontró con Harry en el rellano. Sólo se miraron. Él asintió, aunque no sabía nada de nada. Ni le iba a decir nada tampoco. Él seguía intuyendo el cambio.


Al final, llegó a la puerta de Ron. Llamó un par de veces.


—Ron, soy yo.


—Pasa —le dijo débilmente.


Hermione abrió y cerró la puerta rápidamente tras de sí. Ron se encontraba tumbado en la cama, sólo con un poco de luz del exterior iluminando su cama. La miró. Hermione pensó que le recriminaría que hubiera tardado un día en volver y descubrir qué le pasaba, pero no lo hizo.


—¿Qué pensamiento tuviste? —le preguntó directamente ella.


—El funeral.


Sí, había el funeral. Aquello que en casa de los Weasley no tenía que ser sacado a la luz. Todos los combatientes de Hogwarts acordaron enterrar a sus difuntos en un mismo sitio. Reservaron un espacio en las cercanías del lago para poner un memorial de piedra, cerca de la tumba de Dumbledore, pero escogieron un lugar algo más apartado dentro de las lindes del castillo para tenerles ahí, todos juntos, descansando allí donde lo habían dado todo por su mundo. Fred, Tonks, Remus, todos, sin distinción, estaban allí.


Los Weasley no acudieron a ninguno de los homenajes los años siguientes, sino que prefirieron concertar visitas a solas con el permiso de la directora McGonagall. En una mezcla de privacidad y falsedad, habían deseado tener a Fred más cerca de ellos, en la Madriguera, y su forma de protesta era aquella… lo que también creaba esa atmósfera tóxica que Hermione había odiado todo este tiempo. Nadie había superado nada. Ni siquiera, pensaba Hermione, creía que lo hubieran asimilado aún.


Ron quizás lo estaba haciendo ahora, igual que ella había llorado tanto aquella mañana.


—Entiendo. ¿Quieres hablar de ello?


—No sé qué decir, pero… prefiero meditarlo solo.


—No hagas eso. —Ron, que apenas la había mirado, prestó atención—. No te lo guardes. Necesitas expresarlo.


Su novio se quedó en silencio unos instantes.


—Creo que estoy preparándome para hablar —dijo, de forma muy madura. Hermione, que había acudido a aquella casa con unos pensamientos y temas muy distintos a tratar, se sintió afligida de ver a su novio de esa manera. De repente, lo de Luna quedaba tan atrás…


—De acuerdo. El tiempo que necesites. Estoy de vacaciones, así que puedo quedarme unos días si es necesario.


Ron asintió y se dejó abrazar por su pareja cuando ella dio unos pasos hacia él. Hermione podía sentir a Ron cayendo de repente por el mismo pozo en el que ella seguía descendiendo después de tanto tiempo. Tuvo esperanza inmediatamente. La necesaria curación empezaba ahora, y si Ron tenía que prepararse mentalmente para admitir lo que había ocultado este tiempo, que así fuera.


En el silencio del abrazo, a pesar de todo, Hermione se preguntó por qué había besado a Luna. Por qué había querido besar a Luna.


—Voy a bajar a comer algo —dijo Ron, algo más despierto.


—Vale. Yo ya he comido. Dile a tu madre que estoy bien, estaré por aquí.


Ron asintió y bajó, estirando sus brazos. Hermione esperó unos segundos para salir también, pero prefirió buscar la misma habitación donde durante el día anterior se había vaciado de emociones con Harry. Se encerró en ella, sentándose en la cama después de descorrer las cortinas para que pasase la luz del día.


No lo entendía.


Su pensamiento otorgado por los peribelibedes tenía que ver con el cariño más bien maternal y se había sentido atendida en medio del trauma, del horror y de aquella extraña barrera que se había formado entre Ron y ella. Seguía enamorada de Ron, aunque su casa fuera el último sitio donde quisiera estar. Entonces, ¿por qué besos? ¿Por qué el deseo? ¿Qué significaba aquello? ¿Cuántos años había esperado su cuerpo para transmitirle aquello y por qué?


El primer beso quizás fue un error despistado, una mala interpretación de Luna sobre su amiga. Los que no recordaba… mejor no recordarlos. Pero ese último había sido enteramente su culpa. Se había dejado seducir. La había besado.


Se dejó caer tumbada en la cama y dio un puñetazo al lado. La cama no soltó nada de polvo: era cuidadosa y meticulosamente cuidada por Molly Weasley, así que siempre estaba preparada para una visita. A Hermione le hubiera gustado que se rompiera algo igual como se estaba rompiendo ella.


Quizás hizo demasiado ruido golpeando el colchón una segunda vez.


—¿Hermione? —Era la voz de Harry—. Ron me ha dicho que habías vuelto. ¿Puedo pasar?


—Sí, pasa.


Harry hizo exactamente los mismos delicados movimientos que ella acababa de hacer con Ron. Abrir y cerrar rápido pero sin hacer ruido. Mirar con cautela. Acercarse a alguien con un montón de pensamientos entremezclados.


—Pensaba que te quedarías en casa de tus padres —dijo, para empezar.


Hermione se rio como castigo irónico.


—Me quedé en casa de Luna. Hasta que he vuelto ahora. Incluso pretendía pasar todas mis vacaciones allí.


—Es una buena idea.


—Lo parecía.


Dos segundos incómodos pasaron.


—¿Qué pensamiento te dieron los peribelibedes? ¿Era eso, quedarte allí? —Hermione le miró como si la hubieran atacado, aunque se relajó rápidamente—. Si quieres contármelo…


—Deseaba cariño, aparentemente. Luna nos dijo que era importante así que esperé a que os fuerais y le pedí que me peinara. Me relaja.


Harry meditó un segundo, con la cabeza en otra parte. Hermione supuso que estaba encajando todas las piezas.


—No fue lo único que pasó, ¿verdad?


—No —musitó. Su cabeza se ladeó un par de veces intentando contener las lágrimas—. Nos besamos. Varias veces. La mayoría de las veces fue cosa suya pero justo antes de venir…


—Entiendo…


—¡Y me da rabia no saber por qué lo he hecho! —dijo, intentando gritar y que no la oyeran al mismo tiempo—. Me hace cuestionar todo… ¿Para qué nos sirvió toda la pelea con Ron de separarnos durante el viaje de los Horrocrux si ahora…


Los dos amigos miraron al suelo, buscando una respuesta a aquello. Hermione sabía que Harry no era un experto en el tema, pero ella, que siempre lo tenía todo claro, se sentía tan perdida en ese momento… Harry decidió hablar:


—A veces, en el pasado, cuando dudaba de mi camino, de mis decisiones, hasta de estar con Ginny… Pensaba qué es lo que me aporta todo ello. Lo bueno y lo malo. Qué estoy dispuesto a soportar a cambio de mi felicidad. Y si el resultado es que es un precio demasiado alto… No voy a seguir ese camino.


Hermione entendió qué quería decir su amigo. Ya le había dicho el día anterior que si las cosas entre Ron y ella cambiaban, que no pasaría nada de cara a él. Quizás Harry había predicho de forma fortuita aquella situación.


O quizás es que simplemente no la veía feliz. Y no sabía si estaba preparada para aceptarlo, porque después de tanto luchar por ello no quería saber, sentir, que fracasaba.


—Ponme un ejemplo —le pidió.


—¿Lo de ayer de tener hijos? —Hermione asintió—. Dijimos que no en este momento porque Ginny disfruta de su Quidditch tanto como yo de mi trabajo de auror, a pesar de lo malo que conlleve. No queremos sacrificar nuestra pasión sin más si no es porque nos espera algo que realmente deseamos, aunque sea algo tan incierto como formar una familia. Queremos encontrar el momento exacto.


—Eso lo entiendo.


—Entonces no te preguntes por qué un beso. Ni el cariño. Pregúntate por qué preferiste quedarte allí, de entre todos los lugares del mundo. Y por qué has decidido volver antes de tiempo, también.


Hermione sintió una mezcla de tristeza, claridad y agradecimiento.


—¿Por qué demonios sigo pensando que soy la más inteligente de nosotros? —se burló, medio riendo. Harry la abrazó de lado con fuerza como toda respuesta—. Gracias.


Hermione se quedó sólo un rato más en soledad, pensando. Había una razón por la que se había quedado en casa de Luna, y otra por la que había vuelto. La libertad y la preocupación por Ron, que no dejaba de ser amor, mezclada con la culpabilidad.


Ahora tenía que decidir qué era lo que quería hacer con todo ello y qué era lo que creía que la haría más feliz.


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