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¿Quién eres? por Bloomx

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Notas del capitulo:

YU-GI-OH no me pertenece, yo solo utilizo sus personajes para crear nuevas historias.

Este cap quedó un poquito más largo, es algo que no puedo evitar cuando aparecen muchos personajes juntos. Trato de trazar un límite y prometo no pasarme para que así no me regañen como en mi otra historia. Es solo que si me entusiasmo me cuesta parar.

Disfruten!

Capítulo 11:

La distancia de Japón a Egipto era matadora, merecida, pero matadora. De todas formas viajaron en un avión privado, ni en su casa había sentido tanta comodidad. Habían subido al avión a la una de la tarde, en un viaje de diez horas aproximadamente, aterrizaron en Egipto a las cuatro de la tarde.

-La diferencia horaria es una locura –comentó Joey bajando del avión y tapándose los ojos por el sol, pensó en que seguramente su padre ya estaría acostado.  

-Ni que lo digas –dijo Mokuba al pasar por su lado, soltó un bostezo. Joey dudaba que su hermano lo dejara acostarse tan tarde-. Te acostumbras con el tiempo.

Roland estaba colocando las maletas en la parte de atrás de una camioneta inmensa y negra, Joey le ofreció ayuda pero enseguida se negó y lo obligó a subirse al coche. Kaiba iba en el asiento del acompañante y el resto detrás. Yugi se retorcía en su asiento.

-¿Tienes hormigas en el trasero o estás nervioso? –Joey le susurró a Yugi, consiguió que este riera. 

-Estoy nervioso –Yugi estaba inquieto desde las últimas tres horas, cuanto más se acercaban a Egipto, más consciente se hacía de que al fin vería a Atem-. Quizá debimos de avisar que nosotros vendríamos.

-De eso nada, arruinarían mi plan –afirmó Kaiba desde el asiento de adelante y sin despegar los ojos de su celular.

-¿Cuál plan? –preguntaron tanto Yugi como Joey.

Mokuba se rió pero ni él ni su hermano contestaron la pregunta. Los dos amigos se miraron curiosos, esperaban que ese plan no incluyera dolor físico. Joey iba sentado contra la ventanilla observando la ciudad de El Cairo, no era para nada como se lo pensó, se sintió embaucado por todas las películas que vio, no era Japón pero definitivamente no era tan… arenoso.

-¿Por qué todos los edificios están pintados del mismo color? –preguntó Yugi.

-Es por las tormentas de arena, sucede bastante –respondió Kaiba tranquilamente.

-No veo a ninguna momia milenaria revivida y causando caos, me siento estafado –comentó Joey suspirando, Yugi y Mokuba se rieron, Kaiba no dijo nada pero Joey se lo podía imaginar rodando los ojos.

El vehículo se detuvo y ellos bajaron. Yugi y Joey quedaron boca abiertos al ver la gran casa, más bien mansión, frente a ellos. No era igual de grande que la de los Kaiba en Japón que mostraban en las noticias, pero seguía siendo inmensa y de un color blanco recién pintado. Los jardines de adelante se veían verdes y con árboles frondosos, en serio Joey se sentía defraudado por las películas.

Alguien les abrió el portón de la entrada para que pasaran, otras personas aparecieron y se llevaron sus maletas. Avanzaron hasta el poche pero cuando llegaron a la puerta Kaiba los detuvo.

-Esperen aquí o no será divertido –les dijo simplemente con una pequeña sonrisa. Joey más o menos estaba entendiendo todo el plan de Kaiba, la verdad que le parecía una sorpresa divertida.

+

Seto entró a la antigua mansión egipcia que por mucho tiempo consideró su hogar, su hermano le pisaba los talones mientras sostenía su regalo para Atem. A pesar de que faltaban dos días para su cumpleaños, Seto había organizado para que todos trajeran los regalos hoy. Bueno, más bien lo organizó su hermano, estaba a favor de que el resto pensara que se olvidó del cumpleaños de su primo una vez más.

Este era su año de la venganza, su regalo humillaría cualquier cosa que ellos pudieran darle a Atem. Esta era una guerra. Akefia y Marik estaban compitiendo por quién daba el mejor regalo, pero nunca pensaron que Seto era un competidor, gran error.

Llegaron a la sala de estar donde estaban los chicos. Marik y Malik compartían un sofá grande, Marik estaba medio sentado a lo largo y Malik se recostaba en su pecho, parecía que estaba jugando un videojuego en su teléfono y Marik le daba consejos. Akefia estaba acostado a lo largo de un sillón blanco, con los zapatos puestos y tapándose los ojos con el antebrazo, le encantaba hacer eso cuando el dueño de la casa no estaba, ensuciar la mansión con su pobreza. Atem se encontraba en un sillón individual con el ceño fruncido y una laptop sobre sus piernas.

-Creo que estás exagerando, faraón –se quejó el ladrón.

-Claro que no, Yugi debería haberse conectado hace horas, siempre es así y después charlamos hasta tarde en la noche de Japón. Ayer no me dijo nada sobre no conectarse –su primo respondió mirando fijamente la pantalla-. Quizá debería de llamarlo a su celular.

-Sí si quieres que te denuncie por acoso –dijo Seto dejándose notar, los cuatro levantaron la vista al verlos llegar-. Quizá solo se aburrió de ti.

-¡Qué bueno verte, Sacerdote! –Marik levantó a su novio y lo colocó suavemente de nuevo en el sofá para que siguiera jugando, se acercó a Seto y se saludaron.

Atem cerró el juego y la laptop dejándola en la mesa ratona frente a él, entonces se acercó a ellos y mientras pasaba junto a Akefia golpeó su estómago para que este se dignara a sentarse correctamente y dejara lugar para los demás, lo hizo de mala gana.

-¿Cómo estuvo su vuelo?

-Mejor que de costumbre –reflexionó pensando sobre la entretenida charla-, de todas formas no veo la hora en la que se muden a Japón finalmente –saludó a su primo y entonces este abrazó a su hermano y le revolvió el cabello.

-¿Cómo está nuestro nuevo socio? –Mokuba apartó la mano de su cabello orgullosamente.

-Ya no soy un niño, primo Atem –se quejó, aun así le extendió la caja envuelta en papel de regalo-. ¡Feliz cumpleaños!

Atem aceptó la caja con curiosidad y se dio vuelta para volver a sentarse en su sofá, el resto lo imitó tomando asiento también. –Mi cumpleaños no es hasta el domingo, pero gracias Mokuba.

A Atem le encantó el regalo de su primo menor, había ciertas cosas que no fallaban en cuanto a él y la primera de esas cosas eran los juegos, más si eran antiguos. Mokuba había encontrado el juego perfecto de Mahjong, un juego que le encantaba jugar con Atem cuando era más pequeño, ahora también jugaban algunas veces cuando Atem viajaba a Japón.

-Muchas gracias, Mokuba, de verdad me encanta. Te prometo que serás el primero con el que jugaré –dijo contemplando las diferentes piezas de madera ilustradas a mano y colocadas perfectamente en una gran caja a juego.

-¿Piensan hacer esta guerra de regalos todos los años? –comentó aburrido Malik, ya había acabado su juego.

Desde que estaba con Marik esos tontos se ponían más tontos en el cumpleaños del faraón. Para él era una pelea inútil, a Atem no le interesaba lo que le regalaran. Él es de esas personas que están bien con que traigas solamente tu presencia y que creerá que un chocolate es el mejor regalo del mundo. Pero Marik y Akefia se lo tomaban como una guerra personal y disfrutaban burlarse de Seto por siempre olvidar los cumpleaños al estar ocupado en su trabajo.

-Yo ya me rendí de tratar que no lo hicieran –Atem se elevó de hombros.

-Es un reto personal, cariño –Marik le tomó la mano y la besó, Malik negó con la cabeza. Era absurdo para él, fin-. Es mi turno, yo te daré el mío primero, así les ahorro la humillación y pueden rendirse antes de intentarlo.

-Ya quisieras –le respondieron tanto Akefia como Seto.

Marik se paró y les hizo una seña para que lo siguieran, pasó por la cocina y los llevó hacia el patio trasero. ¿Qué tan grande debía de ser para que lo guardara afuera? Todos se estaban muriendo de curiosidad sobre lo que era (excepto Malik, él ya sabía, claro). Frente a la gran piscina se encontraba el regalo con una manta blanca por encima, pero se notaba bien lo que era.

-¡No lo puedo creer! –dijo emocionado Atem.

Marik quitó la sábana como si se tratara de un acto de magia y su novio le aplaudió con sarcasmo mientras bostezaba. -Pues créelo faraón, ahora puedes unirte a los chicos motociclistas.

El guardián tenía una motocicleta desde joven que su padre le había regalado y Atem siempre quiso una, era su estilo a pesar de que no correspondía a un digno Kaiba, por lo tanto su padre nunca había dado su brazo a torcer en cuanto a comprarle una. Siempre hacía lo mismo, le negaba usar ropa negra y de cuero, pinchos, juntarse con determinada gente, enamorarse de determinadas personas… pero era un buen padre y adoraba a su hijo, así que su ‘No’ nunca duraba mucho. Priorizaba lo que su hijo deseaba, siempre y cuando sea sincero.

-Tu padre me dio permiso de conseguirla, me costó horrores pero accedió. Es más, la mitad del dinero lo puso él. Digamos que también es su regalo, pero no tienes ni idea de lo difícil que fue convencerlo de dejarte conducir un “monstruo infernal” –Marik se miraba las uñas con orgullo.

Atem ya se había arrodillado frente a la motocicleta negra y la contemplaba con ojos brillantes, murmuraba cosas que iba averiguando a medida que la observaba. La verdad que Marik tenía razón, no veía la forma en que uno pudiese superar este regalo. Había pedido a su padre una motocicleta durante años.

-Te has superado a ti mismo, guardián –Atem lo abrazó con ganas y Marik le echó la lengua al resto sobre su hombro, ya se estaba imaginando la victoria de dos años consecutivos.

-Apuesto a que ahora tienen miedo, pueden retirarse, no los juzgaremos –el guardián volvió con su novio, envolviendo al delgado chico por la cintura y plantando su cabeza en su hombro-. No mucho al menos.

-Bonita moto –alagó el ladrón tranquilamente-. Pero no me asusta, creo que puedo hacerlo mejor que esa pila de chatarra.

-¿Pila de chatarra, dices? –Marik se sintió indignado y un poco asustado, Akefia se veía muy seguro.

-Ni creas que yo voy a huir, gastan su tiempo, este año me toca ganar a mí –les dijo Seto.

Sus tres amigos lo miraron con desconfianza, al ver la cara segura de Seto quedaron boca abiertos. ¡Seto de verdad no se había olvidado del cumpleaños de Atem este año! Mokuba se rio de la situación sacándolos a todos de la sorpresa.

-Tu primer año entrando a la competencia y ya crees que vas a ganar –se burló el ladrón haciendo referencia de paso a todos los años en que Kaiba olvidaba la fecha-. Eres muy ambicioso. Te enseñaré como se hace.

Akefia volvió a la casa a buscar su regalo, no demoró mucho y fueron minutos muy estresantes para todos. Malik deseó que el regalo sea malo, o su novio se pondría de muy mal humor. Volvió con una caja roja enorme y con un moño ridículo encima.

Marik notó que se movía y entonces… entró en pánico. Todo menos eso…     

-No fuiste el único que se sacrificó al tener una charla con su padre –el ladrón colocó la caja a los pies del faraón y se alejó.

-No me digas que es…

Atem se agachó con ansiedad para abrir la caja. Solo había UNA COSA que Atem quería más que una motocicleta y sospechaba que se encontraba dentro de esa caja. Quitó la tapa llena de agujeros con las manos temblando, estaba a dos segundos de hacer realidad su sueño desde niño.

En el fondo de la caja, sobre un almohadón, un gato gris y negro lo miraba con curiosidad mientras movía su esponjosa cola de lado a lado y mordía un juguete con sus filositos dientes.

-Es un gato Maine, la raza más grande que existe. Exactamente el que a ti te gusta –presumió Akefia.

Atem sacó con cuidado el gato de la caja, por algún motivo que nadie puede explicar, los gatos lo adoran y siempre están deseosos de que Atem los acaricie. El gato se sentía un poco intranquilo pero igual se dejó mimar por las manos del faraón e ignoró al resto de los extraños que lo observaban.

-¡Qué bonito! –halagó Mokuba.

-Ya me decía yo que no era normal que fueras al baño tantas veces –se rió Atem mientras acunaba a su nueva mascota y se olvidaba totalmente de su nueva motocicleta.

-Trató de escapar un centenar de veces y es muy bueno en eso, debía de asegurarme de que no lo lograra –Akefia se elevó de hombros y miró presumidamente a Marik, a quien Malik acariciaba suavemente en la espalda en señal de apoyo-. Ese bicho es un animal salvaje.

-Claro que no, es una cosita tierna –Atem le acarició las orejas puntiagudas, solo él podría considerar tierno a un gato de ese tamaño, aunque aún era cachorro.

-¿Qué dices, Sacerdote? ¿Te rindes ahora? –Akefia miró a Seto con desafío.

Seto dejó salir una de sus risas malvadas y los miró como quien trama algo bueno. –Son todos unos perdedores –Seto caminó de vuelta a la casa, no dijo nada pero dejaba en claro que quería que lo siguieran y así lo hicieron-. Bueno primo, yo me encargué de cumplir tu más grande deseo –se burló, era increíble que los dos tontos hayan ido de raíz en busca de lo que Atem más quería desde siempre.

-¿Tienes otro sueño? –preguntó Marik.

Ellos se conocían de niños, él sabía muy bien cuáles eran las mayores ambiciones del faraón, por eso no podía creer que no hubiese pensado antes en el gato, el maldito gato que Atem deseaba desde niño y que su padre nunca le dejaba tener.

-Que yo sepa no, pero al parecer si lo tengo y el Sacerdote me lo va a regalar –Atem se había traído a su gato y lo dejó en el piso de la sala, corrió a subirse a un sillón.

Llegaron a la puerta de entrada y Seto tomó el pestillo mientras les sonreía presumidamente. –Dijiste que querías solo una cosa para tu cumpleaños, pero tu padre no te dejó. Entonces yo te lo traje.

Atem pensó rápidamente en qué era lo que él quería ese año para su cumpleaños. Seto abrió la puerta para dejarlo pasar primero y él avanzó. Recordó la conversación con su padre hace unas semanas para poder ir a Japón en su cumpleaños, para poder ver a Yugi. Su corazón comenzó a latir agitado.

¿Podría ser eso? No… sería demasiado bueno para ser real…

Siguió adelante y atravesó la puerta, una sonrisa se expandió en su cara. Su más grande sueño se encontraba sentado sobre la barandilla de su porche riendo y charlando con un chico que conocía bien a ese punto.

-¡Yugi!

El chico del que estaba enamorado lo miró por fin, una sonrisa bellísima apareció y Atem juraba que estaba viendo al mismo sol frente a él. Yugi saltó de la barandilla y se acercó a él. No sabían quién se había apurado más, pero ambos corrieron al otro y se zambulleron en un gran abrazo, Atem lo elevó y lo giró contemplando los brillantes ojos amatistas de primera mano. Las videollamadas no le hacían justicia a un chico tan especial como Yugi.

-Te extrañé –le susurró Yugi al oído escondiendo su rostro en su cuello y tomando una gran bocanada de su aroma, Atem olía delicioso.

-Yo también, no sabes cuánto –colocó a Yugi en el suelo. 

Atem tomó sus blancas y suaves mejillas entre sus manos, acercó su rostro al de Yugi, quien quería esto tanto como él. Se besaron suavemente con un beso inocente. Habían pasado tantas lunas pensando en hacer esto y ahora al fin se estaba realizando. Yugi ya se había olvidado de su nerviosismo y vergüenza por volver a verlo cuando envolvió los brazos alrededor del cuello de Atem y profundizó el beso, Atem lo abrazó más fuerte por la cintura.

-¡Diu~! –se quejó Mokuba al verlos besarse.

-Son tan tiernos –elogió Malik abrazando el brazo de su novio. Mokuba lo miró extraño, ¿cómo eso podía ser tierno? Malik notó su mirada-. Lo entenderás cuando seas grande.    

-Esto no se vale, es trampa –se quejó Akefia y Marik lo apoyó asintiendo.

-Debes aprender a perder –Seto lo miró presumidamente.

Joey rodeó a la pareja feliz que seguía besándose y susurrándose cosas empalagosas hasta llegar con los hermanos Kaiba. -¿Qué tal te fue? ¿Ganaste?

-Yo diría que sí –Seto elevó los hombros-. Aunque Atem tiene la última palabra.  

Ante tanta palabrería Yugi y Atem se separaron por fin, estando agitados y llenos de euforia. Yugi adquirió color cuando notó a tantas personas observándolos y trató de esconderse detrás de Atem lo más que pudo. Malik le saludó feliz con la mano, Yugi le correspondió con vergüenza.

-Seto gana este año –afirmó Atem y tomando la mano de Yugi lo llevó dentro de su casa.

Los demás lo siguieron. Marik y Akefia se quejaban diciendo que Seto había hecho trampa aunque no daban explicación de por qué. Atem invitó a Yugi a sentarse a su lado en el sofá y apenas todos tomaron asiento, el pequeño gran gato subió a la falda de su dueño.

-Hola minino –Yugi acarició al gato, no sabía que Atem tuviera una mascota.

-Si hubiera sabido, te daba el gato el próximo año –se quejó Akefia tirándose en el sofá y subiendo de nuevo los zapatos sucios a la tapicería blanca-. Es más, debería de llevármelo.

-Ni lo pienses –Atem tomó a su gato y lo acercó a sí.

-¿Fue un regalo? –preguntó Yugi.

-Sí, y aun así no gané –respondió Akefia y le disparó una mala mirada de odio a Yugi, como si todo fuera culpa de él.

-¿Po-por qué? –Yugi se revolvió nervioso.

-Porque tú eres un mejor regalo –Atem le regaló una de sus sonrisas hermosas y a Yugi se le subió el color de inmediato poniendo una sonrisa tonta en su rostro, sentía su cuerpo calentarse.

Akefia bufó y Marik se lamentó, de todas formas este último estaba tirado en el sofá con la cabeza apoyada en las piernas de su novio y Malik le acariciaba el pelo para hacerlo sentir mejor. Pensó que ganaría y terminó en último lugar.

-No puedo terminar de creer que estés aquí, y yo que me estaba preocupando porque no te habías conectado en “Magic & Wizards” –Atem acarició la mejilla de Yugi notándola suave y caliente, para luego volver a besarlo.

Por otro lado, Joey se sentía como pez fuera del agua. Estaba sentado junto a Mokuba que hacía caras de asco al mirar a Yugi y su primo besarse, Kaiba estaba parado a su espalda del otro lado del sofá y estaba escribiendo en su celular sin prestar atención.

Joey se removió observando el lugar. La casa era enorme, con techos altos y paredes blancas que agrandaban el lugar y un montón de artículos de la historia que le hacía sospechar que ahí vivía un coleccionista. No tenía idea de a qué se dedicaba el padre del faraón, pero era un Kaiba y claramente extravagante. Por el bien de Yugi volvió a desear que no sea igual a su hermano, Gozaburo Kaiba.

-¿Y tú quién eres? –Joey se tensó y observó al chico que se dirigió a él.

El delgado y rubio chico egipcio se dirigió a él, tenía a otro chico fornido con la cabeza en sus piernas, asumía que eran pareja.

-Soy Joey, soy amigo de Yugi y estudio con aquel –señaló hacia atrás donde estaba Kaiba.

Malik pasó su vista de Joey a Kaiba, quien estaba guardando su teléfono en su bolsillo y entonces lo miró. –Que castigo –le sonrió a Seto y este rodó los ojos-. Soy Malik. Él es Marik y aquel Akefia –le señaló a los otros dos chicos-. Ya casi había olvidado que Seto y Yugi estudian en el mismo sitio, es extraño las vueltas que da la vida.

-Es cierto –confirmó Atem arrimando aún más a Yugi y depositando un beso en su mejilla-. Parece casi el destino.

-El destino es estúpido –Kaiba reventó la burbuja de pasión de su primo-. ¿Con cuál habitación me quedo?

Atem lo miró mal, su primo y su actitud a veces lo sacaban de quicio. Miró a Joey e hizo una mueca. Joey se sintió incómodo enseguida, desde que traspasó la puerta le dio la sensación de que sobraba.

-De verdad me gustó tu regalo, primo –Atem le sonrió a Yugi y luego volvió a mirar a Joey, estaba vez él estaba incómodo-. Pero como nadie me avisó de que vendrían, creo que nos quedamos cortos de habitaciones.

-¿Por qué? Tienes tres libres y somos tres –Joey miraba el intercambio queriendo irse inmediatamente y ahogó la risa al entender que Kaiba simplemente asumía que Yugi dormiría con Atem.

-Yo estoy tomando la primera –el ladrón levantó el brazo desde su lugar tirado en el sofá.

-¿Y tú qué? ¿Acaso no tienes una casa propia? –Kaiba se apoyó en el respaldo del sofá, Joey sentía su aula oscura a su espalda, le daba escalofríos.

-Atem me invitó –Akefia le dedicó una sonrisa burlona y señaló a su primo, depositando toda la culpa en él.

-¿Qué? No me mires así –Atem se defendió-. Yo no sabía que tendría tantos invitados.

Ahora sí que Joey estaba incómodo, si antes sentía que sobraba, ahora quedaba más que claro que no había lugar para él. Eso le pasaba por colarse. Un viaje gratis era demasiado bueno para ser real. Ya estaba pensando en ofrecerse a dormir en los sofás, de todas formas su trasero en ese momento se sentía más cómodo que en su propia cama.

-Tú y Mokuba pueden tomar la habitación del balcón y Joey la pequeña –Atem trató de arbitrar la situación.

-Pero no es justo –se quejó Mokuba-. Dijeron que podría tener mi propia habitación, ya no soy un niño, no quiero compartir con Seto de nuevo.

Kaiba suspiró de fastidio. Joey de verdad quería ofrecerse a usar el sillón ahora mismo.

-Entonces que Mokuba tome la pequeña y el bonito chico rubio comparte conmigo –Akefia ofreció mientras guiñaba un ojo a Joey, quien sintió como se le subía el color.

Jamás un chico tan atractivo le había considerado lindo, quería huir como Yugi bajo presión.

-Cállate –Kaiba lo miró mal.

-Cierra la boca, idiota –Malik le lanzó una mirada filosa-. No queremos causarle pesadillas a las visitas en su primera noche en Egipto. Pervertido.

-Está bien. A ver – Atem levantó ambas manos para traer nuevamente la paz al lugar-. Seto, la habitación de mi padre está libre, él viene el domingo por la mañana así que tendrás que desalojar temprano, pero tendrás habitación propia.

-No gracias. Ni loco –Seto miró a su primo como si este estuviera ofreciéndole quedarse a dormir en una casa embrujada. Picó el hombro de Joey para llamar su atención-. ¿De qué lado duermes, Wheeler?

Joey se quedó mirando impactado a Kaiba sobre su hombro. Kaiba lo miraba tranquilamente con sus ojos azules. Él le estaba proponiendo dormir juntos. Bueno, no, no de esa forma. Solo dormir… en la misma cama. Pensó en que estaba demorando demasiado en responder y eso se vería sospechoso. El resto del mundo, todos menos el Sacerdote, no debían de saber que tenía un crush en Kaiba.

-¿Cualquiera? –se animó a responder. No se iba negar a no tener que dormir en el sofá, se había colado al viaje después de todo.

-Tomaré el lado derecho –Kaiba se dio la vuelta y le hizo una seña para que lo siguiera-. Vamos, Wheeler.

Joey tenía antojo de decirle algo por su tono condescendiente, no era necesario que lo tratase como un perro. Pero bueno, estaba muy fuera de lugar. Esto no le estaba gustando, no era su estilo quedarse callado.

Regresaron a la entrada para subir la escalera al segundo piso donde suponía que estaban las habitaciones. En el comienzo del pasillo estaban sus maletas y bolsos, claramente los empleados de ese lugar (que habían desaparecido tan rápido como aparecieron) tampoco habían sabido sus destinos. Colgó su mochila a su espalda y siguió a Kaiba con su maleta.

Mientras miraba la espalda ancha de Kaiba se preguntó qué pensaría el Sacerdote si supiera que estaba de vacaciones con Seto Kaiba y que compartirían la habitación… y hasta la cama. Él mismo estaba aguantando la risa de su buena-mala suerte. Esperaba no tener que escuchar sus comentarios ególatras todo el fin de semana.

-Esta habitación es enorme –Joey se sorprendió al entrar.

-A mí me parece regular –Kaiba contempló el sitio y se elevó de hombros con desinterés.

Joey le dedicó una mala cara, ahí estaba su ego. Ya lo entendía, él estaba acostumbrado a las mansiones con habitaciones del tamaño de todo su apartamento. Y pensar que le estaba cayendo mejor. Ya no, podría desaparecer en cualquier momento, no lo extrañaría.

-El baño está en esa puerta, puedes darte una ducha si quieres –Joey supuso que Kaiba había notado que sudaba y se abanicaba con la mano, la espera en el porche fue larga.

-Estar en Egipto es como caminar sobre la superficie del sol, ¿no? –Joey bromeó, recordó que a sus amigos no les hizo gracia el chiste.

Pero Kaiba se rio por lo bajo dejándolo impactado. –Más o menos. Vinimos en la peor etapa del año, eso es seguro.

-Estupendo…

Joey se quedó parado en medio de la habitación contemplando como Kaiba guardaba rápidamente su ropa en un armario café y abandonaba la maleta en una esquina de la habitación, luego llevó algunas cosas al baño.

-Baja cuando termines -Joey solo llegó a asentir cuando el castaño pasó por su lado hacia la salida y cerró la puerta tras de sí.

Esto era increíble, increíblemente aterrador. Estaba compartiendo habitación, y cama, con uno de los CEO más importantes de Japón, el más importante si hablábamos de juegos y el que probablemente será el más importante si hablamos de tecnología. Estaba en Egipto, en una mansión antigua y llena de objetos coleccionables que debían de valer una fortuna.

Observó los muebles del lugar; la cama era inmensa, no le sorprendía que Kaiba aceptara compartir, los techos eran altos y colgaba de allí una araña hermosa, la luz que entraba por la ventana pegaba en ella y hacía figuras brillantes en las paredes. Además del armario había dos sofás blancos individuales que se veían elegantes, tanto como la alfombra bajo sus pies.

Todo en ese lugar gritaba ‘dinero’.

Fue al armario y en el estante siguiente al de Kaiba colocó su propia ropa, al compararla con la del castaño se dio cuenta que capaz había exagerado con el abrigo, Kaiba tenía solo ropa de completo verano. No soportó la tentación y le echó el ojo a algunas de sus remeras asegurándose de que no desdoblarlas mucho.

 Él ni siquiera podía permitirse entrar a las tiendas que se encontraban en las etiquetas.

Sintió un delicioso aroma envolverle, a un lado de la ropa se encontraba un frasco de perfume de Hugo Boss. Joey recordaba haber visto el ridículo comercial en la televisión. Detrás de este vio un desodorante de Giorgio Armani. Tentado a más no poder, abrió el frasco de perfume y se echó un poco en la muñeca, de inmediato se sintió trasportado a otra dimensión donde todo estaba bien en la vida. Definitivamente era una buena compra, ¿pero cuánto dinero gastaba Kaiba en asearse? Al menos ahora entendía por qué siempre olía deliciosa y estupendamente bien.  

Dejó todo como estaba y se fue al baño, dejó allí su cepillo de dientes, al menos el de Kaiba era uno común y corriente. Estaba seguro de que igual recibía algún tratamiento extra en su sonrisa, uno no podía tener una dentadura tan blanca naturalmente, ¿verdad? ¿VERDAD?

Se dio una ducha rápida y debía admitir que perdió el tiempo oliendo también el shampoo de Kaiba. Ahora sí se sentía como un acosador total, tenía ganas de zambullirse en el cabello castaño para saber si huele tan bien como el producto.

Bajó a reunirse con los demás, ya no había nadie en la sala de estar pero escuchaba risas venir de otra habitación, identificó a Yugi y se dirigió para ahí.

-Joey dice que mi mapa es genial –Mokuba estaba presumiendo cuando Joey entró en el lugar.

-Claro que lo es, chibi –le aseguró Marik-. Debes dejar de preocuparte.  

Estaban en una sala de juegos barra biblioteca. Contra una pared estaban apoyadas muchas estanterías llenas de libros y con un escritorio amplio para una larga y tortuosa sesión de estudio. Había cosas en él así que supuso que era donde Atem estudiaba. Del otro lado de la habitación todo cambiaba drásticamente: desde una pantalla de 60’ pulgadas y diversas consolas de videojuegos, a una gran colección de juegos de caja y partes de lo que parecían computadoras o algo en proceso de fabricación.

Entonces algo llamó la atención de Joey; la risa profunda de Kaiba le erizó la piel.

-Como siempre, te estás quedando atrás –se quejó Kaiba pero aun así se reía.

-Cállate, es tu culpa –Akefia se defendió y hasta le dio una patada amistosa a Kaiba, este se rió y se la devolvió sin apartar la mirada del televisor.

Joey fue hacia ellos como hipnotizado. Kaiba y ese chico Akefia estaban en un sofá frente al televisor y con controles en sus manos. Pudo identificar el juego de inmediato: “Biohazard” (‘Resident Evil’), es directamente un clásico y de inmediato le recordó al Sacerdote, a él le gustaba bastante esa serie. Kaiba parecía estársela pasando bien, era un buen jugador, más que un buen jugador, les estaba dando una paliza a todos esos zombis.

-Joey, ¿pudiste acomodarte bien? –Atem llamó su atención y recién entonces pudo apartar la mirada de Kaiba y su risa libre.

Él y Yugi estaban sentados en almohadones en el suelo junto al sofá, estaban acurrucados y jugaban con el gato.

-Sí, gracias –se sentó junto a ellos, asegurándose de tener una buena vista de la partida y los jugadores-. Espero que no causemos problemas por llegar sin invitación.

-¿Bromeas? Es fantástico, será divertido –Atem le sonrió y Joey pensó en que Yugi de verdad se había ganado la lotería de los novios.

-Igual se siente como si estuviéramos invadiendo –comentó Yugi y Joey asintió con ganas.

-Claro que no. Mi padre no está y los empleados tampoco, tenemos la casa sola por todo el fin de semana, dudo que haya mejor forma de pasarla –Atem se elevó de hombros y ellos le dieron la razón.

En conclusión, ese fin de semana ya estaba planeado para que sea un fin de semana de chicos. Su presencia no hacía más que mejorar toda la situación.

-¡Trajimos bocadillos! –Malik entró con una bandeja en mano y detrás le seguía Mokuba y Marik cargando bebidas y otras cosas.

-No puedo creer que Mokuba siga despierto –comentó Atem-. A este punto generalmente ya cae muerto de sueño.

-Algo me dice que está tratando de demostrar que es un chico grande –Joey bromeó y el resto rió. La verdad que a Mokuba ya se lo veía cansado, era viernes y hoy había tenido clases.

Comieron algo mientras bromeaban y Joey se hizo realmente amigo de Malik, tenían un no sé qué en común, se entendían. Estaban muy entretenidos hablando de “Magic & Wizards”, así también dejaban a los tortolos de Yugi y Atem disfrutando de la compañía del otro, este fin de semana era para ellos.

-Otra vez lo hiciste mal, Ladrón –se quejó Marik, se había colocado detrás del sofá donde jugaban sus amigos y se dedicaba a opinar sobre lo que ellos hacían.

-Muy fácil opinar desde ahí, ¿verdad Guardián? –Akefia aplastó la cabeza de un zombi con el pie de su avatar.

-No pensé que esos apodos los usaran en la vida real, pensé que era solo para el juego –comentó por lo bajo Joey.        

Malik y él estaban boca abajo en el piso y rodeados de cartas de duelo de monstruos. Malik le había pedido su baraja a su novio y Joey estaba maravillado por las cinco cartas que conforman a ‘Exodia’, el monstruo más fuerte de la baraja de Marik. En “Magic & Wizards”, al igual que el Faraón, el Guardián no poseía un monstruo que lo acompañase, la compañía continua de Exodia gastaría toda su barra de energía. Pero el monstruo siempre estaba ahí, en su baraja esperando a ser liberado.

-Créeme, la línea que separa el juego de la realidad es más delgada de lo que parece –Malik suspiró con fastidio, amaba y odiaba a todos esos chicos.

-¿Y por qué son los apodos? –Joey acomodó en el piso las cinco cartas para poder ver a Exodia completo.

-Mmh –Malik dudó mirando a los chicos en el sofá-. Es algo entre ellos. Tienen sus propios secretos y recuerdos que no comparten con cualquiera, a veces ni siquiera conmigo.

-¿Eso no te molesta?

Malik apoyó su codo en el suelo y la mejilla en su palma, contempló a su novio pelearse con los demás, sabía que en realidad no era una pelea. –No. Son mejores amigos y sé que hay cosas que solo ellos entenderán. Confían los unos en los otros y a pesar de que no pasará, de verdad que no pasará, supongo que piensan que yo puedo ser temporal pero ellos estarán siempre ahí para el resto.

-Es una bonita amistad –reflexionó Joey mirando la suave sonrisa en la cara de Kaiba, se veía como un chico normal de dieciocho años que se divierte jugando con sus amigos. Jamás lo vio actuando más normal que ahora. Contempló a Yugi que hablaba entretenidamente con Atem. Kaiba le recordaba a él mismo con sus amigos-. Lo entiendo.     

-Si te interesa saber sobre los apodos quizá deberías preguntárselo a Seto, no creo que te diga que no.

-No, gracias –respondió de inmediato-. Solo somos compañeros de clase, no nos llevamos muy bien.

-No tiene muchos amigos en Japón, ¿verdad?

-Yo diría que ninguno, se niega a interactuar –Malik asintió comprendiendo y para nada sorprendido, más bien parecía esperarlo-. No es muy accesible tampoco.

-Las veces que fui a Japón siempre he sentido que estoy hablando con un Seto diferente y con el correr de los días parece volver a ser el Seto que vez ahora –Malik suspiró volviendo a juntar las cartas de su novio en una baraja-. Lo que hace la amistad…

Malik se paró y él lo imitó. Joey recordó lo que Duke le había comentado hace semanas ya, para él Kaiba era accesible porque lo había conocido en un ambiente de trabajo donde siempre estaban sus amigos. Se preguntó si todo este tiempo había conocido solo una parte de Kaiba o directamente al Kaiba equivocado.

--Te hacías el experto pero juegas peor que él –reclamó Kaiba a Marik.

-¿Disculpa? Tú eres el que quiere presumir y no juega en equipo.

-Si juego en equipo contigo terminaré perdiendo.

-Eres un presumido –se quejó Marik y Akefia se rio en venganza.

Entre tanto reclamo de parte de Marik, Akefia terminó por darle su control para que jugara en su lugar y demostrara el increíble talento que aseguraba poseer. La verdad que Joey pensaba que todos jugaban bien, Kaiba los superaba, pero el resto no se quedaba atrás. De todas formas Akefia parecía disfrutar en cada ocasión que Marik metía la mata y eso hacía que metiera aún más la pata.

-¿Qué pasó con “soy un experto”? –se burló Akefia agachándose y acercándose a su oído para molestarlo.

-Cállate –Marik le empujó la cabeza de un golpe aprovechando que Seto lo estaba curando.

 Entonces Akefia ofendido le devolvió el golpe y en menos de un pestañeo comenzaron a “pelearse” rodando por el suelo. Se tiraban del cabello mientras se decían apodos tontos que los hacían reír y convertir las llaves al cuello en abrazos torpes. Joey ahogó la carcajada, eran unos ridículos. Malik fue a tratar de separarlos.

-Oigan, me van a hacer perder –Kaiba se quedó solo peleando contra los zombis, tomó el control y lo lanzó a la cabeza de Marik, quien solo se rio.

El control fue a parar a los pies de Joey, lo tomó y miró la pantalla. Había jugado a Biohazard un millón de veces, desde el primero hasta el último y se consideraba un buen jugador, tampoco estaba fuera de práctica porque había vuelto a jugar después de que el Sacerdote comentara que era uno de sus favoritos. Kaiba era un experto y creía que Joey era un inútil, no podía mostrarle que de verdad tenía monstruos fuertes, pero podía mostrarle que era un buen ‘gamer’. Se sentó junto a Kaiba en el sofá y tomó el control del avatar de Marik comenzando a matar zombis a diestra y siniestra.

-A este punto de remplazo hemos llegado –se lamentó Kaiba contemplándolo, de alguna manera que Joey no comprendía seguía matando zombis aunque apartase la vista.

-Piénsalo así, peor es nada –Joey lo ignoró olímpicamente.

A los cinco minutos Joey ya había entrado en calor, a los diez comprendió por completo el modo en que Kaiba se movía y a los quince estaban completamente coordinados. Joey se sorprendía de lo bien que lo estaban haciendo juntos, como si hubieran hecho esto cintos de veces…

-Wow Joey, eres genial –lo felicitó Mokuba mirándolo a él y a su hermano desde un almohadón en el suelo. Estaba luchando contra sus ojos que querían cerrarse y dormir.

-Al final Joey hizo mejor trabajo que ustedes dos juntos –se burló Malik. Marik y Akefia suspiraron decepcionados y aceptando que era verdad.

Jugaron diez minutos más y dieron por finalizado el juego por ese día, eran las ocho de la noche y ni Joey ni Kaiba eran capaces de seguir con los ojos abiertos. En un día normal ya estarían durmiendo.

-¿Y bien? ¿Qué tal lo hice? –Joey le sonrió a Kaiba mientras le entregaba su control.

Kaiba lo miró fijo por lo que parecieron horas, esos ojos azules lo estaban matando lentamente. Al final contempló con satisfacción como las comisuras de sus carnosos labios se elevaban y luego dejó escapar una suave risa.

-Nada mal, perro –admitió por fin.

Todos se pusieron a aplaudir entonces, como si estuviesen esperando por el veredicto de un juez. Prácticamente lo habían proclamado como un jugador digno. No pudo aguantar la sonrisa que se escapó, admitía que sentía un poquito de orgullo de sí mismo. 

Ya no se sentía fuera de lugar.

-Vayamos a dormir, ya es tarde –Kaiba se paró y Joey ni se negó.

Los últimos cinco minutos no hizo más que bostezar sin parar del cansancio y Kaiba lo había notado, por eso había parado el juego y decidió que ya era hora de dormir. Mokuba orgullosamente se levantó de su almohadón y se despidió para luego irse, se veía muy satisfecho de sí mismo por haberse quedado despierto hasta esa hora.

Joey le dedicó un guiño a Yugi antes de irse y este se puso colorado. 

Yugi sabía que Joey sabía lo que quería hacer esa noche. Se despidió del resto y entonces Kaiba y él salieron y se dirigieron a la habitación para dormir juntos.

Notas finales:

¿Les gustó?

Que puedo decir el día de hoy? Bueno ya sé que lo he mencionado muchas veces y ya deben estar aburridos, pero la amistad de los chicos que me he montado en la cabeza es algo que me encanta. Me sale completamente natural escribir de ellos y me divierte muchísimo, me alegro de poder volver a hacerlo. Dato sobre ellos: les encanta competir por cualquier cosa, se lo toman muy en serio, pero me parece que la última competencia se la lleva Seto y su regalo especial. 

Mis parejitas van a dormir juntos, algunos más juntos que otros, pero eso ya lo veremos en el próximo cap. Joey está demostrando ser un buen gamer y espero que Seto esté notando eso.

Gracias por leer!!

Nos vemos en el siguiente capítulo!!


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